lunes, 25 de abril de 2016
Los Santos Niños
Todos sabéis quienes son Justo y Pastor, más conocidos como los Santos Niños. Estos buenos niños que tuvieron la mala suerte de vivir en la época en que perseguían a los Cristianos.
Ayer en mi Parroquia de La Santa Cruz tuvimos la suerte y mucha alegría de recibir las Imágenes y las Reliquias de estos queridos y buenos niños.
Ya sabéis, que como nacieron y murieron en Alcalá de Henares, hoy son los patronos de dicha localidad.
El señor Obispo don Juan Antonio Reig Pla, ha tenido la buena ocurrencia de hacer llegar a todas las parroquias de la diócesis, como ya digo, las imágenes y las reliquias para todos los que no se pueden acercar a Alcalá, las puedan ver y besar.
Fue muy emocionante ver llegar las imágenes en una furgoneta adecuada para ello. Después sacaron a los dos niños y puestos en unas andas, los pequeños de Catequesis que van ha hacer la primera Comunión este año, los llevaron hasta el altar provisional que les habíamos puesto.
Hicieron un pasillo encabezado por el coro de la parroquia, que dicho sea de paso, es bastante bueno. Aunque yo les digo que parecen chicharras en el mes de agosto, siempre de broma.
No os hacéis una idea lo que emociona ver, aunque sea una imagen, a dos niños tan preciosos. Al lado estaba una pequeña urna con sus restos y los vamos a tener una semana.
Fue en el siglo VII cuando bajo el mandato de un emperador romano que nos "quería mucho" y mando que nos borraran del mapa y un tal Daciano gobernador de Hispania puso todo su empeño en que se cumpliera la orden.
Justo y Pastor hijos de un tal Vidal, al que martirizaron, fueron a decirle al gobernador que ellos no pensaban renunciar al cristianismo. Los soldaos les riñeron, les azotaron, les encarcelaron, pero ellos seguían en sus trece con la idea de ser cristianos.
Se los llevaron a las afueras de la ciudad y en medio del camino y apoyadas sus cabezas sobre una piedra, les cercenaron la cabeza.
El día 6 de agosto del año 306 el pueblo se amotino, pero ya no tenían remedio, los niños Justo y Pastor fueron enterrados y nadie supo el lugar del martirio.
Un siglo más tarde, un obispo llamado Asturio recibió una revelación y encontró el lugar de aquel episodio.
Al encontrar los restos de los niños, allí levantó una pequeña ermita, donde hoy se encuentra la magnifica Catedral Alcalaína.
Precisamente en dicha Catedral se encuentra la piedra y una urna de plata con los restos de los mártires y que hoy gracias a Dios y a nuestro Obispo, los tenemos en mi parroquia.
Estoy segura de que esto los sabéis todos y que también son los Patronos de Alcalá de Henares y, que los niños que hoy viven en este pueblo, que dista unos 20 kilómetros de la Capital de España, son, gracias a Dios, mucho más afortunados que Justo y Pastor.
Quizá haya algún Santo entre los niños de toda la Diócesis de Alcalá en nuestros días...¿Por qué no?
Fijaos en el cuadro y mirad con detalle a esos preciosos niños, sus pequeños cuerpos, sus piernecitas y sus lindas caras como se las ha imaginado el autor de las imágenes.
lunes, 18 de abril de 2016
Mayores
¡¡Hay que ver como comen algunos mayores!!
Digo esto porque a mi vecino Pepe le ha dado un cólico quesero, lo de quesero es porque se ha comido él solo casi un queso manchego de un kilo.
Le han tenido que llevar al hospital y lleva allí lo menos siete horas...
Me viene a la memoria un caso que no olvidaré jamás, sobre todo cuando me siento mal del estómago o cuando ocurre un caso como este de mi vecino.
Cuando yo era auxiliar de geriatría en el Ayuntamiento de Coslada, una de las veces cuando fuimos a recoger el cheque (entonces nos pagaban con cheques), la Concejala señalando un montón de latas enormes de grandes que había donado la Cruz Roja, nos dijo:
-Coged las que queráis y se las dais a los más necesitados; yo solo cogí una, pues de mis servicios solo una persona estaba necesitada. ¡Menos mal! porque la dichosa lata pesaba mucho.
Cuando llegué a casa, mi hijo pequeño, entonces tendría 9 años, al ver aquella enorme lata marcada con la Cruz Roja por todas partes y tan llamativa, me preguntó de que estaba llena. Yo le conté lo que contenía, quien me la había dado y para quien era.
Él ya conocía a María, pues yo hablaba mucho de ella en casa.
Cogió aquella enorme lata que pesaba lo menos 5 kilos y, cuando la tenía en sus manos, dijo:
-Mamá, abre la lata que esto debe de estar muy rico.
Le dije que no, pero fue tanta la tabarra que me dio que al fin le hice caso y abrí la lata. Contenía una enorme cantidad de carne de ciervo con patatas, guisantes y zanahoria.
Estábamos los dos solos y nos dispusimos a comer. Comimos sendos platos y aún sobró. Aquello parecía la multiplicación de los peces y los panes...
De momento nos supo rico, pero a media tarde mi estómago estaba que parecía que había comido piedras. Me dije: "Esto es un castigo de Dios por comernos la lata de los pobres". Claro que yo al día siguiente cuando visité a María, le compré un par de botes de albóndigas en salsa y le dije que el Ayuntamiento me las había dado para ella.
María que era la persona más tacaña que he conocido, se puso tan contenta y al cabo de unos días, me dijo:
-"Si pasas por donde hay de esos botes, trae más". Ella creía que los botes estaban en la calle para quien quisiera cogerlos...
La próximo vez que fui a por mi "paga" cogí otra de esas enormes latas. Esta vez ya no dijo el niño que la abriera, no, pues creo que él lo pasó tan mal como yo. Y no fue por un castigo divino, no, sino porque aquella comida era más pesada que una vaca en brazos.
Aquel día yo iba muy contenta con la lata, solamente pensaba en la alegría que le iba a dar a María. Efectivamente, cuando vio aquella enorme lata, no sabía como darme las gracias, yo le expliqué que me la había dado la Cruz Roja para ella.
Cuando ya me iba para mi casa vi que estaba trasteando con el abrelatas, le dije que si necesitaba ayuda y me dijo que me fuese a mi casa que ella se las apañaba bien. "Pensé, como se coma la mitad del contenido de la lata...mañana la encuentro muerta"
Cuando volví al día siguiente...¡¡Se había comido todo!! La mitad al mediodía y el resto por la noche,
su estómago ni se inmutó y ella estaba la mar de contenta.
Aunque se acabó la remesa que había llevado Cruz Roja, yo de vez en cuando compraba algún bote de albóndigas y hasta le llevé fabada, que ella no sabía ni que existía, daba gloria verla tan contenta, ella era de las que no comía por no gastar dinero.
Se le hacía el servicio porque era la madre de un policía municipal...
Creo que muchas personas mayores comen demasiado, si no que se lo digan a mi vecina, la hija de Pepe que me está esperando para ir a visitarlo al hospital.
Le voy a llevar una caja de quesitos en porciones que son más suaves...
Digo esto porque a mi vecino Pepe le ha dado un cólico quesero, lo de quesero es porque se ha comido él solo casi un queso manchego de un kilo.
Le han tenido que llevar al hospital y lleva allí lo menos siete horas...
Me viene a la memoria un caso que no olvidaré jamás, sobre todo cuando me siento mal del estómago o cuando ocurre un caso como este de mi vecino.
Cuando yo era auxiliar de geriatría en el Ayuntamiento de Coslada, una de las veces cuando fuimos a recoger el cheque (entonces nos pagaban con cheques), la Concejala señalando un montón de latas enormes de grandes que había donado la Cruz Roja, nos dijo:
-Coged las que queráis y se las dais a los más necesitados; yo solo cogí una, pues de mis servicios solo una persona estaba necesitada. ¡Menos mal! porque la dichosa lata pesaba mucho.
Cuando llegué a casa, mi hijo pequeño, entonces tendría 9 años, al ver aquella enorme lata marcada con la Cruz Roja por todas partes y tan llamativa, me preguntó de que estaba llena. Yo le conté lo que contenía, quien me la había dado y para quien era.
Él ya conocía a María, pues yo hablaba mucho de ella en casa.
Cogió aquella enorme lata que pesaba lo menos 5 kilos y, cuando la tenía en sus manos, dijo:
-Mamá, abre la lata que esto debe de estar muy rico.
Le dije que no, pero fue tanta la tabarra que me dio que al fin le hice caso y abrí la lata. Contenía una enorme cantidad de carne de ciervo con patatas, guisantes y zanahoria.
Estábamos los dos solos y nos dispusimos a comer. Comimos sendos platos y aún sobró. Aquello parecía la multiplicación de los peces y los panes...
De momento nos supo rico, pero a media tarde mi estómago estaba que parecía que había comido piedras. Me dije: "Esto es un castigo de Dios por comernos la lata de los pobres". Claro que yo al día siguiente cuando visité a María, le compré un par de botes de albóndigas en salsa y le dije que el Ayuntamiento me las había dado para ella.
María que era la persona más tacaña que he conocido, se puso tan contenta y al cabo de unos días, me dijo:
-"Si pasas por donde hay de esos botes, trae más". Ella creía que los botes estaban en la calle para quien quisiera cogerlos...
La próximo vez que fui a por mi "paga" cogí otra de esas enormes latas. Esta vez ya no dijo el niño que la abriera, no, pues creo que él lo pasó tan mal como yo. Y no fue por un castigo divino, no, sino porque aquella comida era más pesada que una vaca en brazos.
Aquel día yo iba muy contenta con la lata, solamente pensaba en la alegría que le iba a dar a María. Efectivamente, cuando vio aquella enorme lata, no sabía como darme las gracias, yo le expliqué que me la había dado la Cruz Roja para ella.
Cuando ya me iba para mi casa vi que estaba trasteando con el abrelatas, le dije que si necesitaba ayuda y me dijo que me fuese a mi casa que ella se las apañaba bien. "Pensé, como se coma la mitad del contenido de la lata...mañana la encuentro muerta"
Cuando volví al día siguiente...¡¡Se había comido todo!! La mitad al mediodía y el resto por la noche,
su estómago ni se inmutó y ella estaba la mar de contenta.
Aunque se acabó la remesa que había llevado Cruz Roja, yo de vez en cuando compraba algún bote de albóndigas y hasta le llevé fabada, que ella no sabía ni que existía, daba gloria verla tan contenta, ella era de las que no comía por no gastar dinero.
Se le hacía el servicio porque era la madre de un policía municipal...
Creo que muchas personas mayores comen demasiado, si no que se lo digan a mi vecina, la hija de Pepe que me está esperando para ir a visitarlo al hospital.
Le voy a llevar una caja de quesitos en porciones que son más suaves...
lunes, 11 de abril de 2016
Vamos a temblar...
Hoy me encuentro cabizbaja, mustia y ojerosa. Mi ánimo no está para bromas, bueno, que nadie se asuste, lo que quiero es asustaros un poco y ya vendrán días mejores.
Primera "historia"
La parada solitaria.
El metro de Madrid es escenario de muchas historias con difícil explicación. Una de las más populares cuenta lo que ocurrió a una chica una noche regresando tarde a casa...
Estaba esperando el metro en el andén un poco intranquila porque no había nadie más...Por suerte, no tardó en llegar. Al entrar, vio que solo había tres personas en el vagón, una mujer de pie y dos hombres, que permanecían a su lado. La mujer la miraba fijamente, lo que empezó a ponerle algo nerviosa.
En la siguiente parada subió un señor, "menos mal", pensó ella. El nuevo pasajero miró hacia la mujer que iba en compañía de los dos hombres, inmediatamente después se acercó a la chica y le dijo al oído:
"No te muevas, no hables y bájate conmigo en la próxima parada"
La pobre se quedó aterrada. ¿Que hacía? ¿Quedarse con la mujer que la miraba con cara de asesina y sus extraños acompañantes o bajarse con un auténtico desconocido?
Decidió bajarse, pensó que al menos fuera del vagón siempre podría echar a correr. Al bajar, el señor le dijo:
"Siento haberte asustado, soy médium, la mujer que teníamos enfrente estaba muerta y los dos hombres que la acompañaban, la sostenían.
Segunda "historia"
La chica de la curva.
En una de esas noches oscuras y lluviosas en las que uno sólo quiere estar en casa, un hombre conducía por una carretera desierta. Iba a poca velocidad, porque la visibilidad era prácticamente nula.
De repente, la luz de un rayo en el horizonte iluminó a una chica joven en el camino. Como iba despacio, no dudó en parar para llevarla a la población más cercana. No era noche para andar sola por aquella carretera.
En cuanto la chica subió al coche, el hombre intentó entablar conversación para hacer el trayecto más agradable, pero con su mirada fija en la carretera, ella no mediaba palabra. Parecía ausente.
Al poco, se aproximaron a una curva pronunciada: "Ten cuidado con esta curva", dijo la chica sin dejar de mirar al frente, al tiempo que el coche empezaba a trazarla:
"No te preocupes, soy buen conductor, no hay peligro", respondió el hombre.
Ella le miró fijamente y con una voz de ultratumba susurró:
"Te equivocas, justo en esta curva me maté yo"
Ante esas palabras, giró instintivamente su cabeza hacia ella, pero en el asiento del copiloto...no había nadie.
El corazón le dio un vuelco, y por poco no perdió el control del coche.
Después de aquello, nunca volvió a ser el mismo.
Y ahora, un chiste que me acaba de contar mi hijo y viene como anillo al dedo:
Un niña está en un cementerio jugando y dando saltos con una cuerda. Un hombre va y le pregunta:
-¿Niña, no te da miedo jugar en el cementerio?
Ella contesta:
-"Cuando estaba viva si"
Espero que durmáis bien esta noche....
Primera "historia"
La parada solitaria.
El metro de Madrid es escenario de muchas historias con difícil explicación. Una de las más populares cuenta lo que ocurrió a una chica una noche regresando tarde a casa...
Estaba esperando el metro en el andén un poco intranquila porque no había nadie más...Por suerte, no tardó en llegar. Al entrar, vio que solo había tres personas en el vagón, una mujer de pie y dos hombres, que permanecían a su lado. La mujer la miraba fijamente, lo que empezó a ponerle algo nerviosa.
En la siguiente parada subió un señor, "menos mal", pensó ella. El nuevo pasajero miró hacia la mujer que iba en compañía de los dos hombres, inmediatamente después se acercó a la chica y le dijo al oído:
"No te muevas, no hables y bájate conmigo en la próxima parada"
La pobre se quedó aterrada. ¿Que hacía? ¿Quedarse con la mujer que la miraba con cara de asesina y sus extraños acompañantes o bajarse con un auténtico desconocido?
Decidió bajarse, pensó que al menos fuera del vagón siempre podría echar a correr. Al bajar, el señor le dijo:
"Siento haberte asustado, soy médium, la mujer que teníamos enfrente estaba muerta y los dos hombres que la acompañaban, la sostenían.
Segunda "historia"
La chica de la curva.
En una de esas noches oscuras y lluviosas en las que uno sólo quiere estar en casa, un hombre conducía por una carretera desierta. Iba a poca velocidad, porque la visibilidad era prácticamente nula.
De repente, la luz de un rayo en el horizonte iluminó a una chica joven en el camino. Como iba despacio, no dudó en parar para llevarla a la población más cercana. No era noche para andar sola por aquella carretera.
En cuanto la chica subió al coche, el hombre intentó entablar conversación para hacer el trayecto más agradable, pero con su mirada fija en la carretera, ella no mediaba palabra. Parecía ausente.
Al poco, se aproximaron a una curva pronunciada: "Ten cuidado con esta curva", dijo la chica sin dejar de mirar al frente, al tiempo que el coche empezaba a trazarla:
"No te preocupes, soy buen conductor, no hay peligro", respondió el hombre.
Ella le miró fijamente y con una voz de ultratumba susurró:
"Te equivocas, justo en esta curva me maté yo"
Ante esas palabras, giró instintivamente su cabeza hacia ella, pero en el asiento del copiloto...no había nadie.
El corazón le dio un vuelco, y por poco no perdió el control del coche.
Después de aquello, nunca volvió a ser el mismo.
Y ahora, un chiste que me acaba de contar mi hijo y viene como anillo al dedo:
Un niña está en un cementerio jugando y dando saltos con una cuerda. Un hombre va y le pregunta:
-¿Niña, no te da miedo jugar en el cementerio?
Ella contesta:
-"Cuando estaba viva si"
Espero que durmáis bien esta noche....
lunes, 4 de abril de 2016
Los ricos también enferman
Que no se crean los ricos que por tener dinerito se van a salvar de ciertas enfermedades, ni mucho menos, yo deseo que todo el mundo tenga buena salud y este buenecito, pero claro, haber enfermedades...las hay.
Esta anécdota que os cuento no me la ha contado nadie, me ha ocurrido a mi personalmente y como ahora me resulta un poco graciosa, voy y la cuento:
Fue en el hospital de la Zarzuela (para los que no seáis de Madrid os diré que es donde va casi toda la gente pudiente), también tengo que aclarar que yo, cuando estoy malita, voy a la Seguridad Social, y a mucha honra...
Como os digo, fui acompañando a uno de mis hijos que le iba a hacer una colonoscopia, revisión que le hacen cada X años. Por supuesto que estaba su esposa también.
Tengo que decir que aquello estaba, como decía un humirista, "abarrotao". Las salas de espera llenas, en la cafetería tuvimos que hacer cola para desayunar, ya que tuvimos que ir muy temprano.
Ya sabéis que la Seguridad Social, por parte de algunos, tiene mala prensa y se cuentan anécdotas para todos los gustos, cosa que a mi me da rabia, pues parece que los que la utilizamos somos ciudadanos de tercera.
Ahora viene lo bueno. Os doy mi palabra de honor que lo que os cuento, me pasó tal como lo digo:
La revisión de una colonoscopia dura entre hora y media o dos horas, pues sedan al paciente.
Mi nuera y yo estábamos en la sala de espera, como es natural, nerviosas. Después de casi dos horas salió una enfermera y dijo que pasara una persona. Como es lógico entró mi nuera; yo me quedé sentadita con los abrigos, los bolsos, las bufandas...en fin, todo lo que llevábamos.
No habían pasado quince minutos, cuando salió otra enfermera y me dijo:
-Pase usted.
Yo la mar de contenta hago la intención de pasar pero dejando los abrigos, bolsos y demás en los asientos. La enfermera de dice:
-No deje usted eso ahí no sea que se "pierda" algo.
Lo recojo como puedo, ya que eran dos abrigos, los bolsos y las bufandas, e intento entrar a una sala. Después de traspasar la puerta, me mira y dice:
-Pase a esa cabina y desnúdese de cintura para arriba.
Me quedé que no sabía para donde correr, no veía ninguna puerta por donde salir corriendo. Entonces dije rápidamente:
-Señorita, yo he venido acompañando a mis hijos y no creo que me tenga que desnudar por eso...
A todo esto, se abre una puerta y mi hijo que estaba volviendo de la sedación, me ve y le dice a su mujer:
-¡Veo a mi madre!.
Mi nuera que estaba pendiente de él porque no reaccionaba bien, pensó...¡Dios mío que mal está!
Ella no me había visto a mi pues salí de allí echando chispas...cualquiera se quedaba.
Cuando por fin salieron los dos, mi hijo ya recuperado y se lo conté, no se lo creían y se estuvieron riendo un buen rato.
Ya un poco más calmados todos, por fin me creyeron y les dije que "en todas partes cuecen habas", no solo en la SS.
Rompo una lanza por la Seguridad Social Española, por lo menos a mi siempre me han atendido muy bien, sobre todo en el hospital del Henares al que pertenece mi barrio...
Tampoco voy a pasar por alto, que después de tan aciaga mañana, cuando salimos del hospital de la Zarzuela, (de los ricos), nos fuimos a comer una abundante comilona a Casa Mingo...especialista en ricos pollos asados, magníficos chorizos, buen queso, etc.,etc. etc.
Esta anécdota que os cuento no me la ha contado nadie, me ha ocurrido a mi personalmente y como ahora me resulta un poco graciosa, voy y la cuento:
Fue en el hospital de la Zarzuela (para los que no seáis de Madrid os diré que es donde va casi toda la gente pudiente), también tengo que aclarar que yo, cuando estoy malita, voy a la Seguridad Social, y a mucha honra...
Como os digo, fui acompañando a uno de mis hijos que le iba a hacer una colonoscopia, revisión que le hacen cada X años. Por supuesto que estaba su esposa también.
Tengo que decir que aquello estaba, como decía un humirista, "abarrotao". Las salas de espera llenas, en la cafetería tuvimos que hacer cola para desayunar, ya que tuvimos que ir muy temprano.
Ya sabéis que la Seguridad Social, por parte de algunos, tiene mala prensa y se cuentan anécdotas para todos los gustos, cosa que a mi me da rabia, pues parece que los que la utilizamos somos ciudadanos de tercera.
Ahora viene lo bueno. Os doy mi palabra de honor que lo que os cuento, me pasó tal como lo digo:
La revisión de una colonoscopia dura entre hora y media o dos horas, pues sedan al paciente.
Mi nuera y yo estábamos en la sala de espera, como es natural, nerviosas. Después de casi dos horas salió una enfermera y dijo que pasara una persona. Como es lógico entró mi nuera; yo me quedé sentadita con los abrigos, los bolsos, las bufandas...en fin, todo lo que llevábamos.
No habían pasado quince minutos, cuando salió otra enfermera y me dijo:
-Pase usted.
Yo la mar de contenta hago la intención de pasar pero dejando los abrigos, bolsos y demás en los asientos. La enfermera de dice:
-No deje usted eso ahí no sea que se "pierda" algo.
Lo recojo como puedo, ya que eran dos abrigos, los bolsos y las bufandas, e intento entrar a una sala. Después de traspasar la puerta, me mira y dice:
-Pase a esa cabina y desnúdese de cintura para arriba.
Me quedé que no sabía para donde correr, no veía ninguna puerta por donde salir corriendo. Entonces dije rápidamente:
-Señorita, yo he venido acompañando a mis hijos y no creo que me tenga que desnudar por eso...
A todo esto, se abre una puerta y mi hijo que estaba volviendo de la sedación, me ve y le dice a su mujer:
-¡Veo a mi madre!.
Mi nuera que estaba pendiente de él porque no reaccionaba bien, pensó...¡Dios mío que mal está!
Ella no me había visto a mi pues salí de allí echando chispas...cualquiera se quedaba.
Cuando por fin salieron los dos, mi hijo ya recuperado y se lo conté, no se lo creían y se estuvieron riendo un buen rato.
Ya un poco más calmados todos, por fin me creyeron y les dije que "en todas partes cuecen habas", no solo en la SS.
Rompo una lanza por la Seguridad Social Española, por lo menos a mi siempre me han atendido muy bien, sobre todo en el hospital del Henares al que pertenece mi barrio...
Tampoco voy a pasar por alto, que después de tan aciaga mañana, cuando salimos del hospital de la Zarzuela, (de los ricos), nos fuimos a comer una abundante comilona a Casa Mingo...especialista en ricos pollos asados, magníficos chorizos, buen queso, etc.,etc. etc.
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