La ruta elegida es un recorrido por los caminos fluviales del
río Guadiana. Tiene una longitud aproximada de 27 km que transcurren casi
paralelamente al río Guadiana y en menor medida al Matachel, tributario por la
margen izquierda del primero. Parte desde la localidad de La Zarza, atraviesa
Mérida y llega hasta el embalse de Montijo. Es una ruta con una dificultad muy
baja, que se puede hacer en bicicleta o andando, aunque es recomendable si lo
hacemos a pié dividirla en dos partes para poder disfrutarla plenamente.
El comienzo de la ruta está en las afueras de La Zarza. Al
poco de comenzarla, y tras atravesar la carretera EX-105, llegamos al río
Matachel. Este río es uno de los afluentes más importantes del río Guadiana. A
lo largo de las orillas podemos observar abundante vegetación, formada por fresnedas
acompañadas de sauces, atarfes y adelfas. En estas zonas es fácil observar aves
ligadas a los sotos ribereños, como la Oropéndola (Oriolus oriolus), el Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), o la Curruca capirotada (Sylvia atricapilla). El camino discurre
a lo largo del Matachel hasta su desembocadura en el río Guadiana,
atravesándolo hasta en tres puntos. A partir de aquí recorreremos la margen
izquierda del río en su camino hasta la ciudad de Mérida. La abundante
vegetación de las orillas es refugio de especies como el Meloncillo (Herpestes ichneumon), única mangosta con
distribución europea . Las aves son muy abundantes, destacando las ardeidas
como el Martinete (Nycticorax nycticorax),
la Garceta común (Egretta garzetta) y
el Avetorillo (Ixobrynchus minutus). Hay
multitud de especies de paseriformes, como el Ruiseñor bastardo (Cettia cetti), el Carricero común (Acrocephalus scirpaceus), el Zarcero
común (Hippolais polliglota), etc. En
algunos taludes cercanos a la ruta nidifican los abejarucos (Merops apiaster) y los aviones zapadores
(Riparia riparia).
En el kilómetro 7 de la ruta llegamos a la “Fábrica de la
Luz”, un antiguo molino reconvertido en centro de interpretación “El Berrocal”,
gestionado por la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Desde el puente que
hay junto al molino es fácil observar especies tan llamativas como el Pájaro
moscón (Remiz pendulinus), que
construye su curioso y bello nido colgante en los sauces cercanos.
Al llegar a Mérida atravesamos por debajo el puente Fernández
Casado, que tiene una colonia de Vencejo real (Tachymarptis melba). En las islas que hay en el río hay una
numerosa colonia de garcillas bueyeras (Bubulcus
ibis) con varios centenares de nidos. Además crían varias parejas de
martinetes y garcetas comunes.
Unos centenares de metros aguas abajo encontramos el puente
romano de Mérida, uno de los más largos de todo el imperio romano y auténtica
joya arquitectónica del conjunto monumental de Mérida. Es un lugar privilegiado
para ver aves, como es el caso del Calamón (Porphyryo
porphyryo). Esta especie apareció a finales de la década de los noventa en
la zona y se ha asentado como nidificante en las masas de eneas. Es bastante
habitual verle soleándose o alimentándose de tallos de enea junto a los arcos
del puente.
Una vez dejemos atrás Mérida, el camino discurre siempre paralelo
a la orilla del río por la margen izquierda, ya en el embalse de Montijo,
declarado zona ZEPA. Desde aquí podemos observar algunos antiguos molinos que
había a lo largo del río.
A corta distancia río
abajo del albergue municipal, hay una isla central en el embalse que acoge una
importantísima colonia de aves. Aquí cría la Espátula (Platalea leucorodia), en uno de los pocos enclaves donde cría de
toda Extremadura. Desde hace un año también lo hace el Morito (Plegadis falcinelus), única especie de
íbis que cría en la península y que en Extremadura sólo nidifica actualmente en
esta ubicación y en Badajoz. Es también una zona importante de nidificación de
la Garza imperial (Ardea purpurea),
con más de 20 parejas. La Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), catalogada como en peligro de extinción cuenta
en esta zona con varias parejas reproductoras.
Al llegar a la presa de Montijo tenemos una buena panorámica
del embalse. Es un pequeño embalse que retiene las aguas para el regadío, por
lo que en ocasiones durante el invierno está bastante seco. Desde este lugar
se ve la desembocadura del río Aljucén,
en una de las mejores zonas para ver aves acuáticas de toda la provincia de
Badajoz. Es uno de los pocos lugares de Extremadura en donde podemos observar
al raro Carricerín real (Acrocephalus
melanopogon), pequeño pájaro que es muy escaso en la Península ibérica y la
mayor parte de su área de distribución está en el este peninsular. Durante el
invierno acoge a buenas poblaciones de Escribano palustre (Emberiza schoeniclus), Pechiazul (Luscinia svecica) y es frecuente ver durante los pasos al Águila
pescadora (Pandion haliaetus).
Además hay una escala para peces en la que se suelen
concentrar aves que se alimentan de bogas, carpas, barbos, etc. que intentan
remontar el obstáculo que les supone la presa. Un visitante asiduo a esta zona
es el Martín pescador (Alcedo atthis),
una de las aves más llamativas y bellas por su plumaje turquesa y naranja que
pesca desde la perchas que le ofrecen las cañas y carrizos que hay junto a la
orilla.
Aguas abajo de la presa se concentran en invierno gran
cantidad de cormoranes grandes (Phalacrocorax
carbo), que tras la pesca suelen posarse en grandes rocas a secar su
plumaje extendiendo las alas. En ocasiones se han llegado a contar más de
doscientos ejemplares. En este mismo lugar, durante los meses invernales, es
fácil ver a plena luz del día a la Nutria (Lutra
lutra), que por esas fechas anda con sus escarceos nupciales.
La ruta finaliza a unos centenares de metros aguas debajo de
la presa, justo cuando empiezan los cultivos que hay junto a la carretera.