sábado, 25 de abril de 2020

Y LLEGÓ UN VIRUS DE CHINA AL QUE LLAMARON COVID-19 - II


Os sigo mostrando el trabajo de estos últimos días. Hacía tiempo que no me sentía tan creativo, con tantas ganas de pintar, pintar y pintar. Éso, naturalmente me ha ayudado a soportar mejor el confinamiento.


Una serie de rapaces, que son mi gran amor artístico, me han tenido ocupado haciendo esquemas previos de composición, bosquejos de encuadre, etc. hasta que poco a poco he ido acercándome a lo que deseaba. 



Un macho de cernícalo primilla descansando en una estructura de vigas viejas. No sé si disfruté más pintando esa madera vieja o las plumas del cernícalo.



Hace cuatro cinco años tuve la oportunidad de observar durante una temporada a un ejemplar en el Parque de Polvoranca, cerca de mi casa. Muchas tarde de mayo pasé allí horas y horas con los prismáticos, el telescopio y la cámara. Las observaciones sirven, aunque parezca mentira, para conocer la personalidad del pájaro. Cuando terminé de pintar sus ojos me dije: Éste es mi autillo.



Esmerejón (Falco columbarius)


Comencé esta pintura como si de una hembra se tratase. Mi amigo Súarez me había pasado una foto que había tomado hace años en Villafáfila y me encantó el tono dorado, de atardecer, que la envolvía. Pero mi amigo Ricardo Peralta que vio la obra recién comenzada, me dijo que por qué no pintaba un macho, que era más bonito. Bueno, sopesé la idea y pasé de los tonos pardos y cálidos del plumaje de la hembra, que ya tenía más o menos perfilados, a los azulados del dorso del macho. Y no me arrepiento. Tiempo habrá para pintar a su compañera, si Dios quiere.


Y entre pluma y pluma también he tenido tiempo de cumplir una promesa que le había hecho a mi amiga y compañera de campo, en muchas ocasiones, Ana Minguez: Pintar un retrato de su perro Bruce. Mi mayor satisfacción es que al ver la foto de la pintura, se ha mostrado encantada y me ha dicho: "¡Pero si es mi Bruce!" No podré entregárselo hasta que pase el confinamiento y podamos vernos de nuevo, qué le vamos a hacer.



Alcaudón real (Lanius excubitor)







Joven de azor (Accipiter gentilis)




Nunca había pintado un azor joven o inmaduro, pero alguna vez tenía que ser la primera. Me encantó el diseño del abanico de plumas de la cola, con sus marcadas bandas, y cómo las plumas del dorso van colocándose "a modo de tejas" para cubrir su cuerpo.







Águila imperial ibérica (Aquila adalberti)



Qué decir de la joya alada de Iberia. Siempre me ha encantado pintar la especie, jugar con esa intenso y oscuro plumaje achocolatado de su cuerpo que contrasta brutalmente con las blancas plumas escapulares y de los borde de las alas en los ejemplares adultos. Una visión más con la que he disfrutado mucho y sobre la que me he tratado de documentar especialmente para esta ocasión. Gracias por tu ayuda Eduardo Gomez Marchesi.




 Mochuelo (Athene noctua)


Siempre he sentido debilidad por las texturas de las vigas viejas, de las tejas, de los elementos, en fin, que conforman el medio rural en el que nos movemos y en el que habitan muchos de los animales que nos rodean, sobre todo aves. Por esa razón elegí este escenario para retratar a mi mochuelo. Podía haberlo hecho en el tronco de un olivo, otro lugar preferido por la especie, pero deseaba pintar, de forma libre y a grandes trazos esas maderas y esas tejas. Aquí está el resultado. Espero haber ofrecido algo de verosimilitud a la escena.





Halcón peregrino (Falco peregrinus)




Suficientemente conocida es mi admiración por la aves de presa y, especialmente, por los halcones. Hace ya muchos años conseguí la amistad de algunos cetreros con los que salí al campo, para ver cómo se desenvolvían sus pájaros en la caza, y tomé infinidad de fotos y apuntes de ellos. El resultado es que puede que sea el ave de presa que mejor conozco y trato, siempre, de que éso se note en mis pinturas.



Gavilán (Accipiter nissus)


Si el Maestro Félix llamaba al azor "el pirata del bosque" o "pirata de la espesura", en justo paralelismo podríamos llamar al gavilán "el pirata del matorral" o "el pirata de los bebederos de aves". Visto y no visto, pero he tenido bastante ocasiones para contemplar sus hermosos ojos que taladran cuando, generalmente, han llegado al bebedero donde estaba haciendo fotos a los paseriformes, para capturar algunos, han fallado, y se han quedado unos segundos posados, lamentando su fracaso. Alabar su belleza creo que no es necesario, se demuestra por sí mismo.


lunes, 20 de abril de 2020

Y LLEGÓ UN VIRUS DE CHINA AL QUE LLAMARON COVID-19 - II

Os sigo mostrando el trabajo de estos últimos días. Hacía tiempo que no me sentía tan creativo, con tantas ganas de pintar, pintar y pintar. Éso, naturalmente me ha ayudado a soportar mejor el confinamiento.

Una serie de rapaces, que son mi gran amor artístico, me han tenido ocupado haciendo esquemas previos de composición, bosquejos de encuadre, etc. hasta que poco a poco he ido acercándome a lo que deseaba.


Un macho de cernícalo primilla descansando en una estructura de vigas viejas. No sé si disfruté más pintando esa madera vieja o las plumas del cernícalo.


Autillo (Otus scops)
Hace cuatro cinco años tuve la oportunidad de observar durante una temporada a un ejemplar en el Parque de Polvoranca, cerca de mi casa. Muchas tarde de mayo pasé allí horas y horas con los prismáticos, el telescopio y la cámara. Las observaciones sirven, aunque parezca mentira, para conocer la personalidad del pájaro. Cuando terminé de pintar sus ojos me dije: Éste es mi autillo.



Esmerejón (Falco columbarius)

Comencé esta pintura como si de una hembra se tratase. Mi amigo Súarez me había pasado una foto que había tomado hace años en Villafáfila y me encantó el tono dorado, de atardecer, que la envolvía. Pero mi amigo Ricardo Peralta que vio la obra recién comenzada, me dijo que por qué no pintaba un macho, que era más bonito. Bueno, sopesé la idea y pasé de los tonos pardos y cálidos del plumaje de la hembra, que ya tenía más o menos perfilados, a los azulados del dorso del macho. Y no me arrepiento. Tiempo habrá para pintar a su compañera, si Dios quiere.



Y entre pluma y pluma también he tenido tiempo de cumplir una promesa que le había hecho a mi amiga y compañera de campo, en muchas ocasiones, Ana Minguez: Pintar un retrato de su perro Bruce. Mi mayor satisfacción es que al ver la foto de la pintura, se ha mostrado encantada y me ha dicho: "¡Pero si es mi Bruce!" No podré entregárselo hasta que pase el confinamiento y podamos vernos de nuevo, qué le vamos a hacer.



Alcaudón real (Lanius excubitor)



El picogordo o cabezón (Coccothraustes coccotraustes)



Ganga común (Pterocles alchata)



Joven de azor (Accipiter gentilis)

Nunca había pintado un azor joven o inmaduro, pero alguna vez tenía que ser la primera. Me encantó el diseño del abanico de plumas de la cola, con sus marcadas bandas, y cómo las plumas del dorso van colocándose "a modo de tejas" para cubrir su cuerpo.



Águila imperial ibérica (Aquila adalberti)

Qué decir de la joya alada de Iberia. Siempre me ha encantado pintar la especie, jugar con esa intenso y oscuro plumaje achocolatado de su cuerpo que contrasta brutalmente con las blancas plumas escapulares y de los borde de las alas en los ejemplares adultos. Una visión más con la que he disfrutado mucho y sobre la que me he tratado de documentar especialmente para esta ocasión. Gracias por tu ayuda Eduardo Gomez Marchesi.


Mochuelo (Athene noctua)

Siempre he sentido debilidad por las texturas de las vigas viejas, de las tejas, de los elementos, en fin, que conforman el medio rural en el que nos movemos y en el que habitan muchos de los animales que nos rodean, sobre todo aves. Por esa razón elegí este escenario para retratar a mi mochuelo. Podía haberlo hecho en el tronco de un olivo, otro lugar preferido por la especie, pero deseaba pintar, de forma libre y a grandes trazos esas maderas y esas tejas. Aquí está el resultado. Espero haber ofrecido algo de verosimilitud a la escena.


Halcón peregrino (Falco peregrinus)

Suficientemente conocida es mi admiración por la aves de presa y, especialmente, por los halcones. Hace ya muchos años conseguí la amistad de algunos cetreros con los que salí al campo, para ver cómo se desenvolvían sus pájaros en la caza, y tomé infinidad de fotos y apuntes de ellos. El resultado es que puede que sea el ave de presa que mejor conozco y trato, siempre, de que éso se note en mis pinturas.



Gavilán (Accipiter nissus)

Si el Maestro Félix llamaba al azor "el pirata del bosque" o "pirata de la espesura", en justo paralelismo podríamos llamar al gavilán "el pirata del matorral" o "el pirata de los bebederos de aves". Visto y no visto, pero he tenido bastante ocasiones para contemplar sus hermosos ojos que taladran cuando, generalmente, han llegado al bebedero donde estaba haciendo fotos a los paseriformes, para capturar algunos, han fallado, y se han quedado unos segundos posados, lamentando su fracaso. Alabar su belleza creo que no es necesario, se demuestra por sí mismo.

Y LLEGÓ UN VIRUS DE CHINA AL QUE LLAMARON COVID-19 - I


Accedo a mi blog y veo que la última entrada en él data de 2018. Está bien, éso quiere decir que llevo dos años sin aportar contenido al mismo. Analizar las causas de este abandono no nos llevaría a nada, baste señalar que, durante todo este tiempo he seguido pintando temas de naturaleza con mayor o menor intensidad y en periodos de tiempo discontinuos, aunque no haya producido ninguna entrada, quizá por un poco de desidia.

Mi amor al campo y a sus habitantes ha seguido intacto en mi mente y nunca me ha abandonado. Sin embargo, mi encuentro con la fotografía de la Naturaleza ha desplazado de algún modo la dedicación más profunda a trabajar sobre el papel o el lienzo.

Pero hete aquí que a finales del año 2019 en China apareció un coronavirus que comenzó a infectar a las personas y a traspasar fronteras de una forma alarmante. Y por éso de la globalización, como no podía ser menos, llegó rápidamente a Europa, comenzando por Italia y pasando en pocos días a España.

Y en España se mostró virulento y peligroso; mucho más de lo que decían algunos expertos en un primer momento, que lo comparaban a una vulgar gripe. Tan virulento y peligroso que contagió a muchísimas personas, hizo enfermar gravemente a la mayoría y un un buen número de los infectados (aunque en porcentaje muy bajo) murió.

Como consecuencia de la situación el Gobierno Español se vio obligado, el 14 de marzo de 2020,   a promulgar el R.D. 463/2020, por el que se declaró el estado de alarma "para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19".

El resultado es que, desde el citado día, los españoles hemos estado sujetos a un confinamiento, a un internamiento en nuestra casa, sin posibilidad de salir de ella más que para realizar tareas estrictamente necesarias (compras de alimentos de primera necesidad, visitas al médico, compras en las farmacias, etc.).

De repente, no sólo vi anulado el viaje fotográfico a la península de Varager, en Noruega, que tenía programado iniciar el día 12 de marzo, para fotografiar, especialmente, los éideres reales, los de Steller y la havelda, objetivo que hacía tiempo tenía en mente, si no que, además, tenía que quedarme confinado en casa.

¿Y qué puede hacer un amante de la naturaleza que no puede coger sus primásticos, su telescopio y su cámara fotográfica para salir al campo "a perseguir bichos"? Pues si además de fotografo, es pintor de naturaleza, y tiene la suerte de contar conrmateriales de pintura, apuntes y fotos suficientes para desarrollar su tarea, recoger la antorcha, la ilusión que antes sentía por la pintura y lanzarse, cual lobo hambriento, a emborronar papeles.

Y éso, ni más ni menos, es lo que hice. Nunca he pintado con tanta intensidad, con tanta devoción y con tanto entusiasmo como en el periodo que va del 14 de marzo al 19 de abril, fecha en la que estoy redactando esta entrada.

Como ya he vertido bastantes más palabras de las que, posiblemente, eran necesarias, paso a mostraros la producción de este periodo:


Cuco. Hace dos primaveras que pude observarle a placer, a pesar de ser, como su nombre indica, muy "cuco" y presentir la mayoría de las veces que le estás esperando, aunque estés bien escondido.


La oropéndola, otro de los ejemplares preciosos y llamativos de nuestras avifauna, pero esquiva y poco colaboradora. A pesar del intenso color amarillo del macho, es increíble cómo se camufla y qué difícil es localizarla cuando se mete entre las hojas de los chopos; su color es, prácticamente, del mismo tono que las brillantes hojas de este árbol, su preferido a la hora de hacer los nidos en los márgenes de los ríos y arroyos.


Bien conocida de todos; su copete y su rayado tipo cebra hace que se la distinga a distancia.


Alzacola
Un pájaro antaño abundante en viñedos, palmerales y pinares de la costa mediterranea y que hoy está en franco retroceso. Hace años tuve oportunidad de observar un nido de la especie parasitada por un cuco!


El siempre alegre carbonero 


De los más pequeños pero con una garganta prodigiosa. Parece mentira que de un cuerpecillo de sólo unos gramos pueda brotar un canto tan bonito y tan potente.



En invierno es fácil encontrarle en los bosque de encina o de pinos buscando comida, incluso, las migajas que quedan en las mesas de las zonas de picni.


Nuestro querido petirrojo.


Y, para mí, uno de los pájaros más bonitos de la avifauna ibérica: El camachuelo. Abundante, pero sólo en las zonas donde habita, principalmente, en la zona norte de la península. Poco extendido por el resto de la geografía española.


Colirrojo tizón
Familiar y a la vez montesino. Lo mismo puede encontrarse en cortados calizos como en el tejado del edificio cercano a tu casa.