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Mariofanías: Kundalini y la Virgen Madre

Dentro de la institución eclesiástica el Arquetipo de la Madre siempre sostuvo un papel relevante. En la crónica neotestamentaria no sólo María fue la madre del niño Jesús sino que a través de un inteligente ejercicio canónico, la Bienaventurada Virgen Maria se transformó parabólicamente en la Madre de Dios; y, con clerical astucia, el catolicismo sacó provecho de la resonancia emocional que la simbología maternal produjo en sus acólitos logrando fundirse en la misma imagen: hablamos de la Santa Iglesia Católica como regente espiritual de todos los feligreses: “Salus Populi Romani” (en español: Protectora del Pueblo Romano).

Esta costumbre de proveer protección a cambio de devoción se observa en los mensajes de varias mariofanías, es decir, en aquellas apariciones —montajes de trasfondo ufológico pero de recargada imaginería y guión religioso— que la Iglesia certifica como la B.V.M. En el caso particular de Fátima, la escenificación comienza con un videoclip escalofriante donde los niños pastores —los renuentes espectadores elegidos por la entidad— son traumatizados con una visión del infierno para luego, coacción mediante, ofrecer una solución a través de la completa sumisión:
“Visteis el infierno, para donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, comenzará otra peor. Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que les da Dios de que él va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón. Si atendieran a mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará la Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.”
Aunque la ufología era desconocida en su época, el antropólogo folklorista Evans-Wentz postuló en su obra The fairy-faith in Celtic countries una serie de teorías colineales a las que el sociólogo francés Bertrand Méheust plasmó un siglo más tarde en Soucoupes Volantes et Folklore; algunas de ellas, tuvimos la oportunidad de enumerarlas cuando asociamos la ufología con el fraguado de las religiones organizadas. Evans-Wentz se interesó en la mariofanía colonial de Guadalupe donde notó que la diosa Tonantzin Coatlaxopeuh, una deidad de la fertilidad náhuatl, ya era venerada con el mote Nuestra Gran Madre, habiendo tenido un templo —destruído por los sacerdotes españoles,— en el mismo cerro donde Juan Diego tuvo las visiones. Empero, merced a la escenificación ufológica, a la aparición se le erigió una basílica donde multitudes de aborígenes terminaron convirtiéndose al cristianismo: en definitiva, la inteligencia detrás de estas apariciones se adaptó al sistema de creencias imperante para volver a ser adorada y venerada.

Para marchar con cierto éxito en nuestra campaña, será prudente ir relacionando este proteccionismo y asistencialismo con las ideas vertidas por William Bramley en su brillante obra Los Dioses del Eden (The Gods of Eden), donde unas entidades tecnológicamente superiores —claramente librados de las ataduras físicas, no así de unas acuciantes necesidades energéticas— “custodian,” “guían” y “controlan” el desarrollo de la humanidad. Creemos que a esta altura estará de más recomendar a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad la lectura del libro de Kyle Griffith: El Colegio Invisible y la Guerra en el Cielo (War in Heaven), como obra de referencia —claramente nunca a pie juntillas— para detectar y evitar peculados energéticos. Tómese como aletiómetro que los administradores podrán teatralizar cualquier obra, desde la más obscena y macabra hasta la más sublime y excelsa, con el objeto de mantener o aumentar los rindes de la granja antropecuaria: conocer la utilidad etérica del orgasmo, del sufrimiento y de la devoción, energías apreciadas y recolectadas en el siguiente nivel de realidad, puede conducir a detener ciertas indulgencias y creencias, y tal vez encamine al peregrino a un ejercicio más inteligente en el cultivo de sus propias fuerzas.

En definitiva, lograr atisbar las apariciones marianas como una puesta en escena para obtener réditos devocionales nos ahorra tiempo.(1) De hecho, una mariofanía debiera compararse a un acto político en un país en vías de desarrollo: por un lado, una figura feérica, de rasgos impecables, fascinando a los espectadores; por otro, una serie de milagros y sanaciones. En efecto, más que “folklore in the making” (un fraguado de mitos) es el verdadero cincelado de un partido político hiperdimensional: una religión. Invitamos a la despierta reflexión de nuestro respetado Salvador Freixedo (Las Apariciones Marianas, cap. III: Realidad y credibilidad de las apariciones):
Se dirá que si es en realidad la Virgen la que se manifiesta en las diversas apariciones «marianas,» no hay nada de extraño en que pida siempre poco más o menos las mismas cosas y en que se presente rodeada de las mismas circunstancias. Y no está falta de lógica la objeción. Pero la dificultad está en que si estas mismas circunstancias las vemos repetidas en la Virgen de Lourdes —admitida por la Iglesia— y en multitud de apariciones que no sólo no lo han sido, sino que han sido rechazadas por la jerarquía (el caso de El Palmar de Troya); y si las vemos de nuevo en las apariciones de Venus o Ceres tal como nos las narran los historiadores romanos; en las leyendas de apariciones de hadas (y recuerde el lector que aunque las hadas no existiesen, sigue en pie el hecho de que en sus leyendas, transmitidas por pueblos muy distantes en el tiempo y en el espacio, se dan circunstancias semejantes); o en las apariciones de la diosa Namagiri en el hinduismo o de la africana Changó...

Tenemos el derecho a preguntamos: ¿por qué? ¿Por qué todas las apariciones femeninas se presentan igual, hacen las mismas cosas o parecidas, piden lo mismo y hasta tienen el dudoso gusto de hacer sufrir a los videntes, cuando no «llevárselos con ellas» al poco tiempo? ¿No será porque la causa del fenómeno es la misma, y lo único que hace es acomodarse al entorno cultural en que se presenta? ¿No será que lo que la aparición tiene en mente no es lo que dice, sino algo que se nos escapa por completo?
Helen on the Walls
of Troy
del pintor
Gustave Moreau (s. XIX)
Las inquietudes del ex-jesuita son cínicas pero válidas; siguiendo nuestra analogía tercermundista, una aparición puede mostrarse con hábitos impolutos, pero una mirada atenta expondrá aquel gesto de desprecio velado cuando el mandatario alce en brazos al incontinente infante de una humilde familia para la foto de cierre de campaña. Como además de Freixedo, bien notaron los ufólogos John Keel y Jacques Vallée, las apariciones casi siempre rodean a niños y adolescentes, y sus vidas son presurosamente consumidas o se hacen insufribles; y en muchos casos, aquellos que sobreviven, comienzan un trajín idéntico al de los Contactados: se convierten en estaciones receptoras de absurdos mensajes siderales: “Las naves celestiales están preparadas para transportar a los elegidos a la tierra prometida. Estas vendrán rodeadas de luz azul como especie de una nube.” Otras comunicaciones revisten características escatológicas y apocalípticas, similares a la propaganda de la secta Heaven's Gate: “Faltan segundos para la destrucción de varias naciones.” Mientras que otros mensajes rayan la psicopatía: “... acepta y soporta con humildad los sufrimientos que mi Hijo te envía...” o sencillamente conminan al sometimiento y aniquilación: “... date cuenta de que al que más amo es el que más sufre; déjate poseer y consumir por mí... no olvides hija mía, que las almas que yo escojo tienen que ser víctimas del dolor, pero vale la pena el sufrimiento y el dolor.Freixedo termina preguntándose sobre los curiosos reclamos de la aparición del Escorial:
Por último, otra cosa que también llama la atención en el mensaje es la exigencia de dolor; de dolor humano, penitencia, austeridad, mortificación, renuncia... Las mariofanías, al igual que las otras apariciones, reclaman que se lo brindemos voluntariamente, pero si no lo hacemos, entonces nos lo van a imponer por la fuerza y para eso están las amenazas para todo el mundo a las que hemos hecho alusión en párrafos precedentes. [...]

¿Dónde está esa maternal providencia? De nuevo pregunto: ¿Por qué cuando «el Señor» escoge determinados humanos les reclama tanto sufrimiento? ¿Por qué siempre dolor? ¿Tan mala es la humanidad? ¿Quién la ha hecho tan defectuosa? Y ¿por qué Dios tiene que pedirle precisamente dolor, dolor físico, al hombre?
El último punto que intentaremos remarcar sobre las mariofanías es el ordeñe de la energía vital de los visionarios: la casuística revela que los Contactados son programados desde la tierna infancia y la franja etaria se centra en la preadolescencia debido a que se busca detonar el síndrome Kundalini. Lamentablemente, esta cuestión ha pasado desapercibida por demasiado tiempo, tal vez, debido a que los investigadores de fenómenos anómalos no sospechaban el papel jugado por la humanidad en la economía cósmica.

Desde una perspectiva energética, la mejor inversión es aquella con un mínimo de capital en riesgo y de la que se obtengan retornos exponenciales dentro un tiempo acotado. Sabemos que en las mariofanías, las visiones no fueron completamente captadas por la multitud participante, salvo en aquellos que habían sido previamente elegidos; para ilustrar con ejemplos: Bernadette Soubirous en Lourdes, Lucía dos Santos en Fátima y Juan Diego en Guadalupe, quienes, a excepción de este último, eran niños o preadolescentes. Esto señala que los participantes probablemente fueron seleccionados por la configuración de su sensitivo sistema nervioso, y quizá se tratase de shamanes en potencia. En todos los casos, los Contactados fueron personas con baja o nula preparación escolar y en dos de los tres casos con conocidas infancias difíciles: Bernadette vivió en la extrema probreza, contrajo cólera y sufrió de asma toda su vida, mientras que Lucía ya había tenido visiones a los 8 años y, probablemente, más que eso, dado que su segundo encuentro cercano la había dejado exhausta y paralizada, permaneciendo todo un día en estado de trance; ¿tal vez se trató de una abducción más que de una simple visión?

Por lo que sabemos sobre el cultivo de los hidrógenos sutiles, el sufrimiento y, en particular, la oración frecuente —que conduce hacia el harnelmiatznel consciente debido al ritmo cadencioso cardiorespiratorio, de ahí su paralelismo con el hesicasmo católico,— dispone a la ascención de las energías del dan-tien inferior hacia el dan-tien medio. Esto puede echar algo de luz al por qué de la recalcitrante insistencia en los mensajes de las apariciones sobre el “Inmaculado Corazón;” es evidente que los H6 son más apreciados en Cuarta Densidad que los mundanos H12. Especulamos entonces que la “oración” que le enseñó el “Ángel de la Paz” a Lucía durante su primera visión, quizá se tratase de una forma pranayama con mantras, mientras que el sufrimiento físico cotidiano al que se había sometido y acostumbrado Bernadette fue una manipulación para desencadenar su síndrome Kundalini. Cuando esto ocurre, el cuerpo libera grandes cantidades de Askokin/Loosh, sumamente aprovechables para amortizar los gastos de cualquier montaje teatral hiperdimensional... en este caso, una inversión brillante pues los resultados de las apariciones no sólo lograron la construcción de nuevos sitios de culto y devoción, sino que la energía requerida para las mariofanías y milagros surgió de los propios contactados. En la sección La Física de la B.V.M. del libro El Colegio Invisible (cap. Una morfología de los milagros) el doctor Vallée sostiene:
Otra observación interesante se refiere a la naturaleza del estado de trance experimentado por Bernadette. Un médico había decidido exponerla como un caso mental y realizó un experimento fascinante. Este hombre, el doctor Douzous, colocó una llama de vela bajo la mano de Bernadette durante quince minutos. Cuando ella terminó sus oraciones, él pudo observar cómo el brillo del éxtasis abandonaba la cara de la muchacha.
Sabemos que, una vez sublimada, la energía Kundalini es bioluminiscente, lo que explica el resplandor del rostro, en el dan-tien superior durante el proceso de meditación: se trata de la velada simbología tras la “aureola” de la santidad. La llama tampoco le había dejado marcas ni quemaduras en su mano: la inmunidad al fuego durante el éxtasis —estudiada en profundidad por el jesuita Herbert Thurston en su obra Fenómenos Físicos del Misticismo— es otra característica que destaca la presencia del síndrome Kundalini. Finalmente, podemos asegurar por el estado incorrupto post-mortem de Bernadette que los hidrógenos sutiles se propagaron por todo su organismo. Lamentablemente, su paradigma mental de sometimiento y disposición al suplicio no cambió y, por lo tanto, no pudo hacer uso de los poderes taumatúrgicos para restablecer su organismo. Así que, en las lapidarias palabras de Gurdjieff, estaríamos ante el caso de una “santa estúpida.”

Dejaremos pendiente para un próximo escrito los milagros que rodean los lugares de culto, pero, y lo más importante, la simbología velada de Kundalini como la Madre de Dios: aquí sondearemos el secreto de la alquimia y la verdadera razón tras la dramática similitud de la Virgen Negra de Sous-Terre sosteniendo al Niño Dios, su equivalente egipcio: Isis con Horus en su regazo, y la misericordiosa Kwan Yin acompañada del adepto Tongzi en China.

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El acarreo del Anillo como símbolo del Nigredo

Nuestro prestigioso filólogo John Ronald Reuel Tolkien escribió El Señor de los Anillos como una continuación a El Hobbit. Cuenta la historia que los primeros esbozos describían al propio Bilbo como protagonista en busca de nuevas aventuras. Sin embargo, tras una noche inquieta, un esbozo apresurado toma un viraje imprevisto; el relato se ensombrece: el Anillo Único cobra un peso funesto; surge un nuevo personaje, su sobrino, quien tomará el papel épico del Portador perseguido por oscuros y nefastos espectros; el cuento crece y se bifurca, los capítulos se reescriben y renumeran, los editores se impacientan; el profesor reconoce que:
«La obra ha escapado de mi control y he producido un monstruo: una novela inmensamente larga, compleja, bastante amarga y atemorizante, muy poco apropiada para niños (o para cualquiera); y que en verdad no es una continuación de El hobbit, sino de El Silmarillion.»
Luego de años de revisiones y reescrituras, el primer tomo de la historia asoma en las librerías. Tolkien le había augurado a su aun apesadumbrado editor, Stanley Unwin: “Está escrita con la sangre de mi vida, gruesa o delgada, como sea, y no puedo hacer otra cosa.” Parte del riesgo que corrían era que la obra no fuese aceptada por su volumen, por su recargado trasfondo mítico, pero también porque no estaba enfocada a un público particular; sin embargo, como a todo lector del magnus opus tolkiniano le habrá pasado, cuando se llega a las páginas finales se percibe que la obra es quizá demasiado breve. Para entonces, las críticas como las ventas no se dejaron esperar: los restantes tomos surgieron durante los siguientes meses, obedeciendo a la escasez de papel luego de la Segunda Guerra. En los años posteriores las traducciones tampoco se hicieron demorar: Francisco Porrúa haría un trabajo magistral desde el pulcro inglés del catedrático de Oxford a un esmerado español, una labor semejante a la de Vicente Villacampa cuando tradujo del francés a nuestro respetado ingeniero Fulcanelli en Las Moradas Filosofales.

¿Pero quién es El Señor de los Anillos? El lector entendido no dudará ni por un instante en que tal título es claramente atribuido al Nigromante; tanto el errante y sabio mago se pronuncia al respecto en los primeros capítulos como más tarde lo hará Frodo cuando concluye el Libro Rojo titulándolo: “La caída del Señor de los Anillos y el retorno del Rey.” Otra inquietud que nos corroe es que Tolkien no se consideraba el autor de la historia. Durante el prólogo, el celebrado profesor se ubicaba como un mero traductor o transcriptor, tomando como fuente unos documentos imaginarios de una ficticia biblioteca. ¿Es que acaso el tabáquico medievalista estuviera consciente de que la materia prima de su obra estaba siendo sintonizada o canalizada desde alguna fuente no local de información?

En el pasado, hicimos mención sobre que la mitología tolkiniana había espitado algún inusitado abrevadero de una potable y fresca corriente esotérica. Es más, nos atrevimos a comparar las Densidades de Consciencia provistas en el Material Ra y en las Sesiones Cassiopaea, junto a la disección de entidades que discurre en el Ainulindalë (la Música de los Ainur) en su obra póstuma El Silmarillion. Si añadimos el arte-facto de la Kabbalah como un grafo de dependencias cognitivas, vemos que las tres grandes regiones del Cosmos pueden compararse con el Mundo Empíreo, Etéreo y Elemental rosacruz y que, respectivamente, pueden ser asociadas a Las Tierras Imperecederas, las Aguas Circundantes (que más tarde cobijaron a la Isla de Númenórë) y La Tierra Media; en la tabla siguiente resumimos groseramente, afortunadamente sin pérdida de generalidad, una enumeración comparativa:

PrincipioDensidad de ConscienciaMitología tolkinianaConcepción rosacruz
YangSéptimaIlúvatar: el Único o Todo
(previo al Ainulindalë)
Aleph/Absoluto
(Potencial inmanifiesto)
YangSextaArquetipos: ValarReino Plerómico
YangQuintaEspíritus: Maiar
Estancias de Mandos
Reino Espiritual
(Inmortales celestiales)
Yin/YangCuartaElfos, Medioelfos,
Ents y Orcos
Reino Etérico
(Inmortales terrenales)
YinTerceraHombres, Enanos
y Hobbits
Reino Humano
(Mortales terrenales)
YinSegundaFauna y FloraReino Orgánico
YinPrimeraRegiones geográficasReino Elemental
(Fundamento)


Es evidente que las potestades angélicas del Ainulindalë, aquellas entidades que transforman Lo Inefable en Manifiesto, pueden ser asociadas casi de inmediato con los Arquetipos —jungianos y, por qué no, aquellos agregados por August William Derleth a la mitología de su mentor Howard Phillips Lovecraft.—(1) Los Maiar son los espíritus de Quinta Densidad, emisarios bajo la égida de los Valar, enviados como bodhisattvas hacia el Reino Humano con una misión que ha de ser descubierta durante su peligrosa peregrinación hacia los inquietantes reinos más densos. Estas encarnaciones pueden ser vistas, desde un nivel no antropocéntrico, como una serie de sucesivos procesos de desintegración positiva: a medida que se logre capitalizar sufrimiento cristalizándolo en sabiduría y se trabaje sobre sí para desprender los agregados psicológicos, lográndose una suficiente depuración de las conductas urobóricas, se alcanzará entonces el nivel cognitivo del pensamiento unificado (la integración o no-dualidad) de Sexta Densidad. En la hebra narrativa de la muerte y resurrección de Gandalf en Moria vemos una descripción sin tapujos de este proceso. Ciertamente, el errante sabio vuelve como el Caballero Blanco pero con la apariencia y hábitos humildes de un yogui:
Durante un tiempo Gandalf no dijo nada y no hizo preguntas. Tenía las manos extendidas sobre las rodillas y los ojos cerrados. [...] Los otros se quedaron mirándolo. Un rayo de sol se filtró entre las nubes rápidas y cayó en sus manos, que ahora las tenía en el regazo con las palmas vueltas hacia arriba: parecían estar colmadas de luz como una copa llena de agua. Al fin alzó los ojos y miró directamente al sol.
Aunque se puede decir lo mismo sobre la sacrificada gesta de los hobbits en pos de la destrucción del Anillo Único. En cierta forma, los tres personajes que atraviesan las Ciénagas de los Muertos pueden analizarse, desde tradición kahuna de la psiquis humana, como un gestalt conformado por tres «configuraciones» amalgamadas dentro de un mismo ser:
  • la Supraconsciencia (Ser/SuperYó),
  • el Consciente (Animus/Ego), y
  • el Subconsciente (Anima/Ello).

O Oriens, splendor lucis
aeternae, et sol justitiae:
veni, et illumina sedentes
in tenebris, et umbra mortis.
Estas tres conformaciones se aprecian respectivamente en Sam, Frodo y Gollum. Dado que es aquí, al atravesar el pestilente cenagal del Nigredo, cuando el Anillo cobra un peso insólito para el Ego portador, pues la rueda ígnea que se presenta en las desosegadas visiones que enfrenta el devastado y consumido Frodo, puede asociarse a la inexorable desintegración que acarrea el ejercicio de la Rota. El ojo entrenado no demorará en asociar la Puerta Negra de Mordor con el Huiyin daoísta: la Puerta de la Vida y de la Muerte, mientras la Luz que emana del Cristal de la Dama (Kuan Yi, Kundalini o la Virgen Maria, en cábala fonética: la Virgen Madre) cuando es alzado en manos del Escudero de la Comarca, que se revela cuando su amo, la Consciencia, permanece en estado comatoso.

En efecto, es Frodo, en el papel de la Consciencia, quien descubre poco a poco el velado poder que asoma tras la Supraconsciencia incipiente: “Estoy aprendiendo mucho sobre Sam Gamyi en este viaje. Primero fue un conspirador y ahora es un juglar. Terminará por ser un mago... ¡o un guerrero!” Sam se convierte en el Guerrero —el ahora Mayordomo de la Gran Obra,— en el embrión de la Supraconsciencia que logra desafiar y derrotar a Ella-Laraña, una potestad de la oscuridad que hace sucumbir en tinieblas al Ego. Pero es cuando Sam se convierte en el Portador del Anillo cuando asume el arquetipo del Mago: es entonces el verdadero Señor de los Anillos pues, a diferencia de Frodo, el Anillo Único jamás ejerció sobre sí poder alguno; a partir de su nacimiento es la Supraconsciencia quien mantiene a raya a Gollum: el Subconsciente desintegrado en camino de ser completamente sublimado en el Monte del Destino.

Esta anagogía a la «transfiguración» o «advenimiento» pudo haber sido percibida por el profesor Tolkien cuando se topó con una curiosa obra anónima, escrita en anglosajón, durante sus estudios en Oxford en 1913: Christ I. Las extrañas palabras que leyó fueron: “Salve Earendel, el más brillante de los ángeles, enviado a los hombres sobre la media tierra.” No nos esforzaremos demasiado en convencer al lector que aquí vemos una clara alusión a la teofanía mineral descrita por los alquimistas. ¿Acaso la Iluminación no es el “Nacimiento de (un) Dios?” Tolkien escribiría más tarde: “Sentí una curiosa excitación como si saliendo de un sueño, algo se agitara en mí. Detrás de aquellas palabras había algo muy remoto, raro y hermoso, si podía asirlo, algo que estaba mucho más allá del antiguo inglés.” Proveemos a continuación un extracto traducido de la versión en inglés moderno (2) de la antífona, previa al siglo X: O Oriens, dirigida a la Estrella Matutina:

Eala earendel, engla beorhtast,
ofer middangeard monnum sended,
ond soðfæsta sunnan leoma,
torht ofer tunglas, þu tida gehwane
of sylfum þe symle inlihtes!
Swa þu, god of gode gearo acenned,
sunu soþan fæder, swegles in wuldre
butan anginne æfre wære,
swa þec nu for þearfum þin agen geweorc
bideð þurh byldo, þæt þu þa beorhtan us
sunnan onsende, ond þe sylf cyme
þæt ðu inleohte þa þe longe ær,
þrosme beþeahte ond in þeostrum her,
sæton sinneahtes; synnum bifealdne
deorc deaþes sceadu dreogan sceoldan.

Nu we hyhtfulle hælo gelyfað
þurh þæt word godes weorodum brungen,
þe on frymðe wæs fæder ælmihtigum
efenece mid god, ond nu eft gewearð
flæsc firena leas, þæt seo fæmne gebær
geomrum to geoce. God wæs mid us
gesewen butan synnum; somod eardedon
mihtig meotudes bearn ond se monnes sunu
geþwære on þeode. We þæs þonc magon
secgan sigedryhtne symle bi gewyrhtum,
þæs þe he hine sylfne us sendan wolde.
¡Oh Eärendel, el más brillante de los ángeles,
enviado a la humanidad sobre la Tierra Media,
resplandor del sol justo
espléndido sobre todas las estrellas! Tú mismo
siempre has iluminado a todas las edades.
Como tú, Dios nacido del Dios Eterno,
Hijo del verdadero Padre, que eternamente ha existido
sin comienzo ni final, en la gloria del cielo,
entonces tu propio grito de creación con confianza
a ti ahora para sus necesidades, que envíes
ese sol brillante para nosotros, ven tú mismo
a aligerar a aquellos que han vivido apesadumbrados,
rodeados de sombras y oscuridad, aquí
en la noche eterna; quienes, envueltos por los pecados,
han tenido que soportar la sombra oscura de la muerte.


Ahora, llenos de esperanza, buscamos tu redención,
llegado a la gente mundana a través de la palabra de Dios,
quien estuvo al principio con el Todopoderoso Padre
igualmente eterno con Dios, y ahora se convirtió
en carne, libre de pecados, nacido de la virgen,
en apoyo a los afligidos. Dios estaba con nosotros,
visto sin pecado; juntos moran
el poderoso hijo del Justo y el hijo del hombre,
en paz entre la gente. Dirijamos nuestro agradecimiento
al señor de la victoria por sus obras,
porque eligió enviarse a nosotros.

Entendemos importante concluir esta entrega haciendo mención al hermoso himno de San Ambrosio de la liturgia navideña —la natividad del Niño Dios o Embrión Áureo,— que nos lo recuerda Canseliet en el prefacio a la tercera edición francesa del último libro de nuestro respetado Fulcanelli:

Veni redemptor gentium,
Ostende partum Virginis:
Miretur omne saeculum:
Talis decet partus Deum.

Non ex virili semine,
Sed mystico spiramine
Verbum Dei factum caro,
Fructusque ventris floruit.

Alvus tumescit Virginis
Claustra pudoris permanent,
Vexilla virtutum micant,
Versatur in templo Deus.
Ven, redentor de las naciones,
muestra el parto de la Virgen
que todo el siglo admira.
Semejante nacimiento corresponde a Dios.

No de la semilla de un hombre,
sino de un soplo misterioso
el Verbo de Dios se ha hecho carne,
y fruto de las entrañas ha florecido.

El vientre de la Virgen se hincha.
Las murallas del pudor persisten.
Los estandartes de las virtudes se agitan
y Dios reside en el Templo.


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El proceso trogoautoegocrático del Askokin

Tras mucho deambular, el trasfondo de la ufología, concluye en una simple inferencia: la cadena trófica requiere de eslabones adicionales. Esta aseveración —desde lo humano funesta y molesta— en realidad no nos pertenece. Podemos dar rienda suelta a nuestra dispuesta memoria y comenzar a listar ilustres autores y magníficas obras que avalan tal afirmación. Pero resultará en un ejercicio vano y estridente pues aquellos que nos lean con cierta displicencia, lo encontrarán tedioso y tendencioso: es inútil sugerir la existencia de una realidad sutil y hostil sin pruebas materiales. No obstante, ¿y si las tuviésemos?

El doctor Jacques Vallée se encontró con ellas y las presentó en su obra Confrontations: A Scientist's Search for Alien Contact, cuando exploró una zona remota de Brasil para estudiar casos mortales de avistamientos: al menos cinco personas habían muerto cerca de Parnarama después de un encuentro cercano con lo que se describió como un OVNI con forma de caja, equipado con potentes haces de luz. En la noche, mientras los humanos intentaban cazar animales, estos curiosos artefactos voladores, bautizados como “chupas,” realizaban una tarea semejante para otro nivel del zigurat alimenticio; del capítulo The Price of Contact (El Precio del Contacto):
La gente del lugar son principalmente cazadores con excelentes dotes de observación. El crimen es prácticamente desconocido. No hay medios modernos de comunicación, y sólo los camiones madereros pueden transitar aquellos caminos de tierra. Allí, la principal religión es católica. La técnica de caza utilizada es única: los cazadores trepan de tres a cinco metros en los árboles, luego pasan la noche en una hamaca a la espera de un venado u otra presa. Llevan una linterna para apuntar a los animales. Una teoría entre la población local es que los chupas son atraídos por los haces lumínicos. Estos artefactos llegan a las hamacas y derriban a los cazadores con un haz concentrado. [...] En una entrevista, un testigo dijo que recordaba un “desagradable aroma” como un olor eléctrico (¿ozono quizá?), y entonces vio una luz cegadora, con colores pulsátiles en el interior, una descripción consistente con muchos otros avistamientos que he obtenido en Francia y Estados Unidos. Luego sintió un furioso calor. Varias personas informaron haber estado expuestas a los chupas a fines de 1982 cuando yacían en las hamacas de sus árboles. [...]

Las víctimas mortales fueron: Abel Boro, quien murió el 17 de octubre de 1981, mientras cazaba con Ribamar Ferreira; Raimundo Souza, quien murió el 19 de octubre de 1981, mientras cazaba con Anastacio Barbosa; José Vitorio y Dionizio General, que murieron en una fecha indeterminada, tres días después del encuentro con el OVNI; y un hombre llamado Ramón, que vivía en Parnarama. [Thomas] Muldoon y [Gary] Richman citan al alcalde de Parnarama confirmando los casos, junto al jefe de la policía, Geraldo dos Santos Magela, quien afirmaba haber examinado dos de los cuerpos, notando que la sangre había sido “absorbida por ellos.” Ribamar Ferreira describió cómo una luz venía tras él y su amigo Abel Boro: era tan brillante que convirtió la noche en día, dijo. Abel gritó cuando el objeto, que en este caso se parecía a un neumático gigante de camión, girando con luces encendidas, rodeó su cuerpo con un brillo resplandeciente. Ferreira corrió a la casa de Abel y regresó con su familia: encontraron a Abel Boro muerto, su cuerpo blanco “como si estuviese desprovisto de sangre.”
Más adelante en el libro, el doctor Vallée detalla su investigación presencial en la que recoge testimonios de compañeros y familiares de las víctimas fatales y otros numerosos casos que habían tenido consecuencias detrimentales en varias aldeas cercanas, desde erupciones a quemaduras cutáneas, enfermedades oculares, severos cuadros de disautonomía, ansiedad y fatiga crónica y, en algunos casos, notorias secuelas psicológicas: diestros cazadores que optaron por alejarse de su único medio de supervivencia tras una experiencia claramente traumática. Si bien fuerzas militares se habían dispuesto en el lugar, las mismas tenían orden estricta de sólo monitorear y documentar el fenómeno. Por último, el astrofísico francés se topa con que toda la documentación generada, incluyendo fotografías y filmaciones, habían sido adquiridas por una firma anónima norteamericana; en el capítulo XV: Ground Truth, el apesadumbrado autor hace algunas conclusiones sombrías:
No había nada elusivo en estos objetos. No se trataba de los efímeros fenómenos aéreos comúnmente descritos en la bibliografía norteamericana; ni tampoco eran experiencias oniriformes de contactados [...] Sencillamente lo que se vio en Colares fue un despliegue monumental de tecnología avanzada, y lo único que pudieron hacer los humanos fue filmarlo y observarlo con sobrecogimiento. [...]

La evidencia que ahora había sido obtenida de grandes poderes era tan evidente y con consecuencias tan desvastadoras para el futuro de los sistemas militares que la decisión final fue mantener todo bajo siete llaves, y confiar el estudio a grupos altamente especializados con un acceso rígidamente compartimentado. En mi opinión, el trabajo de estos grupos está destinado al fracaso, como lo ha estado desde 1953, a pesar de todos los recursos invertidos y a pesar de la absurda operación de desinformación que rodeó el asunto para alejar la verdad del público. [...] Verdad fundamental: lo que pasó en aquella aldea de Brasil puede volver a ocurrir en cualquier lugar, mañana. Detesto pensar que nos encontrará desprevenidos. Otra vez.
En la ríspida nomenclatura del prestigioso calvo enmostachado, encontramos la descripción del proceso trogo-auto-ego-crático como “la nutrición recíproca de todo lo existente.” Este proceso explica que la visión de la humanidad como cima de la pirámide alimenticia es espuria o, mínimamente, miope. Resulta molesto desprenderse de una mentira de tal magnitud y que acarrea desasosegadas consecuencias emocionales. Reconocerse como parte de un menú hiperdimensional no sólo es incómodo sino inoportuno: en la historia personal, muchas decisiones hubiesen sido diferentes partiendo del conocimiento de esta condición humana. Gurdjieff, en el capítulo XLIII: Opinión sobre la guerra de su obra Relatos de Belcebú a su Nieto, sostiene que la finalidad de la humanidad consiste “fundamentalmente en elaborar —por medio del proceso de su existencia— las vibraciones requeridas por la Naturaleza.” Más adelante habla ya no de producir vibraciones, sino una sustancia cósmica sagrada: Askokin. Parafraseando a Joseph Azize, tal vez no haya una diferencia relevante: acaso el Askokin sea tanto una vibración como una sustancia... quizá, la misma distinción que hacemos entre la líbido y la sangre.

Ahora bien, la amplia bibliografía del Cuarto Camino —a diferencia del sufismo, con su pleno conocimiento de los arteros Djinns,—(1) nunca menciona intrigantes artificios alienígenas que revolotean por encima de alarmados cazadores nocturnos: extractores de energía vital y productores de nefastos ultrajes y funestos decesos, ni tampoco habla de la aparición de extrañas entidades que abducen mujeres para efectuarles truculentos exámenes ginecológicos; estos relatos, marginales y fantasiosos a los ojos materialistas, con que algunos inadaptados sociales pierden su tiempo, mezclan la ufología con la demonología en un cóctel de donde surgen conclusiones que sólo podrían oirse a la sombra de un hediondo pabellón psiquiátrico; aunque no por ello menos ciertas. En sus obras, Gurdjieff habla de la interacción del Hombre (microcosmos) con la Naturaleza (macrocosmos), partiendo de la base que la humanidad es “alimento para la Luna:”
Y así, mi querido Hassein, cuando pareció que la necesidad instintiva de trabajos conscientes y sufrimientos voluntarios, con el fin de poder asimilar y transmutar en ellos mismos las sustancias sagradas Abrustdonis y Helkdonis y, por ende, liberar el sagrado Askokin para el mantenimiento de la Luna y de Anulios, había desaparecido finalmente del psiquismo de tus favoritos, entonces la Gran Naturaleza Misma se vio obligada a adaptarse para extraer esa sustancia sagrada por otros medios, uno de los cuales es, precisamente, el terrible proceso periódico de destrucción recíproca.
El sacrificio de Isaac
Juan de Valdés Leal
(siglo XVII)
Si en efecto nuestro planeta Tierra fue reconfigurado por entidades de consciencia superior para que toda destrucción de sus seres vivientes resultase en un sacrificio hierático,(2) podemos hallar una asociación interesante tras la aparición de estos punitivos objetos luminosos y los conceptos centrales del Cuarto Camino. De hecho, identificar al Askokin junto al Paradigma del Loosh de Robert Monroe y relacionarlo con la energía vital u Orgón de Wilhelm Reich puede simplificarnos mucho las cosas. Es más, brinda una lúgubre explicación al proceder pendenciero descrito por Vallée: estos OVNIs operan de manera ostensible sobre poblaciones rurales de pocos habitantes —aldeas remotas alejadas de las comodidades y del caos intrínseco de la vida mundana— cuyos habitantes son cazadores por necesidad y que, evidentemente, no crían ganado y, si lo hicieran, su número sería tan limitado que no podrían darse el lujo de sacrificarlos a estas extrañas entidades, incompatibles con el sistema de creencias de su gregaria religión católica. Pero este detalle sobre los sacrificios de sangre no pasó desapercibido bajo el inquisidor mostacho del Pintor de Gorriones,(3) pues entendió que operaban como un trueque energético, algo que los rituales y ceremonias de las religiones abrahámicas, con sus “sacrificios de chivos expiatorios” y la famosa “sangre del cordero que quita el pecado del mundo,” nos recuerdan siempre: (4)
«Escuchad ahora lo que debemos hacer para lograr dicha finalidad. Los resultados de todas mis investigaciones prueban claramente que la Naturaleza exige que, durante ciertos períodos, se produzca en la Tierra cierto número de muertes; y, al mismo tiempo, he logrado establecer que para las necesidades de la Naturaleza, es indiferente de qué muertes se trate, sean las de las propias personas o las de las vidas de otras formas de seres.»
Más tarde nos aclararía Mouravieff que esta falsa «Naturaleza» es en realidad la «Ley General» impuesta por las Autoridades del Mundo. Desdeñando entonces la óptica estrictamente antropocéntrica, pretendemos abordar todo este sinsentido haciendo uso de la frase del matemático John Bennett: “una energía baja no puede dirigir el funcionamiento de una energía más alta.” Note el aspirante que la contracara de esta afirmación puede resultar provechosa.

De acuerdo a Gurdjieff, en una instancia previa a esta humanidad, ya existía una arcana disciplina la cual eximía de estas obligaciones contractuales con las Autoridades del Mundo. Aunque no se lo afirma explícitamente en su obra, las extrañas sustancias o vibraciones: Askokin, Abrustdonis y Helkdonis son derivados del elemento activo Exioëhary; recordemos que este último puede usarse tanto para la continuación de la especie como para el autoperfeccionamiento. ¿Diremos más? El objetivo final del ejercicio del harnelmiatznel consciente resulta en el acopio de hidrógenos sutiles que resultarán en la famosa “semilla de mostaza” de la parábola cristiana —el germen de nuestra Piedra;— leemos en Mateo 13:31-32:
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.”
Abrustdonis y Helkdonis, son transubstanciados por medio del trabajo consciente y mediante sufrimientos intencionales, siendo el material del cual se forman y perfeccionan los cuerpos sutiles, estos son, “el cuerpo Kesdjan” o “vasija del Alma” —la consolidación del Sub-Mayordomo del Cuarto Camino: el centro operador de la Gran Obra— y “el cuerpo del Alma,” es decir, el Maestro investido con el “Don de Dios.” Durante este proceso de transubstanciación, el Askokin es liberado. Animamos a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad a que conecten la transubstanciación de los derivados del Exioëhary con los Tres Tesoros del Tao (en chino tradicional: 三宝, San Bao) y la liberación del Askokin, la noche oscura del alma o putrefacción alquímica, con la desintegración positiva resultante del proceso catártico del Nigredo.

En términos alquímicos, formar estos dos cuerpos requiere de acumular y transmutar la sustancia primera. Gurdjieff daba como ejemplo los cálculos que se forman en los riñones o la sal que se cristaliza con la saturación o por la evaporación. En ese sentido, “las sustancias psíquicas” pueden, si saturan el cuerpo, cristalizar. Además, una sustancia como la sal, cuando se cristaliza, posee cualidades de las que carece la sal disuelta en agua. Un líquido salado vertido en un río se esparcirá rápidamente con el fluir de sus aguas, y aunque uno podría detectar algo de sal quince metros río abajo, no quedará rastro alguno kilómetros más adelante. Sin embargo, si la sal se pudiese cristalizar y colocar aislada de la corriente, entonces “una nueva octava se desarrolla dentro del organismo y no afuera: es el nacimiento del cuerpo astral.

El río es la vida mundana: el trajín cotidiano que se lleva las energías elaboradas y acopiadas interiormente; es la energía vital que se disipa incesantemente como Askokin y nutre a las Autoridades del Mundo. Si de alguna manera pudiéramos mantener separadas de la vida las sustancias superiores formadas por los trabajos conscientes, éstas se cristalizarían rápidamente y, al igual que los cristales de sal, conservarían su integridad. Una vez formada, esta “nueva octava desarrollada” tiene su propio destino y es autónomo del proceso trogoautoegocrático, independizándose de la Ley General o Sistema de Control Hiperdimensional. Gurdjieff daba el ejemplo final del pan: una vez que ha sido horneado adecuadamente, éste ya no puede reducirse a harina: “una vez hecho, el pan tiene un destino propio.

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La evolución de la oriflama tripartita

En aras de generalizar positivamente nuestra ciencia, perdiendo cierto tinte alquímico pero sin desmerecer la arcaica tradición, podemos ofrecer algún marco biopsíquico al “proceso de ascensión,” que reviste de tres regímenes canónicos: el Nigredo, el Albedo y el Rubedo; aunque ampliados con la fase intermedia Citrinitas que se sintetiza en la enigmática frase “la Tierra es negra, el Agua es blanca; el Aire se vuelve más amarillento cuando más se acerca al Sol; el Éter es completamente rojo.” Pero el enigma quedará resuelto si se la interpreta considerando el acopio y sublimación del qi, como una fase de fuerte inversión y grandes condicionamientos bioenergéticos: el organismo afronta un cambio dramático durante el templado del atanor de manera de acondicionar la región del plexo solar que se convertirá en el repositorio del jing sublimado, conjuntamente con la erradicación de los estupefacientes endógenos que acompañan la usual pérdida del húmedo radical, sumándose la labor esforzada del centro cardiorespiratorio donde se produce la mixtura de los agentes que desencadenan el harnelmiatznel consciente para la producción del compuesto alquímico microcósmico.

¿Cuál es la bioquímica subyacente en este excepcional compuesto? Aun no podemos más que brindar una ristra de teorías y débiles deducciones; empero, podemos aventurar que no existe análsis clínico que pueda ofrecer una conclusión médica nueva: no se aprecian cambios mensurables en la química de la sangre o en los residuos de la orina. Por lo tanto, concluimos en que el proceso alquímico impacta, al menos en un principio, sobre el cuerpo energético. Quizá explique el por qué de los cambios iniciales comiencen siempre por sutiles variaciones del tono psíquico que luego alcanzan un denodado acento, y más tarde se somatizan, modificando la cronotropía e inotropía cardíaca para finalmente aquejar el ritmo respiratorio y la secreción gástrica; del libro El Tercer Ojo y Kundalini del doctor Bhim Sain Goel:
Desde el mismo día del despertar de Kundalini, mi respiración se había alterado considerablemente. No sólo solía cansarme con mucha facilidad, sino que también tenía dificultades para inhalar con cierta relajación. La inhalación y exhalación eran a menudo tan rápidas que cualquiera a mi lado se daría cuenta de inmediato. La respiración solía funcionar como si estuviera siguiendo una muy conocida técnica de pranayama, llamada bhastrika. Personalmente, creo que durante la activación de Kundalini que no es otra cosa que fuego, uno requiere más oxígeno y que, por ende, respira tan rápido.
Si durante el promedio del primer régimen del mercurio, pareciera que todo el sistema autónomo se rebelara contra la concentración del compuesto, la fría oscuridad que precede al moroso amanecer se intensifica cuando el aparato nervioso se ve sobreestimulado, perdiendo periódicamente el control en las reiteradas y embravecidas tormentas del mar endócrino, cuando las secreciones internas lleven al organismo a desasosegados cuadros de disautonomía durante la batalla de los opuestos: el enfrentamiento que se produce entre el sistema simpático y el parasimpático; en Histoire des Oiseaux en l'Autre Monde, el poeta francés Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac nos describe en singular prosa el combate que irrumpe —a condición de haber mantenido el principio hermético por más de un año— entre el cálido Vaso Gobernador (Tu-Mo daoísta o Pingala hindú) y el frío Canal de Función (Jen-Mo o Ida):
Caminé aproximadamente el espacio de cuatrocientos estadios, al final de los cuales advertí, en mitad de una campiña muy grande, cómo dos bolas que, tras haber girado una en torno a la otra durante mucho tiempo ruidosamente, se acercaban y, luego, retrocedían. Y observé que cuando se producía el encuentro se oían aquellos grandes golpes, pero a fuerza de caminar más adelante reconocí que lo que de lejos me habían parecido dos bolas eran dos animales, uno de los cuales, aunque redondo por debajo, formaba un triángulo por en medio, y su cabeza, muy elevada, con su roja cabellera que flotaba hacia atrás, se agudizaba en forma de pirámide, su cuerpo aparecía agujereado como una criba, y a través de esos orificios menudos que le servían de poros, veíanse deslizarse llamitas que parecían cubrirlo con un plumaje de fuego.

Paseándome por los alrededores, me encontré con un anciano muy venerable que contemplaba este famoso combate con tanta curiosidad como yo. Me hizo signo de acercarme, obedecí y nos sentamos el uno junto al otro [...]

Al comienzo del combate, la salamandra [sistema simpático], a causa de la vigorosa contención de su primer ardor, había hecho sudar a la rémora [sistema parasimpático], pero a la larga, este sudor se enfrió y esmaltó toda la llanura de una costra de hielo tan resbaladiza, que la salamandra no podía acercarse a la rémora sin caerse. El filósofo y yo nos dimos cuenta de que a fuerza de caerse y levantarse tantas veces, se había fatigado, pues los estallidos de trueno, antes tan espantosos, a que daba lugar el choque con que embestía a su enemiga, ya no eran más que el ruido sordo de estos golpecitos que marcan el fin de una tempestad, y este ruido sordo, amortiguado poco a poco, degeneró en un bufido semejante al de un hierro al rojo que se sumerge en agua fría. Cuando la rémora comprendió que el combate tocaba a su fin por el debilitamiento del choque a causa del cual ella se sentía apenas quebrantada, se levantó sobre un ángulo de su cubo y se dejó caer con todo su peso encima del estómago de la salamandra, con tal éxito que el corazón de la pobre salamandra, donde se había concentrado todo el resto de su ardor, se quebró y dio un estallido tan espantoso que no sé nada en la Naturaleza que se le pueda comparar. Así murió la bestia de fuego, bajo la perezosa resistencia del animal carámbano.
Cyrano de Bergerac describe el trayecto del fuego secreto por el plexo solar —la campiña muy grande— a medida que atraviesa los tres granthis: los nudos psíquicos donde Pingala, Ida y la médula espinal, el canal central Sushumna se entrecruzan con estentóreas consecuencias para el organismo, y hábilmente se adelanta a la siguiente etapa de la Obra Magna, presentando al anciano y venerable filósofo quien contempla pero no interviene aun en las batallas. El filósofo no es otro que el sub-mayordomo del Cuarto Camino, el centro mental de la incipiente supraconsciencia, todavía en vías de desarrollo, que sólo puede observar los acontencimientos durante la etapa del Nigredo, ya sin los topes psicólogicos (buffers) que previamente amortiguaban las impresiones y ahora desencadenan una acentuada reactividad emocional a las vicisitudes terrenales, pues el obrero del arte se ve privado de la anestesia endógena, producto del implacable mantenimiento del principio hermético.

Nuestro apreciado John Ronald Reuel Tolkien ejercita con esmerada vehemencia la encumbrada pluma del arte al describir la batalla del iatromantis Gandalf el Gris, quien enfrenta al poderoso y demoníaco Balrog en el ascendente viaje desde las extremas fundaciones de piedra en los oscuros abismos, escalando a través de la pétrea escalera en espiral hasta los nevados picos de la sombría montaña de Moria,(1) triunfando sobre la potestad draconiana pero, no obstante, muriendo tras la contienda: “... me envolvieron las tinieblas —hace decir al entrañable mago itinerante, cuando reaparece como el Caballero Blanco— y me extravié fuera del pensamiento y del tiempo, y erré muy lejos por sendas de las que nada diré.

Esta muerte iniciática es temporal, sin embargo, la conciencia vigílica lleva un claro recuerdo de todo lo acontecido en las densidades superiores, y su subsecuente «resurrección» constituye el segundo nacimiento neotestamentario del que nos habla Jesucristo; se trata, en definitiva, del resultado directo del nacimiento de la supraconsciencia: el anciano y venerable filósofo, ahora principio operador o Mayordomo de la Gran Obra, toma las riendas y se convierte, en las palabras de Mathurin Eyquem De Martineau, en el Piloto de la Onda Viva.

Lumen Coeli del artista
ruso Nikolai Roerich
La iluminación produce el blanco de la obra. Aunque, hemos de prevenir a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad, que el régimen del albedo no es el momento de completo sosiego ni la hora de escatimar en esfuerzos. Son todavía comunes las tormentas inusitadas aunque efímeras; y serán aun frecuentes algunos desequilibrios nerviosos, dado que la limpieza de la médula ósea es reciente y la comunicación entre los centros psíquicos superior e inferior es débil; se requerirán de grandes dosis del ens seminis para la labor intensificada del nuevo centro nervioso, así que las molestias del bajo vientre pueden intensificarse. El adepto ha de nutrir al “bebé shen” con dedicación y esmero, oficiando como nodriza de nuestro “infans solaris,” también conocido como la “Shekinah” o carroza divina de la Kaballah, el “Hijo del Hombre” del cristianismo, la “Sakina” del sufismo o la caperuza “Mukalinda” del budismo que recuerda a las conchas de Santiago de Compostela de celebrada aparición en la iconografía alquímica. Gopi Krishna en su libro Kundalini: el Yoga de la Energía nos relata su experiencia:
Hago sólo una simple exposición de los hechos cuando digo que durante años me sentí como si estuviera atado de pies y manos a un tronco que corría enloquecido por un torrente, salvado milagrosamente una y otra vez, por un escaso margen y justo a tiempo, de morir estrellado contra las muchas rocas que sobresalían del agua que se arremolinaba por todas partes, dando vueltas y serpenteando en todas direcciones, como si fuese guiado por una mano maravillosamente rápida y diestra, infaliblemente precisa en sus movimientos. Durante años, cuando de noche estaba tendido y despierto en la cama esperando que llegase el sueño, a menudo sentía cómo la nueva y poderosa energía vital se extendía como una tempestad por las zonas abdominales y torácicas al igual que por el cerebro con un bramido en los oídos, una lluvia centelleante en el cerebro y un movimiento febril en la zona sexual y alrededor de ella, en la base de la espina dorsal, tanto delante como detrás, como si estuviese haciendo un esfuerzo supremo para combatir una emergencia causada por algún veneno u obstrucción en el organismo que amenazaba el estado suprasensible y extremadamente delicado del sistema cerebro-espinal.

En esos momentos sentía instintivamente que se estaba produciendo una lucha a vida o muerte dentro de mí, en la que yo, el dueño del cuerpo, no podía tomar parte, y me veía obligado a quedarme quieto y observar como espectador el extraño drama que se desarrollaba en mi propia carne. Nada podría expresar mi estado tan gráficamente como la representación de Shiva y Shakti, pintada por un antiguo maestro, en que el primero se representa tumbado impotente y supino mientras la segunda, en un estado de ánimo de total imprudencia, baila alegremente sobre su cuerpo abatido. El observador agazapado en mí, el supuesto poseedor del cuerpo carnal, ahora completamente sojuzgado y apartado a un segundo plano, se encontraba a merced, literalmente bajo los pies, de un poder atemorizador indiferente a lo que pensaba y sentía, y que procedía, impasible, a tratar el cuerpo como quería sin concederle el derecho de saber lo que había hecho para merecer ese ultraje. Tenía motivos para creer que dicha representación fue diseñada para ilustrar un estado exactamente como el mío por un iniciado que también había pasado por la misma dura prueba.
Si hemos de aceptar los tiempos que ofrece el experimentado doctor Jwing-Ming Yang, el período que cubre el régimen del albedo se prolonga por tres años, cuando el bebé yin shen evoluciona hacia yang shen. La visión daoísta concuerda en la duración y sostiene que el crecimiento del embrión áureo involucra su pérdida del principio negativo en pos del positivo siempre a través de la nutrición del caldo aurífero, razón por la cual se enfatiza el crucial mantenimiento de las reglas del arte; el doctor B.S. Goel continúa:
Con el paso del tiempo, descubrí que las sensaciones dolorosas en [la región kanda del cuerpo: en los nervios y venas situados debajo de los testículos] se aminoraban. No obstante, los efectos secundarios de la descarga aparecían en la mente en la forma de una profunda depresión. Y no sólo la depresión, sino que constataba que incluso mi irritación e ira también aumentaban. Si esta descarga sexual no se producía en varios días, invariablemente me sentía, en gran medida, pleno de felicidad y estabilidad. Me dio también una clara señal en cuanto a que los antiguos nervios y las formaciones conductuales contenidas en ellos se quemaban más fácilmente y aumentaba la velocidad de la evolución. Basado en estas observaciones, deduje que la preservación del semen es una de las cosas más importantes para todos aquellos que deseen seguir la senda de la meditación y el yoga, en especial para aquellos cuya Kundalini se haya activado.
Según distintas escuelas de pensamiento, la consecución de esta fase logra la santidad y la emancipación casi completa del sistema de control hiperdimensional, es decir, de los vaivenes de la Rueda de la Fortuna que denuncia el ocultismo. La distinguida académica inglesa Frances Yates en su obra Giordano Bruno y la tradición hermética, explica en el cap. II: El Pimander de Ficino y el Asclepius, la traducción que hace el filólogo renacentista Marsilio Ficino al tratado de regeneración egipcio: El discurso secreto de Hermes Trismegisto a su hijo Tat en la montaña, y formula el siguiente acertado comentario sobre el resultado de la transmutación de los “ultores,” que hoy la ufología reconocería como “implantes:”
Al comentar este tratado, Ficino confronta la expulsión de los ultores y su sustitución por las Potestates Dei [poderes deíficos] con la experiencia cristiana de la regeneración en Cristo, el Verbo y el Hijo de Dios. En efecto, tal como pone en evidencia Festugiére, esta experiencia gnóstica parece ser algo similar a la gracia que actúa cancelando la predestinación impuesta por las estrellas. Reproduzco acto seguido una lista de las Puniciones y las Potestades según la traducción latina de Ficino [...]:
PUNICIONESPOTESTADES
Ignorantia [ignorancia]Cognitio Dei [conocimiento de Dios]
Tristitia [tristeza]Gaudium [alegría]
Inconstantia [inconstancia]Constantia [constancia]
Cupiditas [deseo]Continentia [continencia]
Luxuria [lujuria]Castitas/Fortitudo [castidad/fortaleza]
Injustitia [injusticia]Justitia [justicia]
Deceptio [engaño/mentira]Veritas [verdad]
Invidia [envidia]Bonum [bondad]
Fraus [fraude]Lumen [luz]
Ira [ira/violencia]Vit [vida]
Temeritas [miedo/temor]-
Malitia [aflicción]-
De exponer una explicación que nos oriente a una visión más positiva del fenómeno, el régimen del nigredo parece poner en funcionamiento un núcleo neuronal preexistente pero inactivo en el hombre mundano, mientras que durante el albedo todo indica que este centro desarrolla astrocitos gliales que sirven de sede a nueva y flamante materia gris, (2) y que finalmente comienza a sincronizarse con la neocortex, dirigiendo de ahora en más toda la orquesta cerebral. Este nuevo centro indudablemente es el rector del tercer ojo o visión interior —un órgano atrofiado que recupera su actividad a través del ens seminis sublimado— y que amplía la interpretación del entorno a la Cuarta Densidad. En un terreno totalmente hipotético, este centro incipiente parece recibir una influencia regente completamente diferente a la del cerebro reptiliano (complejo-R), que explicaría la autonomía frente a la manipulación hiperdimensional que caracteriza a la humanidad dormida.

Una vez desarrollado y consolidado el centro mental de la supraconsciencia, se ingresa al régimen citrinitas, del cual nuestro respetado Fulcanelli nos certifica la obtención de la serenidad tan anhelada (Las Moradas Filosofales, cap. El maravilloso grimorio del castillo de Dampierre):
Este criterio es, pues, insuficiente, aunque justifica este axioma conocido de que toda materia seca se disuelve y se corrompe en la humedad que le es natural y homogénea. Es la razón por la cual ponemos en guardia al principiante y le aconsejamos, antes de entregarse a los transportes de un gozo sin mañana, aguardar prudentemente la manifestación del color verde, síntoma del desecamiento de la tierra, de la absorción de las aguas y de la vegetación del nuevo cuerpo formado.

Así, hermano, si el cielo se digna bendecir tu labor, y, según la palabra del adepto, si te fata vocant, obtendrás primero la rama de olivo, símbolo de paz y unión de los elementos, y, luego, la blanca paloma que te la haya traído. [...]
Completado este régimen, la «mente zen» o, en términos taoístas, de verdadera serenidad, tiene la capacidad de mover el punto de encaje, del que hablaba el antropólogo peruano Carlos Castaneda, desde el centro de atención vigílico en Tercera Densidad hacia la supraconsciencia en Cuarta Densidad, generando a voluntad el estado de samādhi.

Del régimen del rubedo poco diremos; tan solo que la completitud de la etapa previa, citrinitas, y la evolución al centro púrpura cubre un total de nueve años. Y añadimos una advertencia que hemos hallado en múltiples tratados budistas: si bien ya es posible realizar viajes astrales prolongados, se advierte el evitar a las entidades parasitarias, pues los procesos de abducción siguen siendo un peligro, hasta completar la maduración total de la supraconsciencia; además, se debe considerar el riesgo que el embrión desarrollado no desee retornar al cuerpo físico, encontrándolo como un hábitat despreciable y hediondo, e intentando emanciparse antes de tiempo; por lo cual se aconseja reiteradamente cumplimentar la cantidad total de años para obtener de manera definitva las facultades taumatúrgicas (el bienaventurado “don de Dios”), y erradicar cualquier peligro en Cuarta Densidad.

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La desintegración positiva en el proceso de iluminación (I)

El proceso psíquico de catarsis y transmutación que detona el harnelmiatznel consciente entre el Agua de Vida y el Espíritu Igneo puede ser estudiado de manera positiva bajo la teoría de la desintegración psicológica fruto de la esmerada labor del psiquiatra polaco Kazimier Dabrowski en sus estudios sobre la Higiene Mental.(1) El maestro alquimista Fulcanelli, no dejó de mencionar veladamente estos trabajos internos de “podado psíquico” sobre ciertos bloques patológicos presentes en el aspirante al adeptado:
Hemos dicho, y lo repetimos, que el objeto de la disolución filosófica es la obtención del azufre que, en el Magisterio, desempeña el papel de formador al coagular el mercurio que le está unido, propiedad que posee por su naturaleza ardiente, ígnea y desecante. «Toda cosa seca bebe ávidamente su húmedo,» dice un viejo axioma alquímico. Pero este azufre, a raíz de su primera extracción, jamás es despojado del mercurio metálico con el que constituye el núcleo central del metal, llamado esencia o semilla. De donde resulta que el azufre, conservando las cualidades específicas del cuerpo disuelto, no es, en realidad, más que la porción más pura y más sutil de ese mismo cuerpo. En consecuencia, podemos considerar, con la mayoría de los maestros, que la disolución filosófica realiza la purificación absoluta de los metales imperfectos. Pues bien; no hay ejemplo espagírico o químico de una operación susceptible de dar semejante resultado. Todas las purificaciones de metales tratados por los métodos modernos no sirven más que para desembarazarlos de las impurezas superficiales menos tenaces. Y éstas, traídas de la mina o acarreadas en la reducción del mineral, son, generalmente, poco importantes. Por el contrario, el procedimiento alquímico, al disociar y destruir la masa de materias heterogéneas fijadas en el núcleo, constituido por azufre y mercurio muy puros, destruye la mayor parte del cuerpo y la hace refractaria a toda reducción ulterior. [...]

Nadie podría discutir la importancia y la preponderancia de la disolución, tanto en química como en alquimia. Se sitúa en la primera fila de las operaciones de laboratorio, y puede decirse que la mayoría de los trabajos químicos están bajo su dependencia. En alquimia, la Obra entera no implica sino una serie de diversas soluciones. No cabe, pues, sorprenderse de la respuesta que da «el Espíritu de Mercurio» al «Hermano Alberto» en el diálogo que Basilio Valentín nos incluye en el libro de las Doce claves. «¿Cómo podría tener yo este cuerpo?», pregunta Alberto. Y el Espíritu le replica: «Por la disolución.» Cualquiera que sea la vía empleada, húmeda o seca, la disolución es absolutamente indispensable.
Añadimos, con las debidas reservas, que la diferencia entre la remoción de impurezas química y alquímica es el grado de consciencia o inteligencia de las fuerzas intervinientes; nos arriesgamos a plantear que el poder espiritual que opera sobre el obrero del arte es claramente una influencia inteligente y sensible, abierta a la consideración del individuo, materia primera y destinatario final del proceso de desintegración positiva o “disolución filosófica,” en tanto que la reacción química en los metales opera, si bien análogamente, bajo un nivel inherentemente mecánico.

No obstante, nos permitimos señalar que según nuestro estudio y experiencia sobre las disciplinas esotéricas que decantan en el Síndrome Kundalini,(2) las sucesivas desintegraciones conllevan una inusitada agrupación de sensaciones nerviosas junto a síntomas orgánicos detrimentales —en algunos casos llamativamente severos— tal vez en íntima relación al recableado neuronal operado sobre los sistemas simpático y parasimpático, detonados por la abundancia del nuevo suplemento energético provisto por el método de flujo inverso de la energía seminal.(3) En consecuencia, cuando el pandit Gopi Krishna postula que “... los impulsos simpáticos aceleran y los provenientes del parasimpático ralentizan el accionar del corazón; en cambio, la motilidad y secreción del tracto digestivo son aumentadas por los impulsos parasimpáticos y reducidos por los simpáticos,” hallamos sosiego en una explicación completamente lógica a las dificultades físicas, en particular, gástricas y cardíacas, de reiterada aparición durante la Obra Menor —la rectificación de los primeros tres chakras: correspondientes a Saturno, Júpiter y la Luna,— que más tarde se volverán trastornos esencialmente psíquicos durante la fase de la Obra Mayor —los siguientes tres chakras superiores: Venus, Marte y Sol— y que totalizan las seis caras de nuestra piedra cúbica. Dentro de la recargada simbología tanática de la alquimia occidental fue el jeroglífico de la mortificación el encargado de prevenir al aspirante sobre los procesos de putrefacción filosófica:
Gran cantidad de filósofos han adoptado este modo de expresión y han velado, bajo temas fúnebres o macabros, la putrefacción especialmente aplicada a la segunda Obra, es decir a la operación encargada de descomponer y licuar el azufre filosófico salido de la primera labor, para convertirlo en elixir perfecto. Basilio Valentín nos muestra un esqueleto en pie sobre su propio ataúd en una de sus Doce claves, y nos pinta una escena de inhumación en otra. Flamel no sólo coloca los símbolos humanizados de la Ars Magna en el cementerio de los Inocentes, sino que decora su placa tumular, que se ve expuesta en la capilla del museo de Cluny, con un cadáver comido por los gusanos y con esta inscripción: «De, terre suis et en terre retourne.» Senior Zadith encierra, en el interior de una esfera transparente, a un agonizante descarnado. Henri de Linthaut dibuja en una hoja del manuscrito de la Aurore el cuerpo inanimado de un rey coronado, echado en la losa mortuoria, mientras que su espíritu, en la figura de un ángel, se eleva hacia una linterna perdida en las nubes. Y nosotros mismos, después de estos grandes maestros, hemos utilizado el mismo tema en el frontispicio de El misterio de las catedrales.
Empero, nuestro análisis quedaría efectivamente incompleto de no agregar la intromisión de la componente hiperdimensional que, durante los momentos críticos de la prolongada fase del Nigredo, aparece acentuando los sincronismos negativos que rodean la “suerte” del obrero del arte. Sirva nuestra experiencia entonces para recomendar al aspirante atenta cautela y estoica espera durante los episodios de ansiedad, angustia y depresión asociados a la disautonomía general motivada en el organismo por el fragor de la “batalla de los opuestos” —cuando los sistemas endócrino y nervioso luchen por la soberanía del dominio corporal,— dado que ciertas entidades dañinas pretenderán maximizar el loosh vertido a través de esta primer desintegración positiva: pues, ¿qué otro comportamiento se podría esperar de estos seres psicopáticos más que el fraguado de eventos detrimentales para aumentar los picos de miedo y desasosiego?

Emblema 33° de Atalanta Fugiens,
cf. artesón III de la quinta serie:
SI.NON.PERCVSSERO.TERREBO
Como hemos ya visto en las similitudes del magisterio sufista y daoísta, la fricción de la que hablan Gurdjieff y Ouspensky, previa a la transformación del Sub-Mayordomo (el centro psíquico observador) en el Mayordomo (la evolución hacia un centro psíquico operador), conlleva elaborados estados de neurastenia. En la misma línea, el proceso Kundalini que detona las disciplinas yógicas hinduístas, uno de cada dos practicantes se topan con marcados trastornos de ansiedad antes o durante el proceso de iluminación: casos como los documentados por los doctores Bonnie Greenwell y Bhim Sain Goel.(4) De igual modo, la alquimia occidental presenta una analogía en la batalla entre la mente subconsciente (serpiente/dragón) y la mente consciente (león/águila) antes de la aparición del piloto de la Gran Obra; reiteramos entonces que el concepto del “piloto” alquímico es claramente equivalente al “mayordomo” sufista del Cuarto Camino; Gopi Krishna lo denomina como un centro mental latente que evoluciona, de contar con el suplemento seminal sublimado, en la supraconsciencia; mientras que Fulcanelli y el gremio de los alquimistas lo llaman echeneis o pez hermético del Mar Rojo:
Esta isla no es más que otra figura del pez hermético nacido del mar de los Sabios —nuestro mercurio que Hermes llama mare patens,— el piloto de la Obra, primer estado sólido de la piedra embrionaria. Unos lo han llamado echeneis y otros delfín con idéntica razón, porque si el echeneis pasa, en la leyenda, por detener y fijar los navíos más fuertes, el delfín, cuya cabeza se ve emerger en nuestro bajo relieve, posee un significado también positivo. Su nombre griego, δελφις, designa la matriz, y nadie ignora que el mercurio es llamado por los filósofos el receptáculo y la matriz de la piedra.
El caso de desintegración del doctor B. S. Goel, documentado en su libro El Tercer Ojo y Kundalini: relato empírico del viaje desde el polvo a la divinidad, es particularmente interesante ya que reviste varias precauciones físicas, chequeos emocionales y depuraciones mentales que todo aspirante debiera considerar como precondiciones, con objeto de minimizar los fuertes efectos físicos y psíquicos que demarcan las dos fases de la Gran Obra. Sentimos necesario advertir a nuestros bienamados hermanos en la Búsqueda de la Verdad que consideramos este relato como una apología al reclutamiento de un neófito dentro de una jerarquía teócrata,(5) dada la fijeza mental y emocional del autor para con su hipotético gurú. Pretendemos subrayar —aunque con un manto de severa piedad porque bien sabemos la inusitada coerción y programación a la que puede ser sometido un peregrino durante su infancia— que su vivencia detrimental durante los múltiples episodios de purgado psíquico pudieran estar acentuados debido a la anatemizante disposición sumisa de su sistema de creencias y en su errada ideología de someterse ciegamente a un dios, entregando su devoción y libre albedrío, careciendo de una sólida inversión emocional en sí mismo, condiciones que entendemos como una patente invitación a la intrusión hiperdimensional.

El relato se divide en tres grandes momentos de desintegración, todos precedidos de un fuerte shock emocional que, de acuerdo a nuestra investigación, la más de la veces produce un despertar anticipado de la supraconsciencia, sobre todo, como es el caso, cuando se desarrollan disciplinas yógicas como el pranayama; si sostenemos la analogía daoísta y comparamos la iluminación con el alumbramiento del infans solaris, un despertar precoz de la Kundalini podría verse como el parto de un bebé prematuro, y en tal caso, debiera extremarse las precauciones, dada la inmadurez del centro mental incipiente:
[...] comence a sufrir de incontenibles ataques de llanto en forma repentina. El ataque comenzaba en un estado de gran dolor. Lloraba y sollozaba de manera patética y luego, recuperaba automáticamente la compostura. En aquel momento no podía sospechar que esto se prolongaría por seis meses. De nada sirvieron el razonar, la autosugestión o el autoconsuelo. La idea de la muerte y de la demencia me dominaban con tanta fuerza que, simplemente, lloraba y lloraba. También me ponía a gritar en medio de los llantos: “¡Madre! ¿Quién cuidará de mí ahora? ¿Qué sera de mí ahora?”

Supuse que estos ataques de llanto se debían al proceso de disolución de los nervios formados en la etapa más infantil y, evidentemente, mi madre tenía una profunda conexión con estas formaciones nerviosas. Sin embargo, nadie a mi alrededor podía tener intuición alguna sobre estos asuntos. Nadie podía imaginar que estaba pasando por un proceso que sería más profundo y aterrador.
El ojo entrenado puede hallar llamativo que el doctor Goel desconociera el papel central que ocupa nuestro mercurio y la necesidad imperiosa de mantener, durante todas las fases de la obra, el principio hermético; muchos de los vaivenes emocionales que sufrió luego de la activación Kundalini —comparables a un trastorno bipolar— podrían estar en directa relación con que el embrión de la supraconsciencia carecía del destilado nutritivo:
Algo interesante que estaba observando en todo este proceso de Kundalini era que la energía sexual o el semen jugaban una parte muy importante. Con la activación de Kundalini, es el semen el que comienza a elevarse con las oleadas de prana. No tengo otra evidencia directa para tal conclusión, salvo mi propia experiencia. Lo podía sentir una y otra vez en mí. Pude llegar también a la misma conclusión, a través de muchas otras observaciones. En las primerísimas etapas de la actividad de mi Kundalini, por ejemplo, descubrí que en cualquier momento se producía una descarga sexual. Muy pronto me encontré en las garras del dolor tanto mental como físico. Esto no guardaba conexión alguna con mi pensar, como podrían sentirse inclinadas a imaginar algunas personas, así llamadas doctas, con conocimientos en psicología.

El dolor físico siempre se produce en los nervios y venas situados por debajo de los testículos y algo por encima del ano. Este es el punto que se conoce como
kanda en el lenguaje yógico de la India y que constituye el punto de partida de los nervios más importantes [...] Después de la descarga sexual, la sensación de estos nervios solía ser tan dolorosa que me maldecía por ello.
Ya en sus capítulos finales, Goel plantea un resumen brillante desde la óptica hindú al trabajo que opera la virgen negra Shakti en su tránsito ascendente hacia su esposo Shiva: la energía Kundalini comienza su camino bajo el elemento tierra, cuando atraviesa el chakra muladharaproduciendo el quiebre del ego, resultante de la dislocación de los dos nervios, del raga [apego] y el dwesha [rechazo], a partir del Brahma-randhra [Puerta Celeste en la coronilla]. Para la persona, tal cosa representa la experiencia de la muerte. El yo de la persona, tal como lo ha entendido hasta este suceso, cae en una terrible confusión y enorme sufrimiento.” El siguiente destino de la energía regeneradora consiste en llegar al chakra swadhistan, correspondiente al elemento agua, en donde se enmiendan “los vasanas [deseo sensual], vrittis [taras mentales] y otras impurezas contenidas en el chitta [almacenamiento de impresiones mentales], de manera que se limpie y purifique.” Estos dos primeros pasos preparan el centro instintivo y emocional, mientras que los tres chakras siguientes: Manipura, Anahata y Vishuda, correspondientes al elemento Aire, Fuego y Akasha, rectifican, aquietan y calman el centro mental. Paralelamente, este sería el objetivo central del Cuarto Camino que denomina como la fusión de egos.

Reconociendo la importancia del ineludible trabajo personal, no agregaremos más sobre esta obra que consideramos de suma importancia para preparar al aspirante ante días inciertos y noches turbulentas en el moroso caminando del adeptado hermético. Considérese que recomendamos su lectura por las experiencias que se desarrollan y de ningún modo avalamos el sistema de creencias teocrático como así tampoco la mayoría de las conclusiones a las que llega el autor.

Concluimos nuestro primer análisis arribando al siguiente corolario: la Iluminación, condición suficiente para la liberación de las ataduras físicas, no implica el logro de la autonomía emocional, requisito necesario para la emancipación espiritual. Todo trabajo alquímico exige no sólo de esfuerzo y perseverancia, sino de aplicar la labor crítica, timón único que debe ser operado a través del conocimiento riguroso junto a la experimentación juiciosa. Las distinguidas palabras con que Fulcanelli cierra el último capítulo de El Misterio de las Catedrales son más que elocuentes:
Nadie puede aspirar a la posesión del gran Secreto, si no armoniza su existencia al diapasón de las investigaciones emprendidas. No basta con ser estudioso, activo y perseverante, si se carece de un principio sólido y de base concreta, si el entusiasmo inmoderado ciega la razón, si el orgullo tiraniza el buen criterio, si la avidez se desarrolla bajo el brillo intenso de un astro de oro. La ciencia misteriosa requiere mucha precisión, exactitud y perspicacia en la observación de los hechos; un espíritu sano, lógico y ponderado; una imaginación viva sin exaltación; un corazón ardiente y puro.

Exige, además, una gran sencillez y una indiferencia absoluta frente a teorías, sistemas e hipótesis que, fiando en los libros o en la reputación de sus autores, suelen aceptarse sin comprobación. Quiere que sus aspirantes aprendan a pensar más con el propio cerebro y menos con el ajeno. Les pide, en fin, que busquen la verdad de sus principios, el conocimiento de su doctrina y la práctica de sus trabajos en la Naturaleza, nuestra madre común. Por el ejercicio constante de las facultades de observación y de razonamiento, por la meditación, el neófito subirá los peldaños que conducen al SABER.

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La kabbalah hermética y la tradición templaria

Nuestro respetado Fulcanelli, aquel autor plural de las crípticas e iluminadas obras Las Moradas Filosofales y El Misterio de las Catedrales fue —al menos, en el caso del ingenio rector que dio forma final a sendos escritos— un caballero de la Orden Templaria de Bretaña. Los numerosos trabajos del filólogo románico Juan García Atienza, brillante exponente de La Gran Manipulación Cósmica, pueden orientar al neófito en los secretos y virtudes de esta fraternidad occidental de artesanos, monjes y guerreros, y distinguirla de cualquier otra orden menor que, usurpando sus tesoros druídicos y gnósticos, lucró con el conocimiento de la Ciencia Sagrada dentro de las punitivas sectas de tinte religioso y político que más tarde se etiquetaron como Jesuitas, Iluminados, Rosacruces y Masones.

El maestro alquimista nos regala en sus escritos eruditos una acentuada diferencia entre la cábala fonética —aquellos juegos semánticos compuestos de asíndetones eufónicos que brindan capas de significado adicionales a una frase,— y la kabbalah hermética, siempre salpicada de elementos hebreos, como un falso montaje de una exégesis veterotestamentaria. Nuestra investigación, siguiendo el ímpetu indómito del alquimista francés, nos alienta en descreer que la kabbalah sea un arte-facto intrínsecamente mosaico; de hecho, si observamos el Árbol de la Vida con detenimiento y desprovistos de suposiciones y conjeturas, veremos desplegarse ante nuestros asombrados ojos un mapa esotérico, de místicos orígenes orientales —quizá germinado del propio semillero de sabiduría hinduísta y taoísta,— que demarca los regímenes de la Gran Obra, pues y en términos del psicólogo suizo Carl Gustav Jung: “ningún árbol crece hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno.

Otoño del pintor Thomas Moran:
obsérvese el árbol seco, l'Arbre-Sac,
en cábala fonética l'Œuvre Sacré
—es decir: La Obra Sacra,— y
recuérdese la premisa Sic in sterili.
Pero este Árbol de la Vida yace seco en el hombre mundano, pues sus raices no pueden extraer el agua de vida que triste e irremediablemente se pierden bajo el yugo del himen. Pero entonces Fulcanelli, con la diplomacia y sutileza de su letra, nos sugiere cómo volver a recuperar la primavera y la abundancia (cap. Mito Alquímico de Adán y Eva, Las Moradas Filosofales): (1)
Bajo la tradición bíblica de la caída del primer hombre, los filósofos, con su acostumbrada habilidad, han ocultado una verdad secreta de orden alquímico. Eso, sin duda, es lo que nos sirve y lo que nos permite explicar las representaciones de Adán y Eva que se descubren en algunos viejos edificios del Renacimiento. Uno de ellos, claramente característico de esta intención, servirá de arquetipo a nuestro estudio. Esta morada filosofal, situada en Le Mans, nos muestra, en el primer piso, un bajorrelieve que representa a Adán con el brazo levantado para tomar el fruto del Arbor Scientiae, mientras que Eva atrae la rama hacia él con la ayuda de una cuerda. Ambos llevan filacterias, atributos encargados de expresar que estos personajes tienen un significado oculto, distinto del Génesis.

Este motivo, maltratado por las intemperies —que apenas han respetado más que las grandes masas,— está circunscrito por una corona de follaje, flores y frutos, jeroglíficos de la naturaleza fecunda, de la abundancia y de la producción. A la derecha y arriba, se distingue, entre motivos vegetales carcomidos, la imagen del Sol, mientras que, a la izquierda, aparece la de la Luna. Ambos astros herméticos contribuyen a acentuar y precisar aún más la cualidad científica y la expresión profana del tema extraído de las Sagradas Escrituras.
El ojo entrenado no dejará de percatarse que el alquimista francés, al nombrar la corona de follaje, flores y frutos, está describiendo con toda la vehemencia y osadía de su maestría, aunque bajo el juramento voluntariamente aceptado tras el signum harpocraticum de su fraternidad, a la rota microcósmica, compuesta de su etapa Solve: Solar o de fuego positivo que se desplaza a la derecha y arriba, mientras que, a la izquierda, aparece la de la Luna, es decir, la etapa descendente Coagula: de fuego negativo.

Hemos cumplido nuestra labor de servicio al prójimo exponiendo en detalle este secreto de las órdenes monásticas, que más tarde la masonería hizo patente en la arquitectura de sus edificios en cuya fachada, de remates triangulares y sostenidas por las dos salomónicas columnas gemelas: Jachin y Boaz, abría metafóricamente sus puertas al templo interior donde aguardaba el Tercer Pilar, que semejante al Irminsul sajón, formaba el canal esotérico que comunicaba las regiones inferiores con la atalaya superior celeste. Al respecto, traducimos del libro de Gopi Krishna, The Secret of Yoga, un valioso aporte (cap. VIII, La fisiología del Yoga):
Llegando ahora a nuestro punto: la médula espinal, que juega el papel más importante en el logro de los estados superiores de conciencia, es un cilindro blanco largo, oval en su sección transversal, con materia gris en su parte interior y blanca en la región externa. En cambio, el cerebelo y los hemisferios cerebrales tienen un volumen interno de materia blanca y una fina capa exterior de materia gris en sus superficies. La médula está encerrada por las vértebras, que forman una cubierta ósea robusta a su alrededor. La columna vertebral en el hombre consta de treinta y tres vértebras, que encajan unas con otras, brindando flexibilidad a la espalda. La atención que se presta a sentarse erguido durante el curso de la meditación de yoga está diseñada para evitar la curvatura de la médula y el conducto central, en el que se producen nuevos procesos y se generan nuevas fuerzas como resultado de la presión ejercida sobre el cerebro y los nervios por la fijación consciente y el pranayama. [...]

Treinta y un pares de nervios surgen de la médula espinal, cada par surge en un segmento espinal. Estos segmentos no se distinguen internamente. Cada nervio espinal surge de la médula en dos haces: las raíces dorsal y ventral. Al parecer, las raíces dorsales contienen fibras nerviosas aferentes, o sensoriales, y las raíces ventrales eferentes o motoras. Hacia ambos lados de la médula espinal se encuentra una cadena de ganglios, llamado sistema simpático. Estos ganglios están conectados con otra cadena de ganglios frente a la columna vertebral, lo que da lugar a los plexos simpáticos, conocidos como ganglios prevertebrales. El tercer conjunto de ganglios simpáticos situados en los órganos se llama ganglios terminales. Estos tres conjuntos de ganglios están interconectados entre sí y también con los nervios espinales. Junto a los plexos simpáticos hay otro sistema de nervios conocido como el sistema parasimpático. Tanto los nervios simpáticos como los parasimpáticos constituyen el sistema nervioso autónomo. El más importante de los nervios parasimpáticos es el nervio vago, que surge del cerebro y pasa a la izquierda y derecha de la columna vertebral. La mayoría de los órganos viscerales reciben una doble inervación: tanto el sistema simpático como el parasimpático envían sus conexiones nerviosas. En general, las fibras nerviosas de cada uno de estos dos sistemas tienen acciones antagonistas sobre los diversos órganos.

Los impulsos simpáticos aceleran y los provenientes del parasimpático ralentizan el accionar del corazón. En cambio, la motilidad y secreción del tracto digestivo son aumentadas por los impulsos parasimpáticos y reducidos por los simpáticos. Lo mismo ocurre con otros órganos. Esta acción aumentativa/inhibitoria o excitatoria/depresiva del sistema nervioso autónomo ha sido indicada por los antiguos exponentes del Hatha-Yoga usando los términos caliente y frío. Así se dice que Pingala o el canal Solar, es caliente: se localiza del lado derecho de la médula espinal y surge desde el chakra muladhara y luego se entrecruza varias veces con Ida, el canal Lunar, que es frío y se encuentra en el lado izquierdo del conducto espinal, teniendo su origen en el mismo chackra inferior. Los dos nadis o canales son designados como el Sol y la Luna para significar sus efectos caliente y frío.
El Báculo de Hermes:
nótese la varilla de acero
y las tres puntas de hierro,
o nudos psíquicos (granthis)
de los que habla Fulcanelli
en el capítulo dedicado a
La Salamandra de Lisieux.
La explicación que brinda el pandit Gopi Krishna puede sintetizarse en la gráfica del Cayado de Mercurio o Báculo de Hermes, emblema representativo de la medicina y efigie palpable de la realización de nuestra Piedra obtenido su Primer Orden, dado que luego de la Iluminación —momento en que la oscuridad del Nigredo cede la negrura de sus cuervos a las palomas blancas del Albedo, rememorando la visión trascendente que reconforta las heridas y temores con la saciedad del verde olivo,— el cuerpo orgánico ingresa en una prolongada etapa de sanación; (2) en su más reconocida obra, Kundalini: el Yoga de la Energía, el esclarecido yogui comenta: (3)
La presencia constante del resplandor luminoso en mi cabeza y su estrecha relación con los procesos de mis pensamientos no era un tema que causase tanto desconcierto como su intromisión incesante en el funcionamiento normal de mis órganos vitales. Podía sentir y percibir distintamente su paso a través de la espina dorsal y otros nervios hasta el corazón o el hígado o el estómago u otros órganos del cuerpo, cuya actividad parecía regular de una manera misteriosa. Cuando penetraba en mi corazón, mi pulso latía con más y más fuerza, demostrando sin duda que algún tipo de radiación tónica se estaba derramando en él a través de los nervios conectores. De esto deduje que su penetración en los demás órganos tenía el mismo efecto vivificador y estimulante y que el objetivo de correr a través de los nervios para llegar hasta ellos era verter su sustancia tónica en los tejidos y células a través de los estrechos filamentos de los nervios, estimulando o modificando su acción.
Ahora bien, si se observa el esquema del Árbol de la Vida kabbalístico, vemos que en realidad la disposición de las séfiras ofrecen una vista panorámica de los centros psíquicos por donde transita el prana durante el procedimiento de sublimación del Fuego Secreto de la Gran Obra; nuestra investigación nos conduce precisamente en asociar el Árbol de la Kabbalah con la ruta de los nadis o canales etéricos en donde se produce el proceso de harnelmiatznel consciente a través de las abluciones y lixiviaciones —que son les laveures del alquimista Nicolas Flamel— durante el ejercicio diario de la rota microcósmica. Si se considera las dos ramas laterales del árbol sefirótico, se puede observar que los vértices izquierdos corresponden al canal parasimpático o lunar (la columna Boaz o descendente), mientras que los vértices derechos afectan al sistema nervioso simpático o solar (la columna Jachin o ascendente). El tercer pilar no es otro que Sushumna, es decir, la médula espinal que, una vez saturada de orgón, conecta al centro psíquico sexual (región terrestre o dan tien inferior) con el centro psíquico cerebral (región celestial o dan tien superior). El ojo entrenado comprenderá que la séfira central Da'at, inexistente o en estado embrionario en el ser humano mundano, comienza a desarrollarse luego de la Teofanía Mineral, y cumplida la totalidad de las labores para la obtención de nuestra Piedra de Tercer Orden, será este el núcleo que la teñirá del color Púrpura —lo puro de lo puro— como lo indica Fulcanelli:
Pero lo que sobre todo debemos tener en cuenta, otorgándole la prioridad en la ciencia que nos interesa, es la elevada virtud purificadora que posee el fuego. Principio puro por excelencia y manifestación fisica de la pureza misma, señala así su origen espiritual y descubre su filiación divina. Comprobación ésta bastante singular, la palabra griega pur, que sirve para designar el fuego, presenta exactamente la pronunciación del calificativo francés pur (puro). Asimismo, los filósofos herméticos, uniendo el nominativo al genitivo, crearon el término πυρ-πυρoς, el fuego del fuego, o, fonéticamente, lo puro de lo puro, y consideraron el púrpura y el pourpre francés (púrpura) como el sello de la perfección absoluta en el propio color de la piedra filosofal.
A continuación, proveemos la ilustración del Árbol Sefirótico junto al esquema taoísta de la Pequeña Revolución Celeste para que se aprecie su semejanza; mientras, en el cuadro inferior, resumimos los diferentes vértices por el que transita el orgón durante su proceso de sublimación y depuración en la rota estrecha: (4)

El Árbol Sefirótico,
sobre impuesto a las columnas
del templo salomónico: Jachin y Boaz;
nótese que el centro Púrpura del Corazón
Crístico (M) se desarrolla en el Tercer Pilar
Ilustración de los canales de control,
función e impulsión presente en el libro
Yoga Taoísta del adepto Lu K'uan Yü
en base a las enseñanzas de su maestro
El Anciano de los Mil Picos: Zhao Bichen

SenderoVérticeDenominación hebreaDenominación taoístaDescripción
Sistema simpático:
Canal de control o del vaso gobernador: Tu Mo (vía solar: Jachin o nadi Pingala)
AMalkuthZi (Tzu)La puerta mortal (Sheng Szu Ch'iao)
BNetsahChou(punto intermedio)
CYin(punto intermedio)
DHesedMaoPunto cardinal Este: elemento Madera (limpieza/ablución)
EHokhmahChen (Ch'en)(punto intermedio)
FSi (Szu)(punto intermedio)
Sistema parasimpático:
Canal de función o del vaso de concepción: Jen Mo (vía lunar: Boaz o nadi Ida)

GKetherWuPunto cardinal Sur: el cerebro (ni wan)
HBinahWei(punto intermedio)
IShen(punto intermedio)
JGevurahYuPunto cardinal Oeste: elemento Metal (purificación/ablución)
KHodXu (Shu)(punto intermedio)
LHai(punto intermedio)
Médula espinal:
Canal de impulsión: Ch'ung Mo (árbol seco, tercer pilar o nadi Sushumna)
MDa'atLiEl corazón: la casa del fuego
NTiferethChung t'uLa tierra central: el plexo solar (Chiang Kung)
OYesodK'anEl dan-tien inferior: la casa del agua
PKetherTsu Ch'iaoEl centro del cerebro

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