El momento de Miquel Barceló, el artista español vivo más cotizado: tapices en Notre Dame y unas memorias para acercarnos a su enigmática figura

En la semana en la que ha presentado su esperada autobiografía en castellano, De la vida la mía, se ha anunciado también que el mallorquín está preparando tres tapices para la catedral de Notre Dame de París, restaurada tras el incendio de 2019.
Miquel Barceló en Barcelona el pasado mes de marzo
Miquel Barceló, en Barcelona el pasado mes de marzoMario Wurzburger/Getty Images

Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) lleva ya prácticamente 20 años siendo el artista español vivo más cotizado en subasta. Se colgó esa medalla simbólica por primera vez en 2004, después de que su obra Pase de pecho alcanzará más de 770.000 euros en una puja de Christie's.

El trono se lo arrebató temporalmente Antonio López cuando su famoso cuadro Vista desde Torres Blancas se vendió en 2008 por algo más de 1,7 millones de euros en una subasta organizada por la misma casa. Tres años más tarde, en 2011, el mallorquín se volvió a poner por delante después de que Faena de muleta superase los 4 millones de euros en una puja organizada de nuevo por Christie's.

Es una cifra que parece ahora mismo intocable para la obra de otro artista español vivo dado el estancamiento global en el mercado del arte. Incluso para el propio Barceló, lo que no quiere decir que haya perdido reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Se le valora, y mucho, especialmente en Francia –él reside entre París y una casa-estudio que tiene en el norte de Mallorca–. La mejor prueba de ello es que la archidiócesis de la capital francesa ha anunciado esta semana que tres tapices del artista mallorquín formarán parte de la nueva decoración interior de la catedral de Notre Dame, que está previsto que se reabra tras el devastador incendio de 2019 en un gran ceremonia presidida por Emmanuel Macron en diciembre.

Serán de gran tamaño, de seis por cuatro metros, se centrarán en figuras y temática del Antiguo Testamento y colgarán en las paredes d una capilla de la nave lateral norte del templo. No estarán listos sin embargo para la reinauguración, según ha adelantado el propio Barceló.

“Voy a hacer tres tapices y ya he hecho algún cartón, como Goya hacía, que es como una pintura en papel grande, no en el mismo tamaño. Después, los Gobelins de París, que con son como nuestra Real Fábrica de Tapices y son buenísimos, harán los tapices. Supongo que llevará unos dos o tres años”, explicó el artista esta semana en Madrid, según recoge la Cadena Ser.

Miquel Barceló acaba de pasar por la capital de España, no con el propósito de hablar sobre el proyecto de Notre Dame, sino para presentar la edición en castellano de sus memorias, De la vida la mía (Galaxia Gutenberg), escritas originalmente en francés y publicadas antes en Francia ("escribo en francés porque me da impunidad absoluta", dijo en el acto que tuvo lugar en la Fundación Ortega-Marañón).

Miquel Barceló, en una imagen de juventudRafa Samano/Getty Images

Fiel a su personalidad, no estamos ante una autobiografía al uso (Le Monde la ha comparado con los diarios de Delacroix). Es más "un autorretrato en palabras e imágenes”: una serie de textos, de retazos, un conjunto de reflexiones sin un orden muy lógico, escritas como si estuviera pintando un cuadro, como él mismo ha reconocido, para ofrecernos una ventana a su proceso creativo y a su forma de ver el mundo.

Incluye en ella imágenes de su vida y de su obra, y aborda, como anticipa la editorial Galaxia Gutenberg, “su infancia, sus padres, su Mallorca natal, su relación con el mar, con los animales, con la creación… Aquí están sus amigos y sus referentes humanos, literarios y artísticos. La fascinación por África y por el arte prehistórico. Sus distintos talleres y formas de trabajar en Mallorca, en París, en Mali. Su relación con la pintura, la escultura, la cerámica. Su reflexión sobre los trabajos monumentales en la Catedral de Mallorca, en la sede de la ONU en Ginebra, en la Biblioteca Nacional de Francia en París”.

Y comienza así: “Cuando entrábamos a puerto con mis hijos Marcella y Joaquim, solíamos jugar a un juego: ver mi perfil en las montañas de enfrente. La más alta, Farrutx, era la nariz, Xoroi la frente, nuestra casa en aquella parte, el ojo y la oreja en la otra, mi boca en esta. Como un gigante monstruoso. Mi taller se encontraba entre la parte inferior del ojo y la comisura de la boca. Estoy allí, tumbado, mirando hacia el cielo”.

Esos hijos a los que hace referencia los tuvo con la francesa Cécile Franken, a quien conoció en una estancia en Portugal y con quien se casó en Mallorca en 1992. La ventana hacia su vida sentimental es una que Barceló nunca ha tenido ganas de abrir públicamente, pero sí se sabe que su relación acabó y que luego ha tenido otras parejas, como la chef tailandesa afincada en París, Rose Chalalai Singh.

Charlotte Casiraghi, Miquel Barceló y Carolina de Mónaco, el pasado mes de junioDirection de la communication du Gouvernement Princier / Axel Bastello / Palais Princier

En abril de 2022 viajó a Madrid acompañado de una nueva pareja, Tamar, una artista australiana. La mencionó brevemente entonces en una entrevista para La Voz de Galicia en la que comentó una visita al Museo del Prado junto a ella –"Me ha gustado mucho venir con Tamar (su novia), que estuvo aquí cuando tenía 20 años. Le he enseñado cómo se parecen el Greco, Velázquez y Goya". También le acompañó el año pasado a la Semana del Arte de Oviedo, según recogió La Nueva España, y más recientemente a la inauguración de la exposición que le dedicó hace unos meses el Nouveau Musée National de Mónaco y en la que Barceló ejerció de guía de Charlotte Casiraghi y Carolina de Mónaco.

En 2012, el historiador de arte estadounidense Michael Damiano publicó la primera biografía sobre Miquel Barceló, titulada Porque la vida no basta. Lo hizo después de que el propio artista le invitase en 2008, cuando solo tenía 22 años, a vivir en el piso encima de su taller de París y le dio acceso a algunos de sus diarios. Damiano pudo también hablar entonces con Franken, quien le definió así la ambición creadora de su entonces pareja: “Es como un ogro. Come, come y come. Tiene hambre de vida”, según se recoge en el libro.

Miquel Barceló con su madre Francisca Artigues en 2018NurPhoto/Getty Images

Otra mujer clave en la vida de Miquel Barceló ha sido su madre, Francisca Artigues, quien falleció el pasado mes de marzo a los 97 años de edad. Artigues pintó al óleo en su juventud e inspiró en parte la vocación de Miquel. Y en su madurez recuperó esa vertiente artística para bordar sobre manteles, edredones, cortinas o servilletas los dibujos de su hijo, algo que ambos llevaron al siguiente nivel en la exposición Vivarium: Bordados de Francisca Artigues sobre dibujos de Miquel Barceló, que se pudo contemplar en 2018 en el Real Jardín Botánico de Madrid.

“Cuando yo tenía veintitantos, mi familia estaba muy preocupada por mi futuro, pero ella siempre estuvo segura de que me desenvolvería bien. Que no se preocupen por ti da mucha confianza. Mi madre me ha ayudado mucho a ser pintor”, declaró Barceló a ABC cuando se inauguró la exposición.