Salamanca
Salamanca
Salamanca
Title
Melodías para versos silenciosos: Bailes, danzas y canciones para violín en el Manuscrito de
Salamanca (ca. 1659)
Permalink
https://escholarship.org/uc/item/5rb52051
Journal
Diagonal: An Ibero-American Music Review, 3(1)
ISSN
2470-4199
Author
Lombardía, Ana
Publication Date
2018-07-11
License
CC BY 4.0
Peer reviewed
ANA LOMBARDÍA
Instituto Complutense de Ciencias Musicales
Abstract
The
Salamanca
Manuscript
(ca.
1659),
preserved
in
the
Biblioteca
Nacional
de
España
but
virtually
unknown
to
date,
is
the
earliest
Spanish
violin-‐music
source
that
has
been
located.
It
contains
ten
melodies
of
bailes
(popular
dances),
danzas
(courtly
dances),
and
canciones
(songs)
from
Spain,
Portugal,
Italy
and
Latin
America.
Most
of
this
repertoire
was
sung,
played
and
danced
simultaneously.
The
manuscript
includes
five
dance
types
of
which
Iberian
melodic
examples
prior
to
1700
were
hardly
known
to
date:
folijón,
morisca,
zarambeque,
chaconne
and
Spanish
galliard.
In
addition,
it
contains
examples
of
three
schemata
that
are
better
known:
ruggiero,
jácara
and
canario.
The
music
is
written
in
tablatures
that
symbolize
violin
fingerings,
but
not
the
rhythm
or
harmony,
so
the
transcription
is
very
problematic.
The
article
contains
a
codicological
study
of
the
source
and
a
“historically
informed
re-‐composition”
that
departs
from
various
sources,
not
only
musical
(e.g.,
Sanz
and
Ruiz
de
Ribayaz),
but
also
iconographic
(e.g.,
Velázquez)
and
literary
(e.g.,
Cervantes).
The
proposed
transcriptions
allow
for
refining
the
musical
prototypes
of
the
eight
aforementioned
bailes
and
danzas
so
far
extant.
This
small
music
selection
shows
the
intense
internationalization
of
popular
repertory
in
the
mid
seventeenth
century.
Keywords:
Salamanca
Manuscript;
violin;
tablature;
Spanish
music;
seventeenth
century.
Resumen
El
Manuscrito
de
Salamanca
(ca.
1659),
conservado
en
la
Biblioteca
Nacional
de
España
pero
prácticamente
desconocido
hasta
ahora,
es
la
fuente
española
de
música
para
violín
más
antigua
localizada.
Contiene
diez
melodías
de
bailes,
danzas
y
canciones
procedentes
de
España,
Portugal,
Italia
y
Latinoamérica.
Se
trata
mayoritariamente
de
repertorio
popular
que
era
cantado,
tocado
y
bailado
simultáneamente,
incluyendo
cinco
bailes
y
danzas
de
los
que
apenas
se
conocían
ejemplos
melódicos
ibéricos
anteriores
a
1700:
el
folijón,
la
morisca,
el
zarambeque,
la
chacona
y
la
gallarda
española.
Junto
a
ellos,
están
representados
tres
esquemas
mejor
conocidos:
el
ruggiero,
la
jácara
y
el
canario.
La
música
está
escrita
en
“cifras”
(tablaturas)
que
representan
las
digitaciones
del
violín,
pero
no
el
ritmo
o
la
armonía,
por
lo
que
su
transcripción
resulta
muy
problemática.
El
artículo
contiene
un
estudio
codicológico
de
la
fuente
y
una
“recomposición
históricamente
informada”
que
parte
de
fuentes
diversas,
no
sólo
musicales
(ej.
Sanz
y
Ruiz
de
Ribayaz),
sino
también
iconográficas
(ej.
Velázquez)
y
literarias
(ej.
Cervantes).
Las
transcripciones
propuestas
permiten
refinar
los
prototipos
musicales
existentes
hasta
ahora
para
los
ocho
bailes
y
danzas
mencionados.
Esta
pequeña
selección
musical
pone
de
manifiesto
la
intensa
internacionalización
del
repertorio
popular
a
mediados
del
siglo
XVII.
Palabras
clave:
Manuscrito
de
Salamanca;
violín;
tablatura;
música
española;
siglo
diecisiete.
2
V
elázquez
representa
en
Los
tres
músicos
(Sevilla,
ca.
1617)
una
escena
aparentemente
realista,
pero
en
el
fondo
alegórica
(Fig.
1).
El
retrato
de
los
tres
protagonistas
y
la
minuciosa
representación
de
los
objetos,
destacados
por
el
claroscuro,
son
de
una
nitidez
asombrosa.
El
niño
mira
al
espectador
y
le
sonríe
con
picardía,
pero
los
dos
adultos
parecen
ajenos,
absortos
en
la
música
que
cantan
y
acompañan
con
instrumentos,
uno
al
violín
y
el
otro
a
la
guitarra,
con
la
mirada
perdida.
Sobre
la
mesa
hay
pan,
vino
y
un
trozo
de
madera
con
un
cuchillo
clavado,
el
cual
proyecta
su
sombra
como
un
reloj
de
sol,
casi
temblando
con
el
instante
que
pasa.1
La
música
encaja
muy
bien
con
esta
idea
de
lo
efímero,
en
especial
cuando
se
trata
del
repertorio
popular,
de
transmisión
fundamentalmente
oral,
y
cuyo
sonido,
por
tanto,
se
desvanece
apenas
ha
sido
producido.2
Fig.
1:
Diego
Velázquez,
Los
tres
músicos
(Sevilla,
ca.
1616-‐1618).
Staatliche
Museen
zu
Berlin,
Gemäldegalerie;
photo
Jörg
P.
Anders.
1
Esta
obra
puede
interpretarse
simultáneamente
como
pintura
satírica
y
moralizante,
según
Cherry,
1999;
y
Rey,
2000.
Para
Cherry,
se
puede
considerar
una
“pintura
de
risa”
(como
la
denominaba
Francisco
Pacheco,
maestro
de
Velázquez),
que
ridiculizaba
a
las
clases
bajas,
incapaces
de
controlar
los
vicios
carnales.
El
mensaje
didáctico
lo
señala,
detrás
del
niño,
un
mono,
símbolo
antiguo
de
comportamiento
humano
negativo
y
de
imitación:
el
niño
imita
a
los
adultos
bebiendo
vino,
algo
reprochable
según
el
código
ético
de
la
época.
Según
la
interpretación
de
Rey,
el
trozo
de
madera
circular
con
el
cuchillo
clavado
es
un
reloj
de
sol,
y
el
cuadro
en
su
conjunto
una
vanitas
que
refleja
el
pensamiento
neo-‐estoico
en
boga
en
la
época.
2
“La
música
se
alimenta
y
vive
del
tiempo
y,
más
en
concreto,
de
instantes
que
se
suceden
y
a
los
que
ella
dota
de
sentido.
Por
eso
muere
en
cuanto
cesa
de
sonar.
Soni
pereunt,
“los
sonidos
perecen”,
dejó
escrito
San
Isidoro,
otro
sevillano,”
en
palabras
de
Rey,
2000:
sección
2.
3
Esta
pintura
refleja
la
práctica
habitual
en
la
España
del
siglo
XVII
de
acompañar
canciones,
“bailes”
y
“danzas”
con
violín,
una
práctica
documentada
sobre
todo
en
contextos
cortesanos
y
teatrales.3
En
la
corte
real
de
Madrid,
los
instrumentos
de
la
familia
del
violín
(denominados
entonces
“violones”)
se
empleaban
para
interpretar
música
de
danza
desde
mediados
del
siglo
XVI,4
y
desde
los
primeros
años
del
XVII
se
documenta
su
intervención
en
espectáculos
de
teatro
cortesano
y
en
la
liturgia
de
la
Real
Capilla,
donde
su
presencia
se
intensifica
a
partir
de
1677.5
Significativamente,
un
memorial
firmado
ese
año
por
el
Patriarca,
máxima
autoridad
de
la
institución,
hacía
referencia
a
las
“extrañas
canciones
y
tañidos”
de
los
nuevos
violinistas
italianos
contratados
por
iniciativa
de
Juan
José
de
Austria,
como
Pandolfi
y
Lonati.6
Más
allá
de
la
música
cortesana,
en
el
último
cuarto
del
XVII
este
instrumento
era
habitual
en
las
representaciones
teatrales
de
Madrid,
a
menudo
a
través
de
personajes
músicos
que
intervenían
directamente
en
la
escena,
donde
podían
acompañar
el
canto
y/o
el
baile,
pero
también
en
preludios
e
intermedios
puramente
instrumentales.7
Probablemente
en
3
En
España,
durante
el
siglo
XVII
se
diferenciaba
entre
los
términos
“danza”
y
“baile”.
Tratadistas
como
González
de
Salas
y
Esquivel
Navarro
distinguen
las
“danzas”
cortesanas,
de
movimientos
recatados
y
centrados
en
los
pies,
de
los
“bailes”,
de
raíz
popular,
enérgicos
y
que
implicaban
el
uso
de
todo
el
cuerpo.
Véase
una
panorámica
sobre
ello
en
Torrente,
2016:
215-‐33.
No
obstante,
no
es
una
distinción
clara,
y
muchas
tipologías
coreográficas
inicialmente
consideradas
“bailes”
terminaron
siendo
consideradas
“danzas”
que
se
enseñaban
en
las
escuelas
cortesanas,
por
ejemplo
la
chacona,
como
se
explica
en
Esquivel,
1642:
ff.
26v,
30v,
31,
41;
cit.
Brooks,
2003:
137.
Las
distintas
músicas
de
los
bailes
y
danzas
se
solían
denominar
genéricamente
“tonos”
o
“sones”,
aunque
lo
más
frecuente
era
referirse
a
cada
tipo
por
su
nombre
específico
(jácara,
chacona,
etc.).
4
Sobre
los
inicios
del
violín
en
la
corte
española
véase
Robledo,
1987.
El
término
“violín”
no
se
consolida
en
España
hasta
finales
del
siglo
XVII,
pero
desde
principios
de
ese
siglo
se
llamaba
“violín”
al
instrumento
soprano
de
la
familia
de
los
“violones”,
en
oposición
a
las
“vihuelas
de
arco”
(violas
de
gamba).
Se
documentan
músicos
de
violín
contratados
de
forma
permanente
en
la
Danzería
de
la
Reina,
creada
en
1560,
y
después
en
el
grupo
de
Violones
italianos
del
Rey,
integrado
administrativamente
en
la
Real
Capilla
en
1601.
5
Miembros
de
la
Danzería
de
la
Reina
y
de
los
Violines
del
Rey
participaron
conjuntamente
en
una
función
teatral
con
“música
de
violines”
en
1605,
según
relata
Baltasar
Porreño;
cit.
Robledo,
1987:
72-‐73.
A
partir
de
1601,
los
“violones”
(instrumentos
de
la
familia
del
violín)
se
introducirían
progresivamente
en
la
Capilla
Real,
sustituyendo
poco
a
poco
a
las
“vihuelas
de
arco”
(de
la
familia
de
la
viola
de
gamba)
en
sus
intervenciones
en
los
servicios
litúrgicos
de
mayor
relevancia.
Véase
Robledo,
1987;
Id.,
1994;
Id.,
1999-‐2002:
124.
6
Durante
el
reinado
de
Carlos
II,
Juan
José
de
Austria
fue
uno
de
los
impulsores
de
la
contratación
de
violinistas
italianos;
ver
Rodríguez
2003:
354-‐80.
Giovanni
Antonio
Pandolfi
publicó
Sonate
per
chiesa
e
camera
(Innsbruck,
1660)
y
Sonate
cioè
Balletti
(Roma,
1669).
Carlo
Ambrogio
Lonati
compuso
sonatas
en
trío
localizadas
en
manuscritos;
ver
Allsop,
1993.
7
A
lo
largo
del
siglo
XVII
las
compañías
de
teatro
madrileñas
solían
tener
en
su
plantilla
a
dos
músicos
especializados,
el
“músico
principal”
y
el
“arpista”,
como
se
documenta
en
Flórez,
2015:
238-‐49.
Los
instrumentos
más
comunes
en
el
teatro
eran
la
guitarra
y
el
arpa,
frecuentemente
acompañando
el
canto
y/o
introduciéndolo
con
un
preludio
(Id.,
pp.
301-‐11,
333),
Puntualmente
se
podía
contratar
a
otros
instrumentistas,
como
músicos
de
clarín,
trompeta,
caja
y,
sobre
todo
a
partir
del
último
cuarto
del
siglo,
“violones”
(familia
del
violín)
y
oboes
(Id.,
pp.
341-‐42).
Estos
instrumentos
podían
intervenir
tanto
dentro
de
escenas
determinadas
como
en
los
cambios
de
escena,
cumpliendo
tres
funciones
principales:
“Anunciar
la
presencia
de
un
determinado
personaje
sobre
el
tablado,
acompañar
el
canto,
baile
y
danza
y
disimular
el
ruido
de
las
tramoyas
son
las
tres
funciones
que
con
mayor
frecuencia
parece
haber
desempeñado
la
música
instrumental,
casi
siempre
en
estrecha
relación
con
la
música
vocal”
(Id.,
p.
330).
Por
ejemplo,
en
1656
en
el
Coliseo
del
Buen
Retiro
se
representó
la
Loa
de
Pico
y
Canente
con
preludios
e
interludios
a
cargo
de
varios
instrumentos,
entre
ellos
el
“violone”
(especie
de
violonchelo),
el
“mezzo
violino”
(especie
de
viola)
y
el
“quarto
di
violino”
(violín)
(pp.
329-‐330).
Personajes
con
violines
aparecen
en
la
mojiganga
Relación
y
compendio
de
las
reales
fiestas
de
máscara
(Madrid,
1693),
publicada
en
Buezo
(ed.),
1993-‐2005:
II,
68-‐84
(Orfeo
en
la
p.
76);
y
el
entremés
La
boda
y
los
violines
(sin
fecha),
donde
algunos
personajes
se
disfrazan
de
violinistas
italianos
y
hacen
un
baileto;
ver
Cotarelo,
1911:
cxviii.
4
contextos
populares,
más
difíciles
de
documentar,
también
se
usaría
el
violín
para
interpretar
los
sones
de
moda
desde
principios
de
dicho
siglo,
no
sólo
en
Madrid
sino
también
en
otras
ciudades
españolas,
como
Sevilla.
Allí
Velázquez,
al
margen
de
inspirarse
en
los
modelos
pictóricos
que
llegaban
de
Flandes
e
Italia,
pudo
basar
sus
escenas
de
taberna
en
situaciones
reales
de
alguno
de
los
“bodegones”
locales.8
Entre
mediados
del
siglo
XVII
y
principios
del
XVIII,
se
produjo
una
transformación
profunda
en
el
lenguaje
aplicado
al
violín,
que
pasó
de
utilizarse
para
interpretar
piezas
sencillas
intercambiables
entre
voces
e
instrumentos
a
adquirir
un
vocabulario
propio,
idiomático.
Dicha
transformación
tuvo
lugar
sobre
todo
a
través
de
los
géneros
de
sonata
(a
solo
y
en
trío),
gestados
en
el
actual
territorio
de
Italia
(entonces
fragmentado
en
múltiples
dominios)
y
difundidos
por
toda
Europa.9
Su
introducción
en
Castilla
se
documenta
desde
la
década
de
1670,
en
especial
en
la
corte
real.10
Dada
la
alta
movilidad
de
los
músicos
de
entonces,
estas
novedades
alcanzaron
rápidamente
toda
la
España
peninsular,
llegando
a
localidades
tan
alejadas
de
la
capital
como
Santiago
de
Compostela.11
Asimismo,
en
esos
años
se
documenta
en
la
vertiente
mediterránea
una
presencia
intensa
de
música
y
músicos
de
violín
procedentes
de
Italia.12
Las
fuentes
musicales
españolas
sobre
la
práctica
del
violín
anterior
a
esa
revolución
que
trajo
la
sonata
italiana
son
muy
escasas.
Hasta
la
fecha,
la
más
temprana
conocida
es
la
que
he
denominado
“Manuscrito
de
Salamanca”,
pues
incluye
un
texto
fechado
en
esa
ciudad
en
1659.
Contiene
diez
fragmentos
de
música
para
violín
copiados
no
en
pentagrama,
sino
en
tablatura
o
“cifra”
(como
se
llamaba
entonces
en
los
territorios
hispanos),
siendo
por
ahora
el
ejemplo
más
temprano
conocido
de
este
tipo
de
notación
aplicada
al
violín
en
España.
Se
trata
de
tablaturas
esquemáticas,
carentes
de
indicaciones
rítmicas
o
armónicas,
que
sólo
reflejan
el
esbozo
de
la
melodía
y,
en
algunos
casos,
divisiones
entre
frases.
Desde
la
década
de
1980,
los
investigadores
del
repertorio
para
guitarra
Neil
Pennington
y
Maurice
Esses
llamaron
la
atención
sobre
esta
fuente.
Pennington
publicó
una
brevísima
descripción
del
manuscrito
junto
a
una
copia
supuestamente
diplomática
de
las
tablaturas,
en
realidad
con
errores
y
omisiones:
falta
el
título
de
dos
piezas
(Nº
1
y
Nº
6)
y
hay
errores
en
los
números
de
las
digitaciones
(ej.
Nº
9).13
Partiendo
de
esa
publicación,
Esses
8
Sobre
el
término
polisémico
“bodegón”
(un
tipo
específico
de
taberna
y
un
género
pictórico)
y
la
importación
de
pinturas
en
la
Sevilla
de
Velázquez,
véase
Cherry,
1999.
El
tamaño
pequeño
del
violín
de
Los
tres
músicos
no
es
un
indicio
de
falta
de
realismo,
pues
en
esa
época
las
medidas
del
instrumento
no
estaban
estandarizadas.
9
En
este
texto,
los
términos
“Italia”
e
“italiano”
se
refieren
al
conjunto
de
territorios
que
pertenecen
a
dicho
estado
en
la
actualidad.
10
Rodríguez,
2003:
345-‐80;
Marín,
2007.
11
Entre
1680
y
1710
el
maestro
de
capilla
de
la
Catedral
de
Santiago
José
de
Vaquedano,
que
había
trabajado
antes
en
Madrid,
compuso
la
Sonata
a
tres
más
temprana
conocida
de
un
compositor
español,
editada
en
López
Calo,
ed.,
1990.
Sobre
su
contexto
compositivo
véase
Rodríguez,
2003:
345-‐80.
12
Una
fuente
musical
temprana
sobre
la
introducción
de
sonatas
en
la
zona
mediterránea
es
el
manuscrito
E-‐Bc
M
387,
con
piezas
de
Francesco
Foggia
adaptadas
a
conjunto
instrumental,
descrito
en
Mendes,
2013.
En
1701,
con
el
establecimiento
de
la
corte
del
Archiduque
Carlos
de
Austria
en
Barcelona
se
instaló
allí
un
grupo
de
músicos
venidos
de
Nápoles;
ver
Sommer-‐Mathis,
1996.
Sobre
Valencia,
véase
Bombi,
2002.
13
Pennington,
1981:
I,
115-‐19.
Todas
las
referencias
a
Pennington
en
este
texto
se
refieren
a
las
mismas
páginas.
5
transcribió
ocho
de
las
piezas
(Nº
2
-‐
Nº
9)
en
su
valioso
estudio
sobre
danzas
y
diferencias
(variaciones)
instrumentales.
Sin
embargo,
en
este
caso
no
justificó
sus
criterios
de
transcripción
ni
consultó
directamente
el
manuscrito
o
reproducciones
del
mismo,
aun
admitiendo
que
su
notación
resultaba
“muy
problemática”.14
Revisar
esas
reconstrucciones
melódicas
y
contextualizarlas
son
dos
de
los
objetivos
principales
del
presente
trabajo,
el
cual
pretende
poner
en
valor
esta
fuente,
hasta
la
fecha
inadvertida
en
los
estudios
históricos
sobre
el
violín.
Se
incluyen
un
estudio
codicológico
del
manuscrito
con
una
discusión
de
su
contexto
de
producción
(Parte
I)
y
una
transcripción
razonada
de
la
música
que
contiene
(Parte
II).
Para
esta
segunda
tarea
ha
sido
empleada
una
metodología
interdisciplinar,
combinando,
por
un
lado,
el
análisis
de
ejemplos
musicales
coetáneos
de
cada
tipo,
en
busca
de
rasgos
melódicos
prototípicos
(en
la
mayoría
de
casos,
no
definidos
en
estudios
anteriores),
y,
por
otro
lado,
un
ejercicio
de
“re-‐composición
históricamente
informada”,
por
así
denominarla,
experimentando
con
diferentes
soluciones
musicales.
Así,
se
ofrece
una
propuesta
de
transcripción
abierta,
que
no
pretende
ser
definitiva
sino
más
bien
ilustrativa.
En
última
instancia,
se
aspira
a
profundizar
sobre
la
praxis
musical
que
acompañaba
a
los
versos
de
jácaras,
chaconas
y
otros
esquemas
poéticos
muy
abundantes
en
la
literatura
del
Siglo
de
Oro.
Aunque
en
algunos
casos
se
conocían
los
acordes
y
ritmos
del
acompañamiento
para
guitarra,
en
lo
que
respecta
a
la
melodía
la
mayoría
de
estos
poemas
permanecían
hasta
ahora
en
silencio.
I.
El
Manuscrito
de
Salamanca:
descripción
y
contexto
El
Manuscrito
de
Salamanca
es
un
conjunto
de
tres
hojas
sueltas
conservadas
junto
a
un
manuscrito
musical
posterior,
el
número
M/2618
de
la
Biblioteca
Nacional
de
España.
Este
contiene
la
parte
de
tiple
de
la
colección
Canttadas
[sic]
a
lo
humano
de
el
P.
M.
Fr.
Anselmo
de
Lera,
Predicador
de
su
Magestad
en
Sn.
Martin
de
Madrid,
fechada
en
1737,
que
incluye
23
piezas
fundamentales
para
comprender
la
asimilación
de
la
cantata
de
cámara
italiana
en
Madrid,
según
ha
estudiado
Juan
José
Carreras.15
Esta
fuente
presenta
formato
de
cuarto
vertical,
con
una
encuadernación
de
cuero
que
lleva
inscritas
las
iniciales
“BOZ”
y,
en
el
interior,
la
signatura
antigua
“Dd.
215”,
quizá
procedente
de
alguna
colección
del
siglo
XVIII.16
Una
de
las
cubiertas
tiene
encolada
una
hoja
de
papel
grueso,
a
modo
de
sobre,
donde
se
guardan
tres
hojas
más
pequeñas
descritas
por
Anglès
y
Subirà
en
1946.17
Tanto
por
la
cronología
como
por
el
repertorio
musical
que
contienen,
estas
hojas
deben
ser
14
Esses,
1992-‐94:
I,
331-‐34.
“E
Mn
M
2618
does
not
employ
accidental
signs,
barlines
or
durational
symbols.
Thus
the
transcription
of
its
pieces
is
highly
problematical”
(p.
334).
15
Carreras,
1997.
16
La
signatura
“Dd.
215”,
que
por
su
similitud
con
la
caligrafía
del
título
podría
ser
del
siglo
XVIII,
no
se
corresponde
con
otros
ejemplares
de
la
Biblioteca
Nacional
de
España,
según
el
personal
de
la
Sala
Barbieri.
17
“Además
de
lo
descrito
[23
cantatas],
dentro
de
este
volumen
hay
tres
hojas
sueltas
de
papel,
muy
deterioradas,
con
apuntes,
en
notación
cifrada,
de
Chacona
portuguesa,
Jachara,
Chacona
castellana,
Carambeque,
Morisqua
y
Rugero
[entre
otras
piezas],
y
unas
breves
instrucciones
‘para
saber
templar
la
guitarra’.
Una
de
esas
hojas
perteneció
a
un
documento
del
año
1659”.
Anglès
&
Subirá,
1946:
I,
291-‐93.
6
consideradas
como
una
fuente
musical
independiente.18
Una
de
ellas
está
fechada
en
Salamanca
en
1659,
y
la
caligrafía
y
los
contenidos
confirman
estas
coordenadas
espacio-‐temporales,
como
se
mostrará.
Las
tres
hojas
son
del
mismo
tipo
de
papel,
de
grosor
medio,
sin
marcas
de
agua
y
en
formato
de
octavo
vertical,
con
unas
medidas
aproximadas
de
150
por
200
mm
(frente
a
los
280
por
193
mm
del
volumen
de
cantatas).
Tienen
los
bordes
deteriorados
y
están
escritas
por
las
dos
caras.
Se
trata
de
una
fuente
mixta,
musical
y
documental
al
mismo
tiempo,
de
contenido
misceláneo,
y
en
la
que
se
detectan
cuatro
manos
diferentes
(Tabla
1
y
Tabla
2).
En
el
folio
1
aparece
un
párrafo
en
latín
que
comienza
con
las
palabras
“Unde
hoc
non
est
specialis
pertinet
ad
eas…”
(f.
1r),
escrito
por
la
Mano
1,
cuya
letra
es
pequeña
y
que
deja
márgenes
amplios
a
ambos
lados
del
texto.
Encima
de
este
párrafo
la
Mano
2,
distinta,
escribió
lo
que
podría
ser
el
título
de
una
obra
literaria:
“Las
Trovesias
de
Nállez
y
Mata
m[aest]ro”
(f.
1r).
Seguidamente,
aparecen
dos
párrafos
con
instrucciones
para
afinar
el
violín
con
la
guitarra
(f.
1r),
copiados
por
la
Mano
2.
Este
copista
es
el
que
escribió
todos
los
contenidos
musicales:
los
párrafos
sobre
afinación
y
diez
tablaturas
breves
que
representan
melodías
para
violín
(ff.
1v,
2v
y
3r).
En
los
folios
2r,
3r
y
3v
se
distingue
la
Mano
3,
cuya
caligrafía
es
más
redondeada
y
de
mayor
tamaño.
El
folio
2r
se
puede
dividir
en
dos
secciones,
ambas
copiadas
por
esta
mano.
En
la
superior
aparecen
palabras
sueltas,
algunas
de
ellas
tachadas,
y
varias
repeticiones
superpuestas
del
símbolo
vítor,
propio
de
los
doctores
por
la
Universidad
de
Salamanca.
En
la
sección
inferior,
aunque
están
tachados,
se
pueden
distinguir
dos
párrafos
sobre
“Cuentas
que
tengo
este
domingo…”
y
“Cuentas
desde
mañana
martes…”
(f.
2v).
El
folio
3r
también
se
puede
dividir
en
dos
secciones,
pero
de
copistas
diferentes.
En
la
parte
superior
hay
dos
tablaturas
musicales
copiadas
por
la
Mano
2,
mientras
en
la
inferior
se
detecta
la
Mano
3,
con
caligrafía
especialmente
cuidada,
en
el
siguiente
texto:
“Año
del
nasimiento
de
nuestro
Señor
Jesusxto
[sic]
de
mil
e
seiscientos
e
sinquenta
e
nueve
años
[1659]
nesta
ilustre
Ciudad
de
Salamanca,
e
por
tanto
hago
asaber
a
todos
los
Señores
Corregidores,
Juezes,
Justicias
offeciales,
as
personas
deste
Regno
por
quanto
apareció
ante
min
Fran[cis].co
Pérez
morador
en
el
lugar
de
los
Villares
que
ante
mim
dio
Su
testigo
e
por
quallar
[?]
en
verdad
informe
[?]
M.
V.
Digo
que
no
pagando
la
quantidad
que
es
costumbre
parezca
ante
mim.
Pare…[hoja
rota]”
(f.
3r).
Claramente,
se
trata
de
un
texto
de
carácter
legal.
El
“Francisco
Pérez”
mencionado
no
ha
sido
identificado,
pero
podría
estar
vinculado
al
manuscrito,
pues
una
especie
de
firma
que
dice
“Fran…”,
con
caligrafía
similar
a
la
de
la
Mano
3,
se
distingue
junto
a
una
serie
de
sumas,
en
posición
invertida
con
respecto
a
los
demás
textos
(f.
1r).
En
el
reverso
del
folio
3
se
aprecian
varias
palabras
sueltas
escritas
por
la
Mano
3,
entre
ellas
“Dize
domingo”,
“María
concebida”,
una
serie
de
letras
18
En
el
catálogo
de
la
Biblioteca
Nacional
de
España
el
Manuscrito
de
Salamanca
aparece
bajo
la
misma
signatura
que
el
volumen
de
cantatas.
Véase
la
reproducción
digital
completa
en
Biblioteca
Digital
Hispánica,
<http://bdh-‐rd.bne.es/viewer.vm?id=0000113424&page=1>
acceso
2-‐4-‐2017,
páginas
5-‐10
del
PDF.
7
mayúsculas
(AA,
BB,
CC,
BB)
y
el
nombre
“Gaspar”,
quizá
también
una
firma.
En
total
aparecen
tres
nombres
en
el
manuscrito:
Gaspar,
Francisco
y
Blas
(ver
Tabla
1).
Quizá
alguno
de
los
copistas
tuviera
uno
de
estos
nombres,
pero
resulta
arriesgado
afirmarlo.
Tabla
1:
Manuscrito
de
Salamanca.
Contenidos
(*)
8
Tabla
2.
Manuscrito
de
Salamanca.
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618.
Manos.
Las
diferencias
se
aprecian
especialmente
en
las
letras
L,
M,
N,
P
y
S.
Mano 1, f. 1r: “Unde hoc non est specialis pertinet…” Mano 2, f. 1r: “Para saber templar la gitarra…”
Mano 3, f.3r (“Año…”) y f. 2r (vítor). Mano 4, f. 1v: “dos Reales de vellón”.
Por
otra
parte,
la
Mano
4,
distinta
de
las
anteriores,
escribió
con
tinta
más
cargada
“dos
reales
de
vellón”
en
la
esquina
superior
derecha
de
una
de
las
hojas
(f.
1v).
Ya
que
no
hay
sumas
en
esa
misma
cara
del
papel,
se
puede
especular
que
este
es
el
precio
asignado
a
las
propias
hojas
del
manuscrito,
tal
vez
vendidas
a
un
coleccionista
del
siglo
XVIII
que
las
conservó
junto
al
volumen
de
cantatas.
De
hecho,
a
mediados
de
ese
siglo
dos
reales
habría
sido
un
precio
normal
para
un
documento
sobre
música
o
danza
de
pocas
páginas,
como
ejemplifican
los
anuncios
comerciales
de
Pablo
Minguet.19
No
obstante,
la
unión
de
ambos
manuscritos
también
podría
haberse
producido
en
época
más
reciente.
En
cualquier
caso,
parece
claro
que
el
grueso
de
los
contenidos
de
estas
tres
hojas
fue
copiado
alrededor
de
1659.
Da
la
impresión
de
que
el
copista
de
música
(Mano
2)
reutilizó
papeles
empleados
previamente
para
otros
menesteres
por
al
menos
dos
personas
del
entorno
salmantino
(Mano
1
y
Mano
3).
Varios
indicios
sugieren
que
la
Mano
3
es
la
de
una
persona
con
un
elevado
nivel
cultural,
tal
vez
un
funcionario
o
un
estudiante
universitario:
la
calidad
de
su
caligrafía,
el
contenido
de
los
textos
y
el
uso
del
símbolo
vítor.
Los
contenidos
musicales
del
manuscrito,
con
piezas
procedentes
de
Castilla
y
Portugal,
refuerzan
la
idea
de
que
estas
hojas
fueron
copiadas
en
Salamanca,
y
la
caligrafía
de
las
tres
manos
mencionadas
es
propia
de
la
segunda
mitad
del
siglo
XVII.
La
motivación
del
copista
de
música
para
escribir
las
cifras
de
violín
parece
haber
sido
su
uso
personal,
por
varias
razones:
son
copias
de
fragmentos
iniciales
(no
de
piezas
completas),
algunos
están
escritos
de
manera
descuidada
y
apretada
(ej.
Nº
10)
y
las
anotaciones
sobre
afinación
evidencian
que
pretendía
recordar
cómo
preparar
el
violín
partiendo
de
sus
conocimientos
previos
19
Por
ejemplo,
Quadernillo
de
diferentes
Danzas,
y
Contradanzas
q.[ue]
se
estilan,
demonstradas
por
media
Choregraphia:
en
10
Laminas
finas,
publicado
por
Pablo
Minguet,
se
anunciaba
por
4
reales
en
la
Gazeta
de
Madrid
el
20-‐10-‐1767;
citado
en
Sustaeta,
1993:
III,
200.
Contenía
diez
láminas
ilustradas,
seguramente
en
tamaño
de
bolsillo
(dieciseisavo),
para
poder
leerlas
y
bailar
al
mismo
tiempo,
al
igual
que
otras
publicaciones
sobre
danza
de
Minguet
recopiladas
en
el
ejemplar
de
la
Biblioteca
Nacional
de
España
E-‐Mn,
R/4203.
9
sobre
la
guitarra
de
cinco
órdenes.
De
hecho,
esta
fuente
revela
una
conexión
muy
estrecha
entre
el
repertorio
y
la
notación
para
ambos
instrumentos.
Tres
rasgos
lo
evidencian
claramente.
En
primer
lugar,
las
instrucciones
sobre
afinación
indican
correctamente
la
correspondencia
estándar
entre
las
cuerdas
de
los
dos
instrumentos:
Para
saber
templar
la
gitarra
prima,
con
prima.
Igualmente,
segunda
del
violin,
con
quinta
de
la
gitarra,
igualmente,
tercera
del
violín
con
quarta
de
la
gitarra,
igualmente
quarta
del
violin
con
tercera
de
gitarra.20
En
segundo
lugar,
el
uso
del
sistema
de
tablatura
en
lugar
de
la
notación
en
pentagrama
es
revelador
en
sí:
era
adecuado
para
los
usuarios
habituados
a
los
métodos
de
guitarra
y
no
requería
conocimientos
de
notación
musical.
Por
último,
el
repertorio
contenido
coincide
parcialmente
con
el
de
antologías
para
guitarra
de
fecha
próxima,
como
Instrucción
de
música
de
Gaspar
Sanz
(1674)
o
Luz
y
norte
musical
de
Lucas
Ruiz
de
Ribayaz
(1677).
Más
concretamente,
el
repertorio
del
Manuscrito
de
Salamanca
consiste
en
canciones,
bailes
y
danzas
que
formaban
parte
de
la
tradición
ibérica
del
XVII,
aunque
su
origen
geográfico
inicial
es
dudoso
en
la
mayoría
de
casos.
Aparecen
bailes
y
danzas
muy
habituales
en
el
teatro
del
Siglo
de
Oro,
como
la
jácara
(Nº
4),
la
chacona
(Nº
5
y
Nº
9),
la
gallarda
(Nº
10)
y
el
canario
(Nº
8);
junto
a
otros
menos
frecuentes
como
el
folijón
o
folión
(Nº
1).
Se
trata
mayoritariamente
de
bailes
y
danzas
cuyo
esquema
musical
se
empleaba
para
variaciones
o
“diferencias”
instrumentales
(como
se
llamaban
entonces).
Esta
flexibilidad
los
hacía
idóneos
para
acompañar
escenas
o
cambios
de
escena
teatrales
de
mayor
o
menor
duración,
adaptando
el
número
de
repeticiones.
Teniendo
en
cuenta
que
los
instrumentos
más
usuales
en
el
teatro
castellano
del
XVII
eran
la
guitarra
y
el
arpa,
cuya
música
se
solía
escribir
en
cifra,
es
posible
que
este
manuscrito
haya
pertenecido
a
algún
intérprete
de
estos
instrumentos
familiarizado
con
el
repertorio
teatral,
quizás
incluso
un
miembro
de
una
compañía
profesional.
21
Seguramente
el
copista
de
música,
el
recopilador,
el
intérprete
y
el
poseedor
del
manuscrito
hayan
sido
una
misma
persona.
El
hecho
de
que
utilizara
el
sistema
de
notación
en
cifra
sugiere
que
su
propósito
era
simplemente
recordar
cómo
ejecutar
melodías
que
conocía
bien
en
lo
que
respecta
al
ritmo,
la
armonía
y
el
número
de
repeticiones.
Es
decir,
se
trata
de
un
sistema
de
escritura
rápido,
con
un
fin
meramente
mnemotécnico.22
No
se
busca
la
precisión
que
podría
aportar
la
notación
en
20
Folio
1r,
párrafo
4.
La
primera
cuerda
del
violín
(mi)
se
corresponde
con
la
primera
de
la
guitarra,
la
segunda
(la)
con
la
quinta
de
la
guitarra,
la
tercera
(re)
con
la
cuarta
y
la
cuarta
(sol)
con
la
tercera,
bien
entendido
que
se
producen
cambios
de
octava.
Queda
fuera
de
la
explicación
la
segunda
cuerda
de
la
guitarra
(si),
que
no
coincide
con
ninguna
del
violín.
El
párrafo
escrito
justo
encima
presenta
un
texto
similar,
pero
con
tachones,
como
si
el
copista
dudara
sobre
el
contenido:
“Para
saber
templar
hase
de
poner
Prima,
con
prima,
igualmente
quinta
[sic]
segunda
del
violín
con
quinta
igualmente,
3ª
del
violín
puesto
con
4ª
igual,
4ª
del
violín
con
3ª
de
g[u]itarra
igual.”.
21
Flórez,
2015.
Véase
la
nota
8.
22
Sobre
la
enseñanza
musical
en
la
España
del
siglo
XVII
y
distintos
sistemas
de
notación
abreviada
con
fines
mnemotécnicos,
véase
Valdivia,
2014.
10
pentagrama,
mensural
u
ortocrónica.
En
1659,
y
hasta
bien
entrado
el
siglo
XVIII,
en
España
predominaba
el
sistema
mensural
(de
modo
particularmente
prolongado
con
respecto
a
otros
países),
mientras
que
la
asimilación
del
nuevo
sistema
ortocrónico,
con
valores
rítmicos
“absolutos”
(dentro
de
lo
que
la
naturaleza
flexible
de
la
música
permite),
fue
un
proceso
lento
que
estuvo
directamente
ligado
a
la
introducción
de
los
géneros
modernos
de
música
italiana,
como
la
sonata
para
violín
y
la
cantata,
y
del
sistema
tonal,
que
fue
sustituyendo
progresivamente
al
modal.
23
Así,
el
Manuscrito
de
Salamanca
testimonia
la
situación
anterior
al
cambio
profundo
que
supuso
la
introducción
de
esos
nuevos
géneros
italianos,
los
cuales,
además,
impulsaron
un
nuevo
uso
idiomático
del
violín.
Las
tablaturas
de
esta
fuente
son
muy
esquemáticas,
pues
solamente
representan
las
digitaciones,
sin
aportar
apenas
información
rítmica,
más
allá
de
las
líneas
verticales
que
separan
algunas
de
las
diferencias.
El
sistema
empleado
adapta
los
principios
básicos
de
las
cifras
para
guitarra,
con
la
primera
cuerda
representada
en
la
línea
inferior
y
las
siguientes
superpuestas
en
paralelo
hacia
arriba.
Los
números
utilizados,
del
0
al
4,
se
corresponden
con
la
digitación
del
violín:
cuerda
al
aire
(0),
dedo
índice
(1),
corazón
(2),
anular
(3)
y
meñique
(4).
Al
ser
un
instrumento
sin
trastes,
no
se
están
representando
alturas
absolutas,
sino
sólo
el
“nombre”
de
las
notas,
sin
que
sea
inmediato
deducir
si
son
naturales
o
alteradas.
Por
ello,
se
hace
necesario
averiguar
el
modo
o
tonalidad
y
el
esquema
armónico
de
cada
pieza
para
realizar
una
transcripción.
En
España,
las
cifras
para
violín
conocidas
son
muy
escasas
y
más
tardías.
De
las
fuentes
castellanas,
por
ahora
la
más
próxima
cronológicamente
es
casi
cien
años
posterior:
el
método
para
diferentes
instrumentos
Reglas
y
advertencias
generales
de
Pablo
Minguet
(Madrid,
ca.
1754).24
El
fascículo
sexto,
que
constituye
el
primer
tratado
didáctico
para
violín
impreso
en
castellano,
incluye
dos
páginas
de
láminas
con
cifras
mucho
más
completas
que
las
del
Manuscrito
de
Salamanca:
se
ayuda
al
usuario
presentando
en
paralelo
la
tablatura
y
el
pentagrama,
el
cual
resuelve
las
dudas
sobre
notas
naturales
o
alteradas.
Minguet
indica
incluso
las
direcciones
del
arco,
abajo
y
arriba.
Otra
fuente
española
con
cifras
para
violín,
pero
procedente
del
ámbito
mediterráneo,
es
el
cuaderno
de
danzas
que
perteneció
al
Marqués
de
Bellpuig,
de
la
familia
mallorquina
Damato
(E-‐Bc,
Mus.
3658).
Contiene
piezas
para
guitarra,
violín,
“mandola”
(mandolina)
y
archilaúd.
Las
tablaturas
para
violín
tienen
cuatro
líneas,
aunque
el
copista
utilizó
hojas
“pautadas”
con
cinco
líneas,
como
en
las
cifras
de
guitarra.
Las
piezas
para
violín
son
dieciséis
y
responden
a
las
siguientes
tipologías:
chacona,
españoleta,
canario,
marizápalos,
jácara,
tudesco,
pavana,
zarabanda,
burguesa
y
canción
(incipit
“Para
ti
será
todo”).
Curiosamente,
en
todas
ellas
se
emplea
la
scordatura
sol-‐re’-‐la’-‐re’’,
afinando
la
primera
cuerda
un
tono
más
abajo
de
lo
habitual.
A
juzgar
por
el
tipo
de
notación
y
el
repertorio,
que
es
predominantemente
español,
con
ausencia
de
las
danzas
francesas
generalizadas
en
las
fuentes
23
Ambas
cuestiones,
aplicadas
al
caso
de
Castilla,
son
estudiadas
con
detalle
en
Torrente,
2014b.
24
Existen
varios
ejemplares
en
la
Biblioteca
Nacional
de
España,
como
E-‐Mn,
M/894,
reproducido
en
Biblioteca
Digital
Hispánica,
cit.,
bdh0000161188.
El
privilegio
de
impresión
está
fechado
en
1752,
pero
en
las
portadas
de
los
fascículos
la
fecha
más
antigua
es
1754.
11
españolas
a
partir
de
1700
(minuet,
bourrée,
etc.),
se
puede
fechar
provisionalmente
este
manuscrito
a
finales
del
siglo
XVII.25
Fuera
de
España,
el
uso
de
tablaturas
para
violín
con
números
es
relativamente
habitual
en
colecciones
de
danzas
copiadas
en
Italia
desde
comienzos
del
siglo
XVII,
y
este
sistema
fue
exportado
rápidamente
a
otros
lugares
como
Alemania
y
Francia.
Esses
da
noticia
de
cinco
de
estas
colecciones,
fechables
entre
1613
y
1650
y
conservadas
actualmente
en
dos
manuscritos
en
Núremberg,
uno
en
Zagreb
y
uno
en
Bolonia,
así
como
en
la
edición
impresa
Il
scolare
di
Gasparo
Zannetti
per
imparar
a
suonare
di
violino
(Milán
1645).
Zannetti
anunciaba
en
la
portada,
como
reclamo
comercial,
el
sistema
de
“intavolatura
de
numeri
non
più
datti
alla
stampa”
(tablatura
de
números
no
antes
dada
a
la
imprenta).26
En
realidad,
para
entonces
dicho
sistema
ya
llevaba
décadas
utilizándose,
tanto
en
Italia
como
en
Francia.
Prueba
de
ello
es
un
breve
manuscrito
procedente
del
Sur
de
Francia
y
datado
a
principios
del
siglo
XVII,
el
cual
contiene
danzas
en
tablatura
italiana
con
números,
y
no
con
letras
como
las
francesas.27
En
cuanto
a
la
convivencia
de
menciones
a
la
guitarra
y
al
violín,
detectada
tanto
en
el
Manuscrito
de
Salamanca
como
en
el
del
Marqués
de
Bellpuig,
también
se
da
en
fuentes
italianas
del
XVII.
Así
lo
evidencia
el
Manuscrito
Musical
116
de
la
Biblioteca
Nazionale
Centrale
de
Florencia,
un
cancionero
que
contiene
un
repertorio
variado
(passacaglia,
balletti,
minuetto,
canario,
spagnoletta,
gran
duca,
etc.)
con
acompañamientos
para
guitarra
escritos
en
alfabeto.
Incluye
numerosos
poemas
en
dialecto
siciliano,
algo
habitual
en
cancioneros
italianos
contemporáneos,
por
lo
que
no
es
un
signo
claro
de
procedencia
geográfica.
Uno
de
ellos
está
fechado
en
1681,
año
que,
a
juzgar
por
el
tipo
de
notación
y
el
repertorio,
puede
ser
tomado
como
fecha
provisional
hasta
que
se
haga
un
estudio
profundo
de
la
fuente.28
Algunas
de
las
piezas
están
escritas
en
tablatura
para
violín
sin
indicaciones
rítmicas,
pero
sí
armónicas,
pues
el
copista
especificó
con
qué
acorde
de
base
se
tocaba
cada
melodía
(ej.
Canario
sopra
E,
f.
113r).
En
algunas
páginas
se
explica
la
correspondencia
de
notas
entre
el
violín
y
la
guitarra
partiendo
del
sistema
de
alfabeto.29
En
definitiva,
las
similitudes
entre
el
manuscrito
salmantino
y
las
fuentes
italianas
de
“intavolatura”
no
dejan
lugar
a
dudas
sobre
la
simultaneidad
de
repertorios
y
prácticas
musicales
a
ambos
lados
del
Mediterráneo.
25
Breve
mención
en
Yakeley,
1996:
“E-‐Bc,
Mus.
3658.
Music
ms.
single
volume.
Various
intabulations
for
violine,
mandola,
guitarra.
Italian
tablature
and
alfabeto
for
guitarra.
Late
17th
c./
early
18th".
Un
breve
estudio
global
del
manuscrito,
que
llama
la
atención
sobre
la
presencia
de
una
pieza
para
archilaúd,
aparece
en
Valdivia,
2006.
Incluye
la
lista
de
piezas
para
violín
y
la
transcripción
de
la
“Sarabanda”
del
f.
36r
(p.
10).
Valdivia
propone
datarlo
a
finales
del
siglo
XVII
basándose
en
el
repertorio.
He
podido
examinar
fotos
de
este
manuscrito,
cuya
notación
y
caligrafía
son
verosímilmente
de
esos
años.
26
N-‐gm,
Ms.
14976
M.
272
y
Ms.
33748
M.
271;
Z-‐aa,
Ms
Ia.44,
ff.
98r-‐99r;
I-‐Bc,
Ms.
AA/360;
Zanetti,
1645
(edición
facsímil
de
Archivum
Musicum,
Florencia,
1984).
Fuentes
citadas
en
Esses,
1992-‐94:
I,
333.
Sobre
las
fuentes
de
Núremberg,
véase
Tschernitschegg,
1930;
sobre
otras
tablaturas,
véase
Rônez,
2012,
vol.
II.
27
Manuscrito
en
F-‐Pn,
R6s.
Vmb.
ms.
5;
comentado
en
Lesure,
1954:
53.
28
I-‐Fn,
Mus.
Mss.
116;
descrito
brevemente
en
Bartoli
Bacherini,
2002.
Para
este
estudio
han
sido
examinadas
fotografías
de
este
manuscrito.
29
Un
ejemplo
es
la
sección
“Per
sapere
le
lettere
della
chitarra
dove
stanno
al
violino”
(Para
saber
dónde
están
las
letras
de
la
guitarra
en
el
violín,
f.
119v).
12
30
La
fuente
castellana
con
música
para
violín
más
próxima
en
el
tiempo
conocida
por
ahora
es
el
Manuscrito
Gusarañas
(Real
Academia
Española,
Fondo
Rodríguez
Moñino,
RM-‐9322),
aún
pendiente
de
un
estudio
y
transcripción
completos
que
permitan
tomarlo
como
referencia.
Seguramente
fue
copiado
en
Madrid
hacia
1680-‐1700,
como
se
argumento
en
el
primer
estudio
global
del
manuscrito,
que
aparece
en
Lombardía,
2015.
Este
estudio
incluye
la
contextualización
del
manuscrito,
la
descripción
de
sus
contenidos
y
la
edición
crítica
de
dos
series
de
piezas
(pavanas
y
sonadas).
Posteriormente
Jesús
Fernández
Baena
(grupo
musical
La
Galanía)
y
Iago
Mejuto
(Real
Conservatorio
Superior
de
Música
de
Madrid)
han
realizado
transcripciones
musicales
parciales,
por
ahora
inéditas.
En
2019
este
manuscrito
será
objeto
de
un
estudio
pormenorizado
gracias
a
una
Berenson
Fellowship
concedida
a
Ana
Lombardía
por
Harvard
University’s
Villa
I
Tatti.
31
Sanz,
1674;
Ruiz
de
Ribayaz,
1677;
Guerau,
1694;
transcripciones
en
Esses,
1992-‐94:
II.
32
Torrente,
2016:
218.
13
africanos
que
trabajaban
en
las
colonias
iberoamericanas.33
El
propio
manuscrito
hace
referencia
a
la
coexistencia
de
música
de
Castilla
y
Portugal
en
los
títulos
de
la
Chacona
castellana
(Nº
5)
y
la
Chacona
portuguesa
(Nº
9),
lo
cual
parece
lógico
teniendo
en
cuenta
la
ubicación
geográfica
de
Salamanca,
centro
de
cultura
próximo
a
las
ciudades
del
norte
luso,
como
Coimbra
y
Braga,
así
como
a
la
capital
castellana,
Madrid.
Por
ello,
se
justifica
la
comparación
de
esta
fuente
con
otras
procedentes
de
los
lugares
mencionados.
Viene
a
colación
recordar
los
comentarios
que
hacía
Esquivel
en
1642
sobre
la
elevada
movilidad
de
los
maestros
de
danza
en
la
Península
Ibérica,
lo
cual
permite
suponer
que
la
música
bailable
también
habría
circulado
rápidamente.34
A
continuación
se
propone
una
interpretación
de
cada
una
de
las
diez
tablaturas
del
Manuscrito
de
Salamanca,
por
orden
de
aparición
en
la
fuente,
argumentando
los
criterios
para
su
transcripción.
Como
se
ha
mencionado,
la
notación
es
muy
esquemática,
recogiendo
solamente
las
digitaciones
y
las
divisiones
de
fraseo
entre
los
distintos
módulos
y/o
diferencias.
Estas
divisiones
están
representadas
con
líneas
verticales
(que
no
son,
por
tanto,
líneas
divisorias
de
compás,
ni
coinciden
necesariamente
con
éstas
en
la
transcripción).
Dado
que
la
mayoría
de
los
bailes
y
danzas
recogidos
en
el
manuscrito
eran
objeto
de
un
número
flexible
de
diferencias,
se
puede
suponer
que
estas
no
son
melodías
completas,
sino
simplemente
fragmentos
iniciales
que
continuarían
con
otras
diferencias
instrumentales
y,
en
su
caso,
otros
versos
cantados.
Además,
teniendo
en
cuenta
que
el
copista
no
poseía
grandes
conocimientos
de
técnica
violinística
o
lenguaje
musical
(como
demuestran
los
párrafos
sobre
afinación
y
el
propio
uso
de
tablaturas),
se
puede
asumir
que
las
digitaciones
del
violín
emplean
solamente
la
primera
posición
de
la
mano
izquierda.
Seguramente
el
copista,
como
otros
músicos
del
ámbito
popular,
tampoco
tuviera
conocimientos
de
contrapunto.
A
este
respecto,
lo
más
probable
es
que
en
el
repertorio
popular
no
se
siguieran
las
normas
recogidas
por
los
teóricos
de
la
época.
Por
ello,
no
resulta
sorprendente
que
en
estos
ejemplos
se
den
varios
casos
de
quintas
y
octavas
paralelas
entre
el
bajo
y
el
violín.
En
la
transcripción
se
emplean
criterios
editoriales
y
símbolos
uniformes.35
33
Algunas
referencias
básicas
sobre
los
bailes
y
danzas
practicados
en
la
Península
Ibérica
durante
el
siglo
XVII
son
Esses,
1992-‐94;
Russell,
1995;
Gándara,
2009;
Budasz,
2001;
Valdivia,
2015;
Torrente,
2016:
215-‐32.
34
Esquivel
relata
que
había
trabajado
como
maestro
de
danza
en
Madrid
antes
de
trasladarse
a
Sevilla
en
1637:
“[…]
Y
assi
yo,
el
año
de
treinta
y
siete,
recien
venido
de
la
Corte
a
esta
Ciudad
[de
Sevilla]
[…]”;
en
Esquivel,
1642,
f.
43r.
Incluye
dos
listados
de
“Maestros
[de
danza]
que
hoy
hay
en
Madrid”
(ff.
46v-‐47r)
y
“Más
Maestros
de
Madrid”
(f.
47r)
que
en
realidad
mencionan
también
a
profesionales
activos
en
otras
ciudades,
como
Alcalá
de
Henares,
Toledo,
Málaga
y
Cádiz.
Precisamente
Esquivel
menciona
tres
sones
presentes
en
el
Manuscrito
de
Salamanca
que,
aunque
inicialmente
se
consideraban
“bailes”
populares,
adquirieron
tal
aceptación
que
llegaron
a
ser
integrados
en
las
escuelas
de
“danza”
cortesana:
la
chacona,
la
jácara
y
el
canario
(f.
30v).
Véase
un
estudio
completo
sobre
el
tratado
de
Esquivel
en
Brooks,
2003.
35
Criterios
editoriales
de
los
ejemplos
musicales:
Para
la
elección
de
compases,
se
ha
optado
por
aquellos
más
comunes
y
de
lectura
más
fácil
en
la
notación
actual.
Todos
los
añadidos
editoriales
están
diferenciados
gráficamente:
los
bajos
en
tamaño
pequeño,
las
líneas
divisorias
con
trazo
discontinuo,
y
las
armaduras,
signos
de
compás,
notas
y
cualquier
otro
símbolo
añadido
entre
corchetes.
Las
líneas
divisorias
y
dobles
barras
continuas
reproducen
las
líneas
verticales
del
manuscrito.
En
el
final
de
cada
ejemplo,
se
ha
optado
por
utilizar
doble
barra,
pero
es
de
suponer
que
la
música
continuaría
con
otras
diferencias
sobre
el
bajo
correspondiente.
La
línea
del
bajo,
salvo
indicación
contraria,
representa
las
notas
fundamentales
de
cada
acorde,
no
necesariamente
la
más
grave
(se
podrían
tocar
los
acordes
en
distintas
inversiones).
Leyenda:
Vn.=
Violín;
B.=
Bajo;
*=
lugares
donde,
en
el
manuscrito,
se
sitúan
líneas
verticales
no
mantenidas
en
la
transcripción;
!=
notas
o
acordes
modificados
con
respecto
al
manuscrito
o
al
modelo
armónico
seleccionado.
14
36
Cotarelo,
1911:
ccxlvi.
37
Autógrafo
en
Biblioteca
Nacional
de
España
(E-‐Mn,
Ms.
16505);
cit.
Buezo
(ed.),
1993-‐2005:
II,
29.
Descripción
y
edición
crítica
de
la
obra
en
Buezo
(ed.),
1993-‐2005:
II,
467-‐73,
donde
se
sugiere
la
fecha
ca.
1662
basándose
en
circunstancias
de
los
actores
mencionados
en
la
fuente.
Probablemente
la
obra
fue
escrita
en
Madrid,
donde
solían
actuar
las
compañías
de
Diego
de
Osorio
y
Pedro
de
la
Rosa
(mencionados
en
el
manuscrito),
según
González,
2010
38
Edición
crítica
en
Buezo
(ed.),
1993-‐2005:
II,
467-‐73
(ver
p.
472,
versos
103-‐116).
39
Se
baila
el
folión
en
La
manzana
(Francisco
Antonio
de
Monteser,
ca.
1668)
y
Los
alcaldes
(Manuel
León
Merchante,
ca.
1680).
Ver
Buezo
(ed.),
1993-‐2005:
I,
346-‐47;
ediciones
en
Id.:
II,
322-‐36
y
403-‐14.
40
Buezo
(ed.),
1993-‐2005:
II,
283-‐87
(cita
en
la
p.
285).
41
Real
Academia
Española,
Diccionario
de
la
lengua
castellana,
Madrid,
1732:
773.
42
Real
Academia
Española,
Diccionario
de
la
lengua
castellana,
Madrid,
1791:
431.
43
Sobre
la
guitarra
de
cinco
órdenes
en
Portugal
y
Brasil,
véase
Budasz,
2001.
Sobre
España,
véase
Esses,
1992-‐94.
Sobre
la
folía,
véanse
Hudson,
1982
(estudio
global);
Fiorentino,
2013
(primera
etapa,
s.
XVI).
15
denomina
“folía
temprana”
(ca.
1600
–
ca.
1670)
y
“folía
tardía”
(desde
ca.
1670),
los
cuales
suelen
asociarse
en
las
fuentes
de
la
época
respectivamente
a
España
e
Italia.44
Para
realizar
esta
transcripción,
se
ha
recurrido
a
los
patrones
armónicos
y
células
rítmicas
predominantes
en
los
ejemplos
de
folía
para
guitarra
de
fuentes
ibéricas
cronológicamente
próximas,
en
concreto
dos
de
Sanz
(1674),
dos
de
Ruiz
de
Ribayaz
(1677)
y
uno
de
Guerau
(1694).45
Todos
están
en
Re
menor
y
emplean
una
estructura
de
16
compases.46
Predomina
el
esquema
de
“folía
tardía”,
con
la
única
excepción
del
ejemplo
de
Ribayaz,
que
emplea
el
esquema
de
“folía
temprana”.
En
cuanto
a
células
rítmicas,
en
los
cinco
ejemplos
se
utilizan
recurrentemente
las
siguientes,
en
3/4:
blanca
con
puntillo,
blanca-‐negra,
tres
negras,
negra
con
puntillo-‐tres
corcheas
y
negra-‐cuatro
corcheas.
El
fragmento
de
Salamanca,
sin
líneas
verticales,
refleja
claramente
una
frase
musical
cuyo
centro
tonal
es
re,
asumiendo
que
el
violinista
emplea
solamente
la
primera
posición
de
la
mano
izquierda.
Se
repiten
varias
veces
consecutivas
las
notas
fa
al
inicio
(apropiado
sobre
el
acorde
de
tónica),
sol
(apropiado
sobre
el
acorde
de
séptimo
grado)
y
la
(dominante),
antes
de
finalizar
con
un
giro
cadencial
re-‐mi-‐do
[sostenido]-‐re.
Esta
melodía
encaja
con
el
esquema
de
“folía
tardía”,
utilizando
las
tres
células
rítmicas
más
recurrentes
en
los
ejemplos
mencionados.
Dado
que
hay
26
notas
para
16
compases,
el
resultado
es
un
tanto
estático,
especialmente
en
la
segunda
mitad,
donde
abundan
las
blancas
con
puntillo.
Es
posible
que
el
copista
omitiera
algunos
números
de
digitación
al
realizar
la
transcripción,
pero
en
ausencia
de
otros
ejemplos
melódicos
de
folijones
contemporáneos,
no
se
puede
afirmar
con
seguridad.
44
Otra
denominación
que
alude
al
el
Noroeste
de
la
Península
Ibérica
es
“folía
gallega”,
que
emplea
Santiago
de
Murcia
en
un
ejemplo
del
Códice
Saldívar
nº
4
(ca.
1732),
editada
en
Russell,
1995:
II,
198-‐201.
No
parece
tener
relación
con
Portugal,
sino
más
bien
con
la
“gaita”
o
“gaita
gallega”,
caracterizada
por
notas
pedal
equivalentes
al
bordón
de
una
gaita,
como
en
las
“folías
agaitadas”
de
Fernández
de
Huete,
1702:
lámina
11
(transcripción
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D124).
45
Sanz,
1674:
18r
(transcripción
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D110)
y
40r
(Id.,
D117);
Ruiz
de
Ribayaz,
1677:
66
(Id.,
D111)
y
112-‐14
(Id.,
D123);
Guerau
1694:
51r-‐53r
(Id.,
D118).
En
cuanto
a
fuentes
portuguesas,
los
ejemplos
conocidos
para
guitarra
y
teclado
han
sido
fechados
después
de
1700.
Para
guitarra
hay
ejemplos
que
responden
al
esquema
“folía
tardía”
en
el
Códice
de
Coimbra
(principios
del
s.
XVIII)
y
el
manuscrito
del
Conde
de
Redondo
(mediados
del
s.
XVIII);
ver
Budasz,
2001:
80,
106-‐
108
y
402-‐404.
Para
teclado
hay
ejemplos
del
mismo
esquema
en
manuscritos
conservados
en
Oporto
(P-‐Pm
Ms.
1577
Loc.
B,
5;
ca.
1712)
y
Braga
(P-‐B
Ms.
964;
ca.
1720);
ver
Esses,
1992-‐94:
I,
265-‐71;
Id.,
II,
D135
y
D137.
Tampoco
aparece
el
folijón
en
estudios
sobre
el
siglo
XVIII
portugués,
como
Budasz,
2011.
46
En
los
ejemplos
castellanos
conocidos
de
folías
del
siglo
XVI
también
se
emplea
la
estructura
de
16
compases,
correspondiéndose
con
cada
estrofa
cantada
de
cuatro
versos
octosílabos
o
heptasílabos.
Asimismo,
en
las
melodías
abunda
la
célula
blanca-‐negra
(dos
notas
por
compás,
favoreciendo
que
encaje
la
estructura
poética
mencionada).
Véase
Fiorentino,
2013:
36-‐39
(esquemas
extraídos
del
Cancionero
de
Palacio),
150-‐53
(esquema
de
“folía
temprana”
instrumental).
16
Ej. 1: Foligones [Folijones, Foliones]. (Imagen: Biblioteca Nacional de España, M/2618).
Nº
2.
Morisqua
[Morisca]
La
“morisca”
o
“moresca”
(como
se
denominaba
en
la
mayoría
de
países)
era
una
danza
teatral,
empleada
al
menos
desde
el
siglo
XVI
en
escenas
bélicas
entre
“moros”
y
cristianos.47
En
las
fuentes
musicales
ibéricas
del
XVII,
los
ejemplos
conocidos
son
muy
excepcionales.
Sin
embargo,
algunos
manuscritos
de
otras
procedencias
han
permitido
completar
la
información
musical
suficiente
para
proponer
algunas
reconstrucciones,
como
las
de
Francisco
Valdivia.48
Según
Valdivia,
la
fuente
ibérica
más
antigua
de
la
morisca
es
“Dança
o
entrada
de
sarao
español”
de
Briceño
(1626),
que
aporta
el
texto
lírico
y
los
acordes
del
acompañamiento
en
cifra:
i-‐VII-‐III-‐VII-‐III-‐VII-‐III-‐VIb-‐VII-‐III
|
III-‐
VII-‐i-‐iv-‐V-‐i-‐iv-‐V-‐I.49
En
la
Biblioteca
Nacional
de
Francia
se
conserva
otra
versión
ligeramente
diferente,
copiada
en
tablatura
con
ritmo
de
rasgueado
(F-‐Pn,
Ms
Rés
1402).
Su
secuencia
armónica
un
poco
más
extensa,
aunque
omite
el
VI
grado,
cosa
que
también
ocurre
en
el
Códice
Saldivar
4
de
Santiago
de
Murcia
(ca.
1732).
En
cuanto
al
ritmo,
en
compás
ternario
(se
puede
transcribir
en
3/4)
se
alternan
insistentemente
dos
motivos,
uno
punteado
(negra
con
puntillo-‐corchea-‐negra)
y
otro
yámbico
(negra-‐blanca).
Combinando
estas
dos
fuentes,
Valdivia
propone
una
reconstrucción
de
la
morisca
en
dos
frases
de
diez
compases
cada
una,
la
primera
en
Fa
Mayor
(grado
III
de
Re
menor)
y
la
segunda
en
Re
menor
(centro
tonal
principal).
Dos
elementos
de
esta
trascripción
parecen
especialmente
47
Sutton,
Julia,
‘Moresca
[morisca]’,
Grove
Music
Online.
48
Valdivia,
2015:
227-‐29.
49
Briceño,
1626:
f.
13v;
comentario
y
reconstrucción
en
Valdivia,
2015:
227-‐29.
17
apropiados
para
escenas
teatrales
bélicas:
los
ritmos
punteados
y
los
saltos
de
cuarta
asignados
al
bajo
(fa-‐do),
a
modo
de
fanfarria.50
Otros
ejemplos
musicales
de
moriscas
del
XVII
están
en
Re
Mayor.
Es
el
caso
de
la
que
aparece
en
el
Manuscrito
M-‐471
de
Braga
(1690-‐1704),
concretamente
en
el
Balle
de
las
danças
(I,
ff.
273-‐77),
pieza
teatral
donde
son
personificados,
entre
otros,
tres
bailes
que
aparecen
en
el
Manuscrito
de
Salamanca:
la
morisca,
la
chacona
y
el
zarambeque.51
Junto
al
texto
(“Morisca
cantando
y
dançando:
La
morisca
lleva
las
palmas/
bien
lo
saben
bayles
y
danças”)
está
copiado
un
“guião”
(guión)
para
el
acompañamiento
musical.
Es
un
esquema
de
nueve
pulsos
en
Re
Mayor,
en
ritmo
ternario
con
una
hemiola,
sobre
la
armonía
I-‐V-‐IV-‐V-‐I.
Dentro
de
la
música
culta
de
Francia
e
Italia,
las
morescas
conocidas
del
XVII
también
están
en
compás
ternario
y
modo
mayor,
como
las
de
Monteverdi
(1607),
Praetorius
(1612)
y
Mersenne
(1636-‐37).52
Estos
ejemplos
comparten,
además,
la
insistencia
en
la
mencionada
célula
rítmica
punteada
(negra
con
puntillo-‐corchea-‐negra),
pero
la
célula
yámbica
se
sustituye
por
una
trocaica
(blanca-‐negra).
Por
otra
parte,
se
conoce
un
ejemplo
de
finales
del
siglo
XVI
en
compás
binario,
recogido
por
Arbeau
(1588).
La
cifra
de
violín
de
Salamanca
fue
transcrita
por
Esses
en
compás
binario,
lo
cual
no
se
justifica
para
la
época
del
manuscrito.
Además,
Esses
no
partía
de
la
fuente,
sino
de
la
copia
realizada
por
Pennington,
que
presenta
varios
defectos:
omite
las
notas
10
y
15
(fa)
y
escribe,
como
último
número,
un
3
en
la
primera
cuerda
(la)
en
lugar
de
la
segunda
(re),
lo
cual
tiene
consecuencias
de
peso
en
la
sensación
tonal.
Por
ello,
se
hace
necesaria
una
nueva
transcripción.
La
cifra
salmantina
contiene
varias
líneas
verticales
después
de
las
notas
do
(dedo
2
en
la
segunda
cuerda),
fa
(1
en
la
primera
cuerda)
y
re
(3
en
la
segunda
cuerda),
lo
cual
coincide
con
los
puntos
principales
de
la
secuencia
armónica
de
Briceño,
en
compás
ternario
y
Re
menor.
En
cuanto
a
la
melodía,
las
digitaciones
del
manuscrito
salmantino
indican
la
insistencia,
en
la
primera
frase,
en
los
saltos
de
cuarta
(fa-‐do),
igual
que
en
la
reconstrucción
de
Valdivia.
Por
ello,
parece
razonable
basar
esta
transcripción
en
el
modelo
de
Briceño,
aunque
ello
requiere
adaptar
ligeramente
la
secuencia
armónica,
omitiendo
el
acorde
de
tónica
inicial
y
el
de
sexto
grado,
como
ocurre
en
otras
fuentes
mencionadas
(Ej.
2).
50
Otra
reconstrucción
ligeramente
distinta,
que
se
basa
en
los
dos
mismos
motivos
rítmicos,
se
propone
en
García,
2015:
27-‐29.
51
P-‐BRd,
M-‐471,
recopilado
por
Felipe
Jacome
de
Sousa
entre
1690
y
1704.
Es
una
fuente
muy
relevante
sobre
el
teatro
breve
y
su
música
en
el
norte
de
Portugal,
pues
incluye
notación
musical
para
42
de
los
67
“bailes”
teatrales
que
contiene.
Véase
un
estudio
completo
en
Gándara,
2009.
Sobre
el
Balle
de
las
danças
véanse
las
pp.
75-‐76
(comentario),
393-‐98
(edición
filológica)
y
768-‐76
(edición
musical).
52
Véase
Sutton,
Julia,
‘Moresca
[morisca]’,
Grove
Music
Online,
que
incluye
ejemplos
musicales
de
Arbeau
(Orchésographie,
1588)
y
Mersenne
(Harmonie
universelle,
1636-‐37,
II,
p.
171,
“La
Moresque”,
en
3/2).
Otros
ejemplos
similares
a
Mersenne
se
encuentran
en
Monteverdi
(Orfeo,
1607,
“Moresca”,
danza
final,
en
6/8)
y
Praetorius
(Terpsichore,
1612,
“La
Moresque”,
XLII
y
XVIII,
en
3/2).
18
Ej. 2: Morisqua [Morisca]. (Imagen: Biblioteca Nacional de España, M/2618).
A
esta
propuesta
se
puede
incorporar
incluso
el
texto
cantado.
El
rango
limitado
de
la
melodía,
de
una
sexta,
es
apropiado
para
una
canción
popular,
si
bien
la
tesitura
ha
de
ser
una
octava
más
grave
para
la
voz
que
para
el
violín,
sobre
todo
si
pensamos
en
cantantes
con
una
técnica
más
“natural”
que
operística.
El
registro
resultante
sería
cómodo
para
voz
de
contralto
o
barítono.
En
el
fragmento
de
Salamanca
la
primera
frase
musical
es
demasiado
corta
para
abarcar
al
completo
la
primera
estrofa
recogida
por
Briceño,53
de
modo
que
en
esta
reconstrucción
se
suprimen
los
versos
3
53
“Y
danza
morica[,]/bayla
morica[,]/
bayla
como
dançare/
como
dançare.//Al
son
de
la
biyuela[,]/
como
bien
sabréis[,]/
como
bien
sabréis[,]/
como
bien
sabréis[.]".
Briceño,
1626:
f.
13v.
19
y
4.
La
segunda
frase
musical,
más
extensa,
permite
asignar
a
la
voz
todo
el
texto
de
la
segunda
estrofa,
con
ligeras
adaptaciones
como
el
uso
de
melismas
(compás
13)
o
la
unión
de
notas
de
altura
igual
(compás
14).
Se
ha
procurado
seguir
la
prosodia
en
lo
posible,
con
algunos
ajustes
como
los
de
la
palabra
“como”.
Más
allá
de
la
utilización
de
este
texto
u
otros
para
el
canto,
no
cabe
duda
de
que
el
Manuscrito
de
Salamanca
es
de
gran
valor
para
reconstruir
la
“morisca
a
la
española”,
aportando
el
eslabón
hasta
ahora
perdido:
el
de
la
melodía.
Nº
3.
Rugero
[Ruggiero]
Este
esquema
armónico-‐rítmico
es
muy
abundante
en
las
antologías
para
vihuela
o
guitarra
de
los
siglos
XVI
y
XVII.
Aunque
su
nombre
y
probablemente
su
origen
sean
italianos,
su
presencia
en
recopilaciones
de
autores
españoles
se
da
desde
el
siglo
XVI.54
El
esquema
armónico
de
Ortiz
se
detecta
sin
grandes
cambios
en
diversos
manuscritos
instrumentales
de
finales
del
siglo
XVI
y
principios
del
XVII:
modo
mayor,
compás
binario
(transcribible
en
4/4),
módulos
cortos,
generalmente
de
dos
compases
y
en
número
par
(cuatro
u
ocho
módulos,
sumando
respectivamente
ocho
o
dieciséis
compases)
y
plan
armónico
general
I…V
|
V…I
||,
con
el
cambio
a
la
dominante
hacia
el
compás
7-‐8
y
el
retorno
a
la
tónica
en
el
16.
La
riqueza
armónica
dentro
de
este
esquema
general
varía
según
los
ejemplos.
En
cuanto
al
patrón
rítmico
de
la
melodía,
existen
ejemplos
téticos
y
anacrúsicos.55
En
fuentes
españolas
de
la
época
del
Manuscrito
de
Salamanca,
son
destacables
los
dos
ejemplos
que
recoge
Sanz
con
el
título
rugero
o
rujero,
uno
de
rasgueado
(f.
18r)
y
otro
punteado
(f.
41r).56
Ambos
se
ajustan
al
modelo
general
apenas
descrito:
Re
Mayor,
compás
binario
(4/4),
módulos
de
dos
compases
y
frases
de
cuatro
compases
(4+4+4+4
en
el
primer
ejemplo
y
4+4+8
en
el
segundo).
Sanz
enriquece
la
armonía
con
subdominantes
ocasionales
(grados
II
y
IV).
También
Ribayaz
incluye
tres
piezas
tituladas
rugero.
Dos
están
en
Re
Mayor,
una
(p.
67)
en
ritmo
ternario
y
estructura
de
8+8+6
compases,
algo
inusual,
y
la
otra
(pp.
78-‐79)
siguiendo
el
mismo
modelo
que
Sanz.
La
tercera,
más
extensa
y
elaborada
(pp.
126-‐28),
consta
de
tres
diferencias,
la
primera
de
las
cuales
refleja
el
modelo
general
binario
en
Sol
Mayor,
con
melodías
anacrúsicas.57
Sanz
y
Ribayaz
coinciden
en
emplear
células
rítmicas
básicas
de
subdivisión
binaria,
como
una
blanca,
dos
negras
o
cuatro
corcheas.
La
tablatura
de
Salamanca
presenta
patrones
repetidos
de
digitación
y
líneas
verticales
que
muestran
claramente
la
repetición
de
determinados
módulos,
siguiendo
la
estructura
aabcdbcd.
La
insistencia
en
la
nota
re
(inicial
y
final)
indican
el
uso
de
Re
Mayor.
Se
ha
transcrito
esta
pieza
con
los
rasgos
predominantes
en
Sanz
y
Ribayaz.
El
ritmo
podría
ser
tético
o
bien
anacrúsico,
como
propone
54
Aparece,
por
ejemplo,
en
El
Maestro
de
Luis
de
Milán
(Valencia,
1536),
como
“pavana”,
y
en
el
Tratado
de
glosas
de
Diego
Ortiz
(Roma,
1553),
como
“tenor
italiano”.
55
Gerbino,
Giuseppe
and
Silbiger,
Alexander,
“Ruggiero”,
Grove
Music
Online.
Un
ejemplo
prototípico
con
anacrusas
es
el
del
manuscrito
italiano
I-‐Bc
Q34,
(principios
del
s.
XVII;
nº
2
en
Grove
Music
Online).
56
Transcripciones
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D365
y
D367.
57
Transcripciones
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D366
(R.
de
Ribayaz,
p.
67),
D368
(Id.,
78-‐79)
y
D369
(Id.,
126-‐28).
20
Esses
en
su
versión.
La
segunda
opción
es
retenida
en
esta
propuesta.58
La
armonía
implícita
es
muy
sencilla,
basada
en
los
grados
I
y
V
(ver
el
bajo
añadido
en
tamaño
pequeño,
que
se
inspira
en
el
ejemplo
rasgueado
de
Sanz).
Ej.
3:
Rugero
[Ruggiero].
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
Nº
4.
Jachara
[Jácara]
La
jácara
fue
sin
duda
uno
de
los
bailes
cantados
más
populares
en
la
España
del
siglo
XVII,
como
demuestran
las
numerosas
menciones
en
obras
dramáticas
de
la
época.59
La
bibliografía
sobre
este
baile
es
ya
relativamente
amplia.
Sus
características
musicales
generales
han
sido
estudiadas
por
Craig
Russell
y
Leonardo
Waisman,
mientras
que
la
relación
música-‐texto,
con
ejemplos
concretos
de
transcripciones,
se
analiza
en
trabajos
más
recientes
de
Francisco
Valdivia
y
Álvaro
Torrente.60
Russell
58
En
el
compás
8,
la
nota
1
es
un
Si,
pero
Esses
escribió
Do
por
un
error
previo
en
la
publicación
de
Pennington,
quien
había
escrito
la
digitación
2
en
lugar
de
1.
59
Para
una
panorámica
general,
véase
Torrente,
2016:
227-‐30.
60
Russell,
1995:
26-‐30;
Waisman,
1996
(inédito,
cit.
Torrente,
2014);
Valdivia,
2012;
Torrente,
2014.
21
y
Waisman
coinciden
en
la
recurrencia
de
Re
menor
y
del
compás
ternario
(ambos
escriben
sus
ejemplos
en
3/4),
así
como
en
la
existencia
de
al
menos
dos
patrones
melódicos
prototípicos,
un
Melotipo
1
de
perfil
ondulante
que
va
de
la
tónica
a
la
sensible
(re
mi
fa
mi
re
do#)
y
un
Melotipo
2
de
perfil
ascendente
que
va
de
la
tónica
a
la
dominante
(re
mi
fa
sol
la).
Ambos
siguen
un
patrón
rítmico
constante
en
negras,
casi
siempre
acéfalo,
empezando
en
la
segunda
parte
del
compás,
aunque
puede
haber
ejemplos
téticos
si
la
melodía
empieza
con
la
repetición
de
la
tónica
(re
re
mi
fa…).
Russell
establece
dos
patrones
armónicos
básicos
de
cuatro
compases,
donde
los
dos
últimos
tienen
frecuentemente
una
hemiola.
El
Tipo
1
alterna
la
tónica
menor
y
la
dominante
mayor,
i
|
i
|
V
|
V
||,
mientras
que
el
Tipo
2
es
más
elaborado,
i
|
(III)
-‐
VI
|
V
-‐
i
|
V
||.
La
tablatura
de
Salamanca
se
divide
en
dos
módulos,
“Jachara”
y
“Diferencia”.
La
“Jachara”
se
corresponde
con
el
Melotipo
1
en
su
versión
tética,
terminando
con
repeticiones
de
la
sensible.
Esta
melodía
encaja
perfectamente
con
el
bajo
Tipo
1.
Si
se
tocan
todas
las
notas
en
arcos
separados,
las
negras
do
sostenido
de
los
compases
3-‐4
y
7-‐8
coincidirían
siempre
con
el
arco
abajo,
gesto
que
provoca
acentos
de
modo
natural,
generando
hemiolas.
La
“Diferencia”
se
mantiene
en
un
registro
cómodo
del
violín
en
primera
posición,
pero
esta
vez
con
perfil
descendente
de
dominante
a
tónica,
y
termina
de
nuevo
con
la
repetición
insistente
de
la
sensible.
No
cabe
duda
de
que
el
copista
de
Salamanca
estaba
tratando
de
recordar
simplemente
el
comienzo
con
el
que
poder
arrancar
una
serie
de
variaciones
más
o
menos
improvisadas.
Cuando
estuviera
disponible
una
guitarra
acompañante,
ésta
seguramente
marcaría
con
el
rasgueado
los
cambios
de
acentuación.
Este
ejemplo
tan
prototípico
confirma
la
validez
de
los
modelos
propuestos
en
estudios
anteriores
para
la
música
de
la
jácara.
Ej.
4:
Jachara
[Jácara].
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
22
61
Para
una
panorámica
general,
con
citas
de
los
escritores
mencionados,
véase
Torrente,
2016:
215-‐21.
62
Arañés,
1624:
22-‐23;
transcripción
de
los
compases
1-‐23
y
comentario
en
Torrente,
2016:
225-‐26.
63
Sanz,
1674:
f.
41r
(transcripción
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D41);
Ruiz
de
Ribayaz,
1677:
109-‐110
(Id.,
D43).
64
Torrente,
2017.
65
Torrente,
2016:
219-‐26.
66
La
variedad
rítmica
de
la
chacona
también
se
refleja
en
fuentes
castellanas
de
la
primera
década
del
siglo
XVIII.
Véanse
las
chaconas
de
Flores
de
Música,
recopilado
por
Antonio
Martín
y
Coll
entre
1706
y
1709
(transcripción
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D44-‐D47),
y
del
Libro
de
diferentes
cifras
de
guitara,
anónimo
de
ca.
1705
(transcripción
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D40).
Aparecen
tanto
chaconas
téticas
con
ritmos
regulares,
frecuentemente
punteados,
como
chaconas
con
ritmos
acéfalos
y
hemiolas.
23
se
trata
de
una
melodía
en
Do
Mayor,
pero
no
funcionaría,
dado
que
el
segundo
módulo
empieza
con
la
nota
si
repetida,
que
generaría
una
disonancia
con
el
do
del
bajo
(acorde
de
tónica);
además,
sólo
hay
una
nota
do
en
toda
la
melodía,
lo
cual
resultaría
extraño.
Parece
más
lógico
que
la
melodía
esté
en
Sol
Mayor,
pero
para
que
encaje
con
un
bajo
estándar
es
necesario
desplazar
al
segundo
módulo
la
nota
sol
que
el
copista
escribió
antes
de
la
línea
vertical.
En
la
solución
propuesta,
esta
melodía
encaja
con
un
bajo
estándar
del
Tipo
1.67
Podría
ser
cantada
con
los
versos
octosílabos
que
Miguel
de
Cervantes
escribió
para
la
chacona
de
La
ilustre
fregona
(1613):
“El
baile
de
la
chacona/
encierra
la
vida
bona.”68
En
esta
adaptación
musical,
se
destaca
la
acentuación
las
palabras
principales
(baile,
chacona,
vida,
bona).
El
violín
doblaría
a
la
voz
en
la
octava
superior
de
modo
casi
idéntico,
pero
no
exacto
(ej.
compás
6,
la
voz
liga
tres
notas
de
la
misma
altura,
mientras
que
el
violín
las
toca
separadas).
La
tesitura
vocal,
transportando
la
melodía
una
octava
por
debajo
del
violín,
sería
apropiada
para
contralto
o
barítono.
Ej.
5:
Chacona
castellana.
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
67
Esta
transcripción
difiere
de
la
de
Esses,
especialmente
en
el
segundo
módulo,
pues
Esses
partía
de
una
lectura
errónea
de
Pennington:
éste
escribió
como
última
digitación
un
2
en
segunda
cuerda
(do)
en
lugar
de
un
3
en
tercera
cuerda
(sol).
Ver
Pennington,
1981;
Esses,
1992-‐94:
II,
D51.
68
Cervantes,
1613:
f.
172v;
cit.
Torrente,
2016:
225.
Es
apropiado
utilizar
un
texto
de
chacona
casi
50
años
anterior,
pues
los
patrones
métricos
de
esta
forma
apenas
cambiaron
a
lo
largo
del
XVII;
ver
Torrente,
2017.
24
69
Por
ejemplo,
no
aparece
en
Lambea
et
al.,
2012.
70
Sobre
la
métrica,
características
musicales
y
temática
textual
de
la
zarabanda,
la
jácara
y
la
chacona,
véase
Torrente,
2016:
215-‐33.
71
Esses,
sin
conocer
el
texto
de
la
pieza
(omitido
por
Pennington),
la
transcribió
con
esta
misma
estructura
básica
(4+4
compases
ternarios),
en
modo
mayor
y
utilizando
recurrentemente
la
célula
trocaica
blanca-‐negra,
sin
justificar
por
qué.
Además,
omitió
la
sexta
nota
(sí
reproducida
por
Pennington).
Esses,
1992-‐94:
II,
D495.
25
Ej.
6:
Quiereste
aluegriar
carretero.
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
Nº
7.
Carambeque
[Zarambeque]
El
origen
preciso
del
zarambeque
es,
como
ocurre
con
la
mayoría
de
los
bailes
del
siglo
XVII
ibérico,
objeto
de
controversia.
Sin
embargo,
todas
las
fuentes
de
la
época
coinciden
en
asociarlo
a
los
esclavos
africanos
que
vivían
en
los
territorios
dominados
por
Portugal
y
España.
De
baile
cantado
propio
del
grupo
humano
más
bajo
en
la
escala
social,
pasó
a
convertirse
en
un
objeto
“transculturado”
que
adoptaron
los
colonos.72
Fueron
los
europeos
quienes
copiaron
las
primeras
transcripciones
de
la
música
que
lo
acompañaba,
en
sus
propios
sistemas
de
notación
y
con
su
propia
comprensión
o
adaptación
de
lo
que
sonaba.
Este
zarambeque
“europeizado”
aparece
en
multitud
de
obras
dramáticas,
como
entremeses
y
mojigangas,
e
incluso
en
villancicos
religiosos.
Servía
como
pretexto
ideal
para
introducir
personajes
“negros”,
asociados
a
la
desinhibición
y
los
movimientos
alocados
del
cuerpo.
Hasta
fecha
reciente,
se
consideraba
que
el
ejemplo
musical
más
antiguo
de
este
baile
era
el
de
la
comedia
Las
Amazonas
de
Antonio
de
Solís
(Madrid,
1655),
publicado
por
Pedrell,
quien
citaba
72
La
definición
más
antigua
es
“Zarambeque.
Tañido,
y
danza
mui
alegre,
y
bulliciosa,
la
qual
es
mui
freqüente
entre
los
Negros”,
en
Real
Academia
Española,
Diccionario
de
Autoridades
(1726-‐39):
III
(1732),
562.
Sobre
el
zarambeque
y
otros
esquemas
musicales
asociados
a
los
“negros”
de
Iberoamérica,
como
el
cumbé,
el
paracumbé
y
el
guineo,
véase
Budasz,
2007.
Por
ahora
el
estudio
más
completo
sobre
el
zarambeque
es
el
de
Salas,
2011,
tesis
de
licenciatura
que
considera
aspectos
musicales,
dramáticos,
históricos
y
antropológicos.
Resulta
útil
para
recopilar
fuentes
y
extraer
algunas
ideas,
pero
el
análisis
musical
(pp.
81-‐111)
tiene
algunos
defectos:
busca
rasgos
comunes
en
un
repertorio
que
abarca
más
de
un
siglo
y
dos
continentes
(tarea
arriesgada
y
cuestionable)
y
las
conclusiones
sobre
el
uso
del
modo
mixolidio
y
las
hemiolas
no
se
corresponden
con
la
generalidad
de
los
17
ejemplos
analizados.
26
cuatro
fuentes
musicales
que
no
contienen
ningún
zarambeque.
En
realidad,
como
ha
demostrado
Pepe
Rey,
Pedrell
tomó
la
melodía
de
la
Historia
de
la
música
española
de
Soriano
Fuertes,
y
después
realizó
modificaciones
y
añadió
un
bajo.
73
A
su
vez,
Soriano
había
tomado
la
melodía
de
la
Colección
de
bailes
antiguos
recopilada
por
el
monje
jerónimo
José
Falguera
(1778-‐1824),
activo
en
Murcia.74
Esa
colección,
actualmente
no
localizada,
sería
de
los
años
de
vida
del
recopilador,
cuando
efectivamente
el
zarambeque
era
ya
un
“baile
antiguo”.
Las
versiones
de
Pedrell
y
Soriano
sólo
pueden
ser
consideradas
fuentes
secundarias,
sospechosas
de
modificaciones
no
declaradas,
por
lo
que
no
resultan
excesivamente
útiles
para
reconstruir
el
esquema
musical
de
mediados
del
siglo
XVII.
Sí
que
se
puede
considerar
de
1655,
no
obstante,
el
estribillo
de
Antonio
de
Solís,
que
empieza
con
una
onomatopeya
percusiva
típica
de
este
baile:
“Teque,
teque,
teque;/
nuestro
día
es
este”.
Las
fuentes
musicales
castellanas
más
antiguas
conocidas
del
zarambeque
parecen
ser
los
dos
ejemplos
de
Ribayaz
(1677),
uno
para
guitarra
y
otro
para
arpa,
y
los
tres
de
Fernández
de
Huete
(1702).75
Responden
a
los
rasgos
básicos
de
este
baile,
según
Torrente:
compás
ternario,
modo
mayor
(en
Do,
Re
o
Sol),
armonía
centrada
en
los
acordes
de
tónica
y
dominante
y
módulos
de
cuatro
y
ocho
compases.76
El
bajo
más
convencional,
que
aparece
en
el
ejemplo
para
guitarra
de
Ribayaz,
alterna
la
tónica
y
la
dominante
en
cada
compás;
en
adelante,
será
denominado
bajo
Tipo
1,
de
dos
compases.
El
mismo
Ribayaz
enriquece
esta
armonía
incluyendo
la
subdominante
en
el
ejemplo
para
arpa,
que
sigue
la
secuencia
I-‐I-‐IV-‐V;
en
adelante
bajo
Tipo
2,
de
cuatro
compases.
En
estos
cinco
ejemplos
castellanos
de
zarambeques
se
detecta
énfasis
rítmico
en
el
segundo
pulso
del
compás
mediante
diferentes
técnicas:
células
yámbicas,
acorde
más
lleno,
trino,
silencio
en
el
primer
pulso,
etc.
Los
ejemplos
de
Fernández
de
Huete
incluyen,
además,
notas
a
contratiempo,
siempre
en
el
segundo
pulso
(ej.
silencio
de
negra
con
puntillo-‐corchea-‐negra).
Estos
rasgos
rítmicos,
que
aún
hoy
se
asocian
a
música
“negra”
como
el
jazz,
parecen
apropiados
para
un
baile
de
origen
africano.
El
Carambeque
[sic]
del
Manuscrito
de
Salamanca
podría
estar
copiado
de
otra
fuente
en
la
que
el
título
fuera
Çarambeque.
Otras
denominaciones,
como
zarambeque,
serembeque
y
serambeque,
se
detectan
en
manuscritos
de
Coimbra
(P-‐Cug
MM-‐97;
ca.
1700-‐1710)
y
Braga
(P-‐BRd,
M-‐471;
ca.
1690-‐
1704).77
En
este
último,
el
mencionado
Balle
de
las
danças
contiene
letra
y
acompañamiento
musical
para
este
baile,
cuyo
personaje
Sarambeque
canta
un
estribillo
típico
en
hexasílabos:
“Sarambeque
teque/
lindo
sarambeque”.
El
acompañamiento
tiene
como
centro
tonal
la
nota
re,
oscilando
entre
el
73
“El
zarambeque
cantado
y
bailado
en
loa
de
la
comedia
Las
Amazonas,
de
autor
desconocido”,
en
Pedrell,
1897:
IV,
20.
Las
Amazonas
se
estrenó
en
Madrid
el
7
de
febrero
de
1655
y
fue
publicada
en
Antonio
de
Solís,
Varias
poesías
sagradas
y
profanas
(Madrid,
Antonio
Román,
1692).
Véase
Rey,
2014.
74
Soriano,
1855-‐1859:
III,
Música,
Nº
7.
75
Dos
zarambeques
aparecen
en
Ruiz
de
Ribayaz,
1677:
72,
para
guitarra
de
cinco
órdenes,
y
109,
para
arpa
de
dos
órdenes
(transcripciones
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D486
y
D488).
Tres
zarambeques
para
arpa
aparecen
n
Fernández
de
Huete,
1702:
láminas
4,
5
y
7
(transcripciones
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D489-‐491).
De
estos
cinco
zarambeques
hay
transcripciones
distintas
en
Calvo,
1982;
empleadas
en
Salas,
2011.
76
Torrente,
2016:
220.
77
Manuscritos
estudiados
en
Budasz,
2001;
Gándara,
2009.
27
modo
mayor
y
el
menor
e
insistiendo
en
los
acordes
de
tónica
y
dominante.
Su
ritmo
interno
contiene
hemiolas,
células
acéfalas,
puntillos
y
contratiempos.78
Para
transcribir
el
ejemplo
de
Salamanca,
se
pueden
tomar
los
dos
tipos
de
bajo
de
Ribayaz.
La
tablatura
de
violín
contiene
tres
módulos
que
empiezan
y
acaban
en
la
nota
re,
lo
que
indica
claramente
la
tonalidad
de
Re
Mayor,
muy
idiomática
para
este
instrumento.
La
estructura
sugiere
un
fraseo
anacrúsico,
ya
que
tanto
el
bajo
Tipo
1
como
el
Tipo
2
finalizan
en
la
dominante.
Esta
misma
interpretación
hace
Esses,
quien
transcribe
el
fragmento
en
tres
módulos
de
dos
compases
donde
está
implícito
el
bajo
Tipo
1.79
Aquí
se
proponen
dos
versiones
alternativas.
La
primera
(Ej.
7A)
coincide
con
la
de
Esses,
a
excepción
del
tercer
módulo,
pues
en
el
penúltimo
compás
si
la
primera
nota
fuera
re
se
generaría
una
cuarta
con
el
bajo
(la),
intervalo
que
se
puede
evitar
iniciando
en
mi.
Otra
posibilidad
sería
transcribir
el
fragmento
en
tres
módulos
de
cuatro
compases,
con
el
bajo
Tipo
2
y
usando
valores
rítmicos
más
largos,
silencios
y
notas
a
contratiempo
como
las
de
los
ejemplos
castellanos
del
XVII
(Ej.
7B).
En
ambas
lecturas,
resultaría
forzado
añadir
los
versos
de
Solís
o
los
del
Balle
de
las
danças,
por
muchas
veces
que
se
repitiera
la
onomatopeya
“teque”.
La
melodía
parece
más
bien
instrumental,
quizá
un
interludio
que
se
interpretaba
entre
secciones
cantadas.
Ej.
7:
Carambeque
[Zarambeque].
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
A
B
78
Edición
textual
en
Gándara,
2009:
397.
Edición
musical
en
Gándara,
2009:
775.
79
Esses,
1992-‐94:
II,
D
492
(p.
575).
28
Nº
8.
Canario
Son
numerosos
los
ejemplos
conocidos
de
este
baile/danza,
supuestamente
originario
de
las
Islas
Canarias,
en
fuentes
musicales
internacionales
del
siglo
XVII.80
Para
la
reconstrucción
del
ejemplo
de
Salamanca
resulta
útil
la
comparación
con
los
tres
canarios
recopilados
por
Sanz
(1674):
uno
en
Re
Mayor
(f.
23r,
el
más
conocido),
uno
en
Sol
Mayor
(f.
43r)
y
otro
en
La
Mayor
(f.
43r).81
Los
tres
están
en
compás
de
6/8
y
comienzan
con
una
frase
anacrúsica
de
cuatro
compases
cuyo
esquema
armónico
es
I
-‐
IV|
I
|
IV
–
V|
I
||
en
los
dos
primeros
casos
y
I
-‐
IV|
I
-‐
IV|
I
–
V|
I
||
en
el
de
La
Mayor.
Estas
frases
iniciales
sirven
de
estribillo,
a
intercalar
con
las
diferencias
recopiladas
por
Sanz.
En
los
tres
casos,
predominan
tres
células
rítmicas:
tres
corcheas,
negra
con
puntillo
y
negra-‐corchea.
También
Ribayaz
incluyó
un
acompañamiento
de
canario
en
su
antología.
Este
ejemplo
se
centra
en
los
grados
I,
IV
y
V,
en
Re
Mayor,
pero
a
lo
largo
de
ocho
compases:
I
|
I
|
I
|
IV
||
I
|
I
|
I
-‐
V|
I
||.
Ej
8:
Canario.
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
El
ejemplo
de
Salamanca
seguramente
representa
cuatro
compases
divisibles
en
dos
módulos
de
comienzo
idéntico,
teniendo
en
cuenta
que
hay
un
total
de
20
cifras,
no
separadas
por
líneas
verticales,
y
que
las
cifras
1-‐3
coinciden
con
las
cifras
11-‐13.
Las
cifras
5-‐7
no
se
distinguen
claramente
en
el
manuscrito,
pues
la
hoja
está
cortada.
Pennington
las
transcribió
con
interrogantes
y
Esses,
sin
consultar
el
manuscrito,
hizo
una
propuesta
de
recomposición
que
se
asemeja
al
canario
en
Re
Mayor
de
Sanz,
con
el
íncipit
re-‐re-‐mi-‐fa-‐mi-‐fa-‐sol-‐la-‐sol-‐fa,
como
si
las
cifras
de
digitación
fueran
3301[012]321.82
Sin
embargo,
el
examen
del
manuscrito
original
permite
distinguir
la
cabeza
de
estas
cifras,
que
serían
3301[232]321.
Esses
transcribe
este
ejemplo
en
cinco
compases,
alternando
3/4
y
6/8,
iniciando
con
un
motivo
tético
de
tres
negras.
A
la
vista
de
los
modelos
rítmicos
de
Sanz,
parece
más
probable
que
el
copista
de
Salamanca
estuviera
tratando
de
recordar
un
estribillo
de
cuatro
80
Un
ejemplo
de
principios
del
XVII
se
encuentra
en
Praetorius,
1612:
XXXI,
“La
Canarie”;
edición
moderna
de
Günther
Oberst,
Wolfenbüttel,
George
Kallmeyer,
1928,
pp.
40-‐41.
81
Transcripciones
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D13
(Re),
D14
(Sol)
y
D15
(La).
82
Esses,
1992-‐94:
II,
D31.
29
compases
en
6/8,
anacrúsico,
con
el
bajo
prototípico
de
Sanz
y
con
dos
módulos
que
empiezan
con
la
misma
célula
melódica
(Ej.
8).
Nº
9.
Chacona
portuguesa
Durante
el
siglo
XVII
la
chacona
gozó
de
gran
popularidad
en
la
Península
Ibérica,
no
sólo
en
Castilla,
sino
también
en
Portugal.
Por
ejemplo,
al
final
de
la
comedia
O
Fidalgo
aprendiz
(1665)
de
Francisco
Manuel
de
Melo
se
hace
una
mención
a
la
chacona,
cuyo
baile,
se
puede
suponer,
tiene
lugar
entre
los
tres
personajes
que
comparten
estos
versos:
“Beltrão:
Vamos/
Afonso:
Vamos
a
chacona./Gil:
Que
dirão
de
mim
na
corte/
preso
dom
Gil
desta
sorte?/
Beltrão:
Segui-‐nos
senhora
dona”.83
En
cuanto
a
fuentes
musicales
portuguesas,
la
más
temprana
conocida
parece
ser
Cifras
de
viola
por
varios
autores
(ca.
1700-‐1710),
con
música
en
cifra
y
alfabeto
para
distintos
instrumentos
de
cuerda
pulsada.
Incluye
dos
ejemplos
estudiados
por
Rogério
Budasz,
“Chacoina
5º
tom
italiana”
(f.
50v)
y
“Chacoina
6º
tom
italiana”
(f.
51r),
los
cuales
reflejan
las
características
propias
de
la
chacona
ya
descritas,
en
modo
mayor
y
con
bajos
estándar.84
El
mismo
manuscrito
contiene
cuatro
piezas
tituladas
Magana
ou
Chacoina
(ff.
48r-‐50r)
que
reflejan
las
características
de
la
magana,
en
modo
menor
y
con
un
patrón
armónico
muy
diferente
al
de
la
chacona
(i-‐VII-‐III-‐V).85
Quizá
la
indicación
“ou
chacoina”
sea
una
aclaración
del
copista
para
indicar
que
el
compás
es
ternario.
En
cualquier
caso,
en
este
manuscrito
no
se
detecta
un
tipo
de
chacona
típicamente
portugués,
sino
más
bien
la
asimilación
de
modelos
italianos
y
el
uso
flexible
de
las
denominaciones.
El
perfil
melódico
del
fragmento
de
Salamanca
comienza
en
la
y
termina
en
do.
Haciendo
un
recorrido
de
tónica
a
dominante,
como
en
los
esquemas
de
chacona
y
magana,
el
centro
tonal
debe
ser
fa.
Se
puede
descartar
Fa
menor,
con
cuatro
bemoles,
tonalidad
de
afinación
difícil
para
el
violín
y
que
sería
rara
en
una
pieza
popular
para
este
instrumento.
Por
tanto,
esta
pieza
no
es
una
magana.
A
falta
de
modelos
coetáneos
de
chaconas
con
sonoridad
“portuguesa”,
tiene
sentido
seguir
los
mismos
criterios
de
transcripción
que
para
la
Chacona
castellana
(Nº
5).
En
este
caso,
la
tablatura
presenta
dos
frases,
una
inicial
y
una
“Diferencia”,
cada
una
de
ellas
dividida
en
dos
módulos,
con
nueve
o
diez
notas
cada
uno.
Esto
se
puede
interpretar
como
cuatro
módulos
de
cuatro
compases
con
dos
o
tres
notas
por
compás,
de
modo
que
predominarían
las
negras
y
las
blancas.
Esses
transcribe
esta
pieza
en
sólo
ocho
compases,
con
abundancia
de
corcheas,
y
con
dos
notas
equivocadas
relacionadas
con
un
error
de
Pennington.86
Para
la
nueva
transcripción
ha
sido
empleado
un
bajo
ostinato
convencional
de
chacona
que
hace
el
recorrido
de
tónica
a
dominante,
el
83
Melo,
1665.
84
P-‐Cug
MM-‐97.
Ver
Budasz,
2001:
109-‐11
y
259-‐60
(transcripción
de
Chacoina
6º
tom
italiana,
en
Fa
Mayor).
El
autor
sugiere
la
datación
de
principios
del
siglo
XVIII.
La
fecha
ca.
1700-‐1710,
es
sugerida
en
Gándara,
2009:
76,
nota
205.
En
el
manuscrito
de
Braga,
el
Balle
de
las
danças
incluye
un
personaje
de
Chacona
que
habla
en
versos
octosílabos,
pero
no
se
recoge
música
para
acompañarlo;
ver
Gándara,
2009:
768-‐76.
85
Budasz,
2001:
81-‐83
(contenidos
del
manuscrito)
y
108-‐09.
86
Se
trata
de
las
notas
9
y
10,.
Cada
autor
comete
un
error
distinto.
En
la
nota
10,
Pennington
escribe
el
número
2
en
la
segunda
cuerda
en
lugar
de
la
primera.
En
las
notas
9
y
10,
Esses
escribe
la
nota
Si
bemol,
que
corresponde
al
dedo
1
y
no
al
2.
Ver
Pennington,
1981:
I,
115-‐19;
Esses,
1992-‐94:
II,
D52.
30
Tipo
3
de
la
clasificación
de
Torrente.87
Las
células
rítmicas
empleadas
son
recurrentes
en
los
ejemplos
de
Arañés
y
Ruiz
de
Ribayaz:
motivos
acéfalos
en
algunos
comienzos
de
módulo
y
ritmos
yámbicos
(negra-‐blanca).
Esta
música
encaja
con
los
versos
citados
de
O
Fidalgo
aprendiz
(1665),
en
tesitura
de
contralto
o
barítono,
una
octava
por
debajo
del
violín,
destacando
la
última
palabra
de
cada
verso
en
la
parte
fuerte
del
cuarto
compás
de
cada
módulo.88
Al
comienzo
de
los
dos
primeros
módulos
(compases
1
y
5),
el
violín
empezaría
a
tocar
en
la
parte
fuerte,
un
pulso
antes
que
la
voz,
dada
la
repetición
de
notas
que
indica
el
manuscrito
(ej.
compás
1,
el
violín
toca
la-‐la-‐la
y
la
voz
hace
silencio-‐la-‐la)
(Ej.
9A).
Esta
transcripción
admite
una
versión
alternativa
con
hemiolas,
las
cuales
afectan
también
al
bajo,
siguiendo
los
ejemplos
de
Arañés,
Ruiz
de
Ribayaz
y
Flores
de
música
(Ej.
9B).89
Ej
9:
Chacona
portuguesa.
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
A) Sin hemiolas
87
Torrente,
2017.
Los
bajos-‐tipo
son
tomados
del
Manuscrito
Palumbi
(Verona,
ca.
1600).
88
Este
rasgo
de
acentuación
se
destaca
en
Torrente,
2017.
89
Para
la
transcripción
A
se
ha
empleado
un
basso
ostinato
del
Manuscrito
Palumbi,
tomado
como
referencia
para
el
Tipo
3
en
Torrente,
2017.
En
rigor,
el
bajo
de
la
transcripción
B
no
está
tomado
de
una
fuente
histórica,
pero
parece
verosímil
teniendo
en
cuenta
los
bajos
con
hemiolas
de
los
ejemplos
ibéricos
mencionados.
En
Flores
de
música
aparece
un
“Aire
de
chacona”
con
hemiolas
en
el
bajo
en
el
Volumen
I
(1706),
p.
90;
fuente
en
E-‐Mn,
M/1357.
Los
ejemplos
de
Arañés
y
Ruiz
de
Ribayaz
son
los
citados
con
respecto
a
la
chacona
castellana.
31
B) Con hemiolas
Nº
10.
Gallarda
La
gallarda
es
uno
de
los
esquemas
armónico-‐rítmicos
más
abundantes
en
la
música
instrumental
española
desde
mediados
del
siglo
XVI
hasta
comienzos
del
XVIII.
Esses
recopila
un
total
de
28
ejemplos
de
este
periodo,
de
los
cuales
26
responden
al
modelo
en
compás
binario
propio
de
la
llamada
“gallarda
española”,
distinta
del
modelo
internacional
en
compás
ternario,
que
en
España
en
ocasiones
se
denominaba
“gallarda
francesa”,
aunque
su
origen
parece
haber
sido
italiano.90
Los
ejemplos
del
siglo
XVII
responden
invariablemente
al
modelo
español,
cuyo
patrón
general,
según
Russell,
es
un
esquema
de
seis
compases
en
los
cuales
el
tercero
cadencia
en
la
dominante
y
el
sexto
en
la
tónica,
con
una
progresión
típica
para
el
modo
mayor
y
otra
para
el
menor.
Seleccionando
solamente
los
ejemplos
para
guitarra
de
la
segunda
mitad
del
XVII
(más
cercanos
al
Manuscrito
de
Salamanca),
hay
por
lo
menos
siete:
tres
de
rasgueado
que
aportan
modelos
para
el
acompañamiento
(Sanz,
1674,
f.
18r)
y
cuatro
de
punteado
que
aportan
modelos
para
la
melodía.
De
estos
hay
uno
en
Sanz
(1674),
dos
en
Ribayaz
(1677)
y
uno
en
Guerau
(1694),91
los
cuatro
en
Re
menor
y
compás
binario
(C|).
En
esta
misma
tonalidad
está
el
segundo
bajo
ostinato
de
Sanz,
que
coincide
casi
exactamente
con
el
prototipo
extraído
por
Russell:
i-‐III-‐VII-‐i-‐V
|
V-‐i-‐iv-‐V-‐i
||.92
Los
cuatro
ejemplos
90
Ejemplos
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D157-‐D184.
Sólo
son
ternarias
las
gallardas
D157,
de
Mudarra
(1546),
y
D174,
de
Cabezón
(1578).
Sobre
los
distintos
tipos
de
gallarda,
véase
Russell,
1999-‐2002.
91
Sanz,
1674:
f.
18r,
tres
ejemplos
rasgueados
(transcripción
en
Esses,
1992-‐94:
II,
D157-‐D159)
y
f.
40r
(punteado,
id.,
D164);
Ruiz
de
Ribayaz,
1677:
73
(id.,
D165)
y
108-‐109
(id.,
D171);
Guerau,
1694:
49r-‐51r
(id.,
D166).
92
Russell,
1999-‐2002.
La
única
diferencia
es
que
Russell
escribe
el
grado
VII
alterado,
como
do
sostenido
en
lugar
de
natural.
El
primer
bajo
de
Sanz
está
en
Re
Mayor,
I-‐V-‐I-‐IV-‐V|
V-‐I-‐IV-‐V-‐I||,
y
el
tercero
en
La
Mayor.
32
melódicos
permiten
deducir
rasgos
generales
predominantes
para
los
ritmos
internos:
el
inicio
es
anacrúsico,
la
primera
diferencia
tiene
un
ritmo
interno
más
lento,
con
predominio
de
blancas
(salvo
en
Ruiz,
p.
73,
que
además
presenta
frases
de
ocho
compases
en
lugar
de
seis),
y
a
partir
de
la
segunda
diferencia
se
pueden
utilizar
ritmos
más
variados
y
ligeros,
como
dos
negras,
cuatro
corcheas,
negra-‐dos
corcheas
o
negra
con
puntillo-‐corchea.
La
tablatura
del
Manuscrito
de
Salamanca,
separada
en
cinco
secciones
por
líneas
verticales,
indica
claramente
el
centro
tonal
de
re,
ya
que
antes
de
cada
línea
se
encuentran,
en
este
orden,
las
notas
do,
re,
mi,
re
y
re,
sugiriendo
cadencias
en
la
dominante
(notas
do
y
mi)
o
la
tónica
(re).
Pennington
copió
la
tablatura
de
manera
incompleta
(faltan
las
tres
notas
finales
de
la
tercera
sección,
y
sobra
la
última
cifra
de
la
primera
sección)
y
Esses
realizó
solamente
un
esbozo
de
las
cabezas
de
las
notas,
de
modo
que
aún
no
se
había
hecho
una
transcripción
propiamente
dicha
de
esta
pieza.
La
versión
propuesta
sigue
el
esquema
mayoritario
de
los
ejemplos
analizados,
con
frases
de
seis
compases
en
Re
menor,
empleando
el
bajo
de
Sanz.
Ej.
10:
Gallarda.
(Imagen:
Biblioteca
Nacional
de
España,
M/2618).
La
transcripción
ha
resultado
muy
problemática:
tanto
en
modo
menor
como
en
mayor,
se
hace
necesario
modificar
o
repetir
algunas
notas
para
que
encajen
con
los
bajos
estandarizados.
Da
la
impresión
de
que
el
copista,
intentando
aprovechar
un
espacio
reducido
del
papel,
omitió
en
varias
ocasiones
la
repetición
de
la
tónica,
re
(cifra
3
en
la
segunda
cuerda).
Asimismo,
parece
que
cometió
un
error
en
la
última
nota
de
la
Diferencia
1.
Asumiendo
que
en
la
melodía
de
ésta
predominan
las
33
blancas,
parece
razonable
que
se
corresponda
con
la
primera
sección,
que
contiene
15
cifras,
antes
de
la
primera
línea
divisoria.
Sin
embargo,
no
es
posible
que
la
frase
termine
con
tres
notas
do
(dedo
2),
sino
que
debe
terminar
en
re
(tónica,
dedo
3).
Teniendo
en
cuenta
los
giros
cadenciales,
parece
que
la
segunda
sección
representa
la
Diferencia
2,
las
secciones
tercera
y
cuarta
representan
la
Diferencia
3
y
la
última
la
Diferencia
4.
Como
se
ha
dicho,
esta
versión
no
pretende
ser
definitiva
sino
ilustrativa,
pues
existen
otras
soluciones
posibles,
por
ejemplo
empleando
el
bajo
de
Sanz
en
Re
Mayor
(lo
cual
también
haría
necesario
añadir
notas)
o
utilizando
otros
ritmos
internos
en
la
melodía.
Conclusiones
El
Manuscrito
de
Salamanca
(ca.
1659)
es
un
documento
único,
siendo
la
fuente
más
temprana
de
música
para
violín
copiada
en
España
conocida
hasta
la
fecha,
y
uno
de
los
escasos
ejemplos
hispanos
localizados
de
“cifra”
o
tablatura
para
este
instrumento,
contemporáneo
a
ejemplos
análogos
procedentes
de
Italia.
Las
diez
melodías
que
contiene
son
sin
duda
para
violín,
pero
los
esquemas
musicales
y
el
sistema
de
notación
empleados
están
íntimamente
relacionados
con
las
antologías
coetáneas
para
guitarra
de
cinco
órdenes,
como
las
de
Gaspar
Sanz
y
Lucas
Ruiz
de
Ribayaz.
Esto,
junto
a
las
indicaciones
del
manuscrito
sobre
la
afinación
de
ambos
instrumentos
y
el
propio
uso
de
cifras,
muestra
la
transferencia
directa
de
las
prácticas
de
la
guitarra
al
violín.
Así,
esta
fuente
testimonia
un
momento
clave
en
la
historia
de
este
instrumento
de
arco
en
la
Península
Ibérica,
cuando
se
asociaba
principalmente
a
contextos
de
baile,
danza
y
teatro.
Estos
estaban
claramente
diferenciados
de
los
contextos
de
iglesia
y
cámara,
donde
se
introducirían
las
sonatas
italianas,
asociadas
al
nuevo
estilo
idiomático
para
violín
y
a
la
notación
ortocrónica
en
pentagrama,
apenas
veinte
años
después.
Además,
este
manuscrito
proporciona
información
muy
valiosa
para
reconstruir
o
refinar
los
prototipos
musicales
de
cinco
bailes
y
danzas
cuyos
patrones
armónicos
y
textos
poéticos
se
conocían
en
cierta
medida,
pero
de
cuyas
melodías
apenas
se
habían
localizado
ejemplos
ibéricos
anteriores
a
1700:
folijón,
morisca,
chacona,
zarambeque
y
gallarda.
Algunos
de
ellos
son
muy
frecuentes
en
la
poesía
y
el
teatro
del
siglo
XVII,
caso
de
la
chacona
y
el
zarambeque,
con
lo
que
estos
fragmentos
musicales
vienen
a
cubrir
una
laguna
importante.
Además,
el
manuscrito
confirma
los
prototipos
establecidos
en
investigaciones
anteriores
para
otros
tres
esquemas:
ruggiero,
jácara
y
canario.
De
este
modo,
la
fuente
salmantina
aporta
información
complementaria
a
la
de
las
fuentes
guitarrísticas
y
poéticas
conocidas
anteriormente.
No
obstante,
es
necesario
subrayar
que
las
transcripciones
aquí
propuestas
no
pretenden
ser
soluciones
definitivas,
sino
simplemente
recomposiciones
basadas
en
los
patrones
de
células
rítmicas
y
esquemas
armónicos
conocidos
hasta
la
fecha.
Es
de
esperar
que
futuras
investigaciones
aporten
luz
sobre
nuevas
fuentes
que
permitan
seguir
refinando
los
prototipos
de
los
ocho
esquemas
musicales
mencionados.
La
transmisión
de
los
bailes
y
danzas
representados
en
el
manuscrito
debió
de
ser
sobre
todo
oral,
como
indica
el
hecho
de
que
las
fuentes
musicales
localizadas
sean
muy
escasas
y
la
mayoría
de
ellas
estén
escritas
en
notación
esquemática
(cifra
o
alfabeto)
que
sólo
recoge
parte
de
la
información
musical.
Esos
bailes
y
danzas
implicaban
canto,
música
instrumental
y
movimiento
coreográfico,
aunque
no
necesariamente
estarían
presentes
los
tres
componentes
de
modo
34
simultáneo
en
cada
ejecución.
En
el
caso
del
Manuscrito
de
Salamanca,
hay
piezas
que
seguramente
serían
cantadas,
como
la
Nº
6,
cuyo
título
es
sin
duda
un
íncipit
textual,
pero
otras
tienen
un
carácter
claramente
instrumental,
como
el
zarambeque
(Nº
7),
en
las
dos
versiones
propuestas.
En
cuanto
a
las
transcripciones
con
una
parte
vocal
añadida
para
la
morisca,
la
chacona
castellana
y
la
chacona
portuguesa,
no
pretenden
defender
que
siempre
se
cantaran,
sino
que
se
ha
recurrido
al
texto
poético
como
mera
ayuda
para
recrear
las
células
rítmicas
de
cada
melodía.
Asumiendo
que
se
transportarían
para
la
voz
una
octava
por
debajo
del
violín,
habrían
sido
apropiadas
para
voces
de
contralto
o
barítono
en
un
registro
cómodo,
que
no
requiere
la
impostación
propia
del
canto
operístico,
sino
que
se
pueden
cantar
con
una
técnica
digamos
“natural”,
apropiada
para
la
música
popular.
El
uso
de
este
tipo
de
registro,
apropiado
para
los
actores
de
las
comedias
castellanas,
refuerza
la
hipótesis
de
que
el
manuscrito
podría
estar
vinculado
a
alguna
compañía
teatral.
En
cualquier
caso,
las
diez
recreaciones
musicales
aquí
propuestas
podrían
ser
de
utilidad
actualmente
para
representaciones
de
teatro
del
Siglo
de
Oro.
Desde
una
perspectiva
más
amplia,
este
manuscrito
constituye
un
testimonio
relevante
sobre
la
internacionalización
de
la
música
instrumental
asociada
al
canto
y
la
danza
a
mediados
del
siglo
XVII.
A
juzgar
por
la
variedad
de
procedencias
geográficas
de
esta
pequeñísima
selección
de
piezas,
la
circulación
de
este
repertorio
entre
España,
Portugal,
Italia
e
Iberoamérica
parece
haber
sido
intensa.
Sin
embargo,
será
necesario
profundizar
en
estudios
coordinados
sobre
los
distintos
territorios
para
poder
evaluar
hasta
qué
punto
fue
una
circulación
rápida,
y
en
qué
medida
los
distintos
esquemas
musicales
fueron
mantenidos,
variados
o
sustituidos
por
otros
a
lo
largo
de
las
distintas
décadas.
La
investigación
desarrollada
en
estas
páginas
pone
de
manifiesto
la
necesidad
de
estudiar
las
danzas
y
bailes
del
XVII
de
modo
interdisciplinar,
combinando
fuentes
y
metodologías
de
naturaleza
diversa,
no
sólo
musicales,
sino
también
literarias,
iconográficas
y
coreográficas.
Asimismo,
ya
que
la
música
y
los
músicos
siempre
han
viajado
en
múltiples
direcciones,
especialmente
difíciles
de
documentar
cuando
se
trata
del
repertorio
popular,
se
hace
necesario
escribir
una
historia
de
la
música
“en
España”,
“en
Portugal”
o
“en”
cualquier
otro
territorio,
pero
siempre
con
la
mirada
abierta
al
intercambio
y
la
hibridación
de
repertorios
entre
distintos
lugares,
en
busca
de
un
discurso
más
integrador
y,
sobre
todo,
más
realista.
Agradecimientos
La
autora
agradece
la
ayuda
prestada
durante
la
preparación
del
texto
a
Álvaro
Torrente,
Gerardo
Arriaga,
Luis
Robledo,
Francisco
Valdivia,
Daniel
Zuluaga,
Belén
Nieto,
Miguel
Laborda,
Carlota
González,
Juan
Carlos
Justiniano,
Saúl
Aguado,
Lluís
Bertran,
Josep
Martínez,
Javier
de
Diego,
Natalia
González
y
Maigua
Suso.
La
investigación
ha
sido
financiada
por
una
ayuda
posdoctoral
Juan
de
la
Cierva
(programa
del
Ministerio
de
Economía
y
Competitividad
de
España,
MINECO)
y
dos
proyectos
de
I+D:
MadMusic.
Espacios,
géneros
y
públicos
de
la
música
en
Madrid,
siglos
XVII-‐XX
(Comunidad
de
Madrid,
2016-‐2018,
S2015/HUM-‐3483)
y
Musicología
aplicada
al
concierto
clásico
en
España,
siglos
XVIII-‐XXI.
Aspectos
históricos,
productivos,
interpretativos
e
ideológicos
(MINECO,
2015-‐
2018,
ref.
HAR2014-‐53143-‐P).
35
Bibliografía
Allsop,
Peter
(1993),
“Le
simfonie
a
3
di
Carlo
Ambrogio
Lonati”,
in
Alberto
Colzani,
Andrea
Luppi,
and
Maurizio
Padoan
(eds.),
Seicento
inesplorato
(Como:
AMIS),
21-‐43.
Anglés,
Higinio
and
Subirá,
José
(1946),
Catálogo
musical
de
la
Biblioteca
Nacional
de
Madrid.
I.
Manuscritos
(Barcelona:
CSIC).
Arañés, Juan de (1624), Libro segundo de tonos y villancicos (Roma: Robletti).
Arellano, Ignacio (1995), Historia del teatro español del siglo XVII (Madrid: Cátedra).
Bartoli
Bacherini,
Maria
Adelaide
(2002),
“Mus.
ms.
116”,
in
Giovanna
Lazzi
(ed.),
Rime
e
suoni
per
corde
spagnole.
Fonti
per
la
chitarra
barocca
a
Firenze
(Florence:
Polistampa),
54-‐55.
Bombi,
Andrea
(2002),
“Entre
tradición
y
modernización:
El
italianismo
musical
en
Valencia”,
(Universidad
de
Zaragoza).
Briceño, Luis de (1626), Metodo mui facilissimo para aprender a tañer la guitarra a lo español (París: Ballard).
Brooks,
Lynn
Matluck
(2003),
The
art
of
dancing
in
Seventeenth-‐century
Spain:
Juan
de
Esquivel
Navarro
and
his
world:
including
a
translation
of
the
"Discursos
sobre
el
arte
del
danzado"
by
Juan
de
Esquivel
Navarro
(Seville,
1642),
and
commentary
on
the
text
(Lewisburg-‐London:
Bucknell
University
Press-‐Associated
University
Presses).
Budasz,
Rogério
(2001),
The
five-‐course
guitar
(viola)
in
Portugal
and
Brazil
in
the
late
seventeenth
and
early
eighteenth
centuries,
(University
of
Southern
California),
tesis
doctoral,
disponible
en
UMI.
Budasz,
Rogério
(2007),
“Black
guitar-‐players
and
early
African-‐Iberian
music
in
Portugal
and
Brazil”,
Early
music,
XXXV
(1),
3-‐21.
Budasz,
Rogério
(2011),
“Harmonic
Patterns
and
Melodic
Paraphrases
in
Eighteenth-‐Century
Portuguese
Music
for
the
Five-‐Course
Guitar”,
in
Rudolf
Rasch
(ed.),
Beyond
Notes:
Improvisation
in
Western
Music
of
the
Eighteenth
and
Nineteenth
Centuries
(Turnhout:
Brepols),
67-‐81.
Buezo,
Catalina
(ed.),
(1993-‐2005),
La
mojiganga
dramática:
de
la
fiesta
al
teatro
2
vols.
(Kassel:
Reichenberger).
Calvo
Manzano,
María
Rosa
and
Pérez
Gutiérrez,
Mariano
(1992),
El
arpa
en
el
barroco
español
(Madrid:
Alpuerto).
Carreras,
Juan
José
(1997),
“La
cantata
de
cámara
de
principios
del
siglo
XVIII:
el
manuscrito
M.
2618
de
la
Biblioteca
Nacional
de
Madrid
y
sus
concordancias”,
Separata
de:
Música
y
literatura
en
la
Península
Ibérica:1600-‐1750.
Actas
del
Congreso
Internacional,
Valladolid,
20-‐21
y
22
de
febrero,
1995.
Casares
Rodicio,
Emilio
(ed.),
(1999-‐2002),
Diccionario
de
la
música
Española
e
Hispanoamericana
10
vols.
(Madrid:
Instituto
Complutense
de
Ciencias
Musicales).
36
Cervantes, Miguel de (1613), Novelas ejemplares. La ilustre fregona (Madrid: Juan de la Cuesta).
Cherry,
Peter
(1999),
“Los
bodegones
de
Velázquez
y
la
verdadera
imitación
del
natural”,
in
Alfredo
J.
Morales
(coord.
exposición)
(ed.),
Velázquez
y
Sevilla
[exposición:
vol.
1
estudios,
vol.
2
catálogo
]
(I;
Sevilla:
Junta
de
Andalucía),
76-‐91.
Cotarelo
y
Mori,
Emilio
(1911),
Colección
de
entremeses,
loas,
bailes,
jácaras
y
mojigangas,
desde
fines
del
siglo
XVI
a
mediados
del
XVIII
(Madrid:
Bailly
Baillière).
Esquivel
Navarro,
Juan
de
(1642),
Discursos
sobre
el
arte
del
dançado
y
sus
excelencias
y
primer
origen,
reprobando
las
acciones
deshonestas
(Sevilla:
Juan
Gómez
de
Blas).
Esses,
Maurice
(1992-‐94),
Dance
and
instrumental
diferencias
in
Spain
during
the
17th
and
early
18th
centuries
3vols.
(Hillsdale,
NY:
Pendragon
Press).
Fernández
de
Huete,
Diego
(1702),
Compendio
numeroso
de
zifras
armónicas,
con
teoría
y
práctica
para
arpa
de
una
orden,
de
dos
órdenes
y
órgano
(Madrid:
Imprenta
de
Música).
Fiorentino,
Giuseppe
(2013),
«Folía».
El
origen
de
los
esquemas
armónicos
entre
tradición
oral
y
transmisión
escrita
(Kassel:
Reichenberger).
Flórez,
María
Asunción
(2015),
Músicos
de
compañía
y
empresa
teatral
en
Madrid
en
el
siglo
XVII
(Kassel:
Reichenberger).
Gándara,
Xosé
Crisanto
(2009),
“Estudio
y
edición
filológica
y
musical
del
manuscrito
M-‐471
del
Arquivo
Distrital
de
Braga”,
(Universidade
da
Coruña).
García,
Edwin:
(2015),
Luis
de
Briceño.
La
música
de
los
que
no
saben
de
música.
Barcelona,
ESMUC,
tesis
de
máster
inédita.
Gavito,
Cory
(2017),
“
‘Alla
vera
Spagnola’:
Hearing
Spain
in
Early
Modern
Italy”,
Songs
Without
Notes:
Exploring
avenues
of
musical
transmission
and
performance
in
the
Early
Modern
Era
(Harvard
University).
González,
Lola
(2010),
“La
praxis
teatral
en
el
Siglo
de
Oro.
El
caso
de
las
prohibiciones
para
representar”,
Actas
del
XVI
Congreso
Asociación
Internacional
de
Hispanistas
(París,
2007)
(2:
Centro
Virtual
Cervantes),
87-‐94.
Guerau,
Francisco
(1694),
Poema
harmónico
compuesto
de
varias
cifras
por
el
temple
de
la
guitarra
española
(Madrid:
Manuel
Ruiz
de
Murga).
Hudson,
Richard
(1982),
The
folia,
the
saraband,
the
passacaglia.
and
the
chaconne
(Neuhausen-‐Stuttgart:
American
Institute
of
Musicology).
Lambea,
Mariano,
Josa,
Lola,
and
Valdivia,
Francisco
(2012),
“Nuevo
Íncipit
de
Poesía
Española
Musicada
(NIPEM)”.
<URI:
http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcgq7f4>.
37
Lesure,
François
(1954),
“Les
Orchestres
populaires
a
Paris
vers
la
fin
du
xvie
siècle”,
Revue
de
Musicologie,
36
(July),
39-‐54.
Lombardía,
Ana
(2015),
Violin
music
in
mid-‐18th-‐century
Madrid:
Contexts,
genres,
style,
(Universidad
de
La
Rioja),
tesis
doctoral
inédita;
versión
abreviada
disponible
en
Dialnet,
<https://dialnet.unirioja.es/descarga/tesis/46783.pdf>
López Calo, José (ed.), (1990), Obras musicales de fray José de Vaquedano (Madrid: Alpuerto).
Marín,
Miguel
Angel
(2007),
“La
recepción
de
Corelli
en
Madrid
(ca.
1680-‐ca.
1810)”,
in
Gregory
Barnett
(ed.),
Arcangelo
Corelli
fra
mito
e
realtà
storica:
nuove
prospettive
d’indagine
musicologica
e
interdisciplinare
nel
350o
anniversario
della
nascita
(Atti
del
Congresso
internazionale
di
studi,
Fusignano,
11-‐14
settembre
2003)
(2;
Firenze:
Leo
S.
Olschki),
573-‐637.
Melo,
Francisco
Manuel
de
(1655),
“O
Fidalgo
Aprendiz”,
Obras
métricas
(Lyon:
Boessat
-‐
Remeus).
Edición
crítica
de
José
Camões,
Centro
de
Estudos
de
Teatro,
Universidad
de
Lisboa,
publicación
online,
acceso
25-‐
10-‐2017.
Mendes,
Nuno
(2013),
“Obres
per
a
violí
en
un
llibre
d’orgue
del
segle
xvii:
el
Manuscrit
387
de
la
Biblioteca
de
Catalunya”,
Revista
Catalana
de
Musicologia,
VI,
47-‐64.
Miles,
Natasha
F.
(2014),
“Approaches
to
accompaniment
on
the
baroque
guitar
c.1590-‐c.1730”,
(University
of
Birmingham).
Pedrell,
Felipe
(1897),
Diccionario
biográfico
y
bibliográfico
de
músicos
y
escritores
de
música
españoles,
portugueses
e
hispano-‐americanos
antiguos
y
modernos:
acopio
de
datos
y
documentos
para
servir
a
la
historia
del
arte
musical
en
nuestra
nación
(Barcelona:
Berdós
y
Feliú).
Pennington,
Neil
D.
(1981),
The
Spanish
Baroque
guitar
with
a
transcription
of
de
Murcia’s
"Pasacalles
y
Obras"
(Ann
Arbor:
UMI
Research
Press).
Rey,
Pepe
[Juan
José]
(2000),
“Velázquez
y
el
poder
de
la
música”,
Compañía
Nacional
de
Danza,
mayo-‐
junio
2000
(Madrid:
Teatro
Real),
40-‐75.
Disponible
en
Rey,
Pepe,
Veterodoxia,
<http://www.veterodoxia.es/2010/03/velazquez-‐y-‐el-‐poder-‐de-‐la-‐musica>;
acceso
9-‐10-‐2017.
Rey,
Pepe
[Juan
José]
(2014),
“El
Zarambeque
de
Pedrell”,
Veterodoxia.
<http://www.veterodoxia.es/2014/03/el-‐zarambeque-‐de-‐pedrell/>,
acceso
9-‐10-‐2017.
Robledo,
Luis
(1999-‐2002),
“Capilla
Real”,
Casares
Rodicio,
Emilio
(ed.),
Diccionario
de
la
música
Española
e
Hispanoamericana
10
vols.
(Madrid:
Instituto
Complutense
de
Ciencias
Musicales):
III,
119-‐32.
Robledo,
Luis
(1987),
“Vihuelas
de
arco
y
violones
en
la
corte
de
Felipe
III”,
in
Emilio
Casares
Rodicio,
Ismael
Fernández
de
la
Cuesta,
and
José
López-‐Calo
(eds.),
Actas
del
Congreso
internacional
“España
en
la
música
de
Occidente”
(Salamanca,
1985)
(2;
Madrid:
Instituto
Nacional
de
las
Artes
Escénicas
y
de
la
Música),
63-‐76.
Robledo,
Luis
(1994),
“Questions
of
performance
practice
in
Philip
III’s
chapel”,
Early
Music,
XXII/2,
pp.
198-‐220.
38
Rodríguez,
Pablo
L.
(2003),
Música,
poder
y
devoción.
La
Capilla
Real
de
Carlos
II
(1665-‐1700),
(Universidad
de
Zaragoza),
tesis
doctoral
inédita.
Rônez,
Marianne
(2012),
Die
Violintechnik
im
Wandel
der
Zeit.
Die
Entwicklung
der
Violintechnik
in
Quellenzitaten.
Von
den
Anfängen
bis
Pierre
Baillot
1835,
2
vols.
(Vienna:
Taschenbuch).
Ruiz
de
Ribayaz,
Lucas
(1677),
Luz
y
norte
musical:
para
caminar
por
las
cifras
de
la
guitarra
española,
y
arpa,
tañer,
y
cantar
a
compás
por
canto
de
órgano
(Madrid:
Melchor
Álvarez).
Russell,
Craig
H.
(ed.),
(1995),
Santiago
de
Murcia’s
“Códice
Saldivar
no.
4”:
a
treasury
of
secular
guitar
music
from
baroque
Mexico
(Urbana:
University
of
Illinois
Press).
Russell,
Craig
H.
(1999-‐2002),
“Gallarda”,
in
Emilio
Casares
Rodicio
(ed.),
Diccionario
de
la
música
española
e
hispanoamericana
(5;
Madrid:
ICCMU),
346-‐48.
Salas
Cassy,
Erika
(2011),
“¡Teque,
teque,
lindo
Zarambeque!
El
zarambeque
como
fenómeno
de
transculturación
en
la
Península
Ibérica
y
la
América
íbera”,
(Universidad
Autónoma
de
México).
Sanz,
Gaspar
(1674),
Instrucción
de
música
sobre
la
guitarra
española
[Books
I-‐II]
(Zaragoza:
Herederos
de
Diego
Dormer).
Sommer-‐Mathis,
Andrea
(1996),
“Entre
Nápoles,
Barcelona
y
Viena:
nuevos
documentos
sobre
la
circulación
de
músicos
a
principios
del
siglo
XVIII”,
Artigrama:
Revista
del
Departamento
de
Historia
del
Arte
de
la
Universidad
de
Zaragoza,
(12),
45-‐78.
Soriano
Fuertes,
Mariano
(1855-‐59),
Historia
de
la
música
española
desde
la
venida
de
los
fenicios
hasta
el
año
de
1850
(Madrid
-‐
Barcelona:
Martín
y
Salazar
-‐
Narciso
Ramírez).
Sustaeta,
Ignacio
(1993),
La
música
en
las
fuentes
hemerográficas
del
XVIII
español:
Referencias
musicales
en
la
Gaceta
de
Madrid,
y
artículos
de
música
en
los
papeles
periódicos
madrileños,
(Universidad
Complutense),
tesis
doctoral
inédita.
Torrente,
Álvaro
(2014),
“¿Cómo
se
cantaba
al
‘tono
de
jácara’?”,
in
Luisa
Lobato
and
Alain
Bègue
(eds.),
Literatura
y
música
del
hampa
en
los
Siglos
de
Oro
(Madrid:
Visor),
157-‐77.
Torrente,
Álvaro
(2014b),
“La
modernización/italianización
de
la
música
sacra”,
in
J.
M.
Leza
(ed.),
La
música
en
el
siglo
XVIII
(Historia
de
la
música
en
España
e
Hispanoamérica,
vol.
4)
(Madrid:
FCE),
125-‐56.
Torrente,
Álvaro
(2016),
“À
la
recherche
du
bal
perdu”,
in
Alvaro
Torrente
(ed.),
La
música
en
el
siglo
XVII
(Historia
de
la
música
en
España
e
Hispanoamérica,
vol.
3)
(Madrid:
Fondo
de
Cultura
Económica),
215-‐32.
Torrente,
Álvaro
(2017),
“Unveiling
the
‘Vita
bona’:
On
poetry
and
Tune
of
the
Primitive
Chaconne”,
unplublished
paper
presented
in
the
seminar
Songs
Without
Notes:
Exploring
avenues
of
musical
transmission
and
performance
in
the
Early
Modern
era
(Harvard
University
-‐
Real
Colegio
Complutense).
39
Tschernitschegg,
Erich
(1930),
“Zu
den
Violintabulaturen
im
Germanischen
Museum
in
Nürnberg”,
in
Robert
Haas
and
Josef
Zuth
(eds.),
Festschrift.
Adolph
Koczirz
zum
60
Geburtstag,
hrsg.
(Wien
-‐
Prag
-‐
Leipzig),
38-‐41.
Valdivia,
Francisco
(2006),
“El
archilaúd
en
España:
Una
obra
inédita
en
la
Biblioteca
de
Catalunya”,
Hispánica
Lyra:
revista
de
la
Sociedad
de
la
Vihuela,
3,
8-‐15.
Valdivia,
Francisco
(2012),
“La
música
de
El
valiente
Escarramán:
la
huella
de
un
famoso
baile
en
el
repertorio
guitarrístico”,
Hyspanica
lyra.
Revista
de
la
Sociedad
de
la
Vihuela,
16,
25-‐29.
Valdivia,
Francisco
(2014),
“El
manuscrito
Mss
14070-‐3-‐1-‐15
del
Legado
Barbieri.
Apuntes
didácticomusicales
del
siglo
XVII”,
Acta
musicologica,
86
(2),
197-‐215.
Valdivia,
Francisco
(2015),
La
guitarra
rasgueada
en
España
durante
el
siglo
XVII
(Málaga:
Universidad
de
Málaga).
Waisman,
Leonardo
J.
(1996),
“Una
aproximación
al
villancico-‐xácara”,
X
Conferencia
Anual
de
la
Asociación
Argentina
de
Musicología.
Yakeley,
June
(1996),
“New
Sources
of
Spanish
Music
for
the
Five
Course
Guitar”,
Revista
de
Musicología,
19
(1-‐2),
267-‐86.
Zanetti,
Gasparo
(1645),
Il
scolare,
di
Gasparo
Zannetti
per
imparar
a
suonare
di
violino,
et
altri
stromenti
[..].
(Milan:
Carlo
Camago).
Zuluaga,
Daniel
(2014),
“The
five-‐course
guitar,
alfabeto
song
and
the
villanella
spagnola
in
Italy,
ca.
1590
to
1630”,
(University
of
Southern
California).
Winner
of
the
2017
Otto
Mayer-‐Serra
Award.
ANA
LOMBARDÍA.
“Melodías
para
versos
silenciosos:
Bailes,
danzas
y
canciones
para
violín
en
el
Manuscrito
de
Salamanca
(ca.
1659).”
Diagonal:
An
Ibero-‐American
Music
Review
3,
no.
1
(2018):
1-‐39.