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por Chris Hedges
07 Marzo 2011
del Sitio Web
Truth-Out
traducci�n de
Adela Kaufmann
Versi�n
original
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Un hombre busca
alimentos y cosas rescatables de uso
en un masivo campo de basura llamado Troutie,
a las afueras de Cit� Soleil, en Port-au-Prince, Hait�, 16 de abril de 2008.
(Foto: Tyler Hicks / The New York Times)
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He caminado a trav�s de los �ridos
restos de
Babilonia en Irak y la antigua ciudad romana de Antioquia, capital de la
Siria romana, que ahora yace enterrada en los dep�sitos de limo.
He visitado las ruinas de m�rmol de Leptis Magna, una vez uno de los centros
agr�colas m�s importantes del Imperio Romano, ahora aislado en las dunas de
arena de desierto al sureste de Tr�poli.
He subido al amanecer a los antiguos templos de Tikal, mientras bandadas de
tucanes de brillantes colores saltaban a trav�s del follaje de la selva
abajo.
Me he encontrado entre los restos de la ciudad de Luxor del
antiguo Egipto,
a orillas del Nilo, mirando a la estatua del gran fara�n egipcio Rams�s II
tirada rota en el suelo, con el poema de Percy Shelley "Ozymandias"
corriendo por mi cabeza:
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"Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
Contemplad mis obras, hijos de los poderosos, y desesperad! "
Nada aparte de los restos. Ronda la decadencia
de ese colosal naufragio, ilimitado y desnudo
el tramo de arenas solitarias y niveladas que se estiran hasta muy lejos.
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Las Civilizaciones surgen, decaen y mueren.
El tiempo, como los antiguos griegos argumentaban, para los individuos y de
los estados, es c�clico. A medida que las sociedades se vuelven m�s
complejas se vuelven inevitablemente m�s precarias. Se vuelven cada vez m�s
vulnerables.
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Y a medida que comienzan a quebrantarse, hay un extra�o retiro
de la realidad por una aterrada y confusa poblaci�n, una
incapacidad de reconocer la evidente fragilidad y el inminente colapso.
Las �lites al final, hablan en frases y t�rminos que no se corresponden con
la realidad.
Se retiran a "campamentos" aislados, ya sea en la corte de Versalles, en la
Ciudad Prohibida o en modernas fincas palaciegas.
Las elites caen en el hedonismo desenfrenado, en acumulaci�n de riquezas m�s
vasta y extravagante consumo. Son sordos a los sufrimientos de las masas,
que son reprimidas con una cada vez mayor ferocidad.
Los recursos son m�s despiadadamente explotados hasta que son agotados. Y
entonces se derrumba el edificio ahuecado. Los imperios romano y sumerio
cayeron de esta manera. Las elites mayas, despu�s de limpiar sus bosques y
contaminar sus r�os con sedimentos y �cidos, regresaron a un
primitivismo.
A medida que
los alimentos y la
escasez de agua se expanden en todo el mundo,
al aumentar la pobreza y dispararse la miseria en las calles del Medio
Oriente, �frica y Europa, la elites hacen lo que hacen todas las �lites.
Ellos
lanzan m�s guerras, construyen grandiosos monumentos a s� mismos,
hunden a sus naciones a la deuda, y cuando todo se va desarrollando, lo
ponen sobre las espaldas de los trabajadores y los pobres.
El colapso de la econom�a mundial, que lleg� a la cifra de 40,000 trillones
en riqueza, se produjo cuando nuestras elites, despu�s de destruir nuestra
base manufacturera, vendi� masivas cantidades de fraudulentos valores,
respaldados por hipotecas, a fondos de pensiones, peque�os inversores,
bancos, universidades, al estado y a los gobiernos extranjeros y accionistas.
Las �lites, para cubrir las p�rdidas, entonces saquearon el tesoro p�blico para
comenzar de nuevo las especulaciones.
Tambi�n, en nombre de la austeridad, comenzaron a desmantelar los servicios
sociales b�sicos, se dedicaron a romper los �ltimos vestigios de los
sindicatos, recortaron empleos, congelaron los salarios, obligaron a
millones de personas a abandonar sus hogares, y se quedaron con los brazos
cruzados cuando creamos una subclase permanente de desempleados y
subempleados.
La �lite maya se convirti�, al final, como se�ala el antrop�logo Ronald
Wright en "Una Breve Historia del Progreso - A
Short History of Progress",
"... Los extremistas, o ultraconservadores, exprimiendo las �ltimas gotas de
ganancia de la naturaleza y la humanidad."
As� es como todas las civilizaciones, incluida
la nuestra, se osifican y mueren.
Las se�ales de una muerte inminente pudieran ser innegables. El sentido
com�n pudiera clamar por una nueva respuesta radical. Pero la carrera hacia
la auto-inmolaci�n s�lo se acelera, debido a la par�lisis intelectual y
moral.
Como Sigmund Freud capt� en "M�s all� del principio del placer" y "Civilizaci�n
y sus Descontentos", las sociedades humanas est�n tan intoxicadas y cegadas
por su propia huida hacia la muerte y la destrucci�n como lo est�n por la
b�squeda de satisfacci�n er�tica.
Los disturbios en
el Medio oriente, la implosi�n de las econom�as
nacionales, como las de Irlanda y Grecia, la ira creciente de una asediada
clase trabajando en casa y en el extranjero, las crecientes migraciones
humanas desesperadas y la negativa a detener nuestra implacable destrucci�n
del ecosistema del que depende la vida son los precursores de nuestro propio
colapso y las consecuencias de la estupidez de nuestra elite y la locura de
la globalizaci�n.
Las protestas que no son construidas en torno a una reconfiguraci�n completa
de la sociedad estadounidense, incluyendo un r�pido desmantelamiento del
imperio y del Estado corporativo, s�lo puede anticipar lo inevitable.
Vamos a ser salvados s�lo con el nacimiento de un nuevo y militante
radicalismo que busca destronar a nuestra �lite corrupta del poder,
no
negociar por mejores condiciones.
La
econom�a global se basa en la creencia err�nea de que
el mercado
- o sea
la codicia humana - deber�a dictar el comportamiento humano y que las
econom�as que se pueden ampliar eternamente.
La globalizaci�n funciona bajo el supuesto de que el ecosistema puede seguir
siendo maltratado por las masivas emisiones de carbono sin mayores
consecuencias. Y el motor de la expansi�n econ�mica mundial se basa en la
seguridad de que siempre habr� petr�leo abundante y barato. La incapacidad
para hacer frente a las sencillas verdades de la naturaleza humana y del
mundo natural, deja a las elites inhabilitadas para articular nuevos
paradigmas sociales, econ�micos y pol�ticos. Ellos s�lo buscan la manera de
perpetuar un sistema moribundo.
Thomas Friedman y el conjunto de otros propagandistas de la globalizaci�n
tienen tanto sentido como Charlie Sheen.
La globalizaci�n es la articulaci�n moderna de la antigua ideolog�a
utilizada por las �lites pasadas para convertir a los ciudadanos en siervos
y al mundo natural en un desierto con fines de lucro. Nada es sagrado para
estas �lites. Los seres humanos y el mundo natural son explotados hasta el
agotamiento o colapso. Las �lites no pretenden defender el bien com�n. Es,
en definitiva, la derrota del pensamiento racional y la muerte del humanismo.
La marcha hacia la auto-aniquilaci�n ya ha destruido el 90 por ciento de los
grandes peces en los oc�anos y acab� con la mitad de los bosques tropicales
maduros, los pulmones del planeta. A este ritmo, en 2030 s�lo el 10 por
ciento de los bosques tropicales de la Tierra seguir�n existiendo.
El agua contaminada mata a 25.000 personas cada d�a en todo el mundo, y cada
a�o unos 20 millones de ni�os se vean afectados por la desnutrici�n.
Los gases de efecto invernadero en la atm�sfera ahora est�n en 329 partes
por mill�n y en escalada, con la mayor�a de los cient�ficos del clima
advirtiendo que el nivel debe ser inferior a 350 ppm para sostener la vida
tal como la conocemos. El
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Clim�tico estima que la medida podr�a llegar de 541 a 970 ppm para el
a�o 2100.
En ese momento, enormes partes del planeta, atormentados por la
superpoblaci�n, las sequ�as, la erosi�n del suelo, tormentas anormales,
masivas malas cosechas y el aumento del nivel del mar, no ser�n aptas para
la existencia humana.
Jared Diamond, en su ensayo "Los �ltimos Americanos - The
Last Americans", se�ala que por el
tiempo en el que Hern�n Cort�s lleg� a la pen�nsula de Yucat�n, millones de
s�bditos mayas hab�an desaparecido.
"�Por qu�," escribe Diamond, "los reyes y los nobles no reconocieron y
resolvieron estos problemas? Una raz�n importante es que su atenci�n se
centr�, evidentemente en las preocupaciones a corto plazo de enriquecerse,
librar guerras, erigir monumentos, competir entre s�, y extrayendo
suficiente alimento de los campesinos para apoyar todas estas actividades."
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"El bombeo de todo ese petr�leo, la tala de los �rboles, y la captura de los
peces puede que beneficie a la elite, proporcion�ndoles dinero o prestigio,
y sin embargo es perjudicial para la sociedad en su conjunto (incluidos los
hijos de la �lite) a largo plazo," Diamond continu�.
"Los reyes mayas fueron consumidos por las preocupaciones inmediatas por su
prestigio (requiriendo m�s templos y templos m�s y m�s grandes) y su �xito
en la siguiente guerra (requiriendo m�s seguidores), m�s que por la
felicidad de la gente com�n o de la pr�xima generaci�n.
Las personas con mayor poder para tomar decisiones en nuestra sociedad hoy
en d�a hacen regularmente dinero de las actividades que pueden ser malas
para la sociedad en su conjunto y para sus propios hijos, �stas personas que
toman las decisiones son los ejecutivos de Enron, muchos desarrolladores de
la tierra, y los defensores de los recortes de impuestos para los ricos".
No fue diferente en la
Isla de Pascua.
Los habitantes, cuando se asentaron por primera vez en la isla de 64 millas
cuadradas en el siglo V, encontraron abundante agua dulce y bosques llenos
de la palma de vino chilena, un �rbol que puede alcanzar el tama�o de un
roble. Mariscos, pescados, focas, marsopas, tortugas y aves marinas anidando
eran abundantes.
La sociedad de Isla de Pascua, se dividi� en un complicado sistema de castas
de nobleza, sacerdotes y plebeyos, hab�an, en un plazo de cinco o seis
siglos, aumentado a unas 10.000 personas.
Los recursos naturales fueron devorados y comenzaron a desaparecer.
"La tala de bosques para el cultivo de productos que habr�a conducido al
aumento de la poblaci�n, pero tambi�n a la erosi�n del suelo y la
disminuci�n de la fertilidad del suelo", escribieron Paul Bahn y John
Flenley en "Isla de Pascua, Isla de la Tierra - Easter
Island, Earth Island."
"Progresivamente m�s tierra habr�a tenido que ser limpiada. �rboles y
arbustos tambi�n fueron cortados para la construcci�n de canoas, le�a,
construcci�n de viviendas, y para las maderas y las cuerdas necesarias en el
movimiento y la erecci�n de estatuas. El fruto de la palma fue comido, lo
que redujo la regeneraci�n de la palma.
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Las ratas, introducidas como
alimento, se habr�an alimentado de los frutos de la palma, y se
multiplicaron r�pidamente, impidiendo completamente la regeneraci�n de la
palma.
La sobreexplotaci�n de los prol�ficos recursos de aves marinas los habr�an
eliminado todos, menos los de los islotes. Las ratas podr�an haber ayudado
en este proceso consumiendo sus huevos. La abundancia de alimentos,
proporcionado por la pesca, por las aves marinas, y las ratas habr�an
estimulado el r�pido crecimiento inicial de la poblaci�n humana.
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El aumento
incontrolado de la poblaci�n humana m�s tarde ejercer�a presi�n sobre la
disponibilidad de tierras, dando lugar eventualmente a conflictos y guerras.
La falta de disponibilidad de madera y cuerdas habr�a hecho in�til el seguir
esculpiendo m�s estatuas.
Una desilusi�n con la eficacia de la religi�n de estatuas en la provisi�n de
las necesidades del pueblo podr�a haber conducido al abandono de este culto.
Canoas inadecuadas podr�a haber restringido la pesca a las aguas costeras,
lo que probablemente llev� una la mayor disminuci�n en el suministro de
prote�nas.
El resultado podr�a haber sido hambruna general, guerra y el colapso de la
econom�a en su conjunto, dando lugar a una marcada disminuci�n de la
poblaci�n."
Los clanes, en el �ltimo per�odo de la civilizaci�n de la Isla de Pascua,
compitieron para honrar a sus antepasados construyendo m�s y m�s im�genes
de piedra labrada, que exig�a los �ltimos restos de la madera, cuerda y la
mano de obra en la isla.
Para el a�o 1400, los bosques hab�an desaparecido. El suelo se hab�a erosionado y
lavado hacia el mar. Los isle�os empezaron a pelear por las maderas viejas y
quedaron reducidos a comerse a sus perros y pronto a todas las aves que
anidaban.
Los desesperados isle�os desarrollaron un sistema de creencias que postula
que los dioses erigidos de piedra, los moai, cobrar�an vida y los salvar�an
del desastre. Este �ltimo refugio en la magia caracteriza a todas las
sociedades que entran en su fase terminal.
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Es una respuesta desesperada a la
p�rdida de control, as� como a la desesperaci�n y la impotencia.
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Este desesperado refugio en la magia condujo a,
Las civilizaciones en los �ltimos momentos abrazan una ruptura total de la
realidad, una realidad que llega a ser demasiado sombr�a para ser absorbida.
La creencia moderna de los cristianos evang�licos en el rapto, que no existe
en la literatura b�blica, no es menos fant�stica, una a la vez que permite
la negaci�n del calentamiento global y de la evoluci�n, y la absurda idea de
que todos los justos ser�n salvos - flotando desnudos hacia el cielo al
final de los tiempos.
La fe que la ciencia y la tecnolog�a, que son moralmente neutrales y sirven
a las ambiciones humanas, sanar�n otra vez al mundo no es menos delirante.
Ofrecemos nuestro pensamiento m�gico tanto en forma secular como en forma
religiosa.
Pensamos que de alguna manera hemos escapado de las debilidades del pasado.
Estamos seguros de que somos m�s sabios y m�s grandiosos que aquellos que
estuvieron antes que nosotros. Confiamos ingenuamente en la inevitabilidad
de nuestra propia salvaci�n. Y los que atienden esta falsa esperanza, sobre
todo porque las cosas se deterioran, reciben nuestra adulaci�n y alabanza.
Nosotros en los Estados Unidos, s�lo el 5 por ciento de la poblaci�n mundial,
nos indignamos si alguien trata de decirnos que no tenemos el derecho divino a
niveles de consumo que desperdician el 25 por ciento de la energ�a del mundo.
El presidente Jimmy Carter, cuando sugiri� que tal consumo probablemente no
era beneficioso, se convirti� en una figura del rid�culo nacional. Mientras
peor se pone, m�s demandamos el habla feliz e ilusoria de Ronald Reagan.
Quienes est�n dispuestos a atender a la fantas�a y el autoenga�o son, porque
nos hacen pol�ticamente pasivos, con una generosa financiaci�n promovida por
las fuerzas empresariales y olig�rquicas.
Y finalmente somos alegremente conducidos hacia el acantilado por ilusos y
lun�ticos, muchos de los cuales parecen estar haciendo fila para la
nominaci�n presidencial republicana.
"Son los acontecimientos de hace trescientos a�os en una peque�a isla remota
de alguna importancia en el mundo en general?" preguntan Bahn y Flenley.
"Creemos que s� lo son. Consideramos que la Isla de Pascua era un
microcosmos que proporciona un modelo para todo el planeta. Como la Tierra,
la Isla de Pascua era un sistema aislado.
La gente all� crey� que eran los �nicos supervivientes en la Tierra,
habi�ndose hundido toda la otra tierra bajo el mar. Llevaron a cabo para
nosotros el experimento de crecimiento sin restricciones de la poblaci�n, el
despilfarro de recursos, la destrucci�n del medio ambiente y la ilimitada
confianza en su religi�n para cuidar del futuro.
El resultado fue un desastre ecol�gico que condujo a un desplome de la
poblaci�n. Un accidente en una escala similar (el 60 por ciento de la
poblaci�n) para el planeta Tierra podr�a conducir a la muerte de alrededor
de 1,8 millones de personas, aproximadamente 100 veces la cifra de muertos
de la Segunda Guerra Mundial.
�Tenemos que repetir el experimento en esta gran escala? �Tenemos que ser
tan c�nicos como Henry Ford y decir: 'La Historia es una tonter�a? �No ser�a
m�s sensato aprender la lecci�n de la Isla de Pascua y aplicarlo a la Isla
Tierra en la que vivimos?"
Los seres humanos parecen condenados a repetir los ciclos de explotaci�n y
colapso.
Y mientras mayor sea el grado de deterioro, menos ser�n capaces de
comprender lo que est� sucediendo a su alrededor. La Tierra est� llena de
los restos f�sicos de la locura y de la arrogancia humana. Parece que estamos
condenados como especie a conducirnos a nosotros mismos y a nuestras
sociedades hacia la extinci�n, a pesar de que este momento parece ser el
desenlace de todo el triste espect�culo de la vida establecida, la vida
civilizada, que comenz� hace unos 5.000 a�os.
No queda nada en el planeta para tomar.
Ahora estamos gastando hasta los �ltimos vestigios de nuestro capital
natural, incluyendo los bosques, los combustibles f�siles, el aire y el agua.
Esta vez, cuando colapsemos, ser� a nivel mundial. No hay nuevas tierras para el
saqueo, ni m�s pueblos para explotar. La tecnolog�a, que ha borrado las
limitaciones de tiempo y espacio, ha convertido a nuestra aldea global en
una trampa mortal global.
El destino de la Isla de Pascua ser� repetido en grande a trav�s de la
amplia extensi�n del planeta Tierra.
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