Casi un mes que dejaste de sufrir después de un
largo año en cama.
Un mes sin verte,
sin hablarte, sin contarnos nuestras penas y nuestras muchas alegrías.
Las últimas semanas, antes de
marcharte, quizás nos vimos con menos
frecuencia a causa de tu debilidad; tan débil estabas que no
podías atender tus visitas como sentías
que merecían, con esa sonrisa con la que siempre estabas y que percibíamos ya
subiendo las escaleras hacia tu habitación, con esa alegría tuya que invadía
toda tu casa. Así eras tú, así te gustaba recibirnos, con esos besos y esos abrazos
que con gran esfuerzo por tu parte siempre nos dabas incorporándote de la cama casi sin
poder. Echo de menos ese ánimo tuyo, esa alegría, esa esperanza y esa paz que me trasmitías en todo momento.
Tú eras especial y ese ser
especial te convertía en una persona única, por eso Dios te quiso junto a Él
con sólo 49 años. Le doy las gracias
porque me permitió primero tenerte como
amiga y segundo poder despedirme de ti .
En el hospital, la enfermera nos dijo que te habláramos, que tú sentías el cariño a tu alrededor, que lo
último que un enfermo perdía era el oído. Cuando pasé a despedirme casi ya no estabas
entre nosotros, pero estoy segura de que
sentiste mis besos y me oíste cuando te dije” te quiero amiga, te quiero,
siempre te querré”. Estoy segura: ¡lo sé, sé que me oíste!
Y es así Concha, siempre te
querré, nunca te olvidaré. Siempre te tendré de referente como persona alegre, íntegra, servicial, amable, generosa, cariñosa,
tolerante, buena consejera, buena cristiana, buena amiga,
buenísima persona
…..
¿Quién rezará y estará pendiente por todos nosotros
ahora como sólo tú sabías hacerlo?.
Aún miro tu ventana esperando
verte, aún pienso en mandarte un
wassap de algo que sé que te gustaría, aún pienso en ir a verte, aún pienso en
ti en todo momento. Todo me recuerda a
ti. Te echo tanto de menos…..
Ahí donde estás estoy segura de que sigues
pendiente de nosotros de unos y
de otros, segura de que nos iluminas y
aconsejas desde tu Alma.
Yo, poco a poco
iré retomando mi blog y visitando a mis amigas blogueras, sin olvidar esas palabras que siempre me decías cuando te enseñaba mis trabajos:
“ Qué manos tienes hija mía, tienes las manos bendecidas”
(Los buenos ojos con los que tú los mirabas querida amiga).
Adiós Concha, adiós amiga, te quiero, siempre te querré…. nunca te olvidaré.
Descansa en paz.
Un beso eterno para tí mi gran amiga.