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sábado, 21 de febrero de 2009

Lluvia, nietos y vinchas




Llovió. Hermosa lluvia y tan necesaria.


Con nietos en casa todo se transforma cuando llueve. Revistas, tijeras, ríos de cola vinílica.


-Abuela, dame tus cajas con telas que las ordeno.


Gracias a la lluvia mis telas quedaron ordenadas: rayas con rayas, puntos con puntos, flores con flores. Sedas en la caja azul, gasas en la blanca.


-Y te dejo estas a mano,abu, para que me hagas las cosas que te voy a escribir en una lista y a pinchar en la cartelera, así no te olvidas.


¿ Y las cintas? Quedaron ordenaditas, prolijas, bien envueltas sobre sí mismas, la caja pudo cerrar perfectamente.


Siguió con los hilos.


-Vos acá no encontrás nada. Los voy a ordenar,también.


Y así quedaron. En fila, como soldaditos: Es abrir el cajón y eureka!


-Que suerte tenés abuela, que esté lloviendo y yo no pueda salir a jugar así te ordeno todo.


Es cierto. Qué suerte que tengo! Tengo nietos extraordinarios (eso decimos tooodas las abuelas)


Pero todo tiene un precio: -Abu, me hacés unas vinchas, una para mí y otra para Menganita, Fulanita y Zanganita. Y salieron las vinchas-pañuelos porque nadie se puede resistir a un pedido hecho con tanta dulzura (con voz especial para pedidos).