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Indumentaria en la Edad Media

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Vestimenta europea septentrional hacia el siglo xiii

La indumentaria en la Edad Media en Occidente estuvo en cierta medida determinada por el fenómeno del cristianismo y sus tabúes, las innovaciones en el vestir aportadas por los pueblos de la invasiones bárbaras y musulmanas, y la evolución del vestido romano y bizantino.[1]

De forma paulatina el uso de la toga romana fue desapareciendo y se extendió el uso de las túnicas y las primitivas «bracca» bárbaras (especie de pantalones ajustados al cuerpo, hechos de piel de animal) dio paso a las calzas-bragas (precedente de pantalones, medias, leotardos, etc.) sujetas desde el tobillo a la rodilla por medio de correas entrelazadas o ajustadas hasta la cintura e incluyendo el pie en la prenda. También evolucionaron las capas, mantos y manteos en los varones y las sayas y los tocados en las mujeres.[2]

Influencia bizantina

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La moda bizantina supuso el puente con Europa del fasto oriental de las amplias ropas y anchos mantos bordados de plata y pedrería, muy en boga durante la época carolingia para trajes de ceremonia, en tanto el pueblo limitaba su atavío a calzas o bragas, sayos, túnicas y su manteos, que los visigodos llamaban striges cuando era fina y listada y borda si era de tela basta.[3]

Influencia musulmana

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La invasión de los moriscos influyó en la vestimenta de las zonas conquistadas, imponiendo en el vestir los zaragüelles y hábitos casi talares, las fajas y turbantes y demás tocados de inspiración oriental. Las prendas más comunes de procedencia morisca en la Europa mediterránea fueron quizá la aljuba (corta túnica, a manera de gabán ajustado en los brazos y a la cintura y provisto de botones incluso a lo largo de las mangas).[4]

Indumentaria en la península ibérica

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Indumentaria en la península ibérica hacia 1300, según el manual Costumes of All Nations (1882).

Desde el siglo XI, el vestido masculino en la península ibérica,[5]​ mezclando tipologías orientales con herencias romanas y bárbaras, se caracterizó, en términos muy generales, por dos o tres piezas superpuestas a modo de túnicas (la túnica y la loba o sayo sin mangas, además de la camisa) siendo por lo común la superior de ellas el brial, pieza que en sus diferentes formas se adornaba con bordados y se abrochaba con botones, ajustándose al cuerpo desde la cintura arriba y pendiendo de ésta unos faldones por los lados. Estos faldones (que para algunos, constituyen el verdadero brial) se suprimieron o redujeron notablemente desde mediados del siglo XV quedando el cuerpo superior o jubón solo o con pequeñas faldillas y combinado entonces con las calzas enteras. El bambezo, gunapié, la gonela o gonel y el ciclatón (este último, siempre rico y de gran vuelo) de que nos hablan los documentos de la Edad Media, fueron túnicas talares que se diferenciaban poco y el sobregonel, como indica su nombre era una especie de sobretodo que al admitir una esclavina o un cuello amplio en el siglo XIII, se llamó garnacha, convirtiéndose en gabardina y gabán cuando se hizo más corto y sin esclavina al final del periodo medieval.

Principales prendas

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Calzas

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Desde el siglo vii,[6]​ se conocieron como calzas término usado en plural, a las prendas de vestir que cubrían la parte inferior del cuerpo humano. Aunque en su origen fueron prendas masculinas, evolucionaron en diversos tipos de pantalón o calzón largo para ambos sexos. Desarrollaron una variada tipología: desde las calzas/bragas hasta la rodilla, o las medias/calzas, desde la rodilaa hasta el pie, hasta modelos de fantasía como las calzas botargas (anchas y largas), las calzas atacadas,[7]​ o los gregüescos, prototipo de las calzas estofadas (es decir, acuchilladas, abullonadas, acolchadas, picadas, etcétera).[8]

Prendas de abrigo

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Para abrigo y vestidura exterior, se llevaban en la Edad Media diferentes mantos y capas, además de los sobretodos antes nombrados. La principal materia prima de dicho abrigo era la lana. En los primeros siglos, se usó la capa romana abrochada con fíbula por delante o sobre el hombro derecho y también la guasapa o capa con capuchón. Siguió después el albornoz (de imitación arábiga) que era otra capa cerrada hacia el pecho pero abierta y de gran vuelo por abajo y en los últimos siglos de la época se acortaron la capa y los sobretodos que antes llegaban hasta los talones. Y en fin, se usaron otras prendas de que nos dan cuenta los autores del siglo XV, censurando el lujo desmedido.

Calzado

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Para calzado servían según la clase social del sujeto, las antiguas sandalias, los zuecos, los borceguíes y los zapatos muy puntiagudos e incluso las mismas calzas, que a menudo llevaban adheridas al pie unas suelas puntiagudas y largas. Las señoras elegantes calzaban en los siglos XIV y XV altos chapines, especie de chanclos con corcho muy grueso sobre la suela, costumbre que se extendió hasta el siglo XVII.

Véase también

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Referencias

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  1. Boucher, 2009, pp. 112 y ss.
  2. Boucher, 2009, pp. 116 y ss.
  3. Boucher, 2009, pp. 118 y ss.
  4. Diego y González, Natividad de; León Salmerón, África (2011). Compendio de indumentaria española. Valladolid: Maxtor. Edición facsímil sobre la edición de 1915 (Madrid). ISBN 978-84-9761-890-8. 
  5. Albizua Huarte, Enriqueta (1988). El traje en España: un rápido recorrido a lo largo de su historia. En: Laver, James. Breve historia del traje y la moda (2006 edición). Madrid: Cátedra. ISBN 8437607329. 
  6. Boucher, 2009, p. 460.
  7. Herrero, 2014, p. 54 y ss.
  8. Bandrés, 2002, p. 385.

Bibliografía

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  • Bandrés Oto, Maribel. La moda en la pintura: Velázquez. EUNSA. ISBN 8431320389. 
  • Boucher, Francois. Historia del traje en Occidente. Yvonne Deslandres (2009 edición). Gustavo Gili. ISBN 9788425223372. 
  • Arqueología y bellas artes (1922) de Francisco Naval y Ayerbe.

Enlaces externos

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