Y es que hay ciudades que desde que las pisas te enamoran. No pasa en todas, no…pero cuando pasa es realmente mágico. Ámsterdam sin duda ha sido una de ellas. Desde que salimos de Ámsterdam Central de madrugada, con esa fina lluvia tocándonos un poquito, pero respetando nuestro ir y venir de maletas, y vimos de frente la iglesia de San Nicolás, cruzamos por sus bonitos canales…desde ese mismo momento sabíamos que siempre la íbamos a llevar en nuestros corazones. Atrás quedaron mis prejuicios (ya se sabe porqué es conocida Ámsterdam) y me brindó la oportunidad de ver su lado bonito, romántico, respetuoso, moderno…una ciudad en la que no me importaría vivir y que sentí como mi casa desde el primer momento. Nuestro día en Ámsterdam llevó la siguiente ruta: ÁMSTERDAM CENTRAL - BASÍLICA DE SAN NICOLÁS- PLAZA DAM- MERCADO DE LAS FLORES- CASA DE ANA FRANK- BARRIO ROJO- BARRIO DE LOS MUSEOS. Comenzamos nuestra visita en la ya para nosotros conocida estación Amsterdam Centr