7:30 am.
¡Ostras, las 7:30! Me he quedado dormido. De nuevo, el maldito despertador no ha sonado… Cariño… cariño… que me he quedado dormido y con la cantidad de cosas que tengo que hacer hoy… Ya no me da tiempo a una ducha… Bueno, me afeito, y me echo colonia… Hummm, si apenas tengo barba, estupendo, no me va a hacer falta pasarme la maquinilla. Pero un café, sí que me tomaba… ¡Venga, venga, que no hay tiempo!... Me voy. ¡Nos vemos, tesoro!... ¡Te quiero!...
¡Ostras, las 7:30! Me he quedado dormido. De nuevo, el maldito despertador no ha sonado… Cariño… cariño… que me he quedado dormido y con la cantidad de cosas que tengo que hacer hoy… Ya no me da tiempo a una ducha… Bueno, me afeito, y me echo colonia… Hummm, si apenas tengo barba, estupendo, no me va a hacer falta pasarme la maquinilla. Pero un café, sí que me tomaba… ¡Venga, venga, que no hay tiempo!... Me voy. ¡Nos vemos, tesoro!... ¡Te quiero!...
Otro día más, en la larga lista de días normales, aunque hoy parece que hay menos tráfico. El reloj. No me he puesto el reloj y sin él, no soy nadie. Con las prisas, lo he debido dejar encima de la mesilla. ¡Bah!, no importa, el del coche me sirve. Tampoco llevo tanto retraso. Apenas veinte minutos. Llego, aparco, me encierro en mi despacho y lo termino todo. Puedo conseguirlo si no me interrumpen demasiado…
Parece que hoy todos se han puesto de acuerdo en no molestarme. Creo que leyeron entre líneas y como entré tan rápido… casi ni me saludaron. ¡Eureka!, esto lo termino yo mucho antes de lo que pensaba y, como no voy a parar para comer, pues mucho antes.
Como decía mi abuela “querer es poder”… Et voilá… Terminado, finiquitado… Me lo imprimo, lo dejo en la carpeta y me voy para casa.
Como decía mi abuela “querer es poder”… Et voilá… Terminado, finiquitado… Me lo imprimo, lo dejo en la carpeta y me voy para casa.
Si se me da bien y consigo el contrato, este año me ascienden y podré cambiar de coche. No es que tenga nada en contra de éste pero ya va siendo hora… Bien pensado ¿para qué? si funciona a las mil maravillas ¡Hey, campeón!... Tal vez sea el momento de pensar en niños. Yo sé que Ángela lo desea y a mí me gustaría ser un padre joven…Venga, que nos vamos a casa.
Rojo. Frena, frena, que no tenemos prisa. ¡Menuda sorpresa se va a llevar Ángela cuando me vea llegar! Último giro a la derecha y… ¡mi caaaaaaasa!
¡Ep! ¿Qué pasa? ¡Cuánta gente hay en la calle! ¡Vaya!, un furgón de los servicios funerarios… ¡mal fario!... ¡Lástima!... ¿Qué habrá pasado? Venga, aparco y me acerco, a ver si puedo ayudar en algo. Debe tratarse de algún vecino. ¡Ah!, veo a Ángela, que lleva puesto mi reloj... y está consolando a la señora Antonia, la vecina del segundo. Habrá sido su marido, el señor Manuel, que andaba algo delicadillo… Pobre mujer, voy a darle el pésame…
…¡Hola, cariño! –besa dulcemente los labios de la esposa- ¿Te has puesto mi reloj?... Esta mañana, lo dejé olvidado, con las prisas... Te va algo grande ¿no?...
Un abrazo señora Antonia… Lo siento muchísimo… y ¿cómo ha sido?... Silencio. No responde la pobre mujer. Lo entiendo, debe estar muy consternada. Estamos con usted para lo que necesite.
Un abrazo señora Antonia… Lo siento muchísimo… y ¿cómo ha sido?... Silencio. No responde la pobre mujer. Lo entiendo, debe estar muy consternada. Estamos con usted para lo que necesite.
¿Qué ha pasado, Ángela?...
Está como ida y su semblante es de tremenda tristeza. Eran unos buenos vecinos y Ángela siempre sintió debilidad por las personas mayores...
La señora Antonia es quién le sujeta por la cintura. ¡Qué mujer tan fuerte! Acaba de perder a su compañero y le está dando calor a ella… En fin, ¿qué le vamos a hacer?, es ley de vida y, a todos, nos llegará nuestro día...y nuestra hora.
Está como ida y su semblante es de tremenda tristeza. Eran unos buenos vecinos y Ángela siempre sintió debilidad por las personas mayores...
La señora Antonia es quién le sujeta por la cintura. ¡Qué mujer tan fuerte! Acaba de perder a su compañero y le está dando calor a ella… En fin, ¿qué le vamos a hacer?, es ley de vida y, a todos, nos llegará nuestro día...y nuestra hora.
Vecinos y curiosos comienzan a hacer un pasillo… ¡Apartad, apartad, que ya le bajan!...
¡Valor, Ángela!...
¿Cómo que valor Ángela?... Era un buen vecino pero tampoco era su padre… no saquemos las cosas de quicio…
Ángela rompe a llorar desconsoladamente mientras, enfundado en una bolsa, pasa a su lado el cuerpo inerte del fallecido.
En el portal, veo al señor Manuel, que se está encargando de todo el papeleo con los de la funeraria… ¿El señor Manuel?... Pero, ¡vamos a ver! ¿Qué está pasando aquí?...¿Dónde me he perdido?... Alguien me puede explicar... A ver, para que yo me aclare ¿quién es el ...?...
Ángela, rota de dolor, se suelta de los brazos de la señora Antonia y se acerca al cuerpo embolsado… Le abraza desesperada mientras, con un grito ahogado, susurra: “Adiós, amor de mi vida…”