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La kabbalah hermética y la tradición templaria

Nuestro respetado Fulcanelli, aquel autor plural de las crípticas e iluminadas obras Las Moradas Filosofales y El Misterio de las Catedrales fue —al menos, en el caso del ingenio rector que dio forma final a sendos escritos— un caballero de la Orden Templaria de Bretaña. Los numerosos trabajos del filólogo románico Juan García Atienza, brillante exponente de La Gran Manipulación Cósmica, pueden orientar al neófito en los secretos y virtudes de esta fraternidad occidental de artesanos, monjes y guerreros, y distinguirla de cualquier otra orden menor que, usurpando sus tesoros druídicos y gnósticos, lucró con el conocimiento de la Ciencia Sagrada dentro de las punitivas sectas de tinte religioso y político que más tarde se etiquetaron como Jesuitas, Iluminados, Rosacruces y Masones.

El maestro alquimista nos regala en sus escritos eruditos una acentuada diferencia entre la cábala fonética —aquellos juegos semánticos compuestos de asíndetones eufónicos que brindan capas de significado adicionales a una frase,— y la kabbalah hermética, siempre salpicada de elementos hebreos, como un falso montaje de una exégesis veterotestamentaria. Nuestra investigación, siguiendo el ímpetu indómito del alquimista francés, nos alienta en descreer que la kabbalah sea un arte-facto intrínsecamente mosaico; de hecho, si observamos el Árbol de la Vida con detenimiento y desprovistos de suposiciones y conjeturas, veremos desplegarse ante nuestros asombrados ojos un mapa esotérico, de místicos orígenes orientales —quizá germinado del propio semillero de sabiduría hinduísta y taoísta,— que demarca los regímenes de la Gran Obra, pues y en términos del psicólogo suizo Carl Gustav Jung: “ningún árbol crece hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno.

Otoño del pintor Thomas Moran:
obsérvese el árbol seco, l'Arbre-Sac,
en cábala fonética l'Œuvre Sacré
—es decir: La Obra Sacra,— y
recuérdese la premisa Sic in sterili.
Pero este Árbol de la Vida yace seco en el hombre mundano, pues sus raices no pueden extraer el agua de vida que triste e irremediablemente se pierden bajo el yugo del himen. Pero entonces Fulcanelli, con la diplomacia y sutileza de su letra, nos sugiere cómo volver a recuperar la primavera y la abundancia (cap. Mito Alquímico de Adán y Eva, Las Moradas Filosofales): (1)
Bajo la tradición bíblica de la caída del primer hombre, los filósofos, con su acostumbrada habilidad, han ocultado una verdad secreta de orden alquímico. Eso, sin duda, es lo que nos sirve y lo que nos permite explicar las representaciones de Adán y Eva que se descubren en algunos viejos edificios del Renacimiento. Uno de ellos, claramente característico de esta intención, servirá de arquetipo a nuestro estudio. Esta morada filosofal, situada en Le Mans, nos muestra, en el primer piso, un bajorrelieve que representa a Adán con el brazo levantado para tomar el fruto del Arbor Scientiae, mientras que Eva atrae la rama hacia él con la ayuda de una cuerda. Ambos llevan filacterias, atributos encargados de expresar que estos personajes tienen un significado oculto, distinto del Génesis.

Este motivo, maltratado por las intemperies —que apenas han respetado más que las grandes masas,— está circunscrito por una corona de follaje, flores y frutos, jeroglíficos de la naturaleza fecunda, de la abundancia y de la producción. A la derecha y arriba, se distingue, entre motivos vegetales carcomidos, la imagen del Sol, mientras que, a la izquierda, aparece la de la Luna. Ambos astros herméticos contribuyen a acentuar y precisar aún más la cualidad científica y la expresión profana del tema extraído de las Sagradas Escrituras.
El ojo entrenado no dejará de percatarse que el alquimista francés, al nombrar la corona de follaje, flores y frutos, está describiendo con toda la vehemencia y osadía de su maestría, aunque bajo el juramento voluntariamente aceptado tras el signum harpocraticum de su fraternidad, a la rota microcósmica, compuesta de su etapa Solve: Solar o de fuego positivo que se desplaza a la derecha y arriba, mientras que, a la izquierda, aparece la de la Luna, es decir, la etapa descendente Coagula: de fuego negativo.

Hemos cumplido nuestra labor de servicio al prójimo exponiendo en detalle este secreto de las órdenes monásticas, que más tarde la masonería hizo patente en la arquitectura de sus edificios en cuya fachada, de remates triangulares y sostenidas por las dos salomónicas columnas gemelas: Jachin y Boaz, abría metafóricamente sus puertas al templo interior donde aguardaba el Tercer Pilar, que semejante al Irminsul sajón, formaba el canal esotérico que comunicaba las regiones inferiores con la atalaya superior celeste. Al respecto, traducimos del libro de Gopi Krishna, The Secret of Yoga, un valioso aporte (cap. VIII, La fisiología del Yoga):
Llegando ahora a nuestro punto: la médula espinal, que juega el papel más importante en el logro de los estados superiores de conciencia, es un cilindro blanco largo, oval en su sección transversal, con materia gris en su parte interior y blanca en la región externa. En cambio, el cerebelo y los hemisferios cerebrales tienen un volumen interno de materia blanca y una fina capa exterior de materia gris en sus superficies. La médula está encerrada por las vértebras, que forman una cubierta ósea robusta a su alrededor. La columna vertebral en el hombre consta de treinta y tres vértebras, que encajan unas con otras, brindando flexibilidad a la espalda. La atención que se presta a sentarse erguido durante el curso de la meditación de yoga está diseñada para evitar la curvatura de la médula y el conducto central, en el que se producen nuevos procesos y se generan nuevas fuerzas como resultado de la presión ejercida sobre el cerebro y los nervios por la fijación consciente y el pranayama. [...]

Treinta y un pares de nervios surgen de la médula espinal, cada par surge en un segmento espinal. Estos segmentos no se distinguen internamente. Cada nervio espinal surge de la médula en dos haces: las raíces dorsal y ventral. Al parecer, las raíces dorsales contienen fibras nerviosas aferentes, o sensoriales, y las raíces ventrales eferentes o motoras. Hacia ambos lados de la médula espinal se encuentra una cadena de ganglios, llamado sistema simpático. Estos ganglios están conectados con otra cadena de ganglios frente a la columna vertebral, lo que da lugar a los plexos simpáticos, conocidos como ganglios prevertebrales. El tercer conjunto de ganglios simpáticos situados en los órganos se llama ganglios terminales. Estos tres conjuntos de ganglios están interconectados entre sí y también con los nervios espinales. Junto a los plexos simpáticos hay otro sistema de nervios conocido como el sistema parasimpático. Tanto los nervios simpáticos como los parasimpáticos constituyen el sistema nervioso autónomo. El más importante de los nervios parasimpáticos es el nervio vago, que surge del cerebro y pasa a la izquierda y derecha de la columna vertebral. La mayoría de los órganos viscerales reciben una doble inervación: tanto el sistema simpático como el parasimpático envían sus conexiones nerviosas. En general, las fibras nerviosas de cada uno de estos dos sistemas tienen acciones antagonistas sobre los diversos órganos.

Los impulsos simpáticos aceleran y los provenientes del parasimpático ralentizan el accionar del corazón. En cambio, la motilidad y secreción del tracto digestivo son aumentadas por los impulsos parasimpáticos y reducidos por los simpáticos. Lo mismo ocurre con otros órganos. Esta acción aumentativa/inhibitoria o excitatoria/depresiva del sistema nervioso autónomo ha sido indicada por los antiguos exponentes del Hatha-Yoga usando los términos caliente y frío. Así se dice que Pingala o el canal Solar, es caliente: se localiza del lado derecho de la médula espinal y surge desde el chakra muladhara y luego se entrecruza varias veces con Ida, el canal Lunar, que es frío y se encuentra en el lado izquierdo del conducto espinal, teniendo su origen en el mismo chackra inferior. Los dos nadis o canales son designados como el Sol y la Luna para significar sus efectos caliente y frío.
El Báculo de Hermes:
nótese la varilla de acero
y las tres puntas de hierro,
o nudos psíquicos (granthis)
de los que habla Fulcanelli
en el capítulo dedicado a
La Salamandra de Lisieux.
La explicación que brinda el pandit Gopi Krishna puede sintetizarse en la gráfica del Cayado de Mercurio o Báculo de Hermes, emblema representativo de la medicina y efigie palpable de la realización de nuestra Piedra obtenido su Primer Orden, dado que luego de la Iluminación —momento en que la oscuridad del Nigredo cede la negrura de sus cuervos a las palomas blancas del Albedo, rememorando la visión trascendente que reconforta las heridas y temores con la saciedad del verde olivo,— el cuerpo orgánico ingresa en una prolongada etapa de sanación; (2) en su más reconocida obra, Kundalini: el Yoga de la Energía, el esclarecido yogui comenta: (3)
La presencia constante del resplandor luminoso en mi cabeza y su estrecha relación con los procesos de mis pensamientos no era un tema que causase tanto desconcierto como su intromisión incesante en el funcionamiento normal de mis órganos vitales. Podía sentir y percibir distintamente su paso a través de la espina dorsal y otros nervios hasta el corazón o el hígado o el estómago u otros órganos del cuerpo, cuya actividad parecía regular de una manera misteriosa. Cuando penetraba en mi corazón, mi pulso latía con más y más fuerza, demostrando sin duda que algún tipo de radiación tónica se estaba derramando en él a través de los nervios conectores. De esto deduje que su penetración en los demás órganos tenía el mismo efecto vivificador y estimulante y que el objetivo de correr a través de los nervios para llegar hasta ellos era verter su sustancia tónica en los tejidos y células a través de los estrechos filamentos de los nervios, estimulando o modificando su acción.
Ahora bien, si se observa el esquema del Árbol de la Vida kabbalístico, vemos que en realidad la disposición de las séfiras ofrecen una vista panorámica de los centros psíquicos por donde transita el prana durante el procedimiento de sublimación del Fuego Secreto de la Gran Obra; nuestra investigación nos conduce precisamente en asociar el Árbol de la Kabbalah con la ruta de los nadis o canales etéricos en donde se produce el proceso de harnelmiatznel consciente a través de las abluciones y lixiviaciones —que son les laveures del alquimista Nicolas Flamel— durante el ejercicio diario de la rota microcósmica. Si se considera las dos ramas laterales del árbol sefirótico, se puede observar que los vértices izquierdos corresponden al canal parasimpático o lunar (la columna Boaz o descendente), mientras que los vértices derechos afectan al sistema nervioso simpático o solar (la columna Jachin o ascendente). El tercer pilar no es otro que Sushumna, es decir, la médula espinal que, una vez saturada de orgón, conecta al centro psíquico sexual (región terrestre o dan tien inferior) con el centro psíquico cerebral (región celestial o dan tien superior). El ojo entrenado comprenderá que la séfira central Da'at, inexistente o en estado embrionario en el ser humano mundano, comienza a desarrollarse luego de la Teofanía Mineral, y cumplida la totalidad de las labores para la obtención de nuestra Piedra de Tercer Orden, será este el núcleo que la teñirá del color Púrpura —lo puro de lo puro— como lo indica Fulcanelli:
Pero lo que sobre todo debemos tener en cuenta, otorgándole la prioridad en la ciencia que nos interesa, es la elevada virtud purificadora que posee el fuego. Principio puro por excelencia y manifestación fisica de la pureza misma, señala así su origen espiritual y descubre su filiación divina. Comprobación ésta bastante singular, la palabra griega pur, que sirve para designar el fuego, presenta exactamente la pronunciación del calificativo francés pur (puro). Asimismo, los filósofos herméticos, uniendo el nominativo al genitivo, crearon el término πυρ-πυρoς, el fuego del fuego, o, fonéticamente, lo puro de lo puro, y consideraron el púrpura y el pourpre francés (púrpura) como el sello de la perfección absoluta en el propio color de la piedra filosofal.
A continuación, proveemos la ilustración del Árbol Sefirótico junto al esquema taoísta de la Pequeña Revolución Celeste para que se aprecie su semejanza; mientras, en el cuadro inferior, resumimos los diferentes vértices por el que transita el orgón durante su proceso de sublimación y depuración en la rota estrecha: (4)

El Árbol Sefirótico,
sobre impuesto a las columnas
del templo salomónico: Jachin y Boaz;
nótese que el centro Púrpura del Corazón
Crístico (M) se desarrolla en el Tercer Pilar
Ilustración de los canales de control,
función e impulsión presente en el libro
Yoga Taoísta del adepto Lu K'uan Yü
en base a las enseñanzas de su maestro
El Anciano de los Mil Picos: Zhao Bichen

SenderoVérticeDenominación hebreaDenominación taoístaDescripción
Sistema simpático:
Canal de control o del vaso gobernador: Tu Mo (vía solar: Jachin o nadi Pingala)
AMalkuthZi (Tzu)La puerta mortal (Sheng Szu Ch'iao)
BNetsahChou(punto intermedio)
CYin(punto intermedio)
DHesedMaoPunto cardinal Este: elemento Madera (limpieza/ablución)
EHokhmahChen (Ch'en)(punto intermedio)
FSi (Szu)(punto intermedio)
Sistema parasimpático:
Canal de función o del vaso de concepción: Jen Mo (vía lunar: Boaz o nadi Ida)

GKetherWuPunto cardinal Sur: el cerebro (ni wan)
HBinahWei(punto intermedio)
IShen(punto intermedio)
JGevurahYuPunto cardinal Oeste: elemento Metal (purificación/ablución)
KHodXu (Shu)(punto intermedio)
LHai(punto intermedio)
Médula espinal:
Canal de impulsión: Ch'ung Mo (árbol seco, tercer pilar o nadi Sushumna)
MDa'atLiEl corazón: la casa del fuego
NTiferethChung t'uLa tierra central: el plexo solar (Chiang Kung)
OYesodK'anEl dan-tien inferior: la casa del agua
PKetherTsu Ch'iaoEl centro del cerebro

* * *
*

La Gran Obra: paralelismos entre sufismo y taoísmo (III)

En las entregas previas hemos intentado ofrecer las semejanzas entre las visiones sufista y daoísta, considerando el papel central que juega el intercambio de la energía del Hombre (microcosmos) con la Naturaleza (macrocosmos): el Cuarto Camino busca eliminar las pérdidas de energía emocional (qi), evitando los excesos de la imaginación, la identificación y, en especial, la expresión de las emociones negativas; el Taoísmo, en cambio, se concentra en el acopio de la energía sexual (jing) por medio del ejercicio de la rota microcósmica como una forma de eliminar la lujuria —esto es, que la tiranía del deseo sexual se convierta en una opción y no en la norma,— transformando el exceso de fuerza generativa que se concentra en el dan-tien falso inferior, a través del uso de la bomba sacra para trasladarlo hacia el dan-tien real inferior, previa sublimación con el pervasivo agente celestial; hallamos también coincidencias en los objetivos de ambas disciplinas: la llegada del Submayordomo del Cuarto Camino que prepara la labor para el alumbramiento del Maestro no presenta demasiadas diferencias con la gestación y cuidado del embrión áureo que en el daoísmo se considera como único vehículo para llegar al Tao.

Si bien el magisterio sufista se concentra en detallar la disciplina para este fin, una vez despertada la supraconsciencia, no hemos encontrado referencias que expongan un método para el desarrollo y la utilización de los estados de consciencia superiores. Sin embargo, la disciplina del neidan daoísta ofrece un enriquecido itinerario tras haber logrado el iluminado estado de bodhicitta, equivalente en el budismo a la teofanía mineral de los alquimistas occidentales; incluso conecta con los estudios demonológicos del cristianismo temprano, en particular con los tratados filocálicos, y permite una visión colineal con las teorías conspiranoicas de la ufología moderna, dado que informa los riesgos que corre el embrión áureo de ser presa de entidades negativas en los reinos superiores.

Entendemos que será de extrema utilidad para nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad conectar los trabajos del doctor David Hufford, en especial su libro The Terror that Comes in the Night, junto con la experiencia del pandit Gopi Krishna, en su obra Kundalini: el Yoga de la Energía, para sortear el difícil momento del alumbramiento del bebé shen, nutrirlo diligentemente durante los primeros años y protegerlo en sus estadías fuera del cuerpo hasta que su naturaleza varíe del inicial estado yin shen, cuando logre alcanzar la gloriosa condición yang shen, recibiendo entonces las facultades divinas, razón por la cual los alquimistas han velado los acontecimientos que transcurren durante los sucesivos regímenes de la Gran Obra usando los términos “tarea de mujeres,” “juego de niños” y el bienaventurado “don de Dios.”

La información más detallada que ha llegado escrita a nuestros días corresponde al maestro Chao Pi Ch'en (también escrito Zhao Bichen, en chino 趙避塵) y entendemos que la mejor síntesis de su obra consiste en la explicación brindada en el Rosarium philosophorum sive pretiosissimum donum Dei (Rosario de los Filósofos o el regalo más precioso de Dios): “Nuestra piedra es el producto del magisterio mismo y es asimilada, en su progresión, a la creación del hombre: en primer lugar viene el coito, en segundo lugar la concepción, en tercer lugar el embarazo, en cuarto lugar el nacimiento, y por último la nutrición.

Al conectarlo con el sufismo, vemos que las concepciones son sorprendentemente parecidas: los diferentes combustibles necesarios para el buen funcionamiento de los centros psíquicos del Cuarto Camino son, esencialmente, el refinamiento energético buscado en el magisterio daoísta: el más burdo de estos suministros es el jing, la fuerza generativa que psicológicamente podemos comparar con la líbido sexual. El jing o esencia necesita limpiarse, disolverse, purificarse y reunificarse en un nuevo compuesto: el qi (chi); y por último, el compuesto hermético debe sublimarse nuevamente en la energía psíquica shen. (1)

Confucio presenta el bebé
Buddha al filósofo Lao-Tzu
Cuando el principio hermético es mantenido por más de un año, la sublimación de jing produce suficiente acumulación de qi para iniciar una serie de cambios fisiológicos que culminan en un hito particular: la consolidación del sub-mayordomo; es decir, el centro magnético embrionario comienza su moroso desarrollo y más tarde logrará subyugar a los egos o complejos autónomos psicológicos; mientras que los daoístas hablan de este paso importante como Colocar los Cimientos (zhu ji lian yi), los alquimistas occidentales lo han denominado como el templado del atanor, y a nuestro entender, se trata de una analogía válida pues la saturación de qi puede provocar trastornos de ansiedad en los centros psíquicos inferior y medio pues se ven colmados de combustible que no le es propio. Gopi Krishna comenta sobre su experiencia:
Mientras dormía, a menudo el ritmo de mi pulso era mayor que durante el día. Comprobaba este hecho con regularidad, tomándome el pulso inmediatamente después de despertar en cualquier momento de la noche. En numerosas ocasiones descubrí que latía tan rápidamente que me causaba ansiedad. Los latidos fuertes y rápidos señalaban claramente un proceso metabólico indudablemente acelerado, que la sangre corría con rapidez, incontables formaciones y transformaciones en los tejidos celulares, todo ello afectado por la corriente vital que se extendía como una tormenta a través del organismo entero con el propósito evidente de rehacerlo hasta alcanzar un grado superior de eficacia.
Señalamos entonces que la salud física y la edad del aspirante son dos variables importantes sino vitales para la completitud de la Gran Obra. En el taoísmo se propone como edad tope a los 64 años y el adepto Lu K'uan Yü establece una escala en función de una unidad métrica de estabilidad psicosomática denominada chu. (2) Los chu se pueden graficar como una función cóncava con su máximo a los 16 años y debido a que su vitalidad positiva (principio yang) decrece gradualmente mientras que su contrapartida negativa (principio yin) aumenta proporcionalmente, a partir de los dieciséis años se desarrolla una unidad de principio negativo cada noventa y seis meses:

EdadCantidad de mesesChu(s)Principio positivoPrincipio negativo
2 años y 8 meses326410
5 años y 4 meses6412820
8 años9619230
10 años y 8 meses12825640
13 años y 4 meses16032050
16 años19238460
24 años28832061
32 años38425662
40 años48019263
48 años57612864
56 años6726465
64 años768066

Las unidades que se adicionan a los principios positivo y negativo motivados por la edad pueden variar por razones exógenas: es decir, las respectivas unidades Yang y Yin sufren variaciones significativas en caso de enfermedades, situaciones extremas y, por supuesto, procesos hiperdimensionales como episodios frecuentes de visitantes de dormitorio y abducciones que aumentarán drásticamente el principio negativo. Asimismo, la aplicación de conductas psicopáticas facilita el “robo” del principio vital ajeno a partir de la manipulación emocional, la extorsión mental y la tortura física de entidades de consciencias inferiores o inocentes. No debemos desestimar que individuos en el camino siniestro exhiban actitudes y procedimientos encubiertos o manifiestos para enriquecerse vitalmente a partir del sufrimiento ajeno.

Pero aun con todas estas dificultades y siguiendo los lineamientos del magisterio taoísta es posible recuperar los chu perdidos ejercitando constantemente la rueda del pozo. (3) Aconsejamos vehementemente al aspirante utilizar las técnicas del fuego militar de la disciplina interna Kan-Li (Agua-Fuego) para robustecer el sistema defensivo autónomo del organismo previo al comienzo de la obra, aunque también lo hemos encontrado útil como método para morigerar los efectos del exceso de qi. (4) Una vez preparado el cuerpo físico, el magisterio del daoísmo propone tres regímenes de sublimación con distinto propósito:
  1. lian jing hua qi (sublimación macroscósmica de la fuerza generativa): requiere de la fragua del dan-tien inferior para sublimar el jing (esencia) en qi (traducido en los tratados como aliento/vitalidad) y el objetivo es confeccionar la Śarīra o la Perla de Cristal que es la famosa cristalización del exioëhary de la que habla Gurdjieff; (5) los tratados daoístas coinciden en un periodo de 90 a 100 días de manutención del principio hermético para transformar la fuerza generativa en qi a través de la ejercitación diaria de la pequeña revolución celeste, ya descrito como primer régimen del mercurio de los sabios;
  2. lian qi hua shen (purificación microcósmica de la vitalidad): durante este Régimen de la Piedra ha de cargarse la Cruz, símbolo del sufrimiento de nuestro amado redentor, sobre los dos hombros: el izquierdo, portador del Sol, y el derecho, teniendo como guía la Luna:
    El método consiste en girar los ojos nueve veces en cada una de las cuatro fases (de A a D, G y J), treinta y seis veces en total, para levantar el fuego positivo y clausurar la “Puerta Misteriosa” (k'ai kuan), y luego girar los ojos seis veces en cada una de las cuatro fases (de G a D, A y J), veinticuatro veces en total, para hacer bajar el fuego negativo y abrir así la “Puerta Misteriosa.” Estas revoluciones pasan por los cuatro puntos cardinales A, D, G y J para sublimar la fuerza generativa previamente recopilada y convertirla en vitalidad.
  3. Para el Taoísmo, la dirección ocular
    determina el canal que tomará el orgón:
    la Cruz A→ D→ G→ J transita por Tu-Mo,
    la Cruz G→ D→ A→ J transita por Jen-Mo y
    al vizquear los ojos se transita por Ch'ung-Mo
  4. szu ko yin yang (acopio de vitalidad para fortalecer el espíritu): utiliza la estufa del dan-tien intermedio y consiste en sublimar el qi para refinarlo en la energía psíquica shen (espíritu); la finalización exitosa de este régimen resulta en la integración final de los dos principios contrapuestos para trascender la dualidad; desde el punto de vista psicológico, el consciente (Ego, orientación STS, mente discriminatoria) y el subconsciente (Ello, orientación STA, mente indiscriminatoria) se integran al ser administrados por un nuevo centro psíquico: la supraconsciencia (SuperYó, orientación STO, es decir: balance); la finalización de este régimen es la iluminación o Piedra de Primer Orden.
Es así que los hornos de la alquimia, que en muchas ilustraciones aparecen con sofisticadas y descabelladas formas de redomas ventrudas, intentan explicar como el fuego filosofal va ascendiendo por los diferentes dan-tiens hasta alcanzar, tras la teofanía mineral, la clasificación de caldero precioso, símbolo hermético por excelencia del rosetón multicolor en el imafronte de las catedrales góticas, pues la visión interna del adepto se enriquece notablemente y comienza a percibir las formas internas y externas de los fuegos (es decir, del cuarto estado de la materia o estado de plasma); Gopi Krishna nos ilustra:
A veces parecía como si un chorro de cobre fundido, subiendo a través de la espina dorsal, chocase contra mi coronilla y cayese a mi alrededor en una lluvia centelleante de vastas dimensiones. Lo contemplaba con fascinación, el temor aferrando mi corazón. De vez en cuando parecía un espectáculo de fuegos artificiales de gran magnitud. Por muy lejos que mirase hacia dentro con mi ojo mental, sólo veía una lluvia brillante o un charco incandescente de luz. Parecía como si menguase de tamaño al lado del halo gigantesco que me rodeaba, que se extendía por todas partes en ondulantes olas de color cobre, claramente perceptibles en la oscuridad circundante, como si el centro óptico del cerebro estuviese ahora en contacto directo con una sustancia extremadamente sutil y luminosa en movimiento perpetuo, inundando el cerebro y el sistema nervioso, sin la intervención de los conductos intermedios de la retina y el nervio óptico.
La experiencia del alquimista francés Fulcanelli es similar, pero además incorpora la percepción auditiva:
Cuando oigáis en el recipiente un ruido análogo al del agua en ebullición —fragor sordo de la Tierra cuyas entrañas desgarra el fuego,— disponeos a luchar y conservad vuestra sangre fría. Advertiréis humaredas y llamas azules, verdes y violetas que acompañan una serie de detonaciones precipitadas... Una vez pasada la efervescencia y restablecida la calma, podréis gozar de un magnífico espectáculo. En un mar de fuego, se forman islotes sólidos que sobrenadan animados con movimientos lentos y toman y pierden una infinidad de vivos colores. Su superficie se hincha, revienta por el centro y los hace asemejarse a minúsculos volcanes. Desaparecen a continuación para dejar sitio a hermosas bolitas verdes, transparentes, que giran con rapidez sobre sí mismas, ruedan, se tropiezan y parecen perseguirse en medio de las llamas multicolores y de los reflejos irisados del baño incandescente.
El paso siguiente consiste en nutrir al bebé shen, que no posee autonomía propia ni posibilidad de defenderse en caso de ser atacado fuera del cuerpo. Los tratados budistas, en especial, son enfáticos en que durante esta etapa es un factor crítico proteger al yin shen de los seres inorgánicos parasitarios que buscarán alimentarse de su principio negativo; en la introducción al Tratado de alquimia y medicina taoísta (Weisheng Shenglixue mingzhi), Catherine Despeux nos advierte:
Primero hay que reabsorberlo [hacer reentrar al cuerpo al bebé shen, esto es, evitar los OBE (out of body experiences o viajes astrales) prolongados] rápidamente ya que, al no estar fortalecido, puede disolverse o ser la presa de todo tipo de demonios. La aparición de un gran número de demonios venidos para atacar al Shen es uno de los múltiples peligros de esta etapa sobre los que insiste Wu Chongxu.

Si recordamos que los demonios pertenecen al mundo Yin de la tierra, su ataque puede interpretarse como una última defensa del Yin antes de su desaparición completa. El Chuan dao ji, pone en guardia al adepto contra los demonios que pueden venir del exterior o de los sueños, o también de la visión interior que engendra todo tipo de perfumes, de sonidos, así como de visiones maravillosas y de alegrías extraordinarias.

Estas advertencias se encuentran en el Xingming Guizhi que habla de la aparición de fenómenos luminosos, de visiones de bellas mujeres que acechan al adepto hacen pensar, en la tradición budista, al último combate del Buda, a lo largo del cual Mara —demonio de la ilusión— intenta desviarla a través de todo tipo de visiones paradisiacas.
A nuestro entender es importante que el aspirante tome conocimiento del proceder de estas entidades negativas, invisibles a los ojos mundanos, pero completamente perceptibles una vez lograda la visión interior. (6) El planeta Tierra se encuentra bajo el velado dominio de estas entidades psicopáticas —a las que hemos confundido con nuestras deidades, quizá porque lo hayan escenificado para que así lo creamos,— y cualquier ser humano que logre el despertar definitivo es un blanco concreto a quien atacar; volvemos a hacer énfasis en los estudios del doctor Hufford, y sirva nuestra recomendación en evitar descansar o dormir de espaldas, dado que se aprisiona el canal del Vaso de Control (Tu Mo) dejando expuesto el Vaso de Concepción (Jen Mo) y que, en ausencia del co-gobierno del primero, es una vía fácilmente manipulable que detona cuadros de ansiedad y disautonomía.

Las etapas siguientes al régimen del albedo ya son más sosegadas pues el individuo comienza a emanciparse del sistema de control hiperdimensional. Es decir, el principio negativo yin, que demarca su existencia al factor exógeno, comienza a debilitarse y progresa entonces su principio positivo yang, volviéndose invisible a los sincronismos negativos que confecciona el cerco hiperdimensional: en los mitos y leyendas griegos se sostenía que el héroe que enfrentaba a las fuerzas del Hades se muñía de reliquias, provistas por los Cíclopes (aquellos maestros que han logrado el despertar del tercer ojo), que le otorgaban de invisibilidad para llevar a cabo su misión salvífica de la humanidad. Los regímenes restantes para la confección de nuestra Piedra se completarán a través de:
  1. lian qi hua shen (refinamiento del qi para transformarla en espíritu): cuando la circulación microcósmica se vuelva autónoma, envolviendo un circuito más amplio, relacionado con los “Ocho Meridianos Extraordinarios” en la llamada “Órbita Macrocósmica” (da zhou tian); el filósofo entonces comienza a reintegrarse al principio natural, uniendo Cielo y Tierra; durante esta etapa comienza a restaurarse el cuerpo orgánico ya que el exceso de jing se utiliza como ingrediente alquímico restaurador.
  2. lian shen huai xu (refinar el espíritu para regresar al vacío): en esta fase de la práctica, la energía psíquica (shen) evoluciona al llamado “espíritu original” (yuan shen). Las energías mezcladas del estado “cielo posnatal” (hou tian) se restauran en un tipo de energías primordiales llamadas “cielo prenatal” (xian tian); el bebé shen progresa de su estado yin hacia yang.
  3. lian xu he dao (transmutar el vacío para alcanzar el Tao): esta etapa opcional consiste en hacer progresar el yang shen de Cuarta Densidad hacia Quinta Densidad; el cuerpo físico de Tercera Densidad se reabsorve en vida; probablamente en la Sesión Cassiopaea del 30 de Septiembre de 1994 se haya intentado transmitir esa idea sobre Jesucristo: (7)
    P: (Laura) Entonces no hubo crucifixión, no hubo resurrección después de los tres días, es correcto?
    R: Bastante.
    P: Bien, ¿cuál es la verdad sobre este asunto?
    R: Abandonó la Tierra en un vehículo luego de un estado de sueño extendido.
    P: ¿Cuándo fue que entró en este estado de sueño? ¿Se fue un día a la cama a dormir y luego una nave vino y lo recogió?
    R: Algo así.
    P: ¿Así que le pareció a sus seguidores que había muerto?
    R: Ellos pensaron eso.
    P: ¿Se levantó en algún momento y dijo algo a alguien antes de irse en la nave?
    R: Sí.
    P: ¿O sea volvió de la muerte...
    R: Sí.
    P: ... y luego les dijo cosas que había visto en su sueño meditativo extendido, fue eso lo que sucedió?
    R: Algo parecido.
    P: Bien, ¿qué pasó?
    R: Profetizó y proclamó entonces su eventual retorno.
    P: ¿Fue esta información la que obtuvo durante este período de sueño prolongado?
    R: Sí.
    P: ¿Cuánto tiempo estuvo dormido, o en este estado de semi-muerte?
    R: 98 horas.
De acuerdo al doctor Jwing Ming Yang, el cronograma de la Gran Obra dentro del budismo y el taoísmo coinciden y comprenden un total de tres años para lograr la Santidad (una vez obtenida la primer iluminación o Bodhicitta que le convierte en un ser bi-densidad) y otros nueve años para alcanzar la Sabiduría, esto es, la Piedra Filosofal de Tercer Orden:
Como se puede comprobar, el Dao de alcanzar la iluminación o de convertirse en Buda requiere muchos años de entrenamiento. Consiste en [...] la formación de un “Embrión Espiritual” (cien días para la fundación) que es comúnmente denominado “Sheng Tai” (Embrión Sagrado) o “Ling Tan” (Embrión Espiritual). A continuación hay diez meses de nutrición y crecimiento, tres años de cuidados, y finalmente nueve años para educar a este Shen bebé hasta que madure y sea independiente. En el entrenamiento del Qigong budista y daoísta se cree que para alcanzar la meta final de la iluminación y el estado búdico primero se debe crear un cuerpo energético espiritual independiente. Después de la muerte del cuerpo físico, este cuerpo espiritual continúa viviendo eternamente y no retorna a la rueda de la reencarnación.
El adepto, llegado a este momento, ha logrado la maestría, recuperado la memoria de sus existencias “pasadas” (anamnesis, del griego ἀνάμνησις: “rememorado”) y es consciente de las realidades de tercera y cuarta densidad: puede, a voluntad, ingresar o retornar de sus estadías fuera del cuerpo, aquellas que las tradiciones místicas asiáticas denominan samādhi; las facultades taumatúrgicas como la sanación, la visión extendida y la consciencia de todos sus futuros probables son las nuevas herramientas cognitivas que provee la supraconsciencia madura; Eugene Canseliet en el segundo prefacio a la edición francesa de Las Moradas Filosofales comenta al respecto:
En aquella época hacía ya seis años que nuestro viejo maestro había conseguido la elaboración de la Piedra Filosofal, de la que se ignora ordinariamente que se divide en Medicina Universal y en Polvo Transmutatorio. Una y otra aseguran al adepto el triple patrimonio —conocimiento, salud y riqueza— que exalta la estancia terrestre a la absoluta felicidad del Paraíso del Génesis. Siguiendo el sentido del vocablo latino adeptus, el alquimista ha recibido desde ese momento, el Don de Dios, o, mejor aún, el Presente en el juego cabalístico de la doble acepción, subrayando que, a partir de entonces, goza de la duración infinita de lo actual [...]


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La Gran Obra: paralelismos entre sufismo y taoísmo (II)

Cobijándose tras un prudente pudor, los tratados orientales describieron una arcana ciencia que velaba sus enseñanzas reseñando un metal extraño y volátil al que denominaron mercurio, que se distinguía del plomo, sólo cuando éste abandonaba la vasija filosofal y se derramaba imprudentemente; cualquier ojo entrenado lograría tras una lectura atenta asociar con rapidez al húmedo radical alquímico, tratándose del ens-seminis, y su distinción de la fuerza generativa, aquella que coincide con el potencial energético jing —uno de los Tres Tesoros Sagrados del daoísmo,— y que merma al derramarse en la tierra, durante cualquier mundana ebullición del destilado precioso.

Utilizamos la palabra destilado, pues es a través de la explicación que nos brinda el sufismo sobre el procesamiento sutil de los alimentos, que podemos comprender el mecanismo del refinamiento de los hidrógenos encerrados tras la digestión de las vituallas materiales. Las enseñanzas taoístas toman como punto de partida al erario orgánico del jing —la elan vitae de Henri Bergson y el orgón de Wilhelm Reich,— pero sin embargo, sin la elucidación sufista, careceríamos de la clarificación del proceso con que nuestro organismo confecciona los vitales hidrógenos sutiles.(1) Debemos agradecer al matemático ruso Piotr D. Ouspensky (en ruso: Пётр Успе́нский) la claridad con que resumió las enseñanzas de su mentor, nuestro prestigioso calvo enmostachado, George I. Gurdjieff (en armenio: Գեորգի Գյուրջիև), quien más tarde las expuso, bajo un ornamentado glosario de arduos términos, en su libro Relatos de Belcebú a su Nieto.

Para lograr la conexión entre ambas explicaciones creemos beneficioso que se tenga en mente algunos conceptos y axiomas que El Cuarto Camino da por sentado: anteriormente vimos que tras el rebuscado término harnelmiatznel, se escondía algo tan simple como “lo que está arriba se conecta con lo que está abajo y se une en el medio,” y matemáticamente correspondería a la media ponderada, siendo el concepto central para entender el trasfondo alquímico que juega el Alkahest, es decir, el segundo elemento eseral. Otro concepto clave es el de stopinder o intervalo, esto es una fase a la que se arriba a través del uso de determinada energía, pero para superarla, se requiere de otra distinta, más concentrada y proveniente del exterior del organismo, y que puede provocar y desencadenar un shock emocional al ser aplicada en un punto clave: un mdnel-in. También nos toparemos con las famosas octavas musicales del heptaparaparshinock, es decir, la Ley de Siete que se representa con las notas musicales y todo aspirante a la Obra debería conectar sin demasiadas dificultades con los respectivos regímenes de la Piedra Cúbica;(2) el notable maestro Fulcanelli nos recuerda asociar la alquimia con el arte de la música en una nota del cap. Louis D’Estissac de Las Moradas Filosofales:
No es raro encontrar en los textos medievales la alquimia calificada de arte de música. Esta denominación motiva la efigie de los dos músicos que se advierten entre los balaustres que terminan el piso superior de la casa de la Salamandra de Lisieux. Los hemos visto igualmente reproducidos en la casa de Adán y Eva, en Le Mans, y podemos hallarlos otra vez, tanto en la catedral de Amiens (reyes músicos de la galería alta), como en la residencia de los condes de Champaña, llamada comúnmente maison des musiciens, en Reims. En las hermosas láminas que ilustran el Amphitheatrum Sapientiæ Aeternæ, de Enrique Khunrath (1610), hay una que representa el interior de un suntuoso laboratorio. En medio, hay una mesa cubierta de instrumentos de música y de partituras. El griego μουσικός procede de μούσες: musa, palabra derivada de μύθος: fábula, apólogo, alegoría, que significa también el espíritu: el sentido oculto de una narración.
Por último, las tres fuerzas subyacentes dentro del microcosmos humano siendo las mismas que operan en todo el macrocosmos: creación, destrucción y sostenimiento —descritas como Carbono, Oxígeno y Nitrógeno— (3) y que en las Sesiones Cassiopaea se adivinan respectivamente como las orientaciones STA, STS y STO, con una conexión directa con la Santísima Trinidad cristiana:
Los dos axiomas subyacentes en la realidad son la Ley de las Tres Fuerzas y la Ley de las Octavas. Todo fenómeno en el Universo es, inevitablemente, la manifestación de tres fuerzas; y cada proceso tiene lugar de acuerdo a una estructura simbolizada por la escala musical de siete tonos, con escalones tanto ascendentes como descendentes y con rellanos, o intervalos, en los que se requiere del desarrollo de una fuerza especial para atravesarlos.
Este sistema enseña que todo en el universo es material —con lo cual también se puede sostener que es totalmente espiritual,— incluso los “quantos,” como el pensamiento y la emoción, que no se acostumbra a considerar como tales. Sin embargo, la importancia relativa de la sustancia varía mucho de acuerdo con la Escala de los Hidrógenos. Toda la materia consiste en vibraciones, y la densidad de la materia se encuentra en proporción inversa a su frecuencia vibratoria; usando los términos de las canalizaciones Cassiopaea: cuanto más sutil la materia, más alto su FRV. Aunque la bibliografía no lo precisa puntualmente, resulta útil asociar el refinamiento superior o H1 con la Gravedad, esto es, la materia irreductible, última e indivisa que penetra todas las demás densidades materiales, cuyo dinamismo inherente es el Pensamiento, y que correspondería a la Séptima Densidad o Tao. H1 se asocia con sí misma —en términos de la Kabbalah, el Absoluto se condiciona a sí mismo para manifestarse— desarrollando todas las demás materias densas:

NivelGurdjieffOuspenskyObservaciones
AbsolutoH1-Gravedad (materia sometida a una única ley)
EspiritualH3-
EspiritualH6-
EspiritualH12(¿h3?)(¿shen?)
EtéricoH24h6Impresiones de nivel sutil (qi)
EtéricoH48h12Impresiones intermedias superiores (jing)
EtéricoH96h24Impresiones intermedias inferiores (jing)
EtéricoH192h48Impresiones inferiores (¿enzimas?)
FísicoH384h96Fuego (¿adenosín trifosfato?)
FísicoH768h192Aire
FísicoH1536h384Agua
FísicoH3072h768Alimento
FísicoH6144h1536Madera
BasamentoH12288h3072Metales/minerales
Tabla comparativa de hidrógenos: entre Gurdjieff y Ouspensky hay 2 niveles de diferencia
(los niveles superiores a H24 (h6) no son claramente especificados en la bibliografía)

Asimismo, el modelo de realidad sufista propone la extensión de la cadena trófica, descartando la visión antropocéntrica y considerando al ser humano como un mero eslabón intermedio. No profundizaremos excesivamente en el proceso digestivo del harnelmiatznel mecánico, proponiendo un resumen drástico al decir que h768 requiere de tres octavas en h192 y una de h48 para mecánicamente alcanzar el destilado h12.(4) Como se desprende de la tabla previa, esta clase de hidrógenos son impresiones que resultan de alimento para el centro psíquico superior, aunque resulta también un caldo suculento para otras entidades. Curiosamente, se puede asociar fácilmente con las afirmaciones de Robert Monroe sobre la DLP (distilled loosh producers) formula, aquella que se obtiene a partir del sufrimiento de las unidades terrestres 4M (type 4M units), diseñadas por los Antiguos Sembradores para su propia siega energética de la Granja Antropecuaria, y en directa relación a la advertencia chamánica expuesta en los libros de Carlos Castaneda:
La revolución de los chamanes es que se rehúsan a honrar acuerdos en los que no han participado. Nadie me preguntó si consentía ser comido por seres de otra clase de conciencia. Mis padres me trajeron a este mundo para ser comida, sin más, como lo fueron ellos; fin de la historia.
El sufismo: el camino
esotérico del Islam
El destilado h12, la energía jing del daoísmo, es un suministro precioso tanto para el propio organismo como para los eslabones siguientes de la cadena alimenticia. Sin embargo, es un compuesto perecedero: no es recomendable que se atesore sin previa sublimación durante un período prolongado pues llega a atraer entidades parasitarias (el concepto budista de fantasmas hambrientos es apropiado en este caso) y es un foco potencial para disturbios poltergeist; esto explica la conexión de fenómenos anómalos que rodean las hagiografías de aspirantes cristianos a la santidad al considerar que el proceso de harnelmiatznel sólo avanza mecánicamente hasta cierta etapa del refinamiento vibratorio; es necesario aplicar concientemente mdnel-in adicionales con el fin de trascender el respectivo stopinder energético. Pero aun sublimando el jing y atesorándolo como qi, sigue existiendo el riesgo de disminuirlo o perderlo a través de las emociones negativas:
P. ¿Cuál es la relación entre si 12, mi 12 y sol 12?
R.
[...] puedo decir que mi 12 se refiere al centro emocional, sol 12 al centro instintivo, y si 12 al centro sexual. Sólo podemos trabajar sobre mi 12. Tenemos demasiado poco si 12, y sol 12 pasa a mayor altura a una pequeñísima cantidad de h6 que, aunque es tan pequeña, mantiene vivos los centros superiores. [...] El estudio de los hidrógenos y su relación de uno con otro nos ayuda también a entender los centros y sus diferentes velocidades. El centro intelectual trabaja con h48; los centros motor e instintivo, con h24; el centro emocional ha de trabajar con h12, pero jamás recibe el combustible correcto y jamás trabaja como debería. Si pudiéramos hacerlo trabajar más rápido, eso constituiría una gran diferencia para nuestras percepciones y nuestras facultades.
P. ¿Cuál es la característica de
mi 12? ¿Cómo reconocerla?
R. Como ya lo expliqué, es la energía detrás de las emociones negativas. Esto no significa que todas las emociones negativas lleguen a la intensidad de h12, pero pueden alcanzarla, y las emociones negativas incendian a mi 12.
A primera vista, podemos concluir por la respuesta de Ouspensky que no estaba seguro del procedimiento de atesoramiento o sublimación del destilado si h12, y es claro que comprendía que en la sociedad occidental era un bien escaso. No obstante, es evidente, a través del siguiente pasaje de Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, que Gurdjieff comprendía claramente el procedimiento de acopio y cultivo del qi para la formación del embrión áureo:
Traten de comprender lo que quiero decir. La mecanicidad es particularmente peligrosa cuando la gente no la quiere tomar por lo que es y trata de explicarla como otra cosa. Cuando el sexo es claramente consciente de sí mismo, cuando no se refugia detrás de pretextos, ya no se trata de la mecanicidad de la cual hablo. Por el contrario, el sexo que existe por sí solo y que no depende de otra cosa ya es un gran logro. Pero ¡el mal estriba en esta mentira perpetua a sí mismo!

—¿Y a qué conclusión llega usted? preguntó alguien. ¿Debemos dejar las cosas así, o cambiarlas?

G. sonrió. —Esto es lo que siempre se pregunta. Cualquiera sea el asunto de que se habla, la gente pregunta: «¿Es admisible que sea así? y ¿no se puede cambiar este estado de cosas?» ¡Como si fuera posible cambiar cualquier cosa, o hacer cualquier cosa! Ustedes al menos ya deberían haber visto la ingenuidad de tales preguntas. Fuerzas cósmicas han creado esta situación y fuerzas cósmicas la rigen. Y ustedes preguntan: ¿debemos dejar las cosas así o cambiarlas? ¡Vamos! Dios mismo no podría cambiar nada. ¿Se acuerdan de lo que se ha dicho sobre las cuarenta y ocho leyes? Éstas no se pueden cambiar, pero uno puede librarse de un gran número de ellas, quiero decir que hay una posibilidad de cambiar el estado de las cosas para uno mismo. Se puede escapar de la ley general, pero la ley general no puede ser cambiada ni en este ni en ningún otro. Pero un hombre puede cambiar su propia situación respecto a esta ley: puede escapar de ella. Tanto más cuanto que la ley de la cual hablo, es decir el poder del sexo sobre la gente, ofrece muy diversas posibilidades.
El sexo es la principal razón de nuestra esclavitud, pero también nuestra principal posibilidad de liberación. El «nuevo nacimiento» del cual hemos hablado depende tanto de la energía sexual como el nacimiento físico y la propagación de la especie. El si h12 es el hidrógeno que representa el producto final de la transformación del alimento en el organismo humano. Es la materia a partir de la cual el sexo trabaja y produce. Es la «semilla» o el «fruto.» [...] la posibilidad de crear una nueva vida dentro del organismo donde si h12 ha sido elaborado, pero esta vez sin la unión de los dos principios masculino y femenino. Desde entonces una nueva octava se desarrolla dentro del organismo y no afuera. Es el nacimiento del «cuerpo astral.» Deben comprender que el «cuerpo astral» nace de la misma manera que el cuerpo físico. Sólo difiere el proceso. El cuerpo físico entero en todas sus células es penetrado por así decirlo, por las emanaciones de la materia si h12. Y cuando la saturación ha llegado a un grado suficiente, la materia si h12 comienza a cristalizarse. La cristalización de esta materia equivale a la formación del «cuerpo astral.» El pasaje de la materia si h12 al estado de emanaciones, y la saturación gradual de todo el organismo por estas emanaciones, es lo que la Alquimia llama transformación o «transmutación.» Es justamente esta transformación del cuerpo físico en cuerpo astral lo que la Alquimia llama la transformación de lo grosero en sutil o la transmutación de metales viles en oro.
La conexión con el cristianismo es bastante evidente: esta “nueva octava que se desarrolla dentro del organismo,” es el famoso “Hijo del Hombre” o, en términos alquímicos, el “andrógino” o “rebis filosofal.” Desprendiendo el polvo del dogma eclesiástico de nuestras cansadas gafas y leyendo ahora con ojos más despiertos, el evangelio (del griego: εὐ, «buen», y -αγγέλιον «mensaje») realmente promulga una Buena Nueva (Juan 3:3-7):
Respondió Jesús y le dijo: “de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” Nicodemo le dijo: “¿cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Respondió Jesús: “de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer de nuevo.”
En efecto, el filius philosophorum nace del “Agua” y del “Espíritu,” es decir, desde nuestro mercurio y del ubicuo Alkahest. El mercurio de los sabios, el componente sutil que se extrae desde el húmedo radical, el legendario Azoth de los alquimistas, es el elemento clave que, a través de las bodas químicas junto al pervasivo segundo elemento eseral, da inicio al proceso moroso que en el daoísmo encontramos como el nei-dan, y que la alquimia occidental ha caratulado como la agricultura celeste, pues desde el centro terrestre del organismo se pretende arrancar de su ganga arsenical al tesoro hermético para conducirlo en su órbita microcósmica hacia la bóveda celestial, en un principio, a tráves de aquellas columnas gemelas que marcan la entrada del templo sagrado. Apiano León de Valiente en Las Cuatro Alas del Mercurio lo resume con elegancia:
La mercurización de cada individuo es lenta y en ocasiones, debe vencer segmentos oscurecidos que ocasionan al aprendiz enormes pérdidas de energía y dificultan la consecución de las acciones del trabajo alquímico. El mismo discípulo, con su inexperiencia, hace aún más lento este proceso, pues el avance de hoy lo dilapida en los errores de mañana. De no ser así, la Alquimia tendría efectos rápidos. Los Adeptos que conocen esta tarea, atestiguan lo difícil que es practicar este Arte Real. Ello porque puede transcurrir un largo período sin que se manifiesten los efectos deseados, puesto que el Alkahest trabaja imperceptiblemente en la limpieza de las heces contenidas en la Piedra. Durante ese lapso el cuerpo es acosado y agitado por la tenebrosidad. Evidencia persistentes alteraciones y retrocesos (aparentes) motivados por la tenaz resistencia que oponen los sectores oscuros de su cuerpo a la filtración y penetración de la Luz que invade sus dominios.
Es importante destacar que la Iluminación es tan sólo el paso que despeja las tinieblas del Nigredo; pero es requerida la Piedra de tercer orden, libre al fin de toda mácula, para obtener la oriflama tripartita: la Piedra Filosofal a través de la cual el adepto puede prever todo lo que es capaz de amenazar su existencia: las enfermedades, los accidentes y, sobre todo, la violencia criminal. El filósofo que no ha triunfado, por muy cerca de la meta que se encuentre, aun no se encuentra exonerado de la Rueda de la Fortuna ni de sus Cisnes Negros. (5)

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La Gran Obra: paralelismos entre sufismo y taoísmo (I)

Si se nos preguntase cuál es la principal característica que comparten el sufismo y el taoísmo nuestra respuesta, sin excesivos rodeos, indicaría en que ambos consideran al humano como un ser incompleto: en el cuerpo de un adulto, la personalidad mundana quizá haya logrado cierta maduración psicológica, pero la esencia permanece todavía en su estado embrionario. Sólo una disciplina férrea pero astutamente ejercida puede iniciar el desarrollo moroso para concretar la primer iluminación de la Gran Obra.

Aquellos que conozcan el tratado sobre El Cuarto Camino, explicado por el matemático P. D. Ouspensky en base a las enseñanzas de G. I. Gurdjieff, no se sorprenderán cuando se tilde de máquina al ser humano promedio. Si se nos permite introducir las teorías gnósticas y ufológicas, el Hombre Edénico era libre hasta que cortó su conexión con el Ser Esencial, (1) lo que le convirtió en un robot: un instrumento manipulado genética y psicológicamente por supinos intereses, cuya finalidad cósmica consiste en procesar recursos orgánicos para producir un refinamiento energético con que alimenta veladamente a la siguiente densidad: sus pasiones y emociones negativas producen el caldo gordo con que nutre al arcontado etérico.

Según el sufismo —del que emana la disciplina del Cuarto Camino,— el hombre es un ser hipnotizado: una máquina orgánica que posee cuatro centros que trabajan torpemente debido a la ignorancia de su poseedor. Cada centro requiere una clase particular de energía, pero con el excesivo consumo o derroche durante la vida mundana, los núcleos psíquicos se roban la energía entre sí, llevando a cabo tareas incorrectas y de manera ineficiente. Hemos visto anteriormente una división similar de los tipos de energía tanto en el saber secreto de los kahunas como en los Tres Tesoros del magisterio daoísta; Ouspensky señala:
Cada centro está adaptado para trabajar con cierto género de energía, y recibe exactamente la que necesita; pero todos los centros se roban uno al otro, y, de ese modo, un centro que necesita un género superior de energía es reducido a trabajar con un género inferior, o un centro adaptado para trabajar con una energía menos potente usa una energía más potente, más explosiva. He aquí cómo trabaja la máquina en la actualidad. Imagínese varios hornos: uno tiene que trabajar con petróleo crudo, otro con madera, y un tercero con gasolina. Suponga que al diseñado para madera, se le da gasolina: no pueden esperarse sino explosiones. Y luego imagínese un horno diseñado para gasolina, y verá que no puede trabajar apropiadamente con madera o carbón.
Esta idea de los hornos luego se la verá en el taoísmo y, por supuesto, es un concepto clave dentro de la alquimia occidental, donde los regímenes del mercurio hacen ascender el fuego secreto de los sabios a través de los distintos centros psíquicos hasta alcanzar el ápice del palacio celestial, donde la sublime roseta se iluminará a través de la gracia divina del esclarecimiento. Pero el sistema del Cuarto Camino, y en especial Gurdjieff, son críticos al advertir sobre los intentos de iluminación sin haber transitado las fases de depuración instintiva, emocional e intelectual: (2)
Si el conocimiento se desarrolla más allá del ser, el resultado será un “yogui débil,” un hombre que lo sabe todo y no puede hacer nada. Si el ser se desarrolla más allá del conocimiento, el resultado es un “santo estúpido,” un hombre que puede hacerlo todo y no sabe qué hacer.
Una de las premisas iniciales de esta disciplina resulta en clasificar a la personalidad según su inclinación natural hacia uno de los núcleos psíquicos, en hombre 1, 2 ó 3. El primero, el camino del faquir, se enfocará en sus centros psíquicos inferiores: el motriz e instintivo, mientras que el segundo, el camino del monje, lo hará sobre su centro medio emocional; por último, el camino del yogui, evoluciona a través del centro superior intelectual. Ninguno es mejor que otro y cada camino tiene su propia dificultad inherente. El Cuarto Camino, a diferencia de los caminos singulares, propone dos momentos durante la etapa inicial: la observación, es decir, un trabajo minucioso de relevamiento del funcionamiento de la máquina humana y luego la fase de aplicación multidisciplinar, orientada al trabajo sobre todos los centros de manera simultánea: (3)
El yogui llega a alcanzar “la cuarta habitación” al desarrollar su intelecto, pero su cuerpo y sus emociones quedan sin desarrollarse y, como el faquir y el monje, es incapaz de sacar partido de su victoria. Lo sabe todo pero no puede hacer nada. Para ser capaz de hacer debe conquistar el dominio sobre su cuerpo, sobre sus emociones, es decir, sobre la primera y la segunda habitación. Para lograr esto, le es necesario comenzar a trabajar de nuevo, y no obtendrá resultados sin esfuerzos prolongados. En este caso, sin embargo, él tiene la ventaja de comprender su posición, de conocer lo que le falta, lo que debe hacer, y la dirección que debe seguir. Pero, así como en el camino del faquir o del monje, también en el del yogui son muy escasos los que adquieren tal conocimiento, es decir, obtienen el nivel en el que un hombre puede saber a dónde va. La mayoría se detiene en un cierto grado de desarrollo y no va más lejos.
La tarea hercúlea, enteramente propia y personal, de mantener una continua observación de sí, evitando la identificación y aboliendo la expresión de las emociones negativas (y esto implica disminuir los aportes de loosh), convierte lentamente al aspirante del trabajo esotérico en un Hombre 4, esto es, en un Iniciado, pues para toda escuela valedera del Cuarto Camino, la iniciación no es otra cosa que lisa y llana labor propia.

Entendemos que para el aspirante será de suma utilidad asociar la identificación con el malgasto de hidrógenos sutiles al forzar la rueda del pozo en sentido horario (rechtläufig), es decir, cuando las pulsiones del subconsciente se enmascaren dentro del centro emocional y sean entonces las propias emociones las que conmuevan y arrastren al centro intelectual a la consecución de actos abyectos, miserables y aun estúpidos. Resultará provechoso para el ojo entrenado considerar el relato de la Caída Edénica, ponderando a Adán como el Centro Intelectual, a Eva como el Centro Emocional y a la Serpiente como las fuerzas arcónticas que incitan mediante las pulsiones subconscientes a la indulgencia hacia actos impulsivos, egocéntricos y que en retrospectiva se observan como detrimentales. Asumir un papel conciente, tomando distancia para evaluar de manera crítica los propios actos, será la forma de recuperar las riendas de la situación, y se constatará entonces que la observación de sí es asumir el arquetipo deífico de la narración bíblica; de esta manera y poco a poco se logrará la liberación de la tiránica identificación con uno o determinados yoes, lo que decanta en que la rueda del pozo suministre los hidrógenos sutiles al centro intelectual.

Esta etapa de transmutación emocional coincide de alguna manera con el régimen del Nigredo alquímico, siendo el momento de mayor vulnerabilidad de la Obra pues el individuo toma real consciencia de su situación de desamparo cósmico dado que “el hombre nada puede hacer, sino que todo le sucede, estando sujeto a la Ley del Accidente.” Aquí el ojo entrenado sin duda conectará la teoría del Sistema de Control Hiperdimensional, pues si observamos la décima carta del Tarot: La Rueda de la Fortuna, representando la Eternidad, sin principio ni fin —en términos orientales, el ciclo incontrolable del nacimiento y muerte,— quien preside la rueda es visto con una apariencia dracomonoide, símbolo universal de aquellos que detentan el poder.

La parábola del Carruaje: el Amo, el Cochero y los egos o agregados psicológicos
(nótese que no todos los egos poseen rasgos humanos)
Sin duda, una de las visiones más generalizadas en las sectas masónicas, rosacruces y neognósticas —que hacen uso y abuso de la disciplina del Cuarto Camino sin siquiera mencionar sus orígenes y atribuyéndose el mérito de sus enseñanzas— sea la analogía del cochero y la carroza, que Ouspensky menciona con la metáfora del sub-mayordomo. Esta idea surge casi sin diferencias de su par en Oriente y esotéricamente consiste en que, promediando el trabajo de la estricta observancia mental y recuerdo de sí para morigerar la imaginación y la expresión de emociones negativas, se logra cierta fusión de los egos disociados y que se fortalece con el nacimiento de un nuevo centro magnético permanente; en este momento clave, se eleva el estado de consciencia del individuo y se extiende su funcionalidad mental: a partir de este momento, se logra el nivel de un Hombre 4:
Lo que era el centro magnético antes que [...] se encontrara con [este sistema de enseñanza] puede convertirse después en el sub-mayordomo, el cual significa una personalidad que vence a las otras personalidades y las conduce, pero eso no ocurre de repente. El sub-mayordomo es mucho mayor que el centro magnético. El centro magnético se forma a partir de las influencias B, mientras el sub-mayordomo se forma a partir de los propios esfuerzos. El centro magnético es la semilla, el germen del sub-mayordomo.
El mayordomo es el resultado final de la “fricción” entre la personalidad terrena y la esencia celestial. ¿Pero cómo se observa esta “fricción?” Los yoes o egos de la personalidad simbolizan los caballos en la analogía de la carroza; será común hallar algún corcel que tome los bríos ante una situación desencadenante. Esta pulsión responde a un mecanismo de protección, generalmente cuando se detecta alguna amenaza o una injusticia que avasalla imprevistamente al centro intelectual, puesto que este centro tiene un tiempo de reacción mayor que el emocional: esencialmente, se trata de una respuesta mecánica y reactiva, carente de una ponderación inteligente.

Cuando el sub-mayordomo comienza a aparecer con mayor duración y frecuencia, el corcel-guía intentará retomar el control a la fuerza. Los aspectos fisiológicos serán cuadros de angustia y ansiedad que pueden degenerar en síntomas físicos como gastritis y arritmias; este fenómeno, alquímicamente conocido como la batalla de los Principios Opuestos,(4) comienza a ser reconocido en las terapias cognitivas como el “síndrome Kundalini.” Ciertamente, esta “fricción” provocará un incremento del loosh, no obstante, es posible sublimar desde este exceso energético y alimentar al centro magnético incipiente: es aquí cuando las riendas conscientes deben ser tensadas y la principal herramienta será la respiración. El encabritado corcel puede ser disciplinado con la aplicación de una respiración que balancee el desequilibrio que provoca la pulsión subconsciente. La aparición autónoma de esta “penitencia” aplicada al suministro del segundo elemento eseral para morigerar y subordinar al subconsciente será la clara evidencia de cristalización del ahora mayordomo. El maestro alquimista Fulcanelli nos proporciona el concepto equivalente al “piloto” en su obra Las Moradas Filosofales (cap. El maravilloso grimorio del castillo Dampierre):
Ese es nuestro precioso azufre, el niño recién nacido, el reyecito y nuestro delfín, pez simbólico llamado por otro nombre echeneis, rémora o piloto, Perseo o pez del mar Rojo (en griego: Περσέας), etc.
Peregrinación hacia el Oeste
Se debe considerar entonces que la evolución del centro psíquico del sub-mayordomo hacia el mayordomo es un proceso cargado de penurias, drásticos cambios psíquicos y que puede acarrear trastornos físicos. En las entregas siguientes veremos que en el taoísmo se ha comparado este período como un embarazo y gestación que culmina en la “iluminación” de la supraconciencia: el nacimiento del Mayordomo, que en los años siguientes evolucionará como el Maestro. Así, tendremos el cuadro completo: la carroza motriz e instintiva, los caballos del núcleo emocional, el cochero: piloto o mayordomo del centro intelectual, y el amo o maestro que indica el verdadero camino. La versión daoísta la vemos reflejada en el famoso cuento chino Peregrinación hacia el Oeste, donde se aprecia a los personajes emparejados según los distintos centros psíquicos: el instintivo del Cerdo, la personalidad que piensa y siente del Mono y el Escudero orientado a servir al centro esencial del Maestro.

La llegada del Mayordomo durante la iluminación requiere de extremar cuidados para garantizar la evolución hacia la adultez de la todavía embrionaria supraconciencia, el centro psíquico en “la cuarta habitación,” que la alquimia occidental conoce como infans solaris; este renovado centro psíquico, una vez maduro y desarrollado, permite la emancipación total de la Rueda de la Fortuna o Sistema de Control. Tanto el magisterio budista como el taoísta consideran que una vez “nacido,” es decir, lograda la primer iluminación, se requiere más de una docena de años —tres de cuidados o “labor de mujeres” y nueve de educación o “juego de niños”— para la correcta utilización de los poderes divinos o taumatúrgicos; el historiador del arte Jörg Völlnagel comenta:
Los topoi «labor de mujeres» y «juego de niños» son fundamentales para la alquimia y eran conocidos ya por los herméticos alejandrinos. Igual que la alegoría del juego de niños, la de la tarea de mujeres aparece en numerosos tratados alquímicos y se interpreta de distintas maneras. Esta imagen, que ilustra el pasaje correspondiente del Splendor Solis, simboliza las operaciones alquímicas de sublimación y destilación. Mediante la sublimación se logra el estado de blancura perfecta, el penúltimo estadio de la obra, por lo que este arte se compara con la labor de mujeres, como indica el texto: «Por lo cual comparan este arte con el trabajo de las mujeres, esto es lavarlo hasta dejarlo blanco, cocerlo y asarlo hasta que esté listo.» Salmon ve la tarea de las mujeres como metáfora para la creación de la piedra filosofal, que debería ser cuidada por el alquimista de la misma manera que una madre cuida y alimenta a su hijo recién nacido. En la representación pictórica de la labor de mujeres, de la que el Splendor Solis es el ejemplo más antiguo conocido, se transpone principalmente el aspecto del albedo, la fase blanca, que se logra mediante la cocción o la destilación de la materia.
Esta creación de la piedra filosofal o nacimiento del filius philosophorum, que el alquimista francés Eugène Léon Canseliet, discípulo de nuestro respetado Fulcanelli, denominó magistralmente en los prólogos de las obras de su maestro como la teofanía mineral, implica una clase de muerte para el cuerpo físico. Biológicamente, el despertar de kundalini —y esto es, establecer la conexión de lo inferior con lo superior— requiere de una enorme cantidad de energía refinada.(5) El vaciado de los meridianos extraordinarios —los acumuladores orgánicos del sistema energético sutil— es el costo de dar inicio a los centros psíquicos elevados del supraconsciente, y conlleva un eventual arrebato del estado vigílico y al mismo tiempo origina una trascendental experiencia en las densidades superiores. Jesús dice en Juan 3:3en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios,” y Filaléteo lo postula como “matar al vivo a fin de resucitar al muerto.”

El ojo entrenado seguramente podrá, y sin excesivo esfuerzo, comprender que el resucitamiento de Lázaro de la literatura bíblica neotestamentaria por parte de nuestro amado Redentor, evoca en realidad un proceso usual del daoísmo, cuando un maestro asiste al adepto luego del shock nervioso y estado comatoso provocado por la subordinación de los centros psíquicos inferiores al nuevo centro supraconsciente a través del canal Sushumna —el ahora reverdecido árbol seco de la tradición cabalista, esto es, la Médula Ósea luego de aplicar la disciplina Qigong del Xi Shui Jing— y que provoca la apertura de la visión interna: aquel famoso espejo del reino del azufre que evocaba el alquimista Alexander Seton, el Cosmopolita.

Los restantes años del proceso evolutivo interior parecen coincidir con el recorrido e integración de los planos o densidades de consciencia. En la obra del catedrático japonés Toshihiko Izutsu, Sufismo y taoísmo: estudio comparativo de conceptos filosóficos clave, se puede establecer una equivalencia entre los distintos planos que lograr intergrar el ser o «ipseidad» durante el desarrollo evolutivo que atraviesa el nivel de consciencia del Maestro interno:
Para esclarecer este punto, hay que mencionar la concepción ontológica característica de Ibn 'Arabi y su escuela respecto a los «cinco planos del Ser.» Al-Qāsāni explica sucintamente la estructura de dichos «planos» (hadarāt) de la siguiente manera. En la cosmovisión sufí, se distinguen cinco «mundos» ('awālim) o cinco planos básicos del Ser, representando cada uno de ellos una Presencia o modo ontológico de la Realidad absoluta en su manifestación.
  1. El plano de la Esencia (dāt), el mundo de la absoluta ausencia de manifestación (al-gayb al-mutlaq) o el Misterio de Misterios.
  2. El plano de los Atributos y Nombres, la Presencia de la Divinidad (ulūhiyya).
  3. El plano de las Acciones, la Presencia del Señorío (rubiubiyya).
  4. El plano de las Imágenes (amtāl) y la Imaginación (jayāl).
  5. El plano de los sentidos y la experiencia sensible (musāhada).
Estos cinco planos constituyen un conjunto orgánico, actuando las cosas de un plano inferior como símbolos o imágenes de las cosas de los planos superiores. De este modo, según al-Qāsāni, cada cosa perteneciente al plano de la realidad corriente (que, de todas las Presencias divinas, es la inferior) es una ejemplificación simbólica (mitāl) de algo existente en el plano de las Imágenes, y cada cosa perteneciente al mundo de las Imágenes es una forma que refleja un estado de cosas en el plano de los Nombre divinos y de los Atributos divinos, mientras que todo Atributo, a su vez, es un aspecto de la Esencia divina en su acto de manifestación.
Si cruzamos estos planos del Ser con el modelo provisto por las canalizaciones Cassiopaea y la nomenclatura esotérica rosacruz, la correspondencia es prácticamente directa si se entiende que el plano musāhada de la experiencia sensible representa el plano físico (las tres densidades físicas de la realidad terrenal tridimensional):

Región Plano del Ser sufista Densidad de consciencia Concepción taoísta
Absoluta Esencial (dāt) Séptima Tao
Divina Divinidad (ulūhiyya) Sexta Inmortales celestiales
Espiritual Señorío (rubiubiyya) Quinta Inmortales espirituales
Etérica Imaginación (jayāl) Cuarta Inmortales/fantasmas terrenales
Física Sensible (musāhada) Tercera Mortales terrenales


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La entrada abierta al palacio cerrado del soberano

La concepción, nutrición y entrenamiento del embrión áureo como camino de salida del confinamiento físico está lejos de ser una disciplina velada bajo el críptico término del infans solaris por la alquimia occidental. (1) Con la suficiente apertura mental es posible hallar referencias y fragmentos en libros sagrados de la mayoría de las culturas, si bien con frecuencia parecen erradicados de contexto, ya sea porque el traductor o el autor de la exégesis desconociera la profundidad del tema tratado; en Eclesiastés 12:6­7, un erudito libro tanto del Tanaj como del Antiguo Testamento, leemos:
“Antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.”
Nei Ching Thu:
diagrama de la textura
interna del hombre
En varias escuelas taoístas se presenta nuevamente esta curiosa analogía entre la geografía natural (macrocosmos) con la anatomía humana (microcosmos): la idea de concebir al organismo como una población con sus diferentes accidentes topográficos y significativos enclaves, los cuales han de ser administrados por un sabio magistrado: el shen o supraconsciencia. En el instructivo libro La piedra filosofal de Peter Marshall encontramos una detallada explicación del diagrama original hallado en un templo de Kao-sung Shan dentro de un antiguo rollo de seda:
El diagrama es una ilustración gráfica de la alquimia china nei tan, desarrollada ya durante miles de años. El cuerpo se representa como una montaña, con diversos peñascos proyectándose desde la columna vertebral y el cráneo. Describe la circulación del chi a través de los tres principales centros de energía, los denominados «campos del cinabrio» en la alquimia china: en el abdomen, el tórax y la cabeza. El corazón se representa como un anillo de sangre en ebullición, con un centro en calma. Los riñones se simbolizan mediante una muchacha tejiendo en su rueca, que envía el chi hacia la garganta (una torre de siete pisos) y la cabeza (la cima de una montaña). En el pivote central del cuerpo, situado a la altura del abdomen y conocido como «punto dantian,» aparece un buey y un arado con cuatro símbolos yin-yang curvados. En la parte de abajo se encuentra la noria, enviando los fluidos seminales desde los genitales para alimentar el cerebro y prolongar la vida. Y, como era de esperar, en la cabeza medita tranquilamente un sabio.
Pero la única forma de lograr esta armonía consiste primero en derrocar al draconiano emperador que ha tiranizado la comarca, al haber tomado por asalto la fuente, origen de la abundancia y los suministros. Para ello, es necesario ejercitar la noria o rueda del pozo: el diario y persistente trabajo interior, para hacer ascender al espíritu de manera que vuelva a Dios —parafraseando al respetado Filaléteo— hacia la entrada abierta al palacio cerrado del soberano. Las semejanzas de este pictórico relato con la rota microcósmica son llamativas, y no está alejado de los cuentos griálicos sobre la devastación de las tierras del soberano herido; en Los Custodios de la Verdad, de Tim Wallace-Murphy y Marilyn Hopkins, leemos:
Los romances originales del Grial incluyen claves codificadas para un sistema herético de creencias que contradecía el poder monolítico de la opresiva Iglesia de la época. El soberno del castillo del Grial, el Rey Pescador, está herido. Ya no sirve a su empobrecido reino con eficacia y, al igual que los usurpadores de las verdaderas enseñanzas de Jesús, los líderes de la Iglesia cristiana devastan las vidas espirituales de aquellos a los que afirman servir. Cuando alguien lo suficientemente puro como para ver el Grial restituya la salud del Rey Pescador, su deteriorado reino será restaurado. Cuando las verdaderas enseñanzas de Jesús triunfen sobre la codicia, la mentira, la hipocresia y la tergiversación, se pondrá de manifesto la realización del Cielo en la Tierra.
En un principio, las enseñanzas de Jesús parecen distar de las antípodas con el taoísmo secular. Sin embargo, el magisterio taoísta se ha nutrido del budismo, y muchas de las conclusiones y preceptos de los bodhisattvas o santos iluminados orientales parecen coincidir con las máximas cristianas. Las semejanzas históricas en el camino al esclarecimiento de Budha y Cristo son en extremo profusas como para que el ojo entrenado las ignore; similares analogías se presentan entre la doctrina gnóstica del catarismo (proviniente del griego «καθαρός» katharós: ‘puro’) y el movimiento judío esenio (del vocablo griego «ὅσιος» ossios: ‘santo’).

De observar los textos neotestamentarios desde la óptica oriental, el sacramento del bautismo cobra un sentido diferente al considerar respectivamente al Agua y al Fuego como el Mercurio coagulado y el Suministro celestial; leemos en Lucas 3:16: “Juan respondió, diciendo a todos: yo os bautizo con Agua; pero viene el que es más poderoso que yo; a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él os bautizará con el Espíritu Santo y Fuego.” Richard Wilhelm en su exégesis al tratado chino del Libro de la Vida: El Secreto de la Flor de Oro, propone considerar la consagración del Embrión del Tao (el Hijo del Hombre) con el siguiente versículo de Juan 3:5: “Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo que el que no naciere de Agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.” Y hace también un interesante aporte distinguiendo los dos sentidos de rotación de la rueda:
  1. de manera predeterminada, ésta girará en sentido horario (rechtläufig) poniendo en relación las dos almas que habitan el cuerpo humano: el centro intelectual (el ego consciente o animus) y el centro animal (subconsciente o anima); las pasiones que asaltan al anima —la voluntad carente de discriminación— subyugarán al animus, forzando a que la inteligencia se ponga al servicio de los deseos; si el ego se somete a las pasiones del subconsciente, entonces será drenado de la energía vital y, eventualmente de continuar su progreso involutivo, terminará como un kuei o fantasma hambriento, con la apremiante necesidad de robar la esencia vital a otros seres vivientes;
  2. en cambio, a través del giro retrógrado, cuando el animus obtiene la maestría de las energías del anima, se logra la liberación de la ilusión externa (el māyā hindú o, en palabras del brillante Robert Monroe: el sistema de vida terrestre). Las energías así recuperadas son internamente transportadas de manera ascendente en la órbita microcósmica que eventualmente culmina en el nacimiento de un centro vital independiente de la existencia corporal; esta es la formación del filius philosophorum, deus o shen: la supraconsciencia.
Es decir que la diferencia entre una entidad descorporeizada creativa (en balance) y otra entrópica (en caos) nace en la disciplina energética del aprovechamiento del suministro interno. Un shen puede subsistir por tanto tiempo como la órbita microcósmica continúe en rotación, pero un kuei, en su estado famélico, sobrevivirá mientras consiga usurpar la energía ajena.

Esta es la razón por la cual tanto cátaros como esenios tenían al celibato en alta estima. Sabemos que los cátaros dividían dicho ejercicio en dos etapas: aquellos que ingresaban a su doctrina ya casados, continuaban manteniendo relaciones con su pareja a través del amor cortés, para eventualmente y en términos borgianos, definitivamente renunciar a la costumbre al adoptar el ascetismo de los perfecti. En el caso del esenismo, en el que repetidas veces se ha querido ver el germen del cristianismo,(2) a los individuos ingresantes se les exigía una vida humilde dedicada al estudio y disciplina, cuya base era la corrección fraterna mutua. Esta “corrección” se la ha visto más tarde en la práctica del Hesicasmo y por supuesto es la base de toda escuela del Cuarto Camino.

En el magisterio taoísta hallamos unas interesantes coincidencias, quizá vinculadas al hinduísmo: el cultivo del qi (chi) puede hacerse tanto a través del cultivo doble (en pareja) o simple; mientras que en la alquimia occidental hallamos la vía húmeda o kundalini heterogénica que se diferencia por su extensión en años con la vía seca o kundalini autogénica, también conocida como el camino del “arte sacerdotal.” El alquimista benedictino Basilio Valentín escribió en Las Doce Claves Filosóficas (3) al respecto:
El hombre sin mujer es mirado como un cuerpo separado en dos, y la mujer sin el hombre es lo mismo, es como si fuera un medio cuerpo, ya que nadie, particularmente, puede producir en sí mismo ningún fruto. Pero cuando viven unidos por el lazo conyugal, el cuerpo es perfecto y la evolución puede resultar de su semilla.
Desterrando la connotación explícita que aparentan las palabras del renombrado alquimista, deseamos esclarecer a través del siguiente pasaje brindado por el filósofo chileno Apiano León de Valiente, quien en su libro Las Cuatro Alas del Mercurio menciona:
Este segundo Adán fue arrancado de la Unidad original interior, y arrojado al mundo exterior de los pares de opuestos. Este segundo Adán está conformado por una parte femenina o cuerpo Mineral, o aspecto Lunar, Eva, y por otra parte masculina, Metálica, Solar o Adán propiamente tal. Como consecuencia del Big-Bang, ambas partes se trastocan, desordenando sus elementos y proporciones, de allí que esta materia posea su actual aspecto tosco y su actuar confuso. Ha cambiado su Cuerpo de Luz por una Larva Carnal.
Es decir, la concepción alquímica —y nuestros bienamados Hermanos en la Búsqueda de la Verdad nos permitirán sin duda añadir al gnosticismo, al catarismo, al esenismo y al cristianismo temprano: aquel profesado por los Padres del Desierto— entiende al Homo Sapiens como un soberano herido: su herida en el bajo vientre derrama energía vital hasta agotar la fuente. Allí el tirano atrabiliario —el complejo reptiliano o instalación foránea— retiene el control y sólo el Caballero del Grial, el Dracomante, puede a través de singular batalla: el ejercicio de la rueda del pozo u órbita microcósmica, retomar el control de los suministros energéticos del organismo.(4)

En el taoísmo, estos suministros se caratulan como Los Tres Tesoros (en chino tradicional: 三宝, San Bao) diferenciándose uno de otro por su frecuencia vibratoria (FRV); en el caso de una vida mundana sólo se tendrán disponibles dos de los tres tesoros: el jing (la apasionada fuerza generativa: la energía subconsciente del cuerpo orgánico o anima) y el qi (el suministro energético del conciente, ego o animus). Pero de retener y sublimar la energía sexual, surge una clase más sutil que provee de alimento al shen. Anteriormente, presentamos a los sacerdotes hawaianos o kahunas, quienes llamaban a esta tríada energética como maná, maná-maná y maná-loa respectivamente. Sólo esta última encumbrada forma de energía permite la concepción y nutrición del infans solaris. Gopi Krishna en su brillante libro Kundalini: the evolutionary energy in man concluye: (5)
A través del análisis de estos y otros hechos, poco a poco llegué a la conclusión de que, en virtud de los procesos evolutivos que ocurren en el cuerpo humano, descansará en los futuros investigadores confirmar o refutar que un centro consciente de alta potencia está siendo evolucionado por la naturaleza en el cerebro humano, en un lugar cerca de la coronilla, constituida por un tejido cerebral excepcionalmente sensible. La localización del centro permite que comande todas las otras partes del cerebro y del sistema nervioso de manera integral, con una conexión directa a los órganos reproductivos por medio del canal espinal.

En el hombre común, este centro embrionario se nutre del alimento nervioso presente en los fluidos seminales en una medida tan limitada que no interfiere con la función reproductora normal. Pero cuando está completamente desarrollado en individuos evolucionados, el centro está diseñado para reemplazar al centro consciente preexistente, utilizando para su actividad un combustible vital más poderoso extraído por las fibras nerviosas de los tejidos corporales en cantidades extremadamente diminutas recogidas y precipitadas a través del tubo espinal hacia el cerebro.
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