Cuando tenía trece años yo también tenía un cuaderno como el de Mei. En él, había un dibujo enorme de la cara de uno de los 5SOS, doodles con las letras de sus canciones, el cuaderno mismo estaba forrado con el logo de la banda. Más importante aún, el cuaderno contenía todas las historias que se me ocurrían, incluyendo o no a los 5sos. Escribía historias sobre perder a seres queridos, sobre comenzar nuevos períodos escolares, sobre los primeros gustos, escribía sobre lo que estaba pasando en mi vida.

Una de esas historias fue publicada en Wattpad; con una amiga planificamos el rumbo de la historia y mientras ella contaba todas las ideas geniales que se le ocurrían yo las plasmaba en palabras. Publicamos seis capítulos y la historia tenía 1k de leídas. Mil personas leyendo nuestra historia se sentía inmenso y en uno de esos momentos en donde tienes que compartir o implosionas, le conté a mamá. Ella estaba tan orgullosa que le contó a su hermana, a su tía, a mis primos quince años mayores que yo, a mi abuelo, a quien se le cruzara por el camino. Ella estaba tan, tan orgullosa de que pusiera pedazos de mi creatividad en una novela y yo me sentía absolutamente avergonzada. Dejé de publicar la historia culpando a que ya no teníamos más ideas para continuarla (mentira, al final ambos se morían en un accidente de avión. TENÍAMOS 13), cuando en realidad la vergüenza de que los demás sepan que estaba escribiendo era mucho más grande que cualquier interés que tuviera, colapsaba todo ante el peso de una posible burla.

Cuando uno tiene 13 años las cosas se sienten así, las cosas que ahora uno considera pequeñas se sentían inmensas, los dolores están todos magnificados, las alegrías parece que duran para siempre, un error frente a tu círculo social parece el fin de una vida entera. Cuando uno tiene 13 años, la vida se siente en mayúsculas y signos de exclamación y de interrogación.

Hay un montón de cosas que pasan por primera vez: nunca habías tenido tantas hormonas en tu cuerpo, nunca te habías sonrojado pensando en alguien, nunca habías sentido la crucificante experiencia de que te llegue el período en medio de una clase y tener que ir susurrando de compañera a compañera tienes una toalla sanitaria, creo que me enfermé. Nunca habías encontrado una boyband con la que te obsesiones y venderías tus dos preciadas posesiones por ellos, aunque siendo realistas, nunca se enamorarían de tu outfit en el recital, capaz nunca vendrían a tu país. Pero tu primera experiencia compartida con muchachos a los que también le gustaba esa banda, sentir que están conectados por algo mucho más grande, prometer amarse y amar a esa banda por siempre y estar juntos aunque no se conocieran en persona y ser amigos mientras puedan, eso tampoco habías experimentado. Capaz ninguna de esas cosas que uno experimenta a los 13 años podrían olvidarse.

Me pesa decir, de todas maneras, que este gusto compartido por bandas, esta lectura de fanfiction, este amor por expresiones de cultura popular y adolescente, es visto de vez en cuando como algo de lo que uno se tiene que avergonzar, así que uno no comparte su arroba en tuiter, pretende que no le gusta una banda y se va escondiendo de a poquito. A veces ya de grande se sigue escondiendo uno.

Me gusta un montón que en Turning Red este gusto por lo que les gusta se viva tal y como ellas quieren, si deciden bailar en la calle mientras todo el mundo ve, está bien, si deciden ahorrar para el concierto, no es algo que se esconda de sus demás compañeros, si se encuentran a uno de la escuela en el concierto, lo hacen parte de esta experiencia compartida y jamás jamás le hacen sentir vergüenza. Que esta relación conflictiva con la madre demuestre que es algo mucho más complejo o dicotómico que un "tengo problemas con mamá", que a veces vivimos esperando su aprobación y que el conflicto que nos causa ser otra persona a la esperada es tan inmenso que se siente como si se transformaras en un monstruo gigante, en un panda rojo. Que nuestras creencias están tan arraigadas en la tradición, en religión, en nuestros antepasados, que querer romper este molde no es algo que se da de la noche a la mañana y muchas veces es más fácil aceptar no convertirnos en eso que queremos ser.

Me aliviana el pecho, entonces, saber que esta película está haciendo recordar a un montón de personas sobre sus gustos de adolescencia, sobre sus fanfics de El Señor de los Anillos, sobre sus cuadernos con dibujos de Howl o del vecino, sobre sus canciones favoritas de sus grupos favoritos. Sobre lo que nos marcó. Me aliviana el pecho que alguien de 13 años vea Turning Red y empiece a pensar que sus gustos no son algo por lo que hay que avergonzarse.

Maratón Pixar
Películas que te abrazan

SN: Todas las respuestas y las citas a este tweet me hacen indescriptiblemente feliz! Qué hermosa la experiencia compartida de ser una muchacha treceañera!

SN2: Aquí termina el maratón *ovación de pie* Muy divertido revisitar estas pelis que marcaron mi infancia de algún modo y entenderlas desde esta persona que soy en este momento!