Cigüeña blanca (Ciconia ciconia)
La cigüeña
blanca (Ciconia ciconia) es una especie de ave Ciconiiforme de la
familia Ciconiidae. En Europa, esta gran ave migratoria es una especie
muy querida que, con frecuencia, anida en los tejados, chimeneas y
campanarios de iglesias.
Es un ave muy
grande; una cigüeña adulta puede alcanzar una altura de 100-125
centímetros, con una envergadura alar que puede alcanzar los 2 metros, y
un peso de 2,3-4,5 kg. Posee un plumaje blanco, excepto en las puntas
de las alas, donde es de color negro.
Tiene un pico
puntiagudo, alargado y de color rojo que emplea para rebuscar en
lodazales, capturar peces, insectos o incluso pequeños reptiles. En los
juveniles el pico es negro.
Se alimenta en
los campos y en lugares abiertos, donde hay humedad y mucha vida animal.
En otoño, las cigüeñas europeas vuelan en bandadas en dirección sur,
hacia África, y en primavera suelen volver al nido que dejaron seis
meses atrás. Es habitual que se sirvan del mismo nido durante muchos
años. Las cigüeñas emiten un característico sonido rítmico con repetidos
golpeteos del pico. El sonido que emiten las cigüeñas, y por el que se
comunican entre ellas, se llama crotorar. En los inicios de primavera o
finales de invierno, inician el cortejo con su golpeteo de pico y la
danza característica (torciendo el cuello de abajo hasta la dirección de
cola)
Cría en buena
parte de la Europa templada (llegando a Estonia por el norte), noroeste
de África, y suroeste de Asia. Pasa el invierno en la África tropical y
en el Subcontinente Indio.
Habita en zonas pantanosas e inundables y áreas de cultivo abiertas, donde puede encontrar su alimento.
La población
mundial se estima en unas 230.000 parejas. A nivel mundial se considera
no amenazada, aunque en algunos países y regiones su población es
escasa.
La mejor época
para observar el vuelo de las cigüeñas comienza en la primera quincena
de febrero y llega hasta finales de verano, momento en el que comienzan a
planificar la nueva migración.
Para ello, se
reúnen en las praderas, desde donde se alzan en círculos cada vez más
altos, aunque, por la noche, vuelven a sus nidos. Con los primeros
síntomas del invierno, no obstante, se marcharán definitivamente en
bandadas fáciles de ver durante el día, a gran altura, aunque sin
mantener ningún orden determinado.
En la actualidad
estas aves están cambiando su hábitos migratorios quedándose en la zona
de nidificación. En nuestro país habitan colonias de estas aves
llegando a nidificar en antenas, grúas y edificios varios. Desplazándose
durante el día a las zonas húmedas, en las que encuentran su alimento y
regresando al atardecer en grupos hasta su posición nocturna.
En la cultura
occidental, la cigüeña blanca es un símbolo de maternidad. En la época
victoriana, los detalles de reproducción humana eran difíciles de
enfocar, sobre todo en respuesta a la pregunta: "¿De dónde vengo?",
realizada por niños pequeños, en su curiosidad. "Te trajo la cigüeña",
fue la táctica utilizada por los padres para evitar la discusión en
temas de sexo. Esta costumbre se deriva de una antigua superstición
popular, que planteaba que las cigüeñas eran precursores de felicidad y
prosperidad, y, posiblemente, de la costumbre de algunas cigüeñas de
anidar en la cima de las chimeneas, por donde resulta fácil imaginar que
la cigüeña dejaría caer al bebé.
La imagen de una
cigüeña con un bebé envuelto en una eslinga en su pico es común en la
cultura popular. Los pequeños parches de color rosa o rojizo que a
menudo se encuentran en los niños recién nacidos en los párpados, entre
los ojos, en el labio superior, y en la nuca a veces son llamados
todavía "picaduras de cigüeña". De hecho, son grupos de venas que con
frecuencia se desvanecen pronto.
La función
folclórica de la cigüeña como una portadora de bebés, buena suerte y
prosperidad podrían ser originarios de los Países Bajos, el norte de
Alemania o de Polonia donde es común su aparición en cuentos para niños