del Sitio Web ProjectSyndicate

.

Bjorn Lomborg, organizador del Consenso de Copenhague, es autor de

'Cool It: The Skeptical Environmentalist�s Guide to Climate Change'

y editor de

'Solutions for the World�s Problems: Costs and Benefits'.

Contenido

  1. Dos Grados de Tergiversaci�n

  2. C�mo Preocuparse

  3. Advertencias Mundiales

  4. Ciudades Horno

  5. Las Prioridades de Reforma en Am�rica Latina

  6. El Desaf�o de la Corrupci�n en Am�rica Latina

  7. Aprender el Arte de lo Posible en Am�rica Latina

  8. El Inconfensable Secreto del Calentamiento del Planeta




Dos Grados de Tergiversaci�n
por Bj�rn Lomborg

Enero 2008

COPENHAGUE� -�� La conferencia sobre cambio clim�tico dirigida por las Naciones Unidas en Bali ser� recordada menos por la �hoja de ruta� que al final estableci� que por la revuelta colisi�n entre Estados Unidos y gran parte del resto del mundo que mantuvo fascinados a los espectadores.

Los activistas del medio ambiente denostaron a Estados Unidos por resistirse a la presi�n de la Uni�n Europea para comprometerse de antemano a alcanzar metas espec�ficas de temperatura� -� a saber, que el calentamiento global debe limitarse a no m�s de 2�C por encima de las temperaturas preindustriales.

Esta meta se ha convertido en un aut�ntico mandamiento para los activistas desde que la UE la adopt� en 1996. Los medios frecuentemente hacen referencia a ella, y a veces dicen que, a menos que se cumpla, el cambio clim�tico ser� muy peligroso para la humanidad. De hecho, esa meta no tiene un respaldo cient�fico, y la afirmaci�n de que podr�amos alcanzarla es completamente improbable.

Evitar que las temperaturas se eleven m�s de 2�C requerir�a reducciones draconianas e instant�neas de las emisiones� -� para la OCDE, las reducciones tendr�an que ser de entre el 40% y el 50% por debajo de lo previsto en apenas 12 a�os. Aun si se pudiera lograr un consenso pol�tico, el costo ser�a enorme: seg�n un modelo, el costo global total ser�a de alrededor de 84 billones de d�lares, mientras que los beneficios econ�micos alcanzar�an apenas una s�ptima parte de esa cifra.

La cifra sospechosamente redonda de 2�C nos da una pista de que esta meta no se basa en la ciencia. El primer estudio examinado por hom�logos que la analiz�, publicado en 2007, la describi� mordazmente como apoyada por �argumentos d�biles, basados en m�todos inadecuados, razonamientos descuidados y citas elegidas selectivamente de un conjunto muy limitado de estudios�.

En todo caso, un l�mite de temperatura es obviamente una declaraci�n pol�tica, m�s que cient�fica. Establecer un l�mite significa ponderar los costos y los beneficios de un mundo con un nivel de temperatura y compararlos con los costos y los beneficios de bajarle al termostato. Este es un proceso inherentemente pol�tico.

Decidir cu�nto debemos permitir que se eleve la temperatura es como calcular cu�ntas personas deber�an morir en accidentes de tr�nsito si se ajusta el l�mite de velocidad. No hay un n�mero cient�ficamente �correcto� de muertes por accidentes. Lo �ptimo ser�a que esa cifra fuera cero, Pero ello requerir�a disminuir el l�mite de la velocidad al de caminar� -� con un costo inmenso para la sociedad.

Se ha informado ampliamente que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim�tico (IPCC) de la ONU nos dice que la ciencia demuestra que las emisiones de los pa�ses industriales deber�an reducirse entre el 25% y el 40% para 2020. Esto es sencillamente incorrecto: los cient�ficos ganadores del Premio Nobel del IPCC son �pol�ticamente neutrales�.

Sin embargo, muchos periodistas informaron desde Bali que Estados Unidos hab�a rechazado los fundamentos jur�dicos de la reducci�n de emisiones de entre el 25% y el 40%. Se lamentaban de que los argumentos cient�ficos hubieran quedado relegados a una nota de pie de p�gina en el documento final y hac�an hincapi� en que el miope inter�s nacional hab�a triunfado. Pero esta interpretaci�n es totalmente equivocada.

Si observamos la nota de pie de p�gina de Bali, el IPCC claramente dice que las emisiones se deben reducir entre el 25% y el 40% si se elige la meta inferior de la UE , pero entre el 0% y el 25% o menos si se elige una meta m�s alta . Sin embargo, al igual que muchos peri�dicos, el International Herald Tribune escribi� que la evaluaci�n del IPCC dec�a que �el aumento de la temperatura ten�a que limitarse a 2�C�.

Nuestro enfoque desequilibrado en la r�pida reducci�n de las emisiones de CO2 es innecesariamente costoso y tiene pocas probabilidades de tener �xito. En la Cumbre de R�o de 1992, prometimos recortes de las emisiones a�n m�s radicales para 2010, que no cumpliremos en un 25%. Hacer promesas m�s firmes sobre promesas que han fracasado dif�cilmente es la manera de avanzar.

En cambio, deber�amos buscar opciones de pol�tica m�s inteligentes, como tratar de garantizar que en los pr�ximos 20-40 a�os existan tecnolog�as de energ�a alternativa a precios razonables. Esto podr�a conseguirse si todos los pa�ses se comprometieran a dedicar el 0.05% de su PIB a la investigaci�n y el desarrollo de tecnolog�as de energ�a sin emisi�n de carbono.

El costo� -� 25 mil millones de d�lares, que es relativamente bajo�ser�a casi 10 veces m�s barato que el del Protocolo de Kyoto (y muchas veces m�s barato que un Kyoto II est�ndar). Sin embargo, multiplicar�a 10 veces la investigaci�n y el desarrollo a nivel mundial.

Adem�s, si bien abarcar�a a todos los pa�ses, los ricos pagar�an la mayor parte. Permitir�a que cada pa�s se concentrara en su propia visi�n de las necesidades energ�ticas a futuro, ya sea que ello signifique concentrarse en fuentes renovables, energ�a nuclear, fusi�n, almacenamiento de carbono, conservaci�n o la b�squeda de oportunidades nuevas y m�s ex�ticas. Tambi�n evitar�a los incentivos cada vez m�s fuertes para obtener beneficios sin dar nada a cambio y las negociaciones cada vez m�s duras sobre tratados tipo Kyoto cada vez m�s restrictivos.

Un di�logo sensato sobre pol�tica exige que hablemos abiertamente sobre nuestras prioridades. A menudo, existe una intensa sensaci�n de que se debe hacer lo que sea para mejorar una situaci�n. Pero en efecto no lo hacemos. En las democracias discutimos mucho sobre c�mo gastar en distintas iniciativas porque sabemos que no tenemos recursos infinitos y que a veces dedicar m�s dinero a un problema no es la mejor soluci�n.

Al hablar del medio ambiente, sabemos que con restricciones m�s severas habr� mejor protecci�n, pero con costos mayores. Decidir qu� nivel de cambio de la temperatura deber�amos fijar� -� y c�mo alcanzarlo�es una discusi�n en la que todos deber�amos participar.

Pero confundir activismo pol�tico con razones cient�ficas no ayudar�.

Regresar al Contenido

C�mo Preocuparse
por Bj�rn Lomborg

Diciembre 2007


COPENHAGUE� -�� Desde tiempos inmemoriales, a la gente le ha preocupado el futuro de la Tierra. En �pocas recientes nos ha preocupado el que el planeta se pueda llegar a congelar y tambi�n que la tecnolog�a quedase paralizada debido a un error inform�tico que, se supon�a, iba a quedar en evidencia en el cambio de milenio.

Esos temores quedaron en nada, pero hoy el mundo tiene muchos problemas apremiantes. Piense en el medio ambiente, la capacidad de gobierno, la econom�a, la salud o la poblaci�n, y encontrar� multitud de razones de las que preocuparse.

Sin embargo, lamentablemente tendemos a centrarnos apenas en algunos de los problemas m�s importantes del planeta, y como resultado nos formamos una visi�n distorsionada del mundo. La deforestaci�n es un desaf�o que ha generado muchos titulares alarmantes, declaraciones de famosos y una ansiedad generalizada. Para decirlo directamente, es una causa popular.

Por eso parece sorprendente leer que la deforestaci�n es un problema que ha ido mejorando. La soluci�n no se encontr� en la condena de Occidente a las pr�cticas de los pa�ses en desarrollo ni en protestas de ambientalistas bienintencionados, sino en el crecimiento econ�mico. En general, los pa�ses desarrollados aumentaron sus �reas boscosas, porque se lo pueden permitir en t�rminos de dinero; los pa�ses en desarrollo, no. Para estimular un descenso de la deforestaci�n - y una mayor reforestaci�n - lo mejor que podemos hacer es ayudar a que las naciones no desarrolladas se hagan m�s ricas a una mayor velocidad.

Algunos retos no generan una preocupaci�n generalizada. Probablemente deber�amos preocuparnos mucho m�s de los cambios demogr�ficos que causar�n una radical baja en la fuerza laboral en los pa�ses ricos, y un aumento de quienes dependen de las pensiones y el sistema de salud. En la mayor parte de los pa�ses industrializados, el empleo se concentra en una estrecha franja et�rea, por lo que un descenso de la fuerza de trabajo causar� una baja de la producci�n, haci�ndonos menos ricos.

Este problema afectar� incluso a China, de modo que tenemos que comenzar a hablar de las opciones: elevar la edad de jubilaci�n, aumentar la inmigraci�n desde los pa�ses en desarrollo y reformar los mercados laborales.

Cuando nos preocupamos en exceso acerca de algunas cosas, olvidamos otras que posiblemente sean mucho m�s importantes. En Occidente, nos preocupa el uso de pesticidas en los cultivos, lo que se est� convirtiendo en una importante bandera de lucha de los ambientalistas.

Sin embargo, la contaminaci�n del aire dentro de recintos cerrados es un problema ambiental mucho mayor. El humo producido por cocinar en lugares cerrados quemando le�a y esti�rcol matar� m�s de 1,5 millones de personas este a�o, muchas de ellas ni�os.

Podr�amos combatir este problema de manera eficaz y relativamente poco costosa, proporcionando mejores aparatos de cocina (como hornillos con tubos de salida de gases) y combustibles limpios a quienes los necesiten, y promoviendo el secado del material combustible, el mantenimiento de las estufas y chimeneas, y el uso de tapas en las ollas para conservar el calor. Podr�amos hacer campa�as para que los ni�os vulnerables se mantengan alejados del humo.

Por supuesto, en la actualidad la mayor inquietud sobre el planeta es el cambio clim�tico. Se trata de un problema serio que exige una respuesta seria. Sin embargo, las anteojeras que nos hemos puesto al centrarnos en la reducci�n de las emisiones de gases de carbono nos han hecho buscar en el lugar equivocado las respuestas a otros retos. Est�n aumentando las p�rdidas por desastres clim�ticos, pero la raz�n no es el cambio clim�tico - como muchos de nosotros suponemos -� sino los cambios demogr�ficos.

M�s personas, con sus pertenencias, habitan m�s cerca de lugares en donde pueden sufrir da�os. Lo que es peor, son pocos los gobiernos que toman medidas para prepararse ante huracanes, terremotos o inundaciones. No hacen lo suficiente para disuadir a las personas de vivir en �reas peligrosas, y a menudo los planes de respuesta dejan mucho que desear.

El estrecho �nfasis del debate clim�tico en las reducciones de las emisiones ha jugado en contra de un �nfasis m�s claro sobre la reducci�n de la vulnerabilidad. La Convenci�n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim�tico se ha negado a financiar iniciativas de preparaci�n para desastres, a menos que los estados demuestren exactamente c�mo los desastres que temen est�n vinculados al cambio clim�tico.

Seg�n un reciente estudio de RAND, el financiamiento de Estados Unidos destinado a investigaci�n para la reducci�n de p�rdidas en caso de desastres lleg� en 2003 a cerca de US$ 127 millones, apenas el 7% de la cantidad invertida en investigaci�n para el cambio clim�tico ese a�o.

Las pol�ticas contra el cambio clim�tico no son la mejor manera de reducir los efectos de los desastres del clima. Durante la estaci�n de huracanes, la Rep�blica Dominicana, que ha invertido en refugios y redes de evacuaci�n de emergencia, sufri� menos de diez muertes. En la vecina Hait�, que no se hab�a preparado, se perdieron 2000 vidas.

�Por qu� la vulnerabilidad ante desastres se encuentra tan baja en la lista de las prioridades globales de desarrollo? Como el resto de nosotros, los gobiernos tienden a centrar su atenci�n en una peque�a cantidad de problemas planetarios. Por ejemplo, cada d�lar que dedican a investigar el cambio clim�tico es dinero que no se destina a la investigaci�n sobre reducci�n de p�rdidas.

Ese es el tema central de mi nuevo libro Solutions for the World�s Problems (Soluciones para los problemas del mundo), en el que 23 eminentes investigadores abordan 23 desaf�os globales. El libro tambi�n permite que los lectores definan sus propias prioridades: destacados economistas esbozan soluciones y ofrecen relaciones de costo-beneficio, de modo que las diferentes opciones de pol�ticas se puedan comparar en iguales condiciones para identificar y priorizar las mejores.

Despu�s de todo, no es que falten ideas para solucionar los grandes problemas; lo que sucede es que los gobiernos y las organizaciones internacionales disponen de una cantidad de dinero limitada. Ser�a err�neo dar la impresi�n de que podemos hacerlo todo de una sola vez.

No hay nada de malo en preocuparse por el planeta, pero debemos asegurarnos de ver el panorama completo para as� saber de qu� tenemos que preocuparnos primero.

Regresar al Contenido



Advertencias Mundiales
por Bj�rn Lomborg

Septiembre 2007

Como saben los lectores, se les dice que deben dar a sus hijos alimentos org�nicos, porque los plaguicidas les producir�n c�ncer. T�cnicamente, es cierto que existe una relaci�n entre las substancias qu�micas y la enfermedad, pero el riesgo es min�sculo en todos los pa�ses que tienen una reglamentaci�n adecuada al respecto.

Hay otra amenaza de la que no se les ha hablado demasiado. Una de las mejores formas de evitar el c�ncer es la de comer muchas frutas y verduras. Los art�culos org�nicos son entre 10 y 20 por ciento m�s caros que las dem�s verduras, por lo que naturalmente, la mayor�a compramos menos cuando "nos pasamos a lo org�nico".

Si reducen la ingesta de frutas y verduras de sus hijos en tan s�lo 0,03 gramos al d�a (el equivalente de medio grano de arroz) al optar por verduras org�nicas m�s caras, el riesgo total de c�ncer aumenta, en lugar de disminuir. Si omiten la compra de una sola manzana cada veinte a�os por haberse pasado a lo org�nico, la situaci�n de sus hijos ser� peor.

Mi intenci�n no es la de asustar para que se dejen de comprar alimentos org�nicos, pero se deben conocer los dos aspectos de cualquier asunto.

Examinemos una historia que ha figurado en las portadas de algunos de los peri�dicos y revistas m�s importantes del mundo: la dif�cil situaci�n del oso polar. Se nos dice que el calentamiento del planeta borrar� de la Tierra ese majestuoso animal. Sin embargo, no se nos dice que en los 40 �ltimos a�os, mientras aumentaban las temperaturas, tambi�n ha aumentado la poblaci�n mundial de oso polar, al pasar de 5.000 a 25.000.

Los organizadores de campa�as y los medios de comunicaci�n nos dicen que debemos reducir las emisiones de CO2 para salvar al oso polar. Bien, entonces hagamos los c�lculos. Imaginemos que todos los pa�ses del mundo� -� incluidos los Estados Unidos y Australia -� firmaran el Protocolo de Kyoto y redujeran sus emisiones de CO2 durante el resto de este siglo.

Si tenemos en cuenta la poblaci�n de osos polares mejor estudiada, la de los 1.000 existentes en la bah�a de Hudson, �cu�ntos salvar�amos al a�o? �Diez? �Veinte? �Cien?

En realidad, salvar�amos menos de una d�cima parte de un oso polar.

Si de verdad nos importa salvar los osos polares, podr�amos hacer algo mucho m�s sencillo y m�s eficaz: prohibir su caza. Todos los a�os, tan s�lo en la parte occidental de la bah�a de Hudson se matan 49 osos al a�o. As�, pues, �por qu� no dejamos de matar 49 osos al a�o antes de comprometer billones de d�lares para lograr un resultado centenares de veces menos bueno?

Desde el fomento de los alimentos org�nicos hasta las declaraciones sobre la inminente desaparici�n del oso polar, los medios de comunicaci�n nos lanzan una lluvia constante de advertencias unilaterales. En el primer puesto de la lista de motivos urgentes de preocupaci�n figura el calentamiento del planeta, pero tambi�n figuran en ella el terrorismo, los plaguicidas y la p�rdida de la diversidad biol�gica... y casi parece no tener fin.

Entretanto, conocemos las terribles condiciones que sigue afrontando la mayor�a de la poblaci�n mundial, con m�s de mil millones de pobres, dos mil millones de personas que carecen de electricidad y tres mil millones que carecen de agua potable y saneamiento.

Gran parte de mi trabajo consiste en ver si tienen sentido todas esas advertencias mundiales. Intento ponerlas en perspectiva y averiguar cu�les deben preocuparnos de verdad y cu�ndo debemos actuar al respecto.

Tal vez resulte extra�o, pero no se debe actuar inmediatamente en relaci�n con todos los motivos de preocupaci�n. Si no disponemos de una forma v�lida de resolver un problema, podr�a ser mejor centrarnos primero en otro. Al fin y al cabo, cuando no se sabe c�mo se va a conseguir la pr�xima comida, resulta dif�cil preocuparse por cu�les ser�n las temperaturas planetarias dentro de cien a�os.

La situaci�n ha mejorado inmensamente tanto en el mundo en desarrollo como en el desarrollado. En los cien �ltimos a�os, los cient�ficos han ganado muchas de las batallas m�s importantes contra las enfermedades infecciosas, hasta el punto de que ahora la pobreza es la raz�n principal para la falta de tratamiento. En 1900 la esperanza media de vida mundial era de 30 a�os; ahora es de 68 a�os.

Los alimentos han pasado a ser m�s abundantes y asequibles, en particular en el mundo en desarrollo, donde la disponibilidad de calor�as ha aumentado en un 40 por ciento por persona en 40 �ltimos a�os, mientras que los precios de los alimentos se han reducido m�s de la mitad. En consecuencia, la proporci�n de hambrientos en el tercer mundo ha descendido del 50 por ciento en 1950 a menos del 17 por ciento en la actualidad, mientras que los ingresos a escala mundial han aumentado m�s del triple.

Tal vez sea m�s importante el dato de que se espera que todas esas tendencias positivas contin�en. Seg�n los c�lculos de las Naciones Unidas, la esperanza media de vida llegar� a ser de 75 a�os a mediados de este siglo y la proporci�n de los que pasar�n hambre descender� hasta el 4 por ciento.

Al final del siglo, los ingresos habr�n aumentado seis veces en los pa�ses industrializados y doce veces en los pa�ses en desarrollo, con lo que las personas del mundo en desarrollo ser�n por t�rmino medio m�s ricas en 2100 que los estadounidenses o europeos en la actualidad. El n�mero de pobres se reducir� de mil millones a menos de cinco millones.

Nada de esto significa que debamos dejar de preocuparnos por el futuro, sino que podemos dejar de ser presa del p�nico y comenzar a pensar sosegadamente para procurar centrarnos en las cuestiones pertinentes. Las campanas de alarma mundial pueden causar punzadas de culpabilidad a los ricos occidentales, pero no nos brindan una comprensi�n adecuada de lo que ocurre.

Tenemos que conocer los dos aspectos del caso.

Regresar al Contenido



Ciudades Horno
por Bj�rn Lomborg

Noviembre 2007

COPENHAGUE� -� Actualmente se puede ver lo que el calentamiento global le har� a la larga al planeta. Para asomarnos al futuro, basta ir a Beijing, Atenas, Tokio, o, de hecho, a casi cualquier ciudad de la Tierra.

La mayor parte de las zonas urbanas del mundo ya han experimentado aumentos de la temperatura mucho m�s dr�sticos que los 2.6�C previstos para los pr�ximos cien a�os a causa del calentamiento global.

Es muy f�cil de comprender. En un d�a c�lido en Nueva York, los habitantes se tienden en el pasto de Central Park, no en los estacionamientos de asfalto ni en las banquetas de concreto. El tabique, el concreto y el asfalto� -� los elementos b�sicos de los que est�n construidas las ciudades�absorben mucho m�s calor del sol que la vegetaci�n en el campo. En una ciudad hay mucho m�s asfalto que pasto, por lo que el aire que est� encima de la ciudad se calienta. Este efecto, llamado �isla de calor urbano�, se descubri� en Londres a principios del siglo XIX.

Actualmente, las ciudades con crecimiento m�s acelerado est�n en Asia. Beijing tiene una temperatura de aproximadamente 10�C m�s en el d�a que la zona rural que la rodea y de 5.5�C en la noche. Hay aumentos incluso m�s dram�ticos en Tokio. En agosto, las temperaturas se elevaron 12.5�C m�s que en las zonas rurales vecinas y llegaron a 40�C� -� un calor abrasador que afect� no s�lo al centro de la ciudad sino que abarc� unos 8,000 kil�metros cuadrados.

Al examinar una ciudad con r�pido crecimiento como Houston, Texas, podemos ver el efecto real de la isla de calor urbano. En los �ltimos doce a�os, Houston creci� en un 20%, es decir, 300,000 habitantes. Durante ese tiempo, la temperatura nocturna aument� alrededor de 0.8�C. En un per�odo de cien a�os, eso significar�a un enorme aumento de 7�C.

Pero mientras que los activistas c�lebres advierten sobre el desastre inminente que significa el calentamiento global, la capacidad de estas ciudades para hacerle frente ofrece una visi�n m�s realista. A pesar de los dr�sticos cambios de los �ltimos 50 o 100 a�os, estas ciudades no se han derrumbado.

Aun cuando las temperaturas han aumentado, las muertes relacionadas con el calor han disminuido, debido a las mejoras en la atenci�n a la salud, el acceso a instalaciones m�dicas y el aire acondicionado. Tenemos mucho m�s dinero y una capacidad tecnol�gica mucho mayor para adaptarnos que nuestros antepasados.

Por supuesto, las ciudades tambi�n se ver�n afectadas por el aumento de la temperatura a causa del CO2, adem�s del calentamiento adicional provocado por las islas de calor urbano. Pero tenemos la oportunidad de actuar. A diferencia de nuestros antepasados, que hicieron poco o nada con respecto a las islas de calor urbano, nosotros estamos en buenas condiciones de abordar muchos de sus efectos.

Mientras que los activistas c�lebres se concentran exclusivamente en reducir el CO2, podr�amos hacer mucho m�s� -� y a un costo mucho menor� si nos ocup�ramos de las islas de calor urbano. Las soluciones simples pueden tener grandes efectos en las temperaturas.

Las ciudades son m�s calientes que las tierras que las rodean porque son m�s secas. Carecen de espacios verdes h�medos y tienen sistemas de drenaje que eliminan el agua eficientemente. En Londres, el aire que est� encima del R�o T�mesis es m�s fresco que el que se encuentra a unas cuantas cuadras en las zonas construidas. Si plantamos �rboles y construimos espacios acu�ticos, no s�lo embelleceremos nuestro entorno, sino que lo refrescaremos� -� por m�s de 8�C, seg�n los modelos clim�ticos.

Adem�s, aunque parezca casi c�micamente simple, uno de los mejores enfoques para reducir la temperatura es muy sencillo: pintar las cosas de blanco. Las ciudades tienen mucho asfalto negro y estructuras oscuras que absorben calor. Al aumentar la reflexi�n y la sombra se puede evitar mucha de la acumulaci�n de calor. Si se pinta gran parte de una ciudad se podr�a reducir la temperatura en 10�C.

Estas opciones son simples, obvias y eficientes en funci�n del costo. Consideremos la ciudad de Los Angeles. Instalar techos nuevos de colores m�s claros en los cinco millones de hogares de la ciudad, pintar la cuarta parte de las calles y plantar un mill�n de �rboles, tendr�a un costo de aproximadamente mil millones de d�lares que se pagar�a una �nica vez.

Cada a�o despu�s de eso, los costos del aire acondicionado disminuir�an aproximadamente 170 millones de d�lares y se obtendr�an beneficios relacionados con la reducci�n del smog de 360 millones. Adem�s, las temperaturas de Los Angeles disminuir�an alrededor de 3�C� -� es decir, el aumento previsto para el resto del siglo. Comparemos eso con los 180 mil millones de d�lares necesarios para aplicar el Protocolo de Kyoto, que pr�cticamente no tendr� ning�n efecto.

Actualmente no se oye mucho sobre las opciones m�s inteligentes en lo que se refiere a afrontar el calentamiento global. Eso debe cambiar.

Podemos elegir qu� futuro queremos.

Regresar al Contenido



Las Prioridades de Reforma en Am�rica Latina
por Bj�rn Lomborg

Noviembre 2007

SAN JOS�, COSTA RICA� -�� Rara vez reconocemos que la falta de conocimiento - la ignorancia, si se prefiere -� da�a las decisiones de gasto de las autoridades y las organizaciones de ayuda internacional. Sin embargo, las prioridades se definen de manera ad hoc y se concentran poco en obtener la mejor ganancia posible en t�rminos de bienestar social.

Hace poco se hizo un inusual intento de mejorar la calidad de la toma de decisiones en Am�rica Latina y el Caribe. La Consulta de San Jos� en Costa Rica pidi� a un grupo de importantes expertos en econom�a que hicieran una clasificaci�n de los mayores retos que enfrenta la regi�n. Por primera vez, todos los costos y beneficios de m�s de 40 diferentes opciones de pol�ticas se pusieron lado a lado sobre el papel. Los resultados fueron reveladores.

A lo largo de tres d�as, los expertos escucharon evidencias acerca de los mayores retos de la regi�n. Qued� claro que a menudo los pol�ticos toman decisiones bas�ndose en un conocimiento limitado y asignan dinero a iniciativas de pol�ticas no probadas.

Por ejemplo, no hay evidencias claras de que c�mo podemos mejorar realmente la educaci�n en las escuelas. Recientemente en M�xico se cre� un programa para dar a los profesores incentivos monetarios y capacitaci�n profesional, pero los estudios realizados al respecto no muestran un efecto significativo sobre los resultados de la educaci�n.

Los �ndices de violencia en los hogares parecen ser altos en Am�rica Latina. Sin embargo, hay una perturbadora falta de investigaci�n sobre qu� opciones de pol�ticas han funcionado en la regi�n.

Los gobiernos de Am�rica Latina y el Caribe necesitan saber c�mo elevar la calidad de la educaci�n y combatir la violencia dom�stica. Es preocupante el que no tengan a su disposici�n estrategias probadas o estimaciones adecuadas de costes y beneficios. La Consulta de San Jos� puso sobre el tapete la urgente necesidad de estudios e investigaci�n sobre ambos temas. No obstante, la clasificaci�n de prioridades efectuada por los expertos tambi�n revel� algunas opciones de pol�ticas promisorias e interesantes.

A la cabeza de la lista quedaron los programas de desarrollo de la ni�ez temprana. Existen buenas razones para aumentar la inversi�n p�blica al comienzo de la vida de un ni�o, lo que puede significar proporcionar servicios de cuidado diurno y actividades preescolares, mejorar la higiene y los servicios de salud, o ense�ar habilidades de paternidad responsable.

Los estudios demuestran que los programas de desarrollo de la ni�ez temprana en Am�rica Latina generan mayores niveles de disposici�n para los estudios, matriculaci�n y rendimiento acad�mico. Las madres y los hermanos o hermanas mayores quedan libres para trabajar o seguir desarrollando su educaci�n. Estos programas se deber�an imitar en toda la regi�n. Son relativamente poco costosos y rinden beneficios superiores entre cinco y 19 veces a los costes.

La siguiente estrategia m�s importante que el panel identific� - mejores normas fiscales -� puede no parecer muy atractiva, pero su ventaja es que no cuesta nada. Aunque las econom�as latinoamericanas est�n pasando por un buen momento gracias a las reformas y los altos precios de los productos b�sicos, existen problemas subyacentes.

El objetivo es implementar un conjunto eficaz de leyes de responsabilidad fiscal que limiten la capacidad de los parlamentos y ministerios de aumentar el gasto sin medida. Las reglas deben imponer l�mites a los d�ficits, al gasto y al nivel de deuda, adem�s de exigir transparencia de modo que el p�blico sepa lo que est� ocurriendo. Si van de la mano con un genuino compromiso con el desarrollo de credibilidad fiscal, los pa�ses podr�an aumentar su crecimiento econ�mico de manera sustancial.

En tercer lugar de la lista est� una mayor inversi�n en la construcci�n y el mantenimiento de infraestructura. La mayor�a de los pa�ses de Am�rica Latina y el Caribe gasta menos de un 2% del PGB en infraestructura, en comparaci�n con el 3% al 6% de China y Corea. Se necesita invertir especialmente en la red vial, para construir las arterias que traen empleos y prosperidad: la mayor�a de quienes sufren extrema pobreza en las comunidades rurales de Am�rica Latina viven a cinco kil�metros o m�s del camino pavimentado m�s pr�ximo.

Otras opciones de pol�ticas que quedaron alto en la lista son la creaci�n de organismos independientes para evaluar rigurosamente los programas de gasto del gobierno, y un mayor uso de programas de transferencia condicional de dinero para hacer pagos con regularidad a hogares pobres por cumplir condiciones como enviar a los ni�os a la escuela.

En los �ltimos lugares de la lista, el panel de de expertos dio muy poca prioridad a la idea de restringir las ventas de alcohol (como una propuesta de soluci�n a problemas de salud), a los programas de bonos educacionales y los programas de reintegraci�n y tratamiento de drogas en c�rceles.

Esto no significa que estas pol�ticas no funcionen, sino que sus beneficios son mucho menores que los de las estrategias que est�n m�s alto en la clasificaci�n. Adem�s, actualmente se debate la efectividad de algunas de ellas. Por ejemplo, los programas de bonos educacionales, sufrieron un golpe cuando un an�lisis detallado de un programa chileno no encontr� efectos positivos en el rendimiento de los alumnos.

Si bien el cambio clim�ticos y la biodiversidad se han convertido en problemas de candente actualidad en todo el mundo, el panel lleg� a la conclusi�n de que la opci�n de preservar los bosques lluviosos para crear sumideros de carbono tendr�a beneficios internacionales pero costos locales, por lo que estos problemas se deber�an pensar como asuntos globales m�s que espec�ficamente latinoamericanos.

La Consulta tuvo �xito en su objetivo de destacar las maneras m�s eficaces en funci�n de los costes para combatir los mayores problemas de la regi�n.

Sin embargo, tambi�n subray� las �reas en las que los pol�ticos est�n dando "palos de ciego" sin basarse en investigaciones decentes y cre� una vara con respecto a la que ahora podemos medir las decisiones de gasto de las autoridades.

Regresar al Contenido




El Desaf�o de la Corrupci�n en Am�rica Latina
por Susan Ackerman y Bj�rn Lomborg

Octubre 2007

Es dif�cil distinguir las consecuencias de las causas de la corrupci�n que afecta de manera persistente a muchas naciones de Am�rica Latina y el Caribe. La corrupci�n limita el crecimiento, pero el mismo bajo crecimiento la estimula, haciendo dif�cil mejorar la eficacia del gobierno. En todo caso, la corrupci�n por si sola no es el problema esencial. M�s bien simboliza y resalta debilidades subyacentes del funcionamiento del estado y su interacci�n con los ciudadanos y las empresas.

Algunas instituciones son tan vitales que producen un estado competente y justo si funcionan bien, o un estado corrupto, ineficaz e injusto si funcionan mal. El saneamiento de dos de estas instituciones� -� el sector p�blico y el poder judicial -� debe ser una prioridad para varios gobiernos de la regi�n.

Los estudios realizados en El Salvador, Nicaragua, Bolivia y Paraguay en la �ltima d�cada han mostrado que la gente expuesta a la corrupci�n tiene menos confianza en el sistema pol�tico y se f�a menos de sus conciudadanos. Se pregunt� a los nicarag�enses si el pago de sobornos �facilita que las cosas se hagan en la burocracia".

Quienes estaban de acuerdo con que la corrupci�n funcionaba sent�an menor respeto hacia la legitimidad del sistema pol�tico.

Tambi�n es necesaria una burocracia que funcione bien, ya que contribuye al crecimiento econ�mico. Pocos de los retos m�s importantes de esta regi�n se pueden enfrentar con �xito si el estado no puede administrar programas p�blicos complejos.

Las causas del fracaso de la administraci�n p�blica son, entre otras, la falta de profesionalismo en el cuerpo de funcionarios p�blicos, normativas vagas, complejas o que se prestan a confusi�n, manejo inadecuado de las finanzas del gobierno, mala distribuci�n de las tareas entre los niveles de gobierno, falta de transparencia en los procesos gubernamentales y dificultad para que los funcionarios se hagan responsables de sus acciones. Si cualquiera de estas �reas, o todas ellas, presentan debilidades, se crean incentivos para la corrupci�n, la ociosidad y la incompetencia.

No basta con aumentar los salarios de los funcionarios p�blicos; tambi�n se necesitan reformas estructurales. Los pa�ses con funcionarios p�blicos m�s independientes y profesionales tienden a tener burocracias de mayor calidad y menos corrupci�n.

Un sistema judicial competente y eficaz es una condici�n necesaria para establecer el imperio de la ley. Los niveles del crimen organizado son menores en los pa�ses con un poder judicial independiente. En Ecuador, la incertidumbre judicial y las demoras en la aplicaci�n de los contratos son un obst�culo para las inversiones. Otro estudio basado en entrevistas en profundidad a empresarios ecuatorianos sugiri� que la inversi�n aumentar�a en un 10% si el poder judicial estuviera a la par que los sistemas de tribunales m�s eficaces.

Una encuesta realizada recientemente en todo el continente mostr� que entre un 10% y un 40% de los latinoamericanos expresaron que no sienten �nada de confianza� en el poder judicial. Los investigadores hallaron que en M�xico ocho de cada diez casos que van a los tribunales eran abandonados. Esta cifra sugiere que ir a juicio puede ser un ejercicio infructuoso y que muchas disputas probablemente nunca lleguen a los tribunales. Una encuesta peruana revel� que el poder judicial era la instituci�n m�s corrupta. La incidencia de sobornos era alta, con un notable 42% de personas que dijeron haberlos pagado a funcionarios judiciales.

Una manera de mejorar la administraci�n de los programas p�blicos es ir a la ra�z del problema y cambiar la manera en que los gobiernos proporcionan bienes y servicios y gestionan programas. Si se pone �nfasis en sistemas automatizados y basados en la inform�tica para las adquisiciones y la recaudaci�n tributaria, se dar� grandes pasos para limitar la corrupci�n.

Esta reforma debe ir de la mano con una cuidadosa evaluaci�n del clima normativo para las empresas, dise�ado para eliminar o simplificar las reglas. Por ejemplo, aunque en Per� la corrupci�n estaba presente en todos los dem�s �mbitos, las reformas del gobierno que redujeron los impuestos lograron aumentar la recaudaci�n desde un 8,4% del PGB en 1991 a un 12,3% en 1998, y aumentar el n�mero de contribuyentes de 895.000 en 1993 a 1.766.000 en 1999.

Por supuesto, no todos los programas tienen �xito, pero algunos casos eficaces de reformas a los sistemas de adquisiciones y recaudaci�n tributaria rinden beneficios 100 veces mayores que sus costes. Incluso si la ganancia fuera mucho menor, es evidente que ser�a una s�lida inversi�n en el futuro de la regi�n.

Los gobiernos tambi�n pueden reducir la corrupci�n limitando el alcance de sus actividades. Actualmente Am�rica Latina est� experimentando una reacci�n contra las privatizaciones, en una tendencia que subraya la importancia de la reforma del sector p�blico. A menudo, las iniciativas de privatizaci�n tienen gran notoriedad pol�tica y son impopulares. Se deber�a considerar tercerizar algunas actividades a organizaciones no gubernamentales o sin fines de lucro, adem�s de mejorar la supervisi�n externa.

Por ejemplo, Guatemala contrat� servicios de nutrici�n y atenci�n primaria para 3,4 millones de personas a US$ 6,25 por persona. Los estudios demuestran que los beneficios son mayores que los costes.

El desempe�o de la burocracia tambi�n se beneficiar�a si se mejoraran las entidades de auditor�a y defensor�a del pueblo, y mediante el control de la corrupci�n a nivel de base, gracias a la asignaci�n centralizada de mecanismos de entrega de informaci�n y asistencia t�cnica por parte de los gobiernos u organizaciones no gubernamentales.

Con respecto al poder judicial, es evidente que el aumento de los salarios de los jueces y secretarios, adem�s de la dotaci�n de mejores sistemas inform�ticos y otros equipos t�cnicos, mejorar�a la eficacia y el desempe�o de los tribunales, lo que significar�a una menor p�rdida de tiempo y m�s claridad para los litigantes. No costar�a nada eliminar las trabas burocr�ticas que obstaculizan los procesos legales, y hacerlo tendr�a grandes beneficios potenciales.

Crear un nuevo sistema alternativo e independiente de soluci�n de disputas fuera de los tribunales costar�a algo de recursos, pero asegurar�a una soluci�n m�s r�pida y aceptable de las disputas m�s comunes. Colombia ha implementado con �xito un sistema judicial alternativo usando �Juntas comunitarias� que tratan las disputas sobre t�tulos de dominio de tierras.

La reforma del poder judicial y la burocracia deber�a ser prioritaria en la mayor�a de los pa�ses de Am�rica Latina.

Como m�nimo, existe una crisis de confianza y, en el peor de los casos, esa falta de confianza es bien merecida.

Regresar al Contenido



Aprender el Arte de lo Posible en Am�rica Latina
por Bj�rn Lomborg

Mayo 2007

Poco despu�s de ser elegido primer Presidente izquierdista del Uruguay, Tabar� V�zquez declar�:

"Tenemos que reconstruir el futuro a partir de las limitaciones de nuestro tiempo".

En toda Am�rica Latina se est�n produciendo reconstrucciones y transformaciones.

Una "marea rosa" ha llevado a pol�ticos como V�zquez al centro del escenario y a plantear un desaf�o a Norteam�rica y a Europa. Las reformas y los altos precios de las materias primas est�n impulsando a la regi�n. Las econom�as de Am�rica Latina est�n teniendo ahora unos buenos resultados que no hab�an tenido durante mucho tiempo.

Pero la reconstrucci�n no se hace de la noche a la ma�ana. Las "limitaciones" a las que se refer�a V�zquez son inmensas. Am�rica Latina dista mucho de poder competir con la potencia de China o la India y sigue teniendo la mayor diferencia entre ricos y pobres. El 10 por ciento m�s rico de su poblaci�n gana casi la mitad de los ingresos totales, mientras que el 10 por ciento m�s pobre gana tan s�lo el 1,6 por ciento. En cambio, el diez por ciento superior de los pa�ses industrializados gana el 29,1 por ciento de los ingreso totales, mientras que el diez por ciento inferior gana el 2,5 por ciento.

En el conjunto de Am�rica Latina y el Caribe, una de cada cuatro personas sobrevive con menos de dos d�lares al d�a. Cincuenta millones de personas, el equivalente de toda la poblaci�n del Reino Unido, se las arregla con menos de un d�lar. Adem�s, el 14 por ciento de los habitantes de la regi�n carecen de ingresos suficientes para costearse la atenci�n b�sica de salud. Existe una intensa impresi�n de corrupci�n e ineficiencia, por lo que no existe una gran confianza p�blica en las instituciones, mientras que recientemente la inversi�n en infraestructuras se ha reducido marcadamente.

Aunque Am�rica Latina tiene la voluntad de resolver sus inmensos problemas, carece de recursos para resolverlo todo de una vez. Por eso, es importante disponer de una visi�n general sobre cu�l ser�a la utilizaci�n m�s eficaz de los escasos recursos financieros de Am�rica Latina.

El pr�ximo octubre, el Centro de Consenso de Copenhague, junto con el Banco Interamericano de Desarrollo, organizar� una conferencia� -� la Consulta de San Jos� -� en la que se examinar� lo que se puede hacer en todo el continente.

Naturalmente, la regi�n ha presenciado muchas conferencias de buena voluntad semejantes, pero �sta responder� a una pregunta concreta: si Am�rica Latina dispusiera de 10.000 millones� -� pongamos por caso -� de d�lares suplementarios a lo largo de los cinco pr�ximos a�os para mejorar el bienestar, �qu� proyectos rendir�an los mayores beneficios? �Cu�nto se podr�a lograr, si se gastaran m�s fondos en educaci�n, en hacer que la administraci�n p�blica sea m�s eficiente o en luchar contra la violencia y el crimen?

En la Consulta de San Jos� se examinar�n detenidamente esas y otras cuestiones: desde la atenci�n de salud hasta el medio ambiente de la regi�n. Un equipo de 20 expertos econ�micos especialistas en esa regi�n, procedentes de Am�rica Latina y de otras partes, sopesar� las opciones y examinar� detenidamente los costos y beneficios de las soluciones propuestas.

El equipo se compone de acad�micos eminentes, entre otros el economista y Ministro de Hacienda chileno Andr�s Velasco, el Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas Jos� Antonio Ocampo, el profesor de la Universidad de Harvard y antiguo miembro del consejo del Banco Central de Venezuela Ricardo Hausmann y Nancy Birdsall, Presidenta del Centro para el Desarrollo Mundial.

En sesiones a puerta cerrada, ese grupo de expertos confeccionar� una lista de prioridades con las soluciones m�s prometedoras. Para lograr la participaci�n comunitaria y de los futuros dirigentes de la regi�n, intervendr�n estudiantes de una de las escuelas de administraci�n de empresas m�s importantes de la regi�n. Escuchar�n las intervenciones de los mismos expertos sobre la corrupci�n, la escolarizaci�n y el medio ambiente, pero aportar�n la perspectiva de la juventud a sus deliberaciones.

Actualmente, los encargados de la formulaci�n de pol�ticas y las organizaciones de ayuda de Am�rica Latina gastan los fondos sin la orientaci�n que brindar�a un conjunto coherente y expl�cito de opciones. La conferencia subraya el deseo de la regi�n de bastarse a s� misma. Se�alar� los problemas que afronta Am�rica Latina, pero tambi�n� -� y eso es m�s importante -� sus soluciones , al tiempo que permitir� a los encargados de adoptar decisiones centrarse en la asignaci�n de fondos a los proyectos m�s beneficiosos.

Am�rica Latina est� experimentando una transformaci�n apasionante.

La Consulta de San Jos� puede ayudarla a construir un futuro con menos limitaciones.

Regresar al Contenido




El Inconfensable Secreto del Calentamiento del Planeta
por Bj�rn Lomborg

Marzo 2007


La semana pasada, la Uni�n Europea declar� que pr�cticamente hab�a salvado el planeta. Al tiempo que el Presidente de la Comisi�n, Jos� Manuel Barroso, afirmaba que Europa encabezar�a la lucha contra el cambio clim�tico, la UE ha prometido reducir en 2020 las emisiones de CO2 un 20 por ciento por debajo de los niveles de 1990.

Naturalmente, como la UE ya ha prometido una reducci�n del 8 por ciento el a�o que viene conforme al Protocolo de Kyoto, esa nueva meta parece ligeramente menos ambiciosa. Adem�s, como siguen existiendo los problemas fundamentales que afectan al paralizado Protocolo de Kyoto, lo que la UE ha hecho esencialmente ha sido un acuerdo peor.

El cambio clim�tico provocado por el hombre es, desde luego, real y constituye un problema grave. Sin embargo, la postura actual de reducir las emisiones ahora antes de que sea demasiado tarde, no tiene en cuenta que el mundo carece de soluciones pr�cticas a corto plazo.

�sa parece ser la raz�n por la que nos centramos en planteamientos que nos hacen sentirnos bien, como el Protocolo de Kyoto, cuyo problema fundamental ha sido siempre el de que es a un tiempo desmesuradamente ambicioso, medioambientalmente insignificante y excesivamente caro. Exig�a reducciones tan importantes, que s�lo unos pocos pa�ses pod�an cumplirlo.

Algunos pa�ses, como los Estados Unidos y Australia, decidieron excluirse de sus rigurosos requisitos: otros, como el Canad�, el Jap�n y muchos Estados europeos, aceptan de boquilla sus requisitos, pero, esencialmente, no alcanzar�n sus objetivos.

Sin embargo, aun cuando todos hubieran participado y siguiesen ateni�ndose a los compromisos cada vez m�s estrictos de Kyoto, los efectos medioambientales habr�an sido pr�cticamente nulos. Los efectos del tratado en la temperatura ser�an inapreciables a mediados de este siglo y s�lo aplazar�an el calentamiento cinco a�os en 2100. Aun as�, el costo habr�a sido cualquier cosa menos trivial: unos 180.000 millones de d�lares al a�o, aproximadamente.

Dada su pomposa ret�rica, ser�a comprensible creer que la UE ha dado ahora por su cuenta el mayor paso con vistas a la resoluci�n del problema. Barroso llama "hist�rico" el acuerdo, Tony Blair alaba sus "innovadoras, audaces y ambiciosas metas" y la Canciller alemana Angela Merkel se atrevi� incluso a decir que esas promesas "pueden evitar lo que muy bien podr�a ser una calamidad para la Humanidad".

Pero nadie considera oportuno revelar el inconfesable secretito del acuerdo: que no servir� pr�cticamente de nada y una vez m�s con un elevado costo. Seg�n un modelo prestigioso y revisado y aprobado por expertos en la materia, el efecto de la reducci�n en un 20 por ciento de las emisiones por parte de la UE aplazar� el calentamiento s�lo dos a�os en 2100, pese a lo cual el costo ascender� a 90.000 millones de d�lares, aproximadamente, al a�o. Ser� costoso, porque Europa es una zona en la que resulta costoso reducir el CO2, y tambi�n insignificante, porque en el siglo XXI corresponder�n a la UE s�lo el 6 por ciento de todas las emisiones. As�, pues, el nuevo tratado propiciar� un uso a�n menos eficiente de nuestros recursos que el antiguo Protocolo de Kyoto.

Es importante aprender del pasado. Con frecuencia se nos han prometido reducciones espectaculares de las emisiones de CO2 en fechas muy avanzadas del futuro, pero s�lo para que vi�ramos esfumarse las promesas cuando lleg�bamos a ellas.

En 1992, Occidente prometi� en R�o de Janeiro estabilizar las emisiones, pero las super� en un 12 por ciento. En Kyoto se nos prometi� una reducci�n del 7 por ciento de las emisiones mundiales, pero probablemente s�lo lograremos el 0,4 por ciento. Naturalmente, quienes hicieron esas promesas fueron pol�ticos que con toda probabilidad no seguir�n en su cargo cuando llegue el momento de cumplirlas.

No vamos a poder resolver el calentamiento del planeta a lo largo de los pr�ximos decenios, sino s�lo a mediados o al final del siglo pr�ximo. Tenemos que encontrar una estrategia viable a largo plazo que sea sagaz y equitativa y no exija un desmesurado sacrificio para la obtenci�n de beneficios triviales. Por fortuna, dicha estrategia existe: la de la investigaci�n y la innovaci�n.

La inversi�n en la investigaci�n y la innovaci�n en materia de tecnolog�as energ�ticas que no produzcan emisiones de carbono posibilitar�a a las futuras generaciones hacer reducciones importantes y, sin embargo, econ�micamente viables y ventajosas. Un nuevo tratado sobre el calentamiento del planeta deber�a obligar a gastar el 0,05 por ciento del PIB en investigaci�n e innovaci�n en el futuro. Ser�a mucho m�s barato y, sin embargo, mucho m�s beneficioso a largo plaza.

El nuevo acuerdo de la UE sobre el calentamiento del planeta puede ayudar a ganar elecciones a unos dirigentes que afrontan a votantes aterrados ante la perspectiva del cambio clim�tico, pero no servir� pr�cticamente de nada, pese a su enorme costo, y� -� como en el caso de otras promesas pomposas de la UE -� contar� con una gran probabilidad de fracaso.

Esperemos que el resto del mundo se mantenga sereno y proponga una soluci�n mejor, m�s barata y m�s eficaz para el futuro.

Regresar al Contenido