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por Ambrose Evans-Pritchard
25 Julio 2010
del Sitio Web
Telegraph
traducci�n de
Adela Kaufmann
versi�n original
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Mientras se preparan para la lectura de vacaciones en Toscana, los banqueros
de la ciudad est�n comprando raros ejemplares de un libro poco conocido
sobre la mec�nica de la inflaci�n de Weimar, publicado en 1974. |
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Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, �l mismo un estudioso de la
Gran Depresi�n,
ha indicado que �l la considerar�a un est�mulo adicional para la econom�a.
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Ebay est� ofreciendo un volumen muy manoseado de "Morir
de Dinero: Lecciones
de las Inflaciones de la Gran Alemania y de Los Estados Unidos - Dying of Money
- Lessons of the
Great German and American Inflations" en una
oferta inicial de $ 699 (env�o gratis ... much�simas gracias).
El pasaje crucial viene en el cap�tulo 17, titulado "Velocidad".
Cada gran inflaci�n � ya sea de la d�cada de 1920 en Alemania, o las guerras
de Corea y Vietnam en los Estados Unidos - se inicia con una expansi�n
pasiva de la cantidad de dinero. Este se encuentra inerte durante un tiempo
sorprendentemente largo. Los precios de los activos pueden subir, pero la
inflaci�n latente de precios est� disfrazada.
El efecto es mucho como combustible ligero en una hoguera de campamento
antes de encender el f�sforo.
La disposici�n de la gente para mantener el dinero puede cambiar
repentinamente �por una raz�n psicol�gica y espont�nea", causando un aumento
en la velocidad del dinero. Puede ocurrir a gran velocidad, en un lapso de
unas cuantas semanas. El cambio, invariablemente, toma por sorpresa a los
economistas.
�stos esperan demasiado tiempo para drenar el exceso de dinero.
"La velocidad dio un giro casi en �ngulo recto hacia arriba en el verano de
1922," dijo el se�or O'Parsson.
Los funcionarios del
Reichsbank estaban muy preocupados.
No pod�an comprender por qu� el pueblo alem�n hab�a empezado a comportarse
de forma diferente casi dos a�os despu�s que el banco ya hab�a impulsado la
oferta monetaria. Afirma que la paciencia del p�blico se rompi� abruptamente
cuando la gente perdi� la confianza y empezaron a "oler gato encerrado� por
parte del gobierno.
Algunos podr�an sonre�r ante la �sorpresa� del Banco de Inglaterra en el
reciente salto en la inflaci�n brit�nica. Al otro lado del Atl�ntico, los
cr�ticos de los Federales dicen que el aumento de la base monetaria de
Estados Unidos de $871 billones a $2.024 billones en s�lo dos a�os es una pira
incendiaria que se encender� tan pronto como la velocidad del dinero
estadounidense sea devuelta a la normalidad.
Morgan Stanley espera una carnicer�a de bonos al ponerse esto al d�a con los
Federales, prediciendo que los rendimientos de los bonos del Tesoro de los
Estados Unidos se disparar�n a 5.5%. Esto no ha sucedido hasta ahora.
Rendimientos a 10 a�os cayeron por debajo de 3%, y la velocidad de M2 ha
permanecido en niveles hist�ricamente bajos de 1,72.
Como miembro firmado en marcha del campo de
la deflaci�n, creo que el Banco y la Fed tienen raz�n al no pierdan los
nervios y retrasar la retirada de los est�mulos - aunque este caso es m�s
f�cil de hacer en los Estados Unidos donde se ha reducido la inflaci�n
b�sica a la m�s baja desde mediados de la d�cada de 1960.
Pero el hecho que el libro de O'Parsson tenga repentina demanda en los
c�rculos bancarios de �lite es un signo del tipo de cambio de comportamiento
que puede llegar a ser auto-complaciente. Como sucede, otro libro de la
d�cada de 1970 titulado "Cuando muere el Dinero: la Pesadilla de la
Hiperinflaci�n de Weimar - When Money Dies: the
Nightmare of The Weimar Hyper-Inflation" acaba de ser reeditado.
Escrito por el ex diputado Tory MEP, Adan Fergusson - respaldado por
Warren
Buffet como uno que uno debe leer - es un relato vivo extra�do de los
diarios de aquellos que vivieron la crisis en Alemania, Austria, y Hungr�a,
los imperios se rompieron.
Cerca de la guerra civil entre la ciudad y el pa�s era una caracter�stica
dominante de esta ruptura en el orden social. Grandes multitudes habitantes
de habitantes medio-hambrientos y vengativos descendi� sobre los pueblos
para apoderarse de los alimentos de los agricultores, acusados de
acaparamiento.
El diario de una joven mujer describi� la escena en la granja de su primo.
"En la carreta vi tres cerdos sacrificados. El establo estaba empapado en
sangre. Una vaca hab�a sido sacrificada donde estuvo parada, y la carne
arrancada de sus huesos. Los monstruos hab�an cortado la ubre de la vaca
lechera m�s fina, por lo que ten�a que ser puesta fuera de su miseria de
inmediato (sacrificada). En el granero, un trapo empapado con gasolina
todav�a humeante para demostrar lo que hab�a sido la intenci�n de estas
bestias", escribi�.
Los Pianos de cola se convirtieron en una moneda o algo as�, ya que los
miembros de las clases pauperizadas de las �lites de la administraci�n civil
o p�blica comerciaban con los s�mbolos de su antigua condici�n o estatus por
un saco de patatas y un trozo de tocino.

Durante la crisis inflacionaria de Weimar, Alemania,
�los pianos de cola se
convirtieron en una moneda de clases, seg�n el relato de la �poca.
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Hay un momento terrible en que cada familia de clase media comienza primero
a entender que sus seguridades de cantos dorados y Pr�stamos de Guerra nunca
ser�n recuperados. Una irreversible ruina est� por delante.
Parejas de edad avanzada se suicidaban envenen�ndose con gas en sus
apartamentos. Los extranjeros con d�lares, libras, francos suizos, coronas
checas viv�an en la opulencia.
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Ellos eran odiados.
"Los tiempos nos ha hecho c�nicos. Todo el mundo ve�a un enemigo en todo el
mundo", dijo Erna von Pustau, hija de un comerciante de pescado de Hamburgo.
Gran n�mero de personas no la vieron venir.
"Mis parientes y amigos eran est�pidos. Ellos no entend�an lo que
significaba la inflaci�n. Nuestros abogados no fueron mejores. El gerente
del banco de mi madre le dio su terrible consejo", dijo una mujer bien
conectada.
"Usted podia ver la apariencia de sus pisos cambiando gradualmente. Uno
record� que donde sol�a haber un cuadro o una alfombra, o un secreter (escritorio).
Con el tiempo sus habitaciones estar�an casi vac�as. Algunos rogaban � no en
las calles � sino haciendo visitas ocasionales. Se sab�a muy bien lo que
hab�an ido a buscar."
La corrupci�n se hizo end�mica.
Las personas eran despojadas de su capa y zapatos a punta de cuchillo en la
calle. Los ganadores fueron aquellos que - por suerte o por dise�o - hab�an
pedido mucho dinero prestado a los bancos para comprar activos duros, o
conglomerados industriales que hab�an emitido obligaciones. Hab�a una gran
transferencia de riqueza del ahorrante al deudor, aunque m�s tarde el
Reichstag aprob� una ley vinculando antiguos contratos para el precio del
oro. Los acreedores recuperaron algo.
Una teor�a de la conspiraci�n se arraig� sobre que la inflaci�n era un
complot jud�o para arruinar Alemania. La moneda lleg� a ser conocida como "Judefetzen"
(confeti-Jud�o), haciendo alusi�n a la cadena de acontecimientos que
conducir�an a la
Noche de los Cristales Rotos una d�cada m�s tarde.
Mientras que el cuento de Weimar es un estudio sin tiempo de la
desintegraci�n social, no puede arrojar mucha luz sobre los acontecimientos
de hoy. El detonante final para el colapso de 1923 fue la ocupaci�n francesa
del Ruhr, que arranc� un gran pedazo de la industria alemana y desencaden�
la resistencia de las masas.
Lloyd George sospechaba que los franceses estaban tratando de precipitar la
desintegraci�n de Alemania mediante el patrocinio de una ruptura de un
estado federado de Renania (como de hecho lo estaban). Por un breve momento,
los rebeldes establecieron un gobierno separatista en Dusseldorf. Con
justicia po�tica, la crisis retrocedi� contra Par�s y destruy� el franco.
La paz cartaginesa de Versalles hab�a, para entonces, envenenado todo. Era
un deber patri�tico no pagar impuestos, que ser�an secuestrados para pagos
de reparaci�n a los enemigos. Bajo la influencia de los bolcheviques,
Alemania se hab�a convertido en un caldero partakista comunista que trat� de
tomarse Berl�n. Trabajadores �sovi�ticos� proliferaron. Estibadores y
obreros de los barcos ocuparon comisar�as de polic�a y levantaron barricadas
en Hamburgo.
Los Siglos Rojos Comunistas libraron mortales batallas callejeras con las
milicias de extrema derecha.
Nost�lgicos tramaron la restauraci�n de la monarqu�a Wittelsbach de Baviera
y la antigua moneda,
el t�lero, respaldado por el oro. El Senado de Bremen
emiti� sus propios billetes atados al oro. Otros emitieron monedas
vinculadas al precio del centeno.
Esto no es una representaci�n de Estados Unidos, o Gran Breta�a o Europa en
2010.
Pero debemos tener cuidado de adoptar la presunci�n inversa y excesivamente
tranquilizadora de que se trata de una suave reproducci�n de La D�cada
Perdida de Jap�n, es decir, un proceso lento y en gran medida benigno, de la
ca�da, hacia una deflaci�n mientras el despalancamiento de la deuda ejerce
su disciplina.
Jap�n fue el acreedor externo m�s grande del mundo hace cuando estall� la
burbuja Nikkei hace veinte a�os. Ten�a una tasa de ahorros privados del 15%
del PIB. Los japoneses han reducido gradualmente este porcentaje al 2%,
amortiguando los efectos de la prolongada baja.
Los anglosajones no tienen tal colch�n.
Hay una clara tentaci�n del Oeste de desvincularse de los errores de,
-
la burbuja de activos Greenspan
-
la burbuja de cr�dito Brown
-
la burbuja de la EMU soberano,
...de forma predeterminada, sigilosamente, a trav�s de la inflaci�n.
Pero eso es un peligro para los a�os posteriores. Primero tenemos el choque
de vidas de la deflaci�n. Luego - y s�lo entonces - los bancos centrales
ir�n tan lejos y arriesgar�n perder el control sobre su experimento de
impresi�n, al despegar la velocidad.
Un problema a la vez por favor.
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