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por Mark Collett
traducci�n de
Editorial-Streicher � �
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La Ca�da del Hombre Occidental -�� Cap�tulos 20 y 21�� -
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� La muerte del Supery� occidental precede a la ca�da del hombre occidental y a la destrucci�n de la propia civilizaci�n occidental. � El per�odo en el que estamos viviendo ahora puede ser descrito como los tiempos del final para la civilizaci�n occidental, y las pocas siguientes generaciones del hombre occidental presenciar�n la muerte de Occidente. � Las condiciones para una tormenta perfecta est�n ahora en su lugar, y en aquella tormenta el Occidente ser� eliminado y consignado a los libros de Historia, si en efecto los libros de Historia alguna vez han de ser escritos otra vez en ausencia del hombre occidental.
Muchos han teorizado que finalmente los inmigrantes que han venido para instalarse en Occidente y cuyas comunidades han crecido en tama�o se convertir�n un d�a en el hombre occidental, y que las comunidades extranjeras formar�n una quinta-columna dentro de Occidente e iniciar�n un gran conflicto en suelo occidental. �
Esta teor�a imagina un
conflicto racial o religioso a gran escala entre el hombre
occidental y aquellos inmigrantes que han venido para instalarse y
que sin embargo han retenido una cultura que es hostil a la cultura
occidental. � La idea de una gran guerra racial o religiosa - y una donde el hombre occidental ser�a victorioso - es realmente rid�cula. �
Esa guerra nunca ocurrir�,
pero en cambio la muerte de Occidente ocurrir� casa por casa, calle
por calle, pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, como una
progresiva mortaja cayendo sobre las naciones occidentales. � M�s a�n, miremos el resultado probable si tal guerra llegara a ocurrir. � Para que un conflicto gigantesco sumerja a una naci�n, las l�neas de batalla deben formarse primero, y para que eso ocurra deben existir grupos homog�neos diferentes. �
Los grupos homog�neos se
forman en base a lazos comunes entre la gente que compone aquellos
grupos.
Si hubiera un conflicto racial o religioso los individuos dentro de comunidades homog�neas se unir�an para proteger su propia comunidad, pero tristemente el hombre occidental con poca probabilidad se unir�a con sus hermanos y hermanas y ser�a incapaz de formar un grupo homog�neo. �
La tendencia a la
individualidad y el aislamiento que ha sido impulsada sobre el
hombre occidental por los enemigos de Occidente lo ha privado de los
lazos comunes que alguna vez ligaron a la sociedad occidental. �
Las subculturas que han
aparecido y han sido adoptadas con tanto entusiasmo por el hombre
occidental lo han conducido a grupos cada vez m�s peque�os que ya no
est�n relacionados entre s�. � �l trabajaba con sus vecinos, beb�a con sus vecinos e iba a la iglesia con ellos. Cada uno en la sociedad occidental se conoc�a entre s� y los v�nculos comunes que ellos compart�an los manten�an unidos como comunidad. � Ahora mucha gente occidental ni siquiera conoce los nombres de aquellos que viven al lado, mucho menos los nombres de todos aquellos que viven en su calle. �
Las tabernas del hombre
occidental han sido cerradas, su industria ha sido exportada y sus
iglesias est�n vac�as. � Los inmigrantes que se han establecido en naciones occidentales han formado sus propias comunidades fuertes y unidas donde la gente se conoce entre s�, donde hay l�deres comunitarios establecidos que ordenan el respeto, donde familias enteras viven en la misma calle y donde cada uno conoce los nombres de sus vecinos. � La gente en esas comunidades cuida de los otros, hacen negocios unos con otros y van a los mismos templos. �
Esas comunidades aprecian
sus tradiciones y desean conservar la herencia compartida que les
fue transmitida por sus antepasados y que ahora act�a como el
adhesivo que mantiene unida a su comunidad. � La respuesta es clara:
La sociedad occidental es un grupo dispar; una d�bil colecci�n de individuos. � Muchos de esos individuos no querr�an siquiera estar unos con otros ya que no se conocer�an mutuamente y no ser�an capaces de relacionarse entre ellos. Por otra parte, muchas comunidades inmigrantes ser�an fuertes y estar�an como una sola. �
Las implicaciones de esto
no necesitan ser explicadas en detalle. �
El hombre occidental no
s�lo carecer�a de la fuerte comunidad y de la conciencia de grupo
necesaria a fin de tener una posibilidad de ganar una guerra civil,
sino que tambi�n carecer�a de la motivaci�n para luchar, ya que el
hombre occidental ya no ve valor en nada genuinamente significativo
o que valga la pena. �
Cuando uno se enfrenta a
la muerte casi cierta, la tendencia natural - proporcionada por el
Yo (Principio de Realidad) - es huir. Sin embargo, un Supery�
desarrollado puede anular aquel instinto, y la preservaci�n del
grupo es puesta antes que la preservaci�n del individuo. � El hombre occidental priorizaba cosas que lo hac�an espiritualmente fuerte:
El hombre occidental ten�a profundas conexiones con su familia nuclear inmediata, con la comunidad en la cual viv�a, con su religi�n y con la tierra que �l llamaba hogar. � Ahora el hombre occidental est� desconectado de todas esas cosas. �
La familia nuclear ha
sido socavada, la comunidad occidental est� fracturada, la religi�n
ha sido o diluida u olvidada, y finalmente el hombre occidental ya
no est� relacionado con el mundo natural alrededor de �l, y en
cambio se ha encapullado en paredes de ladrillo y concreto donde �l
contempla irreflexivamente una variedad de parpadeantes pantallas. � El individualismo, el hedonismo y el materialismo se han convertido en las nuevas prioridades para �l, pero todas aquellas ocupaciones son ego�stas y est�n centradas en el placer personal y en la auto-satisfacci�n. �
Alimentar aquellos
placeres es la prioridad, lo que significa que en tiempos de
conflicto el hombre occidental es muy probable que huir�a con tanta
riqueza como pudiera llevar consigo o se esconder�a a fin de vivir
otro d�a con la esperanza de seguir buscando el placer personal m�s
tarde. � La guerra de trincheras es uno de los tipos de combate m�s brutales que el mundo haya conocido, y uno que ve enormes cantidades de bajas aumentar muy r�pidamente; las maniobras ofensivas de hecho eran a menudo casi suicidas. � Y a pesar de todo, �qu� motivaba a los hombres j�venes a excederse y afrontar la muerte cierta? �
Los hombres valientes que
se lanzaban a cercas de alambre de p�as y que eran segados por el
fuego de las ametralladoras, estaban motivados por prioridades
espirituales que reforzaban su resoluci�n y permit�an que ellos
anularan su propio natural instinto de supervivencia. � Muchas de las comunidades inmigrantes que viven en el mundo occidental todav�a forman familias fuertes, tienen bajas tasas de divorcio, asisten a instituciones religiosas con regularidad y, como se dijo antes, son parte de una comunidad apretadamente tejida. �
Esas prioridades espirituales m�s
altas son lo que motiva a la gente a luchar con valent�a. � Pero las comunidades inmigrantes que han inundado Occidente han retenido su vocaci�n espiritual y han seguido priorizando las cosas correctas en la vida. � Como tales, si alguna vez surgiera un conflicto, el hombre occidental no luchar�a con el fervor de sus enemigos sino que simplemente tratar�a de vivir otro d�a a fin de continuar su b�squeda de placeres individualistas. � Al despojar al hombre occidental de sus razones para luchar, los enemigos de Occidente han realizado una horrible artima�a:
Finalmente y de forma completamente crucial, si una guerra racial o religiosa hiciera erupci�n realmente y sumergiera a las naciones occidentales en un estado de guerra civil, el hombre occidental �se permitir�a participar en un conflicto donde las l�neas de batalla hubieran sido dibujadas en base a la pertenencia �tnica de los combatientes? � La sociedad occidental est� fracturada; el hombre occidental es dis�mil e individualista, pero tambi�n est� lavado de cerebro y esclavizado por nociones de la culpa Blanca que provienen de falsas narrativas hist�ricas de su pasado colonial, la esclavitud y el "Holocausto". � El hombre occidental ha tenido sometido su coraz�n valiente por miedo a ser llamado un "racista".
Grandes sectores de la
sociedad occidental diferir�an el asunto activamente y morir�an, o
peor a�n, atacar�an a los pocos hombres occidentales que procuraran
unirse y defender sus familias y lo que quedara de sus comunidades. � Sin embargo, aquellos que creen que los a�os de lavado de cerebro por parte de los medios de comunicaci�n ser�n deshechos en un solo momento, de manera similar a una conversi�n tipo "camino a Damasco", son simplemente ilusos. � El caso de las bandas musulmanas acosadoras de ni�as puede ser citado de nuevo:
El hombre occidental ya no es valiente ni intr�pido sino que es ahora cobarde y pusil�nime. � �El pensamiento de llegar a ser alguien "socialmente inaceptable" es ahora m�s espantoso que la realidad de tener violada a una hija! � La absurda noci�n de que una sola palabra podr�a poner a un hombre adulto de rodillas y hacerlo colapsar en medio de un ataque de protestas y disculpas deber�a ser risible; y a pesar de todo �ste no es ning�n asunto de risa. �
Tan pronto como es usada
la palabra "racista" ella silencia cualquier forma de debate o
discurso y deja al acusado suplicando a fin de que la audiencia m�s
amplia vea que �l no es "racista" sino de hecho "tolerante" y
totalmente a favor de la "diversidad". � Si el hombre occidental se levantara para defenderse, ser�a acusado por sus propios extraviados hermanos y hermanas de ser "racista". �
Tristemente, esas
acusaciones har�an que grandes cantidades de hombres occidentales
inclinaran sus cabezas y se sentaran d�cilmente para esperar su
destino, ya que para algunos �incluso la muerte es preferible a ser
etiquetado como un "racista"!. �
No subestime el efecto
que el prolongado mensaje de la culpa Blanca y el auto-odio ha
tenido sobre la mente del hombre occidental. � El hombre occidental �tiene siquiera la capacidad para luchar en una guerra civil? La respuesta es probablemente no. � Si hubiera alguna vez un gran conflicto,
Nuevamente, �sta es una
pregunta que no requiere ninguna respuesta. � Muy simplemente, la muerte de Occidente ocurrir� mediante el cambio demogr�fico. � Ocurrir� casa por casa, calle por calle y ciudad por ciudad. Ser� un lento proceso que se acelerar� con el tiempo hasta que el hombre occidental sea una minor�a en sus propias tierras y sea finalmente desarraigado de la existencia. �
�ste no ser� un genocidio
por la espada o por balas, sino un genocidio por medio de la
diversidad y un silencioso cambio demogr�fico. � Por cuanto aquellos inmigrantes tienen un �ndice de natalidad mucho m�s alto, y porque el �ndice de natalidad del hombre occidental est� en una espantosa decadencia, la tendencia es clara. � A medida que pase el tiempo, el hombre occidental se har� menos dominante dentro de la poblaci�n total hasta que finalmente se convertir� en una minor�a en su propia tierra. Eso comenzar� con casas en las mismas calles siendo lentamente compradas en grandes cantidades por aquellos de un mismo grupo �tnico que desean vivir unos cerca de otros. � Entonces cuando varias calles est�n todas en manos de un cierto grupo �tnico, el �rea se transformar� lentamente entonces con tiendas, centros sociales y edificios religiosos erigidos para servir a la poblaci�n inmigrante. �
Finalmente, como cada vez
m�s gente de aquel grupo �tnico se arracima y como ellos tienen cada
vez m�s hijos, no s�lo ser�n calles o �reas las que cambien sino
pueblos y ciudades enteras. � El hombre occidental ahora tiene menos hijos y est� cada vez m�s impaciente por venderlo todo y alejarse de �reas que est�n experimentando el cambio demogr�fico. El hombre occidental hace eso a fin de evitar la cuesti�n que lo rodea y que finge que no est� sucediendo; despu�s de todo, oponerse a este cambio demogr�fico pondr�a al hombre occidental en peligro de ser etiquetado como un "racista". �
Hemos visto ya que el
�ndice de natalidad del hombre occidental ha ca�do a un m�nimo de un
1,3%, un cr�tico m�nimo del cual bien puede no haber ninguna
reversi�n. � No habr� ninguna necesidad de un conflicto civil o una guerra que sumerja a las naciones; la guerra ser� ganada lentamente y Occidente morir� una muerte prolongada y poco digna. � A mediados del siglo XXI el hombre occidental ya no ser� la mayor�a en la mayor parte de las naciones occidentales. Hacia aquel tiempo todo el paisaje pol�tico y social en Occidente habr� cambiado tan dram�ticamente que Occidente estar� efectivamente en su lecho de muerte. � Aquellos que fantasean acerca de una guerra civil o que desean un glorioso contragolpe ya no estar�n en condiciones de organizar aquella resistencia:
Admit�moslo, las comunidades inmigrantes bien pueden ser m�s atrevidas cuando los datos demogr�ficos hayan cambiado posteriormente en su favor. � Es muy probable que el hombre occidental sea cada vez m�s v�ctima de ataques racialmente o religiosamente motivados. El hombre occidental muy probablemente presenciar� escaramuzas que vean lo que queda de su comunidad siendo expulsado de �reas donde �l se ha convertido en una minor�a. � Lo que es m�s, el hombre occidental ser� probablemente reprendido por no seguir las reglas religiosas o culturales que han sido impuestas sobre �l por la poblaci�n inmigrante. �
Pero si el hombre
occidental no combate contra esas cosas ahora, cuando �l es una
mayor�a, ciertamente no se defender� contra ellas cuando sea una
minor�a envejecida que ha experimentado m�s d�cadas de lavado de
cerebro y culpa Blanca impulsada por los medios de comunicaci�n. � M�s a�n, los disturbios y el desorden civil podr�an durar d�as o incluso semanas a la vez. � Puede haber casos donde el hombre occidental forme peque�os bolsillos de resistencia contra tal violencia. Pero sin una comunidad organizada, sin una moral compartida, sin prioridades m�s profundas y espiritualmente significativas no habr� una resistencia organizada a escala nacional. �
Lo que es m�s, cualquiera
que planee tal resistencia tendr� el espectro de la palabra
"racista" colgando sobre s�. � A medida que las cosas empeoren - lo que inevitablemente har�n, ya que las ciudades y los pueblos se est�n convirtiendo en sitios extranjeros y el hombre occidental se convierte en un forastero en su propia tierra - la mayor�a de la gente occidental ni siquiera lo notar�. �
El hombre occidental
estar� demasiado ocupado en fiestas, consumiendo y retir�ndose a su
propio mundo privado. El hombre occidental tocar� el la�d mientra
Roma se quema. � A medida que el Occidente se derrumba, y cuando el hombre occidental se convierte en una minor�a, �l estar� demasiado ocupado hart�ndose de comida basura, abusando de alcohol y drogas, celebrando en clubes nocturnos, teniendo sexo promiscuo y persiguiendo toda clase de b�squedas hedonistas que uno pueda imaginar. �
Sin un Supery�
desarrollado para mantener al ID bajo control, el hombre occidental
ser� simplemente una bestia conducida por el Principio del Placer. � Las �nicas tendencias que el hombre occidental desear� satisfacer son aquellas auto-complacientes del placer personal:
Cuando Occidente finalmente se hunda, la expresi�n en la cara del hombre occidental no ser� de horror sino de una alegr�a insana mientras �l danza hacia su desaparici�n. �
El Ello habr� triunfado
realmente y aquel triunfo se�alar� la ca�da del hombre occidental y
el final de Occidente. �
Los enemigos de Occidente
son inteligentes e inventivos; ellos saben que su plan no carece de
defectos y saben que el hombre occidental es un formidable enemigo. � La verdadera salvaci�n del hombre occidental est� en la reclamaci�n de lo que lo hizo grande y en el redescubrimiento del Supery� occidental y en la resucitaci�n de ello en su verdadera forma. �
Antes de que eso pueda
ser hecho, primero la falsa salvaci�n que ha sido torcidamente
creada y controlada por los enemigos de Occidente debe ser expuesta
y puesta a descansar. � En su b�squeda de conocimiento, y finalmente en su deseo de combatir los problemas que ve alrededor de s�, a menudo se volver� hacia el conservadurismo. � El conservadurismo es una filosof�a pol�tica y social que promueve la retenci�n de instituciones sociales tradicionales en el contexto de la cultura y civilizaci�n en que se vive. �
Obviamente, cuando la
sociedad occidental continuamente avanza por un camino cada vez m�s
degenerado, donde la destrucci�n de instituciones tradicionales y la
diluci�n de la cultura occidental son activamente promovidas, el
conservadurismo parece un aliado natural del asediado hombre
occidental. � El conservadurismo no busca el progreso o hacer avanzar a la sociedad en una direcci�n positiva sino que de hecho simplemente procura retener lo que est� actualmente en su lugar. � Si uno debiera pensar en el conservadurismo como una estrategia militar, podr�a pensar en ello como una estrategia que s�lo ha estado preocupada por la ocupaci�n de una l�nea y la defensa de aquella l�nea contra el ataque. �
Para llevar esta analog�a
militar m�s adelante, el conservadurismo no est� preocupado por el
avance, el ataque o el contraataque sino que est� simplemente
preocupado por la defensa de una posici�n fija. �
En alg�n punto en
cualquier conflicto, despu�s de que las defensas exitosas han sido
aseguradas, cualquier fuerza que busca la victoria debe de hecho
contraatacar y atacar una y otra vez hasta que su enemigo sea
empujado hacia atr�s y por �ltimo aplastado y derrotado. �
Con el tiempo aquel
enemigo mejorar� su estrategia y encontrar� debilidades en la
posici�n de los defensores, y finalmente - no importa cu�nto le tome
- aprender� a explotar aquellas debilidades para conseguir la
victoria. � Los defensores se ven afrontados entonces con la derrota, que no les da ninguna otra opci�n sino retroceder y reagruparse y formar una nueva l�nea de defensa, pero esta vez la l�nea de defensa es puesta m�s profundamente dentro de su propio territorio. �
Con el tiempo ese proceso
conduce a una guerra de desgaste, las l�neas de defensa se derrumban
cada vez m�s y el territorio se pierde de manera creciente hasta que
finalmente aquellos que defienden la l�nea actual no pueden siquiera
recordar la posici�n que ellos alguna vez ocuparon, �mucho menos
so�ar con reclamarla! � El conservador s�lo procura defender el statu quo del momento y sostener la actual l�nea o "punto de vista moral"; el conservador s�lo est� ocupado de defender cualquier cosa que su oponente decida atacar y no est� preocupado por el cuadro pol�tico m�s grande. El conservador ve la batalla a mano y lucha por la defensa de lo que ve como justo y verdadero, pero no ve el cuadro m�s grande de la guerra que rodea a aquella batalla. �
Como una consecuencia de
la estrecha visi�n del conservador y su naturaleza defensiva, a
largo plazo el conservador est� siempre condenado a fracasar. � En efecto, los enemigos de Occidente hacen un esfuerzo concertado para dirigir hacia movimientos conservadores a aquellos dentro de la sociedad occidental que han comenzado a despertar a la realidad de los problemas que enfrenta el hombre occidental. � Los enemigos de Occidente est�n comprometidos con la victoria, de modo que asegurarse de que aquellos que procuran proteger a Occidente adopten una estrategia perdedora es simplemente parte de su plan a largo plazo. �
Porque los enemigos de
Occidente - como hemos visto antes - no defienden su posici�n; ellos
constantemente atacan y constantemente empujan los l�mites de la
degeneraci�n cada vez m�s adelante. � Eventualmente la l�nea conservadora se derrumbar� y los enemigos de Occidente habr�n ganado siempre m�s terreno en su interminable asalto contra la civilizaci�n occidental. �
As�, para los enemigos de
Occidente, es siempre s�lo una cuesti�n de tiempo antes de que su
�ltimo ataque contra el hombre occidental sea exitoso. �
Este m�todo de estirar
los l�mites de lo que es aceptable, que con el tiempo hace que la
norma establecida se haga cada vez m�s degenerada y degradada, no
est� simplemente limitado a lo que es mostrado por los medios de
comunicaci�n. �
El conservador adoptar�
una posici�n en pol�tica social de sostener el actual statu quo
moral y los enemigos de Occidente se pondr�n entonces a atacar aquel
statu quo con el objetivo de demoler otro conjunto de valores
morales y fomentar el empuje hacia la degeneraci�n y la decadencia
moral. �
Esto puede ser
perfectamente ilustrado al examinar la pol�tica social hacia el
homosexualismo en el Reino Unido y c�mo en unos pocos a�os el
paisaje pol�tico que rodea a aquella cuesti�n fue cambiado para
siempre. � �se fue un momento divisor de aguas, y algo con lo cual mucha gente de mentalidad conservadora estuvo infeliz. �
Sin embargo, el asalto contra la
posici�n conservadora en cuanto al homosexualismo no se detuvo en
simplemente despenalizar la actividad sexual entre dos adultos
consentidores de m�s de 21 a�os, ya que eso fue s�lo el principio. � Muchos dir�an incluso que la ca�da de esa l�nea era en realidad razonable; despu�s de todo, lo que dos personas hicieran en sus propias casas como adultos que acuerdan eso (mientras no da�en a nadie) es su asunto propio. �
Pero �se no fue el final
del asunto, y aquellos que deseaban empujar la agenda homosexual
sobre Occidente no se detuvieron all�. � La l�nea original sostenida por los conservadores de que el homosexualismo deber�a ser ilegal fue olvidada ahora, y a pesar de que los actos homosexuales fueron legalizados entre adultos que consintieran en ello en la intimidad de sus propias casas, el impulso era ahora en favor de que las demostraciones p�blicas de homosexualismo fueran aceptadas y normalizadas. �
Los conservadores que
hab�an entregado terreno ten�an ahora su nueva posici�n asaltada, y
aquella posici�n parec�a cada vez m�s insostenible. � Aqu�lla fue la Secci�n 28. � La Secci�n 28 fue una ley decretada en 1988 como una enmienda a la Ley de 1986 de Gobierno Local del Reino Unido, la cual declar� que una autoridad local,
Los conservadores hab�an dejado en claro su nueva posici�n y hab�an procurado erigir una l�nea que nunca ser�a traspasada. � Si bien ellos ahora estaban felices con que el homosexualismo fuera legal y felices por las siempre crecientes demostraciones p�blicas de homosexualismo, ellos no apoyar�an que aqu�l fuera promovido como una alternativa normal o natural a la familia nuclear heterosexual. �
Esa nueva l�nea defensiva
fue dibujada y los enemigos de Occidente ten�an un nuevo objetivo, y
hacia 1994 ya se ve�an las grietas en las defensas de los
conservadores cuando la edad legal de consentimiento homosexual fue
reducida de 21 a 18 a�os. � La l�nea conservadora estaba ahora bajo un fuerte asalto y las grietas se mostraban por todas partes. �
Hacia 2002 fue decretado
en la ley que las parejas homosexuales podr�an adoptar hijos y que
la nueva "familia" homosexual ser�a tratada del mismo modo que la
familia heterosexual. �
Para esas fechas los
conservadores ya ni siquiera estaban presentando lucha. Se hab�an
requerido s�lo 47 a�os para que el homosexualismo fuera desde ser
ilegal en Gran Breta�a a llegar a estar a la par con la
heterosexualidad, y a ser promovido como una norma completamente
aceptable, concedi�ndoseles a los homosexuales incluso el derecho de
casarse y adoptar hijos, formando su propia retorcida versi�n de la
familia nuclear. � Lo que es peor es que a menudo la posici�n conservadora es hecha retroceder tan lejos que los conservadores no pueden siquiera recordar lo que ellos al principio apoyaron. � Pero el punto indiscutible que es la base de todo esto es que nunca ni siquiera una vez los conservadores trataron de recapturar las posiciones que ellos hab�an perdido. �
Nunca una vez los
conservadores montaron un contraataque o empujaron hacia adelante
para reclamar terreno de sus enemigos. �
Esa nueva posici�n
entonces se convierte en el evangelio y la antigua posici�n es
olvidada como una embarazosa reliquia del pasado. De ah� que el
serm�n que el conservador predica no es propio sino un corrompido
conjunto de pol�ticas en gran parte influidas y distorsionadas por
la mano de sus enemigos. �
El conservador ahora
baila de acuerdo a la melod�a de sus enemigos, de modo que
cualquiera que cuestione la nueva l�nea o se atreva a sugerir
intentar reclamar la vieja l�nea es acusado de no "jugar limpio" y
es de ah� en adelante excomulgado como una verg�enza o un hereje. �
Sin embargo, los
conservadores se precipitan para firmar con impaciencia esas
convenciones acerca de la batalla pol�tica en un esfuerzo para
demostrar que ellos son "gente decente" y que "juegan limpio".
Los conservadores siempre se encuentran obstaculizados porque ellos han aceptado reglas que est�n dise�adas para asegurar que el conservador pierda. �
La raz�n
por la que los conservadores hacen eso es porque ellos no quieren
ser vistos como los "tipos malos"; ellos quieren ser vistos "jugando
limpio". �
Procurar complacer a
aquellos que desean destruirlo y derrotarlo a usted en batalla es un
defecto fatal, y uno que sella el destino del conflicto antes de que
siquiera haya comenzado. Esencialmente el modo en que el conservador
se adhiere a las reglas planteadas por sus enemigos podr�a ser
comparado con un boxeador que entra en el ring con una mano atada
detr�s de su espalda. � El conservador es un cobarde pusil�nime que est� desesperado por ser juzgado como una buena persona no s�lo por sus propios partidarios sino por aquellos que de hecho son sus enemigos. �
El conservador se
preocupa de lo que otros piensan de �l sin tener en cuenta si ellos
son amigos o enemigos, y ese defecto fatal conduce al conservador a
adoptar el discurso, los est�ndares y el propio c�digo moral de
aquellos a los que �l combate, en un vano esfuerzo para agradar a
aquellos que procuran destruir todo que �l estima y todo lo que �l
lucha para proteger. � El problema est� en el hecho de que no son s�lo los enemigos de los conservadores los que atacar�n al conservador que se atreva a hablar claro sino que sus propios colegas conservadores tambi�n rechazar�n al conservador rebelde por atreverse a sugerir que una posici�n antes sostenida pudiera o debe ser reclamada y que se trata de una posici�n por la que vale la pena luchar. �
Despu�s de todo, el
conservador debe ser visto como jugando limpio y no le gustar�a ser
visto ofendiendo a nadie, �ni siquiera a sus enemigos!. �
De hecho se da a menudo
el caso de que cuando un individuo aparece con un nuevo ataque
particularmente degenerado u ofensivo sobre la moralidad occidental,
ellos siguen siendo etiquetados como "visionarios" o son simplemente
considerados como estando "adelantados a su tiempo". � Cualquier conservador que ahora se atreviera a cantar las alabanzas de esa ley (una ley decretada por conservadores) ser�a literalmente echado de cualquier organizaci�n conservadora y etiquetado como un "homosexof�bico", un "odiador" y un "intolerante". �
Por otra parte, aquellos
que insisten en una "aumentada liberalizaci�n sexual" a menudo son
expuestos por tener v�nculos con c�rculos ped�filos, y sin embargo
nadie es despedido o degradado y nunca se encargan investigaciones. � Pero exactamente �a la definici�n de "progreso" de qui�n ella se adhiere? Cada "progresi�n" que el conservador ha hecho ha sido en la direcci�n en la cual ha insistido el enemigo del conservador. �
Ni una sola vez el
conservador ha hecho un progreso en alguna otra direcci�n,
fundamentalmente porque los conservadores nunca procuran recuperar
el terreno que ellos han perdido ni hablan de la pol�tica que puede
ofender a sus enemigos, dado que el conservador juega de acuerdo a
un conjunto de reglas dise�adas para asegurar el fracaso de �ste. � No hay nada "progresista" en entregar terreno a los propios enemigos, y ning�n progreso puede hacerse nunca cuando uno est� comprometido a usar el lenguaje y la terminolog�a creados por aquellos enemigos. Los conservadores podr�an ser vistos como acantilados que demarcan una playa. � Ellos est�n fuertes y altos y parecen inconmovibles, pero tras un per�odo de tiempo ellos son reducidos a la nada y arrastrados por la marea. �
Los acantilados nunca
hacen un progreso, ellos nunca reconstruyen, ellos son simplemente
erosionados por el mar. Finalmente los acantilados son s�lo un
recuerdo y todo lo que ellos alguna vez fueron desaparece. � Para conseguir la victoria uno no puede estar simplemente obsesionado con la defensa sino que hay que estar dispuesto a avanzar y ganar terreno y eventualmente dispuesto a hacer lo que es necesario para expulsar al enemigo hacia el mar. �
Los enemigos de Occidente
saben esto, y ellos adoptan esta estrategia de empujar continuamente
hacia adelante a fin de hacer progresar sus objetivos. �
Para derrotar a los
enemigos de Occidente el hombre occidental debe ser tan tenaz y
comprometido como sus enemigos, y no debe s�lo defender su posici�n
sino que tambi�n debe procurar ganar terreno y luchar para empujar
adelante sus propios ideales y creencias. � El hombre occidental no puede jugar de acuerdo a las reglas de sus enemigos y luego esperar derrotar a aquellos enemigos. �
Las reglas a las cuales
los conservadores se adhieren est�n dise�adas de tal modo que
aseguran que el conservador no pueda probablemente ganar. El
conservadurismo no es una soluci�n para los problemas de Occidente. � Si los enemigos de Occidente procuran empujar la locura sobre el mundo occidental tan r�pidamente como les sea posible, el conservadurismo es simplemente una fuerza que reduce la marcha de aquella locura. � Si los enemigos de Occidente est�n llevando al hombre occidental hacia el borde de un acantilado para su aniquilaci�n, los conservadores simplemente aseguran que dicho proceso se demore un poco m�s. �
El hombre occidental a�n
termina yendo hasta el borde del acantilado, �pero s�lo le toma m�s
tiempo llegar hasta all�!. � |
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