La agricultura de conservación es un sistema de cultivo que fomenta la alteración mecánica mínima del suelo (por ejemplo cultivo sin laboreo), el mantenimiento de una cobertura permanente de los suelos y la diversificación de los cultivos. Realza la biodiversidad y los procesos biológicos naturales por encima y por debajo de la superficie del suelo, lo que contribuye a un mayor aprovechamiento del agua y una mayor eficiencia en el uso de nutrientes, así como a la mejora y sostenibilidad de la producción de cultivos.
Tres principios de la agricultura de conservación:
Alteración mecánica mínima del suelo
(es decir, cultivo sin laboreo) mediante el depósito directo de las semillas y los fertilizantes.
Cobertura orgánica permanente del suelo
(un 30% como mínimo) con residuos de cultivos o cultivos de cobertura.
Diversificación de especies
mediante asociaciones y secuencias de cultivos variadas que comprendan al menos tres cultivos diferentes.