Dicen que toda foto esconde o debe esconder una historia. Ésta esconde una donde todo gira en torno a una familia y a ese pequeño fotógrafo que seguramente intenta capturar con su cámara al sol ocultándose por el horizonte. A su hermano parece importarle bien poco lo que hace, pero su hermana le contempla de reojo intentando comprender en qué pone tanto empeño. Mientras, su madre piensa en esas cosas que tan sólo ella sabe y su padre observa con agrado como por fin hay algo que de verdad parece interesarle. Esa noche cenarán todos juntos y hablarán de estudios, de amigos, de problemas, de alegrías y desengaños. Seguramente descargarán la tarjeta y verán esa foto tan “guapa” que sacó nuestro amigo ante el desinterés natural de su hermano pequeño y su nerviosismo porque la cosa se demora y el partido que echan ese día está a punto de comenzar. Su hermana recuerda el instante justo en el que él disparaba e imagina cómo será la foto. La madre contempla tras la puerta toda la escena con una sonrisa intentando que el tiempo vaya más despacio que nunca y la deje disfrutar cada segundo. Su padre ajeno a lo que pasa se pierde entre los cables y baterías y pide un segundo de silencio porque hay algo que parece no funcionar.
Tal vez ese día fue uno más en sus vidas, quizá uno que perdurará imborrable al paso del tiempo. La verdad es que nunca lo sabremos, pero eso es lo de menos ya que esa es su historia, la historia de una familia.