La alegría de vivir
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Ahora que, finalmente, termina el año, conviene hacer un balance. Repasar lo acontecido y revisar nuestras vidas es un ejercicio válido para avanzar, para darnos cuenta de cuánto hicimos y asumir lo que nos falta como proyecto y no decepción. Sí, porque a veces somos pesimistas y episodios de desmotivación nos nublan más que la vista, el juicio, pero existen muchas razones para abrazar la vida, para creer que es un regalo.
Quizás el desaliento llega porque somos demasiado exigentes, creemos que lo merecemos todo, y, además, lo queremos rápido. Y esto no quiere decir que esté mal tener objetivos, al contrario, son necesarios, son el impulso. Pero no debemos depositar en ellos nuestro estado de ‘animo, pues muchas veces sucede que dependen de terceros o son bastante pretensiosos más allá de las posibilidades reales.
El mundo anda loco: zonas en guerra, miseria, gente muriendo por los efectos egoístas de la ambición y el resentimiento de otros, muchas personas que viven para trabajar y pagar sus cuentas como autómatas, o con enfermedades fulminantes, o en soledad. Quizás soportan todo eso junto, y resisten, pero algunos quedan en el camino sin lograr deseos, sin vivir lo suficiente.
En esto también pienso y siento que mi vida no es tan gris porque tengo lo más importante, salud. Y que a pesar de que fue un 2024 duro por la muerte de mi madre y el posterior sufrimiento de mi padre, más la crisis existencial propia que viene y va por lo emocional, por el contexto inmediato que a todos nos trae desasosiego e inestabilidad, no es tan grave.
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Y aunque no es mi naturaleza derrotarme, ser conformista y esperar que del cielo caigan las bondades, reconozco que más de una vez he reaccionado como una lechuga que no siente ni tiene metas, que me ha costado despegarme de la cama. No he tenido ánimo para nada, ni para hablar, ni trabajar, ni comer porque he encontrado desdicha en cada paso, en cada desilusión, nostalgia y malestar físico, como si fuera lo más grande del mundo, cuando no lo es.
Aprendamos que no podemos ser fuertes constantemente, debemos permitirnos flaquear, pero levantarnos pronto. Y eso está bien también, pero como solo pequeños momentos de introspección, para organizarnos, para pausar y emprender con bríos porque, lo cierto es que, la vida es una sola, es preciosa, y la alegría de vivir podemos hallarla en lo más simple.
Si lo asimilamos lograremos ser productivos, sentirnos con energía y motivación para trazarnos propósitos realistas y cumplirlos; disfrutar al máximo de la belleza y el amor que nos rodea; valorar y cuidar lo que tenemos como la familia y los amigos; concentrarnos en lo bueno y no tanto en utopías descabelladas; ser felices, que es tan fácil.
Esta es mi resolución para 2025.
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