Una de las labores que me quedaban por aprender, y a la que le he dado varias oportunidades sin mucho éxito, es el punto. Es de esas cosas que por más que intenten enseñarte, no le encuentras sentido hasta que un día, de repente, lo ves todo muy claro y resulta que no era tan complicado como parecía.
Con esa nueva visión del punto he conseguido hacer esta bufanda, que además era uno de los proyectos que tenía pendiente terminar esta primavera.