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del Sitio Web
ProjectSyndicate
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Contenido
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Dos Grados de
Tergiversaci�n
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C�mo Preocuparse
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Advertencias Mundiales
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Ciudades Horno
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Las Prioridades de Reforma
en Am�rica Latina
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El Desaf�o de la
Corrupci�n en Am�rica Latina
-
Aprender el Arte de lo
Posible en Am�rica Latina
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El Inconfensable Secreto
del Calentamiento del Planeta
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Dos Grados de
Tergiversaci�n
por Bj�rn Lomborg
Enero 2008
COPENHAGUE� -�� La conferencia sobre cambio clim�tico dirigida por las
Naciones Unidas en Bali ser� recordada menos por la �hoja de ruta�
que al final estableci� que por la revuelta colisi�n entre Estados
Unidos y gran parte del resto del mundo que mantuvo fascinados a los
espectadores.
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Los activistas del medio ambiente
denostaron a Estados Unidos por resistirse a la presi�n de la Uni�n
Europea para comprometerse de antemano a alcanzar metas espec�ficas
de temperatura� -� a saber, que el calentamiento global debe limitarse
a no m�s de 2�C por encima de las temperaturas preindustriales.
Esta meta se ha convertido en un aut�ntico mandamiento para los
activistas desde que la UE la adopt� en 1996. Los medios
frecuentemente hacen referencia a ella, y a veces dicen que, a menos
que se cumpla, el cambio clim�tico ser� muy peligroso para la
humanidad. De hecho, esa meta no tiene un respaldo cient�fico, y la
afirmaci�n de que podr�amos alcanzarla es completamente improbable.
Evitar que las temperaturas se eleven m�s de 2�C requerir�a
reducciones draconianas e instant�neas de las emisiones� -� para la
OCDE, las reducciones tendr�an que ser de entre el 40% y el 50% por
debajo de lo previsto en apenas 12 a�os. Aun si se pudiera lograr un
consenso pol�tico, el costo ser�a enorme: seg�n un modelo, el costo
global total ser�a de alrededor de 84 billones de d�lares, mientras
que los beneficios econ�micos alcanzar�an apenas una s�ptima parte
de esa cifra.
La cifra sospechosamente redonda de 2�C nos da una pista de que esta
meta no se basa en la ciencia. El primer estudio examinado por
hom�logos que la analiz�, publicado en 2007, la describi�
mordazmente como apoyada por �argumentos d�biles, basados en m�todos
inadecuados, razonamientos descuidados y citas elegidas
selectivamente de un conjunto muy limitado de estudios�.
En todo caso, un l�mite de temperatura es obviamente una declaraci�n
pol�tica, m�s que cient�fica. Establecer un l�mite significa
ponderar los costos y los beneficios de un mundo con un nivel de
temperatura y compararlos con los costos y los beneficios de bajarle
al termostato. Este es un proceso inherentemente pol�tico.
Decidir cu�nto debemos permitir que se eleve la temperatura es como
calcular cu�ntas personas deber�an morir en accidentes de tr�nsito
si se ajusta el l�mite de velocidad. No hay un n�mero
cient�ficamente �correcto� de muertes por accidentes. Lo �ptimo
ser�a que esa cifra fuera cero, Pero ello requerir�a disminuir el
l�mite de la velocidad al de caminar� -� con un costo inmenso para la
sociedad.
Se ha informado ampliamente que el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Clim�tico (IPCC) de la ONU nos
dice que la ciencia demuestra que las emisiones de los pa�ses
industriales deber�an reducirse entre el 25% y el 40% para 2020.
Esto es sencillamente incorrecto: los cient�ficos ganadores del
Premio Nobel del IPCC son �pol�ticamente neutrales�.
Sin embargo, muchos periodistas informaron desde Bali que Estados
Unidos hab�a rechazado los fundamentos jur�dicos de la reducci�n de
emisiones de entre el 25% y el 40%. Se lamentaban de que los
argumentos cient�ficos hubieran quedado relegados a una nota de pie
de p�gina en el documento final y hac�an hincapi� en que el miope
inter�s nacional hab�a triunfado. Pero esta interpretaci�n es
totalmente equivocada.
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Si observamos la nota de pie de p�gina
de Bali, el IPCC claramente dice que las emisiones se deben reducir
entre el 25% y el 40% si se elige la meta inferior de la UE , pero
entre el 0% y el 25% o menos si se elige una meta m�s alta . Sin
embargo, al igual que muchos peri�dicos, el International Herald Tribune escribi� que la evaluaci�n del IPCC dec�a que �el aumento de
la temperatura ten�a que limitarse a 2�C�.
Nuestro enfoque desequilibrado en la r�pida reducci�n de las
emisiones de CO2 es innecesariamente costoso y tiene pocas
probabilidades de tener �xito. En la Cumbre de R�o de 1992,
prometimos recortes de las emisiones a�n m�s radicales para 2010,
que no cumpliremos en un 25%. Hacer promesas m�s firmes sobre
promesas que han fracasado dif�cilmente es la manera de avanzar.
En cambio, deber�amos buscar opciones de pol�tica m�s inteligentes,
como tratar de garantizar que en los pr�ximos 20-40 a�os existan
tecnolog�as de energ�a alternativa a precios razonables. Esto podr�a
conseguirse si todos los pa�ses se comprometieran a dedicar el 0.05%
de su PIB a la investigaci�n y el desarrollo de tecnolog�as de
energ�a sin emisi�n de carbono.
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El costo� -� 25 mil millones de d�lares,
que es relativamente bajo�ser�a casi 10 veces m�s barato que el del
Protocolo de Kyoto (y muchas veces m�s barato que un Kyoto II
est�ndar). Sin embargo, multiplicar�a 10 veces la investigaci�n y el
desarrollo a nivel mundial.
Adem�s, si bien abarcar�a a todos los pa�ses, los ricos pagar�an la
mayor parte. Permitir�a que cada pa�s se concentrara en su propia
visi�n de las necesidades energ�ticas a futuro, ya sea que ello
signifique concentrarse en fuentes renovables, energ�a nuclear,
fusi�n, almacenamiento de carbono, conservaci�n o la b�squeda de
oportunidades nuevas y m�s ex�ticas. Tambi�n evitar�a los incentivos
cada vez m�s fuertes para obtener beneficios sin dar nada a cambio y
las negociaciones cada vez m�s duras sobre tratados tipo Kyoto cada
vez m�s restrictivos.
Un di�logo sensato sobre pol�tica exige que hablemos abiertamente
sobre nuestras prioridades. A menudo, existe una intensa sensaci�n
de que se debe hacer lo que sea para mejorar una situaci�n. Pero en
efecto no lo hacemos. En las democracias discutimos mucho sobre c�mo
gastar en distintas iniciativas porque sabemos que no tenemos
recursos infinitos y que a veces dedicar m�s dinero a un problema no
es la mejor soluci�n.
Al hablar del medio ambiente, sabemos que con restricciones m�s
severas habr� mejor protecci�n, pero con costos mayores. Decidir qu�
nivel de cambio de la temperatura deber�amos fijar� -� y c�mo
alcanzarlo�es una discusi�n en la que todos deber�amos participar.
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Pero confundir activismo pol�tico con
razones cient�ficas no ayudar�.
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C�mo Preocuparse
por Bj�rn Lomborg
Diciembre 2007
COPENHAGUE� -�� Desde tiempos inmemoriales, a la gente le
ha preocupado el futuro de la Tierra. En �pocas recientes nos ha
preocupado el que el planeta se pueda llegar a congelar y tambi�n
que la tecnolog�a quedase paralizada debido a un error inform�tico
que, se supon�a, iba a quedar en evidencia en el cambio de milenio.
Esos temores quedaron en nada, pero hoy el mundo tiene muchos
problemas apremiantes. Piense en el medio ambiente, la capacidad de
gobierno, la econom�a, la salud o la poblaci�n, y encontrar�
multitud de razones de las que preocuparse.
Sin embargo, lamentablemente tendemos a centrarnos apenas en algunos
de los problemas m�s importantes del planeta, y como resultado nos
formamos una visi�n distorsionada del mundo. La deforestaci�n es un
desaf�o que ha generado muchos titulares alarmantes, declaraciones
de famosos y una ansiedad generalizada. Para decirlo directamente,
es una causa popular.
Por eso parece sorprendente leer que la deforestaci�n es un problema
que ha ido mejorando. La soluci�n no se encontr� en la condena de
Occidente a las pr�cticas de los pa�ses en desarrollo ni en
protestas de ambientalistas bienintencionados, sino en el
crecimiento econ�mico. En general, los pa�ses desarrollados
aumentaron sus �reas boscosas, porque se lo pueden permitir en
t�rminos de dinero; los pa�ses en desarrollo, no. Para estimular un
descenso de la deforestaci�n - y una mayor reforestaci�n - lo mejor
que podemos hacer es ayudar a que las naciones no desarrolladas se
hagan m�s ricas a una mayor velocidad.
Algunos retos no generan una preocupaci�n generalizada.
Probablemente deber�amos preocuparnos mucho m�s de los cambios
demogr�ficos que causar�n una radical baja en la fuerza laboral en
los pa�ses ricos, y un aumento de quienes dependen de las pensiones
y el sistema de salud. En la mayor parte de los pa�ses
industrializados, el empleo se concentra en una estrecha franja
et�rea, por lo que un descenso de la fuerza de trabajo causar� una
baja de la producci�n, haci�ndonos menos ricos.
Este problema afectar� incluso a China, de modo que tenemos que
comenzar a hablar de las opciones: elevar la edad de jubilaci�n,
aumentar la inmigraci�n desde los pa�ses en desarrollo y reformar
los mercados laborales.
Cuando nos preocupamos en exceso acerca de algunas cosas, olvidamos
otras que posiblemente sean mucho m�s importantes. En Occidente, nos
preocupa el uso de pesticidas en los cultivos, lo que se est�
convirtiendo en una importante bandera de lucha de los
ambientalistas.
Sin embargo, la contaminaci�n del aire dentro de recintos cerrados
es un problema ambiental mucho mayor. El humo producido por cocinar
en lugares cerrados quemando le�a y esti�rcol matar� m�s de 1,5
millones de personas este a�o, muchas de ellas ni�os.
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Podr�amos
combatir este problema de manera eficaz y relativamente poco costosa,
proporcionando mejores aparatos de cocina (como hornillos con tubos
de salida de gases) y combustibles limpios a quienes los necesiten,
y promoviendo el secado del material combustible, el mantenimiento
de las estufas y chimeneas, y el uso de tapas en las ollas para
conservar el calor. Podr�amos hacer campa�as para que los ni�os
vulnerables se mantengan alejados del humo.
Por supuesto, en la actualidad la mayor inquietud sobre el planeta
es el cambio clim�tico. Se trata de un problema serio que exige una
respuesta seria. Sin embargo, las anteojeras que nos hemos puesto al
centrarnos en la reducci�n de las emisiones de gases de carbono nos
han hecho buscar en el lugar equivocado las respuestas a otros retos.
Est�n aumentando las p�rdidas por desastres clim�ticos, pero la
raz�n no es el cambio clim�tico - como muchos de nosotros suponemos
-� sino los cambios demogr�ficos.
M�s personas, con sus pertenencias, habitan m�s cerca de lugares en
donde pueden sufrir da�os. Lo que es peor, son pocos los gobiernos
que toman medidas para prepararse ante huracanes, terremotos o
inundaciones. No hacen lo suficiente para disuadir a las personas de
vivir en �reas peligrosas, y a menudo los planes de respuesta dejan
mucho que desear.
El estrecho �nfasis del debate clim�tico en las reducciones de las
emisiones ha jugado en contra de un �nfasis m�s claro sobre la
reducci�n de la vulnerabilidad. La Convenci�n Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Clim�tico se ha negado a financiar
iniciativas de preparaci�n para desastres, a menos que los estados
demuestren exactamente c�mo los desastres que temen est�n vinculados
al cambio clim�tico.
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Seg�n un reciente estudio de RAND, el
financiamiento de Estados Unidos destinado a investigaci�n para la
reducci�n de p�rdidas en caso de desastres lleg� en 2003 a cerca de US$ 127 millones, apenas el 7% de la cantidad invertida en
investigaci�n para el cambio clim�tico ese a�o.
Las pol�ticas contra el cambio clim�tico no son la mejor manera de
reducir los efectos de los desastres del clima. Durante la estaci�n
de huracanes, la Rep�blica Dominicana, que ha invertido en refugios
y redes de evacuaci�n de emergencia, sufri� menos de diez muertes.
En la vecina Hait�, que no se hab�a preparado, se perdieron 2000
vidas.
�Por qu� la vulnerabilidad ante desastres se encuentra tan baja en
la lista de las prioridades globales de desarrollo? Como el resto de
nosotros, los gobiernos tienden a centrar su atenci�n en una peque�a
cantidad de problemas planetarios. Por ejemplo, cada d�lar que
dedican a investigar el cambio clim�tico es dinero que no se destina
a la investigaci�n sobre reducci�n de p�rdidas.
Ese es el tema central de mi nuevo libro Solutions for the World�s
Problems (Soluciones para los problemas del mundo), en el que 23
eminentes investigadores abordan 23 desaf�os globales. El libro
tambi�n permite que los lectores definan sus propias prioridades:
destacados economistas esbozan soluciones y ofrecen relaciones de
costo-beneficio, de modo que las diferentes opciones de pol�ticas se
puedan comparar en iguales condiciones para identificar y priorizar
las mejores.
Despu�s de todo, no es que falten ideas para solucionar los grandes
problemas; lo que sucede es que los gobiernos y las organizaciones
internacionales disponen de una cantidad de dinero limitada. Ser�a
err�neo dar la impresi�n de que podemos hacerlo todo de una sola vez.
No hay nada de malo en preocuparse por el planeta, pero debemos
asegurarnos de ver el panorama completo para as� saber de qu�
tenemos que preocuparnos primero.
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Advertencias Mundiales
por Bj�rn Lomborg
Septiembre 2007
Como saben los lectores, se les dice que deben dar a sus hijos
alimentos org�nicos, porque los plaguicidas les producir�n c�ncer.
T�cnicamente, es cierto que existe una relaci�n entre las
substancias qu�micas y la enfermedad, pero el riesgo es min�sculo en
todos los pa�ses que tienen una reglamentaci�n adecuada al respecto.
Hay otra amenaza de la que no se les ha hablado demasiado. Una de
las mejores formas de evitar el c�ncer es la de comer muchas frutas
y verduras. Los art�culos org�nicos son entre 10 y 20 por ciento m�s
caros que las dem�s verduras, por lo que naturalmente, la mayor�a
compramos menos cuando "nos pasamos a lo org�nico".
Si reducen la ingesta de frutas y verduras de sus hijos en tan s�lo
0,03 gramos al d�a (el equivalente de medio grano de arroz) al optar
por verduras org�nicas m�s caras, el riesgo total de c�ncer aumenta,
en lugar de disminuir. Si omiten la compra de una sola manzana cada
veinte a�os por haberse pasado a lo org�nico, la situaci�n de sus
hijos ser� peor.
Mi intenci�n no es la de asustar para que se dejen de comprar
alimentos org�nicos, pero se deben conocer los dos aspectos de
cualquier asunto.
Examinemos una historia que ha figurado en las portadas de algunos
de los peri�dicos y revistas m�s importantes del mundo: la dif�cil
situaci�n del oso polar. Se nos dice que el calentamiento del
planeta borrar� de la Tierra ese majestuoso animal. Sin embargo, no
se nos dice que en los 40 �ltimos a�os, mientras aumentaban las
temperaturas, tambi�n ha aumentado la poblaci�n mundial de oso
polar, al pasar de 5.000 a 25.000.
Los organizadores de campa�as y los medios de comunicaci�n nos dicen
que debemos reducir las emisiones de CO2 para salvar al oso polar.
Bien, entonces hagamos los c�lculos. Imaginemos que todos los pa�ses
del mundo� -� incluidos los Estados Unidos y Australia -� firmaran el
Protocolo de Kyoto y redujeran sus emisiones de CO2 durante el resto
de este siglo.
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Si tenemos en cuenta la poblaci�n de
osos polares mejor estudiada, la de los 1.000 existentes en la bah�a
de Hudson, �cu�ntos salvar�amos al a�o? �Diez? �Veinte? �Cien?
En realidad, salvar�amos menos de una d�cima parte de un oso polar.
Si de verdad nos importa salvar los osos polares, podr�amos hacer
algo mucho m�s sencillo y m�s eficaz: prohibir su caza. Todos los
a�os, tan s�lo en la parte occidental de la bah�a de Hudson se matan
49 osos al a�o. As�, pues, �por qu� no dejamos de matar 49 osos al
a�o antes de comprometer billones de d�lares para lograr un
resultado centenares de veces menos bueno?
Desde el fomento de los alimentos org�nicos hasta las declaraciones
sobre la inminente desaparici�n del oso polar, los medios de
comunicaci�n nos lanzan una lluvia constante de advertencias
unilaterales. En el primer puesto de la lista de motivos urgentes de
preocupaci�n figura el calentamiento del planeta, pero tambi�n
figuran en ella el terrorismo, los plaguicidas y la p�rdida de la
diversidad biol�gica... y casi parece no tener fin.
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Entretanto, conocemos las terribles
condiciones que sigue afrontando la mayor�a de la poblaci�n mundial,
con m�s de mil millones de pobres, dos mil millones de personas que
carecen de electricidad y tres mil millones que carecen de agua
potable y saneamiento.
Gran parte de mi trabajo consiste en ver si tienen sentido todas
esas advertencias mundiales. Intento ponerlas en perspectiva y
averiguar cu�les deben preocuparnos de verdad y cu�ndo debemos
actuar al respecto.
Tal vez resulte extra�o, pero no se debe actuar inmediatamente en
relaci�n con todos los motivos de preocupaci�n. Si no disponemos de
una forma v�lida de resolver un problema, podr�a ser mejor
centrarnos primero en otro. Al fin y al cabo, cuando no se sabe c�mo
se va a conseguir la pr�xima comida, resulta dif�cil preocuparse por
cu�les ser�n las temperaturas planetarias dentro de cien a�os.
La situaci�n ha mejorado inmensamente tanto en el mundo en
desarrollo como en el desarrollado. En los cien �ltimos a�os, los
cient�ficos han ganado muchas de las batallas m�s importantes contra
las enfermedades infecciosas, hasta el punto de que ahora la pobreza
es la raz�n principal para la falta de tratamiento. En 1900 la
esperanza media de vida mundial era de 30 a�os; ahora es de 68 a�os.
Los alimentos han pasado a ser m�s abundantes y asequibles, en
particular en el mundo en desarrollo, donde la disponibilidad de
calor�as ha aumentado en un 40 por ciento por persona en 40 �ltimos
a�os, mientras que los precios de los alimentos se han reducido m�s
de la mitad. En consecuencia, la proporci�n de hambrientos en el
tercer mundo ha descendido del 50 por ciento en 1950 a menos del 17
por ciento en la actualidad, mientras que los ingresos a escala
mundial han aumentado m�s del triple.
Tal vez sea m�s importante el dato de que se espera que todas esas
tendencias positivas contin�en. Seg�n los c�lculos de
las Naciones
Unidas, la esperanza media de vida llegar� a ser de 75 a�os a
mediados de este siglo y la proporci�n de los que pasar�n hambre
descender� hasta el 4 por ciento.
Al final del siglo, los ingresos habr�n aumentado seis veces en los
pa�ses industrializados y doce veces en los pa�ses en desarrollo,
con lo que las personas del mundo en desarrollo ser�n por t�rmino
medio m�s ricas en 2100 que los estadounidenses o europeos en la
actualidad. El n�mero de pobres se reducir� de mil millones a menos
de cinco millones.
Nada de esto significa que debamos dejar de preocuparnos por el
futuro, sino que podemos dejar de ser presa del p�nico y comenzar a
pensar sosegadamente para procurar centrarnos en las cuestiones
pertinentes. Las campanas de alarma mundial pueden causar punzadas
de culpabilidad a los ricos occidentales, pero no nos brindan una
comprensi�n adecuada de lo que ocurre.
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Tenemos que conocer los dos aspectos del
caso.
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Ciudades Horno
por Bj�rn Lomborg
Noviembre 2007
COPENHAGUE� -� Actualmente se puede ver lo que el calentamiento global
le har� a la larga al planeta. Para asomarnos al futuro, basta ir a
Beijing, Atenas, Tokio, o, de hecho, a casi cualquier ciudad de la
Tierra.
La mayor parte de las zonas urbanas del mundo ya han experimentado
aumentos de la temperatura mucho m�s dr�sticos que los 2.6�C
previstos para los pr�ximos cien a�os a causa del calentamiento
global.
Es muy f�cil de comprender. En un d�a c�lido en Nueva York, los
habitantes se tienden en el pasto de Central Park, no en los
estacionamientos de asfalto ni en las banquetas de concreto. El
tabique, el concreto y el asfalto� -� los elementos b�sicos de los que
est�n construidas las ciudades�absorben mucho m�s calor del sol que
la vegetaci�n en el campo. En una ciudad hay mucho m�s asfalto que
pasto, por lo que el aire que est� encima de la ciudad se calienta.
Este efecto, llamado �isla de calor urbano�, se descubri� en Londres
a principios del siglo XIX.
Actualmente, las ciudades con crecimiento m�s acelerado est�n en
Asia. Beijing tiene una temperatura de aproximadamente 10�C m�s en
el d�a que la zona rural que la rodea y de 5.5�C en la noche. Hay
aumentos incluso m�s dram�ticos en Tokio. En agosto, las
temperaturas se elevaron 12.5�C m�s que en las zonas rurales vecinas
y llegaron a 40�C� -� un calor abrasador que afect� no s�lo al centro
de la ciudad sino que abarc� unos 8,000 kil�metros cuadrados.
Al examinar una ciudad con r�pido crecimiento como Houston, Texas,
podemos ver el efecto real de la isla de calor urbano. En los
�ltimos doce a�os, Houston creci� en un 20%, es decir, 300,000
habitantes. Durante ese tiempo, la temperatura nocturna aument�
alrededor de 0.8�C. En un per�odo de cien a�os, eso significar�a un
enorme aumento de 7�C.
Pero mientras que los activistas c�lebres advierten sobre el
desastre inminente que significa el calentamiento global, la
capacidad de estas ciudades para hacerle frente ofrece una visi�n
m�s realista. A pesar de los dr�sticos cambios de los �ltimos 50 o
100 a�os, estas ciudades no se han derrumbado.
Aun cuando las temperaturas han aumentado, las muertes relacionadas
con el calor han disminuido, debido a las mejoras en la atenci�n a
la salud, el acceso a instalaciones m�dicas y el aire acondicionado.
Tenemos mucho m�s dinero y una capacidad tecnol�gica mucho mayor
para adaptarnos que nuestros antepasados.
Por supuesto, las ciudades tambi�n se ver�n afectadas por el aumento
de la temperatura a causa del CO2, adem�s del calentamiento
adicional provocado por las islas de calor urbano. Pero tenemos la
oportunidad de actuar. A diferencia de nuestros antepasados, que
hicieron poco o nada con respecto a las islas de calor urbano,
nosotros estamos en buenas condiciones de abordar muchos de sus
efectos.
Mientras que los activistas c�lebres se concentran exclusivamente en
reducir el CO2, podr�amos hacer mucho m�s� -� y a un costo mucho menor�
si nos ocup�ramos de las islas de calor urbano. Las soluciones
simples pueden tener grandes efectos en las temperaturas.
Las ciudades son m�s calientes que las tierras que las rodean porque
son m�s secas. Carecen de espacios verdes h�medos y tienen sistemas
de drenaje que eliminan el agua eficientemente. En Londres, el aire
que est� encima del R�o T�mesis es m�s fresco que el que se
encuentra a unas cuantas cuadras en las zonas construidas. Si
plantamos �rboles y construimos espacios acu�ticos, no s�lo
embelleceremos nuestro entorno, sino que lo refrescaremos� -� por m�s
de 8�C, seg�n los modelos clim�ticos.
Adem�s, aunque parezca casi c�micamente simple, uno de los mejores
enfoques para reducir la temperatura es muy sencillo: pintar las
cosas de blanco. Las ciudades tienen mucho asfalto negro y
estructuras oscuras que absorben calor. Al aumentar la reflexi�n y
la sombra se puede evitar mucha de la acumulaci�n de calor. Si se
pinta gran parte de una ciudad se podr�a reducir la temperatura en
10�C.
Estas opciones son simples, obvias y eficientes en funci�n del
costo. Consideremos la ciudad de Los Angeles. Instalar techos nuevos
de colores m�s claros en los cinco millones de hogares de la ciudad,
pintar la cuarta parte de las calles y plantar un mill�n de �rboles,
tendr�a un costo de aproximadamente mil millones de d�lares que se
pagar�a una �nica vez.
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Cada a�o despu�s de eso, los costos del
aire acondicionado disminuir�an aproximadamente 170 millones de
d�lares y se obtendr�an beneficios relacionados con la reducci�n del
smog de 360 millones. Adem�s, las temperaturas de Los Angeles
disminuir�an alrededor de 3�C� -� es decir, el aumento previsto para el
resto del siglo. Comparemos eso con los 180 mil millones de d�lares
necesarios para aplicar el Protocolo de Kyoto, que
pr�cticamente no tendr� ning�n efecto.
Actualmente no se oye mucho sobre las opciones m�s inteligentes en
lo que se refiere a afrontar el calentamiento global. Eso debe
cambiar.
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Podemos elegir qu� futuro queremos.
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Las
Prioridades de Reforma en Am�rica Latina
por Bj�rn Lomborg
Noviembre 2007
SAN JOS�, COSTA RICA� -�� Rara vez reconocemos que la falta de
conocimiento - la ignorancia, si se prefiere -� da�a las decisiones de
gasto de las autoridades y las organizaciones de ayuda
internacional. Sin embargo, las prioridades se definen de manera ad hoc y se concentran poco en obtener la mejor ganancia posible en
t�rminos de bienestar social.
Hace poco se hizo un inusual intento de mejorar la calidad de la
toma de decisiones en Am�rica Latina y el Caribe. La Consulta de San
Jos� en Costa Rica pidi� a un grupo de importantes expertos en
econom�a que hicieran una clasificaci�n de los mayores retos que
enfrenta la regi�n. Por primera vez, todos los costos y beneficios
de m�s de 40 diferentes opciones de pol�ticas se pusieron lado a
lado sobre el papel. Los resultados fueron reveladores.
A lo largo de tres d�as, los expertos escucharon evidencias acerca
de los mayores retos de la regi�n. Qued� claro que a menudo los
pol�ticos toman decisiones bas�ndose en un conocimiento limitado y
asignan dinero a iniciativas de pol�ticas no probadas.
Por ejemplo, no hay evidencias claras de que c�mo podemos mejorar
realmente la educaci�n en las escuelas. Recientemente en M�xico se
cre� un programa para dar a los profesores incentivos monetarios y
capacitaci�n profesional, pero los estudios realizados al respecto
no muestran un efecto significativo sobre los resultados de la
educaci�n.
Los �ndices de violencia en los hogares parecen ser altos en Am�rica
Latina. Sin embargo, hay una perturbadora falta de investigaci�n
sobre qu� opciones de pol�ticas han funcionado en la regi�n.
Los gobiernos de Am�rica Latina y el Caribe necesitan saber c�mo
elevar la calidad de la educaci�n y combatir la violencia dom�stica.
Es preocupante el que no tengan a su disposici�n estrategias
probadas o estimaciones adecuadas de costes y beneficios. La
Consulta de San Jos� puso sobre el tapete la urgente necesidad de
estudios e investigaci�n sobre ambos temas. No obstante, la
clasificaci�n de prioridades efectuada por los expertos tambi�n
revel� algunas opciones de pol�ticas promisorias e interesantes.
A la cabeza de la lista quedaron los programas de desarrollo de la
ni�ez temprana. Existen buenas razones para aumentar la inversi�n
p�blica al comienzo de la vida de un ni�o, lo que puede significar
proporcionar servicios de cuidado diurno y actividades preescolares,
mejorar la higiene y los servicios de salud, o ense�ar habilidades
de paternidad responsable.
Los estudios demuestran que los programas de desarrollo de la ni�ez
temprana en Am�rica Latina generan mayores niveles de disposici�n
para los estudios, matriculaci�n y rendimiento acad�mico. Las madres
y los hermanos o hermanas mayores quedan libres para trabajar o
seguir desarrollando su educaci�n. Estos programas se deber�an
imitar en toda la regi�n. Son relativamente poco costosos y rinden
beneficios superiores entre cinco y 19 veces a los costes.
La siguiente estrategia m�s importante que el panel identific� - mejores normas fiscales
-� puede no parecer muy atractiva, pero su
ventaja es que no cuesta nada. Aunque las econom�as latinoamericanas
est�n pasando por un buen momento gracias a las reformas y los altos
precios de los productos b�sicos, existen problemas subyacentes.
El objetivo es implementar un conjunto eficaz de leyes de
responsabilidad fiscal que limiten la capacidad de los parlamentos y
ministerios de aumentar el gasto sin medida. Las reglas deben
imponer l�mites a los d�ficits, al gasto y al nivel de deuda, adem�s
de exigir transparencia de modo que el p�blico sepa lo que est�
ocurriendo. Si van de la mano con un genuino compromiso con el
desarrollo de credibilidad fiscal, los pa�ses podr�an aumentar su
crecimiento econ�mico de manera sustancial.
En tercer lugar de la lista est� una mayor inversi�n en la
construcci�n y el mantenimiento de infraestructura. La mayor�a de
los pa�ses de Am�rica Latina y el Caribe gasta menos de un 2% del
PGB en infraestructura, en comparaci�n con el 3% al 6% de China y
Corea. Se necesita invertir especialmente en la red vial, para
construir las arterias que traen empleos y prosperidad: la mayor�a
de quienes sufren extrema pobreza en las comunidades rurales de
Am�rica Latina viven a cinco kil�metros o m�s del camino pavimentado
m�s pr�ximo.
Otras opciones de pol�ticas que quedaron alto en la lista son la
creaci�n de organismos independientes para evaluar rigurosamente los
programas de gasto del gobierno, y un mayor uso de programas de
transferencia condicional de dinero para hacer pagos con regularidad
a hogares pobres por cumplir condiciones como enviar a los ni�os a
la escuela.
En los �ltimos lugares de la lista, el panel de de expertos dio muy
poca prioridad a la idea de restringir las ventas de alcohol (como
una propuesta de soluci�n a problemas de salud), a los programas de
bonos educacionales y los programas de reintegraci�n y tratamiento
de drogas en c�rceles.
Esto no significa que estas pol�ticas no funcionen, sino que sus
beneficios son mucho menores que los de las estrategias que est�n
m�s alto en la clasificaci�n. Adem�s, actualmente se debate la
efectividad de algunas de ellas. Por ejemplo, los programas de bonos
educacionales, sufrieron un golpe cuando un an�lisis detallado de un
programa chileno no encontr� efectos positivos en el rendimiento de
los alumnos.
Si bien el cambio clim�ticos y la biodiversidad se han convertido en
problemas de candente actualidad en todo el mundo, el panel lleg� a
la conclusi�n de que la opci�n de preservar los bosques lluviosos
para crear sumideros de carbono tendr�a beneficios internacionales
pero costos locales, por lo que estos problemas se deber�an pensar
como asuntos globales m�s que espec�ficamente latinoamericanos.
La Consulta tuvo �xito en su objetivo de destacar las maneras m�s
eficaces en funci�n de los costes para combatir los mayores
problemas de la regi�n.
�
Sin embargo, tambi�n subray� las �reas
en las que los pol�ticos est�n dando "palos de ciego" sin basarse en
investigaciones decentes y cre� una vara con respecto a la que ahora
podemos medir las decisiones de gasto de las autoridades.
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El Desaf�o de
la Corrupci�n en Am�rica Latina
por Susan Ackerman y Bj�rn Lomborg
Octubre 2007
Es dif�cil distinguir las consecuencias de las causas de la
corrupci�n que afecta de manera persistente a muchas naciones de
Am�rica Latina y el Caribe. La corrupci�n limita el crecimiento,
pero el mismo bajo crecimiento la estimula, haciendo dif�cil mejorar
la eficacia del gobierno. En todo caso, la corrupci�n por si sola no
es el problema esencial. M�s bien simboliza y resalta debilidades
subyacentes del funcionamiento del estado y su interacci�n con los
ciudadanos y las empresas.
Algunas instituciones son tan vitales que producen un estado
competente y justo si funcionan bien, o un estado corrupto, ineficaz
e injusto si funcionan mal. El saneamiento de dos de estas
instituciones� -� el sector p�blico y el poder judicial -� debe ser una
prioridad para varios gobiernos de la regi�n.
Los estudios realizados en El Salvador, Nicaragua, Bolivia y
Paraguay en la �ltima d�cada han mostrado que la gente expuesta a la
corrupci�n tiene menos confianza en el sistema pol�tico y se f�a
menos de sus conciudadanos. Se pregunt� a los nicarag�enses si el
pago de sobornos �facilita que las cosas se hagan en la burocracia".
�
Quienes estaban de acuerdo con que la
corrupci�n funcionaba sent�an menor respeto hacia la legitimidad del
sistema pol�tico.
Tambi�n es necesaria una burocracia que funcione bien, ya que
contribuye al crecimiento econ�mico. Pocos de los retos m�s
importantes de esta regi�n se pueden enfrentar con �xito si el
estado no puede administrar programas p�blicos complejos.
Las causas del fracaso de la administraci�n p�blica son, entre
otras, la falta de profesionalismo en el cuerpo de funcionarios
p�blicos, normativas vagas, complejas o que se prestan a confusi�n,
manejo inadecuado de las finanzas del gobierno, mala distribuci�n de
las tareas entre los niveles de gobierno, falta de transparencia en
los procesos gubernamentales y dificultad para que los funcionarios
se hagan responsables de sus acciones. Si cualquiera de estas �reas,
o todas ellas, presentan debilidades, se crean incentivos para la
corrupci�n, la ociosidad y la incompetencia.
No basta con aumentar los salarios de los funcionarios p�blicos;
tambi�n se necesitan reformas estructurales. Los pa�ses con
funcionarios p�blicos m�s independientes y profesionales tienden a
tener burocracias de mayor calidad y menos corrupci�n.
Un sistema judicial competente y eficaz es una condici�n necesaria
para establecer el imperio de la ley. Los niveles del crimen
organizado son menores en los pa�ses con un poder judicial
independiente. En Ecuador, la incertidumbre judicial y las demoras
en la aplicaci�n de los contratos son un obst�culo para las
inversiones. Otro estudio basado en entrevistas en profundidad a
empresarios ecuatorianos sugiri� que la inversi�n aumentar�a en un
10% si el poder judicial estuviera a la par que los sistemas de
tribunales m�s eficaces.
Una encuesta realizada recientemente en todo el continente mostr�
que entre un 10% y un 40% de los latinoamericanos expresaron que no
sienten �nada de confianza� en el poder judicial. Los investigadores
hallaron que en M�xico ocho de cada diez casos que van a los
tribunales eran abandonados. Esta cifra sugiere que ir a juicio
puede ser un ejercicio infructuoso y que muchas disputas
probablemente nunca lleguen a los tribunales. Una encuesta peruana
revel� que el poder judicial era la instituci�n m�s corrupta. La
incidencia de sobornos era alta, con un notable 42% de personas que
dijeron haberlos pagado a funcionarios judiciales.
Una manera de mejorar la administraci�n de los programas p�blicos es
ir a la ra�z del problema y cambiar la manera en que los gobiernos
proporcionan bienes y servicios y gestionan programas. Si se pone
�nfasis en sistemas automatizados y basados en la inform�tica para
las adquisiciones y la recaudaci�n tributaria, se dar� grandes pasos
para limitar la corrupci�n.
Esta reforma debe ir de la mano con una cuidadosa evaluaci�n del
clima normativo para las empresas, dise�ado para eliminar o
simplificar las reglas. Por ejemplo, aunque en Per� la corrupci�n
estaba presente en todos los dem�s �mbitos, las reformas del
gobierno que redujeron los impuestos lograron aumentar la
recaudaci�n desde un 8,4% del PGB en 1991 a un 12,3% en 1998, y
aumentar el n�mero de contribuyentes de 895.000 en 1993 a 1.766.000
en 1999.
Por supuesto, no todos los programas tienen �xito, pero algunos
casos eficaces de reformas a los sistemas de adquisiciones y
recaudaci�n tributaria rinden beneficios 100 veces mayores que sus
costes. Incluso si la ganancia fuera mucho menor, es evidente que
ser�a una s�lida inversi�n en el futuro de la regi�n.
Los gobiernos tambi�n pueden reducir la corrupci�n limitando el
alcance de sus actividades. Actualmente Am�rica Latina est�
experimentando una reacci�n contra las privatizaciones, en una
tendencia que subraya la importancia de la reforma del sector
p�blico. A menudo, las iniciativas de privatizaci�n tienen gran
notoriedad pol�tica y son impopulares. Se deber�a considerar
tercerizar algunas actividades a organizaciones no gubernamentales o
sin fines de lucro, adem�s de mejorar la supervisi�n externa.
�
Por ejemplo, Guatemala contrat�
servicios de nutrici�n y atenci�n primaria para 3,4 millones de
personas a US$ 6,25 por persona. Los estudios demuestran que los
beneficios son mayores que los costes.
El desempe�o de la burocracia tambi�n se beneficiar�a si se
mejoraran las entidades de auditor�a y defensor�a del pueblo, y
mediante el control de la corrupci�n a nivel de base, gracias a la
asignaci�n centralizada de mecanismos de entrega de informaci�n y
asistencia t�cnica por parte de los gobiernos u organizaciones no
gubernamentales.
Con respecto al poder judicial, es evidente que el aumento de los
salarios de los jueces y secretarios, adem�s de la dotaci�n de
mejores sistemas inform�ticos y otros equipos t�cnicos, mejorar�a la
eficacia y el desempe�o de los tribunales, lo que significar�a una
menor p�rdida de tiempo y m�s claridad para los litigantes. No
costar�a nada eliminar las trabas burocr�ticas que obstaculizan los
procesos legales, y hacerlo tendr�a grandes beneficios potenciales.
Crear un nuevo sistema alternativo e independiente de soluci�n de
disputas fuera de los tribunales costar�a algo de recursos, pero
asegurar�a una soluci�n m�s r�pida y aceptable de las disputas m�s
comunes. Colombia ha implementado con �xito un sistema judicial
alternativo usando �Juntas comunitarias� que tratan las disputas
sobre t�tulos de dominio de tierras.
La reforma del poder judicial y la burocracia deber�a ser
prioritaria en la mayor�a de los pa�ses de Am�rica Latina.
�
Como m�nimo, existe una crisis de
confianza y, en el peor de los casos, esa falta de confianza es bien
merecida.
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�
Aprender el
Arte de lo Posible en Am�rica Latina
por Bj�rn Lomborg
Mayo 2007
Poco despu�s de ser elegido primer Presidente izquierdista del
Uruguay, Tabar� V�zquez declar�:
"Tenemos que reconstruir el futuro a
partir de las limitaciones de nuestro tiempo".
En toda Am�rica Latina se est�n
produciendo reconstrucciones y transformaciones.
�
Una "marea rosa" ha llevado a pol�ticos
como V�zquez al centro del escenario y a plantear un desaf�o a
Norteam�rica y a Europa. Las reformas y los altos precios de las
materias primas est�n impulsando a la regi�n. Las econom�as de
Am�rica Latina est�n teniendo ahora unos buenos resultados que no
hab�an tenido durante mucho tiempo.
Pero la reconstrucci�n no se hace de la noche a la ma�ana. Las
"limitaciones" a las que se refer�a V�zquez son inmensas. Am�rica
Latina dista mucho de poder competir con la potencia de China o la
India y sigue teniendo la mayor diferencia entre ricos y pobres. El
10 por ciento m�s rico de su poblaci�n gana casi la mitad de los
ingresos totales, mientras que el 10 por ciento m�s pobre gana tan
s�lo el 1,6 por ciento. En cambio, el diez por ciento superior de
los pa�ses industrializados gana el 29,1 por ciento de los ingreso
totales, mientras que el diez por ciento inferior gana el 2,5 por
ciento.
En el conjunto de Am�rica Latina y el Caribe, una de cada cuatro
personas sobrevive con menos de dos d�lares al d�a. Cincuenta
millones de personas, el equivalente de toda la poblaci�n del Reino
Unido, se las arregla con menos de un d�lar. Adem�s, el 14 por
ciento de los habitantes de la regi�n carecen de ingresos
suficientes para costearse la atenci�n b�sica de salud. Existe una
intensa impresi�n de corrupci�n e ineficiencia, por lo que no existe
una gran confianza p�blica en las instituciones, mientras que
recientemente la inversi�n en infraestructuras se ha reducido
marcadamente.
Aunque Am�rica Latina tiene la voluntad de resolver sus inmensos
problemas, carece de recursos para resolverlo todo de una vez. Por
eso, es importante disponer de una visi�n general sobre cu�l ser�a
la utilizaci�n m�s eficaz de los escasos recursos financieros de
Am�rica Latina.
El pr�ximo octubre, el Centro de Consenso de Copenhague, junto con
el Banco Interamericano de Desarrollo, organizar� una conferencia�
-� la Consulta de San Jos� -� en la que se examinar� lo que se puede
hacer en todo el continente.
Naturalmente, la regi�n ha presenciado muchas conferencias de buena
voluntad semejantes, pero �sta responder� a una pregunta concreta:
si Am�rica Latina dispusiera de 10.000 millones� -� pongamos por caso
-� de d�lares suplementarios a lo largo de los cinco pr�ximos a�os para
mejorar el bienestar, �qu� proyectos rendir�an los mayores
beneficios? �Cu�nto se podr�a lograr, si se gastaran m�s fondos en
educaci�n, en hacer que la administraci�n p�blica sea m�s eficiente
o en luchar contra la violencia y el crimen?
En la Consulta de San Jos� se examinar�n detenidamente esas y otras
cuestiones: desde la atenci�n de salud hasta el medio ambiente de la
regi�n. Un equipo de 20 expertos econ�micos especialistas en esa
regi�n, procedentes de Am�rica Latina y de otras partes, sopesar�
las opciones y examinar� detenidamente los costos y beneficios de
las soluciones propuestas.
El equipo se compone de acad�micos eminentes, entre otros el
economista y Ministro de Hacienda chileno Andr�s Velasco, el
Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas Jos� Antonio
Ocampo, el profesor de la Universidad de Harvard y antiguo
miembro del consejo del Banco Central de Venezuela Ricardo
Hausmann y Nancy Birdsall, Presidenta del Centro para el
Desarrollo Mundial.
En sesiones a puerta cerrada, ese grupo de expertos confeccionar�
una lista de prioridades con las soluciones m�s prometedoras. Para
lograr la participaci�n comunitaria y de los futuros dirigentes de
la regi�n, intervendr�n estudiantes de una de las escuelas de
administraci�n de empresas m�s importantes de la regi�n. Escuchar�n
las intervenciones de los mismos expertos sobre la corrupci�n, la
escolarizaci�n y el medio ambiente, pero aportar�n la perspectiva de
la juventud a sus deliberaciones.
Actualmente, los encargados de la formulaci�n de pol�ticas y las
organizaciones de ayuda de Am�rica Latina gastan los fondos sin la
orientaci�n que brindar�a un conjunto coherente y expl�cito de
opciones. La conferencia subraya el deseo de la regi�n de bastarse a
s� misma. Se�alar� los problemas que afronta Am�rica Latina, pero
tambi�n� -� y eso es m�s importante -� sus soluciones , al tiempo que
permitir� a los encargados de adoptar decisiones centrarse en la
asignaci�n de fondos a los proyectos m�s beneficiosos.
Am�rica Latina est� experimentando una transformaci�n apasionante.
�
La Consulta de San Jos� puede ayudarla a
construir un futuro con menos limitaciones.
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El
Inconfensable Secreto del Calentamiento del Planeta
por Bj�rn Lomborg
Marzo 2007
La semana pasada, la Uni�n Europea declar� que pr�cticamente hab�a
salvado el planeta. Al tiempo que el Presidente de la Comisi�n,
Jos� Manuel Barroso, afirmaba que Europa encabezar�a la lucha
contra el cambio clim�tico, la UE ha prometido reducir en 2020 las
emisiones de CO2 un 20 por ciento por debajo de los niveles de 1990.
�
Naturalmente, como la UE ya ha prometido
una reducci�n del 8 por ciento el a�o que viene conforme al
Protocolo de Kyoto, esa nueva meta parece ligeramente menos
ambiciosa. Adem�s, como siguen existiendo los problemas
fundamentales que afectan al paralizado Protocolo de Kyoto, lo que
la UE ha hecho esencialmente ha sido un acuerdo peor.
El cambio clim�tico provocado por el hombre es, desde luego, real y
constituye un problema grave. Sin embargo, la postura actual de
reducir las emisiones ahora antes de que sea demasiado tarde, no
tiene en cuenta que el mundo carece de soluciones pr�cticas a corto
plazo.
�sa parece ser la raz�n por la que nos centramos en planteamientos
que nos hacen sentirnos bien, como el Protocolo de Kyoto, cuyo
problema fundamental ha sido siempre el de que es a un tiempo
desmesuradamente ambicioso, medioambientalmente insignificante y
excesivamente caro. Exig�a reducciones tan importantes, que s�lo
unos pocos pa�ses pod�an cumplirlo.
Algunos pa�ses, como los Estados Unidos y Australia, decidieron
excluirse de sus rigurosos requisitos: otros, como el Canad�, el
Jap�n y muchos Estados europeos, aceptan de boquilla sus requisitos,
pero, esencialmente, no alcanzar�n sus objetivos.
�
Sin embargo, aun cuando todos hubieran
participado y siguiesen ateni�ndose a los compromisos cada vez m�s
estrictos de Kyoto, los efectos medioambientales habr�an sido
pr�cticamente nulos. Los efectos del tratado en la temperatura
ser�an inapreciables a mediados de este siglo y s�lo aplazar�an el
calentamiento cinco a�os en 2100. Aun as�, el costo habr�a sido
cualquier cosa menos trivial: unos 180.000 millones de d�lares al
a�o, aproximadamente.
Dada su pomposa ret�rica, ser�a comprensible creer que la UE ha dado
ahora por su cuenta el mayor paso con vistas a la resoluci�n del
problema. Barroso llama "hist�rico" el acuerdo, Tony Blair
alaba sus "innovadoras, audaces y ambiciosas metas" y la Canciller
alemana Angela Merkel se atrevi� incluso a decir que esas
promesas "pueden evitar lo que muy bien podr�a ser una calamidad
para la Humanidad".
Pero nadie considera oportuno revelar el inconfesable secretito del
acuerdo: que no servir� pr�cticamente de nada y una vez m�s con un
elevado costo. Seg�n un modelo prestigioso y revisado y aprobado por
expertos en la materia, el efecto de la reducci�n en un 20 por
ciento de las emisiones por parte de la UE aplazar� el calentamiento
s�lo dos a�os en 2100, pese a lo cual el costo ascender� a 90.000
millones de d�lares, aproximadamente, al a�o. Ser� costoso, porque
Europa es una zona en la que resulta costoso reducir el CO2,
y tambi�n insignificante, porque en el siglo XXI corresponder�n a la
UE s�lo el 6 por ciento de todas las emisiones. As�, pues, el nuevo
tratado propiciar� un uso a�n menos eficiente de nuestros recursos
que el antiguo Protocolo de Kyoto.
Es importante aprender del pasado. Con frecuencia se nos han
prometido reducciones espectaculares de las emisiones de CO2 en
fechas muy avanzadas del futuro, pero s�lo para que vi�ramos
esfumarse las promesas cuando lleg�bamos a ellas.
�
En 1992, Occidente prometi� en R�o de
Janeiro estabilizar las emisiones, pero las super� en un 12 por
ciento. En Kyoto se nos prometi� una reducci�n del 7 por ciento de
las emisiones mundiales, pero probablemente s�lo lograremos el 0,4
por ciento. Naturalmente, quienes hicieron esas promesas fueron
pol�ticos que con toda probabilidad no seguir�n en su cargo cuando
llegue el momento de cumplirlas.
No vamos a poder resolver el calentamiento del planeta a lo largo de
los pr�ximos decenios, sino s�lo a mediados o al final del siglo
pr�ximo. Tenemos que encontrar una estrategia viable a largo plazo
que sea sagaz y equitativa y no exija un desmesurado sacrificio para
la obtenci�n de beneficios triviales. Por fortuna, dicha estrategia
existe: la de la investigaci�n y la innovaci�n.
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La inversi�n en la investigaci�n y la
innovaci�n en materia de tecnolog�as energ�ticas que no produzcan
emisiones de carbono posibilitar�a a las futuras generaciones hacer
reducciones importantes y, sin embargo, econ�micamente viables y
ventajosas. Un nuevo tratado sobre el calentamiento del planeta
deber�a obligar a gastar el 0,05 por ciento del PIB en investigaci�n
e innovaci�n en el futuro. Ser�a mucho m�s barato y, sin embargo,
mucho m�s beneficioso a largo plaza.
El nuevo acuerdo de la UE sobre el calentamiento del planeta puede
ayudar a ganar elecciones a unos dirigentes que afrontan a votantes
aterrados ante la perspectiva del cambio clim�tico, pero no servir�
pr�cticamente de nada, pese a su enorme costo, y� -� como en el caso de
otras promesas pomposas de la UE -� contar� con una gran probabilidad
de fracaso.
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Esperemos que el resto del mundo se
mantenga sereno y proponga una soluci�n mejor, m�s barata y m�s
eficaz para el futuro.
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