Arquetipos
Aunque suena como una palabra de lujo, un "arquetipo" es algo que
todos experimentamos y conocemos �ntimamente desde el interior.
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Los arquetipos�son
entidades vivientes, instintos psicol�gicos o campos de
informaci�n de influencia que moldean la percepci�n humana y la
experiencia.
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Los
�rganos
ps�quicos de la psique pre-racional, los arquetipos son el �plan
maestro� invisible, sin-forma, que in-forma y da forma a la conducta
humana, tanto individual como colectiva.
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Llamado por Jung
"modos t�picos de aprehensi�n", un arquetipo es como una red de
l�nea de base o proyecto original que reporta y estructura la
forma en que percibimos, interpretamos y respondemos a nuestra
experiencia.
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El poder
determinante que subyace la psicolog�a individual y de masas, los
arquetipos del inconsciente colectivo son las plantillas formativas
que dan aliento (inspiraci�n) y profundidad (materialidad) a los
acontecimientos en los mundos interiores y exteriores.�Indefinibles,
los arquetipos son las eternamente heredadas posibilidades de ideas
que en un principio no tienen ning�n contenido espec�fico.
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Ellos son el
esqueleto ps�quico sobre el cual es formado el cuerpo pol�tico
individual y colectivo.�
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Los
arquetipos son las formas estructurales que subyacen a la
conciencia, al igual que la red cristalina subyace en el proceso de
cristalizaci�n.�Los
arquetipos, al igual que la red cristalina, est�n
vac�as de una concreta existencia material, sin embargo, y dan
forma a la conciencia y a los acontecimientos en el mundo, al
igual que los patrones de la red cristalina de forman el cristal
individual.
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Al igual que las
part�culas m�s peque�as en la f�sica, los�arquetipos�mismos
no son perceptibles, y son irrepresentables, aunque son
experimentados a trav�s de sus efectos en el mundo.�Los
arquetipos preceden a toda representaci�n, y al mismo tiempo se
re-presentan a s� mismos a trav�s de in -formar y dar forma al
universo perceptible.
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Jung escribe:
"Los arquetipos son por lo tanto cosas sumamente importantes con
un poderoso efecto, que merece nuestra atenci�n m�s cercana."
Los complejos son
los veh�culos internos, psicol�gicos que profundizan en el rico
dep�sito de contenido de los arquetipos subyacentes, dando a los
arquetipos sin forma una cara espec�ficamente humana.�
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Los arquetipos son
de car�cter "trascendental", lo que significa�que
existen en un reino fuera del espacio - tiempo.�Los
arquetipos ejercen su influencia informativa
no local
a trav�s del medio de fricci�n y super-fluido del propio
inconsciente colectivo.�Ellos
irrumpen, se desarrollan y sangran hacia y sobre el tiempo
lineal con el fin de encarnar y revelarse.
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Los arquetipos se
hacen visibles organiz�ndose y magn�ticamente atrayendo eventos en
su campo-de-fuerza con e fin de formarse a s� mismos.
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Los arquetipos son
campos de auto-organizaci�n atemporales, lo que quiere decir que
ellos organizan, in-forman y dan forma tanto a las dimensiones
exteriores como interiores, el mundo y nuestra experiencia.
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Los arquetipos
configuran eventos en el mundo exterior no-localmente, para
expresar sincr�nicamente lo que est� pasando dentro de nosotros, as�
como a la inversa.�Cuando
est� emergiendo la dimensi�n arquet�pica, el l�mite entre el
interior y el exterior comienza a disolverse, a medida que la
experiencia interior del arquetipo se vuelve sincr�nicamente
ratificada en el mundo exterior.�
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Los acontecimientos
mundiales destructivos que se han desarrollado desde tiempos
inmemoriales son los efectos de un arquetipo que, encubierta e
inconscientemente actuados como historia humana.
�
El arquetipo est�
creando continuamente nuevas iteraciones del mismo invariante y
exacto subyacente proceso, es decir, "en s� mismo", como un eterno y
auto-generado despliegue fractal sobre el tiempo hist�rico lineal.�La
dimensi�n arquet�pica est� continuamente present�ndose y revel�ndose
a nosotros, mientras actualiza y se materializa en el escenario de
la historia.
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No obstante, hasta
que el arquetipo sea conscientemente reconocido y relacionado, en
vez de actuar de forma inconsciente,�estamos
condenados a volver a crear incesantemente y compulsivamente su
aspecto negativo, destructivo�como
si fuese una pesadilla recurrente.
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NO LOCAL
Cuando algo se dice que es no-local, no est� vinculado o localizado
a un lugar o momento determinado, sino por el contrario, supera las
normas convencionales, la tercera dimensi�n del espacio y del
tiempo.
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La interacci�n no
local se caracteriza por�el
intercambio de informaci�n instant�nea, donde una parte del
universo, en ning�n tiempo en absoluto (es decir, fuera del
tiempo), parece interactuar, afectar y comunicarse con otra
parte del universo de una manera inmediata y sin intermediarios.
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Imag�nese, en la
terminolog�a del b�isbol, un tiro desde lo m�s profundo del jard�n
central a la placa de home, s�lo el jugador est� a mitad de camino
alrededor del planeta, y el tiro toma cero segundos en llegar.�La
interacci�n involucrada en un universo no local no es ninguna forma
conocida de interacci�n que conocemos, ya que se produce
infinitamente m�s r�pido de lo que la velocidad de la luz puede
viajar a trav�s del medio del espacio, mientras que al mismo tiempo
no implica ning�n gasto de energ�a.
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Una acci�n a una
distancia de no localidad es una expresi�n de un campo subyacente y
de salida de flujo lleno de informaci�n que conecta e
inextricablemente une todas las partes del universo con todas las
otras partes en cero tiempo.�
�
En
un universo no local como el nuestro, ninguna parte del universo es
o puede ser fundamentalmente separado de cualquier otra parte, lo
que equivale a decir que la no-localidad es una expresi�n de la
totalidad indivisible del universo.
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Esta vinculaci�n,
seg�n el te�rico cu�ntico�Henry Stapp, podr�a ser el
"descubrimiento m�s profundo de toda la ciencia."�
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COMPLEJOS
Organizados tem�ticamente (como el complejo de inferioridad,
complejo de poder, complejo de salvador, complejo materno, etc.),
los complejos son los veh�culos que profundizan en el rico dep�sito
de contenido de los arquetipos subyacentes, dando a los arquetipos
sin forma un rostro espec�ficamente humano.
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Tener complejos no
es patol�gico, ya que todo el mundo los tiene.�Lo
que es patol�gico, sin embargo, es pensar que no tenemos
complejos�.
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Jung aclara,
"Todo el mundo sabe hoy en d�a que las personas �tienen complejos�.�Lo
que no es tan conocido, aunque mucho m�s importante en teor�a, es
que los complejos pueden tenernos a nosotros ".
No necesitamos
deshacernos de nuestros complejos, m�s bien,�tenemos
que ser�conscientes�de
ellos.
�
Lo que es
importante es lo que hacemos con nuestros complejos.�Los
complejos son las instancias ps�quicas que dan sabor y
determinan nuestra visi�n psicol�gica del mundo.
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Para citar a Jung,
"La�via
regia�[camino
real] con el inconsciente, sin embargo, no es el sue�o... sino el
complejo, que es el autor de los sue�os y de los s�ntomas. "
Los complejos son
las unidades elementales vivas de la psique, actuando como puntos
focales o nodales de la vida ps�quica, en los que se concentra la
carga de energ�a de los diferentes arquetipos del inconsciente
colectivo.
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Una complejos
cargado emocionalmente act�a como el epicentro de un campo
magn�tico, atrayendo y potencialmente asimilando todo lo que tiene
cualquier resonancia, relevancia o est� relacionado con �l mismo de
alguna manera dentro de s� mismo.�Este
proceso interno puede considerarse como actuando en s� en el mundo
exterior cuando nos ponemos en contacto con alguien que tiene un
complejo activado y nos encontramos a nosotros mismos en su proceso,
recogiendo un papel en su psique.
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Esto es un reflejo
exterior de la forma en que un complejo puede atraer, cooptar y
subsumir otras partes del medio ambiente, tanto interior y exterior,
hacia s� mismo.
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Los complejos, cuando son separados de la conciencia,
desarrollan una aparente voluntad aut�noma independiente y
cuasi-vida propia (llamados complejos aut�nomos), lo que
potencialmente puede engullir y poseer la personalidad total.
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COMPLEJOS AUT�NOMOS
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Los
"complejos Aut�nomos"
son partes de la psique que se han separado por shock, trauma, o
rompimiento de nuestras fronteras, y han desarrollado una vida
aparentemente aut�noma y una voluntad aparentemente
independiente de la propia.
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Aunque estamos
inconscientemente identificados con ellos, los complejos
aut�nomos se experimentan subjetivamente como fuera de nosotros
mismos.�Adem�s de su oscuridad
inherente y su extra�eza, nuestra identificaci�n inconsciente
con los complejos aut�nomos es la raz�n esencial por la que es
tan dif�cil de conseguir una manija en ellos.
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Los complejos
aut�nomos act�an sobre nosotros, sienten como nuestro ser m�s
�ntimo, eventualmente necesita ser de propiedad, pero,
parad�jicamente, no nos pertenecen.�La
autonom�a aparente de los arquetipos y complejos es lo que da
lugar a la idea de los seres sobrenaturales.�
�
Dotado de una energ�a
numinosa,�los
complejos aut�nomos son lo que nuestros antepasados
sol�an llamar�"demonios".
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Los complejos
aut�nomos son un nombre psicol�gico para los demonios en el
proceso arquet�pico de adicci�n que nos anima a actuar
compulsivamente nuestra conducta adictiva.
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Un demonio o complejo
aut�nomo, en palabras de Jung,
"Se comporta como un cuerpo extra�o animado en la esfera de
la conciencia.�El complejo
lo general puede ser suprimido, con un esfuerzo de voluntad,
pero no es argumentado fuera de la existencia, y en la
primera oportunidad adecuada reaparece en toda su fuerza
original."
Debido a su falta de
asociaci�n con el ego consciente, los complejos aut�nomos
arquet�picamente no est�n abiertos a ser influenciados,
educados, ni corregidos por la "realidad".
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Un intruso desde el
inconsciente y un perturbador de la paz, un complejo aut�nomo,
se�ala Jung,
"Se comporta exactamente como�un duende�que
siempre se escapaba de nuestro alcance. "
Si se deja sin
atenci�n, estos demonios o complejos aut�nomos causan estragos
por todo el mundo dentro de su esfera de influencia.�
�
Jung escribe:
"... Cualquier complejo aut�nomo no sujeto a la voluntad
consciente ejerce un efecto sobre la conciencia posesiva
proporcional a su fuerza y limita la libertad de este
�ltimo."
Como se hace cargo y
se pone a cargo de una persona, un complejo incorpora un r�gimen
aparentemente aut�nomo dentro del mayor cuerpo pol�tico de la
psique.
�
Al escribir sobre los complejos aut�nomos, Jung dice,
"... El complejo forma algo as� como un gobierno de la
sombra del ego", en el que el complejo aut�nomo dicta al
ego.
Cuando un complejo
aut�nomo toma el cargo, poni�ndose en conflicto interno, es como
si nosotros, como gobernantes naturales de nuestro propio
paisaje ps�quico, hubi�ramos sido depuestos, y estuvi�ramos
viviendo en un pa�s ocupado.
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Se nos permite
nuestra libertad aparente, siempre y cuando no atente contra la
soberan�a y el dominio del poder gobernante.
�
Jung comenta,
"...Un hombre no se da cuenta que cuando es gobernado por un
demonio, �l que pone toda su habilidad y astucia al servicio
de su amo inconsciente, aumentando as� su poder mil veces."
Al ser�no
local,
esta situaci�n interna, psicol�gica, puede manifestarse tanto en
nuestra psique como en el mundo exterior, al mismo tiempo.
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Demonios�o�complejos
aut�nomos�pueden ser
comparados con el virus de la rabia, que viaja a la parte del
cerebro de una persona controlando a toda la persona.
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Los hace rechazar el
agua, por ejemplo, de manera que el virus no puede ser escupido
de la boca.�El virus de la
rabia en �ltima instancia controla y esclaviza a sus v�ctimas,
quit�ndoles su creatividad, espontaneidad y libertad mental, ya
que les obliga compulsivamente, como un vampiro, a favorecer la
propagaci�n del virus.�
�
Requisando y
colonizando nuestra psique, un complejo aut�nomo dividido es, en
potencia, como un "virus vamp�rico", en cuanto a que es
fundamentalmente materia "muerta", es s�lo en un ser vivo, que
adquiere una cuasi-vida.�Al
igual que un vampiro se re-vitaliza chupando nuestra fuerza de
vida, cuando nos identificamos inconscientemente con un complejo
aut�nomo activado, estamos animando, literalmente, al no-muerto.
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C�mplices de nuestra
propia victimizaci�n, entonces, sin saberlo, entregamos nuestra
libertad, el poder y la fuerza vital en el proceso.
Al igual que las c�lulas de c�ncer que asolan el cuerpo, un
complejo aut�nomo se propaga dentro de la psique, consumiendo,
devorando y canibalizando los aspectos saludables de la psique.�Los
complejos aut�nomos unilaterales convincentes atraen todas las
partes sanas de la psique hacia �l, deform�ndolas y destruyendo
la psique de la persona (o naci�n) que resulte afectada,
infectando el campo circundante en el proceso.
Un complejo aut�nomo no puede pararse para ser visto, sin
embargo, de la misma manera que un vampiro detesta la luz.
Un�demonio�o�complejo
aut�nomo cambiar� de forma y har� todo en su poder para
resistirse a ser iluminado, por que una vez es visto, su
autonom�a y su omnipotencia le ser� quitada.
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Anclado y conectado a
la conciencia, el�demonio�o
complejo aut�nomo�puede
entonces ya no vaporizarse de vuelta al inconsciente, que es
decir que ya no es capaz de poseernos por detr�s y por debajo de�nuestra conciencia,
como para obligarnos a actuar, sin saberlo, y hacer su voluntad.
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INFLACI�N
La inflaci�n es cuando el ego se identifica inconscientemente con el
arquetipo del Ser (la totalidad e integridad de nuestro ser).
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La inflaci�n es
cuando algo peque�o (el ego), en lugar de estar en relaci�n
consciente con algo m�s grande que s� mismo (el Ser), se ha arrogado
para s� mismo sus cualidades.�Como
resultado,�el
ego salta m�s all� de sus l�mites humanos adecuados.�
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Identific�ndose
inconscientemente con el arquetipo, el ego se apropia de su poder,
mientras que simult�neamente pierde su humanidad, que verdaderamente
"errar� el blanco".
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Las personalidades
infladas est�n llenas de arrogancia, llegando a estar "llenos de s�
mismos," una leyenda en su propia mente, sintiendo que no est�n
obligados por las leyes del universo tridimensional.�
�
Ser atrapado en una
inflaci�n es como ser absorbido por un cicl�n , ya que,
literalmente, no asa a trav�s de la persona que est� siendo
inflada, que ha sido tomada y levantada del suelo por una
energ�a m�s poderosa.
�
Jung se�al� que,
"La inflaci�n aumenta el punto ciego del ojo... Un s�ntoma claro
de esto es nuestra creciente renuencia a tomar nota de las
reacciones del medio ambiente y prestar atenci�n a ellos."
Cuando estamos
inflados, no aceptamos ninguna reflexi�n, retro-alimentaci�n o
influencia in-formante del universo exterior que contradiga nuestra
hinchada imagen de nosotros mismos.
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En lugar de ser
abierto, receptivo, en relaci�n con y aprendiendo del mundo
exterior, cuando estamos inflados, continuamente interpretamos todo
con el fin de apoyar a nuestra delirante y grandiosa autoimagen.�Vemos
el mundo a trav�s del filtro de nuestra propia imagen narcisista
ego�sta, que es una forma de ceguera ps�quica.�
Hablando de una conciencia inflada, Jung dice que,
"... Es incapaz de aprender del pasado, incapaz de comprender
los acontecimientos contempor�neos, e incapaz de sacar
conclusiones correctas sobre el futuro.�
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Est�
hipnotizada por s� misma, y por lo tanto no se puede argumentar
con ella.�Inevitablemente
se condena a s� misma a las calamidades que deben atacarla [y
otros dentro de su esfera de influencia] matarla".
As� como el
inconsciente siempre compensa una unilateralidad, la inflaci�n
resulta inevitablemente en todo el aire (la vida, el aliento, el
esp�ritu) siendo tomado fuera de la persona que esta inflada.
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La
inflaci�n es, en �ltima instancia, autodestructiva, y si no es
conscientemente reflejada, siempre resulta en desastre.
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Hablando de la
inflaci�n, dijo Jung que,
"...Puede ser amortiguada s�lo por la m�s terrible cat�strofe
para la civilizaci�n, otro diluvio desatado por los dioses sobre
la inh�spita humanidad."
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MATERIA PRIMA
El "famoso secreto", y la base de la obra alqu�mica es la �nica�materia
prima,
que es el caos y la materia prima de la cual la refinada sustancia u
"oro", que es la mente iluminada, se revela.
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La elusiva�materia
prima�tiene
que ser encontrada antes de que la magna obra, la gran obra de la
alquimia, pudiera comenzar.�Psicol�gicamente
hablando, la misteriosa�materia
prima�re-presenta,
como va a ser descubierta en las partes de la psique que nosotros
negamos, des-apropiamos y marginamos, los aspectos de nosotros
mismos de los que nos sentimos avergonzados, y de los que nos
apartamos en repulsi�n y disgusto.
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Nuestra neurosis y
nuestras heridas son la alqu�mica "materia prima", la parte
rechazada y despreciada de la psique, la materia prima de la que
debemos aprender a ser agradecidos, sin la cual no podr�amos hacer
el oro alqu�mico.�
Esto se relaciona con c�mo la figura del�Cristo,
la encarnaci�n arquet�pica del�Mes�as,�que
es el s�mbolo del Verdadero Yo, a menos que sea reconocido por
su divinidad, fue objeto de burla y desprecio.
"Y del mismo modo, en el cristianismo, la Divinidad se oculta en
el hombre de bajo grado", escribe Jung: "por lo que en la"
filosof�a "[la alquimia] se esconde en la desgarbada piedra [es
decir, la piedra filosofal]."
Simb�licamente,
esta es la piedra "que desecharon los arquitectos", que en �ltima
instancia se convierte en la piedra angular.
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Es una idea
arquet�pica, universal que el valor m�s alto se encuentra en el m�s
bajo, que la bendici�n se encuentra en la maldici�n, y que la
sabidur�a se encuentra en la ignorancia.�
Para los alquimistas, hab�a un esp�ritu oculto en la oscuridad de la�materia
prima, una chispa divina enterrada en la oscuridad de la
materia.
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La tan preciada�materia
prima�es
el papel matamoscas ps�quico que atrapa cada proyecci�n imaginable
zumbando alrededor en la mente humana.�Simb�licamente
hablando, la enigm�tica�materia
prima�representa
la sustancia desconocida en nuestro interior que acarrea las
proyecciones del inconsciente.�Es
la emulsi�n ps�quica o medio en el que se codifican los contenidos
subconscientes dentro de nosotros.�
La�materia
prima�es,
pues, un s�mbolo para el inconsciente mismo.�La
tentadora�materia
prima�tiene
un aspecto t�xico peligroso, sin embargo, y fue considerada "plagada
de problemas", causando locura si no era abordada con la m�s alta
consideraci�n.
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La�materia
prima�en
su aspecto de plomo como contiene el esp�ritu de la depresi�n, un
movimiento a la baja en las profundidades de nuestro ser, que se
siente como melancol�a, y que corresponde al encuentro con la sombra
en la psicolog�a.
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La�materia
prima�es
simbolizada a menudo como un hombre viejo, ya que est� relacionado
con la figura de Saturno/Cronos, el padre negativo arquet�pico, que
es un poder de uni�n y limitaci�n de que est� relacionado con el
elemento de "plomo".
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La forma peculiar de Saturno/Cronos de
"bendecir" - restringi�ndonos, ya que aparentemente nos quita la
libertad - siempre es "maldecida" por su anfitri�n, y, sin embargo,
es la misma cosa que nos inspira a descubrir nuestro propio poder y
autoridad.
�
Aunque
potencialmente mortal, la�materia
prima�contiene
en s� misma su propia medicina, es decir, que el proceso alqu�mico
es su propia soluci�n.
�
La�materia
prima�es
un fen�meno cu�ntico, ya que es de naturaleza indeterminada de
potencialidad de composici�n abierta, y contiene dentro de s� tanto
el veneno como la medicina.�Mientras
m�s virulento es el veneno, m�s poderosos son sus posibles
cualidades curativas.
En su forma original, la parad�jica�materia
prima�contiene
los opuestos m�s incompatibles posibles, inherentes a la psique
humana en s� misma, en forma no combinada.�Una
erupci�n del inconsciente,�la
materia prima es simbolizada a menudo como un drag�n, ya que es
la personificaci�n de la psique instintiva.
�
La�materia
prima�es
un "increatum", una entidad auto-generadora "increada", aut�noma,
como un esp�ritu que es la ra�z de la misma y enraizado en s� mismo
y no depende de nada.�La
inasible�materia
prima�es
considera de ser la madre virginal que da a luz al lapis, la piedra
filosofal, que es la mente iluminada.�
�
La�materia
prima�tambi�n
es considerada como un hu�rfano, porque es tan completamente
�nica y totalmente singular en su clase. Aparentemente es
dif�cil de encontrar, porque se encuentra en todas partes.
�
Para citar un
antiguo alquimista, la�materia
prima�es
el Sujeto de la,
�"Gran Piedra de los
Fil�sofos, que todo el mundo tiene ante sus ojos a�n sin
saberlo."
Jung contempla,
"Sin embargo, nadie ha sabido nunca lo que este asunto es
primordial.�
�
Los
alquimistas no sab�an, y nadie ha descubierto lo que realmente
se quer�a decir con eso, porque es una sustancia presente en el
inconsciente que es necesaria para la encarnaci�n del dios."
�
�
EL RECIPIENTE HERM�TICO
Una de las condiciones clave necesarias para el �xito del arte
alqu�mico es un recipiente cerrado y herm�tico, o "contenedor", que
es capaz de soportar la presi�n necesaria para la transformaci�n y
"cocinar"�la�Materia
Prima.
�
Hablando de la
profundidad de la vasija alqu�mica, la legendaria escritora de la
antig�edad Maria Prophetissa dice que,
"Todo el secreto est� en saber sobre el recipiente herm�tico."
Un recipiente de y
para el esp�ritu, el contenedor alqu�mico no es un mero aparato
f�sico, sino m�s bien es una idea m�stica, una imagen primordial, un
s�mbolo genuino expresando algo de valor real dentro de la propia
psique que lo produjo.
�
El concepto y la
experiencia de la vasija herm�tica desarrolla y emerge del
inconsciente como resultado de la contemplaci�n y as� arroja luz
sobre el inconsciente.�
De una manera misteriosa, la vasija alqu�mica es id�ntica a su
contenido.�La
psique en s� es el recipiente herm�tico m�stico, en el que la psique
cataliza la transformaci�n de la�materia
prima, es en s� misma las�materia
prima�que
est� siendo transformada, y tambi�n es el recipiente en el que se
produce la transmutaci�n, adem�s de ser la piedra filosofal que nace
del trabajo.�
�
Femenino
en la naturaleza, el amplio recipiente herm�tico es un �tero
receptivo y matriz de renovaci�n espiritual y renacimiento.�
�
Jung escribe que a
medida en que la psique de la humanidad toma conciencia,
"Se convierte en la cuna divina, el �tero, el envase sagrado en
el que la propia deidad se encerrar�, ser� acarreada y nacida."
El recipiente
herm�tico es la expresi�n de lo femenino, cuyo poder intr�nseco e
invulnerable es su amplia naturaleza, que es capaz de mantener el
espacio con el fin de dar a luz y formar.�
�
El recipiente
alqu�mico que da vida normalmente es retratado como teniendo un
fuego purificador por debajo de ella, simbolizando el calor de
introspectivo, la conciencia contemplativa, que es necesaria
para crear la suficiente presi�n psicol�gica para la
transformaci�n.
�
Si no hay
suficiente presi�n, ninguna transformaci�n se lleva a cabo.�En
la alquimia, el fuego purifica, mientras es simult�neamente la
fusi�n y la s�ntesis de los opuestos en una unidad.
�
Jung se�ala que,
"La atenci�n calent� el inconsciente y lo activ�, rompiendo as�
las barreras que lo separan de la conciencia",
�permitiendo que su
contenido pase entre el consciente y el inconsciente con mayor
facilidad.
�
Los alquimistas
utilizaron im�genes de la suave calidez de un gallina clueca
incubando sus huevos y la cocci�n de pan para simbolizar de este
proceso.�La
primera fue una imagen del calor de la naturaleza, la segunda era
una imagen de la capacidad de la humanidad para alterar la
naturaleza a trav�s del calor de la conciencia.
�
Jung elabora,
"�Calentar� es necesario,
es decir, debe haber una�intensificaci�n
de la conciencia�con
el fin de que la luz puede ser encendida en la morada del
verdadero yo."
Para el "trabajo"
alqu�mico para tener �xito, el "calor" generado por la mutua
cooperaci�n y el intercambio de la naturaleza (tanto terrestre y
celeste), y el arte humanos era esencial.�
�
Un recipiente
"herm�ticamente cerrado" (sellado con el sello de�Hermes,
que est� relacionado con�Mercurio�,
la imagen de Dios- de dos caras de los alquimistas),
simb�licamente hablando, previniendo que algo extra�o entre en
la operaci�n, as� como detener las proyecciones no-reflejadas de
filtrarse hacia el mundo.
�
Adem�s, un
recipiente herm�ticamente cerrado guarda el frasco de "soplar su
tapa", que ser�a un s�mbolo de no ser capaz de "contener" la tensi�n
y la presi�n creativa.�"Volando
nuestra tapa" es llegar a ser pose�dos por, y por lo tanto obligados
a actuar inconscientemente nuestros primitivos, no integrados
efectos arquet�picos de abrumadora emoci�n y pasi�n.�
�
El recipiente
alqu�mico es un s�mbolo de la importancia de la comprensi�n ps�quica
del Yo.�Nosotros,
a trav�s de nuestra conciencia o falta de ella, jugamos un papel
clave en la creaci�n del vaso m�stico, y por lo tanto, a nosotros
mismos.�El
recipiente multi-dimensional, concebido como una sustancia
material, simboliza la realizaci�n de la divinidad, que baja en
y la transformaci�n de la materia.
�
Cada ser humano es
el recipiente del Santo Grial en el que Dios viene a la conciencia.�Estamos
viviendo, respirando vasos alqu�micos en carne y hueso, los
recipientes creados y preparados por Dios para Su transformaci�n y
Encarnaci�n.
�
Jung habla,
"... El hombre es la r�plica en la que el dios es
transformado, donde �l desciende en la materia y donde el
esp�ritu se desarrolla a partir de la materia de nuevo,
llevando consigo todos los grados de la existencia."
�
�
IMAGINACI�N ACTIVA
Cuando los alquimistas hablan de "meditatio" y "imaginatio"
(meditaci�n e imaginaci�n), quieren decir, como explica Jung,
"...Un di�logo
interno y por lo tanto una relaci�n viva con la voz de
contestador del "otro" en nosotros mismos, es decir, del
inconsciente."
Jung llam� a este di�logo con el otro dentro de nosotros mismos,
entre la "imaginaci�n activa" consciente y el inconsciente,.
�
El proceso
psicol�gico de la imaginaci�n activa es el equivalente de las
operaciones simb�licas de la alquimia.�En
vez de mirar pasivamente las manifestaciones del inconsciente, en la
imaginaci�n activa nos comprometemos plenamente con ellos y
participamos activamente en una relaci�n consciente con el
inconsciente.�En
la imaginaci�n activa nos encontramos siendo pedidos responder con
creatividad y llegar a un acuerdo con la voz del "otro" dentro de
nosotros mismos.
�
Cuando un contenido
inconsciente est� a punto de llegar a ser consciente, primero se
vuelve parcialmente consciente, como algo que es transl�cido -
simult�neamente visible e invisible.�En
la imaginaci�n activa, entramos en un di�logo creativo con estos
contenidos inconscientes, facilitando su paso de un estado potencial
inconsciente al estado consciente, uno real.
�
La imaginaci�n
activa es la t�cnica m�s poderosa que Jung alguna vez ha encontr��para
colmar esta brecha y metabolizar, digerir y asimilar los contenidos
del inconsciente�y,
por tanto, la toma de conciencia.
Cuando estamos inconscientemente identificados con el contenido de
nuestro inconsciente, no podemos ver estos contenidos, siendo
id�nticos con ellos, no nos hemos separado de estos contenidos con
el fin de ser capaces de verlos como objetos.�Estos
contenidos inconscientes son todav�a demasiado una parte de nuestro
marco de referencia a trav�s del cual interpretamos nuestra
experiencia para que podamos examinarlos con toda objetividad.
�
Antes de que
podamos integrar un contenido de lo inconsciente, debemos
distinguirnos de el.
�
En la imaginaci�n
activa, nosotros "objetivamos" el contenido de nuestro
inconsciente creativamente molde�ndola y d�ndole forma, y por
ello convirti�ndolo en un objeto que nosotros, como sujetos,
estamos separados de, y con quien tenemos una relaci�n
interactiva y di�logo.
�
Comenta Jung,
"Lo esencial es diferenciarse de estos contenidos inconscientes
al personificarlos, y al mismo tiempo ponerlas en relaci�n con
la conciencia.�Esa
es la t�cnica para despojarlas de su poder".
Personificando y
entrando en relaci�n consciente con las figuras de nuestro
inconsciente como si fueran aut�nomos, entidades de vida
independiente, quit�ndoles su poder convincente sobre nosotros.�
�
Cualquier contenido
constelado, inconsciente que no est� en relaci�n con nosotros posee
por detr�s y por debajo de nuestra conciencia.�Cuando
somos inconscientes de algo que se activa dentro de nosotros, nos
identificamos con ella y estamos obligados a actuarlo
inconscientemente en nuestra vida.
�
Cuando somos
inconscientes de algo que se ha encendido dentro de nosotros, Jung
escribe:
"Nos mueve o nos activa como si fu�ramos marionetas.�S�lo
podemos escapar ese sentido volvi�ndolo consciente y
objetiv�ndolo, poni�ndolo fuera de nosotros mismos, sac�ndolo
del inconsciente ".
Cuando est�
completamente objetivado, no s�lo quitamos el poder del contenido
inconsciente sobre nosotros, sino que somos capaces de acceder y
unirse con el poder que anima de una manera que nos da poder.�
�
Por objetivar estas
figuras internas, que des-identificamos de ellos y les damos un
cuerpo y voz a estas piezas aparentemente aut�nomas, sin cuerpo y
desmembradas de nosotros mismos, que parecen tener una mente propia
y simplemente necesitan traducci�n en el medio de la tercera
dimensi�n, espacio-temporal de la materia.�
�
No
es dif�cil de objetivar los contenidos del inconsciente, como siendo
aut�nomo, aparentemente poseen una identidad propia, por lo que
naturalmente tienen una tendencia a personificarse espont�neamente a
s� mismos dentro de nuestra psique.
�
Contemplando la
paradoja arquet�pica de c�mo se codifica la soluci�n en el problema
aparente, Jung contin�a,
"Su autonom�a es una cosa m�s inc�moda para reconciliarse, y sin
embargo, el mismo hecho de que el inconsciente se presenta de
esa manera nos da la mejor manera de manejarlo."
Este "mejor medio"
es el proceso de la imaginaci�n activa.�
Al hablar de su propia experiencia personal, Jung escribe en su
autobiograf�a que en realidad fueron figuras animadas dentro de su
imaginaci�n que,
"... Me trajeron a m� la idea crucial de que hay cosas en la
psique que yo no produzco, sino que se producen ellas mismas y
tienen su propia vida."
Al parecer, figuras
aut�nomas vivientes existentes en el interior de la imaginaci�n de
Jung, las cuales Jung experiment� subjetivamente como algo distinto
de s� mismo, revelaron y literalmente le ense�aron a Jung a
reconocer el car�cter aut�nomo de la psique.
�
Hablando de una de
estas figuras interiores, Jung comenta,
"En mis fantas�as, mantuve conversaciones con �l, y me dijo
cosas que yo no hab�a pensado conscientemente.�Observ�
claramente que era �l quien hablaba, no yo".
Jung estaba
"escuchando voces", que en su caso, as� como en muchos otros, no era
un fen�meno patol�gico, sino una iluminaci�n (gracias a Dios por
todos nosotros que �l no fue "medicado" fuera de su iluminaci�n por
la psiquiatr�a).
�
Estas figuras
internas ayudaron a Jung a entender "que hay algo en m� que puede
decir cosas que yo no s�."
�
Hay una figura en
nosotros, que nos conoce mejor que nosotros mismos.�
�
Objetivando los
contenidos del inconsciente es descubrir y entrar en la perspectiva
de que somos un sujeto con un punto de vista diferente al sostenido
por el contenido ahora objetivado.�En
relaci�n con el contenido de nuestro inconsciente, como si fueran
otros est� al mismo tiempo relacion�ndose con nosotros mismos como
distintos de estos contenidos.�Al
objetivar contenidos de nuestro inconsciente, simult�neamente nos
des-identificamos de ellos y nos creamos a nosotros mismos distintos
y relativos a estos contenidos.�
�
Como se�ala Jung,
"En �ltima instancia, el factor decisivo es siempre la
conciencia, que puede comprender las manifestaciones del
inconsciente y tomar una posici�n hacia ellos."
Parad�jicamente, el
reconocimiento de estos contenidos como algo m�s que nosotros mismos
es el acto que nos ayuda a finalmente aceptar, abrazar e integrar
estos contenidos inconscientes que, en �ltima instancia, son partes
de nosotros mismos.
�
�
LA MIRADA DEL LE�N
Una de las m�s hermosas ense�anzas del Budismo se llama "La mirada
del le�n."
�
El siguiente
ejemplo se da a modo de ilustraci�n:
cuando lanzamos un palo alrededor de un perro, el perro corre
detr�s de la barra, pero cuando tiramos un palo en torno a
un le�n, el le�n corre detr�s de nosotros.
El�lanzamiento
de la vara�en
este ejemplo representa el desencadenamiento de una emoci�n
aflictiva, inc�moda dentro de nosotros.�Cuando
somos activados, es como si un bot�n dentro de nosotros ha sido
empujado el cual activa un inconsciente y compulsivo reflejo
rotuliano.
�
Correr tras el palo
como el perro, que es para disfrutar de y "actuar" el detonante, es
poner nuestra atenci�n fuera de nosotros mismos.
�
Esto es para
relacionarnos a lo que nos est� provocando en el mundo exterior como
"el problema".
�
Desde este punto de
vista, aunque s�lo de detuviera lo que nos estaba provocando en el
mundo exterior, nos sentir�amos mejor, y el problema estar�a
resuelto.�Teniendo
la mirada del le�n, sin embargo, si somos detonados por algo,
nuestra mirada se dirige dentro de nosotros mismos y se
auto-refleja, mirando a lo que est� dentro de nosotros que se ha
activado.
�
El le�n no tiene
miedo de ir directamente a la fuente del detonante, que nunca est�
fuera, sino que siempre dentro de nosotros mismos.
�
Asumiendo la mirada
sin miedo del le�n, nos relacionamos con la situaci�n que nos ha
provocado como un regalo, ya que ha ayudado a acceder a una
parte de nosotros mismos que hasta ahora ha estado inconsciente,
y por lo tanto oculta.
�
�
�
EL ARQUETIPO DEL PADRE NEGATIVO
Simb�licamente hablando, la�materia
prima, la materia misma que necesita ser transformada en el opus
alqu�mico, corresponde al plomo, que se refiere a Saturno-Cronos, el
padre negativo.
�
Uno de los muchos
s�mbolos de la�Materia
Prima es el de un hombre viejo, d�bil y enfermo, el rey m�tico moribundo,
o "Senex". Esta figura del padre negativo ha (arque)t�picamente
perdido el contacto con los sentimientos, con el eros, con relaci�n,
con la creatividad, con el coraz�n, con la compasi�n y con el amor.�El
arquetipo, el patriarcado negativo tiene que ver con la represi�n de
lo femenino, de la espontaneidad, de la vida misma.
�
El padre negativo
se disocia de la madre naturaleza y del medio ambiente, que se
objetiviza y trata de dominar, en vez de estar en una relaci�n con
�l.�Esta
figura del padre-r�gido-viejo-negativo es el s�mbolo de una
calcificaci�n de la conciencia que, por miedo a su propia debilidad,
se agarra y se vuelve un adicta al poder y al control, dictando a
todos los que caen bajo su dominio.
�
El arquetipo del
padre negativo tiene que ver con dominar y usar la fuerza ("la
fuerza hace el derecho") sobre los otros, en comparaci�n con estar
en una relaci�n rec�proca, dial�ctica.
�
El anciano
moribundo representa simb�licamente una posici�n dominante en la
conciencia de que ha dejado de ser �til, y por lo tanto se
convierte en un obst�culo para el crecimiento y el desarrollo de
la conciencia. Esta figura arquet�pica del padre negativo est�
en la necesidad de ser licuado y de-solidificado, de ser dado un
ba�o de alquimia en las aguas curativas de la psique.
�
Estar bajo el
hechizo de Saturno-Cronos, el padre oscuro el �Padre Tiempo� es
estar en trance y absorbido en el tiempo lineal, el tiempo
"cronol�gico", a expensas de la dimensi�n atemporal, "sincr�nica" de
nuestro ser.�Saturno,
el patriarcado corrompido, mitol�gicamente hablando, es el director
de la c�rcel, el que nos une y aparentemente limita nuestra
libertad, al mismo tiempo ser el probador supremo y gran
purificador.
�
Codificado en forma
aparentemente oculta dentro de este arquetipo est� nuestro
propio poder intr�nseco, ya que nos desaf�a a encontrar y hablar
nuestra verdadera voz, acceder y entrar en nuestro lugar de
empoderamiento y verdadera autoridad, y al hacerlo,
potencialmente conectarse con la totalidad intr�nseca de la Yo.
�
Debido a su aspecto
inici�tico, el arquetipo del padre negativo es una expresi�n sin
mediaci�n del Ser, pero en su aspecto m�s oscuro.
�
�
EL SUE�O
Me refiero a este proceso de c�mo las proyecciones constelan
contra-proyecciones como "el so�ar." El so�ar es el espacio
interactivo para compartir entre nosotros, que nos in-forma.
�
El sue�o es la
din�mica subyacente m�s profunda que da forma a nuestras reacciones
y configura nuestra relaci�n con los dem�s.�Te
estoy so�ando, pero t� me est�s so�ando, hasta el infinito y
viceversa, al mismo tiempo.�El
so�ar es el espacio entre nosotros en el que ocurre nuestra
relaci�n.
�
El sue�o es todo un
universo, auto-perfeccionado, y auto-contenido, un ser vivo, un
sue�o mutuo compartido que es la ropa misma en nuestra forma, al
revelarse a s� misma siempre en nuevas formas.�El
sue�o toma "dos para bailar un tango", por as� decirlo, en el que es
creado al estar en relaci�n unos con otros.
�
Hemos conjurado el so�ar a trav�s de nuestra interacci�n
colaborativa, y no hay una manera de "seguir el sue�o" que nos
pueda despertar a un nivel m�s profundo de libertad y curaci�n.
�
�
�
PROYECCI�N DE SOMBRA
La proyecci�n de sombra, o�chivos
expiatorios, es cuando nos separamos de nuestra propia oscuridad
y la proyectamos fuera de nosotros mismos.
�
Cuando proyectamos
nuestra sombra a otra persona, creemos que la otra persona es la
encarnaci�n de la oscuridad que pertenece en �ltima instancia a
nosotros mismos.�Luego,
queremos luchar y destruir el mal que vemos "all� afuera", ya que
nos recuerda a algo oscuro dentro de nosotros con lo que preferimos
no tener nada que ver.
�
Al tratar de
destruir el mal que vemos en el mundo exterior, sin embargo,�llegamos
a ser pose�do por �l y encarnamos el mismo mal que estamos
tratando de destruir.
�
La proyecci�n de la
sombra es un reflejo del proceso interno de disociar desde y querer
deshacerse de - exterminar - una parte de nosotros mismos.�La
proyecci�n de la sombra es un auto-mutilaci�n que es en realidad un
acto de violencia ps�quica, no s�lo en nosotros mismos, sino en el
"otro" que es el destinatario de nuestra proyecci�n.�
�
La proyecci�n de la
sombra no ocurre en un vac�o, sin embargo, ya que el universo pide
al mismo tiempo establecer la proyecci�n.�Cuando
alguien est� inconsciente de su sombra, atraer�, literalmente,
proyecciones de sombras de otros sobre s� mismo, debido a que se han
convertido, en palabras de Jung, en "papel matamoscas ps�quico."
�
Su inconsciencia de su sombra asegura que inconscientemente lo
representar�n, lo que ofrece un "gancho" en el que otros pueden
"colgar" su proyecci�n de sombras.�El gancho del destinatario atrae perfectamente la
proyecci�n de sombra inconsciente del otro, que ten�a una
potencialidad para volverse consciente, y por lo tanto, utiliza el
m�todo indirecto y tortuoso de la proyecci�n sobre un objeto externo
a fin de expresarse de alguna manera.�
�
La
proyecci�n de la sombra es en s� misma la expresi�n no mediada,
revelando y actuando desde la sombra.�La
proyecci�n de nuestro propio mal fuera de nosotros mismos,
aparentemente nos libera de la carga de tener que lidiar con el
mal dentro de nosotros.
�
Y sin embargo, la
proyecci�n de la sombra, evitando tratar con el mal dentro de
nosotros mismos, es el acto primordial que genera el propio "mal"
que estamos tratando de evitar en primer lugar.�Jung
simplemente lo llama proyecci�n de sombras "la mentira", que por
asociaci�n est� relacionada con la figura simb�lica del Diablo, uno
de cuyos significados es "mentiroso."
�
La proyecci�n de la sombra es el proceso psicol�gico subyacente que,
cuando se moviliza colectivamente, es el combustible de alto
octanaje que se alimenta de la actividad humana de la guerra.
Tratando de matar nuestra sombra al aparecer en el mundo exterior
es a su vez el encarnado reflejo de nuestro acto interno original de
escisi�n, proyectando y tratando de destruir la parte oscura de
nosotros mismos, que es el impulso en la ra�z misma de la proyecci�n
de sombras en primer lugar.
�
En otras palabras, nuestro presente actividad "interna" del momento
de la proyecci�n de la sombra "fuera" de nosotros mismos est� siendo
ideada y actuada en el mundo aparentemente "externo".
�
El mundo exterior
es el lienzo sobre el que nuestro proceso interno toma cuerpo, o se
encarna a s� mismo.�Literalmente
estamos actuando fuera de la escena mundial de nuestro proceso muy
interno de disociarnos de, sobresalir, y tratar de destruir nuestra
propia oscuridad.�Al
tratar de destruir nuestra propia sombra, nos encontramos en un
conflicto sin fin, sin "estrategia de salida" que, momento a
momento, sin saberlo, alimentamos, mantenemos y creamos.�
Una vez que colectivamente proyectamos la sombra, al igual que en un
sue�o, el universo aparentemente exterior reflejar� nuestra sombra
proyectada en forma de otros que lo actuar�n y con ello justificar�n
nuestra proyecci�n mediante el suministro de todas las pruebas que
necesitamos para confirmar la aparente verdad de nuestra proyecci�n
de sombras.
�
Cuando un grupo (o
naci�n) proyecta la sombra de forma cooperativa sobre un enemigo
convenido, nosotros literalmente, "so�amos" que el universo encare
la misma sombra estamos lanzando colectivamente fuera de nosotros
mismos, lo que justifica continuamente nuestro acto inicial de
proyectar la sombra en un circuito de retroalimentaci�n
auto-generada.�
�
Al proyectar la
sombra, caemos bajo el embrujo de nuestra propia sombra reflejada,
pensando que existe objetivamente, separada de nosotros.�
�
Cuando estamos
proyectando desde la sombra, estamos realmente locos, ya que hemos
ca�do en un c�rculo de retroalimentaci�n de auto-perpetuaci�n en el
que estamos tratando de destruir nuestra propia oscuridad, una
batalla que nunca se puede ganar.�Es
como tratar de apagar un fuego vertiendo gasolina sobre el.
�
La proyecci�n de la
sombra colectiva es a la vez un s�ntoma de locura, al tiempo que
es el acto que genera la locura, de la cual ella misma es una
expresi�n.
�
�
LO DEMON�ACO
Para citar al destacado psic�logo�Rollo
May,
lo "demon�aco" es "cualquier funci�n natural que tiene el poder
de tomar el control de toda persona [o grupo/pa�s]... lo
demon�aco puede ser creativo o destructivo [es decir,"
demon�aco"]... la violencia es lo demon�aco que ha salido mal...
las edades [como la nuestra] tienden a ser tiempos en que lo
demon�aco se expresa en su forma m�s destructiva ".
Lo demon�aco no es
una entidad metaf�sica objetivamente existente en el sentido
cristiano, sino que es una funci�n arquet�pica de la experiencia
humana, una realidad ps�quica, as� como una realidad existencial en
al que todos participamos.
�
Lo demon�aco es un fen�meno cu�ntico, en que contiene tanto la luz como
los aspectos oscuros de nuestro ser codificados dentro de el en un
estado superpuesto, lo que quiere decir que ocultas dentro de lo
demon�aco est�n las semillas creativas de su propia transformaci�n.�
�
Ambas fuerzas constructivas y
destructivas est�n plenamente presentes en lo demon�aco de forma
simult�nea, y, la energ�a potencialmente puede manifestarse,
dependiendo de c�mo una conciencia observadora interact�a con �l.�
Siendo una energ�a arquet�pica�que
puede asumir el control y poseer una persona o una especie, lo
demon�aco se anuncia a s� mismo reclutando personas a su servicio,
alistando a seres humanos como instrumentos de su plena revelaci�n
de s� mismo.
�
La gente as�
pose�da se ver� obligada a actuar inconscientemente a fin de dar
forma y forma viviente a este arquetipo de energ�a demon�aca en la
tercera dimensi�n.
�
Jung comenta,
"En t�rminos generales lo demon�aco es ese momento en que un
contenido inconsciente del poder aparentemente abrumador aparece
en el umbral de la conciencia.�Se
puede cruzar ese umbral y apoderarse de la personalidad.�Entonces
es posesi�n".
Antes de que un
arquetipo transpersonal como lo demon�aco pueda integrarse
conscientemente, siempre se manifestar� f�sicamente, ya que, en
palabras de Jung,
"...Que obliga al sujeto hacia su propia forma."
Si lo demon�aco no
es honrado y�tratado
religiosamente�(es
decir, cuidadosamente considerado con reverencia y un sentido de lo
sagrado), entonces, se constela negativamente y en verdad se convierte en
algo "demon�aco", en el sentido destructivo de la palabra.
�
Oculto en lo
demon�aco, sin embargo, est��nuestra
voz interior, nuestro esp�ritu gu�a, nuestro �ngel, y nuestro
genio, lo que se conoce como nuestro "demonio".
�
Jung escribe que,
"... El demonio de la voz interior es a la vez nuestro mayor
peligro y una ayuda indispensable."
Codificada dentro
de lo demon�aco est� nuestra propia potencia creadora, que si se
distorsiona, o se usa mal, o no es expresada se convierte en
auto-destructiva.
�
Jung se refiere a
lo demon�aco como lo "creativo a�n sin descubrir," lo que quiere
decir que es la creatividad que todav�a no se ha "hecho real" o se
ha actualizado por el ego.�El
desarrollo de un ego sano y fuerte es de crucial importancia en
entrar en relaci�n y expresar creativamente las energ�as demon�acas
dentro de nosotros.
�
Una de las cosas
m�s destructivas en la psique humana es�la
creatividad no lograda.
La palabra demon�aca est� relacionada por asociaci�n a la figura del
"diablo", que a su vez est� relacionada con la palabra "diab�lica",
cuyo significado interior es dividir, separar , y desintegrar.�Al
ser divisivo, lo diab�lico nos divide en varios trozos fragmentados
y compartimentados, tanto dentro de nosotros mismos como en nuestra
relaci�n con otros.
�
El ant�nimo de�diab�lico�es
la palabra "simb�lico", que, adem�s de ser el lenguaje de los
sue�os, significa unir, juntar e integrar.�En
la medida en que estamos en contacto con la dimensi�n simb�lica de
nuestra experiencia, que reconoce el aspecto on�rico de nuestra
existencia, es el grado en que somos capaces de transmutar y liberar
o demon�aco en creatividad.�
Una de las principales formas en que el aspecto destructivo de lo
demon�aco es facultado dentro de nosotros es�cuando
somos inconscientes de nuestra sombra.
�
Adem�s de traer la
conciencia a nuestro medio m�s oscuro, la mayor protecci�n
contra el aspecto negativo de lo demon�aco es estar en contacto
con nuestra integridad intr�nseca, que es ser "due�o de s�
mismo", - en posesi�n de la parte de nosotros mismos que es no
pose�ble, que es el Ser, la totalidad de nuestro ser.
�
�
�
ENCONTRANDO EL NOMBRE
Es para nuestra
gran ventaja expandir nuestra fluidez psico-espiritual de manera que
nos permita navegar por las aguas vivas de nuestro paisaje interior
de la psique.
�
Por ejemplo, cuando
"vemos" un demonio (para entender lo que es un demonio es,
psicol�gicamente hablando, por favor ver tanto "lo demon�aco" y
"complejos aut�nomos"), sabemos su nombre, lo que nos ayuda a
conseguir un "mango" en ello.
�
Jung dice,
"Porque que la humanidad siempre fue como la entrega de una
pesadilla cuando se encontr� el nombre nuevo."
Nombr�ndolo�es
exorcismo, ya que quita el poder del demonio sobre nosotros.�Este
es el poder del Logos, de�la
Palabra.
�
Como dice en la
Biblia,
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el
Verbo era Dios."
(Juan 01:01).
Cuando nos
encontramos con el nombre de un demonio, le quitamos su omnipotencia
y autonom�a, ya que ya no puede asumir el control de nosotros a
trav�s de nuestros puntos ciegos inconscientes y nos obliga a
actuar, sin saberlo, hacia fuera.
�
Encontrar el nombre
faculta que nos comprometamos de manera creativa con estas partes
m�s oscuras de nosotros mismos que est�n saliendo de las sombras "en
nombre de la curaci�n."
�
Jung dice que,
"El acto de nombramiento es, al igual que el bautismo, de suma
importancia en cuanto a la creaci�n de la personalidad, ya que
un poder m�gico se ha atribuido al nombre desde tiempos
inmemoriales.�
�
Conocer
el nombre secreto de una persona [o un demonio] es tener poder
sobre �l".
Encontrar el nombre
es un acto creativo, un acto de poder que tiene el poder de cambiar
nuestra relaci�n con los poderes arquet�picos del universo.�
�
Jung comenta,
"En el momento en el que usted puede designar el arquetipo
vivido por su s�mbolo, usted se siente aliviado, es un momento
bueno y positivo, a�n si es horrible... Por lo tanto la medicina
antigua egipcia consisti� en dar a la cosa el nombre correcto...
�
Un nuevo nombre siempre produce un efecto extraordinario, no
podemos racionalizar estas cosas, ellos lanzan un hechizo, son
s�mbolos, que realmente influyen en el inconsciente como los nos
influye inconscientes".
�C�mo hacemos una
palabra?�La
"hechizamos" (deletreamos).
�
En la b�squeda de
las palabras de nuestra experiencia, estamos seleccionando con
criterios un "hechizo positivo" cuya �rbita e influencia no-local es
liberadora.�Entonces
podemos conscientemente nombrar y dar voz a nuestra experiencia, que
es entrar en y acceder al esp�ritu creativo dentro de nosotros
mismos.�
�
Al aprender formas
nuevas y creativas de expresarnos a nosotros mismos, estamos
des-haciendo la maldici�n en la que est�bamos por no ser capaces de
simbolizar nuestra experiencia.
�
Al aprender a quitar el hechizo, el mundo ya no est� escrito en
piedra, con nosotros como sus v�ctimas pasivas, ya que nos damos
cuenta y aprovechamos el poder creador y transformador de la
Palabra.
�
�
EGOFRENIA MALIGNA
(de la Introducci�n a�la
locura de George W. Bush: una reflexi�n de nuestra Psicosis
Colectiva.,
p 5-8)�
(�Nota�-
en este extracto de mi libro, introduzco el t�rmino "egofrenia
maligna", una enfermedad psico-espiritual del alma que ha estado
con nosotros desde tiempos inmemoriales, es end�mica de nuestra
cultura en general, y un s�ntoma de los tiempos en los que vivimos.
�
Debido a que es una enfermedad en el alma de toda la humanidad,
impregna el campo y est� en todos nosotros en potencia en cualquier
momento, lo que hace que sea especialmente dif�cil de diagnosticar.�En
este extracto, estoy compartiendo de como me encontr� por primera
vez una forma de realizaci�n humana y portador de esta enfermedad
del alma en mi relaci�n con mi padre.
�
La egofrenia maligna s�lo puede entenderse cuando damos un paso
fuera del yo separado y vemos el campo unificado m�s profundo que
nos une y del que somos una expresi�n.�Mi
padre estaba actuando un rol m�tico m�s oscuro que existe en �ltima
instancia, no s�lo dentro de mi psique personal, sino del
inconsciente colectivo.�
�
En este extracto, que estoy se�alando que, si bien en la
superficie, lo que mi padre y George Bush actuaron parec�a
completamente diferente y sin relaci�n, hubo una patolog�a
subyacente encarn�ndose a trav�s de dos de ellos que revel� un
proceso arquet�pico profundo trabajando dentro de todos
nosotros.
�
Bush y mi padre son variaciones o reiteraciones de un tema similar,
revelando un virus ps�quico de dimensiones superiores, el "bicho" en
el sistema que ha causado estragos en toda la historia humana, y
est� en la ra�z de nuestra crisis mundial actual).�
�
"La enfermedad ps�quica que se ha apoderado Bush es un virus de
dimensiones superiores, articul�ndose a s� mismo no localmente (es
decir, no limitado por el tiempo o el espacio) como un fen�meno de
campo, y tiene que ser contemplado como tal.
�
Por ejemplo, si no
reconocemos la enfermedad mortal que infecta el campo en el que Bush
ha ca�do presa y le apoyamos y le seguimos, entonces nos convertimos
en los agentes involuntarios a trav�s de los cuales esta enfermedad
no local se propaga.�Yo
estoy llamando a esta enfermedad que impregna el campo y que existe
en lo profundo del alma de toda la humanidad�egofrenia
maligna�.
�
Actualmente, la
egofrenia maligna se manifiesta como una�psicosis
colectiva que causa la destrucci�n sin fin en una escala global.
El primer paso en la curaci�n de este pat�geno mal�volo es verlo,
objetivar, y darle un nombre.�Conocer
el nombre del demonio es conocer su naturaleza, que al igual que la
kriptonita para Superman, le quita su poder sobre nosotros.�Este
es el poder del Logos, la Palabra.�
Este trabajo surge de una tragedia personal profunda.�La
egofrenia maligna, como una especie de virus mortal,
de otro mundo, encarnado en s� a trav�s de mi padre, haci�ndose
cargo de �l tan plenamente, que ni siquiera sospechaba lo que estaba
sucediendo.
�
Al igual que�George Bush, las partes sanas
de la psique de mi padre fueron cooptadas por el aspecto patol�gico,
que redact� estas piezas a su servicio.�
�
Muy
luminoso, y en la superficie aparentemente muy cari�oso, mi padre,
al igual que George Bush, podr�a parecer un tipo com�n y corriente,
normal.�Esto
hizo que la enfermedad que le agobiaba fuese dif�cil de reconocer.�
�
Porque mi padre
estaba tan tomado por �l, se volvi� en una forma de realizaci�n y portador de egofrenia maligna, convirti�ndose en un portal a trav�s
del cual el campo a su alrededor lo "deformaba", de tal forma que
alimentaba y apoyaba su proceso patog�nico.�
�
Al
igual que con George Bush, un campo no local de negaci�n y
encubrimiento que se resisti� a la luz de la conciencia se conjur�
en torno a mi padre con el fin de protegerlo.�Esto
es (arque)t�pico de c�mo los sistemas familiares se configuran en
torno a una situaci�n de abuso.�
La primera y �nica vez en mi vida que alg�n miembro de la familia me
habl� honestamente sobre la patolog�a de mi padre fue una
conversaci�n telef�nica que tuve con mi t�a Helen, la �nica hermana
de mi padre.�Ella
me cont� que ella pensaba que la ra�z del problema de mi padre era
la culpa abrumadora que debe haber sentido inconscientemente sobre
�l, en sus palabras "la terrible, terrible cosa" que hizo cuando era
m�s joven.�
Lo que hizo fue "tan horrible y tan terrible que nunca, nunca me
dir� de qu� se trataba", sin embargo.
�
Ella dijo que sus
padres murieron con el coraz�n roto a causa de esta "horrible,
terrible cosa" que hizo mi padre.�Tan
pronto como termin� de decirme esto, t�a Helen solt� de nuevo en su
papel habitual de decirme que el problema que tuve con mi padre fue
porque estaba enfermo, como si fuera demasiado para ella para
permanecer en la verdad de lo que ella acababa de compartir.�T�a
Helen muri� un mes despu�s de que mi padre hizo, llev�ndose el
secreto de familia a la tumba con ella.
Mi padre era incapaz y poco dispuesto a experimentar su
sentimiento de culpa, verg�enza, o pecado por mas
"terrible, terrible"
que fuese.
�
Su falta de
voluntad para experimentar su propia oscuridad llev� a un proceso de
mentir, ocultar y encubrir, que mi padre lleg� a creer sus propias
mentiras.�Se
resisti� a la auto-reflexi�n a toda costa, y cay� en un estado
completamente disociado de negar su propia negaci�n escondi�ndose de
s� mismo.�
�
Luego
se volvi� adjunto, y adicto a su papel de poder sobre otros, ya que
esto le aseguraba que nunca tendr�a que ser vulnerable.
�
Otras personas en
su esfera de influencia se convirtieron en objetos o peones para
alimentar y mantener a su propia inflada imagen, narcisista, y
patol�gica de s� mismo.�Este
abuso de poder se convirti� en un c�rculo vicioso auto-generador,
que desarroll� una vida propia y aut�noma.�
�
En
otras palabras, este h�bito de esconderse de su propia oscuridad,
literalmente, se hizo cargo y "posey�" a mi padre.
�
Luego actu� de
manera compulsiva y encarn� este proceso mediante la proyecci�n de
su propia sombra fuera de s� mismo y tratando de destruirla.�Al
hacer esto, �l fue pose�do por la misma sombra que estaba tratando
de destruir, un estado de locura total y absoluta.�En
este estado de locura, mi padre, al abusar de su poder sobre otros,
literalmente aterroriz� el campo a su alrededor.
�
Al igual que George
Bush, este proceso de proyecci�n de sombras abri� la puerta para que
la
egofrenia maligna�se
encarnara a trav�s de mi padre, haci�ndolo uno de sus instrumentos
(l�ase una articulaci�n m�s profunda de egofrenia maligna)".
�
�
Narcisismo maligno
Un narcisista es alguien que se ha vuelto hipnotizado y encantado
por su propia auto-imagen inflada.
�
Se han vuelto tan
absortos en s� mismos, que no s�lo no est�n en relaci�n genuina con
otros, sino que se relacionan con otros (incluido el medio ambiente)
como objetos para satisfacer su propia necesidad de
auto-engrandecimiento.�
�
Un narcisista "maligno", sin embargo, es un narcisista que reacciona
con sadismo a otras personas que no apoyan y permiten su narcisismo.�En
�ltima instancia, un narcisista maligno quiere aniquilar a
cualquiera que de alguna manera pone en peligro su propia imagen
ilusoria y una agenda ego�sta.�
�
Los
narcisistas malignos pueden ser muy carism�ticos, y son muy adeptos
a encantar a otros y manipularlos.�Son
h�biles en camuflar su agenda mal�vola, incluso a s� mismos.�Los
narcisistas malignos pueden parecen ser personas muy
normales, regulares, y aparentemente amorosas.�
�
Muchos
de
estos llamados psic�patas aparentemente "normales"
son atra�dos a puestos de poder.�Los
narcisistas malignos son muy h�biles en encantar a
otros, en ponerlos bajo su hechizo.
�
Son hipnotizadores
maestros, como "magos negros", en que son muy talentosos manipulando
a otros a trav�s de sus inconscientes puntos ciegos y
vulnerabilidades.
�
Los narcisistas malignos son�mentirosos�patol�gicos,
son muy h�biles para mentir, y debido a su extrema disociaci�n
interna, creen en sus propias mentiras.�Caen
en una regresi�n infinita de estar en negaci�n acerca de estar
en la negaci�n, es decir, est�n ocult�ndose continuamente de s�
mismos.
�
La convicci�n de un
solo lado que llevan en su acto de auto-enga�o puede f�cilmente
"poner en trance" a la gente.�Un
narcisista maligno juega con los temores de la gente con el fin de
ganar su confianza y luego controlarlos, bas�ndose en el abuso de
poder sobre otros - la firma de un verdadero dictador, ya sea en una
familia o una naci�n�
�
En su esencia, un
deseo del narcisista maligno es el de dominar y tener poder sobre
otros.
�
El perverso placer
de la dominaci�n total sobre otra persona(s), lo que implica la
transformaci�n de una persona en un objeto (una "cosa"), en la
que su libertad le es quitada, es la esencia misma del impulso
s�dico.
�
Su sadismo es una
manera de transformar sus sentimientos de impotencia y debilidad en
una experiencia de omnipotencia.�Los
narcisistas malignos pueden parecer confiado y
auto-asegurado, pero est�n, en realidad, cubriendo profundas
inseguridades y miedos a trav�s de una auto-imagen inflada.�Intensos
sentimientos de venganza, furia, y rabia al borde de la locura
manifiesta cuando su temor es expuesto y su narcisismo amenazado.
�
Esta ira no es s�lo
una defensa contra su vulnerabilidad y herida, sino que proviene de
un perverso deseo de castigar s�dicamente a aquellos que ellos
perciben como ser la causa de su rabia.
Un narcisista maligno es la encarnaci�n del ser separado, alienado,
fuera de control a un grado patol�gico.
�
Inconscientemente
se identifican con, y proteger�n a toda costa un imaginario "yo
separado que es ajeno al resto del universo. Parad�jicamente,
al mismo tiempo que se experimentan a s� mismos como algo separado
de los dem�s, el narcisista maligno vive en un estado de fusi�n
inconsciente con otros.
�
Para un narcisista
maligno, otras personas realmente no existen como seres aut�nomos,
sino como peones desechables para alimentar y mantener sus fantas�as
narcisistas de masturbaci�n.�Un
narcisista maligno no ha desarrollado un sentido de su propio ser
aut�ntico, por lo que no son capaces de tener una relaci�n genuina
con otros.
�
Psicol�gicamente,�el
narcisismo maligno�es un estado muy primitivo y no-evolucionado, totalmente
carente de eros (relaci�n).�
Los
narcisistas malignos no son conscientes de la interrelaci�n entre
ellos y otros. Emocionalmente subdesarrollados, son incapaces de
sentir empat�a por otros y tienen una abrumadora falta de compasi�n
genuina.�Los
narcisistas malignos son incapaces de llorar de
verdad, ya que en �ltima instancia, s�lo se preocupan de s� mismos.�
�
Ellos fingen pena, sin embargo, al igual que van a tratar y parecer
compasivos, si es pol�ticamente correcto hacerlo y, por lo tanto, a
su favor, ya que son maestros de la manipulaci�n.�
Como un verdadero mat�n, los narcisistas malignos abusan de su
posici�n de poder y privilegio simplemente porque pueden hacerlo, lo
que es moralmente indefendible.�
�
Pueden "hablar" sin cesar sobre asumir responsabilidad, pero nunca
se enfrentan realmente ni se responsabilizan de sus acciones.�Los
narcisistas malignos juegan el papel de "verdugo
disfrazado de v�ctima" a fin de eximirse de culpa.�Ellos
cometen abuso y violencia en otros, mientras se esconden detr�s de
la fachada de ser v�ctimas.
Los narcisistas
malignos son verdaderamente loco haciendo cosas a otros dentro de su
esfera de influencia.�
Los narcisistas malignos son reacios a experimentar el sentido de la
verg�enza, la culpa o el pecado, ya que su narcisismo no permiten
estos sentimientos.�Esta
incapacidad de sentir conscientemente sus sentimientos "negativos"
est� en la ra�z de la din�mica en la que se disocian de su propia
oscuridad, culpando y "proyectando la sombra" en alg�n "otro".
�
Esta escisi�n y
proyecci�n de sus propios malos resultados teniendo siempre un
enemigo potencial en cada esquina, por lo que los narcisistas
malignos tienden a la paranoia.�
�
Los narcisistas
malignos continuamente "necesitan" un enemigo y le incluso crean
otros nuevos para garantizar que ellos no tengan que mirar el mal
dentro de sus propios corazones.�Reaccionan
con aversi�n a la reflexi�n de su propia maldad.
�
Los narcisistas
malignos est�n inconscientemente pose�dos por el impulso de tracci�n
de la sombra arquet�pica.
Estar pose�do por
una energ�a arquet�pica significa que han perdido su libertad
interior, ya que una fuerza m�s potente, transpersonal, arquet�pica
se ha hecho cargo de ellos, inconsciente y compulsivamente actuando
a trav�s de ellos.�Si
se dejan en una posici�n de poder, los narcisistas malignos
finalmente se destruyen a s� mismos y a todo el mundo bajo su
dominio.
�
Los narcisistas
malignos literalmente envenenan su �mbito de influencia, ya sea
con uranio empobrecido o toxicidad ps�quica, que es igual de
real y mortal.
�
Los narcisistas
malignos son lo que se llaman "necr�filos", en que sus impulsos son
perversamente dirigidos contra la vida - la espontaneidad de la que
tienen miedo - y hacia la muerte y la destrucci�n, a la que son
secretamente atra�dos.
�
Los narcisistas
malignos tienen una s�dica "voluntad de matar" con el fin de
proteger sus propios enga�os ego�stas, lo que los hace
especialmente peligrosos, ya que no se detendr�n ante nada,
literalmente, se aferrar�n a la posici�n de poder en la que se
encuentran.
�
La guerra y una
atm�sfera de violencia es la situaci�n en la que la mayor�a de ellos
se sienten.�Los
narcisistas malignos son asesinos (ya sea f�sica o
ps�quicamente) ya que son penalmente y moralmente dementes.
�
�
EL PROCESO DE SO�AR
En un proceso que ocurre en, sobre y fuera del tiempo, cuando dos o
m�s personas se unen, las proyecciones activan contra- proyecciones
y crean un sue�o mutuamente compartido de relaci�n.
�
Por ejemplo,
digamos que tengo una herida sin cicatrizar en mi psique.�Si
me voy a dormir esta noche y sue�o, mi herida sin cicatrizar
seguramente aparecer� en mis sue�os, ya que mis sue�os nocturnos son
una proyecci�n o reflejo de mi proceso interior.�
�
De manera similar,
voy a conectar inconscientemente los puntos y dar un sentido a
la mancha de tinta llamada estado de vigilia, para so�ar la
materializaci�n de mi proceso interior que necesita resoluci�n.
�
Inconscientemente
so�ar� y atraer� a m� mismo a alguien en el mundo exterior con quien
jugar mi proceso de cicatrizaci�n interior.�Todo
lo que necesita es el "gancho" m�s m�nimo en el otro sobre el que
puedo colgar mi proyecci�n.�El
gancho es como un pedazo de velcro donde mi proyecci�n se aloja, ya
que es donde el otro cae (y secretamente est� de acuerdo con) mi
proyecci�n.
�
A pesar de que la
parte de ellos que tiene una resonancia con mi proyecci�n podr�a
ser el 1% de lo que son, mi atenci�n tiende a centrarse en este
1% de ellos como que es todo lo que son.
�
Jung comenta,
"En el momento en que uno forma una idea de una cosa y
exitosamente atrapa uno de sus aspectos, uno invariablemente
sucumbe a la ilusi�n de haber capturado la totalidad."
Mi enfoque y
relaci�n con s�lo una parte del otro amplificar� esta cualidad
particular en ellos, por lo que es m�s probable que entren e
incorporen esta cualidad, proporcionando toda la evidencia que
necesito para probarme a m� mismo a�n m�s que esto es quien en
realidad son, afianz�ndome a�n m�s en mi punto de vista de verlos de
esta manera, lo que s�lo sirve para llamar a�n m�s esta cualidad
fuera de ellos, en un auto-perpetuado y auto-confirmado bucle de
retroalimentaci�n que se convierte en una mutuamente creada profec�a
auto-cumplida.�
�
Y por supuesto,
como un matrimonio hecho en el cielo (o potencialmente, el
infierno), en una plantilla de espejos que se ajusta como una
cerradura y una llave, el otro est� rec�procamente so�ando con
llevar a cabo su proceso inconsciente de una manera similar.�
�
En un sue�o
mutuamente creado, un sue�o compartido, estamos so�ando uno con el
otro para jugar papeles en el proceso del otro.
�
Cuando este proceso
de sue�os mutuos emerge, cada persona se convierte en un personaje
del sue�o materializado plenamente, una encarnaci�n de un personaje
que vive en el interior de la mente del otro.
�
Como si la
co-creaci�n de un espacio-de-sue�o compartido para habitar juntos,
en este punto estamos tanto en la psique como la psique est� dentro
de nosotros.�Algo
m�s profundo se est� revelando a trav�s de nuestra interacci�n
sincr�nica.�Reconocer
esto en s� mismo es llegar a ser l�cido en el sue�o despierto.�
�
Cuando
ambas personas involucradas reconocen esto y se vuelven
co-operativamente l�cidos juntos, pueden en colaboraci�n jugar y
transformar el
sue�o l�cido compartido que est�n teniendo, que es
evoluci�n en acci�n.
�
Esto es un reflejo
en el microcosmos, una iteraci�n de un fractal en la peque�a escala
de la relaci�n individual, por lo que est� disponible para nosotros,
macroc�smicamente hablando, como especie.�
�
Siempre estamos
so�ando con otros mientras que al mismo tiempo estamos siendo
so�ados por ellos.�Me
imagino que todos hemos experimentado, consciente o
inconscientemente, lo que se siente al ser so�ado por alguien m�s en
su proceso.�
�
Con ciertas
personas, nos encontramos con partes de nosotros mismos que por lo
general no manifiestan verse atra�dos fuera de nosotros, como si la
otra persona, por alguna raz�n necesita a alguien para jugar este
rol particular para ellos.
�
Mientras observamos y participamos c�mo somos reclutados en el
proceso interno de la otra persona, descubrimos que�sincr�nicamente, el papel en el
que somos lanzados no s�lo nos est� mostrando algo acerca de
ellos, sino al mismo tiempo est� revelando una parte previamente
inconsciente de nosotros mismos as�.
�
�
UN ENGA�OSO S�NDROME PARTICIPATIVO�(ADS)�
Lo que yo llamo "Un S�ndrome Participatorio Delirante"
(ADS para
abreviar) est� basado en el iluso supuesto que somos independientes
y no estamos participando en convocar la misma situaci�n en el resto
del mundo externo al cual estamos reaccionando y objetando (por
favor, ver mi art�culo "Delirios de Separaci�n").
�
ADS inmoviliza con
eficacia y har� ineficaz nuestra capacidad de auto-reflexionar, en
lo relacionado con el mundo a trav�s del lente fijo y no negociable
de los supuestos de que el mundo �objeti-vamente� existe,
independientes de nosotros mismos.
�
Cuando somos
afectados por ADS, reaccionamos a nuestras percepciones e
interpretaciones como si existieran por s� y de manera independiente
en el objeto (el mundo), en lugar de darnos cuenta de que son reflex-iones
autom�ticas (de la manera que lo estamos viendo) y por lo tanto
siempre revelando el sujeto (nosotros mismos).
�
En un inconsciente
'reflejo', entonces tratamos de "atacar" el problema desde el punto
de vista (desde el exterior) equivocado, en lugar de acercarse a su
fuente, que es dentro de nosotros mismos (por favor, consulte la
secci�n "La
mirada del le�n").
�
ADS es un "s�ndrome
sem�ntico 'en la que estamos mal interpretando la naturaleza de
nuestra experiencia, de manera sutil pero alterando
significativamente la forma en que nuestra mente da sentido y
contextualiza nuestra experiencia del universo, as� como a nosotros
mismos.�
�
Un ejemplo
sencillo:
Me retiro de mi
novia debido a mi propia herida.�
�
Ella
percibe esto, lo que desencadena sus inseguridades en torno a ser
rechazada.�En
su reacci�n, ella act�a por su herida, que me da toda la evidencia
aparentemente objetiva que tengo que justificar aun m�s mi retiro.
�
No me doy cuenta,
sin embargo, de mi complicidad al invocar la propia herida
en ella a la cual estoy reaccionando.