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El acarreo del Anillo como símbolo del Nigredo

Nuestro prestigioso filólogo John Ronald Reuel Tolkien escribió El Señor de los Anillos como una continuación a El Hobbit. Cuenta la historia que los primeros esbozos describían al propio Bilbo como protagonista en busca de nuevas aventuras. Sin embargo, tras una noche inquieta, un esbozo apresurado toma un viraje imprevisto; el relato se ensombrece: el Anillo Único cobra un peso funesto; surge un nuevo personaje, su sobrino, quien tomará el papel épico del Portador perseguido por oscuros y nefastos espectros; el cuento crece y se bifurca, los capítulos se reescriben y renumeran, los editores se impacientan; el profesor reconoce que:
«La obra ha escapado de mi control y he producido un monstruo: una novela inmensamente larga, compleja, bastante amarga y atemorizante, muy poco apropiada para niños (o para cualquiera); y que en verdad no es una continuación de El hobbit, sino de El Silmarillion.»
Luego de años de revisiones y reescrituras, el primer tomo de la historia asoma en las librerías. Tolkien le había augurado a su aun apesadumbrado editor, Stanley Unwin: “Está escrita con la sangre de mi vida, gruesa o delgada, como sea, y no puedo hacer otra cosa.” Parte del riesgo que corrían era que la obra no fuese aceptada por su volumen, por su recargado trasfondo mítico, pero también porque no estaba enfocada a un público particular; sin embargo, como a todo lector del magnus opus tolkiniano le habrá pasado, cuando se llega a las páginas finales se percibe que la obra es quizá demasiado breve. Para entonces, las críticas como las ventas no se dejaron esperar: los restantes tomos surgieron durante los siguientes meses, obedeciendo a la escasez de papel luego de la Segunda Guerra. En los años posteriores las traducciones tampoco se hicieron demorar: Francisco Porrúa haría un trabajo magistral desde el pulcro inglés del catedrático de Oxford a un esmerado español, una labor semejante a la de Vicente Villacampa cuando tradujo del francés a nuestro respetado ingeniero Fulcanelli en Las Moradas Filosofales.

¿Pero quién es El Señor de los Anillos? El lector entendido no dudará ni por un instante en que tal título es claramente atribuido al Nigromante; tanto el errante y sabio mago se pronuncia al respecto en los primeros capítulos como más tarde lo hará Frodo cuando concluye el Libro Rojo titulándolo: “La caída del Señor de los Anillos y el retorno del Rey.” Otra inquietud que nos corroe es que Tolkien no se consideraba el autor de la historia. Durante el prólogo, el celebrado profesor se ubicaba como un mero traductor o transcriptor, tomando como fuente unos documentos imaginarios de una ficticia biblioteca. ¿Es que acaso el tabáquico medievalista estuviera consciente de que la materia prima de su obra estaba siendo sintonizada o canalizada desde alguna fuente no local de información?

En el pasado, hicimos mención sobre que la mitología tolkiniana había espitado algún inusitado abrevadero de una potable y fresca corriente esotérica. Es más, nos atrevimos a comparar las Densidades de Consciencia provistas en el Material Ra y en las Sesiones Cassiopaea, junto a la disección de entidades que discurre en el Ainulindalë (la Música de los Ainur) en su obra póstuma El Silmarillion. Si añadimos el arte-facto de la Kabbalah como un grafo de dependencias cognitivas, vemos que las tres grandes regiones del Cosmos pueden compararse con el Mundo Empíreo, Etéreo y Elemental rosacruz y que, respectivamente, pueden ser asociadas a Las Tierras Imperecederas, las Aguas Circundantes (que más tarde cobijaron a la Isla de Númenórë) y La Tierra Media; en la tabla siguiente resumimos groseramente, afortunadamente sin pérdida de generalidad, una enumeración comparativa:

PrincipioDensidad de ConscienciaMitología tolkinianaConcepción rosacruz
YangSéptimaIlúvatar: el Único o Todo
(previo al Ainulindalë)
Aleph/Absoluto
(Potencial inmanifiesto)
YangSextaArquetipos: ValarReino Plerómico
YangQuintaEspíritus: Maiar
Estancias de Mandos
Reino Espiritual
(Inmortales celestiales)
Yin/YangCuartaElfos, Medioelfos,
Ents y Orcos
Reino Etérico
(Inmortales terrenales)
YinTerceraHombres, Enanos
y Hobbits
Reino Humano
(Mortales terrenales)
YinSegundaFauna y FloraReino Orgánico
YinPrimeraRegiones geográficasReino Elemental
(Fundamento)


Es evidente que las potestades angélicas del Ainulindalë, aquellas entidades que transforman Lo Inefable en Manifiesto, pueden ser asociadas casi de inmediato con los Arquetipos —jungianos y, por qué no, aquellos agregados por August William Derleth a la mitología de su mentor Howard Phillips Lovecraft.—(1) Los Maiar son los espíritus de Quinta Densidad, emisarios bajo la égida de los Valar, enviados como bodhisattvas hacia el Reino Humano con una misión que ha de ser descubierta durante su peligrosa peregrinación hacia los inquietantes reinos más densos. Estas encarnaciones pueden ser vistas, desde un nivel no antropocéntrico, como una serie de sucesivos procesos de desintegración positiva: a medida que se logre capitalizar sufrimiento cristalizándolo en sabiduría y se trabaje sobre sí para desprender los agregados psicológicos, lográndose una suficiente depuración de las conductas urobóricas, se alcanzará entonces el nivel cognitivo del pensamiento unificado (la integración o no-dualidad) de Sexta Densidad. En la hebra narrativa de la muerte y resurrección de Gandalf en Moria vemos una descripción sin tapujos de este proceso. Ciertamente, el errante sabio vuelve como el Caballero Blanco pero con la apariencia y hábitos humildes de un yogui:
Durante un tiempo Gandalf no dijo nada y no hizo preguntas. Tenía las manos extendidas sobre las rodillas y los ojos cerrados. [...] Los otros se quedaron mirándolo. Un rayo de sol se filtró entre las nubes rápidas y cayó en sus manos, que ahora las tenía en el regazo con las palmas vueltas hacia arriba: parecían estar colmadas de luz como una copa llena de agua. Al fin alzó los ojos y miró directamente al sol.
Aunque se puede decir lo mismo sobre la sacrificada gesta de los hobbits en pos de la destrucción del Anillo Único. En cierta forma, los tres personajes que atraviesan las Ciénagas de los Muertos pueden analizarse, desde tradición kahuna de la psiquis humana, como un gestalt conformado por tres «configuraciones» amalgamadas dentro de un mismo ser:
  • la Supraconsciencia (Ser/SuperYó),
  • el Consciente (Animus/Ego), y
  • el Subconsciente (Anima/Ello).

O Oriens, splendor lucis
aeternae, et sol justitiae:
veni, et illumina sedentes
in tenebris, et umbra mortis.
Estas tres conformaciones se aprecian respectivamente en Sam, Frodo y Gollum. Dado que es aquí, al atravesar el pestilente cenagal del Nigredo, cuando el Anillo cobra un peso insólito para el Ego portador, pues la rueda ígnea que se presenta en las desosegadas visiones que enfrenta el devastado y consumido Frodo, puede asociarse a la inexorable desintegración que acarrea el ejercicio de la Rota. El ojo entrenado no demorará en asociar la Puerta Negra de Mordor con el Huiyin daoísta: la Puerta de la Vida y de la Muerte, mientras la Luz que emana del Cristal de la Dama (Kuan Yi, Kundalini o la Virgen Maria, en cábala fonética: la Virgen Madre) cuando es alzado en manos del Escudero de la Comarca, que se revela cuando su amo, la Consciencia, permanece en estado comatoso.

En efecto, es Frodo, en el papel de la Consciencia, quien descubre poco a poco el velado poder que asoma tras la Supraconsciencia incipiente: “Estoy aprendiendo mucho sobre Sam Gamyi en este viaje. Primero fue un conspirador y ahora es un juglar. Terminará por ser un mago... ¡o un guerrero!” Sam se convierte en el Guerrero —el ahora Mayordomo de la Gran Obra,— en el embrión de la Supraconsciencia que logra desafiar y derrotar a Ella-Laraña, una potestad de la oscuridad que hace sucumbir en tinieblas al Ego. Pero es cuando Sam se convierte en el Portador del Anillo cuando asume el arquetipo del Mago: es entonces el verdadero Señor de los Anillos pues, a diferencia de Frodo, el Anillo Único jamás ejerció sobre sí poder alguno; a partir de su nacimiento es la Supraconsciencia quien mantiene a raya a Gollum: el Subconsciente desintegrado en camino de ser completamente sublimado en el Monte del Destino.

Esta anagogía a la «transfiguración» o «advenimiento» pudo haber sido percibida por el profesor Tolkien cuando se topó con una curiosa obra anónima, escrita en anglosajón, durante sus estudios en Oxford en 1913: Christ I. Las extrañas palabras que leyó fueron: “Salve Earendel, el más brillante de los ángeles, enviado a los hombres sobre la media tierra.” No nos esforzaremos demasiado en convencer al lector que aquí vemos una clara alusión a la teofanía mineral descrita por los alquimistas. ¿Acaso la Iluminación no es el “Nacimiento de (un) Dios?” Tolkien escribiría más tarde: “Sentí una curiosa excitación como si saliendo de un sueño, algo se agitara en mí. Detrás de aquellas palabras había algo muy remoto, raro y hermoso, si podía asirlo, algo que estaba mucho más allá del antiguo inglés.” Proveemos a continuación un extracto traducido de la versión en inglés moderno (2) de la antífona, previa al siglo X: O Oriens, dirigida a la Estrella Matutina:

Eala earendel, engla beorhtast,
ofer middangeard monnum sended,
ond soðfæsta sunnan leoma,
torht ofer tunglas, þu tida gehwane
of sylfum þe symle inlihtes!
Swa þu, god of gode gearo acenned,
sunu soþan fæder, swegles in wuldre
butan anginne æfre wære,
swa þec nu for þearfum þin agen geweorc
bideð þurh byldo, þæt þu þa beorhtan us
sunnan onsende, ond þe sylf cyme
þæt ðu inleohte þa þe longe ær,
þrosme beþeahte ond in þeostrum her,
sæton sinneahtes; synnum bifealdne
deorc deaþes sceadu dreogan sceoldan.

Nu we hyhtfulle hælo gelyfað
þurh þæt word godes weorodum brungen,
þe on frymðe wæs fæder ælmihtigum
efenece mid god, ond nu eft gewearð
flæsc firena leas, þæt seo fæmne gebær
geomrum to geoce. God wæs mid us
gesewen butan synnum; somod eardedon
mihtig meotudes bearn ond se monnes sunu
geþwære on þeode. We þæs þonc magon
secgan sigedryhtne symle bi gewyrhtum,
þæs þe he hine sylfne us sendan wolde.
¡Oh Eärendel, el más brillante de los ángeles,
enviado a la humanidad sobre la Tierra Media,
resplandor del sol justo
espléndido sobre todas las estrellas! Tú mismo
siempre has iluminado a todas las edades.
Como tú, Dios nacido del Dios Eterno,
Hijo del verdadero Padre, que eternamente ha existido
sin comienzo ni final, en la gloria del cielo,
entonces tu propio grito de creación con confianza
a ti ahora para sus necesidades, que envíes
ese sol brillante para nosotros, ven tú mismo
a aligerar a aquellos que han vivido apesadumbrados,
rodeados de sombras y oscuridad, aquí
en la noche eterna; quienes, envueltos por los pecados,
han tenido que soportar la sombra oscura de la muerte.


Ahora, llenos de esperanza, buscamos tu redención,
llegado a la gente mundana a través de la palabra de Dios,
quien estuvo al principio con el Todopoderoso Padre
igualmente eterno con Dios, y ahora se convirtió
en carne, libre de pecados, nacido de la virgen,
en apoyo a los afligidos. Dios estaba con nosotros,
visto sin pecado; juntos moran
el poderoso hijo del Justo y el hijo del hombre,
en paz entre la gente. Dirijamos nuestro agradecimiento
al señor de la victoria por sus obras,
porque eligió enviarse a nosotros.

Entendemos importante concluir esta entrega haciendo mención al hermoso himno de San Ambrosio de la liturgia navideña —la natividad del Niño Dios o Embrión Áureo,— que nos lo recuerda Canseliet en el prefacio a la tercera edición francesa del último libro de nuestro respetado Fulcanelli:

Veni redemptor gentium,
Ostende partum Virginis:
Miretur omne saeculum:
Talis decet partus Deum.

Non ex virili semine,
Sed mystico spiramine
Verbum Dei factum caro,
Fructusque ventris floruit.

Alvus tumescit Virginis
Claustra pudoris permanent,
Vexilla virtutum micant,
Versatur in templo Deus.
Ven, redentor de las naciones,
muestra el parto de la Virgen
que todo el siglo admira.
Semejante nacimiento corresponde a Dios.

No de la semilla de un hombre,
sino de un soplo misterioso
el Verbo de Dios se ha hecho carne,
y fruto de las entrañas ha florecido.

El vientre de la Virgen se hincha.
Las murallas del pudor persisten.
Los estandartes de las virtudes se agitan
y Dios reside en el Templo.


* * *
*

Depuración hiperdimensional: ultores e implantes

El mundo antiguo había visto nacer las religiones mistéricas grecorromanas en cuyo seno se albergaba la posibilidad de vencer al destino, convirtiendo a sus adeptos en dioses exonerados de los malestares corporales, liberados de las desdichas mundanas y capaces de eludir las oscuras influencias astrales que aquejaban a sus congéneres mortales. Desconocemos las particularidades de sus enseñanzas pues un juramento perenne obligaba al silencio más absoluto de sus iniciados y tan sólo unas hebras deshilachadas han llegado a nuestros días. Aunque este mismo proceder lo vemos luego en la alquimia medieval, cuando el mutismo del argot sometió las enseñanzas a complicadas analogías sobre compuestos herméticos que se destilaban en ventrudas redomas y burdos metales que, merced a la pericia del Arte, transmutaban en preciosos durante aquella secreta y encumbrada teofanía mineral.

Marsilio Ficino, el famoso sacerdote filólogo del siglo XV, mientras trabajaba en la interpretación de los diálogos platónicos fue convocado sorpresivamente por su mecenas para abocarse a tiempo completo en traducir un curioso tratado recién recuperado de un monasterio bizantino: el Corpus Hermeticum.(1) Pero, ¿cuál fue la razón del tal apuro? Su patrocinador, Cosme de Médici, gran coleccionista de libros y manuscritos, quien había dispuesto parte de su fortuna en la restauración y conservación de bibliotecas, estaba enfermo; pero el hallazgo del antiguo escrito le daba esperanzas: sospechaba que allí se divulgaría la arcaica disciplina, la philosophia perennis, una ciencia antigua —incluso anterior al cataclismo del que hablaba Platón— que prometía la restitución de todas las taras psíquicas y de las enfermedades del cuerpo.

El tonsurado renacentista procedió sin demora. En parte para favorecer a su acaudalado protector pero también porque conjeturaba algo parecido y perseguía el anhelo de resolver un problema que lo agobiaba desde su infancia: la melancolía. Decía el sacerdote que esta enfermedad era común entre los intelectuales y estudiosos, debido a la marcada influencia de Saturno, pero ni los astrólogos ni los médicos —algo así como los psicólogos y los clínicos de aquella época— encontraban una cura para esa profunda tristeza, seguida de decaimiento anímico que decantaba en una baja autoestima y que hoy conocemos como depresión. Ahora bien, el ojo entrenado no hallará más que sutiles diferencias con la fórmula del loosh destilado (DLP formula: distilled loosh producers) que fue implantada en las unidades 4M (el homo sapiens) por los Sembradores descritos en las obras de Robert Monroe:
Allí estaba: una unidad experimental del Cuarto Cultivo Modificado, una de las que contenía una Pieza de Sí Mismo dentro de su patrón funcional. Estaba parado, sólo, bajo la frondosa porción superior de una gran unidad del Segundo Cultivo [un árbol]. No estaba “hambriento.” Tampoco estaba en conflicto con otra unidad de cultivo. No estaba actuando en defensa de sus “crías.” Entonces, ¿por qué emanaba Loosh destilado en tan gran cantidad? Un Sembrador se acercó. Su percepción se proyectó dentro de la unidad del Cuarto Cultivo Modificado y luego lo supo: ¡La unidad estaba melancólica! Fue este efecto el que produjo el destilado de Loosh. Cuando el Sembrador se retiraba notó otra inusual inconsistencia: el Cuarto Cultivo Modificado repentinamente se había dado cuenta de su presencia. Se había desvanecido y ahora se sacudía en extrañas convulsiones. Un líquido transparente estaba siendo expulsado de los dos orificios que perciben la radiación lumínica. Con esto, el Loosh destilado se hizo aún más pronunciado.

Fue a partir de esto que los Sembradores obtuvieron su ahora famosa Fórmula de Loosh Destilado y que está vigente en el Jardín en este momento. El balance de la historia es bien conocido. Los Sembradores incluyeron esta modificación fundamental en su fórmula: “La creación de Loosh puro y destilado se produce en unidades Tipo 4M por la acción de una profunda tristeza y falta de realización, pero sólo si dicho patrón se promulga a un nivel vibratorio por encima de los límites sensoriales del medio ambiente. A mayor intensidad de dicho patrón, mayor será la producción de Loosh Destilado.”
El prestigioso artista Durero (2) y
su genial grabado: Melancolía I
(apréciese el putti, figura
mediadora entre el Cielo
y la Tierra: nuestro
infans solaris)
Sin embargo, la erudición de Ficino llegó aun más lejos: al trabajar en la traducción encontró no sólo los ecos rudimentarios de un secreto proceder, sino también halló la confirmación a sus miedos más viscerales: la humanidad no era propiedad de un Dios benevolente y afable como enseñaba el dogma de su religión; se trataba, más bien, de uno de los experimentos de una raza de dioses belicosos y perversos que habían logrado encerrar la chispa divina en cuerpos orgánicos destinados a una insufrible y lenta descomposición, para luego atarlos a un nuevo nacimiento mortal: el ciclo incontrolable de vida y muerte; entendió que el Disco del Zodíaco no se diferenciaba de la Rueda de la Fortuna y logró establecer un vínculo entre los temidos demonios egipcios y caldeos: los Decanos —que hoy los rosacruces llaman Arcontes y la ufología Reptoides y que en las obras de Robert Monroe se denominan Sembradores,— los responsables de inyectar en determinadas personas, aquellas dedicadas a la búsqueda de conocimiento, ciertos implantes: los ultores, elementos exógenos dentro de la psique y el cuerpo, que torturan y hacen poco llevadera la vida de su anfitrión; Frances Yates en Giordano Bruno y la Tradición Hermética comenta:
Los treinta y seis decanos o treinta y seis dioses que gobernaban las divisiones de diez grados obtenidas a partir del círculo del zodíaco constituyen un elemento egipcio plenamente incorporado a la astrología helenística, antecedente inmediato de los filosóficos herméticos. Los egipcios, aquel extraño pueblo, habían divinizado el tiempo, no tan sólo astralmente, sino en el sentido mucho más concreto de que cada uno de los momentos del día y de la noche poseía un dios propio que debía ser aplacado a medida que iba transcurriendo el tiempo. Los decanos, que recibieron tal nombre en la época helenística, eran, de hecho, divinidades sidéreas egipcias del tiempo, integradas posteriormente por la astrología caldea y asociadas al zodíaco. Todos ellos tenían imagen propia, variable según fuera la lista en la que se hallasen incluidos, y tales listas conteniendo las imágenes milagrosas de los decanos provenían todas ellas de los archivos de los templos egipcios. Los decanos poseían varios aspectos diferentes y cada uno de ellos con un significado astrológico preciso como “Horóscopos” que presidían todas las formas de vida nacidas durante el período de tiempo controlado por ellos.
Pero había una salida de este tiempo controlado: Hermes se la confió a su hijo Tat y en el Pimander (Poimandrés) también se revelaba como la Disciplina de la Regeneración, aquella que transmutaba los ultores en potencias. La Kabbalah, que fue estudiada en detalle por Giovanni Pico della Mirandola —aprendiz y seguidor de Ficino,— parecía ofrecer una explicación similar cuando la disposición de las diez esferas del Árbol de la Vida se sobreimponían como un mapa hermético de los centros psíquicos del organismo humano: el secreto objetivo final consistía en remover los ultores allí encerrados para transmutar su aspecto klifótico o destructivo en sefirótico o creativo; continúa Yates:
Pico cita a partir del Corpus Hermeticum, XIII, según la traducción de Ficino, en la que las doce “puniciones” materiales se hallan traducidas como “ultores” exactamente en la misma forma en que las reproduce Pico, salvo por el hecho de que éste ha reducido en dos el número, dejando en diez las doce “puniciones” o fuerzas diabólicas de la materia. Se recordará que en el Corpus Hermeticum, XIII, las doce “puniciones,” que proceden del zodíaco y representan al hombre sometido al poder de las estrellas, son anuladas a través de diez fuerzas buenas o Potestades o Virtudes divinas, y que una vez conseguida esta victoria el alma redimida entona el himno “ogdoádico.” Pico tenía una razón para reducir a diez el número de los “ultores,” su intento de establecer una estrecha conexión con la cábala [...]

[...] para Pico, las “puniciones” herméticas corresponden a las diez características diabólicas de la cábala que son finalmente expulsadas por sus opuestas del campo del bien —es decir, de los diez sefírot— en el curso de una experiencia de la que no habla en las conclusiones cabalísticas porque es demasiado secreta y sagrada para divulgarla. Resumiendo (al menos ésta es mi interpretación), Pico cree que la experiencia fundamental del cabalista, una vez los diez sefírot o Potestades y nombres de Dios han tomado como morada su alma después de haber expulsado a las fuerzas del mal, es idéntica a la experiencia vivida por el hermetista cuando las Potestades, una vez han conseguido expulsar a las puniciones, se enseñorean de él y cantan juntos el himno “ogdoádico” de la regeneración.
Creemos que, por el momento, no será necesario agregar nada más para demostrar que las mismas inquietudes esotéricas eran perseguidas desde la antigüedad en las civilizaciones egipcia, caldea y helénica; más tarde, durante el medioevo fue el redescubrimiento, por medio de los accidentados trabajos de Ficino y John Dee entre otros, de la philosophia perennis que dio paso al Renacimiento y que nutrió el dogma de las sectas isabelinas; y en la actualidad, la interferencia exógena ha sido etiquetada de diferentes maneras pero compartiendo la misma médula semántica; de la traducción de la obra del doctor William J. Baldwin, CE-VI: Encuentros Cercanos del Tipo Posesión (versión original C.E.VI: Close Encounters of the Possession Kind):
La banda de metal alrededor de la cabeza, justo encima de los ojos, casi siempre es un dispositivo alienígena, colocado por extraterrestres con el propósito de supervisión, comunicación y control de un ser humano. La banda no es sólida, de metal fisico como lo conocemos, sino etérica; la forma de energía se aprecia como metálica al anfitrión sólo al ingresar en un estado de conciencia alterado. Existen muchos tipos de implantes, y este dispositivo causó un dolor pronunciado, como si reaccionara, al ser descubierto durante la sesión.

[...] El operador dijo que existen cientos de subestaciones, como denominaba a su “nave,” que permanecen en órbita geoestacionaria, a lo largo de todos los países, en cada sitio de población masiva humana. Para capturar a un humano, se procedía primero a transformarlo en partículas sutiles, a un nivel molecular, para ser luego transportado en cada nave y ser “procesado” por los operadores; allí eran reintegrados en una forma física sutil, implantados, y posteriormente volvían a su anterior lugar de residencia a través del mismo procedimiento. Efectivamente de esa manera se “opera” sobre el cuerpo físico durante una abducción de clase etérica.
Los “wanderers” de las canalizaciones modernas, como el Material Ra y las Sesiones Cassiopaea, aquellos individuos que comparten la virtud del amor al saber puro, son los blancos preferidos para la inyección dentro de su cuerpo energético de estos mecanismos etéricos para imponer una o más limitaciones a su actuación en el plano físico. Los ultores o implantes no pueden ser “desactivados,” en el sentido literal, probablemente porque poseen mecanismos reactivos inteligentes (3) que harían cesar las actividades biológicas del anfitrión. En la sesión del 17 de Junio de 1995 se agrega algo de luz al respecto:
P: (Terry) ¿Cómo es que regresa el implante al cuerpo de tercera densidad que originalmente todavía está aquí?
R: El proceso del que hablamos, el cual involucra la remolecularización, es muy complejo como para describirlo detalladamente pues consiste en el procedimiento en que la cuarta densidad es traducida dentro de la tercera densidad; sucintamente radica en que, una vez obtenido el duplicado, es decir, al estar clonado en la cuarta densidad, todas las actualizaciones producidas en este duplicado serán reflejadas en el de tercera densidad, cuándo y en dónde se desee. Ya que, en efecto, todo el nivel de densidad es el que está siendo intercambiado, no sólo el objeto contenido.
P: (Laura) Entonces, en otras palabras, tal como la huella del alma, cuando va a cuarta densidad, puede ser usada como una plantilla para crear una copia al carbón, por así decirlo, entonces cualquier cosa que se le haga a la copia al carbón se vuelve una plantilla que recrea esa misma manifestación cuando es enviada de regreso a la tercera.
R: Precisamente, con la única diferencia que la tecnología es usada para asegurarse que los implantes, o materiales añadidos que vienen de cuarta densidad, también se traducirán dentro de la tercera densidad, a través del proceso de remolecularización.
P: ¿Hay algún método que pudiéramos o debiéramos conocer para quitar o desactivar los implantes de cuarta densidad?
R: No, no tienen la capacidad de hacer eso sin causar la muerte del anfitrión. Y, por cierto, por favor no le crean a aquellos que afirman que pueden hacer tales cosas, ya que no pueden. Cualquier afirmación que involucre la sustracción de estos implantes, están relacionadas con aquellos que han sido colocados por seres de tercera densidad con propósitos de desinformación y confusión.
La única forma de “desactivar” los implantes realmente implica la “muerte” del anfitrión, pero es a través del proceso regenerativo del cuerpo energético —en términos alquímicos: recuperar la capacidad “vegetativa” del árbol seco,— que se proporciona entonces la posibilidad para un “nuevo nacimiento.” Para ello, es necesario cultivar el destilado precioso durante la primera y ardua fase regenerativa que conlleva prolongados y hercúleos esfuerzos, de manera que los acumuladores orgónicos del cuerpo atesoren la energía sublimada para así reponer la actividad del organismo luego del shock nervioso que implica el nacimiento de la supraconsciencia, cuando la inmaculada luz deífica del Albedo se abra paso desde las profundas tinieblas del Nigredo. Nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad podrán hallar la explicación detallada de la arcana pericia que hemos etiquetado como harnelmiatznel consciente.

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La kabbalah hermética y la tradición templaria

Nuestro respetado Fulcanelli, aquel autor plural de las crípticas e iluminadas obras Las Moradas Filosofales y El Misterio de las Catedrales fue —al menos, en el caso del ingenio rector que dio forma final a sendos escritos— un caballero de la Orden Templaria de Bretaña. Los numerosos trabajos del filólogo románico Juan García Atienza, brillante exponente de La Gran Manipulación Cósmica, pueden orientar al neófito en los secretos y virtudes de esta fraternidad occidental de artesanos, monjes y guerreros, y distinguirla de cualquier otra orden menor que, usurpando sus tesoros druídicos y gnósticos, lucró con el conocimiento de la Ciencia Sagrada dentro de las punitivas sectas de tinte religioso y político que más tarde se etiquetaron como Jesuitas, Iluminados, Rosacruces y Masones.

El maestro alquimista nos regala en sus escritos eruditos una acentuada diferencia entre la cábala fonética —aquellos juegos semánticos compuestos de asíndetones eufónicos que brindan capas de significado adicionales a una frase,— y la kabbalah hermética, siempre salpicada de elementos hebreos, como un falso montaje de una exégesis veterotestamentaria. Nuestra investigación, siguiendo el ímpetu indómito del alquimista francés, nos alienta en descreer que la kabbalah sea un arte-facto intrínsecamente mosaico; de hecho, si observamos el Árbol de la Vida con detenimiento y desprovistos de suposiciones y conjeturas, veremos desplegarse ante nuestros asombrados ojos un mapa esotérico, de místicos orígenes orientales —quizá germinado del propio semillero de sabiduría hinduísta y taoísta,— que demarca los regímenes de la Gran Obra, pues y en términos del psicólogo suizo Carl Gustav Jung: “ningún árbol crece hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno.

Otoño del pintor Thomas Moran:
obsérvese el árbol seco, l'Arbre-Sac,
en cábala fonética l'Œuvre Sacré
—es decir: La Obra Sacra,— y
recuérdese la premisa Sic in sterili.
Pero este Árbol de la Vida yace seco en el hombre mundano, pues sus raices no pueden extraer el agua de vida que triste e irremediablemente se pierden bajo el yugo del himen. Pero entonces Fulcanelli, con la diplomacia y sutileza de su letra, nos sugiere cómo volver a recuperar la primavera y la abundancia (cap. Mito Alquímico de Adán y Eva, Las Moradas Filosofales): (1)
Bajo la tradición bíblica de la caída del primer hombre, los filósofos, con su acostumbrada habilidad, han ocultado una verdad secreta de orden alquímico. Eso, sin duda, es lo que nos sirve y lo que nos permite explicar las representaciones de Adán y Eva que se descubren en algunos viejos edificios del Renacimiento. Uno de ellos, claramente característico de esta intención, servirá de arquetipo a nuestro estudio. Esta morada filosofal, situada en Le Mans, nos muestra, en el primer piso, un bajorrelieve que representa a Adán con el brazo levantado para tomar el fruto del Arbor Scientiae, mientras que Eva atrae la rama hacia él con la ayuda de una cuerda. Ambos llevan filacterias, atributos encargados de expresar que estos personajes tienen un significado oculto, distinto del Génesis.

Este motivo, maltratado por las intemperies —que apenas han respetado más que las grandes masas,— está circunscrito por una corona de follaje, flores y frutos, jeroglíficos de la naturaleza fecunda, de la abundancia y de la producción. A la derecha y arriba, se distingue, entre motivos vegetales carcomidos, la imagen del Sol, mientras que, a la izquierda, aparece la de la Luna. Ambos astros herméticos contribuyen a acentuar y precisar aún más la cualidad científica y la expresión profana del tema extraído de las Sagradas Escrituras.
El ojo entrenado no dejará de percatarse que el alquimista francés, al nombrar la corona de follaje, flores y frutos, está describiendo con toda la vehemencia y osadía de su maestría, aunque bajo el juramento voluntariamente aceptado tras el signum harpocraticum de su fraternidad, a la rota microcósmica, compuesta de su etapa Solve: Solar o de fuego positivo que se desplaza a la derecha y arriba, mientras que, a la izquierda, aparece la de la Luna, es decir, la etapa descendente Coagula: de fuego negativo.

Hemos cumplido nuestra labor de servicio al prójimo exponiendo en detalle este secreto de las órdenes monásticas, que más tarde la masonería hizo patente en la arquitectura de sus edificios en cuya fachada, de remates triangulares y sostenidas por las dos salomónicas columnas gemelas: Jachin y Boaz, abría metafóricamente sus puertas al templo interior donde aguardaba el Tercer Pilar, que semejante al Irminsul sajón, formaba el canal esotérico que comunicaba las regiones inferiores con la atalaya superior celeste. Al respecto, traducimos del libro de Gopi Krishna, The Secret of Yoga, un valioso aporte (cap. VIII, La fisiología del Yoga):
Llegando ahora a nuestro punto: la médula espinal, que juega el papel más importante en el logro de los estados superiores de conciencia, es un cilindro blanco largo, oval en su sección transversal, con materia gris en su parte interior y blanca en la región externa. En cambio, el cerebelo y los hemisferios cerebrales tienen un volumen interno de materia blanca y una fina capa exterior de materia gris en sus superficies. La médula está encerrada por las vértebras, que forman una cubierta ósea robusta a su alrededor. La columna vertebral en el hombre consta de treinta y tres vértebras, que encajan unas con otras, brindando flexibilidad a la espalda. La atención que se presta a sentarse erguido durante el curso de la meditación de yoga está diseñada para evitar la curvatura de la médula y el conducto central, en el que se producen nuevos procesos y se generan nuevas fuerzas como resultado de la presión ejercida sobre el cerebro y los nervios por la fijación consciente y el pranayama. [...]

Treinta y un pares de nervios surgen de la médula espinal, cada par surge en un segmento espinal. Estos segmentos no se distinguen internamente. Cada nervio espinal surge de la médula en dos haces: las raíces dorsal y ventral. Al parecer, las raíces dorsales contienen fibras nerviosas aferentes, o sensoriales, y las raíces ventrales eferentes o motoras. Hacia ambos lados de la médula espinal se encuentra una cadena de ganglios, llamado sistema simpático. Estos ganglios están conectados con otra cadena de ganglios frente a la columna vertebral, lo que da lugar a los plexos simpáticos, conocidos como ganglios prevertebrales. El tercer conjunto de ganglios simpáticos situados en los órganos se llama ganglios terminales. Estos tres conjuntos de ganglios están interconectados entre sí y también con los nervios espinales. Junto a los plexos simpáticos hay otro sistema de nervios conocido como el sistema parasimpático. Tanto los nervios simpáticos como los parasimpáticos constituyen el sistema nervioso autónomo. El más importante de los nervios parasimpáticos es el nervio vago, que surge del cerebro y pasa a la izquierda y derecha de la columna vertebral. La mayoría de los órganos viscerales reciben una doble inervación: tanto el sistema simpático como el parasimpático envían sus conexiones nerviosas. En general, las fibras nerviosas de cada uno de estos dos sistemas tienen acciones antagonistas sobre los diversos órganos.

Los impulsos simpáticos aceleran y los provenientes del parasimpático ralentizan el accionar del corazón. En cambio, la motilidad y secreción del tracto digestivo son aumentadas por los impulsos parasimpáticos y reducidos por los simpáticos. Lo mismo ocurre con otros órganos. Esta acción aumentativa/inhibitoria o excitatoria/depresiva del sistema nervioso autónomo ha sido indicada por los antiguos exponentes del Hatha-Yoga usando los términos caliente y frío. Así se dice que Pingala o el canal Solar, es caliente: se localiza del lado derecho de la médula espinal y surge desde el chakra muladhara y luego se entrecruza varias veces con Ida, el canal Lunar, que es frío y se encuentra en el lado izquierdo del conducto espinal, teniendo su origen en el mismo chackra inferior. Los dos nadis o canales son designados como el Sol y la Luna para significar sus efectos caliente y frío.
El Báculo de Hermes:
nótese la varilla de acero
y las tres puntas de hierro,
o nudos psíquicos (granthis)
de los que habla Fulcanelli
en el capítulo dedicado a
La Salamandra de Lisieux.
La explicación que brinda el pandit Gopi Krishna puede sintetizarse en la gráfica del Cayado de Mercurio o Báculo de Hermes, emblema representativo de la medicina y efigie palpable de la realización de nuestra Piedra obtenido su Primer Orden, dado que luego de la Iluminación —momento en que la oscuridad del Nigredo cede la negrura de sus cuervos a las palomas blancas del Albedo, rememorando la visión trascendente que reconforta las heridas y temores con la saciedad del verde olivo,— el cuerpo orgánico ingresa en una prolongada etapa de sanación; (2) en su más reconocida obra, Kundalini: el Yoga de la Energía, el esclarecido yogui comenta: (3)
La presencia constante del resplandor luminoso en mi cabeza y su estrecha relación con los procesos de mis pensamientos no era un tema que causase tanto desconcierto como su intromisión incesante en el funcionamiento normal de mis órganos vitales. Podía sentir y percibir distintamente su paso a través de la espina dorsal y otros nervios hasta el corazón o el hígado o el estómago u otros órganos del cuerpo, cuya actividad parecía regular de una manera misteriosa. Cuando penetraba en mi corazón, mi pulso latía con más y más fuerza, demostrando sin duda que algún tipo de radiación tónica se estaba derramando en él a través de los nervios conectores. De esto deduje que su penetración en los demás órganos tenía el mismo efecto vivificador y estimulante y que el objetivo de correr a través de los nervios para llegar hasta ellos era verter su sustancia tónica en los tejidos y células a través de los estrechos filamentos de los nervios, estimulando o modificando su acción.
Ahora bien, si se observa el esquema del Árbol de la Vida kabbalístico, vemos que en realidad la disposición de las séfiras ofrecen una vista panorámica de los centros psíquicos por donde transita el prana durante el procedimiento de sublimación del Fuego Secreto de la Gran Obra; nuestra investigación nos conduce precisamente en asociar el Árbol de la Kabbalah con la ruta de los nadis o canales etéricos en donde se produce el proceso de harnelmiatznel consciente a través de las abluciones y lixiviaciones —que son les laveures del alquimista Nicolas Flamel— durante el ejercicio diario de la rota microcósmica. Si se considera las dos ramas laterales del árbol sefirótico, se puede observar que los vértices izquierdos corresponden al canal parasimpático o lunar (la columna Boaz o descendente), mientras que los vértices derechos afectan al sistema nervioso simpático o solar (la columna Jachin o ascendente). El tercer pilar no es otro que Sushumna, es decir, la médula espinal que, una vez saturada de orgón, conecta al centro psíquico sexual (región terrestre o dan tien inferior) con el centro psíquico cerebral (región celestial o dan tien superior). El ojo entrenado comprenderá que la séfira central Da'at, inexistente o en estado embrionario en el ser humano mundano, comienza a desarrollarse luego de la Teofanía Mineral, y cumplida la totalidad de las labores para la obtención de nuestra Piedra de Tercer Orden, será este el núcleo que la teñirá del color Púrpura —lo puro de lo puro— como lo indica Fulcanelli:
Pero lo que sobre todo debemos tener en cuenta, otorgándole la prioridad en la ciencia que nos interesa, es la elevada virtud purificadora que posee el fuego. Principio puro por excelencia y manifestación fisica de la pureza misma, señala así su origen espiritual y descubre su filiación divina. Comprobación ésta bastante singular, la palabra griega pur, que sirve para designar el fuego, presenta exactamente la pronunciación del calificativo francés pur (puro). Asimismo, los filósofos herméticos, uniendo el nominativo al genitivo, crearon el término πυρ-πυρoς, el fuego del fuego, o, fonéticamente, lo puro de lo puro, y consideraron el púrpura y el pourpre francés (púrpura) como el sello de la perfección absoluta en el propio color de la piedra filosofal.
A continuación, proveemos la ilustración del Árbol Sefirótico junto al esquema taoísta de la Pequeña Revolución Celeste para que se aprecie su semejanza; mientras, en el cuadro inferior, resumimos los diferentes vértices por el que transita el orgón durante su proceso de sublimación y depuración en la rota estrecha: (4)

El Árbol Sefirótico,
sobre impuesto a las columnas
del templo salomónico: Jachin y Boaz;
nótese que el centro Púrpura del Corazón
Crístico (M) se desarrolla en el Tercer Pilar
Ilustración de los canales de control,
función e impulsión presente en el libro
Yoga Taoísta del adepto Lu K'uan Yü
en base a las enseñanzas de su maestro
El Anciano de los Mil Picos: Zhao Bichen

SenderoVérticeDenominación hebreaDenominación taoístaDescripción
Sistema simpático:
Canal de control o del vaso gobernador: Tu Mo (vía solar: Jachin o nadi Pingala)
AMalkuthZi (Tzu)La puerta mortal (Sheng Szu Ch'iao)
BNetsahChou(punto intermedio)
CYin(punto intermedio)
DHesedMaoPunto cardinal Este: elemento Madera (limpieza/ablución)
EHokhmahChen (Ch'en)(punto intermedio)
FSi (Szu)(punto intermedio)
Sistema parasimpático:
Canal de función o del vaso de concepción: Jen Mo (vía lunar: Boaz o nadi Ida)

GKetherWuPunto cardinal Sur: el cerebro (ni wan)
HBinahWei(punto intermedio)
IShen(punto intermedio)
JGevurahYuPunto cardinal Oeste: elemento Metal (purificación/ablución)
KHodXu (Shu)(punto intermedio)
LHai(punto intermedio)
Médula espinal:
Canal de impulsión: Ch'ung Mo (árbol seco, tercer pilar o nadi Sushumna)
MDa'atLiEl corazón: la casa del fuego
NTiferethChung t'uLa tierra central: el plexo solar (Chiang Kung)
OYesodK'anEl dan-tien inferior: la casa del agua
PKetherTsu Ch'iaoEl centro del cerebro

* * *
*

El templo interior: Jachin, Boaz y el pilar medio

No pasará desapercibido para el lúcido investigador que las logias masónicas poseen un entramado particular en el que se entreteje las ansias de poder, el mito y la leyenda; cualquier análisis elaborado debería integrar la altiva majestuosidad de sus inigualables catedrales góticas, el enconado trabajo dedicado a la filigrana de sus artesones y rosetones junto al rico conocimiento místico tras su dogma, aunque sin olvidar la férrea jerarquía del secreto en los recargados rituales de transición.

Los orígenes de la masonería están lejos de ser claros y precisos. Podríamos establecer varias fechas, un conjunto de geografías inconexas y acaso un puñado de historias que se enmarañan con las tradiciones bíblicas. Cada historiador consultado parece defender un punto de vista particular, a veces por pertenecer veladamente a la orden, y en otros casos, debido a su membresía en una secta rival. El iniciado Paul H. Koch —tal vez un portavoz del adeptado rosacruz de John Baines (Dario Salas Sommer),— en su libro Illuminati ofrece un entretenido racconto de las diferentes sectas que poblaron el pasado europeo y dieron forma al tablero político y geográfico de nuestro presente:
Dice la leyenda que grande fue la sabiduría del rey Salomón, pero más grande la de ciertos maestros cuyos nombres ignoran los mortales. Uno de ellos fue Hiram Abiff, el arquitecto del templo sagrado que mandó construir el propio Salomón en Jerusalén. Gérard de Nerval, el autor francés y francmasón del siglo XIX relató su historia con singular belleza. Comoquiera que la obra requería un auténtico enjambre de obreros, Hiram los organizó como un ejército, instituyendo una jerarquía de tres grados: aprendiz, compañero y maestro. Cada uno de ellos tenía sus propias funciones y su recompensa económica, y disponía de una serie de palabras, signos y toques para reconocer a los de su mismo grado. La única forma de subir de categoría era mediante la demostración del mérito personal.
No debiéramos descartar la carga simbólica del mítico arquitecto Hiram Abiff y el Templo Sagrado. En el estudio de la arquitectura de las catedrales góticas durante los siglos XI al XIII, encontramos bajo el diseño de la fachada a las dos columnas del templo salomónico: Jachin y Boaz, conectadas por el Arco Real, las respectivas representaciones de los sutiles canales Pingala e Ida y el cáliz sagrado (cráneo) del esoterismo de la Gran Obra, mientras que por encima del pórtico se alza el ventanal circular: el rosetón multicolor del imafronte, obra de singular belleza fruto de la antigua tradición sasánida del tallado vítreo e inusitada destreza en el arte de la filigrana pétrea, que nos conecta con el despertar del ojo interior: hito extraordinario de la Teofanía Mineral, que anuncia la naciente elucidación del oscuro y severo régimen inicial del nigredo; en el tratado de Alberto el Grande, El Compuesto de los Compuestos, leemos sobre el Régimen de la Piedra:
Hay cuatro regímenes de la Piedra: 1º descomponer; 2º lavar; 3º reducir; 4º fijar. En el primer régimen se separan las naturalezas, porque sin división, sin purificación, no puede haber conjunción. Durante el segundo régimen, los elementos separados son lavados, purificados y llevados al estado simple. En el tercero se cambia nuestro Azufre en cantera del Sol, de la Luna y de los otros metales. En el cuarto, todos los cuerpos anteriormente extraídos de nuestra Piedra son unidos, recompuestos y fijados, para permanecer en adelante formando un conjunto.
Jachin, Boaz unidos por el Arco Real
y el pilar medio custodiado por
dos querubines ígneos.
El ojo entrenado notará que el famoso compás y escuadra, que esconde la misma analogía con la estrella davidiana de seis puntas y podría entenderse como la unión armoniosa de lo femenino con lo masculino, es una asombrosa representación de la técnica del solve et coagula. En un primer momento ocurre la descomposición: se extrae la fuerza generativa haciendo uso de la bomba sacra desde el húmedo radical; surge entonces la ruta del fuego positivo, símbolo del ascenso ígneo a través del pilar solar derecho del templo interior: Jachin o Pingala donde atraviesa una etapa de ablución, elevando su frecuencia vibratoria al sublimarse junto al prana; el contacto de la lengua contra el paladar blando —la conexión del Vaso Gobernador con el de Función en la órbita microcósmica,— es la representación del Arco Real que une ambas columnas donde ocurre la reducción de los compuestos; por último, el descenso del fuego negativo a través del pilar lunar izquierdo: Boaz o Ida, asociado a la fase de fijación del compuesto, pues luego de otra ablución ígnea del ahora agente microcósmico interno, el resultado de la boda química se afinca en el dan-tien real inferior. La tercer columna o pilar medio, correspondiente al canal central Sushumna, sólo es visible al atravesar el umbral de las columnas y sortear los peligros del laberinto o tablero masónico, acertada efigie de la cambiante suerte que opera con dureza sobre el Obrero del Arte durante la aplicación del primer régimen mercurial. Fulcanelli comenta en Las Moradas Filosofales:
La mayoría de ellos se han contentado con describir de manera alegórica la unión del azufre y del mercurio, generadores de la piedra a la que llaman Sol y Luna, padre y madre filosóficos, fijo y volátil, agente y paciente, macho y hembra, águila y león, Apolo y Diana (que algunos convierten en Apolonio de Tiana), Gabritius y Beya, Urim y Tumim, las dos columnas del templo: Yakin y Bohas, el anciano y la joven virgen y, en fin, y de manera más exacta, el hermano y la hermana. Pues son, en realidad, hermano y hermana, ya que ambos tienen una madre común y deudores de la contrariedad de sus temperamentos antes de la diferencia de edad y de evolución que de lo divergente de sus afinidades.
La visión de Fulcanelli podría sospecharse algo sesgada si acaso tal vez formó parte, durante aquellas reuniones en el cabaret artístico del Chat-Noir, de las celebraciones de masonería internacional que, en sus propias palabras, disimulaban “confidencias de una ciencia misteriosa mezcladas con la oscura diplomacia, cuadro de doble cara expuesto a propósito en un marco medieval.(1) De aplicar este tamiz riguroso, quizá exagerado, evitaremos considerar las obras de Robert Lomas sobre el Colegio Invisible aunque tomaremos, con los cuidados del caso, la informativa y generosa Ars Magna Latomorum (Encyclopaedia of Freemasonry) de Arthur Waite.

La académica Frances Yates acaso nos provea de la visión más equilibrada al explicar los pormenores de la filosofía oculta durante la época isabelina. En los albores del renacimiento, y haciendo uso de nuestro análisis sobre el Balance y el Caos, podríamos situar a los jesuitas y masones en el polo del status-quo teócrata, defendiendo la monarquía y el papel anquilosante del clero, mientras que las sectas rosacruces y los punitivos illuminatis se ubican en la polaridad más liberal: la primera, en aparente búsqueda de una evolución acelerada de la humanidad (con ellos decidiendo a quién conviene traer a la luz o bien dejar en las sombras), y los segundos, para elaborar revoluciones y detonar guerras (junto a las respectivas ganancias del río revuelto). (2)

En este punto, coincidimos plenamente con Fulcanelli en diferenciar a los verdaderos rosacruces —aquellos Caballeros Solitarios: hermetistas tanto por su conocimiento, actitud y pericia, que laboran desde el anonimato y fuera de cualquier agrupación, honrando y enalteciendo el ejercicio del libre albedrío de la humanidad— de cualquier secta o institución que se señale como iniciadora.(3) Nunca está de más recordar las afirmaciones del ufólogo y astrofísico Jacques Vallée en su obra Forbidden Science:
Siempre he admirado las tradiciones antiguas que sostienen que no existe algo así como una organización física de la orden rosacruz. La única orden rosacruz válida, sostienen, no se encuentra en este nivel de existencia. E insisten en que la iniciación verdadera, la única iluminación del espíritu que cuenta, no puede provenir de ningún maestro humano, sino únicamente de la naturaleza misma. Cuando lo leí, dejé de ser miembro del grupo de San José. Sigo preguntándome por la existencia de una comunidad Rosacruz genuina que permanece invisible.
Nuestra investigación avala con vehemencia la visión del informático ufólogo francés, pues pareciera que a partir del siglo XV las sectas se corrompieron en un mecanismo para el reclutamiento de humanos con una acentuada cuota de confusión y necesidad dentro de sí mismos que, si bien puede variar en polaridad e intensidad, requirió siempre de la aceptación incondicional de tres elementos: el sometimiento a una jerarquía, la aquiescencia de rituales y la búsqueda de poder. Dada la distorsión en las dos primeras componentes, la búsqueda de poder en pocas oportunidades se orientó en enfocarse a lograr el dominio de sí mismo, renunciando de esta forma al camino del balance y de la verdadera emancipación, concentrándose en hallar y explotar las debilidades ajenas.

Pero queriendo evitar la generalización y que nuestras palabras para honradas excepciones sean injustamente malinterpretadas, deseamos indicar que la confusión interna que ha conducido a los atribulados individuos en la búsqueda de herramientas en estas sectas para su liberación de los ultores implantados —ese vicio obsceno de conducta o aquella oculta falta pecaminosa e inmoral,— que han sido inyectados precisamente por los mismos directores invisibles que rigen desde las sombras los destinos de la cofradía: aquellas entidades parasitarias a las que se les ha rendido la voluntad a través de los rituales y ceremonias. En su libro El Pueblo del Secreto, Edward Campbell (bajo el pseudónimo Ernest Scott) menciona la obra de Christina M. Stoddard: Light-bearers of darkness y sintetiza nuestra visión (cap. VIII):
Un esfuerzo mas ambicioso [...] en las mismas líneas fue realizado por un grupo, supuestos apóstatas francmasones, en Londres en los años 30, y publicado anónimamente como «Light-bearers of Darkness.» Recientemente se ha tratado de identificar al autor como la Sra. H.T. Stoddart, miembro del Golden Dawn (Alba Dorada). [...]

Según el autor de «Light-bearers of Darkness,» los más altos grados de todas las asociaciones herméticas requieren que el adepto sea esclavizado por alguna mente exterior astuta, o grupo de mentes que, parece, busca gobernar las naciones a través de adeptos controlados hipnóticamente... por que todos estos modernos Misterios estan controlados por alguna jerarquía desconocida.
El fiel buscador de la Verdad debe considerar que dentro de las tácticas supinas de la manipulación hiperdimensional, la coerción infantil de un ser almado, junto al maltrato y la negligencia parental, han sido siempre una estratagema habitual con el que se persigue someter y reclutar a los individuos que encarnan con una misión. Por tanto, comprendemos que la masonería, en particular la templaria, fue en un principio un gremio de artesanos y obreros (la etimología de la palabra masón nos lleva precisamente al término albañil u obrero de la piedra) que atesoraba entre sus técnicas operativas para la construcción, una disciplina esotérica que, aplicada con esmero y serenidad, trabajaba en un cambio interno sobre el propio individuo. El símbolo del compás —aun visible en la divisa de instituciones académicas de Arquitectura e Ingeniería— fue considerado entonces como el emblema de las ciencias exactas, puesto que la disciplina interna que operaba sobre el templo interior del artesano fue apreciada siempre como una ciencia positiva, libre de cualquier superstición o misticismo adulterado. La operación, lenta y morosa, pues nos recuerda el lema “Natura non facit saltus,” la Naturaleza nunca actúa bruscamente, extrae del burdo adoquín del vicio aquel oro coagulado de los sabios, por medio del delicado cincel del arte a través de un persistente régimen del solve et coagula.

Pero como en cualquier agrupación humana, esta Edad de Hierro del mundo impone desafíos a cada uno de sus integrantes, buscando el eslabón más débil e infiltrándose sutilmente, a la guisa de aquellos parásitos más ocultos que asaltan la mente subconsciente por el intersticio más disimulado. La ciencia positiva de la sublimación y depuración del templo interior fue corrompida y reemplazada con rituales y ceremonias, tal vez buscando un camino más diligente para obtener resultados y ventajas precipitadas, y como el dicho reza: “los atajos cortos suelen llevar a retrasos largos.” Sabemos bien que las entidades positivas no actuarán contra la Directiva Primaria del Libre Albedrío, por lo tanto, no acatarán un llamado mecánico, originado a través de un ritual y orientado a producir un cambio forzado en la Naturaleza a cambio de un negociado energético, pero quienes sí responderán serán aquellas entidades hambrientas que resuenen con el pedido egocéntrico del solicitante. El erudito español Juan García Atienza ha sido contundente en su obra La mística solar de los Templarios cuando describe a la Orden del Temple, verdadero manantial esotérico e infraestructural de la Masonería:
Sin embargo, la misma historia nos ha enseñado [...] que nunca la autoridad ha podido sustraerse del peligro tentador de ejercer el poder. Que nunca el poder, a la larga, ha logrado contribuir a la verdadera libertad de elección y conciencia del ser humano. Y que demasiado a menudo, la búsqueda del conocimiento superior por parte de grupos organizados ha degenerado irremisiblemente en el deseo —y en el intento— de oprimir a la mayoría que se mantuvo al margen de las disciplinas restrictivas del grupo. Desde esa perspectiva, que no tengo más remedio que asumir, creo que si hoy podemos estudiar al Temple con objetividad y hasta con admiración por cuanto indudablemente tuvo de positivo, es porque la orden fue eliminada exactamente en el momento en que estaba a punto de traspasar el límite en que el conocimiento y la ascesis dejan de ser un auténtico camino de superación interior para convertirse en un modo de patentizar abierta y dictatorialmente el poder adquirido.
Por descontado que descreemos que el Temple haya desaparecido aquel 13 de octubre de 1307: sus operaciones se volvieron más cuidadosas y la guisa de la subrepción marcó a fuego a los sobrevivientes. El brillante estudio de Yates sobre el Iluminismo Rosacruz nos explica que el dogma masónico —en principio las logias británicas y más tarde inyectado en toda Europa por medio de los viajes diplomáticos de John Dee, que se evidenciaron luego en la diseminación de los panfletos rosacruces,— fue influido por los trabajos en espiritismo de Dee junto a Edward Kelly y el material canalizado de la Kabbalah hebrea. Si se analiza en profundidad, tanto las Monas Hieroglyphica (El Jeroglífico Monádico) de Dee como el artefacto de la Kabbalah, pueden ser interpretados desde la óptica alquímica como la secuencia y el camino del balance en la aplicación de los regímenes de la obra. Pero carentes de integración y tomado el material al pie de la letra son un caldo de cultivo para la consecución de rituales ante entidades lo bastante egocéntricas como para tener una tarjeta de presentación con su nombre comercial y sigilo de invocación.

No es de extrañar que siglos más tarde, la Sociedad Vril alemana y su hermana británica: la Golden Dawn estuvieran tras bambalinas —según leemos en las obras de Koch— en la prosecución de las, hasta ahora, dos guerras mundiales (cap. La herencia de Weishaupt): (4)
«Fomentaremos tres guerras que implicarán al mundo entero.» La primera de ellas permitiría derrocar el poder de los zares en Rusia y transformar ese país en la fortaleza del «comunismo ateo» necesaria como antítesis de la sociedad occidental. Los agentes de la orden «provocarán divergencias entre los imperios británico y alemán, a la vez que la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo.» Un mundo agotado tras el conflicto no interferiría en el proceso constituyente de la «nueva Rusia,» que, una vez consolidada, sería utilizada para «destruir otros gobiernos y debilitar las religiones.»

El segundo conflicto se desataría aprovechando las diferencias entre los fascistas y los sionistas políticos. En primer lugar, se apoyaría a los regímenes europeos para que derivaran hacia dictaduras férreas que se opusieran a las democracias y provocaran una nueva convulsión mundial, cuyo fruto más importante sería «el establecimiento de un Estado soberano de Israel en Palestina,» que venía siendo reclamado desde tiempos inmemoriales por las comunidades judías, cuyos rezos en las sinagogas incluían siempre la famosa muletilla, «el año que viene, en Jerusalén,» expresando así el anhelo de reconstituir el antiguo reino de David. Además, esta nueva guerra permitiría consolidar una Internacional Comunista «lo suficientemente robusta para equipararse al conjunto cristiano.» Los Illuminati preveían que en ese momento podrían disponer así, por fin, de la ansiada antítesis.

La tercera y definitiva guerra se desataría a partir de los enfrentamientos entre sionistas políticos y dirigentes musulmanes. Este conflicto debía orientarse «de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente» y además obligara «a otras naciones a entrar en la lucha, hasta el punto de agorarse física, mental, espiritual y económicamente.»
Considérese que tanto Adam Weishaupt, futuro fundador de los Iluminados de Baviera, como su indirecto mentor Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, fueron individuos dotados de recursos intelectuales muy por encima de la media, acompañados de profundos anhelos místicos, pero con pasados de sesgo trágico. Bajo el marco hiperdimensional, es común la inyección de eventos traumáticos, en particular durante la infancia y adolescencia, a fin de erradicar o distorsionar una vida de servicio al prójimo. Recordemos para concluir el siguiente pasaje del Tratado de la Revolución de las Almas del prestigioso rabí Isaac Luria (traducción de la versión francesa original de Hayyim Vital: Traité des Révolutions des Âmes [Sepher Ha-Gilgulim], cap. I):
Esto nos hace pensar que un alma que pertenecía, en el estado de santidad, a un miembro grande y de orden elevado ha debido ser introducida en un miembro correspondiente del mundo de las cortezas. Esto es lo que parece significar la palabra del sabio que dice: “Aquel que es mayor que su vecino lleva también en él mayor concupiscencia que la que existe en el otro.” Pues, cuando un alma excelente es introducida en las cortezas, le es completamente difícil salir de ellas, puesto que el mal que la encierra es correlativamente enorme. A esto se refiere lo que se dice de hombres, no obstante excelentes, que no por ello cometieron menos pecados atroces y detestables, tales como Jeroboam, Acab, Manasés, y sus semejantes. Esto hay que recordar particularmente.
* * *
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La canalización como hilo conductor del ocultismo

La posibilidad de un Cosmos tripartito hereda la inquietud de la comunicación entre sus diferentes estratos. Ahora bien, la inquietud se aclara al considerar el concepto de las Densidades de Consciencia: en este sentido y utilizando el vocabulario matemático de Teoría de Conjuntos, como las consciencias inferiores tienen una relación de inclusión frente a las superiores, estas últimas —dada su graciosa posición en las escalinatas de la Creación— podrán conocer y estar al tanto de lo que ocurre en las primeras. Asimismo, haciendo uso de las séfiras del árbol cabalístico —semejante al Irminsul sajón, siendo el arte-facto de la Kabbalah de la tradición judía— el fenómeno de canalización, visto desde una óptica informática, se puede considerar como el pasaje de información desde una sefira hacia otra inferior.

Citando los impecables trabajos de la catedrática inglesa Frances A. Yates, la filosofía isabelina se vio nutrida de una enorme cantidad de material canalizado, en especial mucha de la tradición oculta rosicruciana provista por John Dee. No obstante, nuestra investigación nos conduce a incluir indirectamente los trabajos del sacerdote católico Marsilio Ficino, filólogo renacentista de elevado prestigio en las órdenes masónicas —en particular la Golden Dawn y no es un dato menor que según Jean-Michel Angebert en su obra Hitler y la tradición cátara la tildara como la compañera británica de la Sociedad Vril alemana— por su traducción, entre otros textos, de la Teología Platónica, pero sin desconsiderar el resplandeciente trabajo del siglo XIII del filósofo sefardí Moisés de León: El Zohar, que dio origen a la tradición cabalística, y que más tarde fue enriquecido y sistematizado por el rabí Isaac Luria.

Es así que la tradición rosacruz y masónica inglesa está basada íntegramente en material canalizado por diferentes médiums, camuflados bajo la intachable mística religiosa y ocultista, vistiendo desde pulcros hábitos sacerdotales, reverentes kipás y culiminando en el extraño contactismo de Edward Kelley. No obstante, con la excepción de los textos platónicos, las vasijas para la recepción de estos mensajes superluminales siempre correspondieron a feligreses de credos teocráticos, correctamente dicho, el establishment anglo-sionista. Un vislumbre de este cruce de tradiciones que tienen a Dee como compilador final podemos leer en La Filosofía Oculta en la Época Isabelina:
[Dee] había sembrado potentes semillas que crecerían y darían una extraña cosecha, pues ha sido demostrado que los llamados “manifiestos rosacruces” publicados en Alemania a principios del siglo XVII tienen una fuerte influencia de la filosofía de Dee, y que en uno de ellos figura una versión de las Monas Hieroglyphica. (1) Los manifiestos rosacruces exhortan a llevar a cabo una reforma universal en todo el mundo por medio de la magia y de la Kabbalah. La apertura de la mágica tumba del mítico “Cristián Rosa Cruz” (Christian Rosencreutz) es la señal del principio de la reforma general. Este personaje, en uno de sus aspectos, es quizás un recuerdo teutonizado de John Dee y de su Kabbalah cristiana, lo cual confirmaría la hipótesis, ya anteriormente expuesta, de que “Kabbalah cristiana” y “pensamiento rosacruz” pudieran ser sinónimos.
Llegados a este punto, intentar introducir la componente ufológica (y por consiguiente la demonológica) pareciera contaminar la exquisita pero no tan bien conocida historia del dogma subyacente tras los rituales y ceremonias que se destilan en las sociedades secretas: la alta alcurnia que detenta el poder tras varias instituciones que claramente forman parte de las extensiones sociales del sistema de control hiperdimensional. Recordemos, en palabras de nuestro respetado John Keel, la síntesis sobre el fenómeno ufológico (Mothman Prophecies, 1975):
En lugar de pensar en términos de extraterrestres, he adoptado el concepto de ultraterrestres: seres y fuerzas que coexisten con nosotros, pero están en otro marco de tiempo; es decir, operan por fuera de los límites de nuestro espacio-tiempo continuo pero tienen la capacidad de cruzar hacia nuestra realidad. Ese otro mundo no es un lugar, tal como Marte o Andrómeda son lugares, sino más bien, un estado de energía.
[...] En otras épocas fueron considerados como el diablo encarnado: vestidos de oscuros hábitos y montando caballos negros. Más tarde aparecieron en carretas siniestras e incluso en coches fúnebres. Hoy su atuendo son los platillos voladores que aterrizan durante la noche en remotos lugares.
[... estas apariciones] son transmogrificaciones de energía bajo el control de algunas inteligencias extra-dimensionales desconocidas. Estas inteligencias controlan eventos importantes manipulando mediante el fenómeno de la iluminación mística. Nuestras religiones se basan en el antiguo conocimiento de estas inteligencias y nuestra lucha por reducirla a términos humanamente aceptables.
Pero si asociamos estas inteligencias desconocidas con un nivel superior de consciencia que tiene a la humanidad como sustrato alimenticio, podemos hallar una respuesta esclarecedora a la manipulación que han recibido los contactados a lo largo de la historia. En la introducción de su libro John Dee's Five Books of Mystery, Joseph H. Peterson formula un acertado comentario al respecto:
El accionar de Dee y Kelley puede ser comparado con los recuerdos recuperados de los abducidos por OVNIs, en los que un “hipnotizador” coloca al “testigo” en un estado sugestionable y, a través de preguntas directas, logra llegar a todo tipo de “recuerdos.” [...]
Otra similitud con los fenómenos OVNIs es la aparente naturaleza tramposa de las entidades. Parecen combinar elementos convincentes con aparentes tonterías de una manera que ha llevado a algunos investigadores a teorizar una manipulación psicológica profunda. La sospecha de Uri Geller de que sólo había un “maldito payaso que estaba jugando con nosotros” suena de manera inquietante y similar a muchas de las quejas de Kelley.

Otra evidencia significativa reside en las diversas predicciones precisas (por ejemplo, la decapitación de María Antonieta, la Armada Española, la vuelta de los judíos a su tierra). Sin embargo, estos deben ser sopesados con las predicciones que no fueron precisas (por ejemplo, las profecías apocalípticas, el futuro de Laski). Otro acontecimiento que merece ser mencionado es una conversación secreta entre Dee y los
entidades, realizada en griego para evitar que Kelley la comprendiera. Aparte de este incidente, el uso de los entidades del latín parece reflejar la educación limitada de Kelley en ese idioma. Cuando usan el latín, tienden a entregar respuestas fijas y evitar el discurso. También, como notó Calder, las entidades “aumentan su fluidez a través de los años.”
La canalización desde las distintas
orientaciones de las séfiras:
siniestra, balanceada y diestra
El ojo entrenado podrá observar varias cuestiones que se han repetido en la actualidad en el material canalizado de la New Age: en primer lugar, los mensajes parecen tener un propósito oculto y, luego de un análisis crítico, es evidente que provienen de más de una fuente con diferentes objetivos. En segundo lugar, las predicciones tienen un bajo umbral de ocurrencia (es como si se predijeran todos los futuros posibles, no sólo los futuros probables). Y en tercer lugar, las fuentes encumbradas y orientadas al Balance son las que formulan las respuestas más elaboradas conteniendo una aparente esteganografía semántica que aporta capas de significado adicionales de acuerdo al nivel de conocimiento del lector. (2) Para reforzar este punto de vista, considérese la respuesta que la fuente Cassiopaea indica sobre el material isabelino de John Dee (sesión del 22 de Noviembre de 1997): (3)
P: (Laura) John Dee supuestamente tuvo una visión del Ángel Uriel quien le brindó una piedra negra muy pulida, en la que miraba para comunicarse con otros reinos. Esto suena muy parecido a la psicomancia. Bien, estos seres aparecerían en la superficie de la piedra y le revelaban todos los secretos del futuro. Esta no era una piedra imaginaria porque ahora reside en el Museo Británico. Sin embargo, John Dee se contactó más tarde con Edward Kelly que era, al parecer, un completo estafador. ¿Qué tipo de seres canalizaron Dee y Kelly al conjurar a través de su piedra pulida?
R: Cuarta Densidad.
P: ¿SAS
[Servicio A Sí mismo] o SAD [Servicio A los Demás]?
R: Ambos.
Dicho esto, y sólo con vistas en ampliar la visión antropocéntrica, entendemos que la canalización es la única herramienta para obtener información de realidades superiores. Pero permítasenos distinguir la usual canalización mediúmnica de la iatromántica: en la primera se es poseído (¿o abducido?) en mayor o menor medida por una entidad de consciencia superior, mientras que en la segunda, la incubación solar facilita el acceso a estas sublimes realidades, y al tener una mayor consciencia —es decir, reteniendo la capacidad crítica y no actuando de manera pasiva— la posibilidad de una interferencia detrimental es minimizada. Nuevamente la máxima resulta evidente: el conocimiento protege, la ignorancia desvalida.

Para concluir este análisis inicial, traemos nuevamente a mención el trabajo del difunto investigador de lo paranormal Joseph Fisher, The Siren Call of Hungry Ghost (El Canto de Sirena de los Fantasmas Hambrientos), cuando se le brinda un acertado consejo durante las transmisiones iniciales:
Me encorvé sobre la figura dormida de Aviva [la médium]. Roger [el facilitador] se sentó en su posición habitual, sus manos cruzadas sobre la espalda del sofá. La consciencia de Aviva se había extinguido en el letargo y Russell [el “guía” canalizado] estaba al mando, pronunciando cada sílaba de manera vehemente en su selecto inglés. Su confianza en sí mismo me ponía nervioso.
“¿Crees,” le pregunté, “que sería una buena idea ponerme a escribir un libro sobre los guías?”
“En este momento no,” replicó Russell abruptamente, “no tienes suficiente conocimiento.”
“Me refiero a comenzar la investigación para escribir un libro.”
“Si comienzas ese libro e investigas a fondo y si, por supuesto, no das por sentado nada. Y si, cuando estés satisfecho con tu investigación, e indagues en tu investigación… sí, tal vez para ti, por la naturaleza de tu trabajo, los temas en los que has estado involucrado, esto sería una buena cosa. Pero yo diría que tal vez estás entrando en terreno peligroso. En la medida que continúes con las preguntas, siempre y cuando continúes con tu propio desarrollo, mientras no impidas el trabajo avanzado de los guías, sí, esto podría ser muy bueno para ti. Pero…”
Supe, por el tono de voz de Russell, que una advertencia era inminente.
“… quisiera advertirte que no hay nada que se pueda tomar como valor aparente. Si es sencillo de creer o de ser sostenido con fe por su valor aparente, entonces quizás sea algo que... carece de valor.”
“¿Tienes el pálpito que debería ir con todas esas personas que afirman estar en contacto con sus guías y establecer cuál es el papel de un guía?”
“Quizás lo primero que debas esclarecer es si se trata realmente de un guía, en realidad, un guía o un espíritu juguetón que no es un guía en absoluto.”
Naturalmente, deseaba conocer la diferencia entre uno y otro.
“Te encontrarás que donde hay espíritus juguetones, o incluso lo que podría llamarse impostores, hallarás más Almas, confianza ciega, aceptación sin cuestionamientos. Si no puedes reconocer uno del otro con rapidez, puedes encontrarte en una situación de trampa de almas... Eres un hombre inteligente. Has elegido bien. Pero debo advertirte: incluso el más inteligente entre nosotros será, y lo seguirá siendo, capturado por una trampa de almas.”
Le pregunté a Russell por algunos consejos sobre cómo evitar esta suerte que sonaba tan miserable. Me respondió advirtiéndome vehementemente que antes de llevar a cabo mi investigación, me armara de una gran actitud autocrítica y un aluvión de perspicaces preguntas.
“Debes proceder en el campo de trabajo —si tienes la intención de proseguir con ello— con una cantidad deliberada de escepticismo, una vasta provisión de conocimientos y una enorme lista de preguntas precisas que, de hecho, separará lo real de aquello que es creencia básica, misticismo o falsedad. ¡No aceptar respuestas aparentes! ¡Cuestiona! ¡Pregunta todo el tiempo! Y si las preguntas no son respondidas de manera satisfactoria, pregunta y vuelve a indagar nuevamente.”
Russell hizo una pausa. Cuando volvió a hablar, su voz era más suave, más simpática.
“Puedes agitar el avispero y molestar a unos cuantos con este trabajo. Sin embargo, ya has molestado mucho antes y seguramente lo harás de nuevo. Has alterado las apariencias anteriormente con la naturaleza de tu trabajo. El lápiz tiene un mensaje poderoso.”
No olvidemos la suerte final que corrió el autor luego de haber descubierto quiénes eran los “guías” y qué papel desempañaban en la vida de los contactados. Entendemos como útil para nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad que logren conectar la investigación de Joseph Fisher con los trabajos del doctor Jacques Vallée, en especial, sus libros Messengers of Deception y The Invisible College.

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Kabbalah: los senderos de la rayuela cósmica

Cuando nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad se adentren por el incierto sendero que los logre exiliar definitivamente de la confinación física, deberán proveerse no sólo de la luz del conocimiento, sino de un mapa que los guíe hacia la Vía Sublime distinguiéndola de las rutas accesorias del Laberinto del Aprendizaje. Bajo este mapa místico, existen tres tentaciones las que debieran ser sopesadas a la luz del balance:
La Kabbalah como una exégesis
del microsmos humano
  1. la influencia biológica nos conmina a perpetuar la especie, cuando en realidad esconde el hecho de seguir nutriendo de esclavos a los directores del plano físico; pocos humanos, aun aquellos en los que pareciera arder el fuego de la rebeldía e independencia, logran superar esta valla astutamente introyectada
  2. el condicionamiento social y religioso junto a la manipulación psíquica son los obstáculos más comunes en los que se trastabilla emocionalmente: la egrégora humana desvía la independencia y anquilosa las posibilidades, simulando la seguridad que emana de la multitud y la costumbre secular; pero cuando se logra asomar la cabeza por encima de estos mecanismos sociales, surge sin demora el control hiperdimensional, en un marco de ataque bajo la apariencia onírica; el Buscador sólo tendrá vagos recuerdos del incidente, pero su cuerpo se lo recordará cada noche subsiguiente;
  3. finalmente, el aspecto que nos compete ahora analizar, es la orientación espiritual que luego de sortear las duras pruebas anteriores pueda distorsionarse hacia el desbalance, ya sea del sendero siniestro de servicio al ego (considerándose superior a los demás) o del sendero diestro, sirviendo indiscriminadamente a los demás (desconsiderándose a uno mismo); la senda media es aquella que aplica discernimiento, balanceando el servicio de ayudar a otros sin perjudicarse a uno mismo.
Para aquellos Buscadores que han comenzado a despabilarse y entender que la vida en el plano físico no es más que una artera invención de reingeniería hiperdimensional, diseñada para obtener velados réditos de una descomposición orgánica controlada, entenderán que tal cuadro boschiano puede acarrear más de una disonancia cognitiva. Nuestra visión, empero, contempla que el plano físico es tan sólo el lúgubre sótano de un Cosmos con pisos superiores menos restringidos y más iluminados, en donde otras formas de vida basadas en materia no corpuscular —o, desde nuestra perspectiva, en estados energéticos o plásmicos— pueden elegir con más facilidad orientarse hacia un sendero no predatorio que los encamine hacia la omnisciencia espiritual; en Secret of the Saucers se le informa a Orfeo Angelucci:
“Es todo una cuestión de la escala vibratoria en la que se esté operando,” explicó. “La frecuencia de vibración de la materia densa, que constituye el sustrato del planeta Tierra, es extremadamente baja, por lo tanto, los cuerpos terrenales son lentos, densos y pesados. La tasa vibratoria aquí es bastante más alta y la materia tan tenue que parece, desde un medio físico denso como el vuestro, inexistente; pero como ahora te encuentras en un cuerpo con una escala vibratoria acorde, los fenómenos de este mundo te son tan reales como en tu mundo: la Tierra.”
En cierto sentido, deseando comunicar cierta paz de espíritu con vehemencia pero sin exageración, es el Buscador quien ha resuelto someterse a los desasosegados fuegos de la inclemencia corpórea para convertirse —de contar con el conocimiento, la disciplina interna y la pericia externa, y la irreemplazable actitud— en su conquistador y vencedor.

La fuente Cassiopaea ha brindado una estratificada visión del Cosmos en siete densidades: (1) la primera, la más material y entrópica; la séptima, la consciencia pura creativa. Si fusionamos esta visión con el modelo provisto por el magisterio taoísta, observamos una compartimentación de tres “reinos,” donde las dualidades del Yin-Yang actúan articuladas en diferentes graduaciones: el plano físico, con la más marcada influencia de la energía Yin; el plano etéreo, con una dualidad en balance; y el plano espiritual con la supremacía de la energía Yang.

Síntesis de las enseñanzas místicas
orientales y occidentales
(2)
En la literatura mística judía hallamos en El Zohar una resplandeciente exégesis que se podría resumir con la frase: “Los seres que viven Debajo, dicen que Dios está en las Alturas; mientras que los Ángeles en el Cielo, dicen que Dios habita en la Tierra.” Y desde la colegiatura occidental rosacruz vemos algo semejante: Robert Fludd, médico, filósofo y reconocido cabalista de la época isabelina, nos brinda una explicación del Cosmos que es a la vez el Aleph Luminoso y el Aleph Tenebroso, fragmentado en tres grandes reinos:
  1. el mundo empíreo (el Cielo), donde la luz excede a las tinieblas;
  2. el mundo etéreo, donde la luz y las tinieblas se equilibran en forma de éter;
  3. el mundo elemental, donde las tinieblas dominan sobre la luz y producen los cuatro elementos.
Desde este enriquecido punto de vista, podemos entender mejor al arte-facto de 22 aristas y 10 vértices que es el árbol cabalístico, observándolo como un grafo de dependencias cognitivas de una academia cósmica: cada escalón sefirótico representaría un nivel de consciencia, donde las entidades necesitan encarnar para obtener, una vez trascendido, el título correspondiente de la respectiva orientación espiritual; Thomas Minderle, en su tratado sobre Principios para la Evolución Espiritual, explica:
Dentro de la jerarquía negativa, los seres se obligan mutuamente a evolucionar a través de la competencia constante, la manipulación, el engaño, la extorsión y la violencia. Dentro de la red positiva, los seres se ayudan entre sí y evolucionan a través de la creatividad, la compasión, la enseñanza, el intercambio y el aprendizaje.
Lograr la integración consiste en dos cualidades: obtener las lecciones necesarias para interactuar armónicamente dentro de la polaridad intrínsecamente propia, y posteriormente haber ganado las lecciones necesarias para interactuar conscientemente con la polaridad opuesta.
Entendida nuestra concepción, el objetivo que pretendemos no será abrumar con otra exégesis teñida de misticismo sobre el Arbol del Cosmos; tan sólo nos permitimos brindar un panorama que integre la Kabbalah con las orientaciones espirituales, ya sea que se elijan los senderos iterativos de la piedad (sefirótica) o severidad (klifótica), o se opte por la integración inteligente de ambas que nos exonera de la necesidad de reencarnar, y sobre la que toda entidad orgánica deberá polarizarse para abandonar con “vida” la realidad física.

Los senderos del Árbol Cósmico:(3)
el siniestro de la severidad klifótica,
el recto de la piedad sefirótica, y la
trascendencia a través de la integración
En este sentido, el centro mental de la humanidad terrestre reside en la sefira siniestra del tercer nivel de consciencia, y en la enorme mayoría de los casos, se encuentra desconectado de las emanaciones en los niveles superiores. Empero, esto no la aisla de comunicaciones esporádicas: ciertas sefiras pueden actuar como resortes y contrapesos que la afecten ya sea para influenciarla en una u otra dirección. Una abducción extraterrestre podría verse como una sefira siniestra superior que desconsidera el libre albedrío de una sefira inferior, afectando la línea de continuidad en la experiencia humana e inyectando patrones psíquicos para amoldarla a sus designios. Del mismo modo, una intervención divina sería la respuesta de una sefira trascendente a una solicitud que respeta y honra la libertad de una sefira inferior.

Asimismo, el fenómeno de la canalización —ya sea que el médium permanezca en trance inconsciente, o por el contrario, cuando efectúe una comunicación iatromántica, por medio de los centros psíquicos superiores en los opera el discernimiento— puede verse como el intercambio de información entre sefiras, aunque, y sobre todo en el caso de la primera, no necesariamente en su orientación más trascendente. Pero enfocándonos en la canalización iatromántica, es decir cuando la consciencia ordinaria sube a niveles superiores, es enriquecedor lo que Warren Kenton (Z'ev ben Shimon Halevi) tiene para ofrecernos en su libro La Obra del Cabalista:
La idea de un maestro interior no es ajena a la Cábala. Muchos cabalistas han hablado a lo largo de los siglos de su maggid o instructor celestial. [...] Con frecuencia, el que dirige al cabalista es un instructor interior —cuando es necesario,— y lo aconseja sobre cuestiones de las que no puede leer o tener acceso en la Tierra. Afirman las leyendas que a los más grandes cabalistas les enseñó el mismo Elías, que es el responsable de la dirección espiritual de la Tradición. Otras historias nos cuentan que Elías no sólo se presenta con muchos disfraces en ayuda de los que han emprendido el camino interior, sino que se manifiesta como el Khidr o “el Verde,” en la tradición sufí, en la que desempeña el mismo papel. De acuerdo con el folklore, Elías no tenía padre ni madre, como Melquisedec, que inició a Abraham a principios de la tradición. Todo esto sugiere que otros personajes extraños como Hermes Trismegistro o Thoth no eran otro que Enoc, el Iniciado, el primer ser humano plenamente realizado, aunque en diferentes formas.
Pero no desconsideremos otorgar cierta licencia a esta posibilidad de un daemon interno que desde una sefira trascendente ofrezca una guía discreta para elevar nuestra consciencia a las regiones empíreas del Cosmos; parafraseando a Fulcanelli, esta “élite” humana —descendiente de Elías— en verdad pertenece al Pueblo de Guachos: es “guacha,” en palabras del psicólogo argentino Roberto Torres, de padre y madre terrena. Ahora bien, el profeta Elías —en griego «Ηλίας»: Solar—, que en las Escrituras dice ser arrebatado hacia el Cielo, como un espíritu puro, en un carro de luz y fuego, nos hace recordar al catedrático Peter Kingsley quien, en su obra En los Oscuros Lugares del Saber, estudia a los iatromantis: los sanadores seguidores de Apolo Oulios, (4) aquellos que incuban al infans solaris:
Así pues, Parménides viaja a los infiernos, a las regiones del Hades y del Tártaro, allí de donde no regresa casi nadie. [...] Parménides viajaba en dirección a su propia muerte de manera consciente y voluntaria:
Las yeguas que me llevan tan lejos como el anhelo alcanza avanzaron, después de venir a recogerme, hacia el legendario camino de la divinidad que lleva al hombre que sabe a través de lo desconocido vasto y oscuro. Y adelante me llevaron, mientras las yeguas, que sabían dónde ir, me llevaban y tiraban del carro; y unas jóvenes indicaban el camino. Y el eje de los cubos de las ruedas silbaba, ardiendo con la presión de los dos ruedas bien redondas, una a cada lado, que veloces avanzaban; las doncellas, hijas del Sol, que habían abandonado las moradas de la Noche hacia la luz, se apartaron los velos de la cara con las manos. [...]

Y la diosa me dio la bienvenida amablemente, me cogió la mano derecha entre las suyas y me dijo estas palabras: “Seas bienvenido, joven, compañero de inmortales aurigas, que llegas a nuestra casa con las yeguas que te llevan. Porque no ha sido hado funesto el que te ha hecho recorrer este camino, tan alejado del transitado sendero de los hombres, sino el derecho y la justicia. Y es necesario que te enteres de todo: tanto del inalterado corazón de la persuasiva Verdad como de las opiniones de los mortales, en las que no hay nada en que confiar. Pero aprenderás también esto: cómo las creencias basadas en apariencias deben ser verosímiles mientras recorren todo lo que es.”
Para concluir, deseamos enfatizar que el macrocosmos del árbol cabalístico, por el principio de correspondencia, es una representación del microcosmos en el ser humano; en un contexto ecuménico, la famosa frase “hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza,” cobra un sentido bastante práctico: los tres dan-tiens —los recintos del cinabrio o campos del elíxir— poseen una relación unívoca con las tres regiones cósmicas:

  • el dan-tien inferior con el reino físico: el centro motriz e instintivo;
  • el dan-tien medio con el reino psíquico: el centro emocional, y
  • el dan-tien superior con el reino espiritual: el centro intelectual.

Esta desconexión de las emanaciones superiores puede religarse, esto es, reintegrarse: este es el olvidado objetivo trascendental de las religiones (del latín religare: volver a unir). Pero para respetar, al menos de cierta manera, el gesto de silencio harpocrático que nos exige el argot, sólo diremos, en vista de ayudar a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad, que el arte consiste en hacer ciclar dentro del árbol microcósmico la energía de la vida, evitando que ésta se disperse del dan-tien falso inferior, en la búsqueda del placer para el ego... y no hemos de olvidar que durante las horas de reposo, habrá salteadores emboscados en los linderos de los caminos oníricos que intentarán arrebatarlo con nefastas promesas lujuriosas.

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