Día 257 de la guerra (7/11/22)
Rusia se resiste a
retirarse de Jerson. Cada día que retrasa esa retirada queda abierta
una ventana de oportunidad para Ucrania. Con numerosas tropas rusas
inmovilizadas resistiendo en Jerson a costa de dejar otros flancos
poco protegidos, los expertos militares imaginan a los estrategas
ucranianos debatiéndose entre dos opciones.
1.- Ser
conservadores y recoger beneficios centrando sus esfuerzos en
completar la conquista de Jerson.
2.- Arriesgar en una
maniobra audaz pero incierta, concentrando todos sus esfuerzos en el
centro del corredor que une Rusia a Crimea, tratando de dividir el
frente en dos y cortando el suministro a las tropas que defienden
Jerson y Crimea.
La primera opción
parece que le daría una victoria rápida y segura, recuperando la
única capital de provincia conquistada por los rusos y obligándoles a
retirarse. Un golpe protagandístico de cara a su pueblo
que abocaría a un estancamiento de la guerra con los rusos
parapetados al otro lado del Dnieper y ganando tiempo para reponer
unidades, armamento…
Con la segunda
opción, si logra romper en dos el frente, logrará un golpe militar
que dejará aislada a una buena parte de las tropas rusas haciéndolas
más vulnerables, poniendo en una posición de fuerza a Ucrania que
no ha tenido hasta ahora y que podría abocar a su vez en tres
posibilidades: una escalada nuclear rusa ante la situación precaria
en que quedarían parte de sus tropas, una negociación para llegar
al final de la sangrienta insensatez de Putin o el recrudecimiento de
los combates ante la perspectiva ucraniana de poder llevar la
iniciativa y recuperar todo el territorio perdido o al menos una gran
parte.
Quién hubiese dicho
cuando la invasión rusa empezó que llegaría un día, hoy, en que
Ucrania tendría en sus manos decidir el camino que iba a seguir la
guerra. Por desgracia cualquiera de las dos opciones comporta
sufrimiento, muerte y destrucción. Quizá al menos con alguna se
acelere el final de esta barbarie.
Día 210 de la guerra (21/9/22)
Dijo Valdano que el
fútbol es un estado de ánimo. Equipos humildes con suficiente moral
son, de tarde en tarde, capaces de poner en aprietos e incluso ganar
a poderosos equipos desmoralizados.
Las guerras modernas
parece que también empiezan a ser un estado de ánimo.
Hace un año las
tropas del ejército afgano, más numerosas, mejor armadas y
entrenadas que los talibanes se dehicieron como un azucarillo.
Ahora, uno de los
ejércitos más poderosos del mundo se pone en fuga ante el empuje de
unas tropas ucranianas que siempre han tenido la convicción de que
están asistidos por la justicia y la legalidad (además de por la inteligencia y las armas de USA y la UE). Convencer a un joven
o una joven ucraniana para que luche es fácil, en muchos casos, ni
siquiera hace falta convencerles se alistan ya convencidos. En cambio
las tropas rusas luchan por obligación, sin ninguna convicción, ni
convencimiento. En cuanto la contraofensiva ucraniana cosechó los
primeros avances las deserciones y las retiradas desordenadas se
sucedieron. Una humillación para el orgulloso Putin.
Es evidente que los
misiles y los bombardeos rusos pueden destruir, pero para ocupar
siguen haciendo falta soldados. A Rusia hace tiempo que le cuesta
reponer los veinte mil soldados al mes que la «operación especial»
ha necesitado desde el prinicipio.
Hoy Putin,
solemnemente ha anunciado una movilización masiva (una muestra de debilidad y otra prueba de que su guerra no va como
imaginó). Nada menos que
pretende movilizar a 300000 reservistas. Muy fácil de decir. No
tanto de cumplir y menos con la urgencia que parece que el frente
reclama. Ahora se demostrará si la sociedad rusa está al lado de
Putin en esta guerra, o simplemente ha estado mirando a otro lado (cualquiera de las dos opciones no le exculpa de haber avalado la invasión).
El efecto de retirar
del mercado laboral a toda esta gente y el coste de mandarlos al
frente y mantenerlos allí, va a suponer otro golpe para la economía
rusa y empezará, ahora sí, a minar la moral de la población rusa.
Un tiro en el pie. Eso parece que podría ser este anuncio, de no ser por el otro componente de la declaración: los referéndums.
En realidad esos referéndums son más inquietantes que los 300000 soldados.
En tres días va a
organizarlos y antes del lunes los territorios ocupados serán considerados por el Kremlin parte de la Federación rusa a todos los efectos. De ese modo torticero pretende tener legitimidad para usar lo único que de verdad le puede dar la victoria: las armas
nucleares.
Día 157 de la guerra (31/7/22)
La guerra se estanca. Los frentes se enquistan y no hay señales de negociaciones de paz. Ucrania sigue reponiendo sus tropas a un ritmo constante de quince o veinte mil soldados al mes. Grupos de guerrilleros ucranianos se organizan en los terrenos ocupados para poner en dificultades la ocupación. Ucrania daña los canales de suministro atacando sin descanso el puente Antoniv en Jerson, que sigue resistiendo y empieza a acuñar una de esas leyendas que dejan las guerras. Rusia ha logrado importantes avances en territorio ucraniano, ahora tiene que asegurarlos, pero para eso le empieza a costar reponer los cerca de 75000 soldados que ha perdido en combate.
Ese parece el destino de esta guerra. La resistencia. No serán las armas modernas la clave. Como en todas las guerras será cuestión de la sangre que cada bando sea capaz de perder sin que se resientan sus posiciones.
Mientras tanto las bombas siguen cayendo sobre Ucrania y matando a inocentes sin importar si estos están en la cola de un autobús o en un presidio.
Día
50 de la guerra (14/4/22)
El
buque insignia de la armada rusa anulado. ¿Un incendio a bordo que
hace evacuar a toda la tripulación o un ataque ucraniano que solo
deja un puñado de supervivientes? Efecto de la incompetencia, según
los rusos, efecto del uso del armamento que sigue y seguirá
recibiendo, según los ucranianos. Sea cual sea la verdad, ninguna es
una buena noticia para Putin. Y es que siempre le llegan malas
noticias desde Ucrania. Esta no es la única.
Finlandia
y Suecia con un pie en la OTAN. Ha usado tantas veces la amenaza
nuclear que está perdiendo efecto e incluso se valora como una
opción asumible en el desarrollo de esta barbarie.
Mariupol
todavía resistiendo, arrasada, pero resistiendo hasta convertir la
montaña de cascotes en que la han convertido en algo más poderoso
que una trinchera o una barricada. Un símbolo.
Las
armas más sofisticadas llegan sin cesar desde las fábricas
americanas para frenar la nueva embestida que se anuncia desde hace
días: drones kamikazes, helicópteros, misiles inteligentes...
Putin
está convirtiendo Ucrania en un cráter cada vez más hondo y Biden
en una Feria Armamentística, el mejor escaparate para que sus
fabricantes puedan probar armas y abrir nuevos mercados.
Todo
el mundo está siguiendo la dirección que marcan las balas, pero esa
dirección lleva al dolor, a la destrucción y al odio. Es difícil
en Rusia estar contra la invasión, pero también lo empieza a ser es
estar en contra de la escalada armamentística al otro lado de este
nuevo telón de acero, o de cascotes.
Día 39 de la guerra (3/4/22)
Foto: EFE
En la guerra de información y desinformación es difícil determinar
cual es la situación real en el intento de invasión de Ucrania. Así
que es mejor guiarse por las sensaciones, los indicios, las
decisiones que toman los actores principales y secundarios. Estos
indican que Putin está perdiendo. Es posible que sea capaz de
revertir la situación y subsanar el erróneo cálculo inicial
(infravalorar la resistencia ucraniana y la reacción internacional y
sobrevalorar sus fuerzas) para poder “vender” a su opinión
pública una victoria (la que sea). Necesita tener esa victoria para
el 8 de mayo (día que se celebra la victoria sobre los nazis). Saber
eso da ventaja a los que defienden. Saben cuándo deben defender y
quizá también dónde hacerlo.
Rusia se retira del
norte. Aquella columna ciclópea que durante semanas amenazó Kiev se
ha esfumado. Como le sucedió a las tropas de Hitler, corría el
riesgo de quedar empantanada en el lodazal en el que se convierten
los caminos con la llegada de la primavera. Parece que todas las
tropas que ocupaban el norte de Ucrania se dirigen al este. La guerra
relámpago podría dar paso a una guerra larga.
En los medios de
comunicación avisan del riesgo de que esas tropas dejen acorraladas
a las tropas ucranianas que luchan en el Donbas, pero no dicen que
también libera a las fuerzas de resistencia ucranianas que se podrán
desplazar a defender otros territorios. No lo dicen porque hay que
seguir justificando el suministro de armas. Enviar armas para
mantener una guerra requeriría cierto debate que en este caso se ha
obviado.
Ucrania se atreve a
enviar helicópteros a territorio ruso para bombardear depósitos de
combustible. Lo que no habla muy bien del control aéreo de su propio
territorio de los rusos. Los ucranianos ya no se limitan a
defenderse. También atacan. Una acción que alimenta la moral y
debería haber dañado su reputación, poniendo en riesgo el apoyo
internacional (no ha sucedido) y dando argumentos a Putin (aunque él
no necesita que le den argumentos, si no existen se los inventa).
Los países más
vulnerables son los que toman posturas más arriesgadas: Finlandia
habla abiertamente de abandonar su neutralidad y unirse a la OTAN,
los tres países bálticos dejan de exportar gas ruso. Toman esas
decisiones porque sin duda conocen la debilidad de Rusia.
El flujo de
refugiados se ralentiza y parece que, dentro de la trágica situación
que supone abandonarlo todo, la colaboración y la generosidad de los
países europeos ha funcionado y todos han encontrado cobijo. Quizá
ahora llegue el momento para que los refugiados asiáticos y
africanos que desde hace décadas esperan algo más que olvido y
desprecio, encuentren el mismo trato.
Biden se empecina en
tratar de apagar el fuego con gasolina y no desperdicia la ocasión
de provocar al animal herido en que se ha convertido Putin. No
disimula, está deseando una escalada. Además de la muerte y la
destrucción que es lo que siempre traen las guerras, esta va a dejar
un aumento generalizado de los presupuestos militares y un
endulzamiento de la OTAN. La industria armamentística se frota las
manos y ya se sabe quién tiene más cuota en el mercado de las
armas. Aunque ahora ya no se compren y se vendan armas, ahora lo que
se compra y se vende, en otro intento de tratarnos como imbéciles,
es material ofensivo militar.
Día 30 de la guerra (25/3/22)
Muy malas noticias para Putin. Siguen acumulándose sin pausa. Una
tras otra:
-Bielorrusia sigue
sin enviar tropas para ayudarle.
-Ucrania recupera
terreno alrededor de Kiev y podría estar en disposición de dejar
embolsadas a numerosas tropas rusas en algunas ciudades cercanas.
-Las Autoridades
rusas reconocen 1600 soldados muertos. Por el número de altos mandos
rusos que han muerto y por la divergencia con las cifras que dan
otras fuentes (todas por encima de los 10000) es evidente que ese
número es mucho mayor. Pero aunque fuera cierta la cifra que
reconocen, es un número muy alto.
-Siguen reformulando
los objetivos de la invasión, en un claro síntoma de que están
buscando una salida digna. El Estado Mayor ruso anuncia que van a
centrar sus esfuerzos en el Donbás, aunque no descarta conquistar
Kiev y Jarkov. Se exprime el lenguaje y contra eso solo queda
exprimir la lectura. Cuando dicen: no descartamos conquistar Kiev y
Jarkov están reconociendo que no han podido conquistarlas. De hecho
lo que pretendía ser una invasión, cada vez se parece más a una
destrucción. A partir de la primera semana, cuando el diseño de un
avance fulgurante fracasó, ha pasado a centrarse en lanzar miles de
misiles, algunas fuentes aseguran que diez veces más que los que se
han lanzado en toda la guerra de Siria (una de esas guerras olvidadas
que sigue generando una crisis humanitaria tan vigente como el primer
día).
-Se le ha abierto un
frente interior contra el que le va a costar emplear la represión:
Las madres de los soldados rusos que buscan desesperadas noticias de
sus hijos. Muchas obtienen la confirmación de que sus hijos están
muertos de las Autoridades ucranianas, no de las rusas. Ucrania
emplea sistemas de reconocimiento facial que cruzan con las imágenes
de las Redes Sociales para identificar a los soldados muertos y
después se ponen en contacto con sus familias para informarles (la
guerra psicológica no solo la usa Putin con sus misiles).
-Empieza a necesitar
purgas entre sus más fieles, que podrían haber llegado hasta lo más
alto. El ministro de defensa lleva 14 días “desaparecido”.
-El
gobierno ucraniano no ha sido destituido y, de momento, el país no
está sumido en el desgobierno y el caos que suele seguir a estas
invasiones (véase lo provocado por USA y sus aliados en Irak,
Libia...).
Tantas son las malas
noticias que lo que parecía imposible hace un mes ya no lo es. Rusia
perderá esta guerra. Putin no va a lograr nada de lo que podía
pretender con su operación especial.
-El pueblo ucraniano
va a odiar por décadas todo lo que venga de Rusia y más pronto o
más tarde acabará entrando en la Unión Europea y separándose
definitivamente de la órbita rusa.
-La Unión Europea
está más unida que nunca y quizá logre convertirse en un actor
internacional a la altura de su peso económico, demográfico y
geográfico.
-La
OTAN acumula más fuerzas que nunca cerca de sus fronteras
y Putin justificaba esta invasión porque se sentía en peligro por la
amenaza de la OTAN.
-Perderá a la UE
como su mejor cliente para sus recursos naturales y los que encuentre
para sustituirlo no le pagaran ni tanto ni tan bien.
Quizá Putin, con el
envío de refuerzos desde todas partes (incluidos mercenarios) logre
relanzar las conquistas, de lo contrario se convertirá en un jabalí
herido, tentado de añadir a todas las atrocidades cometidas ya, el
uso de armas más miserables y cobardes.
Día 28 de la guerra (23/3/22)
El señor de bigote de la primera foto es el Portavoz del Kremlin y
ayer en una entrevista dijo que la destrucción e intento de invasión
de Ucrania (para los rusos operación especial) es necesaria porque
había un plan para destruir Rusia desde todas las fronteras. El de
la otra foto es un diputado de la Duma (los de detrás también) y en
una conferencia de prensa presentó ayer los resultados de una
investigación encargada por la Cámara Baja rusa en la que se ha
demostrado que el coronavirus no surgió en China. Según ese informe, el coronavirus tiene su origen nada más
y nada menos que en Ucrania. Así que además de estar gobernados por
nazis (no hay que negar que en Ucrania hay nazis, pero también en
España están creciendo como setas, algunos incluso acaban de lograr
vicepresidencias y consejerías), además de tener el país lleno de
armas de destrucción masiva (esta mentira me suena haberla oído
antes). Ahora, los ucranianos también son los que desarrollaron la
primera cepa de COVID-19, la hicieron propagarse por el planeta y
además planeaban invadir Rusia. ¡Toma ya! Lo próximo será
descubrir que Zelenski mató a Kennedy o a Chanquete.
Parece fuera de
dudas que con la caída de la URSS, Rusia optó por quedarse con lo
peor del sistema comunista y recoger lo peor del sistema capitalista
para su desarrollo futuro. Quizá solo hubo algo bueno que
mantuvieron de la era soviética. La educación. En Rusia, más de la
mitad de la población tiene estudios superiores, lo que supone el
doble de la media de la OCDE. Se dice pronto. El doble.
Es un indicador
evidente de que Rusia trata de desarrollar al máximo la capacidad
intelectual de sus ciudadanos. Por eso, no es fácil
conseguir que la población crea las mentiras sobre la invasión de
Ucrania que desde los medios oficiales (los únicos que operan) les
hacen llegar.
Si un ruso con una
formación universitaria escucha a sus dirigentes decir estas cosas.
¿Se las cree? ¿En serio? ¿No es mucho ya? La realidad está
superando la ficción. La neolengua, la Policía del Pensamiento, el
Ministerio de la Verdad y el Departamento de Ficción que imaginó
George Orwell para 1984 van a parecer un jardín de infancia al lado
de la cúpula que dirige Rusia y que está logrando que se haga
realidad la profecía de Orwell: “el sentido común es la mayor de
las herejías”. Solo así se entiende que según una encuesta independiente casi el 81% de los rusos estén (o digan que están) a favor de la invasión.
Si todavía no lo
han prohibido, los rusos deberían releer la novela de Orwell porque
de lo contrario van a tener que escoger entre parecer estúpidos o
serlo para satisfacer a ese Gran Hermano que está obligándoles a no
pensar.
Día 26 de la guerra (21/3/22)
Mientras en Ucrania, el ejército de Putin sigue con su plan para sembrar el terror y la muerte. En España se repite el uso de la guerra como cortina de humo. Si hace unos días era el partido de la oposición el que aprovechaba para abrir las puertas del poder a la ultraderecha. Ahora el Gobierno de Sánchez aprovecha para cometer un acto de similar mezquindad con el Sahara.
Abandonar por segunda vez al pueblo saharaui es indigno. Más si se
hace bajo la coacción de un déspota que te amenaza con dejar de ser
tu perro guardián.
La ONU ha dejado
claro que seguimos teniendo una responsabilidad en la resolución de
este conflicto y no debemos escurrir el bulto. Pero podemos
escurrirlo y lo escurriremos proponiendo una solución pragmática.
Es posible que el
cansancio convierta al pragmatismo en la mejor opción, pero son los
saharauis los que deben decidir si ya están cansados de luchar y ha
llegado el momento de llegar a un mal acuerdo. De momento, siguen
luchando. Solos, más solos que nunca, pero siguen luchando. Porque
tienen un arma que nosotros hemos vendido hace tiempo: la dignidad.
Día 24 de la guerra (19/3/22)
Los cascotes se recogerán, los edificios se reconstruirán, los cadáveres se enterrarán y los heridos se recuperarán. La vida volverá.
Quedará el odio y el rencor.
Hay imágenes icónicas que perdurarán para que no se olvide la cobardía, la barbarie y la injustícia.
Día 20 de la guerra (15/3/22)
Problemas. Putin tiene problemas.
Definitivamente las cosas no van como esperaba. Se ha convertido en un jabalí herido. Sigue y sigue destruyendo Ucrania, en un estilo de invasión más propio del medievo, que no habla muy bien de su capacidad militar. Los primeros días intentó usar tácticas más sofisticadas, que acabaron con muchas bajas y pocos avances. Ahora va sobre seguro. Bombas y misiles cada vez menos precisos. Arrasar antes de avanzar.
Un sistema ruin y cobarde.
En ninguna de sus previsiones debía estar que a estas alturas Kiev resistiese y no solo eso, que los ucranianos fuesen capaces todavía de acoger en su capital una reunión con 4 primeros ministros europeos.
Las malas noticias llegan desde el frente.
En 20 días, entre 3000 y 4000 soldados muertos, 14000 bajas en total, que suponen más de un 10% de las tropas desplegadas.
Para entender el desastre de la invasión, basta con comparar las cifras con una invasión similar, la de Afganistán: En 14 años allí murieron 14000 soldados soviéticos.
A este ritmo, pronto necesitará refuerzos, que no parece que vayan a llegar de Bielorrusia. Por eso Rusia pide apoyo a China. Una ayuda, que si llega, le va a costar muy cara y que es otra prueba de que las cosas no van como había planeado.
También se le empieza a abrir un frente interno. La valentía de algunos rusos que se atreven a denunciar y mostrar la vergüenza que sienten, va a ir en aumento. La represión solo logrará aumentarla.
Día 17 de la guerra (12/3/22)
Pues eso.
Se puede cantar en ucraniano, en serbio o en italiano, pero no hay duda de quién puede cantar esta canción en la guerra de Putin.
Los partisanos esta vez luchan contra el ejército ruso.
Que los ucranianos canten esta canción, simboliza la humillación y la vergüenza que la sociedad rusa está transmitiendo a sus padres y a sus abuelos. Esos que entregaron millones de vidas para frenar la barbarie fascista. Una barbarie que en los libros de historia van a pasar a representar ellos.
Aprender de la historia para no repetirla.
Mientras tanto en España:
El PP acusa a Sánchez de usar la guerra como excusa. Así, sin más. Ahora solo queda repetirlo una vez tras otra para que su clientela les aliente y convierta esto en un dogma.
El PP en cambio lo que hace es confiar en la guerra de Putin como si fuese un bote de humo que todo lo tapa. Pero no hay humo suficiente para tapar el olor putrefacto de su mezquindad. Una mezquindad que les ha hecho poner una alfombra roja a VOX para entrar en un gobierno y presidir una cámara democrática.
A VOX, nada menos que a VOX, un grupo de ultraderecha que ha sido uno de los aliados de Putin y que comulgan con sus formas y con su ideología. Cuando el PP tenía la oportunidad de dar un portazo y demostrar que no van a dar aire a los que han crecido a los pechos de Putin, se arrodillan y se echan en brazos de Abascal con el único fin de seguir en el poder. Saben que es pan para hoy y hambre para mañana. Pero no dan para miradas a largo plazo, ni siquiera a medio plazo. Políticos cortoplacistas.
La decencia, es otra víctima más de esta guerra.
Día 14 de la guerra (9/3/22)
Más
brotes verdes.
La
portavoz de Exteriores de Rusia, un día antes de las negociaciones
que van a comenzar en Turquía, dice textualmente que el objetivo de
la invasión no es deponer al gobierno ucraniano.
Tal
cual.
Otra
de las exigencias de partida retirada por Rusia de modo unilateral.
Un síntoma más de que la invasión no va como esperaban y que Putin
puede estar preparando una salida a la ratonera en la que se ha
metido.
Día 11 de la guerra (7/3/22)
Algunos
brotes verdes:
1.-
La negociación se traslada a un país que condena la invasión y que
puede considerarse neutral o al menos equidistante.
2.-
Rusia baja sus expectativas. Mucho.
En
realidad no pide nada que ya no tenga. Crimea es suya y seguirá
siéndolo, del mismo modo que Gibraltar seguirá siendo británica.
Lo
del Donbas no es tan fácil de admitir por Ucrania, pero desde luego
podría ser una salida más que digna.
Si
se llegase a este acuerdo, sumado a la inesperada unión que ha
provocado en la UE, se vería sin duda como una derrota de Putin y
podría suponer el principio de su fin.
Estas pequeñas grietas de luz dan a entender que las cosas no van como Putin había calculado, si es que había calculado algo.
Quizá un acuerdo está más próximo, aunque
siempre recordando que no se puede confiar en lo pactado con Putin.
Día
9 de la guerra (5/3/22)
El
discurso beligerante y la escalada armamentística que recorre Europa
son una trampa.
Armar
a la población civil, enviar armas con improvisación y entregarlas
de un modo aparentemente desordenado por parte de los países de la
Unión Europea solo puede ser la menos mala de las opciones a las que
la megalomanía criminal de Putin nos ha llevado. ¿Qué pasará con
todas esas armas cuando esto se acabe? ¿En qué manos van a
terminar? Es cierto que son preguntas irrelevantes ante la situación
crítica actual, esperemos que cuando llegue el momento se puedan
responder.
Glorificar
las bondades de la OTAN y transmitir que la seguridad solo depende de
incrementar el poderío militar, es lo mismo que desear un futuro más
peligroso.
Emotivo y
meritorio el orgullo del pueblo ucraniano y su valor para defender su
tierra. Piden armas y nosotros se las vamos a dar para que sigan
resistiendo. ¿Pero es justo empujar a ese pueblo a la lucha? ¿Es
justificable que veamos como algo lógico que las familias ucranianas
se rompan para defender a su país? ¿Es justificable que los jóvenes
ucranianos pongan en riesgo la vida por su país?
Debemos
respetar e incluso admirar la valiente y generosa decisión que están
tomando, pero bajo mi punto de vista, no debemos considerarlo nunca
una obligación.
La
resistencia pasiva, la rendición e incluso la huida son opciones
igual de dignas.
Día
4 de la guerra (31/2/22)
Putin
ordena movilizar su "fuerza nuclear disuasoria".
Ha
tardado cuatro días en enseñar la carta más poderosas que tiene.
Solo
cuatro días.
Puede
ser que use esta amenaza porque las sanciones económicas le están
haciendo daño o porque infravaloró la resistencia ucraniana que
estaría siendo mayor a la que había previsto.
Es
obvio que hay otra posibilidad, pero no me atrevo a pensar en ella.