1998, Portoroz, Slovenia
Fue en el 98, en Portoroz (Slovenia), después de la guerra en Croacia y Bosnia pero antes del conflicto en Kosovo y de los bombardeos de la OTAN en Belgrado, en el 99. Aunque he tenido que consultarlo porque los acontecimientos se me amontonan en la memoria.
Era una noche lluviosa, los callejones empedrados de Portoroz reflejaban la luz de las farolas y me recordaron algunas calles del lugar donde yo nací. Sin trípode y con película de ISO100, la foto no era fácil. Me apoyé contra la pared y sin respirar disparé con el viejo 28 abierto completamente. Después entramos en un pequeño bar donde había una animada conversación y una competición de dardos. Yo no había jugado nunca a los dardos pero nos invitaron a participar y mi amigo alemán y yo no hicimos muy mal papel. Después de la partida tomamos unas cervezas más con la gente de allí y terminamos por entrar de lleno en la conversación, que como no podía ser de otra manera fue sobre la guerra.
De repente, uno de los ocupantes de la mesa vecina, un hombre corpulento, me tomó por la mano y casi por la fuerza me sacó del local y me llevó unos metros más allá, al paseo desde donde se dominaba toda la bahía. A mi me asustó ese extraño rapto, y además volvía a llover y de vez en cuando un rayo iluminaba el cielo. Con su mano izquierda señaló al horizonte y dijo en inglés chapurreado pero perfectamente inteligible, incluso aunque no hubiese hablado de tan grande como era su emoción, "¿Ves? Todo eso es mi patria, y allí, al otro lado, están los croatas, que son gente violenta y sin civilizar". Agitaba los brazos y entonces me di cuenta de que era manco. Regresamos al bar y aquella noche la discusión fue muy larga y complicada, a pesar de que a la mañana siguiente todos teníamos que trabajar.
Era una noche lluviosa, los callejones empedrados de Portoroz reflejaban la luz de las farolas y me recordaron algunas calles del lugar donde yo nací. Sin trípode y con película de ISO100, la foto no era fácil. Me apoyé contra la pared y sin respirar disparé con el viejo 28 abierto completamente. Después entramos en un pequeño bar donde había una animada conversación y una competición de dardos. Yo no había jugado nunca a los dardos pero nos invitaron a participar y mi amigo alemán y yo no hicimos muy mal papel. Después de la partida tomamos unas cervezas más con la gente de allí y terminamos por entrar de lleno en la conversación, que como no podía ser de otra manera fue sobre la guerra.
De repente, uno de los ocupantes de la mesa vecina, un hombre corpulento, me tomó por la mano y casi por la fuerza me sacó del local y me llevó unos metros más allá, al paseo desde donde se dominaba toda la bahía. A mi me asustó ese extraño rapto, y además volvía a llover y de vez en cuando un rayo iluminaba el cielo. Con su mano izquierda señaló al horizonte y dijo en inglés chapurreado pero perfectamente inteligible, incluso aunque no hubiese hablado de tan grande como era su emoción, "¿Ves? Todo eso es mi patria, y allí, al otro lado, están los croatas, que son gente violenta y sin civilizar". Agitaba los brazos y entonces me di cuenta de que era manco. Regresamos al bar y aquella noche la discusión fue muy larga y complicada, a pesar de que a la mañana siguiente todos teníamos que trabajar.
Comentarios
La situación es de esas que nos hacen pensar en lo bien que vivimos. Ahora que con viajes e información a nuestra disposición, vemos cosas así diariamente y lo deberíamos sentir y no endurecernos.
Bosnios, palestinos, saharahuis, ..., podíamos ser nosotros.
No le encanta la foto de la portada del libro de Isabel?
Creo que ese sentimiento de fé ciega en la nación o en la religión, vea la entrada de Jordi Busqué, tiene, confiere, mucha fuerza, demasiada fuerza, y no me gusta.
Has vuelto al NO PUEDO EVITARLO!!!
bien, esperaré un día más y es posible que me encuentre mi frase ideal: LA DEPILACIÓN NO ES LA SOLUCIÓN!
(p.d. Bon any 2010!)
Que de cosas le ha tocado vivir. Si escribe Ud. un libro con sus entradas, yo compraría por lo menos una docena, para disfrutarlo y para que lo disfruten once amigos mas.
Y no es broma...
Saludos desde Chile.
Qué cosa terrible las guerras civiles; son la excusa perfecta para dar rienda suelta a venganzas personales que, la mayoría de las veces, no tienen nada que ver con la política.
...me hubiera gustado que tus ojos captaran ese espacio.
Un beso, y que tengas en estos días, un bonito espacio a tu lado.
B.N.C.M.
Quizás la lluvia caída, sin proponérselo ayudó ;)
Un abrazo