Las religiones abrahámicas y el shamanismo

Anteriormente hicimos mención a un sincronismo que había pululado en las culturas aborígenes del Nuevo Continente antes de la Conquista: los sacrificios humanos. Este proceder religioso, del que nos han llegado relatos de consternados sacerdotes españoles, lo vemos también desplegado sin tapujos en toda Europa durante los siglos de la Inquisición. Benzion Netanyahu sostiene en Los Orígenes de la Inquisición que esa poderosa maquinaria represiva respondía más a una finalidad de persecución racista que a motivos religiosos; en el cap. I, sintetiza citando la obra The Expansion of Christianity in the First Three Centuries de Adolf von Harnack, la conclusión del marcado antisemitismo que profesaron los padres cristianos durante la escisión helenista al credo judío:
A pesar de todos los cambios radicales que tuvieron lugar en los conceptos básicos del cristianismo, quedaba el problema de la dependencia de la Biblia y la admiración de los profetas y héroes de Israel tan palmarias en las palabras de Jesús y de Pablo; dependencia que parecería estar en directa contradicción con los sentimientos antijudíos de las masas griegas. [...]  «Pero todo cristiano debe negarles la posesión del Antiguo Testamento. Para un cristiano sería pecado decir: “este libro nos pertenece a nosotros y a los judíos;” pues nos perteneció desde el principio, lo mismo que nos pertenece ahora y para siempre, a nosotros los cristianos y a nadie más, mientras los judíos son la peor gente, la más sin Dios y abandonada de Dios, de todas las naciones de la Tierra, pueblo del Diablo... cuadrilla de hipócritas... marcada por la crucifixión de Nuestro Señor.» Como Harnack dijo resumiendo todo este proceso:
Tan injusticia como la cometida por la Iglesia de los Gentiles sobre el Judaísmo apenas tiene precedentes en los anales de la historia. La Iglesia lo despojó de todo, le quitó sus libros sagrados; no siendo ella misma sino una transformación del judaísmo, cortó toda conexión con su religión materna. ¡Primero la hija le robó a la madre, y después la repudió!
Aunque discrepemos según la acepción que se le brinde a la palabra «racista» entendemos que la maquinaria represiva a la que hace alusión tenía más de un objetivo; perseguiremos más tarde esta extraña acusación sobre el “pueblo del Diablo” no sin olvidar el curioso hecho que la Iglesia no se haya reconocido a sí misma como una “transformación del judaísmo.” Empero, queriendo evitar las referencias cíclicas y la repetición hasta el hartazgo, sólo mencionaremos que las religiones organizadas parecen ser la resultante de un heteróclito fraguado hiperdimensional: una amalgama de interferencias exógenas, hoy mal llamadas extraterrestres, asociado a una férrea programación mental basada en el Contactismo de su presbítera dirigencia —imanes, rabinos y sacerdotes por igual— para la forja de sus dogmas y rituales que concluyen en tres simples paradigmas: el status quo mediante el control de las creencias, el devocionalismo ceremonial y la sumisión junto al sufrimiento como camino a la salvación.

Hay sin embargo un eco válido en su seno que se enriquece y crece en munificencia a medida que se suma el conocimiento presente en sus otras exponentes exotéricas. En este sentido, somos partidarios de reconocer el esfuerzo que se vio en España durante los siglos XIV y XV, cuando representantes de las tres grandes religiones abrahamánicas, —habiendo resurgido de las aguas pónticas por medio de las enseñanzas del filósofo y místico catalán Ramón Lulio (en árabe: رامونلول)— estaban a punto de consolidar los denominadores comunes entre el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo en un nuevo acervo de conocimientos de vanguardia, proclive hacia la consolidación de un ágape mesotérico: un banquete amical que derrocaría enfrentamientos religiosos y conflictos bélicos, en el Viejo y próximo a redescubrir Nuevo Continente.(1) Tristemente, aquellos que detentan el poder, desde su ampliada visión hiperdimensional, habrían previsto esta posibilidad y prestos a mantener el régimen de producción de loosh de la granja antropecuaria procedieron con precisión quirúrgica a detener esta nueva edificación babeliana que, entre otras miríadas, detonó la persecución y diáspora judía del año 1492.

Excede a nuestra pretensión, al menos por el momento, hacer un recuento pormenorizado de estos hechos, así que recomendamos enfáticamente las impecables obras de la académica inglesa Frances Amelia Yates, en particular, La Filosofía Oculta en la Época Isabelina (The Occult Philosophy in the Elizabethan Age) que brindarán al aspirante una sana lectura, requisito propiciatorio para desarrollar una mente crítica y abrasiva a prueba de cualquier peculado energético sectario o religioso.

Retomando el objetivo del presente escrito, quisiéramos llamar la atención al lector un hecho peculiar y que se nos antoja molesto. En la incepción de las religiones abrahamánicas yace un curioso personaje: Melchizedek quien, carente de todo linaje y genealogía —requisito para formar parte de la ilustre lista de personajes veterotestamentarios,— inicia al patriarca Abram, más tarde conocido como Abraham, con una extraña ceremonia en la que se hace la primer referencia bíblica “al pan y el vino.” (2) Dentro de aquellas investigaciones particulares por las que se interesó Jacques Vallée, se encontraban los intersigns: los extraños sincronismos que giran alrededor de eventos inesperados o curiosos; en Forbidden Science II, se relata este notable incidente:
Dejé el estudio desconcertado, pero la rareza apenas estaba comenzando. Caminé hacia el hotel Roosevelt, tomé un taxi al azar en el atiborrado tráfico. La taxista era una rolliza rubia que conducía erráticamente. Cuando llegamos a KABC [estación de radiodifusión propiedad de la ABC], me entregó un recibo por la tarifa. Lo saqué de nuevo mientras preparaba mi informe de gastos, y tuve un sobresalto cuando vi que estaba firmado por Melchizedek. Solamente hay una entrada con este nombre en la guía telefónica de Los Angeles

¿Es este otro intersign [sincronismo]? Durante semanas he pasado mucho tiempo libre investigando a Melchizedek. He enviado a mi secretaria a la biblioteca para hurgar referencias, y he leído todos los libros posibles en busca de pistas, desde la cosmogonía de Urantia hasta la obra de Frater Achad. ¡Y cuando dejo todo esto por un fin de semana en Los Ángeles, tengo que tomar el único taxi en la ciudad conducido por Melchizedek!
El sacerdocio de Melchizedek, contagia al judaísmo con un paradigma que compartirán todas las religiones teocráticas y que más tarde cobrará significado sacramental dentro de los rituales cristianos: la ofrenda del “pan y el vino,” el rito que conecta la idea del diezmo, sacrificio u ofrenda hacia las entidades superiores; una forma de aplacar la ira de los dioses o conseguir de ellos “gracias” y “atajos.” Cangá Corozo en La Conspiración del Angel Gabriel es más enfático al asociar este rito sacrificial en pos de obtener protección o para lograr un objetivo a toda costa:
Luego del encuentro con Melquisedek, Abram regresa a su casa en Canaán, y “el Señor” (Enlil/El) se le manifiesta nuevamente, esta vez por medio de una visión, donde le dice que no se preocupe, pues siempre lo protegerá, a lo que Abram responde que de nada sirve esa protección si él no tiene hijos, por lo que todas las cosas que tiene y que le sean concedidas, las heredaría su criado Eliezer [...]

El Señor le dice que un hijo suyo sería quien lo heredaría, y que así como son las estrellas, así de numerosos serían sus descendientes. Y cuando Abram le peguntó qué debía hacer para ganarse todo eso, “el Señor” le pide... ¡una ofrenda quemada!
—Oh Señor, ¿cómo sabré que yo la he de poseer?
Le respondió: —Tráeme una vaquilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.
El tomó todos estos animales, los partió por la mitad y puso cada mitad una frente a otra. Pero no partió las aves.
(Génesis 15: 8-10)
Quiero en este punto del relato, atraer la atención a un hecho que ya antes habíamos establecido: estas entidades, que se hacían pasar por dioses, necesitaban imperiosamente ofrendas de animales, la sangre fluyendo, el animal agonizando, el humo subiendo al cielo.
Sólo agregamos a las palabras del aretalogista Cangá Corozo que estas entidades entrópicas no sólo necesitaban imperiosamente ofrendas de sangre de animales: si logramos abstraernos lo suficiente y derribar las últimas barreras emocionales, no existe diferencia alguna en la búsqueda de poder o salvación a través de métodos sacrificiales, en homenaje, sumisión o expiación, para pertenecer al selecto “pueblo del Diablo.” Cualquier sacrificio humano como el Brit Milá: “el pacto de la circuncisión“ (en hebreo: בְּרִית מִילָה), la clitoridectomía: la mutilación genital femenina reclamada por el Islam o cualquier reproducción cristiana de los tormentos de la carne que nos describe el Via Crucis, al que gratuitamente se sometieron tantos seguidores de Jesús en su búsqueda de la salvación, describen meramente un mecanismo para extraer orgón a través del sufrimiento para satisfacer a las hambrientas entidades del plano etérico.

Ciertas enseñanzas y procederes del shamanismo occidental no se encuentran tan lejanas: autores como Carlos Castaneda o Víctor Sánchez describen el proceder de los indios yaquis en el Camino del Poder, por medio del pacto con un “aliado” en las jerarquías descoporeizadas, aquel ser inorgánico al que intentan aliarse para desarrollar sus poderes taumatúrgicos; Joseph Fisher observó la necesidad en las culturas aborígenes de efectuar un sacrificio de sangre para lograr el contacto trascendental y establecer un vínculo con el «espíritu guardián»:
Los cazadores y recolectores nómades de la ahora extinta tribu Charrúa del Uruguay llevaban a cabo una dolorosa versión de la búsqueda de la visión trascendental. Después de abrirse camino hasta la cima de una colina aislada, se flagelaban y cortaban la carne con sus armas hasta que, en delirio, cada uno recibía una visión de una entidad. Este ser era adoptado inmediatamente por el nativo e invocado, en momentos de peligro, como su guardián.

Los miembros de la tribu de los Llanos, al buscar esta visión espiritual, suben a una montaña remota, se desnudan, ayunan, prescinden del agua y, por último, cortan por la articulación distal su dedo índice izquierdo. El apéndice desmembrado se alza hacia el cielo mientras el nativo suplica a su guardián por buena fortuna.
Jacob luchando con el ángel
Bartholomeus Breenbergh
(año 1639)
Para el ojo entrenado, este intercambio de sacrificios de sangre en pos de seguridad y «buena fortuna» no debiera distar demasiado del Pacto de Sinaí entre Moises y El Señor de los Ejércitos. Cangá Corozo nos provee un curioso relato del Génesis cuando Jacob forcejea con un «Angel del Señor» y es rebautizado con su nombre iniciático Israel:
En un punto en que Jacob tomó a sus dos mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos, y los hizo cruzar el río junto con todo lo que tenía. En el momento en que Jacob se había quedado sólo, se presentó una entidad que se enfrentó a él pero sus fuerzas eran parejas, ante lo que se dio el siguiente diálogo:
Entonces el hombre le dijo: —¡Déjame ir, porque ya raya el alba!
Y le respondió: —No te dejaré, si no me bendices.
El le dijo: —¿Cuál es tu nombre?
Y él respondió: —Jacob.
El le dijo: —No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has contendido con Dios y con los hombres, y has prevalecido.
(Génesis 32: 26-28)
Es así como esta entidad le cambió el nombre a Jacob por el de Israel. Luego Jacob le preguntó su nombre a esa entidad, pero ese ser no se quiso identificar. Luego Jacob bautizó al sitio como Penuel “porque vi a Dios cara a cara y salí con vida.”
Si nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad observan con cuidado, este enfrentamiento no difiere prácticamente en nada cuando Don Juan y Don Genaro le explican a Castaneda su enfrentamiento con la entidad desencarnada, durante la cual el «aliado» es contactado físicamente por el brujo shamán; leemos en el siguiente extracto de Viaje a Ixtlán, que algunos ufólogos no dudarán en reconocer un velado proceso de abducción donde la víctima es transportada:
Don Juan explicó que el aliado, atraído por las llamas, se manifestaba a través de una serie continuada de ruidos. La persona que buscaba aliado debía seguir la dirección de la cual venían los ruidos y, cuando el aliado se revelaba, luchar con él y derribarlo al suelo para domeñarlo [...]

—Las plantas de poder son sólo una ayuda —dijo don Juan.— Lo de verdad es cuando el cuerpo se da cuenta de que puede ver. Sólo entonces somos capaces de saber que el mundo que contemplamos cada día no es nada, más que una descripción. Mi intención ha sido mostrarte eso. Desgraciadamente, te queda muy poco tiempo antes de que el aliado te salga al paso.
—¿Tiene que salirme al paso?
—No hay manera de evitarlo. Para ver hay que aprender la forma en que los brujos miran el mundo; por eso hay que llamar al aliado, y una vez que se le llama, viene.
—¿No podía usted enseñarme a ver sin llamar al aliado?
—No. Para ver hay que aprender a mirar el mundo en alguna otra forma, y la única otra forma que conozco es la del brujo
[...]

Le supliqué a Don Genaro que me contara su primer encuentro con su aliado.
—Era yo joven cuando me enfrenté por primera vez con mi aliado —dijo al fin.— Recuerdo que fue en las primeras horas de la tarde. Yo había estado en el campo desde el amanecer e iba de vuelta a mi casa. De repente, el aliado salió y se interpuso en mi camino. Me había estado esperando detrás de una masa y me invitaba a luchar. Yo iba a salir corriendo, pero me vino la idea de que yo era lo bastante fuerte pare enfrentarme con él. De todos modos tuve miedo. Un escalofrío me subió por la espalda y mi cuello se puso tieso como tabla. A propósito, ésa es siempre la señal de que uno está listo; digo, cuando el cuello se pone duro.
—¿Qué pasó cuando agarró usted a su aliado, don Genaro? —pregunté.
—Fue una gran sacudida —dijo don Genaro tras un titubeo momentáneo. Parecía haber estado ordenando sus pensamientos. —Nunca imaginé que sería así —prosiguió.— Fue algo, algo, algo... como nada que pueda yo decir. Después que lo agarré, empezamos a dar vueltas. El aliado me hizo dar vueltas, pero yo no lo solté. Giramos por el aire tan rápido y tan fuerte que yo ya no veía nada. Todo era como una nube. Dimos vueltas, y vueltas, y más vueltas. De repente sentí que estaba parado otra vez en el suelo. Me miré. El aliado no me había matado. Estaba yo entero. ¡Era yo mismo! Supe entonces que había triunfado. Por fin tenía un aliado. Me puse a saltar de alegría. ¡Qué sensación! ¡Qué sensación aquélla! Luego miré alrededor para averiguar dónde estaba. No conocía por ahí. Pensé que el aliado debía haberme llevado por los aires para tirarme en algún sitio, muy lejos del lugar donde empezamos a dar vueltas.

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Mariofanías: Kundalini y la Virgen Madre

Dentro de la institución eclesiástica el Arquetipo de la Madre siempre sostuvo un papel relevante. En la crónica neotestamentaria no sólo María fue la madre del niño Jesús sino que a través de un inteligente ejercicio canónico, la Bienaventurada Virgen Maria se transformó parabólicamente en la Madre de Dios; y, con clerical astucia, el catolicismo sacó provecho de la resonancia emocional que la simbología maternal produjo en sus acólitos logrando fundirse en la misma imagen: hablamos de la Santa Iglesia Católica como regente espiritual de todos los feligreses: “Salus Populi Romani” (en español: Protectora del Pueblo Romano).

Esta costumbre de proveer protección a cambio de devoción se observa en los mensajes de varias mariofanías, es decir, en aquellas apariciones —montajes de trasfondo ufológico pero de recargada imaginería y guión religioso— que la Iglesia certifica como la B.V.M. En el caso particular de Fátima, la escenificación comienza con un videoclip escalofriante donde los niños pastores —los renuentes espectadores elegidos por la entidad— son traumatizados con una visión del infierno para luego, coacción mediante, ofrecer una solución a través de la completa sumisión:
“Visteis el infierno, para donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, comenzará otra peor. Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que les da Dios de que él va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón. Si atendieran a mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará la Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.”
Aunque la ufología era desconocida en su época, el antropólogo folklorista Evans-Wentz postuló en su obra The fairy-faith in Celtic countries una serie de teorías colineales a las que el sociólogo francés Bertrand Méheust plasmó un siglo más tarde en Soucoupes Volantes et Folklore; algunas de ellas, tuvimos la oportunidad de enumerarlas cuando asociamos la ufología con el fraguado de las religiones organizadas. Evans-Wentz se interesó en la mariofanía colonial de Guadalupe donde notó que la diosa Tonantzin Coatlaxopeuh, una deidad de la fertilidad náhuatl, ya era venerada con el mote Nuestra Gran Madre, habiendo tenido un templo —destruído por los sacerdotes españoles,— en el mismo cerro donde Juan Diego tuvo las visiones. Empero, merced a la escenificación ufológica, a la aparición se le erigió una basílica donde multitudes de aborígenes terminaron convirtiéndose al cristianismo: en definitiva, la inteligencia detrás de estas apariciones se adaptó al sistema de creencias imperante para volver a ser adorada y venerada.

Para marchar con cierto éxito en nuestra campaña, será prudente ir relacionando este proteccionismo y asistencialismo con las ideas vertidas por William Bramley en su brillante obra Los Dioses del Eden (The Gods of Eden), donde unas entidades tecnológicamente superiores —claramente librados de las ataduras físicas, no así de unas acuciantes necesidades energéticas— “custodian,” “guían” y “controlan” el desarrollo de la humanidad. Creemos que a esta altura estará de más recomendar a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad la lectura del libro de Kyle Griffith: El Colegio Invisible y la Guerra en el Cielo (War in Heaven), como obra de referencia —claramente nunca a pie juntillas— para detectar y evitar peculados energéticos. Tómese como aletiómetro que los administradores podrán teatralizar cualquier obra, desde la más obscena y macabra hasta la más sublime y excelsa, con el objeto de mantener o aumentar los rindes de la granja antropecuaria: conocer la utilidad etérica del orgasmo, del sufrimiento y de la devoción, energías apreciadas y recolectadas en el siguiente nivel de realidad, puede conducir a detener ciertas indulgencias y creencias, y tal vez encamine al peregrino a un ejercicio más inteligente en el cultivo de sus propias fuerzas.

En definitiva, lograr atisbar las apariciones marianas como una puesta en escena para obtener réditos devocionales nos ahorra tiempo.(1) De hecho, una mariofanía debiera compararse a un acto político en un país en vías de desarrollo: por un lado, una figura feérica, de rasgos impecables, fascinando a los espectadores; por otro, una serie de milagros y sanaciones. En efecto, más que “folklore in the making” (un fraguado de mitos) es el verdadero cincelado de un partido político hiperdimensional: una religión. Invitamos a la despierta reflexión de nuestro respetado Salvador Freixedo (Las Apariciones Marianas, cap. III: Realidad y credibilidad de las apariciones):
Se dirá que si es en realidad la Virgen la que se manifiesta en las diversas apariciones «marianas,» no hay nada de extraño en que pida siempre poco más o menos las mismas cosas y en que se presente rodeada de las mismas circunstancias. Y no está falta de lógica la objeción. Pero la dificultad está en que si estas mismas circunstancias las vemos repetidas en la Virgen de Lourdes —admitida por la Iglesia— y en multitud de apariciones que no sólo no lo han sido, sino que han sido rechazadas por la jerarquía (el caso de El Palmar de Troya); y si las vemos de nuevo en las apariciones de Venus o Ceres tal como nos las narran los historiadores romanos; en las leyendas de apariciones de hadas (y recuerde el lector que aunque las hadas no existiesen, sigue en pie el hecho de que en sus leyendas, transmitidas por pueblos muy distantes en el tiempo y en el espacio, se dan circunstancias semejantes); o en las apariciones de la diosa Namagiri en el hinduismo o de la africana Changó...

Tenemos el derecho a preguntamos: ¿por qué? ¿Por qué todas las apariciones femeninas se presentan igual, hacen las mismas cosas o parecidas, piden lo mismo y hasta tienen el dudoso gusto de hacer sufrir a los videntes, cuando no «llevárselos con ellas» al poco tiempo? ¿No será porque la causa del fenómeno es la misma, y lo único que hace es acomodarse al entorno cultural en que se presenta? ¿No será que lo que la aparición tiene en mente no es lo que dice, sino algo que se nos escapa por completo?
Helen on the Walls
of Troy
del pintor
Gustave Moreau (s. XIX)
Las inquietudes del ex-jesuita son cínicas pero válidas; siguiendo nuestra analogía tercermundista, una aparición puede mostrarse con hábitos impolutos, pero una mirada atenta expondrá aquel gesto de desprecio velado cuando el mandatario alce en brazos al incontinente infante de una humilde familia para la foto de cierre de campaña. Como además de Freixedo, bien notaron los ufólogos John Keel y Jacques Vallée, las apariciones casi siempre rodean a niños y adolescentes, y sus vidas son presurosamente consumidas o se hacen insufribles; y en muchos casos, aquellos que sobreviven, comienzan un trajín idéntico al de los Contactados: se convierten en estaciones receptoras de absurdos mensajes siderales: “Las naves celestiales están preparadas para transportar a los elegidos a la tierra prometida. Estas vendrán rodeadas de luz azul como especie de una nube.” Otras comunicaciones revisten características escatológicas y apocalípticas, similares a la propaganda de la secta Heaven's Gate: “Faltan segundos para la destrucción de varias naciones.” Mientras que otros mensajes rayan la psicopatía: “... acepta y soporta con humildad los sufrimientos que mi Hijo te envía...” o sencillamente conminan al sometimiento y aniquilación: “... date cuenta de que al que más amo es el que más sufre; déjate poseer y consumir por mí... no olvides hija mía, que las almas que yo escojo tienen que ser víctimas del dolor, pero vale la pena el sufrimiento y el dolor.Freixedo termina preguntándose sobre los curiosos reclamos de la aparición del Escorial:
Por último, otra cosa que también llama la atención en el mensaje es la exigencia de dolor; de dolor humano, penitencia, austeridad, mortificación, renuncia... Las mariofanías, al igual que las otras apariciones, reclaman que se lo brindemos voluntariamente, pero si no lo hacemos, entonces nos lo van a imponer por la fuerza y para eso están las amenazas para todo el mundo a las que hemos hecho alusión en párrafos precedentes. [...]

¿Dónde está esa maternal providencia? De nuevo pregunto: ¿Por qué cuando «el Señor» escoge determinados humanos les reclama tanto sufrimiento? ¿Por qué siempre dolor? ¿Tan mala es la humanidad? ¿Quién la ha hecho tan defectuosa? Y ¿por qué Dios tiene que pedirle precisamente dolor, dolor físico, al hombre?
El último punto que intentaremos remarcar sobre las mariofanías es el ordeñe de la energía vital de los visionarios: la casuística revela que los Contactados son programados desde la tierna infancia y la franja etaria se centra en la preadolescencia debido a que se busca detonar el síndrome Kundalini. Lamentablemente, esta cuestión ha pasado desapercibida por demasiado tiempo, tal vez, debido a que los investigadores de fenómenos anómalos no sospechaban el papel jugado por la humanidad en la economía cósmica.

Desde una perspectiva energética, la mejor inversión es aquella con un mínimo de capital en riesgo y de la que se obtengan retornos exponenciales dentro un tiempo acotado. Sabemos que en las mariofanías, las visiones no fueron completamente captadas por la multitud participante, salvo en aquellos que habían sido previamente elegidos; para ilustrar con ejemplos: Bernadette Soubirous en Lourdes, Lucía dos Santos en Fátima y Juan Diego en Guadalupe, quienes, a excepción de este último, eran niños o preadolescentes. Esto señala que los participantes probablemente fueron seleccionados por la configuración de su sensitivo sistema nervioso, y quizá se tratase de shamanes en potencia. En todos los casos, los Contactados fueron personas con baja o nula preparación escolar y en dos de los tres casos con conocidas infancias difíciles: Bernadette vivió en la extrema probreza, contrajo cólera y sufrió de asma toda su vida, mientras que Lucía ya había tenido visiones a los 8 años y, probablemente, más que eso, dado que su segundo encuentro cercano la había dejado exhausta y paralizada, permaneciendo todo un día en estado de trance; ¿tal vez se trató de una abducción más que de una simple visión?

Por lo que sabemos sobre el cultivo de los hidrógenos sutiles, el sufrimiento y, en particular, la oración frecuente —que conduce hacia el harnelmiatznel consciente debido al ritmo cadencioso cardiorespiratorio, de ahí su paralelismo con el hesicasmo católico,— dispone a la ascención de las energías del dan-tien inferior hacia el dan-tien medio. Esto puede echar algo de luz al por qué de la recalcitrante insistencia en los mensajes de las apariciones sobre el “Inmaculado Corazón;” es evidente que los H6 son más apreciados en Cuarta Densidad que los mundanos H12. Especulamos entonces que la “oración” que le enseñó el “Ángel de la Paz” a Lucía durante su primera visión, quizá se tratase de una forma pranayama con mantras, mientras que el sufrimiento físico cotidiano al que se había sometido y acostumbrado Bernadette fue una manipulación para desencadenar su síndrome Kundalini. Cuando esto ocurre, el cuerpo libera grandes cantidades de Askokin/Loosh, sumamente aprovechables para amortizar los gastos de cualquier montaje teatral hiperdimensional... en este caso, una inversión brillante pues los resultados de las apariciones no sólo lograron la construcción de nuevos sitios de culto y devoción, sino que la energía requerida para las mariofanías y milagros surgió de los propios contactados. En la sección La Física de la B.V.M. del libro El Colegio Invisible (cap. Una morfología de los milagros) el doctor Vallée sostiene:
Otra observación interesante se refiere a la naturaleza del estado de trance experimentado por Bernadette. Un médico había decidido exponerla como un caso mental y realizó un experimento fascinante. Este hombre, el doctor Douzous, colocó una llama de vela bajo la mano de Bernadette durante quince minutos. Cuando ella terminó sus oraciones, él pudo observar cómo el brillo del éxtasis abandonaba la cara de la muchacha.
Sabemos que, una vez sublimada, la energía Kundalini es bioluminiscente, lo que explica el resplandor del rostro, en el dan-tien superior durante el proceso de meditación: se trata de la velada simbología tras la “aureola” de la santidad. La llama tampoco le había dejado marcas ni quemaduras en su mano: la inmunidad al fuego durante el éxtasis —estudiada en profundidad por el jesuita Herbert Thurston en su obra Fenómenos Físicos del Misticismo— es otra característica que destaca la presencia del síndrome Kundalini. Finalmente, podemos asegurar por el estado incorrupto post-mortem de Bernadette que los hidrógenos sutiles se propagaron por todo su organismo. Lamentablemente, su paradigma mental de sometimiento y disposición al suplicio no cambió y, por lo tanto, no pudo hacer uso de los poderes taumatúrgicos para restablecer su organismo. Así que, en las lapidarias palabras de Gurdjieff, estaríamos ante el caso de una “santa estúpida.”

Dejaremos pendiente para un próximo escrito los milagros que rodean los lugares de culto, pero, y lo más importante, la simbología velada de Kundalini como la Madre de Dios: aquí sondearemos el secreto de la alquimia y la verdadera razón tras la dramática similitud de la Virgen Negra de Sous-Terre sosteniendo al Niño Dios, su equivalente egipcio: Isis con Horus en su regazo, y la misericordiosa Kwan Yin acompañada del adepto Tongzi en China.

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El acarreo del Anillo como símbolo del Nigredo

Nuestro prestigioso filólogo John Ronald Reuel Tolkien escribió El Señor de los Anillos como una continuación a El Hobbit. Cuenta la historia que los primeros esbozos describían al propio Bilbo como protagonista en busca de nuevas aventuras. Sin embargo, tras una noche inquieta, un esbozo apresurado toma un viraje imprevisto; el relato se ensombrece: el Anillo Único cobra un peso funesto; surge un nuevo personaje, su sobrino, quien tomará el papel épico del Portador perseguido por oscuros y nefastos espectros; el cuento crece y se bifurca, los capítulos se reescriben y renumeran, los editores se impacientan; el profesor reconoce que:
«La obra ha escapado de mi control y he producido un monstruo: una novela inmensamente larga, compleja, bastante amarga y atemorizante, muy poco apropiada para niños (o para cualquiera); y que en verdad no es una continuación de El hobbit, sino de El Silmarillion.»
Luego de años de revisiones y reescrituras, el primer tomo de la historia asoma en las librerías. Tolkien le había augurado a su aun apesadumbrado editor, Stanley Unwin: “Está escrita con la sangre de mi vida, gruesa o delgada, como sea, y no puedo hacer otra cosa.” Parte del riesgo que corrían era que la obra no fuese aceptada por su volumen, por su recargado trasfondo mítico, pero también porque no estaba enfocada a un público particular; sin embargo, como a todo lector del magnus opus tolkiniano le habrá pasado, cuando se llega a las páginas finales se percibe que la obra es quizá demasiado breve. Para entonces, las críticas como las ventas no se dejaron esperar: los restantes tomos surgieron durante los siguientes meses, obedeciendo a la escasez de papel luego de la Segunda Guerra. En los años posteriores las traducciones tampoco se hicieron demorar: Francisco Porrúa haría un trabajo magistral desde el pulcro inglés del catedrático de Oxford a un esmerado español, una labor semejante a la de Vicente Villacampa cuando tradujo del francés a nuestro respetado ingeniero Fulcanelli en Las Moradas Filosofales.

¿Pero quién es El Señor de los Anillos? El lector entendido no dudará ni por un instante en que tal título es claramente atribuido al Nigromante; tanto el errante y sabio mago se pronuncia al respecto en los primeros capítulos como más tarde lo hará Frodo cuando concluye el Libro Rojo titulándolo: “La caída del Señor de los Anillos y el retorno del Rey.” Otra inquietud que nos corroe es que Tolkien no se consideraba el autor de la historia. Durante el prólogo, el celebrado profesor se ubicaba como un mero traductor o transcriptor, tomando como fuente unos documentos imaginarios de una ficticia biblioteca. ¿Es que acaso el tabáquico medievalista estuviera consciente de que la materia prima de su obra estaba siendo sintonizada o canalizada desde alguna fuente no local de información?

En el pasado, hicimos mención sobre que la mitología tolkiniana había espitado algún inusitado abrevadero de una potable y fresca corriente esotérica. Es más, nos atrevimos a comparar las Densidades de Consciencia provistas en el Material Ra y en las Sesiones Cassiopaea, junto a la disección de entidades que discurre en el Ainulindalë (la Música de los Ainur) en su obra póstuma El Silmarillion. Si añadimos el arte-facto de la Kabbalah como un grafo de dependencias cognitivas, vemos que las tres grandes regiones del Cosmos pueden compararse con el Mundo Empíreo, Etéreo y Elemental rosacruz y que, respectivamente, pueden ser asociadas a Las Tierras Imperecederas, las Aguas Circundantes (que más tarde cobijaron a la Isla de Númenórë) y La Tierra Media; en la tabla siguiente resumimos groseramente, afortunadamente sin pérdida de generalidad, una enumeración comparativa:

PrincipioDensidad de ConscienciaMitología tolkinianaConcepción rosacruz
YangSéptimaIlúvatar: el Único o Todo
(previo al Ainulindalë)
Aleph/Absoluto
(Potencial inmanifiesto)
YangSextaArquetipos: ValarReino Plerómico
YangQuintaEspíritus: Maiar
Estancias de Mandos
Reino Espiritual
(Inmortales celestiales)
Yin/YangCuartaElfos, Medioelfos,
Ents y Orcos
Reino Etérico
(Inmortales terrenales)
YinTerceraHombres, Enanos
y Hobbits
Reino Humano
(Mortales terrenales)
YinSegundaFauna y FloraReino Orgánico
YinPrimeraRegiones geográficasReino Elemental
(Fundamento)


Es evidente que las potestades angélicas del Ainulindalë, aquellas entidades que transforman Lo Inefable en Manifiesto, pueden ser asociadas casi de inmediato con los Arquetipos —jungianos y, por qué no, aquellos agregados por August William Derleth a la mitología de su mentor Howard Phillips Lovecraft.—(1) Los Maiar son los espíritus de Quinta Densidad, emisarios bajo la égida de los Valar, enviados como bodhisattvas hacia el Reino Humano con una misión que ha de ser descubierta durante su peligrosa peregrinación hacia los inquietantes reinos más densos. Estas encarnaciones pueden ser vistas, desde un nivel no antropocéntrico, como una serie de sucesivos procesos de desintegración positiva: a medida que se logre capitalizar sufrimiento cristalizándolo en sabiduría y se trabaje sobre sí para desprender los agregados psicológicos, lográndose una suficiente depuración de las conductas urobóricas, se alcanzará entonces el nivel cognitivo del pensamiento unificado (la integración o no-dualidad) de Sexta Densidad. En la hebra narrativa de la muerte y resurrección de Gandalf en Moria vemos una descripción sin tapujos de este proceso. Ciertamente, el errante sabio vuelve como el Caballero Blanco pero con la apariencia y hábitos humildes de un yogui:
Durante un tiempo Gandalf no dijo nada y no hizo preguntas. Tenía las manos extendidas sobre las rodillas y los ojos cerrados. [...] Los otros se quedaron mirándolo. Un rayo de sol se filtró entre las nubes rápidas y cayó en sus manos, que ahora las tenía en el regazo con las palmas vueltas hacia arriba: parecían estar colmadas de luz como una copa llena de agua. Al fin alzó los ojos y miró directamente al sol.
Aunque se puede decir lo mismo sobre la sacrificada gesta de los hobbits en pos de la destrucción del Anillo Único. En cierta forma, los tres personajes que atraviesan las Ciénagas de los Muertos pueden analizarse, desde tradición kahuna de la psiquis humana, como un gestalt conformado por tres «configuraciones» amalgamadas dentro de un mismo ser:
  • la Supraconsciencia (Ser/SuperYó),
  • el Consciente (Animus/Ego), y
  • el Subconsciente (Anima/Ello).

O Oriens, splendor lucis
aeternae, et sol justitiae:
veni, et illumina sedentes
in tenebris, et umbra mortis.
Estas tres conformaciones se aprecian respectivamente en Sam, Frodo y Gollum. Dado que es aquí, al atravesar el pestilente cenagal del Nigredo, cuando el Anillo cobra un peso insólito para el Ego portador, pues la rueda ígnea que se presenta en las desosegadas visiones que enfrenta el devastado y consumido Frodo, puede asociarse a la inexorable desintegración que acarrea el ejercicio de la Rota. El ojo entrenado no demorará en asociar la Puerta Negra de Mordor con el Huiyin daoísta: la Puerta de la Vida y de la Muerte, mientras la Luz que emana del Cristal de la Dama (Kuan Yi, Kundalini o la Virgen Maria, en cábala fonética: la Virgen Madre) cuando es alzado en manos del Escudero de la Comarca, que se revela cuando su amo, la Consciencia, permanece en estado comatoso.

En efecto, es Frodo, en el papel de la Consciencia, quien descubre poco a poco el velado poder que asoma tras la Supraconsciencia incipiente: “Estoy aprendiendo mucho sobre Sam Gamyi en este viaje. Primero fue un conspirador y ahora es un juglar. Terminará por ser un mago... ¡o un guerrero!” Sam se convierte en el Guerrero —el ahora Mayordomo de la Gran Obra,— en el embrión de la Supraconsciencia que logra desafiar y derrotar a Ella-Laraña, una potestad de la oscuridad que hace sucumbir en tinieblas al Ego. Pero es cuando Sam se convierte en el Portador del Anillo cuando asume el arquetipo del Mago: es entonces el verdadero Señor de los Anillos pues, a diferencia de Frodo, el Anillo Único jamás ejerció sobre sí poder alguno; a partir de su nacimiento es la Supraconsciencia quien mantiene a raya a Gollum: el Subconsciente desintegrado en camino de ser completamente sublimado en el Monte del Destino.

Esta anagogía a la «transfiguración» o «advenimiento» pudo haber sido percibida por el profesor Tolkien cuando se topó con una curiosa obra anónima, escrita en anglosajón, durante sus estudios en Oxford en 1913: Christ I. Las extrañas palabras que leyó fueron: “Salve Earendel, el más brillante de los ángeles, enviado a los hombres sobre la media tierra.” No nos esforzaremos demasiado en convencer al lector que aquí vemos una clara alusión a la teofanía mineral descrita por los alquimistas. ¿Acaso la Iluminación no es el “Nacimiento de (un) Dios?” Tolkien escribiría más tarde: “Sentí una curiosa excitación como si saliendo de un sueño, algo se agitara en mí. Detrás de aquellas palabras había algo muy remoto, raro y hermoso, si podía asirlo, algo que estaba mucho más allá del antiguo inglés.” Proveemos a continuación un extracto traducido de la versión en inglés moderno (2) de la antífona, previa al siglo X: O Oriens, dirigida a la Estrella Matutina:

Eala earendel, engla beorhtast,
ofer middangeard monnum sended,
ond soðfæsta sunnan leoma,
torht ofer tunglas, þu tida gehwane
of sylfum þe symle inlihtes!
Swa þu, god of gode gearo acenned,
sunu soþan fæder, swegles in wuldre
butan anginne æfre wære,
swa þec nu for þearfum þin agen geweorc
bideð þurh byldo, þæt þu þa beorhtan us
sunnan onsende, ond þe sylf cyme
þæt ðu inleohte þa þe longe ær,
þrosme beþeahte ond in þeostrum her,
sæton sinneahtes; synnum bifealdne
deorc deaþes sceadu dreogan sceoldan.

Nu we hyhtfulle hælo gelyfað
þurh þæt word godes weorodum brungen,
þe on frymðe wæs fæder ælmihtigum
efenece mid god, ond nu eft gewearð
flæsc firena leas, þæt seo fæmne gebær
geomrum to geoce. God wæs mid us
gesewen butan synnum; somod eardedon
mihtig meotudes bearn ond se monnes sunu
geþwære on þeode. We þæs þonc magon
secgan sigedryhtne symle bi gewyrhtum,
þæs þe he hine sylfne us sendan wolde.
¡Oh Eärendel, el más brillante de los ángeles,
enviado a la humanidad sobre la Tierra Media,
resplandor del sol justo
espléndido sobre todas las estrellas! Tú mismo
siempre has iluminado a todas las edades.
Como tú, Dios nacido del Dios Eterno,
Hijo del verdadero Padre, que eternamente ha existido
sin comienzo ni final, en la gloria del cielo,
entonces tu propio grito de creación con confianza
a ti ahora para sus necesidades, que envíes
ese sol brillante para nosotros, ven tú mismo
a aligerar a aquellos que han vivido apesadumbrados,
rodeados de sombras y oscuridad, aquí
en la noche eterna; quienes, envueltos por los pecados,
han tenido que soportar la sombra oscura de la muerte.


Ahora, llenos de esperanza, buscamos tu redención,
llegado a la gente mundana a través de la palabra de Dios,
quien estuvo al principio con el Todopoderoso Padre
igualmente eterno con Dios, y ahora se convirtió
en carne, libre de pecados, nacido de la virgen,
en apoyo a los afligidos. Dios estaba con nosotros,
visto sin pecado; juntos moran
el poderoso hijo del Justo y el hijo del hombre,
en paz entre la gente. Dirijamos nuestro agradecimiento
al señor de la victoria por sus obras,
porque eligió enviarse a nosotros.

Entendemos importante concluir esta entrega haciendo mención al hermoso himno de San Ambrosio de la liturgia navideña —la natividad del Niño Dios o Embrión Áureo,— que nos lo recuerda Canseliet en el prefacio a la tercera edición francesa del último libro de nuestro respetado Fulcanelli:

Veni redemptor gentium,
Ostende partum Virginis:
Miretur omne saeculum:
Talis decet partus Deum.

Non ex virili semine,
Sed mystico spiramine
Verbum Dei factum caro,
Fructusque ventris floruit.

Alvus tumescit Virginis
Claustra pudoris permanent,
Vexilla virtutum micant,
Versatur in templo Deus.
Ven, redentor de las naciones,
muestra el parto de la Virgen
que todo el siglo admira.
Semejante nacimiento corresponde a Dios.

No de la semilla de un hombre,
sino de un soplo misterioso
el Verbo de Dios se ha hecho carne,
y fruto de las entrañas ha florecido.

El vientre de la Virgen se hincha.
Las murallas del pudor persisten.
Los estandartes de las virtudes se agitan
y Dios reside en el Templo.


* * *
*

El proceso trogoautoegocrático del Askokin

Tras mucho deambular, el trasfondo de la ufología, concluye en una simple inferencia: la cadena trófica requiere de eslabones adicionales. Esta aseveración —desde lo humano funesta y molesta— en realidad no nos pertenece. Podemos dar rienda suelta a nuestra dispuesta memoria y comenzar a listar ilustres autores y magníficas obras que avalan tal afirmación. Pero resultará en un ejercicio vano y estridente pues aquellos que nos lean con cierta displicencia, lo encontrarán tedioso y tendencioso: es inútil sugerir la existencia de una realidad sutil y hostil sin pruebas materiales. No obstante, ¿y si las tuviésemos?

El doctor Jacques Vallée se encontró con ellas y las presentó en su obra Confrontations: A Scientist's Search for Alien Contact, cuando exploró una zona remota de Brasil para estudiar casos mortales de avistamientos: al menos cinco personas habían muerto cerca de Parnarama después de un encuentro cercano con lo que se describió como un OVNI con forma de caja, equipado con potentes haces de luz. En la noche, mientras los humanos intentaban cazar animales, estos curiosos artefactos voladores, bautizados como “chupas,” realizaban una tarea semejante para otro nivel del zigurat alimenticio; del capítulo The Price of Contact (El Precio del Contacto):
La gente del lugar son principalmente cazadores con excelentes dotes de observación. El crimen es prácticamente desconocido. No hay medios modernos de comunicación, y sólo los camiones madereros pueden transitar aquellos caminos de tierra. Allí, la principal religión es católica. La técnica de caza utilizada es única: los cazadores trepan de tres a cinco metros en los árboles, luego pasan la noche en una hamaca a la espera de un venado u otra presa. Llevan una linterna para apuntar a los animales. Una teoría entre la población local es que los chupas son atraídos por los haces lumínicos. Estos artefactos llegan a las hamacas y derriban a los cazadores con un haz concentrado. [...] En una entrevista, un testigo dijo que recordaba un “desagradable aroma” como un olor eléctrico (¿ozono quizá?), y entonces vio una luz cegadora, con colores pulsátiles en el interior, una descripción consistente con muchos otros avistamientos que he obtenido en Francia y Estados Unidos. Luego sintió un furioso calor. Varias personas informaron haber estado expuestas a los chupas a fines de 1982 cuando yacían en las hamacas de sus árboles. [...]

Las víctimas mortales fueron: Abel Boro, quien murió el 17 de octubre de 1981, mientras cazaba con Ribamar Ferreira; Raimundo Souza, quien murió el 19 de octubre de 1981, mientras cazaba con Anastacio Barbosa; José Vitorio y Dionizio General, que murieron en una fecha indeterminada, tres días después del encuentro con el OVNI; y un hombre llamado Ramón, que vivía en Parnarama. [Thomas] Muldoon y [Gary] Richman citan al alcalde de Parnarama confirmando los casos, junto al jefe de la policía, Geraldo dos Santos Magela, quien afirmaba haber examinado dos de los cuerpos, notando que la sangre había sido “absorbida por ellos.” Ribamar Ferreira describió cómo una luz venía tras él y su amigo Abel Boro: era tan brillante que convirtió la noche en día, dijo. Abel gritó cuando el objeto, que en este caso se parecía a un neumático gigante de camión, girando con luces encendidas, rodeó su cuerpo con un brillo resplandeciente. Ferreira corrió a la casa de Abel y regresó con su familia: encontraron a Abel Boro muerto, su cuerpo blanco “como si estuviese desprovisto de sangre.”
Más adelante en el libro, el doctor Vallée detalla su investigación presencial en la que recoge testimonios de compañeros y familiares de las víctimas fatales y otros numerosos casos que habían tenido consecuencias detrimentales en varias aldeas cercanas, desde erupciones a quemaduras cutáneas, enfermedades oculares, severos cuadros de disautonomía, ansiedad y fatiga crónica y, en algunos casos, notorias secuelas psicológicas: diestros cazadores que optaron por alejarse de su único medio de supervivencia tras una experiencia claramente traumática. Si bien fuerzas militares se habían dispuesto en el lugar, las mismas tenían orden estricta de sólo monitorear y documentar el fenómeno. Por último, el astrofísico francés se topa con que toda la documentación generada, incluyendo fotografías y filmaciones, habían sido adquiridas por una firma anónima norteamericana; en el capítulo XV: Ground Truth, el apesadumbrado autor hace algunas conclusiones sombrías:
No había nada elusivo en estos objetos. No se trataba de los efímeros fenómenos aéreos comúnmente descritos en la bibliografía norteamericana; ni tampoco eran experiencias oniriformes de contactados [...] Sencillamente lo que se vio en Colares fue un despliegue monumental de tecnología avanzada, y lo único que pudieron hacer los humanos fue filmarlo y observarlo con sobrecogimiento. [...]

La evidencia que ahora había sido obtenida de grandes poderes era tan evidente y con consecuencias tan desvastadoras para el futuro de los sistemas militares que la decisión final fue mantener todo bajo siete llaves, y confiar el estudio a grupos altamente especializados con un acceso rígidamente compartimentado. En mi opinión, el trabajo de estos grupos está destinado al fracaso, como lo ha estado desde 1953, a pesar de todos los recursos invertidos y a pesar de la absurda operación de desinformación que rodeó el asunto para alejar la verdad del público. [...] Verdad fundamental: lo que pasó en aquella aldea de Brasil puede volver a ocurrir en cualquier lugar, mañana. Detesto pensar que nos encontrará desprevenidos. Otra vez.
En la ríspida nomenclatura del prestigioso calvo enmostachado, encontramos la descripción del proceso trogo-auto-ego-crático como “la nutrición recíproca de todo lo existente.” Este proceso explica que la visión de la humanidad como cima de la pirámide alimenticia es espuria o, mínimamente, miope. Resulta molesto desprenderse de una mentira de tal magnitud y que acarrea desasosegadas consecuencias emocionales. Reconocerse como parte de un menú hiperdimensional no sólo es incómodo sino inoportuno: en la historia personal, muchas decisiones hubiesen sido diferentes partiendo del conocimiento de esta condición humana. Gurdjieff, en el capítulo XLIII: Opinión sobre la guerra de su obra Relatos de Belcebú a su Nieto, sostiene que la finalidad de la humanidad consiste “fundamentalmente en elaborar —por medio del proceso de su existencia— las vibraciones requeridas por la Naturaleza.” Más adelante habla ya no de producir vibraciones, sino una sustancia cósmica sagrada: Askokin. Parafraseando a Joseph Azize, tal vez no haya una diferencia relevante: acaso el Askokin sea tanto una vibración como una sustancia... quizá, la misma distinción que hacemos entre la líbido y la sangre.

Ahora bien, la amplia bibliografía del Cuarto Camino —a diferencia del sufismo, con su pleno conocimiento de los arteros Djinns,—(1) nunca menciona intrigantes artificios alienígenas que revolotean por encima de alarmados cazadores nocturnos: extractores de energía vital y productores de nefastos ultrajes y funestos decesos, ni tampoco habla de la aparición de extrañas entidades que abducen mujeres para efectuarles truculentos exámenes ginecológicos; estos relatos, marginales y fantasiosos a los ojos materialistas, con que algunos inadaptados sociales pierden su tiempo, mezclan la ufología con la demonología en un cóctel de donde surgen conclusiones que sólo podrían oirse a la sombra de un hediondo pabellón psiquiátrico; aunque no por ello menos ciertas. En sus obras, Gurdjieff habla de la interacción del Hombre (microcosmos) con la Naturaleza (macrocosmos), partiendo de la base que la humanidad es “alimento para la Luna:”
Y así, mi querido Hassein, cuando pareció que la necesidad instintiva de trabajos conscientes y sufrimientos voluntarios, con el fin de poder asimilar y transmutar en ellos mismos las sustancias sagradas Abrustdonis y Helkdonis y, por ende, liberar el sagrado Askokin para el mantenimiento de la Luna y de Anulios, había desaparecido finalmente del psiquismo de tus favoritos, entonces la Gran Naturaleza Misma se vio obligada a adaptarse para extraer esa sustancia sagrada por otros medios, uno de los cuales es, precisamente, el terrible proceso periódico de destrucción recíproca.
El sacrificio de Isaac
Juan de Valdés Leal
(siglo XVII)
Si en efecto nuestro planeta Tierra fue reconfigurado por entidades de consciencia superior para que toda destrucción de sus seres vivientes resultase en un sacrificio hierático,(2) podemos hallar una asociación interesante tras la aparición de estos punitivos objetos luminosos y los conceptos centrales del Cuarto Camino. De hecho, identificar al Askokin junto al Paradigma del Loosh de Robert Monroe y relacionarlo con la energía vital u Orgón de Wilhelm Reich puede simplificarnos mucho las cosas. Es más, brinda una lúgubre explicación al proceder pendenciero descrito por Vallée: estos OVNIs operan de manera ostensible sobre poblaciones rurales de pocos habitantes —aldeas remotas alejadas de las comodidades y del caos intrínseco de la vida mundana— cuyos habitantes son cazadores por necesidad y que, evidentemente, no crían ganado y, si lo hicieran, su número sería tan limitado que no podrían darse el lujo de sacrificarlos a estas extrañas entidades, incompatibles con el sistema de creencias de su gregaria religión católica. Pero este detalle sobre los sacrificios de sangre no pasó desapercibido bajo el inquisidor mostacho del Pintor de Gorriones,(3) pues entendió que operaban como un trueque energético, algo que los rituales y ceremonias de las religiones abrahámicas, con sus “sacrificios de chivos expiatorios” y la famosa “sangre del cordero que quita el pecado del mundo,” nos recuerdan siempre: (4)
«Escuchad ahora lo que debemos hacer para lograr dicha finalidad. Los resultados de todas mis investigaciones prueban claramente que la Naturaleza exige que, durante ciertos períodos, se produzca en la Tierra cierto número de muertes; y, al mismo tiempo, he logrado establecer que para las necesidades de la Naturaleza, es indiferente de qué muertes se trate, sean las de las propias personas o las de las vidas de otras formas de seres.»
Más tarde nos aclararía Mouravieff que esta falsa «Naturaleza» es en realidad la «Ley General» impuesta por las Autoridades del Mundo. Desdeñando entonces la óptica estrictamente antropocéntrica, pretendemos abordar todo este sinsentido haciendo uso de la frase del matemático John Bennett: “una energía baja no puede dirigir el funcionamiento de una energía más alta.” Note el aspirante que la contracara de esta afirmación puede resultar provechosa.

De acuerdo a Gurdjieff, en una instancia previa a esta humanidad, ya existía una arcana disciplina la cual eximía de estas obligaciones contractuales con las Autoridades del Mundo. Aunque no se lo afirma explícitamente en su obra, las extrañas sustancias o vibraciones: Askokin, Abrustdonis y Helkdonis son derivados del elemento activo Exioëhary; recordemos que este último puede usarse tanto para la continuación de la especie como para el autoperfeccionamiento. ¿Diremos más? El objetivo final del ejercicio del harnelmiatznel consciente resulta en el acopio de hidrógenos sutiles que resultarán en la famosa “semilla de mostaza” de la parábola cristiana —el germen de nuestra Piedra;— leemos en Mateo 13:31-32:
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.”
Abrustdonis y Helkdonis, son transubstanciados por medio del trabajo consciente y mediante sufrimientos intencionales, siendo el material del cual se forman y perfeccionan los cuerpos sutiles, estos son, “el cuerpo Kesdjan” o “vasija del Alma” —la consolidación del Sub-Mayordomo del Cuarto Camino: el centro operador de la Gran Obra— y “el cuerpo del Alma,” es decir, el Maestro investido con el “Don de Dios.” Durante este proceso de transubstanciación, el Askokin es liberado. Animamos a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad a que conecten la transubstanciación de los derivados del Exioëhary con los Tres Tesoros del Tao (en chino tradicional: 三宝, San Bao) y la liberación del Askokin, la noche oscura del alma o putrefacción alquímica, con la desintegración positiva resultante del proceso catártico del Nigredo.

En términos alquímicos, formar estos dos cuerpos requiere de acumular y transmutar la sustancia primera. Gurdjieff daba como ejemplo los cálculos que se forman en los riñones o la sal que se cristaliza con la saturación o por la evaporación. En ese sentido, “las sustancias psíquicas” pueden, si saturan el cuerpo, cristalizar. Además, una sustancia como la sal, cuando se cristaliza, posee cualidades de las que carece la sal disuelta en agua. Un líquido salado vertido en un río se esparcirá rápidamente con el fluir de sus aguas, y aunque uno podría detectar algo de sal quince metros río abajo, no quedará rastro alguno kilómetros más adelante. Sin embargo, si la sal se pudiese cristalizar y colocar aislada de la corriente, entonces “una nueva octava se desarrolla dentro del organismo y no afuera: es el nacimiento del cuerpo astral.

El río es la vida mundana: el trajín cotidiano que se lleva las energías elaboradas y acopiadas interiormente; es la energía vital que se disipa incesantemente como Askokin y nutre a las Autoridades del Mundo. Si de alguna manera pudiéramos mantener separadas de la vida las sustancias superiores formadas por los trabajos conscientes, éstas se cristalizarían rápidamente y, al igual que los cristales de sal, conservarían su integridad. Una vez formada, esta “nueva octava desarrollada” tiene su propio destino y es autónomo del proceso trogoautoegocrático, independizándose de la Ley General o Sistema de Control Hiperdimensional. Gurdjieff daba el ejemplo final del pan: una vez que ha sido horneado adecuadamente, éste ya no puede reducirse a harina: “una vez hecho, el pan tiene un destino propio.

* * *
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El factor demonológico en la ufología (III)

La ufología es vista en las religiones organizadas como una herejía moderna mientras que en el entramado académico es degradada como una pseudociencia estudiada por individuos con rasgos esquizoides y con lamentables sesgos paranoicos. Pero dentro de la ufología misma, existen serias dificultades para concordar en la naturaleza del área de estudio: algunos sostienen que su foco es estrictamente tecnológico, otros se concentran en sus aspectos paranormales o aun psíquicos y unos pocos en sus consecuencias sociales y religiosas. Ya en su momento, nuestro prestigioso John Keel había concluido en que “la ufología sigue siendo un pequeño y triste pasatiempo para un diminuto grupo de personas gravemente inadaptadas.”

Con su lema: “Not an authority on anything” (no siendo una autoridad en nada), Keel observó algo interesante en la década de 1970 y que conserva una vigencia insoslayable entre los ufólogos modernos: un investigador puede independizarse del reduccionismo materialista y adoptar una visión hilozoica de la realidad; con mucho más esfuerzo y apoyándose en concepciones esotéricas puede considerar la hipótesis ultraterrestre —hoy mal denominada: interdimensional,— como Håkan Blomqvist que en su obra Esotericism and UFO research (en sueco: Gudarna återvänder: UFO och den esoteriska traditionen) concibe conectar los OVNIs al ocultismo de las obras de Helena Blavatsky. Pero muy pocos ufólogos lograrán dar el salto último, rasgando el velo por completo al desprenderse de la visión antropocéntrica de la realidad: Keel había notado que sólo Gordon Creighton, Jerome Clark y, con algunas reservas, el astrofísico francés Jacques Vallée habían logrado tal proeza mental. (1)

Es probable que el doctor Vallée tuviera algunas dificultades en dar rienda suelta a las conclusiones demonológicas que detona la hipótesis ultraterrestre —sobre todo, si le consideramos como el interlocutor designado de un Colegio Invisible de científicos,— pues si la pirámide alimenticia tiene un escalón adicional y la posición de la humanidad está localizada en los pisos intermedios, ¿por qué no debiéramos considerarnos como alguna clase de alimento para una raza superior de entidades? En la introducción de su libro del año 1974 escribía:
Los objetos que estábamos investigando no eran espectaculares, pero la reacción que produjeron entre los científicos franceses en esa época fue algo que me fascinó. En vez de preguntarse si esos objetos que, además de que podían maniobrar y parecían “imposibles,” podrían ser la manifestación de alguna tecnología muy avanzada (y en algunos casos bien podía haber sido terrestre), en lo único en que pensaron fue en suprimir su manifestación. Esos científicos lograron tal cosa negando todas las observaciones, achacándola a aeroplanos cuando la documentación era inexpugnable y destruyendo los datos cuando se les demostró que ningún aeroplano podía haberse comportado como lo hacían tales objetos.

La perspicacia que obtuve de esa temprana experiencia con el escepticismo científico resultó para mí valiosísima, ya que me puso en contacto con cierto número de hombres de ciencia que, al igual que yo, deseaban conocer la naturaleza del fenómeno OVNI y estaban dispuestos, en una forma especial, a determinar si sus orígenes eran imputables, o no, a alguna inteligencia. Con el transcurso del tiempo este grupo ha crecido. En forma un poco extravagante, se autodenomina “El Colegio Invisible.”
Fotograma del film Encuentros
Cercanos del Tercer Tipo
De Jerome Clark conocemos su enciclopédica y meticulosa obra The UFO Book y tan solo podemos agregar una reseña estéril de su experiencia extraordinaria a través del relato autobiográfico del doctor Vallée: (2)
Fuimos hacia un bar de la zona, pedimos cerveza y discutimos sobre la historia de los ovnis, un tema que Jerry Clark conoce bien. Ha investigado la ola de 1897 en detalle y con verdadero talento. Lo insté a escribir un libro con Don [Donald B. Hanlon], e invitar a algunas autoridades del folclore a escribir un prólogo. La conversación se encausó hacia la experiencia que vivió Jerry:
— ¿Cuál fue tu primera impresión cuando viste a esa entidad? —le pregunté.
— Pensé: '¿Qué? ¿Eso es todo?' respondió, aparentemente desconcertado por una reacción que evidentemente fue profunda y genuina.
— Pero, ¿por qué el terror?
Nunca pudimos aclarar este punto: sorpresivamente una joven se unió a nuestra discusión y nos llevó a un debate sobre la revolución hippie y el uso de las drogas recreativas.
El investigador británico Gordon Creighton, dada su cercanía diplomática con las agencias secretas gubernamentales, tuvo acceso irrestricto a material militar y de seguridad nacional, analizando los casos más graves del fenómeno de abducción extraterreste, esto es, cuando la víctima no era regresada. En una entrevista televisiva indicaba:
— [...] descubrimos en la mucha evidencia que poseemos que las personas abducidas fueron maltratadas, lastimadas y torturadas; tenemos mucha evidencia de casos de abducidos que fueron asesinados, que fueron gravemente quemados por la radiación de rayos desconocidos e incluso gente que fue secuestrada repentinamente por OVNIs y jamás se volvió a saber de ellos. Nada de esto, me parece a mí, coincide con el comportamiento de seres benevolentes y, por lo tanto, no me sorprende las actitudes reservadas de los gobiernos. No es extraño que las agencias de seguridad eviten hablar al respecto y no es porque tenga una opinión crítica hacia el gobierno. Creo que es un asunto muy serio, y también creo que no es algo que pueda exponerse a la atención de todos.
—En otras palabras, ¿me está diciendo que hay un plan deliberado para mantener esto alejado del público en general...?
—Estoy seguro de ello y pienso que fue una decisión sabia. Porque si el público supiera lo que sé del fenómeno OVNI, por haberlo estudiado durante tantos años, la gente dejaría de vivir tranquila. Tenemos muchos casos registrados de mutilación de ganado. Me alegra pensar que habrán terminado como alimento para estos seres y que no intenten obtener un alimento rico en proteínas de otra manera que podría ser algo realmente alarmante para nosotros. [...]
—O sea que intencionalmente, ¿ellos vienen aquí a faenar ganado u otros animales?
—Tenemos otros casos preocupantes... casos perturbadores... porque desconocemos las implicancias... donde estos seres intencionadamente extraen sangre de personas y otros casos, los más inquietantes, donde se extrae semen de individuos y óvulos en mujeres... y hay varios casos también de violaciones sexuales...
John Keel había asociado este comportamiento inquietante —o en las palabras adecuadas: psicopático, dado que los seres extraterrestres muestran la misma desconsideración que nosotros aplicamos con los animales que consumimos,— a la idea cristiana de demonios, mientras concluía su investigación en Point Pleasant que dio origen a su obra literaria quizá más excelsa: The Mothman Prophecies, un brillante documento ufológico que, en ciertos pasajes, pareciera rememorar historias de demonología medieval y de literatura gótica clásica. Más tarde, Jacques Vallée en su Pasaporte a Magonia, lograba la vuelta de rosca definitiva al enlazar la manifestación moderna OVNI y la Alta Extrañeza con el folklore tradicional y las narraciones legendarias: los humanoides Grises no se diferencian en nada a los duendes y hadas, ni los relatos de changelings (los «niños cambiados») discrepan de los híbridos extraterrestres. Pronto y por separado, ambos investigadores conectaron las religiones organizadas como un producto ultraterrestre para el control de masas,(3) con dos objetivos yuxtapuestos: la devoción a través de ceremonias y rituales como recurso energético psíquico, y los sacrificios humanos, como alimento material; en el cap. XV de Our Haunted Planet, Keel explicaba:
En tiempos antiguos, los ultraterrestres establecieron religiones entre humanos adoctrinados que, si bien parecían ser deidades benevolentes, introdujeron la práctica de hacer sacrificios humanos. Este rito bárbaro fue común durante miles de años en toda Europa, Asia, el Pacífico y América del Sur. Solo los mejores ejemplares de la tribu eran aceptados para el sacrificio: bellas jóvenes vírgenes y hombres musculosos. En la mayoría de las culturas, las víctimas eran voluntarias: de hecho, era un gran honor. Eran agasajados antes de que se los condujera a un lugar alto sagrado o la cima de una pirámide. En algunas culturas, eran llevados a una isla sagrada y se los dejaba allí. Al siguiente mes o año, cuando la tribu regresaba con nuevas víctimas de sacrificio, las anteriores ya había desaparecido sin dejar rastro alguno.

El sacrificio físico continuó en los tiempos bíblicos y persistió en algunas culturas hasta hace pocos siglos. Las brutales inquisiciones de la Edad Media reclamaron millones de víctimas e incluyeron desapariciones masivas de personas que, presumiblemente, fueron arrastradas a alguna mazmorra para no ser vistas nunca más. Hombres encapuchados golpearon las puertas en medio de la noche y arrastraron a familias enteras.

La historia demuestra que los ultraterrestres necesitan seres humanos como un recurso físico. En el pasado estuvimos a su merced a estas exigencias de especímenes humanos. Sin embargo, los tiempos han cambiado y sus métodos son ahora más sutiles. Miles de personas desaparecen anualmente sin dejar rastro (sin contar los cientos de miles que están huyendo de la ley, los acreedores y sus cónyuges). Una vez explotaron a la raza humana disfrazados de dioses benevolentes que vivían en las colinas; ahora nos explotan a través del mito moderno de visitantes extraterrestres de estrellas distantes.
El doctor Vallée no estuvo totalmente convencido de considerar a los ultraterrestres como seres de Cuarta Densidad —es decir, de fisicalidad variable: pudiendo adoptar temporalmente distintas configuraciones o apariencias en nuestra realidad física— y en todas sus obras barajó la posibilidad que fueran humanos tecnológicamente avanzados: el sistema de control podía ser una herramienta de un Gobierno Secreto Mundial o del famoso Complejo Militar-Industrial o de seres (físicos) con significativos adelantos técnicos en otra hebra de tiempo, pero difícilmente ultraterrestres: la posibilidad de vida en otro soporte de la materia era quizá excesivamente marginal o la Navaja de Ockham demasiado filosa. Sin embargo, de lo bienintencionada que fue siempre su búsqueda y de la pureza de su razonamiento surge un comentario muy válido en su libro Confrontations: A Scientist Search for Alien Contact (cap. VI: Lessons in humility): (4)
Otra importante lección de esta experiencia se refiere a la inutilidad de la Navaja de Occam: esta expresión se aplica a la escuela de pensamiento en las Ciencias que establece que no se debe apelar por una hipótesis compleja cuando una más simple puede ajustarse. Ahora bien, todo depende, claramente, en lo que se considere por “simple.” La teoría esférica de la Tierra, que gira alrededor del Sol, con más de catorce movimientos diferentes, es increíblemente más compleja cuando se compara con la elegante teoría de la Tierra plana y fija, con el Sol y los cuerpos celestes como candiles sostenidos por simpáticos querubines.

Occam se topó con una dura barba... En la investigación OVNI, como en otros campos de las Ciencias, con frecuencia se debe hacer a un lado a la Navaja de Occam y aceptar la frustrante complejidad subyacente en nuestra realidad física: y aun más compleja, la realidad de los humanos que habitan en ella.
Los siguientes libros de Keel, el meticuloso trabajo en Flying Saucer Review de Creighton e incluso, en una menor medida, los libros de Brinsley Le Poer Trench cobijaron la clara hipótesis que el fenómeno, mal denominado extraterrestre, era la punitiva incursión, desde tiempos prebíblicos, de un nivel de realidad superior que interfería, y aun interfiere, en nuestra realidad física para sembrar caos y confusión, y evidentemente para cosechar “algo.” Robert Monroe, si bien jamás incursionó en ufología, se topó en sus primeros viajes “fuera del cuerpo” con unos extraños visitantes que lo asediaban por la noche; este es un compendio citado por el doctor Vallée de sus registros del 9, 16 y 30 de Setiembre de 1960, y originalmente aparecen en su libro Journeys out of the Body. En la actualidad, se conoce este fenómeno como Visitantes de Dormitorio: se especula que una serie de entidades ordeñan energéticamente la libido humana durante el reposo nocturno, lo que trae aparejado una pesadilla, terror nocturno o depresión matutina como resultado de cada extracción:
9/9: De pronto me sentí bañado y traspasado por un rayo poderoso [...] Estaba completamente impotente, a total merced de una fuerza muy poderosa. Lo que haya sido tenía una inteligencia en una forma que estaba más allá de mi comprensión e ingresó (¿a través de un rayo de luz?) en mi cabeza, justo por encima de la frente, de manera implacable y sin consideración alguna. Parecía estar cumpliendo una labor rutinaria, buscando algo específico en mi mente.

16/9: El mismo sondeo impersonal, la misma impotencia [...] De alguna forma sentía que le había dado mi permiso para ordeñarme: yo estaba en la Tierra para hacer un trabajo, algo no necesariamente gratificante [...] Tuve la sensación que unos enormes tubos, antiguos y rústicos, por donde una sustancia muy superior al petróleo y vital para estas entidades, era transportada hacia alguna parte (no en este planeta material). [...] Otra vez, la visita terminó y esta fuerza inteligente se retiró rápidamente. Me incorporé, me sentía deprimido y de alguna forma sucio: entré al baño de mi casa, y de hecho sentí que debía lavarme las manos después de trabajar (aunque tenía las manos limpias).

30/9: El mismo patrón que el 16 de Setiembre. Otra vez, estaba aquella sensación de ser el encargado de la estación de bombeo. La entidad se acercó a través de un rayo de luz. De nuevo hurgó en mi mente, esta vez incluso pude ver que controló específicamente mi aparato respiratorio. Entendía que la entidad estaba buscando alguna sustancia que le permitiera respirar en la atmósfera terrestre, y observé una imagen (en mi mente) de una bolsa, posiblemente de dos por tres pulgadas y una pulgada de grosor, colgada de su cinturón, junto a la frase “así es como ahora respiramos.” Esto me dio coraje para tratar de comunicarme: mentalmente pregunté quiénes eran, y recibí una respuesta que no pude traducir ni entender. [...] Parecía que se elevaban en el cielo mientras les gritaba y suplicaba. Luego estuve seguro que su mentalidad e inteligencia estaban mucho más allá de mi comprensión. La de ellos era una inteligencia fría e impersonal, carente de emociones de amor y compasión que nosotros como humanos tanto respetamos; sin embargo, esa puede ser la prepotencia que nos comunica la Biblia. Visitas como éstas en el pasado de la humanidad bien pueden haber sido la base de nuestras creencias religiosas. [...]
Para concluir, traducimos un recorte hallado por el recientemente desaparecido ufólogo español Ignacio Darnaude que agrega una notable perspectiva, desde el magisterio sufista, asociando a los Djinns o Genios (en árabe: جن, yinn), con los ultraterrestes;(5) en particular, recomendamos la lectura del libro de Charles Upton, Cracks in the Great Wall, una obra escatológica que conecta varias piezas del rompecabezas metafísico con el fenómeno ufológico:
Durante una conferencia privada de musulmanes celebrada en Londres el 6 de junio de 1985, se le efectuó una pregunta sobre los OVNIs a una distinguida figura religiosa islámica de Turquía, el sufí Sheik Nazim Effendi de la Orden de Derviches Naqshbandi. Con gran sorpresa para el público presente —la mayoría de los cuales desconocía por completo el tema,— se embarcó en una discusión notable e impartió información de la mayor importancia.

Dijo que los Jinns (Genios) son los operadores de estas naves, que comparten este planeta con la humanidad, aunque son mucho más antiguos que el hombre, manteniendo a la raza humana en total sujeción y esclavitud, causando deliberadamente toda clase de guerras, conflictos, desastres y disturbios, mientras que la dormida humanidad sigue siendo totalmente inconsciente de lo que está sucediendo, y lo triste de su situación.

Como han hecho otros líderes sufíes en los últimos años, habló del poder satánico que reina en este tiempo y, en particular, de la difusión del materialismo ateo. Además de la constante infiltración de todas las sociedades humanas, de todos los gobiernos y de todas las religiones, por elementos demoníacos que trabajan para la caída del hombre, de modo que es posible verlo en las protestas de Irlanda donde católicos se asesinan en gran número entre ellos, en los asesinatos entre los budistas y tamiles hindúes en Sri Lanka, en los actos atroces entre cristianos y musulmanes, y ahora incluso ¡en que musulmanes asesinan a otros musulmanes!

Todas estas cosas, dijo, son indicios de la decadencia y la degeneración, y formaban parte de los Signos de los Tiempos. Cuando se le preguntó sobre el papel de algunos de los denominados líderes “religiosos” en Irán y en otros lugares, y sectas fanáticas bajo su influencia —que están detrás de estos acontecimientos en Irán y en Líbano,— confirmó que estos elementos están bajo la impronta demoníaca, es decir, bajo la manipulación de los Jinns, y que también tienen un sesgo político en una dirección determinada.

Al igual que mayoría de los líderes sufíes en los últimos años, Sheikh Nazim Effendi —cuyo mentor fue el famoso Sheikh Daghestani de Damasco— espera que el Fin de esta Era vendrá pronto, y observa esta inusual “actividad OVNI” en el planeta conectada con la preparación de los dramáticos acontecimientos que se prevén que ocurrirán en los últimos años del siglo, lo que dará lugar al derrocamiento del Poder Satánico, pero que también traerá consigo la aniquilación de una gran parte de la población mundial en diversas áreas del globo.
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El folklore, los aliens y las religiones teocráticas

Cada ser humano posee un sentimiento íntimo sobre la realidad en la que vive. Las religiones, o más bien, el enfoque que éstas pueden ofrecer, son el reflejo de tal sentimiento. Si nos situamos en la cultura oriental, el Shintoísmo al igual que nuestro Cristianismo pretende vivir en armonía con los espíritus; en cambio, en el Taoísmo y en ciertas ramas del Budismo, se establece una postura más radical como la ofrecida por el Gnosticismo y el Maniqueísmo.

El punto en cuestión parece ser siempre si el tributo que ha de pagarle el ser humano a los dioses puede ser negociado en cómodas cuotas —con veneración y sometimiento, por medio de sacrificios simbólicos o materiales,— antes que sea aplicada una forzosa retención unilateral del impuesto emocional que se manifiesta, casi siempre, como un abrupto cambio de suerte a través de un desgraciado incidente sentimental, económico o corporal.

Los servicios religiosos de las distintas corrientes cristianas consisten en programar ceremonias grupales, en particular los días Domingo, en los que se pretende la comunión con entidades benignas, protectoras y redentoras de la humanidad, representadas en el catolicismo como vírgenes, santos y mártires; en particular, hallamos el sacramento de la eucaristía donde se consagra pan y vino, un ritual que se arrastra desde los primeros versículos bíblicos cuando un extraño personaje aparece, sin pasado ni linaje, para iniciar al que será conocido como el patriarca Abraham (en hebreo: אַבְרָהָם) dando origen, o tan sólo nueva apariencia, a las religiones teocráticas (Genésis 14:18): “Y Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, le llevó pan y vino a Abram.” No debiera desestimarse que estas dos particulares ofrendas sean las mismas que más tarde se le atribuyen neotestamentariamente a Jesús durante la supuesta última cena.(1) Y subrayamos la idea subyacente del “tributo” simbolizados en la comunión a través de los alimentos como algo llamativo y quizá preocupante; del libro Extraterrestrials Among Us, un esclarecido George C. Andrews nos comenta:
La proyección de energía psíquica que periódicamente emanamos en forma de devoción religiosa puede ser como la miel que fortalece y sostiene a las deidades a la que se dirige la ceremonia. En esta etapa de nuestro desarrollo, la adoración ciega ya no es lo que se busca, sino la comprensión consciente de nuestra relación simbiótica con las entidades multidimensionales que plantaron a nuestros antepasados ​​en este planeta.
La corriente Shinto japonesa promulga la veneración de los espíritus de la naturaleza: los kami (en japonés: 神), entidades a las que se les ofrece tributo, veneración y ceremonias para que logren apartar y proteger de la frecuente ira de los demoníacos tengu y yōkai (respectivamente: 天狗 y 妖怪) seres antropófagos que acostumbran a poseer personas, en especial jóvenes y niñas, para comunicarse a través de ellas. Curiosamente, en occidente, las apariciones marianas también surgen alrededor de Contactados preadolescentes —por ejemplo, los fenómenos ufológicos confundidos como apariciones de la Beata Virgo Maria de Fátima y Lourdes— refuerzan la idea que el fenómeno extraterrestre tiene particular predilección por vírgenes, sospechamos, para acelerar o desencadenar su Síndrome Kundalini con el fin de nutrirse con su energía vital e incluso manifestarse a través de ellas. Las palabras de John Keel pueden leerse con cierto desasosiego pues se agitan con la severidad de la certeza:
Como la mayoría de los investigadores OVNI, he leído las Sagradas Escrituras cuidadosamente varias veces. En vista de lo que ahora sabemos, o sospechamos, sobre la ufología, muchos de los relatos bíblicos de cosas en el cielo adquieren un nuevo significado e incluso corroboran algunos de los fenómenos que suceden hoy en día. Se les dio una interpretación religiosa en aquellos tiempos antiguos cuando todos los fenómenos naturales y todas las catástrofes se culparon a un Ser Superior.
Tengu de Kawanabe
Kyosai, obra del s. XIX;
notar las semejanzas con los
farfadets del folklore francés
En las historias del folklore japonés, los híbridos han'yō usualmente nacen de relaciones amorosas entre los humanos y los yōkai. Este extraño vínculo también se observa en el Islam —palabra cuya semántica es sumisión o posternación— con los sombríos genios del Koran: la Sharia o Ley Musulmana dedica una parte a regir la herencia de descendientes producto de relaciones maritales entre humanos y djinns (en árabe: جن), pues se da a entender que los híbridos no pueden habitar por mucho tiempo nuestra densidad física; en Daemonolatreiae (Demonolatry) de Nicholas Remy leemos:
Una de las cuestiones que resultan más penosas de entender es el bronco silbido que estos niños emiten en lugar de llorar, su andar atolondrado y su manera de buscar en lugares ocultos... Debemos confesar que los demonios intervienen activamente y se introducen en las madres o en sus hijos no natos dotándoles de poderes que son completamente sobrenaturales.
Otro interesante sincronismo lo hallamos de la mano del folklorista Lafcadio Hearn quien en su obra Glimpses of Unfamiliar Japan comenta que “las historias de posesión indican que hablaban y escribían en idiomas que ellos no conocían antes de ser poseídos.” Nos resulta entonces llamativo que entre los cristianos aun se valore el misterio de hablar en lenguas ignorando los riesgos de posesión espiritual que corren los extasiados glosolaliastas. Como corolario, invitamos a la siguiente reflexión del esclarecedor artículo de Bronte Baxter sobre la Unificación de la Nueva Era donde menciona:
La Guerra de los Principados de la Luz y la Oscuridad no son otra cosa que una estratagema del policía bueno y del policía malo, pero llevando el juego a niveles celestes. Muy semejante a la eterna guerra irreal entre los demócratas y los republicanos: una cortina de humo diseñada para velar donde efectivamente la acción real ocurre. Tanto Lucifer como Jehová están del mismo lado: buscando el control de la humanidad; los “dioses” y “demonios” de la India se encuentran en idéntico bando. Mientras que la humanidad ofrezca su loosh [energía vital] a los mundos [hiper]dimensionales, ya sea través de la adoración o el sufrimiento, en la Cuarta Densidad están todos contentos.
Deteniendo el tour de force religioso e intentando centrar nuestro marco de estudio en la ufología no es difícil deducir que el sistema de control, por medio de una aplicación metódica, sistemática y prolongada ha fermentado desde los mitos folklóricos un producto más elaborado y refinado: el devocionalismo ceremonial. Douglass Price-Williams, profesor del departamento de psiquiatría de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) —uno de los ocultos miembros del Colegio Invisible que encabezaba el ufólogo francés Jacques Vallée, a quien había compartido de su detallado análisis de mitos— concluyó en que la base de datos sobre avistamientos y encuentros cercanos con OVNIS mostraba una “estructura de «onda» como un patrón de aprendizaje no cíclico [que] parecía un programa de refuerzo [y] que podría llevar a la retención de imágenes y a cambios irreversibles en el marco mitopoéico de la humanidad.” Pero fue a partir del estudio de las teorías del compositor y ufólogo francés Paul Misraki y la monumental obra del antropólogo Evans-Wentz: The Fairy-Faith in Celtic Countries que el doctor Vallée concibió un corolario de inquietudes que desenmascara el origen alienígena de las religiones organizadas: (2)
¿Cuál puede ser el propósito para tan elaborado engaño a escala mundial? ¿Quién puede darse el lujo de inventar un esquema tan complejo, para tan aparentemente pequeño resultado? ¿La imaginación humana es capaz por sí sola de producir estos trucos? ¿O deberíamos establecer una hipótesis que una raza avanzada en algún sitio del universo o quizá en algún momento del futuro ha estado elaborando representaciones teatrales tridimensionales por los últimos dos mil años, en un esfuerzo de guiar a nuestra civilización? ¡Si así fuera, seguramente no se merece nuestro agradecimiento!
Muchos de los cuestionamientos del doctor Vallée encuentran respuesta si consideramos a los fenómenos anómalos aéreos como parte de un proceso de programación planetaria para la obtención de algo, en un principio digamos de “manera voluntaria,” que se requiere del animal social que es el Hombre. El adoctrinamiento, además de la teatral representación que las presuntas naves extraterrestres pueden orquestar para sus renuentes espectadores, tiene aristas adicionales entre los Contactados, ya sean médiums con un moderado séquito de acólitos,(3) representantes de flamantes nuevas religiones, o casos puntuales de alta extrañeza, a veces denominados Contactismo Silencioso,(4) requisito ineludible para impartir correctivos hiperdimensionales ante una posible insurrección gnóstica de algún peregrino que comience a abrir los ojos. El investigador Thomas Minderle expone en su libro Transcending the Matrix Control System:
Debido a que las fuerzas hostiles hiperdimensionales tienen un interés personal en mantener la ignorancia sobre la existencia del Sistema de Control, pueden tomar medidas extraordinarias para suprimir cualquier factor de inestabilidad que podría develar su naturaleza detrimental y su capacidad de manipulación, afectando así su fuente alimenticia: el suministro de energía emocional o Loosh. Cualquier persona que inicie el proceso del despertar, recuperando su poder personal e incrementando su libertad individual, es seleccionada de manera inmediata como blanco para ataques encubiertos. El objetivo buscado es someterla nuevamente a la ignorancia, dejarla expuesta e indefensa, o eventualmente, contribuir a su autodestrucción.

Cuando se produce un impulso hacia la libertad personal, una fuerza igual y opuesta se pone en movimiento, que atrae hacia el individuo diversos sincronismos negativos para desencadenar ataques puntuales y descompensar así su impulso hacia la libertad. Estos incluyen situaciones que tienen por objeto inducir miedo, distracción, sufrimiento, duda, depresión, indulgencia hacia bajos impulsos, y comportamiento auto­destructivo.
El sociólogo francés Bertrand Méheust,(5) subrayó la teatralidad de estas experiencias de contactismo: las abducciones están presentes en el remanente arcaico colectivo y se articulan como dramáticos eventos ofrecidos a una reducida y particular audiencia —como los sucesos relatados por el granjero brasileño Antônio Vilas-Boas o por el matrimonio estadounidense Betty y Barney Hill— pero difíciles de ser explicados o transmitidos al resto de la humanidad, como fue el caso de Moisés al bajar del monte Sinaí. Al diseccionar estos acontecimientos, cuya primera apariencia sugiere la representación de naves futuristas y tecnológicamente superiores, se observa que decantan en elementos que nos remontan a una imaginería más antigua: hacia temas del folklore medieval o aun, hacia crónicas bíblicas y narraciones legendarias. No es casual que los encuentros cercanos se produzcan casi siempre al costado de un camino poco transitado pues precisamente era allí donde los demonios precristianos, los farfadets,(6) diablos sin rostro y siniestros encapuchados emboscaban a los desventurados viajeros. Y es no menos llamativo que todas las supuestas abducciones extraterrestres siempre posean un trasfondo sexual; el joven desaparecido ufólogo Mac Tonnies desencadenaba esta interesante cuestión en su libro póstumo The Cryptoterrestrials (cap. The Abduction Epidemic):
Un motivo central en los informes sobre abducciones, como también en los relatos folklóricos de secuestros por seres no humanos, es el objetivo de producir un vástago “híbrido,” un niño humanoide con la posibilidad de actuar como puente entre la sociedad humana y la exógena. [...]

El “programa de hibridación” recopilado de estos casos implica algo alarmante: su avanzado conocimiento en genética. Si ellos fuesen un aspecto desconocido de nosotros mismos, su habilidad en la genética no tendría que adelantarse a la nuestra propia. Y lo que se vislumbra más enervante es que seamos genéticamente compatibles. [...]

Bajo la hipótesis criptoterrestre, el “programa de hibridación” bien podría consistir en desarrollar híbridos “réplicas,” adaptados a tareas orientadas a la supervivencia, como ser infiltrarse en la sociedad humana. Y esto plantea una más interesante inquietud: si los típicos encuentros cercanos involucran criptoterrestres parecidos a los humanos, como los Grises, ¿quién puede decir que no habría una galería de villanos progresivamente más extraños al acecho detrás del telón?
Marshall Vian Summers denomina a parte de este vasto plan de adoctrinamiento global como el programa de pacificación; a nuestro criterio este plan incluyó además la incorporación de paradigmas mentales como el principio de escasez que se introdujo junto al monoteísmo. En el libro The Curse of Cain: the violent legacy of monotheism (La Maldición de Caín: el legado violento del monoteísmo), Regina M. Schwartz prologa:
¿Pero por qué la violencia? ¿Por qué el clamar por una identidad colectiva es tan importante como para generar violencia? He hallado una respuesta a esta pregunta en el principio de escasez que infecta a todo el pensamiento sobre pertenencia. Cuando algo es escaso se debe competir por ello: por la tierra, por la prosperidad, por el poder, por el favoritismo, incluso por la propia identidad. En muchas narraciones bíblicas, el único Dios no es imaginado como un dador infinito, más bien como extrañamente miserable. No todos reciben la bendición divina; muchos son maldecidos —con escasez, miseria, enfermedad, agonía y muerte— como si hubiese un bloqueo cósmico a la prosperidad. Y es aquí, en el principio trágico de la escasez, que encuentro problemático aquello que el legado del Antiguo Testamento le ofreció a nuestra cultura. Aunque me he sentido alentada al encontrar algunos destellos de abundancia en el monoteísmo —como cuando cae maná del cielo para alimentar a todos— esos momentos no han proporcionado el mismo empuje a nuestra política, a nuestra cultura o a nuestra imaginación como sí lo ha hecho el principio de la escasez. La escasez fue codificada en la Biblia junto al principio de Unicidad (una tierra, un pueblo, una nación) y en el pensamiento monoteísta (una Deidad), se convierte así en una demanda de lealtad exclusiva que amenaza con la violencia de la exclusión. Cuando ese pensamiento es trasladado a las formaciones seculares de personas, “una nación bajo un único Dios,” se vuelve menos reconfortante que amenazante.
El amable lector llegado a este punto pretenderá sin duda que elaboremos alguna conclusión... ¿la habrá? Nos permitimos concluir citando a Michael Topper, autor de varios artículos de la colección de libros Matrix, para que cada individuo realice su necesaria e imprescindible labor personal:
En las densidades superiores, “Consciencia” es el nombre del juego. Esto sencillamente quiere decir que en los niveles superiores de existencia, sean de orientación positiva o negativa, todos comprenden que el negocio de todo ser y la existencia de todo lugar está en función de la Consciencia... estando más y más “alerta.” Estar despierto se relaciona con la “densidad de consciencia,” por así decir.

Las entidades negativas consiguen mayor nivel de consciencia al “ganar peso” por medio de la asimilación de otras unidades conscientes. [...] Las entidades positivas piensan de otra forma: al integrar dentro de su conocimiento a los demás seres —el hecho de reconocer la consciencia de otro ser— éstos formarán entonces parte de la propia consciencia; luego, reconocer la Pluralidad de la Creación es crecer en Consciencia. [...] Los seres negativos desarrollan un juego de dominación, subyugación y absorción de otras consciencias en un solitario “Uno.” Pero ellos comprenden que la absorción completa sólo es posible a través del convencimiento de las otras consciencias: que otros deben elegir el camino del “engrandecimiento del ego.” Una “comida” reacia no es nutritiva, y se transforma en veneno para la consciencia que trata de asimilarla. [...]

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