Pronto se irán a criar y abondonarán el lugar donde los hemos descubierto este invierno. Así que había que aprovechar y allí nos plantamos. Aún hacía frío, pero ya no tanto. Eso sí, los -3º centígrados a las 8,30h. cuando montábamos los hides, no nos los quitaba nadie. Luego, en cuanto el sol salía, y en ausencia del viento, el aguardo se hacía bastante soportable; sobre todo por la falta de viento y porque no teníamos tiempo de pensar más que encuadrar, enfocar y disparar a la legión de palustres, hembras y machos (en distinto grado de "negrura") que teníamos en frente.
Para los que quieran comparar detalladamente los plumajes del macho y de la hembra, aquí está esta foto donde aparecen posados en la misma enea:
Y junto a los palustres, las tarabillas, tanto el macho como la hembra, también nos dieron todo un recital de poses:
Por último alguna lavandera y algún bistita que siempre andan rondando el arroyo: