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Las religiones abrahámicas y el shamanismo

Anteriormente hicimos mención a un sincronismo que había pululado en las culturas aborígenes del Nuevo Continente antes de la Conquista: los sacrificios humanos. Este proceder religioso, del que nos han llegado relatos de consternados sacerdotes españoles, lo vemos también desplegado sin tapujos en toda Europa durante los siglos de la Inquisición. Benzion Netanyahu sostiene en Los Orígenes de la Inquisición que esa poderosa maquinaria represiva respondía más a una finalidad de persecución racista que a motivos religiosos; en el cap. I, sintetiza citando la obra The Expansion of Christianity in the First Three Centuries de Adolf von Harnack, la conclusión del marcado antisemitismo que profesaron los padres cristianos durante la escisión helenista al credo judío:
A pesar de todos los cambios radicales que tuvieron lugar en los conceptos básicos del cristianismo, quedaba el problema de la dependencia de la Biblia y la admiración de los profetas y héroes de Israel tan palmarias en las palabras de Jesús y de Pablo; dependencia que parecería estar en directa contradicción con los sentimientos antijudíos de las masas griegas. [...]  «Pero todo cristiano debe negarles la posesión del Antiguo Testamento. Para un cristiano sería pecado decir: “este libro nos pertenece a nosotros y a los judíos;” pues nos perteneció desde el principio, lo mismo que nos pertenece ahora y para siempre, a nosotros los cristianos y a nadie más, mientras los judíos son la peor gente, la más sin Dios y abandonada de Dios, de todas las naciones de la Tierra, pueblo del Diablo... cuadrilla de hipócritas... marcada por la crucifixión de Nuestro Señor.» Como Harnack dijo resumiendo todo este proceso:
Tan injusticia como la cometida por la Iglesia de los Gentiles sobre el Judaísmo apenas tiene precedentes en los anales de la historia. La Iglesia lo despojó de todo, le quitó sus libros sagrados; no siendo ella misma sino una transformación del judaísmo, cortó toda conexión con su religión materna. ¡Primero la hija le robó a la madre, y después la repudió!
Aunque discrepemos según la acepción que se le brinde a la palabra «racista» entendemos que la maquinaria represiva a la que hace alusión tenía más de un objetivo; perseguiremos más tarde esta extraña acusación sobre el “pueblo del Diablo” no sin olvidar el curioso hecho que la Iglesia no se haya reconocido a sí misma como una “transformación del judaísmo.” Empero, queriendo evitar las referencias cíclicas y la repetición hasta el hartazgo, sólo mencionaremos que las religiones organizadas parecen ser la resultante de un heteróclito fraguado hiperdimensional: una amalgama de interferencias exógenas, hoy mal llamadas extraterrestres, asociado a una férrea programación mental basada en el Contactismo de su presbítera dirigencia —imanes, rabinos y sacerdotes por igual— para la forja de sus dogmas y rituales que concluyen en tres simples paradigmas: el status quo mediante el control de las creencias, el devocionalismo ceremonial y la sumisión junto al sufrimiento como camino a la salvación.

Hay sin embargo un eco válido en su seno que se enriquece y crece en munificencia a medida que se suma el conocimiento presente en sus otras exponentes exotéricas. En este sentido, somos partidarios de reconocer el esfuerzo que se vio en España durante los siglos XIV y XV, cuando representantes de las tres grandes religiones abrahamánicas, —habiendo resurgido de las aguas pónticas por medio de las enseñanzas del filósofo y místico catalán Ramón Lulio (en árabe: رامونلول)— estaban a punto de consolidar los denominadores comunes entre el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo en un nuevo acervo de conocimientos de vanguardia, proclive hacia la consolidación de un ágape mesotérico: un banquete amical que derrocaría enfrentamientos religiosos y conflictos bélicos, en el Viejo y próximo a redescubrir Nuevo Continente.(1) Tristemente, aquellos que detentan el poder, desde su ampliada visión hiperdimensional, habrían previsto esta posibilidad y prestos a mantener el régimen de producción de loosh de la granja antropecuaria procedieron con precisión quirúrgica a detener esta nueva edificación babeliana que, entre otras miríadas, detonó la persecución y diáspora judía del año 1492.

Excede a nuestra pretensión, al menos por el momento, hacer un recuento pormenorizado de estos hechos, así que recomendamos enfáticamente las impecables obras de la académica inglesa Frances Amelia Yates, en particular, La Filosofía Oculta en la Época Isabelina (The Occult Philosophy in the Elizabethan Age) que brindarán al aspirante una sana lectura, requisito propiciatorio para desarrollar una mente crítica y abrasiva a prueba de cualquier peculado energético sectario o religioso.

Retomando el objetivo del presente escrito, quisiéramos llamar la atención al lector un hecho peculiar y que se nos antoja molesto. En la incepción de las religiones abrahamánicas yace un curioso personaje: Melchizedek quien, carente de todo linaje y genealogía —requisito para formar parte de la ilustre lista de personajes veterotestamentarios,— inicia al patriarca Abram, más tarde conocido como Abraham, con una extraña ceremonia en la que se hace la primer referencia bíblica “al pan y el vino.” (2) Dentro de aquellas investigaciones particulares por las que se interesó Jacques Vallée, se encontraban los intersigns: los extraños sincronismos que giran alrededor de eventos inesperados o curiosos; en Forbidden Science II, se relata este notable incidente:
Dejé el estudio desconcertado, pero la rareza apenas estaba comenzando. Caminé hacia el hotel Roosevelt, tomé un taxi al azar en el atiborrado tráfico. La taxista era una rolliza rubia que conducía erráticamente. Cuando llegamos a KABC [estación de radiodifusión propiedad de la ABC], me entregó un recibo por la tarifa. Lo saqué de nuevo mientras preparaba mi informe de gastos, y tuve un sobresalto cuando vi que estaba firmado por Melchizedek. Solamente hay una entrada con este nombre en la guía telefónica de Los Angeles

¿Es este otro intersign [sincronismo]? Durante semanas he pasado mucho tiempo libre investigando a Melchizedek. He enviado a mi secretaria a la biblioteca para hurgar referencias, y he leído todos los libros posibles en busca de pistas, desde la cosmogonía de Urantia hasta la obra de Frater Achad. ¡Y cuando dejo todo esto por un fin de semana en Los Ángeles, tengo que tomar el único taxi en la ciudad conducido por Melchizedek!
El sacerdocio de Melchizedek, contagia al judaísmo con un paradigma que compartirán todas las religiones teocráticas y que más tarde cobrará significado sacramental dentro de los rituales cristianos: la ofrenda del “pan y el vino,” el rito que conecta la idea del diezmo, sacrificio u ofrenda hacia las entidades superiores; una forma de aplacar la ira de los dioses o conseguir de ellos “gracias” y “atajos.” Cangá Corozo en La Conspiración del Angel Gabriel es más enfático al asociar este rito sacrificial en pos de obtener protección o para lograr un objetivo a toda costa:
Luego del encuentro con Melquisedek, Abram regresa a su casa en Canaán, y “el Señor” (Enlil/El) se le manifiesta nuevamente, esta vez por medio de una visión, donde le dice que no se preocupe, pues siempre lo protegerá, a lo que Abram responde que de nada sirve esa protección si él no tiene hijos, por lo que todas las cosas que tiene y que le sean concedidas, las heredaría su criado Eliezer [...]

El Señor le dice que un hijo suyo sería quien lo heredaría, y que así como son las estrellas, así de numerosos serían sus descendientes. Y cuando Abram le peguntó qué debía hacer para ganarse todo eso, “el Señor” le pide... ¡una ofrenda quemada!
—Oh Señor, ¿cómo sabré que yo la he de poseer?
Le respondió: —Tráeme una vaquilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.
El tomó todos estos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad una frente a otra. Pero no partió las aves.
(Génesis 15: 8-10)
Quiero en este punto del relato, atraer la atención a un hecho que ya antes habíamos establecido: estas entidades, que se hacían pasar por dioses, necesitaban imperiosamente ofrendas de animales, la sangre fluyendo, el animal agonizando, el humo subiendo al cielo.
Sólo agregamos a las palabras del aretalogista Cangá Corozo que estas entidades entrópicas no sólo necesitaban imperiosamente ofrendas de sangre de animales: si logramos abstraernos lo suficiente y derribar las últimas barreras emocionales, no existe diferencia alguna en la búsqueda de poder o salvación a través de métodos sacrificiales, en homenaje, sumisión o expiación, para pertenecer al selecto “pueblo del Diablo.” Cualquier sacrificio humano como el Brit Milá: “el pacto de la circuncisión“ (en hebreo: בְּרִית מִילָה), la clitoridectomía: la mutilación genital femenina reclamada por el Islam o cualquier reproducción cristiana de los tormentos de la carne que nos describe el Via Crucis, al que gratuitamente se sometieron tantos seguidores de Jesús en su búsqueda de la salvación, describen meramente un mecanismo para extraer orgón a través del sufrimiento para satisfacer a las hambrientas entidades del plano etérico.

Ciertas enseñanzas y procederes del shamanismo occidental no se encuentran tan lejanas: autores como Carlos Castaneda o Víctor Sánchez describen el proceder de los indios yaquis en el Camino del Poder, por medio del pacto con un “aliado” en las jerarquías descoporeizadas, aquel ser inorgánico al que intentan aliarse para desarrollar sus poderes taumatúrgicos; Joseph Fisher observó la necesidad en las culturas aborígenes de efectuar un sacrificio de sangre para lograr el contacto trascendental y establecer un vínculo con el «espíritu guardián»:
Los cazadores y recolectores nómades de la ahora extinta tribu Charrúa del Uruguay llevaban a cabo una dolorosa versión de la búsqueda de la visión trascendental. Después de abrirse camino hasta la cima de una colina aislada, se flagelaban y cortaban la carne con sus armas hasta que, en delirio, cada uno recibía una visión de una entidad. Este ser era adoptado inmediatamente por el nativo e invocado, en momentos de peligro, como su guardián.

Los miembros de la tribu de los Llanos, al buscar esta visión espiritual, suben a una montaña remota, se desnudan, ayunan, prescinden del agua y, por último, cortan por la articulación distal su dedo índice izquierdo. El apéndice desmembrado se alza hacia el cielo mientras el nativo suplica a su guardián por buena fortuna.
Jacob luchando con el ángel
Bartholomeus Breenbergh
(año 1639)
Para el ojo entrenado, este intercambio de sacrificios de sangre en pos de seguridad y «buena fortuna» no debiera distar demasiado del Pacto de Sinaí entre Moises y El Señor de los Ejércitos. Cangá Corozo nos provee un curioso relato del Génesis cuando Jacob forcejea con un «Angel del Señor» y es rebautizado con su nombre iniciático Israel:
En un punto en que Jacob tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y los hizo cruzar el río junto con todo lo que tenía. En el momento en que Jacob se había quedado sólo, se presentó una entidad que se enfrentó a él pero sus fuerzas eran parejas, ante lo que se dio el siguiente diálogo:
Entonces el hombre le dijo: —¡Déjame ir, porque ya raya el alba!
Y le respondió: —No te dejaré, si no me bendices.
El le dijo: —¿Cuál es tu nombre?
Y él respondió: —Jacob.
El le dijo: —No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has contendido con Dios y con los hombres, y has prevalecido.
(Génesis 32: 26-28)
Es así como esta entidad le cambió el nombre a Jacob por el de Israel. Luego Jacob le preguntó su nombre a esa entidad, pero ese ser no se quiso identificar. Luego Jacob bautizó al sitio como Penuel “porque vi a Dios cara a cara y salí con vida.”
Si nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad observan con cuidado, este enfrentamiento no difiere prácticamente en nada cuando Don Juan y Don Genaro le explican a Castaneda su enfrentamiento con la entidad desencarnada, durante la cual el «aliado» es contactado físicamente por el brujo shamán; leemos en el siguiente extracto de Viaje a Ixtlán, que algunos ufólogos no dudarán en reconocer un velado proceso de abducción donde la víctima es transportada:
Don Juan explicó que el aliado, atraído por las llamas, se manifestaba a través de una serie continuada de ruidos. La persona que buscaba aliado debía seguir la dirección de la cual venían los ruidos y, cuando el aliado se revelaba, luchar con él y derribarlo al suelo para domeñarlo [...]

—Las plantas de poder son sólo una ayuda —dijo don Juan.— Lo de verdad es cuando el cuerpo se da cuenta de que puede ver. Sólo entonces somos capaces de saber que el mundo que contemplamos cada día no es nada, más que una descripción. Mi intención ha sido mostrarte eso. Desgraciadamente, te queda muy poco tiempo antes de que el aliado te salga al paso.
—¿Tiene que salirme al paso?
—No hay manera de evitarlo. Para ver hay que aprender la forma en que los brujos miran el mundo; por eso hay que llamar al aliado, y una vez que se le llama, viene.
—¿No podía usted enseñarme a ver sin llamar al aliado?
—No. Para ver hay que aprender a mirar el mundo en alguna otra forma, y la única otra forma que conozco es la del brujo
[...]

Le supliqué a Don Genaro que me contara su primer encuentro con su aliado.
—Era yo joven cuando me enfrenté por primera vez con mi aliado —dijo al fin.— Recuerdo que fue en las primeras horas de la tarde. Yo había estado en el campo desde el amanecer e iba de vuelta a mi casa. De repente, el aliado salió y se interpuso en mi camino. Me había estado esperando detrás de una masa y me invitaba a luchar. Yo iba a salir corriendo, pero me vino la idea de que yo era lo bastante fuerte pare enfrentarme con él. De todos modos tuve miedo. Un escalofrío me subió por la espalda y mi cuello se puso tieso como tabla. A propósito, ésa es siempre la señal de que uno está listo; digo, cuando el cuello se pone duro.
—¿Qué pasó cuando agarró usted a su aliado, don Genaro? —pregunté.
—Fue una gran sacudida —dijo don Genaro tras un titubeo momentáneo. Parecía haber estado ordenando sus pensamientos. —Nunca imaginé que sería así —prosiguió.— Fue algo, algo, algo... como nada que pueda yo decir. Después que lo agarré, empezamos a dar vueltas. El aliado me hizo dar vueltas, pero yo no lo solté. Giramos por el aire tan rápido y tan fuerte que yo ya no veía nada. Todo era como una nube. Dimos vueltas, y vueltas, y más vueltas. De repente sentí que estaba parado otra vez en el suelo. Me miré. El aliado no me había matado. Estaba yo entero. ¡Era yo mismo! Supe entonces que había triunfado. Por fin tenía un aliado. Me puse a saltar de alegría. ¡Qué sensación! ¡Qué sensación aquélla! Luego miré alrededor para averiguar dónde estaba. No conocía por ahí. Pensé que el aliado debía haberme llevado por los aires para tirarme en algún sitio, muy lejos del lugar donde empezamos a dar vueltas.

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El factor demonológico en la ufología (III)

La ufología es vista en las religiones organizadas como una herejía moderna mientras que en el entramado académico es degradada como una pseudociencia estudiada por individuos con rasgos esquizoides y con lamentables sesgos paranoicos. Pero dentro de la ufología misma, existen serias dificultades para concordar en la naturaleza del área de estudio: algunos sostienen que su foco es estrictamente tecnológico, otros se concentran en sus aspectos paranormales o aun psíquicos y unos pocos en sus consecuencias sociales y religiosas. Ya en su momento, nuestro prestigioso John Keel había concluido en que “la ufología sigue siendo un pequeño y triste pasatiempo para un diminuto grupo de personas gravemente inadaptadas.”

Con su lema: “Not an authority on anything” (no siendo una autoridad en nada), Keel observó algo interesante en la década de 1970 y que conserva una vigencia insoslayable entre los ufólogos modernos: un investigador puede independizarse del reduccionismo materialista y adoptar una visión hilozoica de la realidad; con mucho más esfuerzo y apoyándose en concepciones esotéricas puede considerar la hipótesis ultraterrestre —hoy mal denominada: interdimensional,— como Håkan Blomqvist que en su obra Esotericism and UFO research (en sueco: Gudarna återvänder: UFO och den esoteriska traditionen) concibe conectar los OVNIs al ocultismo de las obras de Helena Blavatsky. Pero muy pocos ufólogos lograrán dar el salto último, rasgando el velo por completo al desprenderse de la visión antropocéntrica de la realidad: Keel había notado que sólo Gordon Creighton, Jerome Clark y, con algunas reservas, el astrofísico francés Jacques Vallée habían logrado tal proeza mental. (1)

Es probable que el doctor Vallée tuviera algunas dificultades en dar rienda suelta a las conclusiones demonológicas que detona la hipótesis ultraterrestre —sobre todo, si le consideramos como el interlocutor designado de un Colegio Invisible de científicos,— pues si la pirámide alimenticia tiene un escalón adicional y la posición de la humanidad está localizada en los pisos intermedios, ¿por qué no debiéramos considerarnos como alguna clase de alimento para una raza superior de entidades? En la introducción de su libro del año 1974 escribía:
Los objetos que estábamos investigando no eran espectaculares, pero la reacción que produjeron entre los científicos franceses en esa época fue algo que me fascinó. En vez de preguntarse si esos objetos que, además de que podían maniobrar y parecían “imposibles,” podrían ser la manifestación de alguna tecnología muy avanzada (y en algunos casos bien podía haber sido terrestre), en lo único en que pensaron fue en suprimir su manifestación. Esos científicos lograron tal cosa negando todas las observaciones, achacándola a aeroplanos cuando la documentación era inexpugnable y destruyendo los datos cuando se les demostró que ningún aeroplano podía haberse comportado como lo hacían tales objetos.

La perspicacia que obtuve de esa temprana experiencia con el escepticismo científico resultó para mí valiosísima, ya que me puso en contacto con cierto número de hombres de ciencia que, al igual que yo, deseaban conocer la naturaleza del fenómeno OVNI y estaban dispuestos, en una forma especial, a determinar si sus orígenes eran imputables, o no, a alguna inteligencia. Con el transcurso del tiempo este grupo ha crecido. En forma un poco extravagante, se autodenomina “El Colegio Invisible.”
Fotograma del film Encuentros
Cercanos del Tercer Tipo
De Jerome Clark conocemos su enciclopédica y meticulosa obra The UFO Book y tan solo podemos agregar una reseña estéril de su experiencia extraordinaria a través del relato autobiográfico del doctor Vallée: (2)
Fuimos hacia un bar de la zona, pedimos cerveza y discutimos sobre la historia de los ovnis, un tema que Jerry Clark conoce bien. Ha investigado la ola de 1897 en detalle y con verdadero talento. Lo insté a escribir un libro con Don [Donald B. Hanlon], e invitar a algunas autoridades del folclore a escribir un prólogo. La conversación se encausó hacia la experiencia que vivió Jerry:
— ¿Cuál fue tu primera impresión cuando viste a esa entidad? —le pregunté.
— Pensé: '¿Qué? ¿Eso es todo?' respondió, aparentemente desconcertado por una reacción que evidentemente fue profunda y genuina.
— Pero, ¿por qué el terror?
Nunca pudimos aclarar este punto: sorpresivamente una joven se unió a nuestra discusión y nos llevó a un debate sobre la revolución hippie y el uso de las drogas recreativas.
El investigador británico Gordon Creighton, dada su cercanía diplomática con las agencias secretas gubernamentales, tuvo acceso irrestricto a material militar y de seguridad nacional, analizando los casos más graves del fenómeno de abducción extraterreste, esto es, cuando la víctima no era regresada. En una entrevista televisiva indicaba:
— [...] descubrimos en la mucha evidencia que poseemos que las personas abducidas fueron maltratadas, lastimadas y torturadas; tenemos mucha evidencia de casos de abducidos que fueron asesinados, que fueron gravemente quemados por la radiación de rayos desconocidos e incluso gente que fue secuestrada repentinamente por OVNIs y jamás se volvió a saber de ellos. Nada de esto, me parece a mí, coincide con el comportamiento de seres benevolentes y, por lo tanto, no me sorprende las actitudes reservadas de los gobiernos. No es extraño que las agencias de seguridad eviten hablar al respecto y no es porque tenga una opinión crítica hacia el gobierno. Creo que es un asunto muy serio, y también creo que no es algo que pueda exponerse a la atención de todos.
—En otras palabras, ¿me está diciendo que hay un plan deliberado para mantener esto alejado del público en general...?
—Estoy seguro de ello y pienso que fue una decisión sabia. Porque si el público supiera lo que sé del fenómeno OVNI, por haberlo estudiado durante tantos años, la gente dejaría de vivir tranquila. Tenemos muchos casos registrados de mutilación de ganado. Me alegra pensar que habrán terminado como alimento para estos seres y que no intenten obtener un alimento rico en proteínas de otra manera que podría ser algo realmente alarmante para nosotros. [...]
—O sea que intencionalmente, ¿ellos vienen aquí a faenar ganado u otros animales?
—Tenemos otros casos preocupantes... casos perturbadores... porque desconocemos las implicancias... donde estos seres intencionadamente extraen sangre de personas y otros casos, los más inquietantes, donde se extrae semen de individuos y óvulos en mujeres... y hay varios casos también de violaciones sexuales...
John Keel había asociado este comportamiento inquietante —o en las palabras adecuadas: psicopático, dado que los seres extraterrestres muestran la misma desconsideración que nosotros aplicamos con los animales que consumimos,— a la idea cristiana de demonios, mientras concluía su investigación en Point Pleasant que dio origen a su obra literaria quizá más excelsa: The Mothman Prophecies, un brillante documento ufológico que, en ciertos pasajes, pareciera rememorar historias de demonología medieval y de literatura gótica clásica. Más tarde, Jacques Vallée en su Pasaporte a Magonia, lograba la vuelta de rosca definitiva al enlazar la manifestación moderna OVNI y la Alta Extrañeza con el folklore tradicional y las narraciones legendarias: los humanoides Grises no se diferencian en nada a los duendes y hadas, ni los relatos de changelings (los «niños cambiados») discrepan de los híbridos extraterrestres. Pronto y por separado, ambos investigadores conectaron las religiones organizadas como un producto ultraterrestre para el control de masas,(3) con dos objetivos yuxtapuestos: la devoción a través de ceremonias y rituales como recurso energético psíquico, y los sacrificios humanos, como alimento material; en el cap. XV de Our Haunted Planet, Keel explicaba:
En tiempos antiguos, los ultraterrestres establecieron religiones entre humanos adoctrinados que, si bien parecían ser deidades benevolentes, introdujeron la práctica de hacer sacrificios humanos. Este rito bárbaro fue común durante miles de años en toda Europa, Asia, el Pacífico y América del Sur. Solo los mejores ejemplares de la tribu eran aceptados para el sacrificio: bellas jóvenes vírgenes y hombres musculosos. En la mayoría de las culturas, las víctimas eran voluntarias: de hecho, era un gran honor. Eran agasajados antes de que se los condujera a un lugar alto sagrado o la cima de una pirámide. En algunas culturas, eran llevados a una isla sagrada y se los dejaba allí. Al siguiente mes o año, cuando la tribu regresaba con nuevas víctimas de sacrificio, las anteriores ya había desaparecido sin dejar rastro alguno.

El sacrificio físico continuó en los tiempos bíblicos y persistió en algunas culturas hasta hace pocos siglos. Las brutales inquisiciones de la Edad Media reclamaron millones de víctimas e incluyeron desapariciones masivas de personas que, presumiblemente, fueron arrastradas a alguna mazmorra para no ser vistas nunca más. Hombres encapuchados golpearon las puertas en medio de la noche y arrastraron a familias enteras.

La historia demuestra que los ultraterrestres necesitan seres humanos como un recurso físico. En el pasado estuvimos a su merced a estas exigencias de especímenes humanos. Sin embargo, los tiempos han cambiado y sus métodos son ahora más sutiles. Miles de personas desaparecen anualmente sin dejar rastro (sin contar los cientos de miles que están huyendo de la ley, los acreedores y sus cónyuges). Una vez explotaron a la raza humana disfrazados de dioses benevolentes que vivían en las colinas; ahora nos explotan a través del mito moderno de visitantes extraterrestres de estrellas distantes.
El doctor Vallée no estuvo totalmente convencido de considerar a los ultraterrestres como seres de Cuarta Densidad —es decir, de fisicalidad variable: pudiendo adoptar temporalmente distintas configuraciones o apariencias en nuestra realidad física— y en todas sus obras barajó la posibilidad que fueran humanos tecnológicamente avanzados: el sistema de control podía ser una herramienta de un Gobierno Secreto Mundial o del famoso Complejo Militar-Industrial o de seres (físicos) con significativos adelantos técnicos en otra hebra de tiempo, pero difícilmente ultraterrestres: la posibilidad de vida en otro soporte de la materia era quizá excesivamente marginal o la Navaja de Ockham demasiado filosa. Sin embargo, de lo bienintencionada que fue siempre su búsqueda y de la pureza de su razonamiento surge un comentario muy válido en su libro Confrontations: A Scientist Search for Alien Contact (cap. VI: Lessons in humility): (4)
Otra importante lección de esta experiencia se refiere a la inutilidad de la Navaja de Occam: esta expresión se aplica a la escuela de pensamiento en las Ciencias que establece que no se debe apelar por una hipótesis compleja cuando una más simple puede ajustarse. Ahora bien, todo depende, claramente, en lo que se considere por “simple.” La teoría esférica de la Tierra, que gira alrededor del Sol, con más de catorce movimientos diferentes, es increíblemente más compleja cuando se compara con la elegante teoría de la Tierra plana y fija, con el Sol y los cuerpos celestes como candiles sostenidos por simpáticos querubines.

Occam se topó con una dura barba... En la investigación OVNI, como en otros campos de las Ciencias, con frecuencia se debe hacer a un lado a la Navaja de Occam y aceptar la frustrante complejidad subyacente en nuestra realidad física: y aun más compleja, la realidad de los humanos que habitan en ella.
Los siguientes libros de Keel, el meticuloso trabajo en Flying Saucer Review de Creighton e incluso, en una menor medida, los libros de Brinsley Le Poer Trench cobijaron la clara hipótesis que el fenómeno, mal denominado extraterrestre, era la punitiva incursión, desde tiempos prebíblicos, de un nivel de realidad superior que interfería, y aun interfiere, en nuestra realidad física para sembrar caos y confusión, y evidentemente para cosechar “algo.” Robert Monroe, si bien jamás incursionó en ufología, se topó en sus primeros viajes “fuera del cuerpo” con unos extraños visitantes que lo asediaban por la noche; este es un compendio citado por el doctor Vallée de sus registros del 9, 16 y 30 de Setiembre de 1960, y originalmente aparecen en su libro Journeys out of the Body. En la actualidad, se conoce este fenómeno como Visitantes de Dormitorio: se especula que una serie de entidades ordeñan energéticamente la libido humana durante el reposo nocturno, lo que trae aparejado una pesadilla, terror nocturno o depresión matutina como resultado de cada extracción:
9/9: De pronto me sentí bañado y traspasado por un rayo poderoso [...] Estaba completamente impotente, a total merced de una fuerza muy poderosa. Lo que haya sido tenía una inteligencia en una forma que estaba más allá de mi comprensión e ingresó (¿a través de un rayo de luz?) en mi cabeza, justo por encima de la frente, de manera implacable y sin consideración alguna. Parecía estar cumpliendo una labor rutinaria, buscando algo específico en mi mente.

16/9: El mismo sondeo impersonal, la misma impotencia [...] De alguna forma sentía que le había dado mi permiso para ordeñarme: yo estaba en la Tierra para hacer un trabajo, algo no necesariamente gratificante [...] Tuve la sensación que unos enormes tubos, antiguos y rústicos, por donde una sustancia muy superior al petróleo y vital para estas entidades, era transportada hacia alguna parte (no en este planeta material). [...] Otra vez, la visita terminó y esta fuerza inteligente se retiró rápidamente. Me incorporé, me sentía deprimido y de alguna forma sucio: entré al baño de mi casa, y de hecho sentí que debía lavarme las manos después de trabajar (aunque tenía las manos limpias).

30/9: El mismo patrón que el 16 de Setiembre. Otra vez, estaba aquella sensación de ser el encargado de la estación de bombeo. La entidad se acercó a través de un rayo de luz. De nuevo hurgó en mi mente, esta vez incluso pude ver que controló específicamente mi aparato respiratorio. Entendía que la entidad estaba buscando alguna sustancia que le permitiera respirar en la atmósfera terrestre, y observé una imagen (en mi mente) de una bolsa, posiblemente de dos por tres pulgadas y una pulgada de grosor, colgada de su cinturón, junto a la frase “así es como ahora respiramos.” Esto me dio coraje para tratar de comunicarme: mentalmente pregunté quiénes eran, y recibí una respuesta que no pude traducir ni entender. [...] Parecía que se elevaban en el cielo mientras les gritaba y suplicaba. Luego estuve seguro que su mentalidad e inteligencia estaban mucho más allá de mi comprensión. La de ellos era una inteligencia fría e impersonal, carente de emociones de amor y compasión que nosotros como humanos tanto respetamos; sin embargo, esa puede ser la prepotencia que nos comunica la Biblia. Visitas como éstas en el pasado de la humanidad bien pueden haber sido la base de nuestras creencias religiosas. [...]
Para concluir, traducimos un recorte hallado por el recientemente desaparecido ufólogo español Ignacio Darnaude que agrega una notable perspectiva, desde el magisterio sufista, asociando a los Djinns o Genios (en árabe: جن, yinn), con los ultraterrestes;(5) en particular, recomendamos la lectura del libro de Charles Upton, Cracks in the Great Wall, una obra escatológica que conecta varias piezas del rompecabezas metafísico con el fenómeno ufológico:
Durante una conferencia privada de musulmanes celebrada en Londres el 6 de junio de 1985, se le efectuó una pregunta sobre los OVNIs a una distinguida figura religiosa islámica de Turquía, el sufí Sheik Nazim Effendi de la Orden de Derviches Naqshbandi. Con gran sorpresa para el público presente —la mayoría de los cuales desconocía por completo el tema,— se embarcó en una discusión notable e impartió información de la mayor importancia.

Dijo que los Jinns (Genios) son los operadores de estas naves, que comparten este planeta con la humanidad, aunque son mucho más antiguos que el hombre, manteniendo a la raza humana en total sujeción y esclavitud, causando deliberadamente toda clase de guerras, conflictos, desastres y disturbios, mientras que la dormida humanidad sigue siendo totalmente inconsciente de lo que está sucediendo, y lo triste de su situación.

Como han hecho otros líderes sufíes en los últimos años, habló del poder satánico que reina en este tiempo y, en particular, de la difusión del materialismo ateo. Además de la constante infiltración de todas las sociedades humanas, de todos los gobiernos y de todas las religiones, por elementos demoníacos que trabajan para la caída del hombre, de modo que es posible verlo en las protestas de Irlanda donde católicos se asesinan en gran número entre ellos, en los asesinatos entre los budistas y tamiles hindúes en Sri Lanka, en los actos atroces entre cristianos y musulmanes, y ahora incluso ¡en que musulmanes asesinan a otros musulmanes!

Todas estas cosas, dijo, son indicios de la decadencia y la degeneración, y formaban parte de los Signos de los Tiempos. Cuando se le preguntó sobre el papel de algunos de los denominados líderes “religiosos” en Irán y en otros lugares, y sectas fanáticas bajo su influencia —que están detrás de estos acontecimientos en Irán y en Líbano,— confirmó que estos elementos están bajo la impronta demoníaca, es decir, bajo la manipulación de los Jinns, y que también tienen un sesgo político en una dirección determinada.

Al igual que mayoría de los líderes sufíes en los últimos años, Sheikh Nazim Effendi —cuyo mentor fue el famoso Sheikh Daghestani de Damasco— espera que el Fin de esta Era vendrá pronto, y observa esta inusual “actividad OVNI” en el planeta conectada con la preparación de los dramáticos acontecimientos que se prevén que ocurrirán en los últimos años del siglo, lo que dará lugar al derrocamiento del Poder Satánico, pero que también traerá consigo la aniquilación de una gran parte de la población mundial en diversas áreas del globo.
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El folklore, los aliens y las religiones teocráticas

Cada ser humano posee un sentimiento íntimo sobre la realidad en la que vive. Las religiones, o más bien, el enfoque que éstas pueden ofrecer, son el reflejo de tal sentimiento. Si nos situamos en la cultura oriental, el Shintoísmo al igual que nuestro Cristianismo pretende vivir en armonía con los espíritus; en cambio, en el Taoísmo y en ciertas ramas del Budismo, se establece una postura más radical como la ofrecida por el Gnosticismo y el Maniqueísmo.

El punto en cuestión parece ser siempre si el tributo que ha de pagarle el ser humano a los dioses puede ser negociado en cómodas cuotas —con veneración y sometimiento, por medio de sacrificios simbólicos o materiales,— antes que sea aplicada una forzosa retención unilateral del impuesto emocional que se manifiesta, casi siempre, como un abrupto cambio de suerte a través de un desgraciado incidente sentimental, económico o corporal.

Los servicios religiosos de las distintas corrientes cristianas consisten en programar ceremonias grupales, en particular los días Domingo, en los que se pretende la comunión con entidades benignas, protectoras y redentoras de la humanidad, representadas en el catolicismo como vírgenes, santos y mártires; en particular, hallamos el sacramento de la eucaristía donde se consagra pan y vino, un ritual que se arrastra desde los primeros versículos bíblicos cuando un extraño personaje aparece, sin pasado ni linaje, para iniciar al que será conocido como el patriarca Abraham (en hebreo: אַבְרָהָם) dando origen, o tan sólo nueva apariencia, a las religiones teocráticas (Genésis 14:18): “Y Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, le llevó pan y vino a Abram.” No debiera desestimarse que estas dos particulares ofrendas sean las mismas que más tarde se le atribuyen neotestamentariamente a Jesús durante la supuesta última cena.(1) Y subrayamos la idea subyacente del “tributo” simbolizados en la comunión a través de los alimentos como algo llamativo y quizá preocupante; del libro Extraterrestrials Among Us, un esclarecido George C. Andrews nos comenta:
La proyección de energía psíquica que periódicamente emanamos en forma de devoción religiosa puede ser como la miel que fortalece y sostiene a las deidades a la que se dirige la ceremonia. En esta etapa de nuestro desarrollo, la adoración ciega ya no es lo que se busca, sino la comprensión consciente de nuestra relación simbiótica con las entidades multidimensionales que plantaron a nuestros antepasados ​​en este planeta.
La corriente Shinto japonesa promulga la veneración de los espíritus de la naturaleza: los kami (en japonés: 神), entidades a las que se les ofrece tributo, veneración y ceremonias para que logren apartar y proteger de la frecuente ira de los demoníacos tengu y yōkai (respectivamente: 天狗 y 妖怪) seres antropófagos que acostumbran a poseer personas, en especial jóvenes y niñas, para comunicarse a través de ellas. Curiosamente, en occidente, las apariciones marianas también surgen alrededor de Contactados preadolescentes —por ejemplo, los fenómenos ufológicos confundidos como apariciones de la Beata Virgo Maria de Fátima y Lourdes— refuerzan la idea que el fenómeno extraterrestre tiene particular predilección por vírgenes, sospechamos, para acelerar o desencadenar su Síndrome Kundalini con el fin de nutrirse con su energía vital e incluso manifestarse a través de ellas. Las palabras de John Keel pueden leerse con cierto desasosiego pues se agitan con la severidad de la certeza:
Como la mayoría de los investigadores OVNI, he leído las Sagradas Escrituras cuidadosamente varias veces. En vista de lo que ahora sabemos, o sospechamos, sobre la ufología, muchos de los relatos bíblicos de cosas en el cielo adquieren un nuevo significado e incluso corroboran algunos de los fenómenos que suceden hoy en día. Se les dio una interpretación religiosa en aquellos tiempos antiguos cuando todos los fenómenos naturales y todas las catástrofes se culparon a un Ser Superior.
Tengu de Kawanabe
Kyosai, obra del s. XIX;
notar las semejanzas con los
farfadets del folklore francés
En las historias del folklore japonés, los híbridos han'yō usualmente nacen de relaciones amorosas entre los humanos y los yōkai. Este extraño vínculo también se observa en el Islam —palabra cuya semántica es sumisión o posternación— con los sombríos genios del Koran: la Sharia o Ley Musulmana dedica una parte a regir la herencia de descendientes producto de relaciones maritales entre humanos y djinns (en árabe: جن), pues se da a entender que los híbridos no pueden habitar por mucho tiempo nuestra densidad física; en Daemonolatreiae (Demonolatry) de Nicholas Remy leemos:
Una de las cuestiones que resultan más penosas de entender es el bronco silbido que estos niños emiten en lugar de llorar, su andar atolondrado y su manera de buscar en lugares ocultos... Debemos confesar que los demonios intervienen activamente y se introducen en las madres o en sus hijos no natos dotándoles de poderes que son completamente sobrenaturales.
Otro interesante sincronismo lo hallamos de la mano del folklorista Lafcadio Hearn quien en su obra Glimpses of Unfamiliar Japan comenta que “las historias de posesión indican que hablaban y escribían en idiomas que ellos no conocían antes de ser poseídos.” Nos resulta entonces llamativo que entre los cristianos aun se valore el misterio de hablar en lenguas ignorando los riesgos de posesión espiritual que corren los extasiados glosolaliastas. Como corolario, invitamos a la siguiente reflexión del esclarecedor artículo de Bronte Baxter sobre la Unificación de la Nueva Era donde menciona:
La Guerra de los Principados de la Luz y la Oscuridad no son otra cosa que una estratagema del policía bueno y del policía malo, pero llevando el juego a niveles celestes. Muy semejante a la eterna guerra irreal entre los demócratas y los republicanos: una cortina de humo diseñada para velar donde efectivamente la acción real ocurre. Tanto Lucifer como Jehová están del mismo lado: buscando el control de la humanidad; los “dioses” y “demonios” de la India se encuentran en idéntico bando. Mientras que la humanidad ofrezca su loosh [energía vital] a los mundos [hiper]dimensionales, ya sea través de la adoración o el sufrimiento, en la Cuarta Densidad están todos contentos.
Deteniendo el tour de force religioso e intentando centrar nuestro marco de estudio en la ufología no es difícil deducir que el sistema de control, por medio de una aplicación metódica, sistemática y prolongada ha fermentado desde los mitos folklóricos un producto más elaborado y refinado: el devocionalismo ceremonial. Douglass Price-Williams, profesor del departamento de psiquiatría de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) —uno de los ocultos miembros del Colegio Invisible que encabezaba el ufólogo francés Jacques Vallée, a quien había compartido de su detallado análisis de mitos— concluyó en que la base de datos sobre avistamientos y encuentros cercanos con OVNIS mostraba una “estructura de «onda» como un patrón de aprendizaje no cíclico [que] parecía un programa de refuerzo [y] que podría llevar a la retención de imágenes y a cambios irreversibles en el marco mitopoéico de la humanidad.” Pero fue a partir del estudio de las teorías del compositor y ufólogo francés Paul Misraki y la monumental obra del antropólogo Evans-Wentz: The Fairy-Faith in Celtic Countries que el doctor Vallée concibió un corolario de inquietudes que desenmascara el origen alienígena de las religiones organizadas: (2)
¿Cuál puede ser el propósito para tan elaborado engaño a escala mundial? ¿Quién puede darse el lujo de inventar un esquema tan complejo, para tan aparentemente pequeño resultado? ¿La imaginación humana es capaz por sí sola de producir estos trucos? ¿O deberíamos establecer una hipótesis que una raza avanzada en algún sitio del universo o quizá en algún momento del futuro ha estado elaborando representaciones teatrales tridimensionales por los últimos dos mil años, en un esfuerzo de guiar a nuestra civilización? ¡Si así fuera, seguramente no se merece nuestro agradecimiento!
Muchos de los cuestionamientos del doctor Vallée encuentran respuesta si consideramos a los fenómenos anómalos aéreos como parte de un proceso de programación planetaria para la obtención de algo, en un principio digamos de “manera voluntaria,” que se requiere del animal social que es el Hombre. El adoctrinamiento, además de la teatral representación que las presuntas naves extraterrestres pueden orquestar para sus renuentes espectadores, tiene aristas adicionales entre los Contactados, ya sean médiums con un moderado séquito de acólitos,(3) representantes de flamantes nuevas religiones, o casos puntuales de alta extrañeza, a veces denominados Contactismo Silencioso,(4) requisito ineludible para impartir correctivos hiperdimensionales ante una posible insurrección gnóstica de algún peregrino que comience a abrir los ojos. El investigador Thomas Minderle expone en su libro Transcending the Matrix Control System:
Debido a que las fuerzas hostiles hiperdimensionales tienen un interés personal en mantener la ignorancia sobre la existencia del Sistema de Control, pueden tomar medidas extraordinarias para suprimir cualquier factor de inestabilidad que podría develar su naturaleza detrimental y su capacidad de manipulación, afectando así su fuente alimenticia: el suministro de energía emocional o Loosh. Cualquier persona que inicie el proceso del despertar, recuperando su poder personal e incrementando su libertad individual, es seleccionada de manera inmediata como blanco para ataques encubiertos. El objetivo buscado es someterla nuevamente a la ignorancia, dejarla expuesta e indefensa, o eventualmente, contribuir a su autodestrucción.

Cuando se produce un impulso hacia la libertad personal, una fuerza igual y opuesta se pone en movimiento, que atrae hacia el individuo diversos sincronismos negativos para desencadenar ataques puntuales y descompensar así su impulso hacia la libertad. Estos incluyen situaciones que tienen por objeto inducir miedo, distracción, sufrimiento, duda, depresión, indulgencia hacia bajos impulsos, y comportamiento auto­destructivo.
El sociólogo francés Bertrand Méheust,(5) subrayó la teatralidad de estas experiencias de contactismo: las abducciones están presentes en el remanente arcaico colectivo y se articulan como dramáticos eventos ofrecidos a una reducida y particular audiencia —como los sucesos relatados por el granjero brasileño Antônio Vilas-Boas o por el matrimonio estadounidense Betty y Barney Hill— pero difíciles de ser explicados o transmitidos al resto de la humanidad, como fue el caso de Moisés al bajar del monte Sinaí. Al diseccionar estos acontecimientos, cuya primera apariencia sugiere la representación de naves futuristas y tecnológicamente superiores, se observa que decantan en elementos que nos remontan a una imaginería más antigua: hacia temas del folklore medieval o aun, hacia crónicas bíblicas y narraciones legendarias. No es casual que los encuentros cercanos se produzcan casi siempre al costado de un camino poco transitado pues precisamente era allí donde los demonios precristianos, los farfadets,(6) diablos sin rostro y siniestros encapuchados emboscaban a los desventurados viajeros. Y es no menos llamativo que todas las supuestas abducciones extraterrestres siempre posean un trasfondo sexual; el joven desaparecido ufólogo Mac Tonnies desencadenaba esta interesante cuestión en su libro póstumo The Cryptoterrestrials (cap. The Abduction Epidemic):
Un motivo central en los informes sobre abducciones, como también en los relatos folklóricos de secuestros por seres no humanos, es el objetivo de producir un vástago “híbrido,” un niño humanoide con la posibilidad de actuar como puente entre la sociedad humana y la exógena. [...]

El “programa de hibridación” recopilado de estos casos implica algo alarmante: su avanzado conocimiento en genética. Si ellos fuesen un aspecto desconocido de nosotros mismos, su habilidad en la genética no tendría que adelantarse a la nuestra propia. Y lo que se vislumbra más enervante es que seamos genéticamente compatibles. [...]

Bajo la hipótesis criptoterrestre, el “programa de hibridación” bien podría consistir en desarrollar híbridos “réplicas,” adaptados a tareas orientadas a la supervivencia, como ser infiltrarse en la sociedad humana. Y esto plantea una más interesante inquietud: si los típicos encuentros cercanos involucran criptoterrestres parecidos a los humanos, como los Grises, ¿quién puede decir que no habría una galería de villanos progresivamente más extraños al acecho detrás del telón?
Marshall Vian Summers denomina a parte de este vasto plan de adoctrinamiento global como el programa de pacificación; a nuestro criterio este plan incluyó además la incorporación de paradigmas mentales como el principio de escasez que se introdujo junto al monoteísmo. En el libro The Curse of Cain: the violent legacy of monotheism (La Maldición de Caín: el legado violento del monoteísmo), Regina M. Schwartz prologa:
¿Pero por qué la violencia? ¿Por qué el clamar por una identidad colectiva es tan importante como para generar violencia? He hallado una respuesta a esta pregunta en el principio de escasez que infecta a todo el pensamiento sobre pertenencia. Cuando algo es escaso se debe competir por ello: por la tierra, por la prosperidad, por el poder, por el favoritismo, incluso por la propia identidad. En muchas narraciones bíblicas, el único Dios no es imaginado como un dador infinito, más bien como extrañamente miserable. No todos reciben la bendición divina; muchos son maldecidos —con escasez, miseria, enfermedad, agonía y muerte— como si hubiese un bloqueo cósmico a la prosperidad. Y es aquí, en el principio trágico de la escasez, que encuentro problemático aquello que el legado del Antiguo Testamento le ofreció a nuestra cultura. Aunque me he sentido alentada al encontrar algunos destellos de abundancia en el monoteísmo —como cuando cae maná del cielo para alimentar a todos— esos momentos no han proporcionado el mismo empuje a nuestra política, a nuestra cultura o a nuestra imaginación como sí lo ha hecho el principio de la escasez. La escasez fue codificada en la Biblia junto al principio de Unicidad (una tierra, un pueblo, una nación) y en el pensamiento monoteísta (una Deidad), se convierte así en una demanda de lealtad exclusiva que amenaza con la violencia de la exclusión. Cuando ese pensamiento es trasladado a las formaciones seculares de personas, “una nación bajo un único Dios,” se vuelve menos reconfortante que amenazante.
El amable lector llegado a este punto pretenderá sin duda que elaboremos alguna conclusión... ¿la habrá? Nos permitimos concluir citando a Michael Topper, autor de varios artículos de la colección de libros Matrix, para que cada individuo realice su necesaria e imprescindible labor personal:
En las densidades superiores, “Consciencia” es el nombre del juego. Esto sencillamente quiere decir que en los niveles superiores de existencia, sean de orientación positiva o negativa, todos comprenden que el negocio de todo ser y la existencia de todo lugar está en función de la Consciencia... estando más y más “alerta.” Estar despierto se relaciona con la “densidad de consciencia,” por así decir.

Las entidades negativas consiguen mayor nivel de consciencia al “ganar peso” por medio de la asimilación de otras unidades conscientes. [...] Las entidades positivas piensan de otra forma: al integrar dentro de su conocimiento a los demás seres —el hecho de reconocer la consciencia de otro ser— éstos formarán entonces parte de la propia consciencia; luego, reconocer la Pluralidad de la Creación es crecer en Consciencia. [...] Los seres negativos desarrollan un juego de dominación, subyugación y absorción de otras consciencias en un solitario “Uno.” Pero ellos comprenden que la absorción completa sólo es posible a través del convencimiento de las otras consciencias: que otros deben elegir el camino del “engrandecimiento del ego.” Una “comida” reacia no es nutritiva, y se transforma en veneno para la consciencia que trata de asimilarla. [...]

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El paradigma del Loosh y las potestades teocráticas

Entender a la humanidad como un mero experimento de una raza de consciencia superior es, para ponerlo en una única palabra, incómodo. Defenestra nuestra concepción antropocéntrica de la realidad, quitándonos la corona soberana que nos ciñeron en los primeros versículos del Génesis; es más, nos rebaja a la misma altura con la que consideramos a los animales y vegetales de los que nos alimentamos o con los que experimentamos.

Pensar en la existencia de entidades que gocen de mayor libertad de la que poseemos y que ésta sea usada en pos de nutrirse o investigar con nosotros resulta inquietante; es indiscutiblemente más sencillo creer en un relato como el de las Sagradas Escrituras... allí se nos trata mejor, se nos coloca en el lugar adecuado para nuestra paz de espíritu: ¡somos los soberanos de la creación! Baste inclinar la cabeza, cumplir con algunas leyes, no trabajar en día sábado y ante cualquier inconveniente, ofrecer algún sacrificio de sangre. En un contexto que quizá resulte menos histriónico, Mangasar Mangasarian, autor de How the Bible was invented (Cómo fue elucubrada la Biblia), tiene algo interesante que aclararnos:
La Biblia es un libro extraordinario; cualquier libro que declare completa infalibilidad, que aspire a la absoluta autoridad sobre mente y cuerpo, que exija rendición incondicional a todas sus pretensiones so pena de eterna condenación, necesariamente es un libro extraordinario, y uno que, por tanto, debe ser sometido a evaluaciones extraordinarias. Pero no lo es. Ni los sacerdotes cristianos, ni los rabinos judíos aprueban el someter la Biblia a las mismas evaluaciones a las que deben someterse otros libros. ¿Pero por qué? ¿Tal vez esto podría ayudar a la Biblia? Esa no puede ser la razón. ¿Por qué podría dañarla? No se nos ocurre ninguna otra explicación. La verdad es que la Biblia es una colección de escritos de autoría desconocida y fecha incierta, traducidos a partir de dudosas copias de supuestos originales desafortunadamente perdidos.
Sin embargo, existe hoy alguna certidumbre académica sobre el material que pudo haber dado origen al Pentateuco: desde la publicación de la obra Epic of Gilgamesh del asiriólogo George Smith, quien a fines del siglo XIX la tradujo a partir de las tablillas cuneiformes que relatan el Diluvio Universal, en donde se identifica con suma sencillez al Utnapishtim acadio con el Noé bíblico; el aretalogista David Cangá Corozo en su libro La Conspiración del Ángel Gabriel conecta este relato con otros poemas mesopotámicos:
En el Enuma Elish se relatan sucesos cósmicos ocurridos durante la creación del sistema solar, en el Atrahasis se nos relata los sucesos ocurridos desde las actividades de los anunnaki en este planeta antes y durante la creación del hombre, hasta el diluvio, y en la Lista Real Sumeria, se nos dan detalles de las primeras civilizaciones de humanos. Combinando los relatos de estos tres poemas épicos mesopotámicos, se puede armar una historia paralela a la historia de la creación del Génesis bíblico, de hecho, George Smith publicó en el año 1876, su hoy famoso libro “The Chaldean Genesis” (El Génesis Caldeo), en donde sugiere que, por las varias similitudes, el poema épico Enuma Elish, y el Génesis hebreo, se refieran a la misma historia de la creación. Según estas tablillas, hace miles años, de alguna parte —especulamos que del cosmos, o de alguna otra dimensión— llegaron unos seres a la Tierra, con la intención de extraer minerales. A estos seres se les denomina los anunnaki, que significa “aquellos que del cielo a la tierra bajaron.” Los anunnaki estaban regidos por un sistema jerárquico basado en el linaje, en donde el líder de todos era An (Anu), el cual tenía dos hijos: Enlil y Enki, los cuales eran los líderes de la misión planeta Tierra.
El relato del Atrahasis puede resultar más que interesante, sobre todo, si se logra conectar su contenido legendario con la óptica ufológica; de hecho, es un relato que podría considerarse gnóstico e incluso, ponderando su exquisita veta literaria, de un notable trasfondo lovecraftiano: unos seres llegan a la Tierra a realizar ciertos trabajos de “extracción de materiales.” Los había de diferentes categorías: los dioses líderes, entre los que hallamos a Anu, Enlil y Enki, y sus subordinados trabajadores, denominados genéricamente como las deidades Igigi.(1) Después de un tiempo, ocurre una revuelta y estos últimos se quejan de las condiciones extenuantes y rehusan continuar con sus labores; luego que las negociaciones con los Igigi fueran agotadas, Enki resuelve el problema diseñando un obrero especializado, haciendo uso del cuerpo de un Igigi sacrificado desde donde se extraen genes anunnaki, y de Belet-ili, la “diosa matriz,” para que finalmente: “un dios y un hombre se mezclan conjuntamente en arcilla.” Resulta llamativo hallar un punto de contacto con la obra del antropólogo Carlos Castaneda, El Lado Activo del Infinito, cuando Don Juan le dice que, “los depredadores nos dieron su mente, que se convirtió en nuestra mente.” Si leemos el primer volumen de Textos Gnósticos: Biblioteca de Nag Hammadi (cap. Sobre el Origen del Mundo) también nos topamos con algo semejante:
Cuando (los arcontes) hubieron terminado a Adán, (el príncipe) lo colocó en una vasija, pues había tomado la forma de un aborto carente de espíritu. A causa de esto, cuando el gran arconte se acordó de la palabra de Pistis, temió que el hombre verdadero penetrara en su criatura y se constituyera en señor (del arconte) [...]

Llegados cabe Adán, cuando vieron que Eva hablaba con él, se dijeron [entre los Arcontes]: «¿Qué es esta cosa luminosa? Pues se parece a la semejanza que se nos manifestó en la luz. Ea, capturémosla y vertamos nuestra simiente en ella, a fin de que quede mancillada y ya no pueda regresar a su luz. Además, los que nazcan de ella quedarán bajo nuestra obediencia.»
De lograr ver este relato desde una perspectiva ufológica o hiperdimensional podríamos proponer una concepción más amplia: unas entidades extraterrestres arriban a un planeta para explotar sus recursos; estos seres, organizados bajo una férrea jerarquía, envían a sus operarios subordinados a efectuar una labor engorrosa y fatigosa: mientras los dioses superiores permanecen en el plano celestial (en Cuarta Densidad) la labor de los Igigi, en cambio, acontece en la realidad física (en Tercera Densidad). ¿Qué labor es la que extenúa a las deidades Igigi? El Atrahasis nos informa que: “Los dioses tuvieron que cavar canales. Tenían que limpiar los canales, las líneas de vida de la tierra. Los dioses excavaron el río Tigris y luego excavaron el Éufrates.” ¿Es que acaso estuvieran terraformando? La referencia a las líneas de vida de la tierra nos puede conectar rápidamente con las Líneas Ley: las famosas alineaciones energéticas que los druidas denominaban Nwyvre (dragón terrestre) donde encontramos emplazados los antiguos monumentos, las construcciones megalíticas junto a los lugares sagrados. (2)

Robert Monroe, en su libro Far Journeys, hace mención a un planteo semejante: los Sembradores, unas entidades de un nivel de realidad superior, en su afán de obtener un “bien escaso” que se encontraría dentro de las moléculas orgánicas diseminadas a lo largo de la galaxia, realizaron una serie de experimentos biológicos, comenzando por los Cultivos Primero y Segundo, es decir, los Estacionarios o vegetales y los Móviles o animales; este “bien escaso,” denominado Loosh,(3) podía ser recolectado fácilmente en una situación de conflicto, en especial, durante el deceso de un organismo viviente:
Así como el Segundo Cultivo se volvió escaso, los requerimientos energéticos para las unidades Móviles se volvieron una seria restricción en el Jardín de las Deidades. Era frecuente que dos unidades Móviles se vieran en la necesidad de ingerir el único remanente del Segundo Cultivo; y esto creaba conflicto que devino en luchas entre las hambrientas unidades Móviles. Los Sembradores observaron estas luchas, en un principio perplejos con el problema, pero luego con gran interés: ya que a través del conflicto, las unidades Móviles comenzaron a generar grandes cantidades de Loosh, de una altísima puerza.

Fue entonces cuando los Sembradores pusieron una nueva teoría en práctica: alteraron a los Móviles de manera que fuesen más pequeños, pero a su vez que necesitaran alimentarse de otros Móviles o de otra forma perecerían. Esto resolvía el problema de la sobrepoblación de Móviles, pero a su vez se generarían grandes cantidades de Loosh fruto del conflicto y muerte en pos de la supervivencia.
En este paradigma, el conflicto en la vida orgánica de la Tierra —el Jardín de las Deidades, que nuestro John Keel bautizó convenientemente como Disneyland of the Gods,— genera un manantial de energía vital, surgida a partir de la lucha por la supervivencia; estos Sembradores o granjeros cósmicos, equiparon a los animales con colmillos, garras, celeridad y destreza con el fin de prolongar el combate víctima-depredador y así incrementar la recolección de Loosh. Pero finalmente dieron con un prototipo novedoso que les había llevado gran esfuerzo en diseñar y un considerable tiempo en perfeccionar: el Cuarto Cultivo, el ser humano, aquel modelo experimental que superaba a todos los demás Cultivos anteriores:
El Cuarto Cultivo excedió las expectativas de los Sembradores. Resultó en una producción consistente y utilizable de loosh que fue obtenido desde el Jardín. El balance de “vida” operaba de manera perfecta, con el Factor de Conflicto produciendo inmensas cantidades de loosh manando de manera permanente a través de las constantes muertes y destrucciones de todo tipo de organismos: Móviles, Estacionarios y el nuevo Cuarto Cultivo.

Para manejar la recolección, los Sembradores crearon unos recolectores especializados para ayudar durante la cosecha. Crearon entonces canales para recolectar el loosh en bruto desde el Jardín hacia su Residencia. Desde entonces, nunca más se necesitó depender del loosh en estado salvaje. El Jardín [el Plano Físico] fue una fuente inagotable para los Sembradores.

Para optimizar la recolección, los Recolectores generaban turbulencia y caos en la envoltura gaseosa y en el núcleo que forma la base del Jardín. Estas hecatombes tienen el efecto de culminar con la vida de multitudes de sembradíos, dado que son aplastados por los movimientos telúricos, el fuego emanado de los terremotos o el agua que ha sido agitada.
Hallamos entonces una interesante explicación al origen y caída de las civilizaciones humanas, lejos de cualquier cosmovisión antropocéntrica y en línea con el pensamiento gnóstico del cristianismo primitivo. Asimismo, se comprende que el trabajo que despreciaron hacer los Recolectores —los anunnaki: las deidades Igigi del poema Atrahasis— era estar, de alguna manera, “encarnadas” en el plano físico de Tercera Densidad para procesar la materia prima en componentes más elaborados de Loosh: resulta más conveniente diseñar autómatas Estacionarios que conviertan la energía solar en azúcares y luego que otros robots con mayor movilidad, a través de su necesaria subsistencia, cosechen los polisacáridos y sean a su vez alimento de otros autómatas más sofisticados que se nutran de sus reservas grasas y proteicas: con cada herida, fagocitación o muerte, se libera energía sutil aprovechable para los Sembradores —los dioses líderes de la jerarquía extraterrestre— en Cuarta Densidad. Bajo este marco, es fácil comprender las insaciables necesidades de Yahweh y sus tenaces reclamos de sacrificios de sangre; de hecho, también se explican los conflictos, batallas y guerras a los que sometió a su pueblo elegido e ilustran el adecuado mote de El Señor de los Ejércitos.

Prometeo, del pintor barroco
Theodoor Rombouts
(siglo XVII)
Pero al arribar a la explicación del Cuarto Cultivo es natural deducir que el Loosh de alta pureza es, en definitiva, aquello que los psicólogos identificaron como la libido, la pulsión sexual freudiana que más tarde el doctor Carl Gustav Jung señaló como la fuerza o energía psíquica, el pulso vital de la subsistencia, y que, por supuesto, el psicoanalista Wilhelm Reich razonó como la energía orgónica: el qi (chi) de los orientales; en definitiva, el Cuarto Cultivo es el eslabón final en la cadena trófica que completa la “extracción de materiales,” desde los rudimentarios azúcares y almidones de los Estacionarios, las proteínas y grasas de los Móviles hasta la fórmula del Loosh destilado de la humanidad: las energías sutiles que surgen del orgasmo, el sufrimiento, la ansiedad y la melancolía; es más, determinados humanos, abyectos a los ojos del sistema de control alienígena, pueden ser endilgados con ultores o implantes, que operen como disciplinantes cilicios psíquicos. Nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad quizá intenten conectar esta hebra de conocimiento con el acopio y preservación de los hidrógenos sutiles en los centros instintivo y emocional como llave de la ergástula. Monroe, más tarde concluiría en que:
El concepto de Loosh explicó todo claramente. Y lo más importante: declaró el propósito, la razón de todo, el por qué de la existencia física. Este factor se me había escapado durante mucho tiempo. La respuesta del Loosh era simple y evidente. La razón estaba allí, de una manera muy prosaica. Se nos ha facilitado lo que entendemos como civilización pues producimos de hecho algo de valor: Loosh. Si finalmente uno era capaz de superar las barreras emocionales asociadas, era fácil, casi obsceno, entender la razón de nuestra existencia en la Tierra. Una explicación completa sobre la conducta humana y sobre la historia de nuestra civilización.

Loosh es una energía generada por toda la vida orgánica en diversos grados de pureza, la más destilada y potente proviene de los seres humanos —engendrada por la actividad humana que provoca la emoción, la más alta de dichas emociones— el instinto de reproducción y supervivencia.
Al igual que las antiguas enseñanzas gnósticas de las escuelas cópticas tempranas, la moderna New Age observó algo similar al paradigma que presentó Robert Monroe. En su material canalizado, Barbara Marciniak facilitó una explicación sorprendentemente análoga, datando el comienzo de la manipulación genética hace aproximadamente 300.000 años —una fecha cercana a la brindada en las Sesiones Cassiopaea: 309.000 años— que, si se la divide por la medida de un año platónico (25.776 años), se obtiene un guarismo cercano a 12 que representaría, para nuestro momento presente, el fin de una era o ciclo mayor:
La conciencia se comunica continuamente. La conciencia vibra, o puede ser llevada a vibrar, con ciertas frecuencias electromagnéticas. Las energías de conciencia electromagnéticas pueden ser influenciadas para que vibren de cierta manera con el fin de crear una fuente de alimento. Así como podemos preparar y comer las manzanas de muchas maneras, la conciencia también puede ser preparada e ingerida de muchas formas. Algunas entidades, en el proceso de su propia evolución, empezaron a descubrir que, mientras creaban vida y dotaban de consciencia a las cosas mediante la modulación de frecuencias de las formas de consciencia, podían alimentarse; podían mantenerse en control. Empezaron a darse cuenta que era así como el Creador Principal se nutría, el Creador Principal encarga a otros la tarea de crear una frecuencia de consciencia electromagnética que le sirve de alimento. Los nuevos propietarios del planeta tenían un apetito diferente y otras preferencias que los antiguos propietarios. Se nutrían a través del caos y del miedo: esto los alimentaba, los estimulaba y los mantenía en el poder. Estos nuevos propietarios que llegaron hace 300.000 años, son los magníficos seres que se manifiestan en los relatos bíblicos, en las tablas babilónicas y sumerias y en los textos de todo el mundo. Vinieron a la Tierra y volvieron a ordenar a la nativa especie humana. Volvieron a ordenar vuestro ADN con el fin de que el hombre transmita dentro de una cierta banda de frecuencia limitada, cuya frecuencia los pudiera alimentar y mantener en el poder.
La colegiatura rosacruz ya había descubierto este asunto siglos atrás pero lo mantuvo en secreto, sólo revelándolo a sus adeptos más avanzados, seguramente debido al shock ontológico que podía producir en una mente no preparada. Antes de sumergirnos en el análisis de sus conocimientos, quisiéramos parapetarnos previamente en los trabajos de Kyle Griffith, los cuales hemos comentado previamente y vaya nuestra advertencia no porque los consideremos a pies juntillas, sino porque una atenta lectura permitirá observar que las dos facciones que se aprecian en su obra, War in Heaven (Guerra en el Cielo), tienen parecidas tácticas hiperdimensionales, esgrimiendo una espuria consideración por el libre albedrío de los humanos. Si el ojo entrenado puede conectar al Colegio Invisible con las sectas del iluminismo europeo (herméticas, masónicas, rosacruces y demás peculados energéticos), gran parte de nuestra tarea profiláctica podrá entenderse como cumplida. (4)

Bajo la égida de los excelentes trabajos de la acádemica inglesa Frances Yates, el movimiento rosacruz nace durante los siglos XV y XVI en el seno de la religión católica de mano de dos tonsurados renacentistas: Marsilio Ficino y Giordano Bruno; ambos cultivaron sus estudios a la sombra del venerable Corpus Hermeticum, obra del supuesto sacerdote egipcio Hermes Trismegisto —aunque ninguno de los dos se percató que había sido fraguado por monjes cristianos,— con la adición de tratados sobre Kabbalah y Alquimia medieval.(5) Dejando los detalles históricos para otra ocasión, el paradigma rosacruz —a diferencia del masónico que se somete al Gran Arquitecto o Demiurgo— expone a los Decanos, los demonios caldeos o los Señores del Zodíaco, que rigen con frialdad el plano físico a los que se debe apaciguar con frecuentes sacrificios; hoy en día, las órdenes herméticas los denominan Arcontes del Destino, es decir, aquellos que detentan el poder. En definitiva, los Arcontes hacen uso y abuso del ser humano, como un esclavo orgánico diseñado para recolectar y cosechar a través de su experiencia terrena un producto energético útil a nivel cósmico llamado askokin, de similares propiedades al loosh. El desaparecido maestre de la orden rosacruz chilena y director del Instituto Filosófico Hermético, John Baines (Dario Salas Sommer), comentaba:
Si fuéramos dioses perversos o expoliadores inmorales, no podríamos idear nada mejor para hacer trabajar tranquilos a un grupo de esclavos que hacerles creer por medio de hipnosis colectiva que son felices e importantes. Contaríamos con perfectos autómatas de protoplasma que laborarían incansablemente produciendo aquello que a nosotros nos interesara. Por añadidura, estos robots se fabricarían y mantendrían a sí mismos.
Para culminar esta entrega y volver a encausar nuestro análisis bíblico en relación a la teocracia mosaica, en su libro El Hombre Estelar, Baines se refiere a la fallida labor de Moisés durante la liberación de los judíos de su esclavitud en Egipto, puesto que su accionar, haciendo un ritual de invocación mediante el uso de las sagradas artes egipcias, atrajo a una entidad demoníaca a la que, curiosamente, sólo menciona con una Y.:
Todos conocen la aparición de Moisés flotando en una cesta en el río, y su posterior adopción, circunstancia que indujo a engaño a los sacerdotes egipcios de aquella época, quienes tomándolo por egipcio llegaron a iniciarlo en los misterios de la magia ritual, que es un método para hacer vibrar notas claves de la naturaleza y producir así ciertos fenómenos que el operador desea lograr. El estudio de la física atómica nos muestra en teoría que es posible producir cambios o transmutaciones en la materia, por lo que no tiene nada de milagroso que estas mutaciones se lleven a cabo por procedimientos secretos. A pesar de su identificación esotérica con la magia egipcia, Moisés siempre permaneció fiel a la sangre de sus ancestros, por lo cual su más fuerte deseo era el de constituirse en el líder que liberara a su pueblo de la esclavitud, conduciéndolo a la tierra prometida. Guiado por este deseo, Moisés, consciente de las poderosas fuerzas que había aprendido a manejar, concibió una audaz idea: realizar un pacto o alianza mágica con un ángel, criatura divina que se encargaría de darle el poder y la ayuda del cielo para salvar a sus hombres.

Después de una larga preparación llevó a cabo, en la más profunda soledad, la ceremonia ritual con las palabras mágicas e invocaciones correspondientes. En medio de impresionantes fenómenos atmosféricos y telúricos hizo su aparición un ser de impresionante presencia, que hizo temblar de pánico a Moisés por la tremenda fuerza que proyectaba. Jamás sabremos ni nos será posible imaginar las condiciones en las cuales se llevó a cabo el pacto entre el hombre y el cielo. El ángel accedió a todo lo que Moisés le solicitaba y prometió su ayuda, exigiendo en cambio una irrestricta obediencia. Le reveló su nombre que era Y., y le pidió que en señal de unión todos sus seguidores debían experimentar una pequeña operación quirúrgica de tipo ritual, con leve derramamiento de sangre. Todo hombre que pasaba por esto llegaba a ser hijo de Y. La sangre que se derramaba sellaba este pacto.

A partir de este día, Moisés, revestido de un poder sobrehumano comienza a realizar toda clase de actos de magia, convirtiendo en el centro de su poder al “Arca de la Alianza.” Toda clase de plagas y calamidades fueron enviadas sobre Egipto e incrédulos y rebeldes eran fulminados por la ira de Y. De esta manera el pueblo de Moisés iniciaría el éxodo que habría de durar 40 años. Posteriormente, Y., el poder oculto tras el líder, comenzó a cambiar súbitamente su manera de proceder, empezando a formular extrañas exigencias, cuyo común denominador era el derramamiento de sangre. Moisés, sobrecogido, empezó a darse cuenta de la magnitud del error cometido, al comprender que el “ángel divino” era en verdad “ángel de las tinieblas,” polo opuesto al de la potencia luminosa que él había pretendido evocar. Este “ángel infernal” era uno de los integrantes de las huestes de las sombras, vampiro que para mantener su poder y fortaleza necesitaba beber sangre humana, esencia cargada de la vitalidad que otorga la chispa divina. Es por eso que a lo largo del éxodo se producen tantos incidentes de sangre, provocados por el oculto dictador.

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Las religiones teocráticas y el Señor de los Ejércitos

El punto de inicio de un trabajo de metanoia (del griego μετανοῖεν: metanoien, más allá de la mente) consiste en estudiarse de una manera integral y profunda para lograr un reconocimiento cabal de nuestras fortalezas y debilidades, aceptando con humildad que en un principio tan sólo somos una pieza en el ajedrez hiperdimensional jugado por manos y garras expertas que nos manipulan en elaboradas estrategias con el sólo objeto de ordeñarnos energía vital.

Nuestra visión de la redención crística por medio de la concepción, nacimiento y nutrición del embrión áureo —consistente en el despertar y educación de la supraconsciencia para convertirnos en seres autónomos e independientes del sistema de control hiperdimensional,— puede confundir a cualquier aspirante que provenga de las religiones teocráticas y pecaríamos contra su libertad si no aclarásemos nuestra profunda discrepancia con el dogma mosaico: las arteras manipulaciones de una peyorativa voluntad exógena que se aprecian en los textos del Antiguo Testamento y que irremediablmente se arrastraron dentro de muchos pasajes del Nuevo, sólo nos hacen coincidir con las visiones del reciente desaparecido John Baines,(1) el rebelde ex-jesuita Salvador Freixedo y los recientes trabajos del aretalogista David Cangá Corozo sobre la entidad detrimental conocida como el Señor de los Ejércitos: Yahveh/Al-lāh, la artera inteligencia tras los Elohim veterotestamentarios. No olvidemos entonces las palabras del escritor Salman Rushdie: “la única gente que ve el cuadro entero es la que se sale del marco.

El análisis forense de los sucesos anómalos aéreos junto a su correlato con la mutilación de ganado e integración con los relatos de abducciones que se inició a mediados del siglo pasado y que hoy se conoce como ufología, nos provee de una perspectiva que ninguna otra disciplina social pudo lograr: la refrescante visión de la realidad humana fuera del marco antropocéntrico. Empero no ignoramos que durante las últimas décadas, algunas, sino muchas, de las contribuciones que ha recibido la ufología fueron a través de información canalizada como el Material Ra provisto por el respetado ingeniero Don Elkins, las enseñanzas pleyadianas de Mensajeros del Alba facilitadas por Barbara Marciniak y, sin duda alguna, las Sesiones Cassiopaea a través de Laura Knight-Jadczyk quien, junto a Fredric Grant Irland, sentaron las bases de la serie La Onda. Y si algo podemos subrayar como denominador común de sendos materiales es el delicado papel que juega la humanidad en la economía cósmica.

Sirva entonces de marco reflexivo que nuestra comprensión de los fenómenos de extorsión espiritual, manipulación psicológica y adulteración genética narrados en la Torah, en la Biblia y en el Corán que afectó a los pueblos hebreos, cristianos y musulmanes, se aprecian con mayor claridad cuando se observan partiendo de la visión ufológica de los hechos. Entendemos perfectamente la ansiedad, desdicha y desasosiego que puede padecer un creyente al leernos, pero queremos recordarle que aquí se trata siempre de conocer y la fé se reserva sólo para aquello incognoscible.

Hemos hecho oportunamente nuestro análisis sobre el fenómeno de la canalización como un ingrediente fundamental de la New Age, del que omitimos ofrecer las características positivas que se han logrado obtener, merced de habernos topado con que los mensajes están casi siempre sujetos a una supina manipulación; en una visión muy general de los textos, las sesiones iniciales proveen de un cuadro estructural: un contexto cognitivo que proveerá de infraestructura para el material que se recibirá en las sesiones siguientes, donde se irán acomodando las revelaciones y nuevas explicaciones. Los alarmados creyentes ante esta referencia al Espiritismo deberían reconocer que gran parte del material bíblico proviene de oráculos y profetas: aquellos humanos que lograban “sintonizar” metalmente con el Señor de los Ejércitos y recibir mensajes del siguiente tenor (Reyes I, 22:19-22):
Luego dijo Micaías: −Escucha, pues, la palabra de Yahvé: Yo he visto a Yahvé sentado en su trono; y todo el ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda. Entonces Yahvé preguntó: “¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?” Y uno respondía de una manera, y otro respondía de otra manera. Entonces salió un espíritu, se puso delante de Yahvé y dijo: “Yo le induciré.” Yahvé le preguntó: “¿De qué manera?” Y él le respondió: “Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas.” Y Yahvé dijo: “Tú lo inducirás, y también prevalecerás. Sal y hazlo así.”
La típica mecánica de manipulación hiperdimensional a lo largo del Pentateuco consiste en que la entidad caótica de jerarquía superior elabore un plan de acción para oprimir al pueblo elegido, en general, de manera velada o a través de un tercero; hecho esto, presenta la solución por medio de un profeta: el médium bajo trance, declara que el alivio vendrá a través de un escogido, es decir, un humano modificado genética y psicológicamente mediante reiterados procesos de abducción —en general, su madre no ha logrado concebir de manera natural: casos como los de Sara, Raquel, y varios otros más— y una vez lograda la liberación exige una serie de sacrificios y holocaustos. En el caso citado, es claro que Yahveh convoca a un operario de menor jerarquía, que se denomina Ángel, Espíritu o Demonio, para llevar a cabo la operación de falsa bandera; la “inducción” o manipulación, en este caso, consiste en intervenir la comunicación que establecen los médiums o profetas con otros dioses: este hackeo etérico proporciona una serie de mensajes fraudulentos que desencadenan la toma de una decisión bélica equivocada.

Bajo la teoría ufológica del Sistema de Control Hiperdimensional, que hace énfasis en advertir sobre la existencia de un elaborado plan de manipulación del género humano a través de una tecnología parafísica instrumentado por entidades exógenas que se hacen pasar por dioses pero que sin embargo exigen una primitiva servidumbre emocional basada en una incondicional posternación y adoración junto a la puntillosa realización de sacrificios y rituales de sangre, se puede apreciar con mayor claridad la programación que ha padecido la humanidad; Cangá Corozo en La Conspiración del Angel Gabriel sostiene:
La manipulación que se llevaba a cabo es evidente. A Enoc se le estaba implantando la idea que, a los que siguen las disposiciones de Dios, les espera un lugar lleno de dicha, y a los que hacen los que desagrada a Dios, les espera un lugar lleno de suplicio, pero es obvio que Enoc estaba dentro de la nave nodriza, y que cada uno de los cielos que vio y describe, eran seguramente algún tipo de proyección holográfica. Enoc fue regresado a su casa para que cuente a sus hijos lo que había visto, y luego fue llevado de regreso al cielo. El segundo libro de Enoc nos cuenta que, después de haber instruido a sus hijos, Enoc fue llevado nuevamente al cielo. Esto fue presenciado por sus hijos, quienes luego de esa abducción...:
Matusalén y sus hermanos, y todos los hijos de Enoc, se dieron prisa y erigieron un altar en el sitio llamado Achuzan, desde dónde Enoc fue tomado hacia el cielo. Y ellos sacrificaron bueyes y convocaron a todas las personas, y compartieron el sacrificio delante del rostro del Señor. (2-Enoc 68: 6-7)
El ojo entrenado estará de acuerdo en que tanto la Religión como la Ciencia han coincidido en ignorar desde sus comienzos al fenómeno ufológico; si ha de surgir una disciplina que supla esta falta, deberá contar con las mejores características de ambas, considerando como timón intelectual la pura y simple Búsqueda de la Verdad, sin tendencias y con plena objetividad, descartando la pasión, la adoración sumisa junto a la veneración acrítica y cualquier fanatismo petulante; el investigador Morris K. Jessup lo resumió elegantemente en su introducción al libro UFO and the Bible:
El alcance y extensión del fenómeno Ovni lo hace el más profundo y desafiante de los problemas a los que se ha enfrentado la humanidad, siendo quizá el más notable el que su área de estudio haya pasado desapercibido por tantos siglos. El problema de los Ovnis es tan amplio y quizá tan relacionado al estudio etnológico, debido a los concurrentes especialidades relacionados al estudio del Hombre. En efecto, lo subyacente en la ufología son los problemas de una raza: una raza de entidades cuya naturaleza no ha sido comprendida de manera definitiva. [...]

Mientras que muchos competentes investigadores han estado reportando las últimas manifestaciones de los Ovnis, el propósito de este libro es mostrar que no hay nada nuevo bajo el Sol. Y para lograrlo con cierto éxito, he recorrido los innumerables registros de la antigüedad, eventos que han sido registrados de manera fiel pero carentes de la perspectiva correcta de su significado: me refiero a la Santa Biblia, que comparten las tres principales religiones del planeta. Este libro es un tesoro de conocimientos sobre la manipulación de seres extraterrestres sobre la temprana humanidad, que no ha podido ser interpretado correctamente por las escuelas de pensamiento que establecieron los estratos subyacentes del saber humano.
Moisés, sus cuernos
y el decálogo.
Como se entenderá de esta primera entrega, sólo presentaremos suscintamente las piezas de un rompecabezas que pensamos comenzar a unir en artículos posteriores, y de ninguna forma poner a prueba la paciencia del lector en conocer los pormenores del análisis que desencadenan nuestra hipótesis final: que gran parte de la humanidad ha adorado a lo largo de la historia a una Potestad de la Entropía que sólo ha detonado guerras y matanzas, peor aun, la continúa adorando incluso luego que Cristo intentó escindir a través de las enseñanzas de su ministerio en pos del servicio al prójimo. En pocas palabras, cristianos, judíos y musulmanes están siendo sometidos, manipulados y ordeñados energéticamente por una entidad autodenominada como “Señor de los Ejércitos” o “El Amo de los Espíritus,” asunto que lamentablemente no termina allí, puesto que todo humano que logre la iluminación bajo este programa de adoctrinamiento extraterrestre, corre el riesgo de ser poseído por una entidad negativa, formando entonces parte de su ejército: dicho de otra forma la Tierra es una granja antropecuaria, donde el cultivo más excelso es un ser bi-densidad, ignorante de su servicio a una entidad del Caos. Salvador Freixedo convenientemente apunta en su obra de 1984: Defendámonos de los Dioses:
La experiencia de haber sido «adoptados» por un «dios,» es casi común a todos los pueblos de la antigüedad, con la circunstancia de que esta adopción conllevaba ciertas condiciones que eran también comunes a todos los pueblos: la exigencia de sacrificios sangrientos de una u otra clase, a cambio de una protección (que resultaba ser tan mentirosa y, a la larga, tan poco eficaz como la que Yahvé dispensó al pueblo hebreo). [...]

Nos imaginamos el pasmo de Moisés cuando tras haberle preguntado a Yahvé cómo quería ser adorado, oyó que éste le contestó dándole una serie de pormenores y de órdenes minuciosas de cómo debía degollar a los diferentes animales, qué es lo que debería hacer con las diferentes vísceras, y sobre todo cómo tenía que manipular la sangre. Moisés, que seguramente conocía muy bien cómo eran los sacrificios que los egipcios y los pueblos mesopotámicos hacían constantemente a sus respectivos dioses, debió quedarse de una pieza, viendo que su «Único Dios» le pedía exactamente lo mismo que los otros «falsos» dioses pedían.
Años más tarde, el ex-jesuita profundizó aun más y descubrió que la manipulación hiperdimensional no había cesado con la aparición del Redentor Crístico. Efectivamente, el plan de control global había pasado de una fase inicial de divulgación pública, donde las canalizaciones mediúmnicas que efectuaba un profeta eran cuidadosamente registradas y luego iban a formar los libros de erudición, pues ahora había adoptado una fase “top-secret,” donde el material quedaba a resguardo del gobierno secreto, también conocido como el “Estado Profundo.” Hemos de reconocerle a Freixedo el logro de una conexión brillante al relacionar el fenómeno ufológico de la mutilación de ganado con los sacrificios rituales exigidos por los dioses bíblicos y, curiosamente, con las ceremonias satánicas; de su libro La Amenaza Extraterreste:
Yahvé no pedía directamente sacrificios humanos. Pero los pedía indirectamente cuando le decía a Moisés antes y después de las batallas que no dejara a nadie de los vencidos con vida: «Encendióse la ira de Yahvé porque los guerreros habían dejado con vida a las lactantes con sus hijos.» Pero si no se atrevía a pedir directamente sangre humana, la pedía por toneladas de animales: «El día de la consagración del templo Salomón ofreció 20.000 bueyes en sacrificio y 200.000 ovejas.» Todo un río de sangre que había que derramar con un rito especial alrededor del altar y que nadie podría tocar bajo ningún concepto, «porque la sangre es sólo para Yahvé.» Y por lo que vemos hoy, a los EBEs [entidades biológicas extraterrestres] también les gusta la sangre.

En páginas anteriores nos decían que el número calculado de reses aparecidas muertas y desangradas en los últimos años sólo en los Estados Unidos se aproxima a las 300.000, mientras que en el mundo entero pasa de los dos millones.
Sólo agregamos a las palabras del ex-jesuita español que, a nuestra visión, la circuncisión —el berit milah practicado al octavo día sobre el varón pero también la clitoridectomía reclamada en el Islam— se trata efectivamente de un sacrificio humano de sangre: una diabólica extorsión de las deidades hacia los padres de recién nacidos (Jubileos [Leptogénesis] 15:25-26):
Esta es ley perpetua para todas las generaciones; no hay circuncisión temporal, ni cabe pasar un solo día de los ocho, pues es norma establecida eternamente y escrita en las tablas celestiales. Todo nacido a quien no se corte la carne del miembro en el octavo día no será hijo de la ley que el Señor pactó con Abraham, sino hijo de corrupción; en él no estará la señal de pertenencia al Señor. Está destinado a la ruina y a desaparecer de la tierra y a ser desarraigado de ella, pues habrá violado la alianza con el Señor.
Debemos una vez más considerar lo siguiente: si entendemos la existencia de un ser único, omnisciente y todopoderoso, éste no es otro que el Todo. El Todo no busca afecto, posternación, adoración ni mucho menos sacrificios de sangre; el Todo brinda Libertad. Y dicha Libertad puede ser mal utilizada en detrimento de seres de menor consciencia como los seres humanos. Nos damos el lujo de concluir con dos frases del genial investigador francés Jacques Vallée de su libro Forbidden Science:
La noción del “Dios bueno pero terrible” de la Biblia y de los Evangelios me parece un fraude: es el juego de sumisión más grande y cruel de la historia. ¿Se supone que debemos tenerle miedo a algún dios de yeso rodeado de pequeños ángeles azules? La simple dignidad humana debiera hacernos rechazar todo esto con indignación. Eso no significa que deberíamos avergonzarnos de arrodillarnos en la tierra y llorar como niños cuando contemplamos los males de la humanidad y nuestra patética debilidad.

Si hay un Dios, entonces lo más importante que nos ha dado es nuestro cerebro. Creo que Él quisiera que lo usáramos para interrogarlo, en lugar de desechar nuestras maravillosas habilidades de investigación para revolcarnos en fe ciega. Cuestionar el plan divino sería el mayor cumplido que uno podría pagarle a un Creador.

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