El otro día estuve en el hide de Las Pozas (www.greenextremadura.com). La tarde estuvo entretenida. Los mirlos y los arrendajos, que había dejado un par de semanas de entrar, han vuelto a ella y, la verdad, la llenan de animación.
También el petirrojo y el picogordo se acercaron a beber o a comer insectos; las currucas estuvieron dando mucha guerra en los lentiscos de enfrente, pero no se decidieron a entrar. En el suelo, una verdadera plaga de pinzones no dejaban de revolotear buscando comida. Y, una grata sorpresa, un hermoso zorzal nos hizo una visita.
Tampoco el martín faltó a la cita; pero me sorprendió que, más que a pescar, llegó como un tiro a expulsar al picogordo que había tenido el atrevimiento de posarse en su posadero particular, y lo hizo de muy malas maneras, piando desaforadamente y dandole unas pasadas propias de un halcón a su presa. Luego se posó un ratito, como diciendo: "Que este posadero es mío, macho", y se largó tan inesperadamente como vino.
Pero la sorpresa mayúscula nos la llevamos a las 19,13 horas; ya había guardado el 500 y había dejado puesto el 70-200 en el trípode, montado en la cámara, cuando haciendo un tirabuzón, a una velocidad increible pasó ante nuestra vista la hembra del gavilán. Trató de atrapar a alguno de los pinzones que en ese momento merodeaban por allí, pero falló el lance. Eso sí, tuvo la delicadeza de posarse durante minuto y medio, dándonos la oportunidad de llevarnos un buen recuerdo suyo. Esperamos que poco a poco vaya siendo un habitual de la charca y ofrezca muchas oportunidades a los fotógrafos.