Os sigo mostrando el trabajo de estos últimos días. Hacía
tiempo que no me sentía tan creativo, con tantas ganas de pintar, pintar y
pintar. Éso, naturalmente me ha ayudado a soportar mejor el confinamiento.
Una serie de rapaces, que son mi gran amor artístico, me han
tenido ocupado haciendo esquemas previos de composición, bosquejos de encuadre,
etc. hasta que poco a poco he ido acercándome a lo que deseaba.
Un macho de cernícalo primilla descansando en una estructura
de vigas viejas. No sé si disfruté más pintando esa madera vieja o las plumas
del cernícalo.
Hace
cuatro cinco años tuve la oportunidad de observar durante una temporada a un
ejemplar en el Parque de Polvoranca, cerca de mi casa. Muchas tarde de mayo
pasé allí horas y horas con los prismáticos, el telescopio y la cámara. Las
observaciones sirven, aunque parezca mentira, para conocer la personalidad del
pájaro. Cuando terminé de pintar sus ojos me dije: Éste es mi autillo.
Esmerejón (Falco columbarius)
Comencé esta pintura como si de una hembra se tratase. Mi
amigo Súarez me había pasado una foto que había tomado hace años en Villafáfila
y me encantó el tono dorado, de atardecer, que la envolvía. Pero mi amigo
Ricardo Peralta que vio la obra recién comenzada, me dijo que por qué no
pintaba un macho, que era más bonito. Bueno, sopesé la idea y pasé de los tonos
pardos y cálidos del plumaje de la hembra, que ya tenía más o menos perfilados,
a los azulados del dorso del macho. Y no me arrepiento. Tiempo habrá para
pintar a su compañera, si Dios quiere.
Y
entre pluma y pluma también he tenido tiempo de cumplir una promesa que le
había hecho a mi amiga y compañera de campo, en muchas ocasiones, Ana Minguez:
Pintar un retrato de su perro Bruce. Mi mayor satisfacción es que al ver la
foto de la pintura, se ha mostrado encantada y me ha dicho: "¡Pero si es
mi Bruce!" No podré entregárselo hasta que pase el confinamiento y podamos
vernos de nuevo, qué le vamos a hacer.
Alcaudón real (Lanius excubitor)
Joven de azor (Accipiter gentilis)
Nunca había pintado un azor joven o inmaduro, pero alguna
vez tenía que ser la primera. Me encantó el diseño del abanico de plumas de la
cola, con sus marcadas bandas, y cómo las plumas del dorso van colocándose
"a modo de tejas" para cubrir su cuerpo.
Águila imperial ibérica (Aquila adalberti)
Qué decir de la joya alada de
Iberia. Siempre me ha encantado pintar la especie, jugar con esa intenso y
oscuro plumaje achocolatado de su cuerpo que contrasta brutalmente con las
blancas plumas escapulares y de los borde de las alas en los ejemplares
adultos. Una visión más con la que he disfrutado mucho y sobre la que me he
tratado de documentar especialmente para esta ocasión. Gracias por tu ayuda
Eduardo Gomez Marchesi.
Mochuelo (Athene noctua)
Siempre he sentido debilidad por
las texturas de las vigas viejas, de las tejas, de los elementos, en fin, que
conforman el medio rural en el que nos movemos y en el que habitan muchos de
los animales que nos rodean, sobre todo aves. Por esa razón elegí este
escenario para retratar a mi mochuelo. Podía haberlo hecho en el tronco de un
olivo, otro lugar preferido por la especie, pero deseaba pintar, de forma libre
y a grandes trazos esas maderas y esas tejas. Aquí está el resultado. Espero
haber ofrecido algo de verosimilitud a la escena.
Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Suficientemente conocida es mi admiración por la aves de
presa y, especialmente, por los halcones. Hace ya muchos años conseguí la
amistad de algunos cetreros con los que salí al campo, para ver cómo se
desenvolvían sus pájaros en la caza, y tomé infinidad de fotos y apuntes de
ellos. El resultado es que puede que sea el ave de presa que mejor conozco y
trato, siempre, de que éso se note en mis pinturas.
Gavilán (Accipiter nissus)
Si el Maestro Félix llamaba al azor "el pirata del
bosque" o "pirata de la espesura", en justo paralelismo
podríamos llamar al gavilán "el pirata del matorral" o "el
pirata de los bebederos de aves". Visto y no visto, pero he tenido
bastante ocasiones para contemplar sus hermosos ojos que taladran cuando,
generalmente, han llegado al bebedero donde estaba haciendo fotos a los
paseriformes, para capturar algunos, han fallado, y se han quedado unos
segundos posados, lamentando su fracaso. Alabar su belleza creo que no es
necesario, se demuestra por sí mismo.