por Paul Levy
6 Agosto 2013

del Sitio Web EmpoweredByKnowledge
traducci�n de Gladys Molina

Versi�n original en Ingles


C.G. Jung, el gran m�dico del alma y uno de los psic�logos m�s inspirados del siglo XX, tuvo una incre�ble percepci�n en lo que se est� reproduciendo actualmente, tanto a nivel individual como colectivo, en nuestro mundo moderno de hoy.

�l escribe:

"Si, por un momento, nos fijamos en la humanidad como una sola persona, se ve que es como un hombre arrastrado por las potencias inconscientes."

Somos una especie arrastrada - "pose�da" por - y escenificando, el inconsciente. Jung explica:

"La posesi�n, aunque pasada de moda, de ninguna manera ha quedado obsoleta, ha cambiado s�lo el nombre. Antiguamente se hablaba de "esp�ritus malignos," ahora los llamamos "neurosis" o "complejos inconscientes."

Pensar condescendientemente que nosotros, como personas racionales modernas, somos demasiado sofisticados como para creer en algo tan primitivo como demonios es haber ca�do bajo el hechizo de los mism�simos esp�ritus malignos que imaginamos de ser inexistentes.

Lo que los antiguos llamaban demonios, son un fen�meno ps�quico que nos obligan a actuar y llevar a cabo conductas contrarias a nuestras mejores intenciones.

Para citar a Jung,

"...las condiciones ps�quicas que engendran demonios trabajan tan activamente como siempre. Los demonios realmente no han desaparecido sino que meramente han adoptado otra forma: se han convertido en fuerzas ps�quicas inconscientes."

"La posesi�n," seg�n Jung es "un fen�meno ps�quico primordial" que "denota un peculiar estado de �nimo caracterizado por el hecho de que ciertos contenidos ps�quicos, los llamados complejos, se hacen con el control de la personalidad total, en lugar del yo, al menos temporalmente, a tal grado que el libre albedr�o del yo queda suspendido."

Aunque el pose�do podr�a imaginar que tienen libre albedr�o, su libertad es ilusoria. Est�n siendo utilizados involuntariamente como instrumento de alguna "otra" energ�a o fuerza para encarnar y expresarse a trav�s de ellos.

El tener complejos no es necesariamente patol�gico, ya que todo el mundo los tiene. Lo qu� es patol�gico, sin embargo, es pensar que no tenemos complejos, que es la condici�n previa que nos hace m�s vulnerables a la posesi�n. Jung aclara:

"Todo el mundo sabe hoy en d�a que las personas 'tienen complejos.' Lo que no es tan conocido, pero mucho m�s importante te�ricamente, es que los complejos nos pueden tener a nosotros."

Cuantos m�s complejos tengamos, m�s pose�dos estamos. No tenemos que deshacernos de nuestros complejos, m�s bien, debemos llegar a ser conscientes de ellos. Lo que es importante es lo que hacemos con nuestros complejos.

Los complejos son las instancias ps�quicas que condimentan y determinan nuestra visi�n psicol�gica del mundo.

Para citar a Jung:

"La v�a regia [camino real] a trav�s del inconsciente, sin embargo, no es el sue�o...sino el complejo, el que es el autor de sue�os y s�ntomas."

Tem�ticamente organizado (como el complejo del poder, el complejo del salvador, complejo materno, complejo de inferioridad, etc.), los complejos son los veh�culos que profundizan en el rico repositorio de contenido de los arquetipos subyacentes, d�ndoles a los arquetipos sin forma, una cara espec�ficamente humana.

Los complejos son las unidades elementales vivas de la psique, actuando como los puntos focales o nodales de la vida ps�quica, en la que se concentra la carga de energ�a de los diferentes arquetipos del inconsciente colectivo.

Un complejo con carga emocional act�a como el epicentro de un campo magn�tico, que atrae y potencialmente asimila para s� mismo todo lo que tenga cualquier resonancia, relevancia o est� relacionado a ello mismo en modo alguno.

Este proceso interno se puede ver mientras act�a en-s� en el mundo exterior cuando nos ponemos en contacto con alguien que tiene un complejo activado y nos encontramos arrastrados en su proceso, recogiendo un rol en su psique. Este es un reflejo externo de c�mo un complejo puede atraer, cooptar y subsumir otras partes del entorno, tanto interiores y exteriores, en s� mismo.

Cuando los complejos se escinden de la consciencia, pueden potencialmente engullir y poseer a toda la personalidad entera.

"Posesi�n" es una palabra interesante. Evoca asociaciones inmediatas del Diablo, que, mitol�gicamente hablando, es el que nos "posee", en el sentido demon�aco de la palabra.

Jung, sin embargo, diferencia su sentido de la palabra "posesi�n" del significado asociado con la Iglesia Cat�lica, por ejemplo, cuando escribe:

"La idea de la Iglesia sobre la posesi�n, por lo tanto, se limita a los casos extremadamente raros, mientras que yo lo usar�a en un sentido mucho m�s amplio que designa un fen�meno ps�quico que ocurre con frecuencia."

Posesi�n, psicol�gicamente hablando, es identificarse con un complejo del inconsciente, convirti�ndonos en �l, de tal manera que actuamos como �l y a trav�s de �l en nuestras vidas.

�Qui�n de nosotros no ha hecho esto? �Qui�n de nosotros podr�a tirar la primera piedra?

Sincron�sticamente, mientras escribo este art�culo, m�ltiples ejemplos de personas siendo pose�das por y en representaci�n de su incosciente est�n sucediendo a la vista de todos en el escenario mundial.

La estrella del tenis Serena Williams "perdi� la cabeza" cuando cay� en un ataque de rabia en el Open de EE.UU. en un arrebato incontrolado dirigido al congresista republicano Joe Wilson, grit�ndole "Mientes", durante el discurso del Presidente Obama ante el Congreso; o el rapero Kanye West fundi�ndose groseramente e interrumpiendo y estropeando el discurso de aceptaci�n de la cantante de country Taylor Swift en los MTV Video Music Awards, todos ilustran exactamente lo que estoy se�alando.

Todos ellos fueron "apoderados por algo."

Jung escribe:

"desde el principio del mundo, la humanidad ha estado pose�da."

Posesi�n es sin�nimo de esclavitud.

Jung comenta que en estados de posesi�n se trata de,

"la misma experiencia milenaria: algo objetivamente ps�quico y extra�o para nosotros, que no est� bajo nuestro control, se opone firmemente a la soberan�a de nuestra voluntad."

Posesi�n significa ser suplantado por algo m�s fuerte, ser absorbido y "adue�ado" por algo distinto de nosotros mismos.

Jung dice:

"Dondequiera que todav�a estemos apegados, seguimos pose�dos, y cuando estamos pose�dos, hay uno m�s fuerte que nosotros, que nos posee."

Todos hemos tenido momentos en los que hemos estado pose�dos por algo, en la que todos hemos sentido "no ser nosotros mismos," donde ya no somos id�nticos a nosotros mismos.

Algunos de nosotros pasamos toda nuestra vida viviendo la vida de otra persona en lugar de la nuestra. Todos hemos tenido momentos en los que "algo" se nos ha metido dentro, en que nos sentimos de extra�o humor, fuera de s�.

Cuando nos agarran los arquetipos primordiales m�s profundos, Jung escribe:

"Ellos pueden f�cilmente agarrarte y est�s pose�do como si fueran leones u osos, digamos - fuerzas primitivas que son, definitivamente, m�s fuertes que t�."

En cualquier momento, cualquiera de nosotros puede llegar a ser "pose�do" por el inconsciente de tal manera que una energ�a m�s poderosa que nuestro ego consciente nos mueve y anima.

Para citar a Jung:

"...f�cilmente nos pasa a cualquiera de nosotros que no actuamos por nuestra propia voluntad. Entonces no puedo decir que lo hago, sino que se hace a trav�s de m�, algo se apodera de m�, la mism�sima acci�n puede tomar posesi�n de m�. [...]

Cuando hemos ca�do en nuestro inconsciente y compulsivamente en-actuamos a cabo un complejo inconsciente, llegamos a ser manipulados por fuerzas m�s poderosas que nosotros mismos."

En palabras de Jung, entonces una persona se convierte en:

"marioneta del diablo. Esto puede ocurrir s�lo porque cre�a que hab�a abolido los demonios por declararlos supersticiones. Pas� por alto el hecho de que eran, en el fondo, los productos de determinados factores en la psique humana."

Al desestimar los demonios como meras ilusiones sin darnos cuenta de su realidad psicol�gica, involuntariamente llegamos a ser pose�dos por ellos.

Los demonios son en �ltima instancia partes escindidas, rechazadas y repudiadas de la psique que se experimentan como algo ajeno y distinto a lo que nos imaginamos ser (ver "Meeting the Other Within" - Encuentro con el Otro en el Interior).

Los demonios, psicol�gicamente hablando, son muy reales, en cuanto a que alteran nuestra experiencia de nosotros mismos.

Jung dice:

"Por lo general hay una marcada p�rdida del conocimiento de los complejos, y esto, naturalmente, les garantiza a�n m�s la libertad de acci�n.

En estos casos, su capacidad de asimilaci�n llega a ser especialmente pronunciada, ya que la inconsciencia ayuda al complejo de asimilar incluso el ego, el resultado siendo una alteraci�n moment�nea e inconsciente de la personalidad conocida como identificaci�n con el complejo. En la Edad Media iba por otro nombre, se llamaba posesi�n."

Nosotros, como personas "modernas," en la medida en que estamos actuando a trav�s de nuestro inconsciente, estamos tan "plagados" por la posesi�n como la gente en la Edad Media.

Jung Comenta:

"...en todos los casos, la identificaci�n con el [complejo] inconsciente trae un debilitamiento de la consciencia, y en esto radica el peligro. No es 'hacer' una identificaci�n, no 'te identificas', sino que tienes la experiencia de tu identidad con el arquetipo de forma inconsciente y as� est�s pose�do por �l."

Todo con lo que estamos inconscientemente identificados estamos pose�dos por ello, y por lo tanto, compelidos a actuar en nuestra vida sin entender el por qu�.

Aunque hemos descartado la idea de los demonios en el altar de nuestra racionalidad, en palabras de Jung:

"...el hombre mismo ha asumido su papel sin saberlo y ejecuta la obra diab�lica de la destrucci�n con herramientas mucho m�s eficaces de como lo hac�an los esp�ritus. En los viejos tiempos los hombres eran brutales, ahora son deshumanizados y pose�dos a tal grado que incluso la Edad Media m�s negra jam�s conoci�."

M�s que nunca, la humanidad actual, sin duda act�a como si fuera una especie pose�da.

El te�logo eminente y activista por la Verdad del 11S David Ray Griffin escribe:

"Parece ser que estamos pose�dos por una fuerza demon�aca que nos conduce, en un trance, hacia la auto-destrucci�n."

Jung comenta:

"...un 'algo' desconocido se ha apoderado de una parte mayor o menor de la psique e impone su existencia odiosa y da�ina sin inmutarse por todo nuestro conocimiento, raz�n y energ�a, proclamando as� el poder del inconsciente sobre la mente consciente, el poder soberano de la posesi�n."

Cuando estamos pose�dos no somos libres, no somos due�os de nuestra propia casa.

Cuando estamos pose�dos por el inconsciente, llegamos a estar disociados de nosotros mismos de tal manera que, como escribe Jung, hay,

"un desgarro suelto de parte de la propia naturaleza, es la desaparici�n y la emancipaci�n de un complejo, que acto seguido se convierte en un usurpador tirano de la consciencia, oprimiendo al hombre por completo. Lo lanza fuera del trayecto y lo lleva hacia las acciones cuya unilateralidad ciega conduce inevitablemente a la autodestrucci�n."



Complejos Aut�nomos

"Los complejos aut�nomos" son partes de la psique que se han escindido debido al shock, trauma, o violaci�n de nuestras fronteras, y han desarrollado una vida aparentemente aut�noma y voluntad aparentemente independiente propia.

Aunque nos identificamos con ellos inconscientemente, los complejos aut�nomos est�n subjetivamente experimentados como algo m�s que nosotros mismos. Aparte de su inherente oscuridad y extra�eza, nuestra identificaci�n inconsciente con los complejos aut�nomos es la raz�n esencial por la que es tan dif�cil de conseguir un asidero en ellos.

Los complejos aut�nomos act�an sobre nosotros, se sienten como nuestro ser m�s �ntimo, finalmente necesitan ser adue�ados, pero, parad�jicamente, no nos pertenecen. La aparente autonom�a de los arquetipos y complejos es la que da origen a la idea de los seres sobrenaturales.

Dotado de una energ�a numinosa, los complejos aut�nomos son lo que nuestros antepasados sol�an llamar "demonios."


Demonios


Los complejos aut�nomos son un nombre psicol�gico para los demonios en el proceso arquet�pico de la adicci�n que nos animan a actuar compulsivamente con nuestra conducta adictiva.

Un demonio o complejo aut�nomo, en palabras de Jung:

"se comporta como un cuerpo extra�o animado en la esfera de la consciencia. El complejo por lo general se puede suprimir, con un esfuerzo de voluntad, pero no argumentado fuera de la existencia, y a la primera oportunidad apropiada reaparece en toda su fuerza original."

Debido a su falta de asociaci�n con el yo consciente, los complejos aut�nomos t�picamente no est�n abiertos a ser influenciados, educados, ni corregidos por la "realidad".

Un intruso desde el inconsciente y un perturbador de la paz, un complejo aut�nomo, Jung se�ala,

"se comporta exactamente como un duende que siempre elude nuestro alcance."

Si los dejamos y no reflexionamos sobre ellos, estos demonios o complejos aut�nomos causan estragos para todo el mundo dentro de su esfera de influencia.

Jung escribe:

"...cualquier complejo aut�nomo no sujeto a la voluntad consciente ejerce un efecto posesivo en la consciencia, proporcional a su fuerza y limita la libertad de este �ltimo."

Mientras se hace cargo y toma el mando de una persona, un complejo incorpora un r�gimen aparentemente aut�nomo en el mayor cuerpo pol�tico de la psique.

Al escribir sobre los complejos aut�nomos, Jung dice:

"...el complejo forma algo as� como un gobierno en la sombra del yo," en cuanto a que el complejo dicta al yo.

Cuando somos tomados por y estamos en conflicto interno con, y debido a un complejo aut�nomo, es como si nosotros, los gobernantes naturales de nuestro propio paisaje ps�quico, hayamos sido depuestos, y estuvi�ramos viviendo en un pa�s ocupado.

Se nos permite nuestra libertad aparente, siempre y cuando no amenace la soberan�a y el dominio de la potencia dominante.

Jung comenta:

"...un hombre no se da cuenta que cuando se rige por un demonio, pone toda su habilidad y astucia al servicio de su amo inconsciente, aumentando as� su poder mil veces."

Siendo esto una situaci�n psicol�gica no-local interna, puede manifestarse tanto en nuestra psique como en el mundo exterior al mismo tiempo.

Los demonios o complejos aut�nomos tienen un efecto posesivo y obsesivo sobre la consciencia. Curiosamente, la palabra "obsesi�n" originalmente significaba estar bajo la influencia de una mal�fica "posesi�n."

La obsesi�n se refiere a ciertas ideas que han tomado posesi�n de la persona.

Podemos llegar a ser pose�dos por ideas inquebrantables de c�mo deber�an ser las cosas o como quien pensamos que somos, oprimiendo y tiranizando ambos a nosotros mismos y a los dem�s que tienen un punto de vista diferente en el proceso.

Jung escribe:

"La idea es como un ser aut�nomo que quiere un cuerpo tanto que incluso se encarna en el cuerpo, uno comienza a jugar, para llevar a cabo la idea, y luego la gente dice que uno est� completamente loco. La idea ha tomado posesi�n de uno hasta volverse como si estuviera fuera de sus cabales."

Millones de nuestra especie han matado y han sido asesinados por una idea fija.

Requisando y colonizando nuestra psique, una escisi�n, un complejo aut�nomo es, en potencia, como un "virus vamp�rico", en cuanto a que es fundamentalmente materia "muerta," es s�lo un ser viviente que adquiere una cuasi-vida.

Al igual que un vampiro se re-vitaliza chupando nuestra fuerza vital, cuando nos identificamos inconscientemente con un complejo aut�nomo activado, literalmente estamos animando y avivando a los muertos vivientes. C�mplices de nuestra propia victimizaci�n, entonces cedemos involuntariamente nuestra libertad, poder, y fuerza vital en el proceso.

Al igual que las c�lulas cancerosas que asolan al cuerpo, los complejos aut�nomos desasociados son como "mentes disidentes" que pueden llegar a ser excesivamente hinchadas con energ�a ps�quica, y luego se propagan en met�stasis dentro de la psique, consumiendo, devorando y canibalizando los aspectos sanos de la psique.

Extrayendo y atrayendo todas las partes sanas de la psique hacia s� mismo, un complejo aut�nomo puede potencialmente deformar y destruir la psique de la persona (o de la naci�n) as� afligida, infectando de manera no local y propagando por contagio ps�quico su malestar con el campo circundante en el proceso.

Un complejo aut�nomo no puede soportar ser visto, sin embargo, muy de la misma manera que un vampiro detesta la luz. Un demonio o complejo aut�nomo cambiar� de forma y har� todo en su poder para resistirse a ser iluminado, porque una vez visto, su autonom�a y omnipotencia desaparecen.

Anclado, conectado y relacionado con la consciencia, el demonio o complejo aut�nomo ya no puede vaporizarse de vuelta al inconsciente, es decir, que ya no es capaz de poseernos por detr�s y por debajo de nuestra consciencia a fin de obligarnos a actuar inconscientemente exteriorizando y haciendo su voluntad (ver "Shedding Light on Evil" - "Arrojando Luz Sobre el Mal").

Encontrando el Nombre


Cuando "vemos" un demonio, cuando sabemos su nombre, esto nos ayuda a conseguir "hacernos con" y controlar la situaci�n. El nombrarlo es un ejercicio de exorcismo, ya que disipa el poder del demonio sobre nosotros.

Jung dice:

"El acto de nombramiento es, como el bautismo, muy importante en cuanto a la creaci�n de personalidad, porque un poder m�gico se ha atribuido al nombre desde tiempos inmemoriales. El saber el nombre secreto de una persona [o de un demonio] es tener el poder sobre �l."

En otra parte, Jung escribe:

"Para la humanidad siempre fue como una liberaci�n de una pesadilla cuando se encontraba un nombre nuevo."

Encontrar el nombre es un acto de poder.

Jung comenta:

"En el momento en que designes por su s�mbolo al arquetipo vivido, te sientes aliviado, es un momento bueno y positivo, a�n siendo horrible...Por lo tanto, la antigua medicina egipcia consist�a en dar a la cosas el nombre correcto...

Un nuevo nombre siempre produce un efecto extraordinario, no podemos racionalizar estas cosas, lanzan un hechizo, son s�mbolos, y realmente influyen en el inconsciente como al igual que el inconsciente influye en nosotros."

Es muy importante para nosotros el volver a introducir la palabra "demonio" y "posesi�n" de vuelta a nuestro vocabulario, sin el temor de que seremos vistos como primitivos, locos o incluso pose�dos nosotros mismos si usamos esas palabras.

Necesitamos ampliar nuestra fluidez psico-espiritual que nos permita navegar por las aguas vivas de nuestro paisaje interior y exterior.

El estar "endemoniado" - tomados por fuerzas ps�quicas inconscientes - es algo que nos pasa a todos nosotros, y es nuestra gran ventaja la de ser capaz de nombrar correctamente nuestra experiencia. Encontrar el nombre nos empodera a comprometernos creativamente con estas partes de nosotros mismos que emergen desde las sombras "en el nombre de la curaci�n."

�C�mo hacemos una palabra? La "deletreamos" (spell=deletrear/conjuro/hechizo).

En la b�squeda de las palabras de nuestra experiencia, estamos echando un "conjuro positivo," cuya �rbita no local e influencia son liberadoras. Somos entonces capaces de la conjugaci�n consciente y de dar voz a nuestra experiencia, que es dar un paso hacia y acceder al esp�ritu creativo.

En el aprendizaje de formas nuevas y creativas para expresarnos, estamos disipando la maldici�n-(mal-dicci�n) bajo la que est�bamos, de no ser capaces de simbolizar nuestra experiencia. Al aprender a deletrear/lanzar hechizos (spell=deletrear/hechizo) conscientemente, el mundo ya no est� escrito en piedra, con nosotros como sus v�ctimas pasivas, cuando nos damos cuenta y aprovechamos el poder creativo y transformador de la Palabra, el Logos.

Como dice la Biblia:

"Y primero fue la palabra. Y el Verbo era con Dios. Y el Verbo era Dios."

La creaci�n de un nuevo lenguaje con el fin de re-crearnos a nosotros mismos nuevamente, nos adentra en las figuras arquet�picas del "Sanador Herido" (leer la Parte 1 y la Parte 2) y el "Creative Artist" (Artista Creativo).

En la animaci�n de estas figuras arquet�picas, activamos y participamos creativamente en nuestro propio proceso evolutivo, ampliando y perfeccionando las formas en las que tel-emp�ticamente comulgamos y telep�ticamente nos comunicamos entre nosotros, as� como con nosotros mismos.

Adem�s, parte del restablecimiento de la palabra "demonio" y "posesi�n," como lleno de significado, es el de complementar estas palabras con la idea de que si tenemos una reacci�n y llegamos a ser "accionados" por estas palabras, la figura dentro de nosotros que se acciona o dispara podr�a ser el mismo demonio que nos est� poseyendo (ver "Triggered by Evil" - "Accionado por el Mal").

He acu�ado el nombre de "Demonio no-local" ("DNL" para abreviar) para "capturar" este elusivo, mercurial demonio no local que "ronda" nuestro mundo.

Al igual que la acu�aci�n de una moneda, cuando acu�amos una frase y encontramos el nombre, creamos moneda corriente en el reino de la mente con la que ejercer el comercio entre s�, as� como con nosotros mismos.

Esto es para generar consciencia, que es algo de valor genuino.

Una vez que vemos c�mo el DNL opera clandestinamente en todo el campo subyacente de consciencia mediante la ocultaci�n y ofuscaci�n en y a trav�s de nuestro inconsciente, enganch�ndose e insinu�ndose en nuestros puntos ciegos, hemos simult�neamente retirado su poder a la vez que nos hemos empoderado a nosotros mismos, creando una riqueza de nuevas formas que nos permite responder de manera creativa que previamente no estaban disponibles.

Siendo no-local, una de las formas en que el DNL se encarna es a trav�s de nuestras re-acciones inconscientes internas, para encontrarse con la multitud de formas-alteradas y disfraces del DNL en el mundo exterior.

La forma de tratar m�s eficazmente con un demonio es volver nuestra atenci�n con valent�a hacia lo que se desencadena dentro de nosotros.

El texto gn�stico, El Evangelio de Felipe (The Gospel of Philip), dice:

"siempre y cuando se oculta la ra�z de la maldad, permanece fuerte. Pero cuando se reconoce, se disuelve. Cuando se revela, perece...

En cuanto a nosotros, excavemos tras la ra�z del mal que est� dentro de cada uno de nosotros y que produce sus frutos en nuestros corazones. Nos domina. Somos sus esclavos. Nos lleva en cautividad, para obligarnos a hacer lo que no queremos, y lo que queremos, no lo hacemos.

Es poderosa porque no la hemos reconocido."

(II, 3, 83,5-30)

El origen de los demonios se encuentra dentro de nosotros mismos.

En comparaci�n a existir "en virtud" de algo, los demonios s�lo pueden vivir por la "falta de virtud" de nuestras propias mentes oscurecidas y sin examinar.

La cita Gn�stica anterior trae a la mente el famoso pasaje de Pablo en el Nuevo Testamento:

"Lo que me gustar�a hacer, no lo hago, y lo que no har�a, lo hago",

(Romanos 7:15 Versi�n Rey Jaime)

...que es una expresi�n clara y sencilla de nuestra propensi�n humana para la posesi�n, si alguna vez la hubo.

Un complejo aut�nomo no-iluminado y no reconocido nos obliga a actuar diab�licamente en contra de nuestras mejores intenciones, como cualquiera de nosotros que hayamos luchado contra toda forma de comportamiento adictivo sabe por experiencia propia.

El estar pose�do por demonios es un problema tan antiguo como la humanidad.

Todos somos potenciales chamanes y curanderos, porque al metabolizar la oscuridad y asimilar nuestros propios demonios, les a�adimos luz y "aligeramos" de manera no-local, la sombra colectiva para todo el mundo (ver "We are all Shamans-in-Training" - "Todos somos chamanes-en-Formaci�n.")

Si los demonios no est�n integrados, tampoco lo est� el alma humana, es decir, que la adopci�n e integraci�n de nuestros demonios es fundamental para la evoluci�n del alma.

Jung sopesa:

"�C�mo se puede integrar el mal? S�lo hay una posibilidad: El asimilarlo, es decir, elevarlo al nivel de la consciencia."

Elevar los demonios al nivel de la consciencia les resta su existencia aut�noma, ya que vuelven a juntarse a la unidad profunda de la psique.

Jung comenta:

"Entonces el opus magnum [el 'gran trabajo' de la alquimia] est� terminado, el alma humana est� completamente integrada."

(ver "The Sacred Art of Alchemy" - "El Arte Sagrado de la Alquimia").



LO DEMON�ACO


Para citar al se�alado psic�logo Rollo May, lo demon�aco es,

"cualquier funci�n natural que tenga el poder para hacerse cargo de toda la persona [o naci�n entera]... lo demon�aco puede ser tanto creativo o destructivo [es decir, demon�aca]... la violencia es lo demon�aco vuelto torcido... en �pocas [como la nuestra] tienden a haber momentos en donde lo demon�aco se expresa en su forma m�s destructiva."

Lo demon�aco no es una entidad metaf�sica objetiva existente en el sentido Cristiano, sino que es una funci�n arquet�pica de la experiencia humana, una realidad ps�quica, as� como una realidad existencial en la que todos participamos.

Lo demon�aco es una energ�a arquet�pica que puede apoderarse de una persona, un grupo o una naci�n.

Jung escribe:

"Sabemos que un arquetipo puede irrumpir con fuerza demoledora en una vida humana individual y en la vida de una naci�n."

Los arquetipos son entidades din�micas vivas, instintos psicol�gicos o campos de informaci�n de influencia que proporcionan la plantilla subyacente de los patrones humanos de comportamiento, percepci�n y experiencia.

Lo demon�aco se anuncia mediante el reclutamiento de las personas a su servicio, alistando los seres humanos como instrumentos de su revelaci�n a-cuerpo-entero de s� mismo.

Jung comenta:

"Uno aun no se da cuenta, cuando un arquetipo es constelado inconscientemente y no entiende conscientemente que uno es pose�do por el mismo y obligado a cumplir su fatal objetivo."

Lo demon�aco se expresa a trav�s de nuestro reclutamiento a su causa y oblig�ndonos a actuar externalizandolo inconscientemente a fin de darse forma viva a s� mismo en la tercera dimensi�n.

La palabra demon�aca est� relacionada con "el diablo," que a su vez se relaciona con la palabra diab�lica, cuyo significado interior es dividir, separar, y des-integrar. Al ser divisivo, lo diab�lico nos escinde en varios trozos fragmentados y compartimentados.

Jung comenta:

"La posesi�n por el inconsciente significa hacer trizas en muchas personas y cosas, una disyunci�n. Por eso, seg�n Or�genes [un te�logo Cristiano temprano], el objetivo del Cristiano es el de llegar a ser un ser humano interiormente unido."

Convertirse en un verdadero seguidor de Cristo, que es el s�mbolo del Ser totalmente integrado, es transformar la naturaleza diab�lica de la disyunci�n en una sagrada conjunci�n, donde se conectan todas las partes de la psique y los opuestos se unen.

Esta es la raz�n por lo que la mayor protecci�n contra los demonios es estar en contacto con nuestra integridad intr�nseca, que ha de ser "due�a de s� misma" - en posesi�n de la parte de nosotros que no es 'pose�ble,'- que es el Ser, la totalidad de nuestro ser.

El ant�nimo de la palabra diab�lico es simb�lico, que, adem�s de ser el lenguaje de los sue�os, significa reunir, unir e integrar.

Lo demon�aco es un fen�meno qu�ntico, que contiene tanto lo simb�lico y lo diab�lico codificado dentro de s� en un estado de superposici�n, es decir, que oculto dentro de lo demon�aco est� la semilla creativa de su propia transformaci�n.

Ambas fuerzas constructivas y destructivas est�n plenamente presentes en lo demon�aco simult�neamente, y cualquiera de las energ�as puede, potencialmente manifestarse, dependiendo de c�mo una consciencia observadora interact�a con ello.

Para citar a Jung:

"...el demonio de la voz interior es a la vez nuestro mayor peligro y una ayuda indispensable."

Escondido en lo demon�aco est� nuestra voz interior, nuestro esp�ritu gu�a, nuestro �ngel y nuestro genio. Jung se refiere a lo demon�aco como "la creativa desapercibida", es decir, es la creatividad todav�a no "hecha realidad" o lograda por el yo.

El desarrollo de un yo sano y fuerte es de vital importancia para entrar en relaci�n a y expresar creativamente las energ�as demon�acas dentro de nosotros. Una de las cosas m�s destructivas de la psique humana es la creatividad no realizada.

Si lo demon�aco no es honrado y tratado religiosamente (es decir, cuidadosamente considerado con reverencia y un sentido de lo sagrado), se constela negativamente y se convierte verdaderamente en "demon�aco," en el sentido destructivo de la palabra.

Jung comenta:

"En t�rminos generales lo demon�aco es ese momento en que un contenido inconsciente del poder aparentemente abrumador aparece en el umbral de la consciencia. Pudiendo cruzar el umbral apoder�ndose de la personalidad. Entonces es posesi�n."

Antes de que un arquetipo pueda ser conscientemente integrado, siempre se manifestar� f�sicamente, ya que, en palabras de Jung,

"...fuerza al sujeto en su propia forma."

En su forma negativa, que es una verdadera forma virulenta de la locura, a nosotros, debido a nuestra inconsciencia, se nos convierte en un conducto viviente de la encarnaci�n de una energ�a mal�vola, depredadora y rapaz inhumana, que s�lo se preocupa por la alimentaci�n de su propio narcisismo insaciable, en �ltima instancia, victimizando, consumiendo y canibalizando tanto a nosotros mismos como a otros en el proceso.

Al describir este momento de ser pose�do, Jung elabora:

"La bestia de presa se apodera de �l y pronto le hace olvidar que es un ser humano.

Su animal le afecta obstaculizando cualquier reflexi�n que pueda interponerse en el camino de sus cumplimientos de deseos infantiles, llen�ndolo en su lugar con una sensaci�n de un nuevo derecho ganado a la existencia y le intoxica con el ansia del bot�n y de la sangre."

Esta energ�a en-toxicante, que es el yo narcisista campando a sus anchas mientras se auto-encanta, es el combustible que anima cualquier forma de adicci�n.

"La intoxicaci�n," para citar a Jung, es "esa forma m�s directa y peligrosa de la posesi�n,"

...que salvo que se reflexione sobre ella, y as� es iluminada y transformada por la luz de la consciencia, conduce inevitablemente a la autodestrucci�n.

Jung nos recuerda que:

"La locura es la posesi�n por un contenido inconsciente que, como tal, no se asimila a la consciencia, ni puede ser asimilado ya que la existencia misma de tales condiciones es negada."

Entonces caemos en la regresi�n infinita y perpet�a retroalimentaci�n de negar que estamos en la negaci�n, una cepa de creaci�n propia de la locura a la que le he dado el nombre de "egofrenia maligna" o "enfermedad del yo", para abreviar.

Esta es una forma de auto-enga�o, disociaci�n y ceguera ps�quica en la que estamos mintiendo en �ltima instancia, y ocultando de nosotros mismos. Llegado a cierto punto este proceso se atrinchera dentro de la psique de tal manera que desarrolla impulso suficiente para convertirse aparentemente en su propia auto-generada entidad aut�noma.

Entonces nos hemos convertido en un "problema" para nosotros mismos, creando nuestro propio monstruo de Frankenstein en el proceso, que es nosotros.

Podemos entonces decir que somos la encarnaci�n de la enfermedad del yo en persona de carne y hueso, su revelaci�n en forma humana. Similar a ser pose�do por un demonio, estar apoderado por la enfermedad del yo es al mismo tiempo su propia auto-revelaci�n y, codificada dentro de la aparente patolog�a, est� su propia medicina.

Una de las principales formas en que los demonios se empoderan en nosotros es cuando somos inconscientes de nuestra sombra.

Jung dice:

"Cualquiera que no sea consciente de su sombra, sea demasiado maravilloso, demasiado bueno, tiene una idea equivocada de s� mismo, y en tal medida esa persona est� pose�da."

En la medida en que no somos conscientes de nuestra sombra es la medida en que no somos conscientes de nuestro potencial para promulgar involuntariamente nuestro inconsciente de una manera que podr�a ser hiriente.

Jung escribe:

"Si no vemos el lado negativo de lo que hacemos, de lo que somos, estamos pose�dos... S�lo a trav�s de la comprensi�n de los aspectos inconscientes, por regla general, podemos liberarnos de la posesi�n."

Comprender los "aspectos inconscientes" es arrojar luz sobre las partes dormidas m�s oscuras de nosotros mismos - "el lado negativo de lo que hacemos" - que es esencialmente el acto de toma de consciencia.

Los demonios est�n actuando a cabo por s� mismos a trav�s de nuestros puntos-ciegos ps�quicos.

Jung comenta:

"...el demonio que est� siempre contigo es la sombra tras de ti, y est� siempre en donde tus ojos no lo est�n."

Los lugares en los que somos pose�dos por nuestro inconsciente son los lugares en nosotros mismos en donde no somos capaces de ver, donde "nuestros ojos no est�n," donde no somos capaces de la especulaci�n auto-reflexiva.

Simb�licamente, esto es como un vampiro que no proyecta reflejo en el espejo.

Jung escribe:

"Ya que nadie es capaz de reconocer exactamente d�nde y cu�nto de �l mismo est� pose�do e inconsciente, simplemente proyecta su propia condici�n a su vecino, y por lo tanto se convierte en un deber sagrado el tener las mayores armas de fuego y el gas m�s t�xico."

Curiosamente, Jung se refiere simplemente a la "proyecci�n de la sombra," un proceso en el que proyectamos nuestros propios aspectos no-abrazados (nuestra "propia condici�n") sobre el pr�jimo, como "la mentira."

Uno de los significados de la palabra "diablo" es "el mentiroso." (ver "Shadow Projection: The Fuel of War" - "La Proyecci�n de la Sombra: El Combustible de la Guerra" y "Shadow Projection is its Own Medicine" - "La Proyecci�n de la Sombra es su Propia Medicina"). La proyecci�n de nuestra sombra sobre los dem�s es una actividad que es en s� misma una expresi�n del diablo que se esconde dentro de nosotros, al acecho detr�s de la proyecci�n.

Hablando sobre lo f�cil que es para los "demonios" encontrar una nueva v�ctima, Jung comenta:

"...eso no ser� dif�cil. Todo hombre que pierde su sombra, toda naci�n que cae en la justicia propia, es su presa."

Jung comenta sobre el estado de estar pose�do por arquetipos tales como el demon�aco cuando escribe:

"Porque un arquetipo tiene vida propia, la vida que le es propia y peculiar al arquetipo muestra su autonom�a por el hecho de que puede devorar la propia vida de uno. Es tan fuerte que uno puede ser engullido por �l y no ser nada m�s que ese arquetipo. Por supuesto, uno no lo sabe."

El arquetipo invisible sin forma se ha in-formado a s� mismo y se ha hecho visible a trav�s de la persona, grupo o naci�n de la que se apodera.

Se puede decir que es la viva encarnaci�n del arquetipo, ya que son la revelaci�n hinchada completa en toda regla, en la forma. Una cualidad esencial de ser pose�do por el inconsciente es la de no saber que estamos pose�dos porque si lo supi�ramos, no estar�amos pose�dos.

Para citar a Jung:

"Cuando eres s�lo uno con una cosa eres completamente id�ntico - no se puede comprender, no se puede discriminar, no se puede reconocer."

Cuando somos id�nticos con algo, no somos capaces de diferenciarnos de �l, es decir, no tenemos la libertad de elecci�n con respecto a aquello con lo que nos identificamos inconscientemente. Cuando nos identificamos con y representamos el inconsciente, somos verdaderamente inconscientes.

Jung conjetura:

"supongamos que yo soy id�ntico a un arquetipo, yo no lo s� y el arquetipo por supuesto que no me lo va a decir, porque yo ya estoy pose�do e inundado por el arquetipo... As� como no presto atenci�n al martillo que uso, lo uso y despu�s lo tiro a la basura.

No es un martillo personal. Esa es la forma en que el arquetipo utiliza el hombre, simplemente como un instrumento, como una herramienta de un tipo muy transitorio."

A pesar de que un arquetipo se expresa a trav�s de los individuos, un arquetipo es impersonal.

Los arquetipos que nos alistan para sus fines, tomando posesi�n de nosotros como un objeto de propiedad, y nos abandonan cuando ya no les somos �tiles.

Jung contin�a:

"Pero el hombre est�, por supuesto, en una situaci�n horrible. �l est� pose�do, y no puede defenderse a s� mismo, porque �l ni siquiera sabe que est� pose�do, y esa es una maravillosa oportunidad para el inconsciente."

El no saber que estamos pose�dos por el inconsciente, es como si los padres no estuvieran en casa, creando una oportunidad para que los ni�os (el inconsciente) act�e sin restricciones.

Jung dice:

"Las fuerzas que estallan fuera de la psique colectiva tienen un efecto confuso y cegador."

El surgimiento de fuerzas inconscientes del inconsciente colectivo normalmente evoca confusi�n y ceguera, es decir, p�rdida del conocimiento.

Jung contin�a,

"...en la misma medida que la influencia del inconsciente colectivo aumenta, la mente consciente pierde su poder de liderazgo. Imperceptiblemente se convierte en el dirigido, mientras que un proceso inconsciente e impersonal va tomando el control.

As�, sin notarlo, la personalidad consciente es zarandeada como una figura en un tablero de ajedrez por un jugador invisible. Este es el jugador que decide el juego del destino, no la mente consciente y sus planes."

Es como si un invisible golpe de estado hubiera tenido lugar dentro de la psique.

Cayendo en el autoenga�o, la mente consciente est� bajo la ilusi�n de que ella est� decidiendo, de que est� en control, mientras que en realidad est� siendo dirigida y manipulada como un t�tere.

Citando a W.H. Auden:

"Somos vividos por Potencias que simulamos entender."

Jung dice:

"El diablo es la sombra imitando a Dios."

Cuando estamos pose�dos por el inconsciente, una energ�a arquet�pica m�s potente, se desplaza de forma y toma nuestra forma aparente, que absorbemos en, identificamos con y consideramos que es quienes somos.

Enga�ados y embaucados por el h�bil "arte de vender" de este impostor de nosotros mismos, "compramos" su versi�n de quienes somos. Vivimos entonces una simulaci�n de nosotros mismos, imit�ndonos a nosotros mismos, convirti�ndonos en una copia maestra, un duplicado de nuestro ser original.

En la medida en que inconscientemente estamos pose�dos por el demonio, es como si un par�sito ps�quico se hubiera hecho cargo de nuestro cerebro y nos haya bureado, su anfitri�n, a pensar que estamos alimentando y fortaleci�ndonos nosotros mismos, mientras que en realidad estamos nutriendo al par�sito.

Es como si nuestro alma hubiera sido secuestrado por una fuerza arquet�pica m�s profunda, y haya sido sustituido por una p�lida imitaci�n de nosotros mismos, y, en la medida en que hemos sido apoderados, ni siquiera nos damos cuenta.

Los arquetipos, se�ala Jung,

"tienen la m�s desagradable de las cualidades de aparecer con nuestro propio aspecto."

El esp�ritu del inconsciente nos suplanta, enga��ndonos incluso a nosotros mismos, mientras se encubre con nuestra forma.

Este esp�ritu mercurial "se ha vestido de nosotros" como un disfraz, apareciendo como nosotros mismos, o por lo menos como quienes nos imaginamos ser.


Confiscando la Humanidad

Describiendo la experiencia de ser dirigidos y asumidos por el inconsciente, Jung contin�a:

"cada vez que un poderoso contenido emerge del inconsciente, que a�n no podemos llegar a entender con nuestra conciencia, existe el peligro de que toda la consciencia del yo sea derribada hacia la inconsciencia y disuelta...

La Consciencia es completamente vaciada, porque sus contenidos se sienten atra�dos por el inconsciente como por un im�n. Este proceso conduce a una p�rdida completa del yo, de forma que la persona en cuesti�n se convierte en un mero aut�mata.

Tal persona en realidad ya no se encuentra ah�. "

�A cu�ntas personas conocemos, incluyendo a veces a nosotros mismos, que como zombis, compulsivamente y mec�nicamente promulgan sus patrones habituales sin la espontaneidad y la creatividad, como un robot programado?

Jung dice:

"S�lo se puede modificar la actitud propia y as� salvarse de caer ingenuamente en un arquetipo y a ser obligados a tomar parte en comportamientos en detrimento de la propia humanidad.

La posesi�n por un arquetipo convierte al hombre en una figura plana colectiva, una m�scara tras la cual ya no podr� desarrollarse como un ser humano, sino llegando a estar cada vez m�s atrofiado."

Cuando estamos pose�dos por un arquetipo, es como si estuvi�ramos congelados en el tiempo, similar a lo que ocurre en un trauma, en el que nos obsesionamos en un punto de vista rigidizado que se refuerza a s� mismo.

Nos identificamos inconscientemente con la "persona", la personalidad de fachada que hemos creado para la protecci�n y la presentamos al mundo, no tenemos profundidad real, y dejamos de crecer y evolucionar.

El "alterar" o modificar nuestra actitud ser�a el salir de nuestra "alter-personalidad," que es dejar de adorar el "altar" del falso yo de forma compulsiva y ritualista, y pasar a nuestro aut�ntico yo.

Jung elabora sobre el proceso de caer bajo el hechizo de un arquetipo activado cuando escribe:

"...un arquetipo se moviliza dentro de �l afect�ndole como un narc�tico. Eso es t�pico, cuando te metes en una situaci�n en la que se convierte en un arquetipo constelado, padecer�s este peculiar efecto hipn�tico, qued�ndote repentinamente dormido. Tiene una fascinaci�n peculiar que te hace inconsciente."

La imagen de Dorothy y sus amigos durmi�ndose en el campo de amapolas cuando se acercan a la Ciudad Esmeralda en la pel�cula "El Mago de Oz" expresa simb�licamente esta situaci�n arquet�pica de caer bajo un hechizo cuando nos acercamos a lo sagrado.

Jung se�ala que,

"Las potencialidades del arquetipo, para el bien y el mal por igual, trascienden nuestras capacidades humanas muchas veces, y un hombre puede apropiar su poder s�lo mediante la identificaci�n con el demonio, dej�ndose poseer por �l, renunciando as� a su propia humanidad."

Al identificarse inconscientemente con y ser pose�do por el demonio, a nivel personal y humano renunciamos a nuestra humanidad y nos convertimos en una c�scara vac�a.

Al mismo tiempo, sin embargo, accedemos, y nos convertimos en canales de, e inflados por, una energ�a m�s potente, una energ�a arquet�pica y no humana que nos atraviesa. Cuando estamos pose�dos por un arquetipo, somos una yuxtaposici�n parad�jica de cualidades subhumanas y sobrehumanas a la vez.

Jung contin�a:

"...cualquiera pose�do por un arquetipo no puede dejar de tener todos los s�ntomas de una inflaci�n.

Porque el arquetipo es nada humano, ning�n arquetipo es propiamente humano. El arquetipo en s� es una exageraci�n y alcanza m�s all� de los confines de la humanidad...

As� que cualquiera pose�do por un arquetipo desarrolla cualidades inhumanas."

Cuando llegamos a ser apoderados por un arquetipo nos inflamos, inconscientemente identific�ndonos con poderes divinos, olvidando al mismo tiempo nuestra humanidad.

Jung aclara:

"...vemos el efecto caracter�stico del arquetipo: se incauta de la psique con una especie de fuerza primigenia y la obliga a transgredir los l�mites de la humanidad. Causando la exageraci�n, una actitud engre�da (inflaci�n), la p�rdida de la libre voluntad, lo ilusorio y el entusiasmo en el bien y el mal por igual."

Interesantemente, uno de los significados de la palabra "maldad", etimol�gicamente hablando, es transgredir fronteras.

Continuando con su descripci�n sobre el estado de estar pose�do por un arquetipo, Jung dice:

"...cuando una persona tiene un contenido inconsciente - por ejemplo un determinado arquetipo se constela - entonces su consciencia, sin darse cuenta de lo que es, se llenar� con la emanaci�n o la radiaci�n de ese arquetipo activado.

Y entonces se comporta de forma inconsciente, como si �l fuera ese arquetipo, pero expresa la identidad en t�rminos de su personalidad del yo...

Porque �l inconscientemente juega un papel y trata de representar algo que �l ha tomado como de ser su propio ser."

Comport�ndose como si �l, como yo, fuese ese arquetipo, juega a un papel arquet�pico m�tico y se identifica inconscientemente con �l ("al que ha tomado como de ser su propio yo"), enga��ndose a s� mismo, y potencialmente a otros, en el proceso.

Jung contin�a:

"Ves, el arquetipo inconsciente activado es como un sol naciente, una fuente de energ�a o calor que calienta la personalidad del yo desde el interior, y luego la personalidad del yo comienza a irradiar como si fuera Dios sabe qu�."

El arquetipo sin forma adquiere y se expresa a trav�s de la forma limitada y particular de la personalidad del yo. El arquetipo activado transfigura el yo desde el interior a fin de adaptarse a sus prop�sitos.

Jung contin�a:

"Es un hecho psicol�gico el que un arquetipo pueda apoderarse del yo e incluso obligarle a actuar como �l - el arquetipo - haciendo la voluntad del arquetipo. Un hombre puede adquirir dimensiones arquet�picas y ejercer los efectos correspondientes."



Influyendo el campo

Fusionada e inflada por el hipn�ticamente fascinante campo de fuerza del arquetipo, la gente as� pose�da se convierte en portavoces y amplificadores del arquetipo para transmitir y extenderse de forma no local, encarn�ndose por todo el campo de la consciencia.

Jung escribe:

"las personas que constelan un arquetipo tienen tal efecto hipn�tico."

Las personas que son cautivadas por un arquetipo tienen un efecto cautivador sobre los dem�s, cuando estamos bajo la fascinaci�n de un arquetipo, involuntariamente tenemos una influencia fascinadora sobre los dem�s.

Jung se�ala que,

"la identificaci�n con una figura arquet�pica presta fuerza casi sobrehumana al hombre com�n y corriente."

Las personas pose�das por su inconsciente tienen un efecto magn�tico, carism�tico y "posesivo" sobre el inconsciente de los dem�s.

La parte de ellos que est� hechizada evoca la parte sugestionable y endemoniada correspondiente de la psique de los dem�s y la engancha, embeles�ndola y arrastr�ndola en su giro arquet�pico.

En otras palabras, cuando alguien est� pose�do por un arquetipo, son, literalmente el canal a trav�s del cual ese arquetipo, tanto a nivel local y no local, se est� materializando en el campo, que es decir, que ejercen gran influencia energ�tica en su entorno.

Jung dice:

"Pero el poder del arquetipo no es controlado por nosotros; nosotros mismos estamos a su merced a un grado insospechado... porque todo el mundo est� 'pose�do' en cierto grado por su preformaci�n espec�ficamente humana, est� firmemente aferrado y fascinado por ello y ejerce la misma influencia sobre los dem�s sin ser consciente de lo que est� haciendo.

El peligro es precisamente esta identificaci�n inconsciente con el arquetipo."

Hasta el punto en que nos identificamos con y por lo tanto pose�dos por el arquetipo, es la medida en la que no somos conscientes de la correspondiente influencia que tenemos en el inconsciente de los dem�s.

Esta es una situaci�n peligrosa porque estamos actuando inconscientemente, de tal manera que esto garantiza que vayamos a abusar de nuestras cuestiones de poder no resueltas en la medida en que permanezcamos inconscientes.

Jung va directo al grano cuando escribe:

"Cuando alguien es capaz de realizar el arte de tocar en el arquetipo, puede aprovecharse de las almas de las personas como el que toca la cuerdas de un piano."

La conexi�n con el arquetipo es como arrancar un acorde de mayores dimensiones de nuestro ser, que activa inmediatamente una resonancia en el inconsciente colectivo del que lo oye.

Al igual que el p�ndulo con el swing mas fuerte arrastra a todos los otros p�ndulos en su apogeo, la persona que est� canalizando el poder viviente de la fuerza arquet�pica m�s profunda puede potencialmente en-colar y en-tranzar a otros.

Este poder puede ser usado para el bien mayor - en ayudar a las personas a despertar - o puede ser usado para el mal m�s profundo con el fin de manipular, des-empoderar y esclavizar a otras personas.

Siendo arquet�pica, esta energ�a fundamentalmente no es ni buena ni mala, pero potencialmente puede manifestarse en cualquier direcci�n dependiendo de nuestra intenci�n.

Hablando del poder hipn�tico del arquetipo, Jung escribe:

"Te agarra por debajo de la cintura y no en tu mente, tu cerebro simplemente no cuenta para nada, tu sistema nervioso simp�tico es agarrado. Es un poder que fascina a la gente desde dentro, es el inconsciente colectivo el que se activa, es un arquetipo com�n a todos ellos, que se ha avivado."

Cuando se constela un arquetipo, la l�gica racional y los hechos no tienen ning�n efecto.

La profunda emoci�n que es caracter�stica de un arquetipo activado garantiza que, en palabras de Jung:

"...la posibilidad de que la raz�n tenga alg�n efecto cesa y su lugar es ocupado por los lemas y las quim�ricas de deseos y fantas�as. Es decir, resulta en una especie de posesi�n colectiva que se desarrolla r�pidamente en una epidemia ps�quica."

El identificarse inconscientemente con un arquetipo es extremadamente peligroso, en cuanto a que est� en la ra�z de las psicosis, tanto individuales como colectivas.

Nuestra tendencia a caer sin saberlo en las garras de un arquetipo, anima lo que est� siendo escenificado en el teatro del mundo, es decir, que el origen de los acontecimientos mundiales es el inconsciente de la humanidad (ver "It�s All in the Psyche" - "Todo est� en la psique")

Jung escribe:

"Nadie puede caer en la cuenta de un arquetipo sin primeramente haberse identificado con �l."

Hablando de nuestra tendencia inicial para la identificarnos y llegar a estar enganchados por arquetipos activados, Jung contin�a,

"...no puedes ser consciente de ellos sin haber sido exhaustivamente capturado por ellos."

Nadie puede entender su demonio sin primeramente haberse identificado inconscientemente con �l, es decir, alcanzado por �l, y por lo tanto, pose�do por �l.

En el proceso de integraci�n, tenemos que aprender a experimentar nuestro demonio arquet�pico tanto desde el exterior como desde el interior.

Experimentar el arquetipo desde el exterior significa experimentarlo de forma objetiva, como algo aparte de nosotros, que significa separarnos de �l, porque un arquetipo, en palabras de Jung,

"...puede ser verdaderamente entendido s�lo si se experimenta como una entidad aut�noma."

En �ltima instancia, tenemos que ver ambos el arquetipo como objeto fuera de nosotros mismos, as� como experimentar lo que se siente con relaci�n a nosotros, lo cual es una experiencia dentro de nosotros mismos.

Tal vez haya una raz�n oculta en el plan m�s profundo de las cosas por la que, nosotros como especie, tenemos una tendencia a ser apoderados por nuestro inconsciente.

Jung se�ala que,

"...los complejos aut�nomos est�n entre los fen�menos normales de la vida y conforman la estructura de la psique inconsciente."

Tener complejos aut�nomos, o tener un demonio o dos de repuesto en el armario, es un fen�meno humano "normal," algo que todos poseemos, al mismo tiempo que nos posee.

Identific�ndose con nuestro inconsciente de tal manera que actuamos escenificando, es decir, estar pose�dos, parece ser una expresi�n natural de la experiencia humana.

�Podr�a haber un potencial evolutivo oculto, una teleolog�a subyacente, un misterioso prop�sito u objetivo, que nos est� poseyendo para que actuemos como lo estamos haciendo?

Tal vez estemos siendo ideados para ser los mismos instrumentos y parteras a trav�s del cual los arquetipos se transforman, transforman al mundo y a nosotros mismos tambi�n. Ser pose�do por el inconsciente es, parad�jicamente, la forma en que aprendemos a no ser pose�dos, que claramente aun no hemos aprendido todav�a, o no estar�amos pose�dos.

Al diferenciarnos del arquetipo, lo hacemos consciente, mientras nos creamos a nosotros mismos en relaci�n a �l.

Al relacionarnos con el arquetipo de manera consciente, no caemos bajo la esclavitud del arquetipo, sino que somos capaces de mediar, humanizar y canalizar sus energ�as trans-personales y sus contenidos de manera constructiva, creativa y enriquecedora de la vida.

A medida que nos conectamos con el otro a trav�s de nuestra lucidez, podemos potencialmente convertirnos en un veh�culo a trav�s del cual los propios arquetipos se transforman y evolucionan, que instant�neamente y no-localmente, tiene un efecto transformador evolutivo por todo el campo entero de la consciencia colectiva.

Mitol�gicamente hablando, la figura del "aspirante a h�roe," que somos todos nosotros en potencia, siempre est� habitada por un demonio.

El tener un demonio instalado en nosotros es la misma cosa que "hace" de nosotros un h�roe. Nuestra lucha heroica contra la garra paralizante del demonio es inici�tica, en cuanto a que suscita nuestros latentes poderes creativos.

El llegar a la concordancia y la lucha con nuestro demonio, es decir, con nosotros mismos, nos creamos a nosotros mismos. El demonio es la fuente de toda creatividad. Se necesita verdadero valor para hacer batalla con estas fuerzas internas y arrancarles el m�tico "tesoro dif�cil de alcanzar," que no es otro que nuestro ser de alma-llena.

Jung comenta:

"Como consecuencia de la situaci�n pol�tica y los espantosos, por no decir diab�licos, triunfos de la ciencia, somos sacudidos y estremecidos por secretos y oscuros presentimientos, pero desconocemos la salida, y muy pocas personas realmente extraen la conclusi�n de que esta vez el tema es el por largo tiempo olvidado alma del hombre."

Cuando caemos en la cuenta de un arquetipo tal como el demon�aco, somos capaces, de adentro hacia afuera, de canalizar su poder trans-personal en un creativo, alma llena, esp�ritu vivificante que proviene de una fuente m�s all� de nuestro yo.

Codificado en lo demon�aco est� todo cuanto necesitamos para nuestra curaci�n y auto-realizaci�n, como si lo demon�aco fuera una compensaci�n del campo m�s unificado y unificador de la consciencia, que nos ofrece exactamente lo que se requiere para despertar.

Los demonios son como m�quinas nautilos ps�quicas que so�amos para ayudarnos a desarrollar los m�sculos de la comprensi�n. Alqu�micamente transmutando en el acto la potencial destrucci�n de lo demon�aco en estimuladores de nuestra propia lucidez creativa, damos a luz a nuestro demonio, nuestro gu�a espiritual.

O m�s bien, en ese momento nuestro demonio nos da a luz a nosotros.

El caer en la cuenta de un arquetipo como lo demon�aco, es comprendernos a nosotros mismos como un agente activo y participativo en la creaci�n de nuestra experiencia de nosotros mismos en relaci�n con el mundo. Esta toma de consciencia viene con una gran responsabilidad.

Se nos ofrece una elecci�n: o seguimos destruy�ndonos a nosotros mismos, o aprendemos juntos c�mo crear un nuevo mundo.

Todo depende de nuestro reconocimiento de lo que se nos est� revelando mientras actuamos con nuestro inconsciente en el mundo. La emergencia de lo demon�aco en nuestro mundo es a la vez potencialmente y realmente la puerta de entrada y la revelaci�n de la luz.

Al ser una funci�n de nuestra consciencia, el c�mo se materializa lo demon�aco - c�mo el mal destructivo m�s profundo, o c�mo genio creativo, no depende de otra cosa que de c�mo lo que so�amos.

Jung comenta:

"El arquetipo es esp�ritu o anti-esp�ritu, lo que en �ltima instancia demuestra ser, depende de la actitud de la mente humana."

Cuando llegamos a ser pose�dos por el inconsciente, somos inconscientemente asumidos por nuestros primitivos instintos, nuestros instintos animales, de tal manera retrocedemos, involucionamos y caemos en nuestra naturaleza inferior.

Jung explica:

"S�lo el hombre animal puede ser pose�do...

Es m�s f�cil hablar o discutir con un perro o una vaca que con alguien que est� pose�do por tal figura. Porque no hay nada de lo que uno diga que impregne, y es imposible perforar la pared que levantan, es un muro de creencias inconscientes, y la gente detr�s de la pared no puede ser alcanzada. Son totalmente inaccesibles.

No hay acceso debido a que el ser humano se degrada al estado de un animal, y la cosa que parece funcionar no es un ser divino, es un fantasma."

Me imagino que todos conocemos a personas as�, personas que est�n bajo un hechizo de tal manera que realmente no hay dialogo con ellos, ya que perversamente ingieren e interpretan la reflexi�n que se le est� ofreciendo de su inconsciencia como prueba de la exactitud de su punto de vista deludido.

Psicol�gicamente hablando, est�n pose�dos, como si una "entidad" se hubiera hecho cargo, ellos ya no est�n ah�, y literalmente no tienen ni idea, de su circunstancia.

Cuando un grupo de personas en esta condici�n llegan a un acuerdo sobre la "verdad," y se convierten en miembros con carnet de un "ismo" dogm�tico, se est� fermentando una psicosis colectiva en el caldero del inconsciente colectivo.

PSICOSIS COLECTIVA

Jung nunca se cans� de advertir que el mayor peligro que enfrenta la humanidad es caer inadvertidamente en nuestro inconsciente en masa, de forma que nos convertimos en instrumentos para que una epidemia ps�quica cause estragos en el mundo, tal como lo vemos hoy en d�a (ver "Diagnosis: Psychic Epidemic" - "Diagn�stico: Epidemia Ps�quica").

Jung escribe que las epidemias ps�quicas,

"�son infinitamente m�s devastadoras que la peor de las cat�strofes naturales. El peligro supremo que amenaza a individuos, as� como a naciones enteras es un peligro ps�quico."

Estamos en medio de una psicosis colectiva que se ha vuelto tan normalizada que muy pocas personas ni siquiera hablan de ello, que es en s� mismo una expresi�n de nuestra locura colectiva. (ver "Why Don�t We See our Collective Madness?" - �Por Qu� No Vemos Nuestra Locura Colectiva"?)

Jung escribe:

"�las psicosis colectivas se basan en un arquetipo constelado, aunque, por supuesto, este hecho en absoluto se tiene en cuenta. En este sentido, nuestra actitud se sigue caracterizando por una inconsciencia prodigiosa."

Una vez que se activan los contenidos arquet�picos en el inconsciente, Jung elabora, es como si,

"hubieran tomado posesi�n de ciertos individuos, irresistiblemente uni�ndolos mediante la atracci�n mutua y teji�ndolos en grupos peque�os o grandes que f�cilmente podr�an engrosar en avalancha."

La gente que ha ca�do en su inconsciente naturalmente se atrae y conecta entre s�, mientras rec�procamente refuerzan la locura ajena.

Se consigue conjurar una burbuja compartida impenetrable de creencias r�gidas en torno a ellos que desv�a y resiste cualquier auto-reflexi�n que amenace su punto de cosmovisi�n fija. Cualquiera que les refleje de vuelta su estado inconsciente es demonizado y visto como hereje, blasfemo y enemigo.

Aunque usa a individuos como sus instrumentos, el mal necesita las masas inconscientes para su g�nesis y proliferaci�n en el escenario mundial. Las masas siempre est�n engendrando caldos de cultivo de epidemias ps�quicas. En una psicosis colectiva hay una mentalidad de reba�o, donde la gente deja de pensar por s� misma permitiendo que otros piensen por ellos, como ovejas ("borregos") que s�lo siguen a donde quiera que sean dirigidos.

Jung escribe que quien compre el acordado conjunto de pensamiento de grupo,

"est� infectado con la lepra del pensamiento colectivo y se ha convertido en un recluso de esa insalubre finca de siembra llamada el Estado Totalitario."

Cuando cedemos nuestro poder, siempre hay alguien portando la autoridad del Estado quien est� m�s que contento en aceptar nuestra ofrenda, alimentando la insaciable voluntad de poder de la sombra.

Jung comenta,

"El bast�n del pastor pronto se convierte en una barra de hierro, y los pastores se convierten en lobos."

Siendo arquet�pico, el proceso rec�proco de las personas regalando su poder a otras personas que lo abusan, simplemente porque pueden hacerlo, se ha recreado continuamente en s� a lo largo de toda la historia.

Jung nos advierte que,

"Las cosas m�s peligrosas del mundo son inmensas acumulaciones de seres humanos que son manipulados por unas pocas cabezas."

En una psicosis colectiva, los muchos son manipulados por los pocos que sienten atracci�n por mantener el poder sobre los dem�s.

Jung se�ala que:

"El que prefiere el poder, est� por lo tanto, en la visi�n cristiana, pose�do por el diablo. El psic�logo s�lo puede estar de acuerdo."

En una epidemia ps�quica, las masas, dirigidas e inspiradas por los pocos que est�n perversamente pose�dos por y adictos a la necesidad del poder, conspiran en conjunto con, apoyan y refuerzan mutuamente las creencias irracionales de los dem�s, las necesidades narcisistas y miedos, creando una cultura loca incre�ble.

Esta cultura, o falta de ella, es a la vez la causa y el efecto de su locura, ya que colectivamente encarnan la profec�a auto-cumplida viviente.

Se convierten en instrumentos mediante los cuales el DNL, el demonio no local, se reproduce, como una hidra de m�ltiples cabezas, en, como, y a trav�s del campo.

BENDICIONES DISFRAZADAS

Jung escribe:

"Este estado de posesi�n se manifiesta casi sin excepci�n en el hecho de que los pose�dos se identifican con el contenido arquet�pico de su inconsciente, y porque no caen en la cuenta de que el papel que est� siendo lanzado sobre ellos es el efecto de nuevos contenidos a�n por entender, ejemplifican estos concretamente en sus propias vidas, convirti�ndose as� en profetas y reformadores [en el sentido negativo, como caer en una inflaci�n megal�mana]."

Las personas que han sido engullidos por el arquetipo y han ca�do en el inconsciente, en lugar de aclarar e integrar el significado de los contenidos inconscientes activados dentro de s� mismos, involuntariamente escenifican la dimensi�n simb�lica m�tica de "el papel que les est� siendo lanzado" en forma concretizada, literal sobre el escenario de la vida.

Los nuevos contenidos se entienden cuando nos damos cuenta de que el rol que llega a trav�s de nosotros tiene su origen en el propio inconsciente colectivo, como si estuvi�ramos interpretando un papel en un drama c�smico.

Adem�s de conferir sobre nosotros una opci�n de c�mo queremos interpretar este papel, este descubrimiento tambi�n nos despierta a la identificaci�n personal con el papel.

La parte de nosotros que ha sido inconscientemente pose�da se libera, creando m�s consciencia en el proceso.

Cuando llegamos a ser absorbidos por el inconsciente, por citar a Jung,

"�el inconsciente en gran medida expulsa y suplanta la funci�n de la mente consciente. El inconsciente usurpa la funci�n de la realidad y la sustituye por su propia realidad. Pensamientos inconscientes�se manifiestan en juicios inquebrantables sin sentido, sostenidos en la cara de la realidad."

Cuando nos encontramos haciendo caso omiso a las pruebas f�cticas y celebrando una creencia "m�gica" que racionalmente sabemos de ser incierta, estamos bajo un hechizo, siendo "impulsados" por el inconsciente, que est� en ese momento en el asiento del conductor.

Los factores ps�quicos que hacen posible la posesi�n son la sugestionabilidad, la falta de discernimiento cr�tico, la falta de voluntad o incapacidad de auto-reflexi�n, el miedo, y la tendencia a la superstici�n y prejuicios.

Los contenidos que nos apoderan cuando somos pose�dos por el inconsciente aparecen como fobias, afecci�n exagerada, convicciones peculiares, idiosincrasias, planes obstinados, compulsiones y obsesiones, todos de los cuales no est�n abiertos a debate o correcci�n.

Los demonios trabajan a trav�s de nuestra psique, "gestionando nuestras percepciones" de tal manera que somos incapaces de ver su influencia.

Los demonios deslumbran, hechizan, y endemonian la consciencia de tal manera que nos cegamos a nuestra propia asumida perspectiva subyacente. Caemos bajo su hechizo cuando nos extasiamos por nuestra propia versi�n de la realidad, de tal forma que creemos que el mundo "objetivamente" existe como lo percibimos, separados de nuestra propia mente.

En otras palabras, caemos bajo el poder de los demonios cuando nos obsesionamos con nuestro punto de vista fijado no negociable e imaginamos que lo que estamos viendo objetivamente existe, en estado s�lido, fuera de nosotros mismos, de manera aplicable a todos.

Entonces atraemos hacia nosotros toda la evidencia que necesitamos para demostrarnos a nosotros mismos la verdad aparente de nuestro punto de vista evidente, lo que confirma el espejismo de que estamos separados de, y no participando en contribuir a crear la misma situaci�n en la que nos encontramos, que estamos en �ltima instancia, creando.

A esto lo llamo "S�ndrome Delirante Aparticipatorio", o SDA por sus siglas (ver "Delusions of Separation" - "El Enga�o de la Separaci�n").

Por otro lado, rompemos el hechizo de los demonios cuando nos damos cuenta de que cada momento de nuestra experiencia es inseparable de nuestra propia consciencia, que es reconocer la fluida, no objetiva y, por tanto, "naturaleza on�rica" de la realidad.

Al igual que figuras en un sue�o, los demonios est�n, en �ltima instancia, hablando, nuestra propia energ�a, y no separados de nuestra mente (ver "God the Imagination" - "Dios la Imaginaci�n").

Al igual que un sue�o, la forma en que observamos el mundo literalmente evoca, el mundo que estamos observando.

Esto significa que es a trav�s de nuestra consciencia en s� que podemos intervenir en la matriz subyacente de la creaci�n y encontrar el punto de apoyo en el que podemos cambiar el sue�o despierto que estamos teniendo, que es la "evoluci�n en acci�n".

Curiosamente, no nos habr�amos despertado ni tenido esta realizaci�n sin la cooperaci�n antagonista de los demonios, es decir, los demonios son secretamente aliados disfrazados, los catalizadores de consciencia apareciendo como adversarios, bendiciones disfrazadas (ver "The Light of Darkness" - "La Luz de la Oscuridad").

NO ES EL �NICO

Jung escribe:

"La regla psicol�gica dice que cuando una situaci�n interna no se hace consciente, ocurre exteriormente, como destino."

En la medida en que no estamos conscientemente trabajando sobre la integraci�n, a trav�s del proceso de individuaci�n, el contenido y conflictos inconscientes que se activan dentro de nosotros, es el grado en que estos contenidos ps�quicos se manifestar�n externamente y ser�n inconscientemente actuados a cabo colectivamente de una manera literal, concreta en el escenario mundial.

Jung comenta:

"Uno no debe eludir este conflicto escapando a un estado prematuro y anticipado de redenci�n, de lo contrario uno lo provoca en el mundo exterior. Y eso es del diablo."

Un contenido ps�quico activado no realizado conscientemente en el curso de la individuaci�n se manifiesta externamente, donde es "ideado" en, como, y por el mundo exterior.

Para utilizar la met�fora de Jung, el patrocinador de este/a proyecto (proyecci�n) es "el diablo."

Jung dice:

"Las potencias mundiales que dominan sobre toda la humanidad, para bien o para mal, son factores ps�quicos inconscientes�Estamos inmersos en un mundo creado por nuestra propia psique."

Esto trae a la mente diversas citas de la Biblia acerca de "poderes y principados" que gobiernan sobre la humanidad, que es la expresi�n metaf�sica equivalente de nuestra situaci�n psicol�gica.

  • El Evangelio de Lucas, por ejemplo, tiene el diablo diciendo que los reinos del mundo est�n bajo su control (4:5-6).

  • El Evangelio de Juan habla del diablo como "el pr�ncipe de este mundo." (14:30, 16:11).

  • La primera carta de san Juan dice que "el mundo entero est� bajo el poder del maligno." (5:19).

  • Pablo habla de Satan�s (Gal. 1:04.; Cor 4:04) como "el dios de este mundo.".

Tanto como si lo llamamos un demonio o un factor ps�quico inconsciente, la fuerza que nos gobierna es creada por y una expresi�n de nuestra propia psique.

Reflexionando sobre la Primera Guerra Mundial, Jung dice:

"Cuando el destino, durante cuatro a�os enteros, juega una guerra de horror monumental en el escenario de Europa - una guerra que nadie quer�a - a nadie se le ocurri� preguntar exactamente qui�n o qu� hab�a causado la guerra y su continuaci�n.".

Del mismo modo, en la actual "guerra contra el terror", una guerra que nadie, o al menos muy pocas personas quieren, debe ocurr�rsenos preguntar exactamente qui�n o qu� ha provocado esta guerra y su continuaci�n.

Jung contin�a:

"Nadie cay� en la cuenta de que el hombre europeo estaba pose�do por algo que le priv� de toda voluntad. Y este estado de posesi�n inconsciente seguir� sin inmutarse hasta que nosotros los europeos nos asustemos de nuestra �divina-omnipotencia� [inflaci�n].

Tal cambio solo puede comenzar con individuos, porque las masas son bestias ciegas, tal como las conocemos a nuestro pesar."

El verdadero portador de la vida es el individuo. La transformaci�n real no viene a trav�s de los movimientos de masas, o nuevas leyes, sino a trav�s de cambios en el individuo.

Hablando de los efectos de la identificaci�n con, pose�do e inflado por el inconsciente, Jung escribe:

"Todo lo que supere un determinado tama�o humano evoca poderes igualmente inhumanos en el inconsciente del hombre. Demonios totalitarios son provocados."

Como resultado de convertirse en demasiado unilaterales en un universo multilateral, los "demonios totalitarios" se "imaginan," tanto en el inconsciente y, sincr�nicamente, en el mundo exterior.

Eventos en el mundo exterior son reflejos simb�licos de lo que estamos so�ando en el interior de nosotros mismos (ver "Catching the Bug of Synchronicity" - "El Contagio del Microbio de la Sincronicidad").

Lo que esto significa es que la forma m�s eficaz para cambiar el mundo es cambiar nosotros mismos.

Jung escribe:

"�los acontecimientos hist�ricos de nuestro tiempo han pintado una imagen de la realidad ps�quica del hombre en colores indelebles de sangre y fuego, y le ha dado una lecci�n de ejemplo pr�ctico que nunca ser� capaz de olvidar si - y esta es la gran pregunta - ha adquirido hoy la suficiente consciencia para mantenerse al d�a con el ritmo fren�tico del demonio dentro de �l."

�Seremos cada uno de nosotros, capaces de mediar, canalizar y transformar la energ�a demon�aca arquet�pica que est� fluyendo a trav�s de nosotros, en creatividad de tal manera que podamos constructivamente construir un mundo nuevo?

Esta es la pregunta en cuya respuesta descansa la futura supervivencia o la destrucci�n del mundo tal como lo conocemos.

Jung dice,

"la humanidad, debido a su desarrollo cient�fico y tecnol�gico, en medida creciente se ha entregado a s� mismo a los peligros de la posesi�n�El peor pecado del hombre es la inconsciencia�

�Cu�ndo vamos� con toda seriedad a buscar las v�as y medios que le exorcicen, para rescatarlo de la posesi�n y la inconsciencia, y hacer de esta la tarea m�s vital de la civilizaci�n?"

�Cu�ndo vamos a hacer "la tarea m�s vital de la civilizaci�n," el exorcismo de los demonios que nos est�n poseyendo? En otras palabras, �cu�ndo vamos a hacer que nuestra tarea m�s vital sea "despertar?"

Jung vio esta manifestaci�n demon�aca actual como expresi�n arquet�pica de los trastornos potencialmente catastr�ficos que acompa�an a las grandes transiciones de una �poca a otra.

Cuando un arquetipo como el demon�aco aparece, tanto en nosotros mismos como en el mundo, las cosas se vuelven cr�ticas, con posibilidades de bueno y malo por igual. De c�mo resulten las cosas en realidad depende de c�mo la consciencia responda ante la situaci�n.

Durante una manifestaci�n colectiva de lo demon�aco, tal como la que tenemos hoy en d�a, el gran peligro es un movimiento de masas en el que millones, o incluso miles de millones de personas caigan en su inconsciente juntos, encendiendo una epidemia ps�quica que genera una guerra apocal�ptica que hace estragos de la vida en la Tierra y destruye la biosfera del planeta (ver "Archetypal Dimensions of World Events" - "Las Dimensiones Arquet�picas de los Acontecimientos Mundiales").

Para citar a Jung:

"El inconsciente funciona a veces con la m�s incre�ble astucia, organizando ciertas situaciones fatales, experiencias fatales, que hacen que la gente despierte."

La cat�strofe s�lo puede evitarse si suficientes personas se despiertan a lo que se nos ha revelado mientras escenificamos a trav�s del inconsciente, y luego conectamos con los dem�s con el fin de des-activar, asimilar y transformar los posibles efectos perjudiciales del demonio activado.

Podemos entonces, bajo la direcci�n del Ser, nuestra integridad intr�nseca, ayudarnos unos a otros a marcar el comienzo de una nueva era de paz sostenible, la comprensi�n y la cooperaci�n mutua.

Nuestra existencia muy continuada como especie en este hermoso planeta depende de esta compresi�n.

El ser pesimista y creer que no podemos cambiar la trayectoria del comportamiento suicida de nuestra especie en trance es estar bajo un hechizo, es estar ca�do bajo una "maldici�n del demonio." Haber ca�do bajo tal hechizo, s�lo fortalecemos y solidificamos nuestra hechizada convicci�n, actuando como si no hubieran otros resultados posibles.

El pesimismo es alimento para los demonios (v�ase "Our Situation is Dire, and There�s no Need for Pessimism" - "Nuestra Situaci�n es Grave, y no Hay Necesidad de Pesimismo").

Es una locura no invertir nuestra energ�a creativa en imaginar que podemos "unirnos," e igual locura el pensar que no podemos. Si no estamos invirtiendo nuestra imaginaci�n creativa en formas para que podamos sanar y despertar, entonces �qu� estamos pensando?

Al igual que en un sue�o nocturno, cuando un n�mero suficiente de nosotros estemos l�cidos en el sue�o despierto de la vida, podremos conectar con los dem�s y juntar nuestra lucidez, cambiando el mundo de manera positiva en el proceso (ver "Lucid Dreaming").

Si la gente me dice que soy un "so�ador" cuando yo profeso estas creencias idealistas y aparentemente ingenuas, me limitar� a decir que, en palabras del fallecido John Lennon: "Yo no soy el �nico."

Hay cada vez m�s cantidades crecientes de nosotros - �millones de personas? �billones? - por todo el planeta que, de diversas maneras est�n siendo reclutadas por el mismo Ser para ser canales de un proceso m�s profundo de despertar, facilitando una amplia gama de posibilidades totalmente nuevas y nunca antes imaginadas que se hagan disponibles para nosotros.

El universo est� so�ando despierto en s� a trav�s de nosotros.

Cuando un n�mero suficiente de nosotros simplemente reconozca el profundo, patr�n arquet�pico que est� sucediendo, es decir, que el universo se est� despertando a s� mismo a trav�s de nosotros, podemos "unirnos" e "imaginar," y ayudarnos a profundizar y estabilizar nuestro mutuamente compartido despertar, lo que yo llamo "so�ar despiertos."

Como sanadores heridos, chamanes, so�adores y artistas cuyo lienzo es la vida misma, podemos crear conjuntamente un "Art-Happening Called Global Awakening" - "Art-Happening Llamado Despertar Global."

El verdadero demonio es nuestro aferramiento al ego. En la medida en que estamos bajo la influencia aparente de un demonio es el grado en que nos aferramos y agarramos, tratando de sujetarnos a nuestro concepto de nosotros mismos como un ser discreto y separado, cuando en realidad no hay nada (ninguna "cosa") a qu� aferrarse.

En la medida en que estamos aferrados o agarrados, hemos ca�do en el auto-refuerzo, el patr�n habitual de contraer contra nosotros mismos, y al hacerlo estamos bloqueando nuestra propia luz.

Podemos, en este mismo momento, salir de nuestro propio camino y dejar que brille nuestra luz.