Garza real (Ardea cinérea)
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Aves
Orden: Pelecaniformes
Familia: Ardeidae
Género: Ardea
Especie: Ardea
cinerea
La Garza real (Ardea cinerea) es una especie de ave
pelecaniforme de la familia Ardeidae, nativa de Europa y de Asia templada,
incluso de parte de África. Es residente en zonas templadas pero muchas migran
en verano a zonas más frías y en invierno a zonas más cálidas.
La garza real es un ave de gran tamaño, de figura estilizada,
largo cuello y coloración generalmente grisácea, con un diseño variable según
la edad y la época del año. Se
distribuye ampliamente por Europa central y meridional. Su longitud es de unos
90 cm y su envergadura puede alcanzar los 190 cm. Llega a pesar unos 2 kg.
Tiene patas y cuello largos y un pico en forma de daga.
Durante el periodo reproductor, la cabeza de los adultos luce
una coloración blanca y aparece adornada por una línea negra y un par de largas
plumas de este mismo color, en tanto que el cuello, blanco también, se halla
surcado longitudinalmente por dos bandas paralelas negruzcas. El largo y
afilado pico presenta un tono rojizo, y las regiones dorsales son
mayoritariamente cenicientas, con una llamativa mancha negra en los hombros.
Fuera de la época de cría, el diseño es menos contrastado, sin las plumas
ornamentales de la cabeza y con el pico amarillento. Tiene un vuelo pausado,
con su largo cuello retraído en forma de “S” y las alas arqueadas, adoptando
una postura característica, con las patas estiradas sobresaliendo por detrás de
la cola.
Durante la época de cría, la garza real, muestra un carácter
muy gregario y nidifica en colonias o “pajareras”, anidando en árboles y
cañaverales, a las que se unen otras especies de garzas o, incluso, cigüeñas;
de esta forma se protegen en la seguridad de la multitud. Sin embargo, el resto
del tiempo es un ave solitaria.
Los emplazamientos más habituales para estas agrupaciones —en
las que reina una total algarabía— son los pequeños sotos, lagunas, marismas o
riberas de agua dulce, siempre que cuenten con vegetación emergente y arbolado en
el que instalar sus nidos, así como los bosquetes próximos a algún humedal.
Durante el invierno y en los pasos migratorios se muestra muy
poco exigente y es habitual que ocupe todo tipo de humedales, naturales o
artificiales (arrozales, salinas, canales de riego o balsas de piscifactorías),
así como pastizales, prados o playas.
A mediados de febrero, cuando ya lucen el plumaje nupcial,
macho y hembra acuden a la colonia y comienzan la reconstrucción del nido que
utilizaron en pasadas temporadas con el necesario aporte de palos y ramas. Tras
un ritualizado cortejo, la pareja concluye la plataforma, que tapiza con
hierbas y hojas; en ella deposita la hembra de tres a cinco huevos de color
verde o azul pálido, que son incubados por ambos adultos durante 25-28 días. Los
pollos son capaces de desplazarse por las inmediaciones del nido a los pocos
días de nacer, aunque seguirán dependiendo durante un tiempo del alimento que les
aportan sus progenitores. Al cabo de 45-55 días, con el plumaje completamente
desarrollado, las jóvenes garzas ya son capaces de volar.
Aunque su alimento básico lo constituyen los peces —en
general, de buen tamaño—, el carácter oportunista de esta garza la lleva a
incluir en su dieta una gran variedad de vertebrados (anfibios, reptiles,
pollos de otras aves o pequeños mamíferos), crustáceos, moluscos, lombrices,
grandes insectos e, incluso, materia vegetal. La técnica más habitual de caza
que utiliza consiste en permanecer inmóvil, al acecho, junto al agua, hasta que
pasa alguna de sus posibles presas; una vez localizada, tras un fulminante
movimiento del cuello, la pinza con el pico para luego deglutirla.
Relativamente escasa hasta hace 15-20 años en España, la Garza
real ha colonizado nuevas zonas en la península y la población ha aumentado sensiblemente
en los últimos años. Es parcialmente migradora y su área de migración abarca
desde los países escandinavos hasta el norte de África.
Parece que, después de la cría, las aves se dispersan en todas
direcciones y a distancias de uno o varios cientos de kilómetros. En invierno,
es ave común en cualquier pantano, charca grande o ribera de río, merced al
gran número de individuos que, procedentes de otros puntos de Europa, alcanzan
la Península para invernar.