por Mark Collett
Enero de 2017
del Sitio Web TheFallOfWesternMan

traducci�n de Editorial-Streicher
01 Mayo 2017
del Sitio Web Editorial-Streicher
Versi�n original en ingles

En esta entrada del libro publicado en Enero de 2017 del pol�tico brit�nico Mark Adrian Collett (1980) 'The Fall of Western Man', redondeamos el pensamiento de un hombre que a falta de expresarlo con ret�rico estilo lo hace con una sinceridad, una claridad y una lucidez que son de destacar.

Habla aqu� el autor, recurriendo a la terminolog�a freudiana de los componentes del Inconsciente de que hace uso en todo el libro, de c�mo se ha forzado culturalmente en Occidente la victoria del Ello (los deseos m�s fuertes e irracionales), con la decadencia social que ello implica, y luego de una falsa salvaci�n pol�tica propuesta que es el Conservadurismo, una mentalidad militarmente in�til y apropiada para temperamentos pusil�nimes, que obviamente siempre tienen mucho que perder por ser eminentemente defensivos.



La Ca�da del Hombre Occidental

-�� Cap�tulos 20 y 21�� -



Cap�tulo 20 - "El Triunfo del ELLO y la Muerte de Occidente"

La muerte del Supery� occidental precede a la ca�da del hombre occidental y a la destrucci�n de la propia civilizaci�n occidental.

El per�odo en el que estamos viviendo ahora puede ser descrito como los tiempos del final para la civilizaci�n occidental, y las pocas siguientes generaciones del hombre occidental presenciar�n la muerte de Occidente.

Las condiciones para una tormenta perfecta est�n ahora en su lugar, y en aquella tormenta el Occidente ser� eliminado y consignado a los libros de Historia, si en efecto los libros de Historia alguna vez han de ser escritos otra vez en ausencia del hombre occidental.

  • La muerte de Occidente no ocurrir� en una magn�fica aunque tr�gica batalla final que eclipse a todas las otras que han ocurrido antes de aqu�lla.

  • La muerte de Occidente no ocurrir� en alguna "guerra racial" o en una serie de grandes conflictos donde las l�neas de batalla est�n claramente dibujadas y los ej�rcitos choquen en un �pico encuentro militar final.

  • La muerte de Occidente ser� una que se arrastra lentamente, como un c�ncer que desgasta a un organismo, debilitando lentamente a la criatura sufriente durante un largo per�odo de tiempo.

  • La muerte de Occidente ser� parecida a una muerte producto de mil cortes m�s bien que de un golpe significativo.

Muchos han teorizado que finalmente los inmigrantes que han venido para instalarse en Occidente y cuyas comunidades han crecido en tama�o se convertir�n un d�a en el hombre occidental, y que las comunidades extranjeras formar�n una quinta-columna dentro de Occidente e iniciar�n un gran conflicto en suelo occidental.

Esta teor�a imagina un conflicto racial o religioso a gran escala entre el hombre occidental y aquellos inmigrantes que han venido para instalarse y que sin embargo han retenido una cultura que es hostil a la cultura occidental.

Esta teor�a de una gran guerra no s�lo es enga�osa sino tambi�n muy perjudicial para la causa de salvar al hombre occidental. Ella se basa en la idea de que el hombre occidental es a�n quien fue una vez y que �l todav�a tiene su mente, cuerpo, alma y coraz�n intactos.

La idea de una gran guerra racial o religiosa - y una donde el hombre occidental ser�a victorioso - es realmente rid�cula.

Esa guerra nunca ocurrir�, pero en cambio la muerte de Occidente ocurrir� casa por casa, calle por calle, pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, como una progresiva mortaja cayendo sobre las naciones occidentales.

Deteng�monos durante un minuto y analicemos realmente la teor�a detr�s de la idea de un conflicto racial o religioso en el nivel que algunos teorizan.

M�s a�n, miremos el resultado probable si tal guerra llegara a ocurrir.

Para que un conflicto gigantesco sumerja a una naci�n, las l�neas de batalla deben formarse primero, y para que eso ocurra deben existir grupos homog�neos diferentes.

Los grupos homog�neos se forman en base a lazos comunes entre la gente que compone aquellos grupos.

All� est� el primer problema principal con la idea de una guerra racial o religiosa:

mientras las diferentes culturas y razas que han emigrado a Occidente han retenido su conciencia de grupo, el hombre occidental no.

Si hubiera un conflicto racial o religioso los individuos dentro de comunidades homog�neas se unir�an para proteger su propia comunidad, pero tristemente el hombre occidental con poca probabilidad se unir�a con sus hermanos y hermanas y ser�a incapaz de formar un grupo homog�neo.

La tendencia a la individualidad y el aislamiento que ha sido impulsada sobre el hombre occidental por los enemigos de Occidente lo ha privado de los lazos comunes que alguna vez ligaron a la sociedad occidental.

El hombre occidental ya no tiene los lazos culturales, tradiciones y valores morales comunes que alguna vez lo vincularon a sus hermanos y hermanas. La sociedad occidental ya no es homog�nea y cohesiva; la sociedad occidental es un grupo sueltamente tejido de individuos que ya no est�n relacionados unos con otros.

Las subculturas que han aparecido y han sido adoptadas con tanto entusiasmo por el hombre occidental lo han conducido a grupos cada vez m�s peque�os que ya no est�n relacionados entre s�.

El hombre occidental sol�a conocer a sus vecinos; de hecho, �l conoc�a a cada uno en su calle y las calles adyacentes donde �l viv�a.

�l trabajaba con sus vecinos, beb�a con sus vecinos e iba a la iglesia con ellos. Cada uno en la sociedad occidental se conoc�a entre s� y los v�nculos comunes que ellos compart�an los manten�an unidos como comunidad.

Ahora mucha gente occidental ni siquiera conoce los nombres de aquellos que viven al lado, mucho menos los nombres de todos aquellos que viven en su calle.

Las tabernas del hombre occidental han sido cerradas, su industria ha sido exportada y sus iglesias est�n vac�as.

Esto es lo completamente opuesto de la situaci�n que puede ser observada en las comunidades inmigrantes que han venido a instalarse en Occidente.

Los inmigrantes que se han establecido en naciones occidentales han formado sus propias comunidades fuertes y unidas donde la gente se conoce entre s�, donde hay l�deres comunitarios establecidos que ordenan el respeto, donde familias enteras viven en la misma calle y donde cada uno conoce los nombres de sus vecinos.

La gente en esas comunidades cuida de los otros, hacen negocios unos con otros y van a los mismos templos.

Esas comunidades aprecian sus tradiciones y desean conservar la herencia compartida que les fue transmitida por sus antepasados y que ahora act�a como el adhesivo que mantiene unida a su comunidad.

Si el hombre occidental se viera forzado a unirse como grupo a fin de luchar contra una quinta-columna dentro de su propia naci�n, �c�mo �l lo har�a?

La respuesta es clara:

�l se ver�a abrumado.

La sociedad occidental es un grupo dispar; una d�bil colecci�n de individuos.

Muchos de esos individuos no querr�an siquiera estar unos con otros ya que no se conocer�an mutuamente y no ser�an capaces de relacionarse entre ellos. Por otra parte, muchas comunidades inmigrantes ser�an fuertes y estar�an como una sola.

Las implicaciones de esto no necesitan ser explicadas en detalle.

La segunda raz�n principal de por qu� el hombre occidental no surgir�a victorioso de una guerra civil basada en l�neas �tnicas o culturales es que el hombre occidental ya no tiene las prioridades adecuadas en la vida. El hombre occidental es ahora materialista, individualista y hedonista.

El hombre occidental no s�lo carecer�a de la fuerte comunidad y de la conciencia de grupo necesaria a fin de tener una posibilidad de ganar una guerra civil, sino que tambi�n carecer�a de la motivaci�n para luchar, ya que el hombre occidental ya no ve valor en nada genuinamente significativo o que valga la pena.

Cuando se hicieron grandes sacrificios y se desplegaron grandes actos de valent�a, como en la Batalla de Viena, los hombres que encararon tales aplastantes probabilidades en contra ten�an creencias fuertes que permitieron que ellos anularan su instinto de preservaci�n individual a fin de servir al bien mayor de su gente.

Cuando uno se enfrenta a la muerte casi cierta, la tendencia natural - proporcionada por el Yo (Principio de Realidad) - es huir. Sin embargo, un Supery� desarrollado puede anular aquel instinto, y la preservaci�n del grupo es puesta antes que la preservaci�n del individuo.

Los grandes sacrificios hechos por el hombre occidental en todas partes de la Historia eran indicativos de sus prioridades en la vida.

El hombre occidental priorizaba cosas que lo hac�an espiritualmente fuerte:

familia, gente, fe y suelo.

El hombre occidental ten�a profundas conexiones con su familia nuclear inmediata, con la comunidad en la cual viv�a, con su religi�n y con la tierra que �l llamaba hogar.

Ahora el hombre occidental est� desconectado de todas esas cosas.

La familia nuclear ha sido socavada, la comunidad occidental est� fracturada, la religi�n ha sido o diluida u olvidada, y finalmente el hombre occidental ya no est� relacionado con el mundo natural alrededor de �l, y en cambio se ha encapullado en paredes de ladrillo y concreto donde �l contempla irreflexivamente una variedad de parpadeantes pantallas.

Las prioridades del hombre occidental en la vida lo hicieron fuerte y le dieron buenas razones para luchar; sin embargo, sus prioridades en la vida han cambiado ahora.

El individualismo, el hedonismo y el materialismo se han convertido en las nuevas prioridades para �l, pero todas aquellas ocupaciones son ego�stas y est�n centradas en el placer personal y en la auto-satisfacci�n.

Alimentar aquellos placeres es la prioridad, lo que significa que en tiempos de conflicto el hombre occidental es muy probable que huir�a con tanta riqueza como pudiera llevar consigo o se esconder�a a fin de vivir otro d�a con la esperanza de seguir buscando el placer personal m�s tarde.

Recuerde los d�as de la Primera Guerra Mundial, el per�odo m�s sangriento y m�s destructivo de la guerra que el mundo haya conocido alguna vez. �Qu� motivaba al hombre occidental a salir de sus trincheras y cargar contra emplazamientos de ametralladora protegidos por cercas de alambre de p�as?

La guerra de trincheras es uno de los tipos de combate m�s brutales que el mundo haya conocido, y uno que ve enormes cantidades de bajas aumentar muy r�pidamente; las maniobras ofensivas de hecho eran a menudo casi suicidas.

Y a pesar de todo, �qu� motivaba a los hombres j�venes a excederse y afrontar la muerte cierta?

Los hombres valientes que se lanzaban a cercas de alambre de p�as y que eran segados por el fuego de las ametralladoras, estaban motivados por prioridades espirituales que reforzaban su resoluci�n y permit�an que ellos anularan su propio natural instinto de supervivencia.

Esos mismos llamamientos espirituales al pueblo, la fe y la familia pueden estar perdidos para el hombre occidental, pero eso no significa que ellos se hayan perdido para las comunidades inmigrantes que se han instalado en las naciones occidentales.

Muchas de las comunidades inmigrantes que viven en el mundo occidental todav�a forman familias fuertes, tienen bajas tasas de divorcio, asisten a instituciones religiosas con regularidad y, como se dijo antes, son parte de una comunidad apretadamente tejida.

Esas prioridades espirituales m�s altas son lo que motiva a la gente a luchar con valent�a.

Los enemigos de Occidente han despojado al hombre occidental de su espiritualidad y han da�ado el alma occidental, reemplazando las vocaciones naturales del hombre occidental con falsos y aberrantes �dolos.

Pero las comunidades inmigrantes que han inundado Occidente han retenido su vocaci�n espiritual y han seguido priorizando las cosas correctas en la vida.

Como tales, si alguna vez surgiera un conflicto, el hombre occidental no luchar�a con el fervor de sus enemigos sino que simplemente tratar�a de vivir otro d�a a fin de continuar su b�squeda de placeres individualistas.

Al despojar al hombre occidental de sus razones para luchar, los enemigos de Occidente han realizado una horrible artima�a:

ellos han dejado al hombre occidental no s�lo aislado sino tambi�n careciendo de las convicciones y motivaciones internas que hicieron del hombre occidental un guerrero tan formidable.

Finalmente y de forma completamente crucial, si una guerra racial o religiosa hiciera erupci�n realmente y sumergiera a las naciones occidentales en un estado de guerra civil, el hombre occidental �se permitir�a participar en un conflicto donde las l�neas de batalla hubieran sido dibujadas en base a la pertenencia �tnica de los combatientes?

La sociedad occidental est� fracturada; el hombre occidental es dis�mil e individualista, pero tambi�n est� lavado de cerebro y esclavizado por nociones de la culpa Blanca que provienen de falsas narrativas hist�ricas de su pasado colonial, la esclavitud y el "Holocausto".

El hombre occidental ha tenido sometido su coraz�n valiente por miedo a ser llamado un "racista".

  • �Tendr�a el hombre occidental lo que se requiere para participar realmente en un conflicto �tnico sin temer que �l fuera de alg�n modo "racista" por levantar una mano para auto-defenderse?

  • El hombre occidental �simplemente negociar�a y morir�a antes que participar en una batalla donde las l�neas fueran dibujadas por razones raciales o religiosas?

  • �Podr�a el hombre occidental luchar para defender a la misma gente que le han ense�ado a odiar?

Grandes sectores de la sociedad occidental diferir�an el asunto activamente y morir�an, o peor a�n, atacar�an a los pocos hombres occidentales que procuraran unirse y defender sus familias y lo que quedara de sus comunidades.

Algunos pueden burlarse de esta aseveraci�n y afirmar que "cuando llegue el tiempo" el hombre occidental "despertar�" y har� lo que es "necesario".

Sin embargo, aquellos que creen que los a�os de lavado de cerebro por parte de los medios de comunicaci�n ser�n deshechos en un solo momento, de manera similar a una conversi�n tipo "camino a Damasco", son simplemente ilusos.

El caso de las bandas musulmanas acosadoras de ni�as puede ser citado de nuevo:

miles de j�venes muchachas occidentales han sido abusadas sexualmente por inmigrantes isl�micos, y sin embargo durante m�s de una d�cada hubo silencio con respecto a dicho asunto ya que la gente tem�a que ser�a peor correr el riesgo de ser llamado "racista" que ver a muchachas occidentales siendo sexualmente abusadas.

El hombre occidental ya no es valiente ni intr�pido sino que es ahora cobarde y pusil�nime.

�El pensamiento de llegar a ser alguien "socialmente inaceptable" es ahora m�s espantoso que la realidad de tener violada a una hija!

La absurda noci�n de que una sola palabra podr�a poner a un hombre adulto de rodillas y hacerlo colapsar en medio de un ataque de protestas y disculpas deber�a ser risible; y a pesar de todo �ste no es ning�n asunto de risa.

Tan pronto como es usada la palabra "racista" ella silencia cualquier forma de debate o discurso y deja al acusado suplicando a fin de que la audiencia m�s amplia vea que �l no es "racista" sino de hecho "tolerante" y totalmente a favor de la "diversidad".

Imagine durante un segundo que una gran guerra civil estuviera a punto de estallar en las naciones occidentales y que las divisiones en esa guerra estuvieran formadas en base a la pertenencia �tnica.

Si el hombre occidental se levantara para defenderse, ser�a acusado por sus propios extraviados hermanos y hermanas de ser "racista".

Tristemente, esas acusaciones har�an que grandes cantidades de hombres occidentales inclinaran sus cabezas y se sentaran d�cilmente para esperar su destino, ya que para algunos �incluso la muerte es preferible a ser etiquetado como un "racista"!.

No subestime la capacidad de la palabra "racista" para desarmar al hombre occidental. Hay libros escritos que se titulan "Privilegio Blanco", programas de televisi�n por encargo llamados "Culpa Blanca" donde la gente occidental se sienta y conversa sobre sus horribles sentimientos de culpa por los "cr�menes" de sus antepasados, e incluso tienen lugar marchas donde la gente occidental se encadena a s� misma como esclavos y pasean por las ciudades llevando puestas camisetas que proclaman que ellos est�n "muy apenados".

No subestime el efecto que el prolongado mensaje de la culpa Blanca y el auto-odio ha tenido sobre la mente del hombre occidental.

Incluso si usted decide ignorar la p�rdida de la comunidad, la p�rdida de una raz�n para luchar y el temor a ser llamado "racista", est� todav�a la cuesti�n del nivel de capacidad f�sica del hombre occidental.

El hombre occidental �tiene siquiera la capacidad para luchar en una guerra civil? La respuesta es probablemente no.

Si hubiera alguna vez un gran conflicto,

  • �C�mo el fl�cido e incompetente hombre occidental lo afrontar�a?

  • �Se desempe�ar�a �l admirablemente en el campo de batalla, o pondr�a �l su comida basura a un lado, se levantar�a de su sof�, apagar�a el televisor y saldr�a de su casa en un estado que lo ver�a corto de aliento antes de que �l siquiera hubiera visto a su enemigo?

Nuevamente, �sta es una pregunta que no requiere ninguna respuesta.

Entonces, si la muerte de Occidente se est� acercando r�pidamente, y si la muerte de Occidente no ocurrir� mediante una lucha civil o guerra, �c�mo ocurrir�?

Muy simplemente, la muerte de Occidente ocurrir� mediante el cambio demogr�fico.

Ocurrir� casa por casa, calle por calle y ciudad por ciudad. Ser� un lento proceso que se acelerar� con el tiempo hasta que el hombre occidental sea una minor�a en sus propias tierras y sea finalmente desarraigado de la existencia.

�ste no ser� un genocidio por la espada o por balas, sino un genocidio por medio de la diversidad y un silencioso cambio demogr�fico.

Cientos de miles de inmigrantes inundan las naciones occidentales cada a�o.

Por cuanto aquellos inmigrantes tienen un �ndice de natalidad mucho m�s alto, y porque el �ndice de natalidad del hombre occidental est� en una espantosa decadencia, la tendencia es clara.

A medida que pase el tiempo, el hombre occidental se har� menos dominante dentro de la poblaci�n total hasta que finalmente se convertir� en una minor�a en su propia tierra. Eso comenzar� con casas en las mismas calles siendo lentamente compradas en grandes cantidades por aquellos de un mismo grupo �tnico que desean vivir unos cerca de otros.

Entonces cuando varias calles est�n todas en manos de un cierto grupo �tnico, el �rea se transformar� lentamente entonces con tiendas, centros sociales y edificios religiosos erigidos para servir a la poblaci�n inmigrante.

Finalmente, como cada vez m�s gente de aquel grupo �tnico se arracima y como ellos tienen cada vez m�s hijos, no s�lo ser�n calles o �reas las que cambien sino pueblos y ciudades enteras.

Por supuesto, nada de esto sucede de la noche a la ma�ana; es un proceso que se arrastra lentamente y uno que es ayudado por el hombre occidental mismo.

El hombre occidental ahora tiene menos hijos y est� cada vez m�s impaciente por venderlo todo y alejarse de �reas que est�n experimentando el cambio demogr�fico. El hombre occidental hace eso a fin de evitar la cuesti�n que lo rodea y que finge que no est� sucediendo; despu�s de todo, oponerse a este cambio demogr�fico pondr�a al hombre occidental en peligro de ser etiquetado como un "racista".

Hemos visto ya que el �ndice de natalidad del hombre occidental ha ca�do a un m�nimo de un 1,3%, un cr�tico m�nimo del cual bien puede no haber ninguna reversi�n.

Los grupos �tnicos que vienen a Occidente tienen una poblaci�n en auge y el sonido de sus ni�os jugando llenar� las calles, y a la inversa, el sonido de las toses y los esputos del hombre occidental llenar�n los hogares de ancianos. Las comunidades inmigrantes juveniles y fuertes que han sido formadas en las ciudades occidentales crecer�n y prosperar�n, mientras la poblaci�n occidental literalmente se marchita y muere.

No habr� ninguna necesidad de un conflicto civil o una guerra que sumerja a las naciones; la guerra ser� ganada lentamente y Occidente morir� una muerte prolongada y poco digna.

A mediados del siglo XXI el hombre occidental ya no ser� la mayor�a en la mayor parte de las naciones occidentales. Hacia aquel tiempo todo el paisaje pol�tico y social en Occidente habr� cambiado tan dram�ticamente que Occidente estar� efectivamente en su lecho de muerte.

Aquellos que fantasean acerca de una guerra civil o que desean un glorioso contragolpe ya no estar�n en condiciones de organizar aquella resistencia:

el cambio demogr�fico dejar� al hombre occidental como una minor�a dis�mil buscando la seguridad individual.

Admit�moslo, las comunidades inmigrantes bien pueden ser m�s atrevidas cuando los datos demogr�ficos hayan cambiado posteriormente en su favor.

Es muy probable que el hombre occidental sea cada vez m�s v�ctima de ataques racialmente o religiosamente motivados. El hombre occidental muy probablemente presenciar� escaramuzas que vean lo que queda de su comunidad siendo expulsado de �reas donde �l se ha convertido en una minor�a.

Lo que es m�s, el hombre occidental ser� probablemente reprendido por no seguir las reglas religiosas o culturales que han sido impuestas sobre �l por la poblaci�n inmigrante.

Pero si el hombre occidental no combate contra esas cosas ahora, cuando �l es una mayor�a, ciertamente no se defender� contra ellas cuando sea una minor�a envejecida que ha experimentado m�s d�cadas de lavado de cerebro y culpa Blanca impulsada por los medios de comunicaci�n.

El hombre occidental bien puede ver incrementarse disturbios racial o religiosamente motivados dentro de pueblos y ciudades donde �l fue una vez mayor�a. El desorden civil y la violencia dirigida contra el hombre occidental por aquellos de las comunidades inmigrantes tambi�n bien pueden aumentar con el tiempo.

M�s a�n, los disturbios y el desorden civil podr�an durar d�as o incluso semanas a la vez.

Puede haber casos donde el hombre occidental forme peque�os bolsillos de resistencia contra tal violencia. Pero sin una comunidad organizada, sin una moral compartida, sin prioridades m�s profundas y espiritualmente significativas no habr� una resistencia organizada a escala nacional.

Lo que es m�s, cualquiera que planee tal resistencia tendr� el espectro de la palabra "racista" colgando sobre s�.

Cuando todo esto se despliega, cuando la locura alcanza un crescendo y la declinaci�n de la civilizaci�n occidental se acelera, �qu� del hombre occidental, qu� pasar� con �l?

A medida que las cosas empeoren - lo que inevitablemente har�n, ya que las ciudades y los pueblos se est�n convirtiendo en sitios extranjeros y el hombre occidental se convierte en un forastero en su propia tierra - la mayor�a de la gente occidental ni siquiera lo notar�.

El hombre occidental estar� demasiado ocupado en fiestas, consumiendo y retir�ndose a su propio mundo privado. El hombre occidental tocar� el la�d mientra Roma se quema.

Con la muerte del Supery� occidental viene el desencadenamiento del Ello. Sin un Supery� desarrollado actuando - y sin una conciencia de comunidad - el hombre occidental ser� reducido a la condici�n de una criatura que simplemente sigue sus m�s bajos instintos.

A medida que el Occidente se derrumba, y cuando el hombre occidental se convierte en una minor�a, �l estar� demasiado ocupado hart�ndose de comida basura, abusando de alcohol y drogas, celebrando en clubes nocturnos, teniendo sexo promiscuo y persiguiendo toda clase de b�squedas hedonistas que uno pueda imaginar.

Sin un Supery� desarrollado para mantener al ID bajo control, el hombre occidental ser� simplemente una bestia conducida por el Principio del Placer.

El hombre occidental no s�lo no notar� lo que est� ocurriendo alrededor suyo sino que ni siquiera se preocupar� si eso le es indicado.

Las �nicas tendencias que el hombre occidental desear� satisfacer son aquellas auto-complacientes del placer personal:

el hombre occidental no se preocupar� de proteger su comunidad y cuidar de sus hermanos y hermanas.

Cuando Occidente finalmente se hunda, la expresi�n en la cara del hombre occidental no ser� de horror sino de una alegr�a insana mientras �l danza hacia su desaparici�n.

El Ello habr� triunfado realmente y aquel triunfo se�alar� la ca�da del hombre occidental y el final de Occidente.

Sin embargo, no todo se ha perdido todav�a. El hombre occidental puede bien estar al borde de la extinci�n, pero mientras �l todav�a se aferre, hay una tenue luz de esperanza y la posibilidad de redenci�n. Pero a la vez que los enemigos de Occidente han hecho todo lo que han podido para quebrantar al hombre occidental y da�ar su psique, ellos tambi�n han colocado una falsa salvaci�n delante de �l.

Los enemigos de Occidente son inteligentes e inventivos; ellos saben que su plan no carece de defectos y saben que el hombre occidental es un formidable enemigo.

Pero mientras existe una falsa salvaci�n y una controlada oposici�n a los enemigos de Occidente, existe tambi�n una verdadera esperanza y una verdadera salvaci�n.

La verdadera salvaci�n del hombre occidental est� en la reclamaci�n de lo que lo hizo grande y en el redescubrimiento del Supery� occidental y en la resucitaci�n de ello en su verdadera forma.

Antes de que eso pueda ser hecho, primero la falsa salvaci�n que ha sido torcidamente creada y controlada por los enemigos de Occidente debe ser expuesta y puesta a descansar.

Para avanzar el hombre occidental debe recorrer el camino correcto, no los caminos presentados por sus enemigos que lo conducir�n a callejones sin salida y a la eventual extinci�n.





Cap�tulo 21 - "Falsa Salvaci�n - El Conservadurismo"

Cuando un individuo comienza a despertar y a ver que la sociedad occidental se dirige por el camino incorrecto, aquel individuo naturalmente buscar� respuestas en cuanto a por qu� �se es el caso.

En su b�squeda de conocimiento, y finalmente en su deseo de combatir los problemas que ve alrededor de s�, a menudo se volver� hacia el conservadurismo.

El conservadurismo es una filosof�a pol�tica y social que promueve la retenci�n de instituciones sociales tradicionales en el contexto de la cultura y civilizaci�n en que se vive.

Obviamente, cuando la sociedad occidental continuamente avanza por un camino cada vez m�s degenerado, donde la destrucci�n de instituciones tradicionales y la diluci�n de la cultura occidental son activamente promovidas, el conservadurismo parece un aliado natural del asediado hombre occidental.

Sin embargo, nada podr�a estar m�s alejado de la verdad. El conservadurismo no es una ideolog�a de avance o de progreso sino simplemente una que est� obsesionada con aferrarse y proteger el actual statu quo.

El conservadurismo no busca el progreso o hacer avanzar a la sociedad en una direcci�n positiva sino que de hecho simplemente procura retener lo que est� actualmente en su lugar.

Si uno debiera pensar en el conservadurismo como una estrategia militar, podr�a pensar en ello como una estrategia que s�lo ha estado preocupada por la ocupaci�n de una l�nea y la defensa de aquella l�nea contra el ataque.

Para llevar esta analog�a militar m�s adelante, el conservadurismo no est� preocupado por el avance, el ataque o el contraataque sino que est� simplemente preocupado por la defensa de una posici�n fija.

Debido a la naturaleza del conservadurismo como una estrategia casi puramente defensiva, est� condenado al fracaso, tal como lo estar�a cualquier fuerza militar involucrada en una guerra si toda ella se preocupara de una defensa interminable contra un asalto interminable.

En alg�n punto en cualquier conflicto, despu�s de que las defensas exitosas han sido aseguradas, cualquier fuerza que busca la victoria debe de hecho contraatacar y atacar una y otra vez hasta que su enemigo sea empujado hacia atr�s y por �ltimo aplastado y derrotado.

Cualquier fuerza militar que monta una defensa exitosa y luego decide simplemente sentarse y esperar otro ataque contra su posici�n, invitar�a a su eventual derrota. Que un ej�rcito se siente y espere a que su enemigo ataque y permita que el enemigo simplemente contin�e atacando equivale a permitir a ese enemigo el lujo de reagruparse y mejorar su estrategia.

Con el tiempo aquel enemigo mejorar� su estrategia y encontrar� debilidades en la posici�n de los defensores, y finalmente - no importa cu�nto le tome - aprender� a explotar aquellas debilidades para conseguir la victoria.

Eso puede tomar semanas, meses o incluso a�os, pero cuando el tiempo pase, los ataques contra la posici�n de los defensores se har�n cada vez m�s eficaces y golpear�n con creciente fervor hasta que finalmente la posici�n de los defensores se debilitar� y se derrumbar�.

Los defensores se ven afrontados entonces con la derrota, que no les da ninguna otra opci�n sino retroceder y reagruparse y formar una nueva l�nea de defensa, pero esta vez la l�nea de defensa es puesta m�s profundamente dentro de su propio territorio.

Con el tiempo ese proceso conduce a una guerra de desgaste, las l�neas de defensa se derrumban cada vez m�s y el territorio se pierde de manera creciente hasta que finalmente aquellos que defienden la l�nea actual no pueden siquiera recordar la posici�n que ellos alguna vez ocuparon, �mucho menos so�ar con reclamarla!

As� es exactamente c�mo funciona el conservador en un sentido pol�tico.

El conservador s�lo procura defender el statu quo del momento y sostener la actual l�nea o "punto de vista moral"; el conservador s�lo est� ocupado de defender cualquier cosa que su oponente decida atacar y no est� preocupado por el cuadro pol�tico m�s grande. El conservador ve la batalla a mano y lucha por la defensa de lo que ve como justo y verdadero, pero no ve el cuadro m�s grande de la guerra que rodea a aquella batalla.

Como una consecuencia de la estrecha visi�n del conservador y su naturaleza defensiva, a largo plazo el conservador est� siempre condenado a fracasar.

Los enemigos de Occidente conocen la naturaleza del conservadurismo, y eso es exactamente por qu� ellos aprueban tan incondicionalmente a partidos y movimientos conservadores.

En efecto, los enemigos de Occidente hacen un esfuerzo concertado para dirigir hacia movimientos conservadores a aquellos dentro de la sociedad occidental que han comenzado a despertar a la realidad de los problemas que enfrenta el hombre occidental.

Los enemigos de Occidente est�n comprometidos con la victoria, de modo que asegurarse de que aquellos que procuran proteger a Occidente adopten una estrategia perdedora es simplemente parte de su plan a largo plazo.

Porque los enemigos de Occidente - como hemos visto antes - no defienden su posici�n; ellos constantemente atacan y constantemente empujan los l�mites de la degeneraci�n cada vez m�s adelante.

Por cuanto el grupo que constantemente ataca y al que se le permite reagruparse y desarrollar nuevas estrategias tendr� constantemente la ventaja sobre el grupo que simplemente decide defender una l�nea, los enemigos de Occidente saben que sus ataques siempre finalmente tendr�n �xito y derrotar�n a los conservadores.

Eventualmente la l�nea conservadora se derrumbar� y los enemigos de Occidente habr�n ganado siempre m�s terreno en su interminable asalto contra la civilizaci�n occidental.

As�, para los enemigos de Occidente, es siempre s�lo una cuesti�n de tiempo antes de que su �ltimo ataque contra el hombre occidental sea exitoso.

Ya hablamos antes de c�mo las normas aceptables en el cine y en la m�sica han cambiado con el tiempo y c�mo aquellas normas aceptables lentamente se han hecho cada vez m�s degeneradas. Lo que alguna vez fue escandaloso es visto ahora como anticuado, y lo que es ahora escandaloso habr�a sido totalmente inaceptable o incluso impensable s�lo hace unos a�os.

Este m�todo de estirar los l�mites de lo que es aceptable, que con el tiempo hace que la norma establecida se haga cada vez m�s degenerada y degradada, no est� simplemente limitado a lo que es mostrado por los medios de comunicaci�n.

Los enemigos de Occidente atacan a la sociedad occidental por medio de una variedad de canales diferentes, y uno de ellos es la pol�tica social.

El conservador adoptar� una posici�n en pol�tica social de sostener el actual statu quo moral y los enemigos de Occidente se pondr�n entonces a atacar aquel statu quo con el objetivo de demoler otro conjunto de valores morales y fomentar el empuje hacia la degeneraci�n y la decadencia moral.

Con el tiempo, la posici�n del conservador enfrentar� un impacto implacable que lo obligar� finalmente a conceder puntos diferentes y dar la raz�n a sus enemigos, y la pol�tica social y las normas morales aceptables ser�n constantemente redibujadas por aquellos que tratan de destruir la sociedad occidental y socavar sus principales valores y estructuras sociales.

Esto puede ser perfectamente ilustrado al examinar la pol�tica social hacia el homosexualismo en el Reino Unido y c�mo en unos pocos a�os el paisaje pol�tico que rodea a aquella cuesti�n fue cambiado para siempre.

Hasta 1967 era ilegal realizar actos homosexuales en el Reino Unido, incluso en privado. Sin embargo, en 1967 la Ley de Ofensas Sexuales despenaliz� los actos homosexuales privados entre dos hombres de m�s de 21 a�os en Inglaterra y en el Pa�s de Gales.

�se fue un momento divisor de aguas, y algo con lo cual mucha gente de mentalidad conservadora estuvo infeliz.

Sin embargo, el asalto contra la posici�n conservadora en cuanto al homosexualismo no se detuvo en simplemente despenalizar la actividad sexual entre dos adultos consentidores de m�s de 21 a�os, ya que eso fue s�lo el principio.

La l�nea conservadora de que el homosexualismo deber�a ser ilegal - incluso entre dos adultos que consienten - hab�a sido infringida.

Muchos dir�an incluso que la ca�da de esa l�nea era en realidad razonable; despu�s de todo, lo que dos personas hicieran en sus propias casas como adultos que acuerdan eso (mientras no da�en a nadie) es su asunto propio.

Pero �se no fue el final del asunto, y aquellos que deseaban empujar la agenda homosexual sobre Occidente no se detuvieron all�.

A lo largo de los a�os '70 un creciente n�mero de grupos pro-homosexuales surgi� a la existencia, y el primer festival de siempre del orgullo homosexual fue realizado en Londres, con m�s de mil personas asistiendo a �l.

La l�nea original sostenida por los conservadores de que el homosexualismo deber�a ser ilegal fue olvidada ahora, y a pesar de que los actos homosexuales fueron legalizados entre adultos que consintieran en ello en la intimidad de sus propias casas, el impulso era ahora en favor de que las demostraciones p�blicas de homosexualismo fueran aceptadas y normalizadas.

Los conservadores que hab�an entregado terreno ten�an ahora su nueva posici�n asaltada, y aquella posici�n parec�a cada vez m�s insostenible.

Esa tendencia continu� en los a�os '80 con una aumentada insistencia en la normalizaci�n y aceptaci�n de aquellos que sufr�an de SIDA. Finalmente los conservadores tuvieron que dibujar todav�a otra l�nea en la arena y erigir otra posici�n para defender.

Aqu�lla fue la Secci�n 28.

La Secci�n 28 fue una ley decretada en 1988 como una enmienda a la Ley de 1986 de Gobierno Local del Reino Unido, la cual declar� que una autoridad local,

"no promover� intencionalmente el homosexualismo ni publicar� material con la intenci�n de promover el homosexualismo", ni "promover� la ense�anza en ninguna escuela mantenida de la admisibilidad del homosexualismo como una pretendida relaci�n de familia".

Los conservadores hab�an dejado en claro su nueva posici�n y hab�an procurado erigir una l�nea que nunca ser�a traspasada.

Si bien ellos ahora estaban felices con que el homosexualismo fuera legal y felices por las siempre crecientes demostraciones p�blicas de homosexualismo, ellos no apoyar�an que aqu�l fuera promovido como una alternativa normal o natural a la familia nuclear heterosexual.

Esa nueva l�nea defensiva fue dibujada y los enemigos de Occidente ten�an un nuevo objetivo, y hacia 1994 ya se ve�an las grietas en las defensas de los conservadores cuando la edad legal de consentimiento homosexual fue reducida de 21 a 18 a�os.

En el a�o 2000 el asalto contra la Secci�n 28 se intensific� con la formulaci�n de una legislaci�n para conseguir la abrogaci�n de la ley de 1988. Eso fue seguido r�pidamente en 2001 por la disminuci�n de la edad de consentimiento sexual para parejas homosexuales a 16 a�os, de acuerdo con la de las parejas heterosexuales.

La l�nea conservadora estaba ahora bajo un fuerte asalto y las grietas se mostraban por todas partes.

Hacia 2002 fue decretado en la ley que las parejas homosexuales podr�an adoptar hijos y que la nueva "familia" homosexual ser�a tratada del mismo modo que la familia heterosexual.

En 2003 dicha l�nea cay� completamente y la Secci�n 28 fue descartada; la posici�n conservadora se hab�a derrumbado completamente. En 2004 Gran Breta�a vio aprobarse una legislaci�n que legalizaba las uniones civiles del mismo sexo, y hacia 2014 era legal para las parejas homosexuales el casarse.

Para esas fechas los conservadores ya ni siquiera estaban presentando lucha. Se hab�an requerido s�lo 47 a�os para que el homosexualismo fuera desde ser ilegal en Gran Breta�a a llegar a estar a la par con la heterosexualidad, y a ser promovido como una norma completamente aceptable, concedi�ndoseles a los homosexuales incluso el derecho de casarse y adoptar hijos, formando su propia retorcida versi�n de la familia nuclear.

�ste es por supuesto s�lo un ejemplo de c�mo los conservadores dibujan una l�nea en la arena y defienden un punto s�lo para ver su l�nea siendo empujada cada vez m�s hacia atr�s hasta que ellos finalmente ven todo aquello por lo cual alguna vez lucharon siendo roto en pedazos.

Lo que es peor es que a menudo la posici�n conservadora es hecha retroceder tan lejos que los conservadores no pueden siquiera recordar lo que ellos al principio apoyaron.

Pero el punto indiscutible que es la base de todo esto es que nunca ni siquiera una vez los conservadores trataron de recapturar las posiciones que ellos hab�an perdido.

Nunca una vez los conservadores montaron un contraataque o empujaron hacia adelante para reclamar terreno de sus enemigos.

La estrategia puramente defensiva empleada por los conservadores es fatalmente defectuosa: los conservadores aceptan la derrota y est�n demasiado listos a aceptar la nueva posici�n impuesta sobre ellos por sus enemigos. La nueva posici�n que los conservadores adoptan no es por supuesto su propia posici�n sino una que les ha sido en gran parte dictada por sus enemigos.

Esa nueva posici�n entonces se convierte en el evangelio y la antigua posici�n es olvidada como una embarazosa reliquia del pasado. De ah� que el serm�n que el conservador predica no es propio sino un corrompido conjunto de pol�ticas en gran parte influidas y distorsionadas por la mano de sus enemigos.

Como consecuencia de esto, el conservador realmente tiene desd�n y disgusto por sus colegas conservadores que hablan de la antigua posici�n, para no mencionar por aquellos que hablan "tonter�as" acerca de la reclamaci�n de aquella posici�n.

El conservador ahora baila de acuerdo a la melod�a de sus enemigos, de modo que cualquiera que cuestione la nueva l�nea o se atreva a sugerir intentar reclamar la vieja l�nea es acusado de no "jugar limpio" y es de ah� en adelante excomulgado como una verg�enza o un hereje.

Para volver a la analog�a de la fuerza militar, es como si los conservadores estuvieran conduciendo sus operaciones militares conforme a las "reglas de involucramiento" establecidas por sus propios enemigos. La convenci�n para la batalla pol�tica que pone los par�metros, el lenguaje aceptable y las pautas para el discurso pol�tico no es supervisada por los conservadores sino por sus enemigos.

Sin embargo, los conservadores se precipitan para firmar con impaciencia esas convenciones acerca de la batalla pol�tica en un esfuerzo para demostrar que ellos son "gente decente" y que "juegan limpio".

Sin embargo no hay ning�n juego limpio:

al firmar las reglas de involucramiento en combate que son dictadas y redactadas por los enemigos usted est� efectivamente atando sus propias manos y limitando su propia capacidad de luchar.

Los conservadores siempre se encuentran obstaculizados porque ellos han aceptado reglas que est�n dise�adas para asegurar que el conservador pierda.

La raz�n por la que los conservadores hacen eso es porque ellos no quieren ser vistos como los "tipos malos"; ellos quieren ser vistos "jugando limpio".

Los conservadores se adhieren a esas reglas del "juego limpio" no para impresionar a sus propios partidarios sino en un vano intento de complacer a los enemigos de Occidente y a aquellos que apoyan retorcidas agendas anti-occidentales.

Procurar complacer a aquellos que desean destruirlo y derrotarlo a usted en batalla es un defecto fatal, y uno que sella el destino del conflicto antes de que siquiera haya comenzado. Esencialmente el modo en que el conservador se adhiere a las reglas planteadas por sus enemigos podr�a ser comparado con un boxeador que entra en el ring con una mano atada detr�s de su espalda.

Todo esto sirve para destacar otro defecto fatal que est� en el coraz�n del conservadurismo: la cobard�a.

El conservador es un cobarde pusil�nime que est� desesperado por ser juzgado como una buena persona no s�lo por sus propios partidarios sino por aquellos que de hecho son sus enemigos.

El conservador se preocupa de lo que otros piensan de �l sin tener en cuenta si ellos son amigos o enemigos, y ese defecto fatal conduce al conservador a adoptar el discurso, los est�ndares y el propio c�digo moral de aquellos a los que �l combate, en un vano esfuerzo para agradar a aquellos que procuran destruir todo que �l estima y todo lo que �l lucha para proteger.

Si un miembro de un grupo conservador se atreve a desafiar al enemigo y a argumentar que una l�nea defensiva que ha ca�do hace mucho tiempo era de hecho una posici�n noble y buena que deber�a haberse sostenido, aquel individuo ser� puesto en el cepo.

El problema est� en el hecho de que no son s�lo los enemigos de los conservadores los que atacar�n al conservador que se atreva a hablar claro sino que sus propios colegas conservadores tambi�n rechazar�n al conservador rebelde por atreverse a sugerir que una posici�n antes sostenida pudiera o debe ser reclamada y que se trata de una posici�n por la que vale la pena luchar.

Despu�s de todo, el conservador debe ser visto como jugando limpio y no le gustar�a ser visto ofendiendo a nadie, �ni siquiera a sus enemigos!.

Los enemigos de Occidente, sin embargo, no juegan de acuerdo a las mismas reglas, y cuando uno de ellos ataca una posici�n conservadora en una forma que ser�a considerada ofensiva, luego se presentan excusas, el incidente es barrido bajo la alfombra y la vida contin�a.

De hecho se da a menudo el caso de que cuando un individuo aparece con un nuevo ataque particularmente degenerado u ofensivo sobre la moralidad occidental, ellos siguen siendo etiquetados como "visionarios" o son simplemente considerados como estando "adelantados a su tiempo".

Tome por ejemplo la posici�n de la Secci�n 28.

Cualquier conservador que ahora se atreviera a cantar las alabanzas de esa ley (una ley decretada por conservadores) ser�a literalmente echado de cualquier organizaci�n conservadora y etiquetado como un "homosexof�bico", un "odiador" y un "intolerante".

Por otra parte, aquellos que insisten en una "aumentada liberalizaci�n sexual" a menudo son expuestos por tener v�nculos con c�rculos ped�filos, y sin embargo nadie es despedido o degradado y nunca se encargan investigaciones.

La cobarde pusilanimidad del conservador, y la manera en que la posici�n conservadora se ha derrumbado, pueden ser vistas por el hecho de que el mismo Partido Conservador que form� el gobierno en 1988 y que aprob� la Secci�n 28 como ley continu� siendo el gobierno que aprob� la ley para legalizar el "matrimonio" homosexual en 2014.

Por supuesto, el conservador se reir�a de todo esto y simplemente declarar�a que la mentalidad conservadora es "progresista".

Pero exactamente �a la definici�n de "progreso" de qui�n ella se adhiere? Cada "progresi�n" que el conservador ha hecho ha sido en la direcci�n en la cual ha insistido el enemigo del conservador.

Ni una sola vez el conservador ha hecho un progreso en alguna otra direcci�n, fundamentalmente porque los conservadores nunca procuran recuperar el terreno que ellos han perdido ni hablan de la pol�tica que puede ofender a sus enemigos, dado que el conservador juega de acuerdo a un conjunto de reglas dise�adas para asegurar el fracaso de �ste.

El hecho de que la palabra "progresista" sea un adjetivo que los conservadores usar�an felizmente para describirse a s� mismos muestra simplemente a qu� distancia los conservadores llegar�an para complacer a sus enemigos.

No hay nada "progresista" en entregar terreno a los propios enemigos, y ning�n progreso puede hacerse nunca cuando uno est� comprometido a usar el lenguaje y la terminolog�a creados por aquellos enemigos. Los conservadores podr�an ser vistos como acantilados que demarcan una playa.

Ellos est�n fuertes y altos y parecen inconmovibles, pero tras un per�odo de tiempo ellos son reducidos a la nada y arrastrados por la marea.

Los acantilados nunca hacen un progreso, ellos nunca reconstruyen, ellos son simplemente erosionados por el mar. Finalmente los acantilados son s�lo un recuerdo y todo lo que ellos alguna vez fueron desaparece.

Si uno echara un vistazo al actual manifiesto del principal partido conservador en alguna naci�n occidental, aquel manifiesto no tendr�a ning�n parecido con el manifiesto del mismo partido de hace cincuenta a�os. De hecho, si uno leyera aquellos dos manifiestos, ellos ilustrar�an un patr�n de derrota y retirada y el debilitamiento de las pol�ticas centrales del partido.

Para ganar una guerra uno no puede simplemente concentrarse en una sola batalla o una sola l�nea de defensa. Para ganar una guerra hay que mirar el panorama completo y analizar la situaci�n m�s amplia a mano.

Para conseguir la victoria uno no puede estar simplemente obsesionado con la defensa sino que hay que estar dispuesto a avanzar y ganar terreno y eventualmente dispuesto a hacer lo que es necesario para expulsar al enemigo hacia el mar.

Los enemigos de Occidente saben esto, y ellos adoptan esta estrategia de empujar continuamente hacia adelante a fin de hacer progresar sus objetivos.

De ah� que para derrotar a los enemigos de Occidente el hombre occidental debe adoptar un modo de pensar que en su n�cleo tenga una ideolog�a fuerte y un conjunto de valores que no cambian ni se inclinan para satisfacer las opiniones y sensibilidades de aquellos que desean destruir Occidente.

Para derrotar a los enemigos de Occidente el hombre occidental debe ser tan tenaz y comprometido como sus enemigos, y no debe s�lo defender su posici�n sino que tambi�n debe procurar ganar terreno y luchar para empujar adelante sus propios ideales y creencias.

Si el hombre occidental debe derrotar a los enemigos de Occidente, �l no har� aquello adaptando sus argumentos y formulando sus estrategias a fin de complacer a aquellos que procuran destruirlo.

El hombre occidental no puede jugar de acuerdo a las reglas de sus enemigos y luego esperar derrotar a aquellos enemigos.

Las reglas a las cuales los conservadores se adhieren est�n dise�adas de tal modo que aseguran que el conservador no pueda probablemente ganar. El conservadurismo no es una soluci�n para los problemas de Occidente.

El conservadurismo es la muerte progresiva de Occidente. El conservadurismo es simplemente una falsa alternativa a la locura y la degeneraci�n impulsada por los enemigos de Occidente y una alternativa que ha sido puesta para ser derribada.

Si los enemigos de Occidente procuran empujar la locura sobre el mundo occidental tan r�pidamente como les sea posible, el conservadurismo es simplemente una fuerza que reduce la marcha de aquella locura.

Si los enemigos de Occidente est�n llevando al hombre occidental hacia el borde de un acantilado para su aniquilaci�n, los conservadores simplemente aseguran que dicho proceso se demore un poco m�s.

El hombre occidental a�n termina yendo hasta el borde del acantilado, �pero s�lo le toma m�s tiempo llegar hasta all�!.

El hombre occidental necesita una alternativa real, una verdadera fuerza que pueda pelear de vuelta, y que lo har�, contra los enemigos de Occidente, y no una que se encoja de miedo y se arrastre a fin de representar el papel del "tipo agradable".