Red Voltaire: Profesor Scott, sabiendo que su trabajo no dispone a�n de la
notoriedad que deber�a tener el mundo franc�fono, �pudiera usted comenzar
proporcion�ndonos una definici�n de qu� es la �la Pol�tica profunda� (Deep
Politics) y explic�ndonos la diferencia entre lo que usted llama el �Estado
profundo� y el �Estado p�blico�?
Peter Dale Scott: La expresi�n �Estado profundo� viene de Turqu�a.
Hubo que inventarla en 1996, despu�s del accidente de un auto Mercedes que
rodaba a toda velocidad y cuyos pasajeros eran un miembro del parlamento,
una reina de belleza, un importante capit�n de la polic�a local y el
principal traficante de droga de Turqu�a, quien dirig�a adem�s una
organizaci�n paramilitar -
los Lobos Grises - que asesinaba gente.
�
Se hizo
entonces evidente que exist�a en Turqu�a una relaci�n secreta entre la
polic�a - que oficialmente estaba buscando al hombre que finalmente se
encontraba en aquel auto con un jefe de la polic�a - y aquellos individuos,
que comet�an cr�menes en nombre del Estado.
El Estado para el que se cometen cr�menes no es un Estado que puede mostrar
su propia mano al p�blico. Es un Estado escondido, una estructura secreta.
�
En Turqu�a lo llamaron el �Estado profundo�
[1], y yo mismo ven�a hablando
desde hace tiempo de �Pol�tica profunda�, as� que utilic� esa expresi�n en
mi libro �La Route vers le Nouveau D�sordre Mondial�
(El Camino hacia el Nuevo Desorden Mundial).
Yo defin� la pol�tica profunda como el conjunto de pr�cticas y de
disposiciones pol�ticas, intencionales o no, habitualmente criticadas o no
mencionadas en el discurso p�blico, adem�s de no reconocidas.
�
O sea que la
expresi�n �Estado profundo� - concebida en Turqu�a - no es cosa m�a.
�
Se
refiere a un gobierno paralelo secreto organizado por los aparatos militares
y de inteligencia, financiado por la droga, que se implica en acciones de
violencia de car�cter il�cito para proteger el estatus y los intereses del
ej�rcito de las amenazas que representan los intelectuales, los religiosos y
en ocasiones el gobierno constitucional.
En en libro La Route vers le Nouveau D�sordre Mondial, yo adapto un poco esa
expresi�n para referirme a la m�s amplia conexi�n que existe, en Estados
Unidos, entre el Estado p�blico constitucionalmente establecido, por un lado,
y las fuerzas profundas que se mueven en segundo plano de ese Estado: las
fuerzas de la riqueza, del poder y de la violencia que est�n fuera del
gobierno.
Esa conexi�n podr�amos llamarla la �puerta trasera� del Estado p�blico, [puerta]
que sirve de acceso a fuerzas oscuras situadas fuera del marco legal.
La analog�a con Turqu�a no es perfecta ya que lo que actualmente hemos
podido observar en Estados Unidos no es tanto una estructura paralela si no
m�s bien una amplia zona o ambiente de contactos entre el Estado p�blico y
fuerzas oscuras invisibles.
�
Pero esa conexi�n es considerable, y se necesita
una apelaci�n como �Estado profundo� para describirla.
�
Red Voltaire: Usted escribi� su libro,
La Route vers le Nouveau D�sordre
Mondial, en momentos en que el
r�gimen de Bush se hallaba en el poder y
despu�s lo reactualiz� con vistas a la traducci�n al franc�s.
�
�Piensa usted
que el Estado profundo se ha debilitado, lo cual favorecer�a al Estado
p�blico, como resultado de la elecci�n de
Barack Obama? �O, por el contrario,
se ha reforzado con la crisis y con la actual administraci�n?
Peter Dale Scott:
Despu�s de 2 a�os de presidencia de Obama, tengo que
llegar tristemente a la conclusi�n que la influencia del Estado profundo, o
m�s exactamente de lo que yo llamo en mi �ltimo libro �La M�quina de Guerra
estadounidense� (American War Machine), ha seguido extendi�ndose, como lo ha
hecho bajo cada presidente de Estados Unidos desde la �poca de Kennedy.
Un importante s�ntoma de ello es la manera en que Obama, a pesar de su
ret�rica de campa�a, ha seguido ampliando el campo de aplicaci�n del secreto
dentro del gobierno de Estados Unidos y como ha seguido castigando a quienes
lanzan llamados de alerta:
su campa�a contra
WikiLeaks y contra Julian
Assange, quien ni siquiera ha sido inculpado a�n por el menor crimen, no
tiene precedentes en la historia de Estados Unidos.
Yo sospecho que el miedo
a la publicidad que se percibe en Washington viene de que existe la
conciencia de que las pol�ticas de guerra de Estados Unidos est�n cada vez
m�s desvinculadas de la realidad.
En Afganist�n,
Obama parece haber capitulado ante los esfuerzos del general Petraeus y de otros generales que quer�an garantizar que las tropas
estadounidenses no comenzaran a retirarse de las zonas de combates en 2011,
como hab�a adelantado Obama cuando autoriz� un aumento del n�mero de
soldados en 2009.
�
El �ltimo libro de Bob Woodward, que se titula
Obama�s
Wars (Las guerras de Obama), reporta que durante aquel largo combate que se
produjo dentro de la administraci�n para determinar si hab�a que decidir una
escalada militar en Afganist�n, Leon Panetta, el director de la CIA, le
aconsej� a Obama que,
�ning�n presidente democr�tico puede ir en contra de
los consejos del ej�rcito� As� que h�galo. Haga lo que ellos le dicen.�
Obama dijo recientemente a soldados estadounidenses en Afganist�n:
�Ustedes
cumplen sus objetivos, ustedes tendr�n �xito en su misi�n�.
Este eco de
testimonios anteriores - tontamente optimistas - de Petraeus muestra por qu�
no se hizo en la Casa Blanca una evaluaci�n realista del desarrollo de la
guerra en diciembre de 2010, a pesar del mandato recibido inicialmente.
Al igual que
Lyndon Johnson antes que �l, el presidente est� atrapado ahora
en un cenagal que no se atreve a perder, y que amenaza con extenderse a
Pakist�n as� como a Yemen, si no m�s lejos a�n.
�
Yo sospecho que las fuerzas
profundas que dominan los dos partidos pol�ticos son ahora tan poderosas,
tan coincidentes, y por sobre todo est�n tan interesadas en las ganancias
que la guerra genera, que un presidente est� m�s lejos que nunca de oponerse
a ese poder, ni siquiera ahora cuando se hace cada vez m�s evidente que la
era de dominaci�n mundial de Estados Unidos, al igual que sucedi� en su
tiempo con la de Gran Breta�a, est� a punto de terminar.
En ese contexto, Obama
- sin debate ni revisi�n - ha prolongado el estado de
urgencia interna proclamado despu�s del
11 de
Septiembre, con las dr�sticas
limitaciones de los derechos civiles que ello implica.
�
Por ejemplo, en
septiembre de 2010 el FBI tom� por asalto las oficinas de pac�ficos
defensores de los derechos humanos en Minneapolis y en Chicago bas�ndose en
una decisi�n reciente de la Corte Suprema seg�n la cual la libertad de
expresi�n y el activismo no violentos reconocidos en la Primera Enmienda se
convierten en cr�menes si est�n �coordinados con� o �bajo la direcci�n� de
un grupo extranjero designado como �terrorista�.
�
Es importante se�alar que
en 9 a�os el Congreso no se ha reunido ni una sola vez para discutir el
estado de urgencia decretado por
George W. Bush despu�s del 11 de septiembre,
estado de urgencia que por lo tanto permanece en vigor hoy en d�a.
En 2009, el ex congresista Dan Hamburg y yo lanzamos una exhortaci�n p�blica
al presidente Obama para que pusiera fin al estado de urgencia y llamamos al
Congreso a que realizara las audiencias que su responsabilidad requiere.
Pero el 10 de septiembre de 2009, Obama, sin la menor discusi�n, prolong�
nuevamente el estado de urgencia del 11 de septiembre y lo hizo de nuevo al
a�o siguiente.
�
Mientras tanto, el Congreso ha seguido ignorando las
obligaciones que le impone su propio estatuto.
Un congresista explic� a uno de sus electores que lo previsto en la
National
Emergencies Act se ha hecho inoperante por causa de la COG (Continuity of
Government -
Continuidad del Gobierno), un programa ultra-secreto destinado a organizar la direcci�n del Estado en caso de
situaci�n de urgencia nacional.
�
El programa de la COG fue parcialmente
aplicado el 11 de septiembre por
Dick Cheney, uno de los principales
arquitectos de ese programa desarrollado dentro de un comit� que opera fuera
del gobierno regular desde 1981 (ver a continuaci�n m�s detalles sobre la
COG).
�
De ser cierto que las disposiciones de la National
Emergencies Act se han hecho inoperantes por causa de la COG, ello indicar�a
que el sistema constitucional de contrapoderes ya no se aplica en Estados
Unidos, y que los decretos secretos predominan ahora sobre la legislaci�n
p�blica.
�
Red Voltaire: En ese contexto, �por qu� el Congreso de Estados Unidos no
desempe�a su papel en la limitaci�n de los poderes secretos que se instaur�
despu�s del Watergate?
�
�Qu� consecuencias tuvieron entonces la expulsi�n de
Nixon y el fortalecimiento de la supervisi�n del Congreso sobre las
operaciones secretas de los servicios de inteligencia estadounidenses?
Peter Dale Scott: La estrategia de Nixon para Vietnam consisti� en tratar de
obtener el apoyo del bando opuesto llegando a acuerdos estrat�gicos tanto
con la Uni�n Sovi�tica como con China.
�
Esto encontr� una violenta oposici�n
tanto de parte de los �halcones� como de parte de las �palomas� en el seno
de una naci�n profundamente dividida, y yo creo que los �halcones�
provenientes tanto de la CIA como del Pent�gono fueron part�cipes de la
crisis fabricada del Watergate, que dio lugar a la dimisi�n forzosa de
Nixon.
Despu�s del Watergate, las �palomas� del Congreso - al que se aplic� por
entonces el sobrenombre de �McGovernite� - de 1974 implantaron cierto n�mero
de reformas en nombre de pol�ticas m�s abiertas y p�blicas, aboliendo un
estado de urgencia que se hab�a mantenido desde la �poca de la guerra de
Corea y estableciendo las restricciones jur�dicas y legislativas sobre la
CIA y sobre otros aspectos del gobierno secreto.
�
Esas reformas tuvieron como
respuesta una movilizaci�n concertada tendiente a revertirlas y a
restablecer el statu quo ante.
Aquel debate pol�tico implicaba la existencia, en el seno de la direcci�n
del pa�s, de un desacuerdo entre los llamados �negociantes� y los �prusianos�
y la cuesti�n era saber si,
despu�s del fiasco de Vietnam, Estados Unidos
deb�a esforzarse por volver a su anterior papel de naci�n prominentemente
comerciante o si deb�a responder a la derrota de Vietnam con un aumento
suplementario de sus fuerzas armadas.
Aquella lucha burocr�tica e ideol�gica fue a la vez una lucha por el control
del Partido Republicano. Aquello termin� provocando la ca�da de Nixon y el
gradual redireccionamiento - durante la presidencia de Ford - de la pol�tica
exterior de Estados Unidos de coexistencia pac�fica con la Uni�n Sovi�tica
hacia planes tendientes a debilitar y posteriormente a destruir - bajo la
administraci�n Reagan - lo que este �ltimo llam� �el Imperio del Mal�.
�
Fue
as� como, en octubre de 1975, la implicaci�n muy probable de Dick Cheney y
de
Donald Rumsfeld en la revoluci�n palaciega que los historiadores designan
con el nombre de �Masacre de Halloween� signific� la derrota del
republicanismo moderado de
Nelson Rockefeller.
�
Aquello signific�
esencialmente la reorganizaci�n del equipo de Ford, preparando as� el fin de
la distensi�n.
Dick Cheney y Donald Rumsfeld, que por entonces dirig�an el equipo de la
Casa Blanca del presidente Gerald Ford, y controlaban el Departamento de
Defensa, desempe�aron un papel decisivo en el triunfo final de los prusianos,
al alejar a
Henry Kissinger y nombrar como director de la CIA a
George H.W.
Bush, quien elabor� desde all� un nuevo estimado, m�s alarmista, de la
amenaza sovi�tica, dando as� lugar a la correspondiente explosi�n de los
presupuestos de defensa y al sabotaje de la pol�tica de distensi�n.
�
Desde
entonces, hemos podido observar en la econom�a estadounidense una influencia
cada vez m�s importante de lo que Dwight D. Eisenhower hab�a llamado, en
el
hist�rico discurso de fin de mandato que pronunci� el 17 de enero de 1961,
el �complejo militar-industrial�.
Hoy en d�a nos encontramos sometidos a un nuevo estado de urgencia ampliado,
y la supervisi�n del Congreso sobre las operaciones secretas del Estado
profundo de Estados Unidos se ha hecho casi inexistente.
�
Por ejemplo, la
supervisi�n con mandato jur�dico del Congreso sobre las operaciones secretas
de la CIA se ha evitado con �xito gracias a la creaci�n, en 1981, del Joint Special Operations Command (JSOC) en el Pent�gono, al igual que la
supervisi�n sobre
las operaciones que dirigi� el general Stanley McChrystal
antes de su nombramiento como comandante de las tropas de la OTAN en
Afganist�n.
�
Red Voltaire: En su anterior respuesta usted mencion� brevemente el
importante papel de George Bush padre en el sabotaje de la pol�tica de
distensi�n que hab�a implementado Kissinger. Fue sin embargo muy breve el
periodo de Bush a la cabeza de la CIA.
�
�El reemplazo de George H. W. Bush
por el almirante Stanfield Turner, m�s moderado, a la cabeza de esa agencia
increment� el control de las operaciones secretas de los diferentes
elementos del Estado profundo de Estados Unidos?
Peter Dale Scott: No, en lo absoluto.
�
Sucedi� lo contrario ya que ciertos
actores claves de lo que acabo de explicar, ya excluidos de la CIA como
consecuencia de la nominaci�n del almirante Turner, se buscaron una nueva
�casa� trabajando para el llamado
Safari Club.
�
El Safari Club era una
organizaci�n secreta fuera de todo control que reun�a a los directores de
los servicios de inteligencia de numerosos pa�ses - como Francia, Egipto,
Arabia Saudita e Ir�n. Estimulada esencialmente por el entonces director del
espionaje franc�s, el difunto Alexandre de Marenches, aquella organizaci�n
ten�a como objetivo completar secretamente las acciones de la CIA mediante
la realizaci�n de otras operaciones anticomunistas en �frica, Asia Central y
Medio Oriente - operaciones que escapaban a todo control del Congreso
estadounidense.
Despu�s, en 1978,
Zbigniew Brzezinski - que no era miembro del Safari Club
- implement� una forma de escapar al control del almirante Turner mediante la
creaci�n de una unidad especial de la Casa Blanca con Robert Gates, el
actual secretario de Defensa, que era por aquel entonces un joven agente
operacional de la CIA.
�
Bajo la direcci�n de Brzezinski, oficiales de la CIA
se aliaron a la agencia de inteligencia de Ir�n, la SAVAK, para enviar
agentes islamistas a Afganist�n, desestabilizando as� aquel pa�s de manera
tal que aquello condujo a la invasi�n de Afganist�n por parte de la Uni�n
Sovi�tica en 1980.
La siguiente d�cada, que se caracteriz� por la implicaci�n secreta de la CIA
en Afganist�n, fue determinante en la transformaci�n de aquel pa�s en un
vivero de cultivo de la amapola del opio, del tr�fico de hero�na y del
islamismo yihadista.
Hay muy buenos libros sobre ese tema publicados hace algunos a�os
- uno por
Tim Weiner, el otro por John Prados. Pero, como se dirigieron a oficiales de
la CIA que les mostraron s�lo algunos documentos que acababan de ser
desclasificados, esos autores no hablan de la droga en sus libros.
La
conexi�n de los narc�ticos es tan profunda que no se menciona en los
documentos de la CIA que se han hecho p�blicos.
�
Pera la cooperaci�n de la
CIA, dirigida por William Casey desde 1981, con el banco de la droga llamado
Bank of Credit and Commerce International (BCCI) estimul� la creaci�n en
Afganist�n de una inmensa narco-econom�a, cuyas consecuencias
desestabilizadoras ayudan a explicar por qu� hay soldados de la OTAN,
afganos y pakistan�es muriendo diariamente en esos lugares [2].
El BCCI fue un
enorme banco de lavado de fondos provenientes de la droga.
Corromp�a, con sus presupuestos y sus recursos, a pol�ticos de primer plano
en el mundo entero� presidentes, primeros ministros�
�
Y una parte de ese
dinero sucio - de eso no se habla mucho, pero es la realidad - llegaba a
pol�ticos en Estados Unidos, a pol�ticos de los dos partidos, y esa es una
de las principales razones que explican por qu� nunca logramos que el
Congreso abriera una investigaci�n contra el BCCI. Hubo de hecho un informe
del Senado, que fue publicado, firmado por un republicano, Hank Brown, y por
un dem�crata, John Kerry.
�
Y Brown felicit� a Kerry por haber tenido el
coraje de escribir aquel informe cuando tantas personas de su partido
estaban vinculadas al BCCI.
Este banco fue un factor primordial en la creaci�n de conexiones con gente
como
Gulbuddin Hekmatyar, probablemente el principal traficante de hero�na
del mundo entero en los a�os 1980. Se convirti� [Hekmatyar] en el principal
beneficiario de la generosidad de la CIA, que se complet� con una suma
similar de dinero proveniente de Arabia Saudita.
�
�Hay algo terriblemente
nefasto en este tipo de situaci�n!
�
�
Nacido en Montreal en 1929, Peter Dale Scott es un ex-diplom�tico, poeta y
autor canadiense.
Es tambi�n profesor em�rito de Literatura Inglesa en la
Universidad de Berkeley, estado de California.
Es conocido por sus
posiciones contra la guerra y por sus cr�ticas sobre la pol�tica exterior de
Estados Unidos.
Peter Dale Scott es adem�s un autor y analista pol�tico
reconocido tanto por la cr�tica como por sus colegas,
entre los que se
encuentra su amigo Daniel Ellsberg, reconocido a su vez como �el hombre que
hizo caer a Nixon�.
Red Voltaire: En 1976, Jimmy Carter fue electo en base a un programa de
reducci�n de los gastos militares y de distensi�n con la Uni�n Sovi�tica, lo
que en realidad no se concret� en los 4 a�os de su mandato.
�
�Puede usted
explicarnos por qu�? �Ser� que su consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew
Brzezinski - a quien usted mencion� en su anterior respuesta - desempe�� alg�n
papel en aquella pol�tica exterior, sensiblemente m�s agresiva que lo que se
esperaba?
Peter Dale Scott: Los medios de difusi�n presentaban a Carter como un
candidato populista, como un granjero sure�o cultivador de man�.
�
Pero la
realidad profunda era que Carter hab�a sido preparado para la presidencia
por Wall Street, particularmente por la
Comisi�n Trilateral, financiada a su
vez por
David Rockefeller y dirigida por
Zbigniew Brzezinski.
Brzezinski, un polaco furiosamente antisovi�tico, se convirti� entonces en
el consejero de Seguridad Nacional de Carter. Y desde el principio de aquel
mandato [Brzezinski] interfiri� continuamente al secretario de Estado Cyrus
Vance para mantener una pol�tica una pol�tica exterior m�s vigorosamente
antisovi�tica. En ese aspecto, Brzezinski actu� en contra de los objetivos
planteados de la Comisi�n Trilateral, de la que el presidente Carter hab�a
sido miembro.
La idea subyacente de la Comisi�n Trilateral era una imagen m�s bien
atrayente de un mundo multipolar en el que Estados Unidos hubiese
desempe�ado un papel de mediador entre el Segundo Mundo, o sea el bloque
sovi�tico, y el Tercer Mundo, que era lo que en aquel momento se designaba
como los pa�ses subdesarrollados o menos desarrollados�
�
Entre par�ntesis, yo
detesto esa expresi�n, porque viv� en Tailandia y, en ciertos aspectos, �ellos
est�n mucho m�s desarrollados que nosotros!
En resumen, al ser electo, Carter nombro como secretario de Estado a un
verdadero trilateralista, Cyrus Vance, y ten�a como consejero de Seguridad
Nacional a Zbigniew Brzezinski, quien estaba decidido a utilizar el Estado
profundo para hacerle a la Uni�n Sovi�tica tanto da�o como le fuera posible.
�
Y la mayor parte de lo que se interpret� como los ��xitos� del r�gimen de
Reagan claramente se inici� en la �poca de Brzezinski.
Fue una renuncia total de aquello a lo que se hab�a comprometido la Comisi�n
Trilateral. El pobre Carter fue electo porque hab�a prometido cortes en el
presupuesto de Defensa y, antes de su salida [de la Casa Blanca], hab�a
metido al Departamento de Defensa en masivos aumentos presupuestarios que,
una vez m�s, fueron asociados a Reagan aunque en realidad hab�an comenzado
antes.
Por consiguiente, una masiva campa�a tendiente a un aumento de los
presupuestos de defensa - campa�a discretamente realizada por ricos
industriales del aparato militar que actuaban a trav�s del Comit� sobre el
Peligro Presente - llev� la opini�n p�blica estadounidense a fortalecer el
esfuerzo de Brzezinski a favor de una presencia y de una pol�tica exterior
estadounidenses m�s militantes, sobre todo en el Oc�ano �ndico.
�
Red Voltaire: Despu�s de haber sido un hombre muy influyente con el
presidente Gerald Ford, Dick Cheney - junto a su mentor Donald Rumsfeld y
junto al vicepresidente George H. W. Bush - fue, a partir de la presidencia
de Reagan, uno de los hombres claves del programa ultrasecreto de �Continuidad
del Gobierno� (Continuity of Government, COG).
�
�Puede usted explicarnos en
qu� consiste ese programa? �Ya se ha aplicado, aunque sea parcialmente?
Peter Dale Scott: Desde el comienzo de la presidencia de Reagan, en 1981, se
cre� un grupo secreto, fuera del gobierno regular, para trabajar sobre la
llamada Continuidad del Gobierno (�Continuity of Government� o COG) o, dicho
de otra manera, en planes de la COG destinados a organizar la gesti�n del
Estado en caso de urgencia nacional.
�
Ese programa era inicialmente una
extensi�n de planes preexistentes destinados a responder a un ataque nuclear
que decapitara la direcci�n de Estados Unidos. Pero, antes del fin del
mandato de Reagan, su orden ejecutiva n�mero 12686 de 1988 modific� los
t�rminos [de dichos planes] para que cubrieran cualquier tipo de urgencia.
La COG es otra de las cosas que se asocian a Reagan, pero aquellos planes en
realidad comenzaron en la �poca de Carter, aunque es posible que este �ltimo
nunca haya estado al corriente de ello.
�
En efecto, Carter cre�
la FEMA (Agencia Federal de Manejo de Situaciones de Urgencia
- siglas en ingl�s),
que hist�ricamente siempre fue la estructura de planificaci�n de la COG.
Lo que resulta bastante chocante es que aunque los planes de la COG son
planes extremos, el Congreso no estaba al corriente de ellos en los a�os
1980. S�lo un peque�o grupo - en el que se encontraban Oliver North, Dick
Cheney y Donald Rumsfeld - estaba encargado de trabajar en esos planes en
virtud de una orden ejecutiva altamente secreta de Reagan emitida en 1981,
como ya expliqu� anteriormente.
La cuesti�n de la COG se mencion� p�blicamente por primera vez en 1987,
durante las audiencias sobre el esc�ndalo Ir�n-Contras, cuando un miembro
del Congreso nombrado Jack Brooks le pregunt� a Oliver North:
�Coronel
North, en el marco de su trabajo en el Consejo de Seguridad Nacional, �no le
asignaron a usted en un momento dado la planificaci�n de la continuidad del
gobierno en caso de un desastre de envergadura?�
Agreg� el congresista Brooks:
�Yo estaba particularmente preocupado, se�or presidente, porque le�
en varios diarios de Miami y en algunos m�s que hab�a un plan elaborado, por
esta misma agencia, un plan de contingencia en caso de urgencia que
suspender�a la Constituci�n de los Estados Unidos. Aquello me inquiet� mucho
y me pregunt� si era un aspecto en el cual hab�a trabajado �l. Yo creo que
as� es y quer�a tener esa confirmaci�n.�
El senador Inouye, director de aquella comisi�n investigadora del Congreso,
le respondi� con un poco de nerviosismo:
�Con todo respeto, �puedo pedirle
que no se toque ese tema en este momento? Si queremos abordarlo, estoy
seguro que pueden hacerse arreglos para una sesi�n ejecutiva.�
Est� claro
que las preguntas del congresista Brooks eran sobre la �Continuidad del
Gobierno�, y aquellos arreglos para la realizaci�n de una sesi�n ejecutiva
nunca tuvieron lugar.
Cheney y Rumsfeld - dos figuras claves del programa de la COG
- siguieron
participando en esos planes y ejercicios, muy onerosos, a lo largo de dos
d�cadas sucesivas, incluso en momentos en que, hacia fines de los a�os 1990,
los dos eran directores de empresas privadas que nada ten�an que ver con el
gobierno.
�
Se ha dicho que el nuevo blanco que sustituy� a la Uni�n Sovi�tica
fue el terrorismo, pero algunos periodistas han mencionado que desde
principios de los a�os 1980 hab�a importantes planes destinados a hacer
frente al tipo de manifestaciones que, seg�n la mentalidad de Oliver North y
de otros como �l, hab�an llevado a la derrota de Estados Unidos en Vietnam.
Nadie duda que los planes de la COG se hayan aplicado parcialmente durante
el 11 de septiembre, paralelamente a un estado de urgencia proclamado
oficialmente. Este �ltimo sigue a�n en vigor al cabo de 9 a�os, a pesar de
una ley posterior al Watergate que exige ya sea una aprobaci�n o un cese de
una urgencia nacional por parte del Congreso cada 6 meses.
�
Los planes de la
COG son un secreto celosamente guardado, pero en los a�os 1980 hubo informes
que se�alan que esos planes implicaban medidas de vigilancia y detenciones
sin mandato, as� como una militarizaci�n permanente del gobierno. En cierta
medida, esos cambios claramente se aplicaron despu�s del 11 de septiembre.
No hay manera de determinar cu�ntos cambios constitucionales ocurridos desde
del 11 de septiembre pueden tener su origen en la planificaci�n de la COG.
Sabemos, sin embargo, que nuevas medidas de aplicaci�n de la COG fueron
instauradas nuevamente en 2007, cuando el presidente Bush emiti� la
National
Security Presidential Directive 51 (Directiva Presidencial de Seguridad Nacionale, o NSPD-51/HSPD-20).
�
Esa directiva estipulaba lo que la FEMA
posteriormente llam� �una nueva visi�n para garantizar la continuidad de
nuestro gobierno�, y fue seguida posteriormente por un nuevo National
Continuity Policy Implementation Plan (Plan de Implementaci�n de la Pol�tica
de Continuidad Nacionale).
La NSPD-51 invalid� tambi�n la PDD 67, que era la directiva de la COG del
decenio anterior elaborada por Richard Clarke, quien era por aquel entonces
el �zar� del contraterrorismo en Estados Unidos desde la �poca de Clinton.
�
En fin, la NSPD-51 hizo referencia a nuevos �anexos clasificados sobre la
continuidad�, se�alando que deben,
�ser protegidos contra toda divulgaci�n no
autorizada�.
Bajo la presi�n de algunos de sus electores que se hab�an movilizado a favor
de la apertura de una verdadera investigaci�n sobre el 11 de septiembre, el
congresista Peter DeFazio, miembro de la Comisi�n sobre la Seguridad
Interior, present� dos pedidos para consultar esos anexos.
Su primer pedido fue rechazado. DeFazio present� entonces un segundo pedido,
mediante una carta firmada por el presidente de su Comisi�n.
�
El pedido fue
rechazado de nuevo. Una vez m�s, como ya dije en mi respuesta a la segunda
pregunta de esta entrevista, esto parece indicar que el sistema
constitucional de contrapoderes ya no se aplica en Estados Unidos y que los
decretos secretos est�n ahora por encima de la legislaci�n p�blica.
�
Red Voltaire: En La Route vers le Nouveau D�sordre Mondial, usted afirma que
la Comisi�n Nacional Investigadora sobre el 11 de septiembre - cuyos miembros
fueron nombrados por el gabinete de George W. Bush y cuyo Informe Final fue
redactado por el equipo del director ejecutivo Philip Zelikov - incurri� en
repetidos enga�os sobre el tema del 11 de septiembre, sobre todo en lo
tocante a las actividades de Dick Cheney en aquella ma�ana.
�
�Puede usted
explicar a nuestros lectores ese aspecto en particular?
Peter Dale Scott: Inicialmente, George W. Bush se resisti� a toda
investigaci�n sobre el
11 de Septiembre, hasta que el Congreso impuso una
Comisi�n Investigadora, en respuesta a una eficaz campa�a de las familias de
las victimas [3] Thomas Kean y Lee Hamilton, los dos directores de la
Comisi�n, prometieron p�blicamente guiarse por las preguntas sin respuestas
de las familias de las v�ctimas, como por ejemplo:
-
saber qui�nes eran
realmente los presuntos secuestradores de los aviones
-
c�mo fue que se
derrumbaron 3 edificios del World Trade Center, cuando uno de ellos ni
siquiera lleg� a recibir el impacto de un avi�n
Finalmente, esas preguntas, al igual que otras muchas interrogantes, ni
siquiera llegaron a mencionarse.
�
Asimismo, la Comisi�n recogi� gran cantidad
de testimonios contradictorios y, en muchas ocasiones, reescribi� ciertos
relatos. Bajo la estrecha supervisi�n de Philip Zelikow, el director de
aquella Comisi�n quien por mucho tiempo hab�a sido empleado del gobierno en
cuestiones de seguridad nacional, el Informe de la Comisi�n sobre el 11 de
Septiembre ignor� ciertas contradicciones y corrigi� otras de una forma que
fue cuestionada por numerosos cr�ticos.
El Informe atribuy� la ausencia de respuestas [de la defensa estadounidense]
de aquel d�a a un caos y a una ruptura sist�mica, ignorando as� otros
testimonios de Cheney, seg�n los cuales �l desempe�� aquel d�a un papel
preponderante.
�
La Comisi�n ignor� igualmente importantes contradicciones y
dudas sobre el testimonio que hab�a prestado Cheney. Un tema crucial que la
Comisi�n no investig� de manera expl�cita fue la aplicaci�n de los planes de
la COG [durante los hechos] el 11 de septiembre (p.555, nota 9).
Tampoco mencion� la comisi�n de estudios sobre el terrorismo de Cheney
- reunida
por decreto de Bush en mayo de 2001 - que fue citada como fuente de origen de
una orden del Comit� de Jefes del Estado Mayor Conjunto [el JCS, seg�n sus
siglas en ingl�s] que databa del 1� de junio de 2001.
�
Aquella orden modific�
[u obstaculiz�, haci�ndolas inoperantes] las condiciones de intercepci�n de
los aviones secuestrados por parte de la fuerzas a�rea.
Para lograr su recuento restringido sobre la responsabilidad de Cheney [en
lo sucedido] aquel d�a, la Comisi�n tambi�n rest� importancia - y de manera
flagrante - a varios recuentos de testigos oculares [que estaban] en completo
desacuerdo con la cronolog�a de la propia Comisi�n, particularmente los del
director del contraterrorismo Richard Clarke y del secretario de Transportes
Norman Norman Mineta.
�
Red Voltaire: Gran parte de La Route vers le Nouveau D�sordre Mondial
- un
libro verdaderamente muy rico debido a la cantidad e importancia de los
temas que aborda - trata sobre la geopol�tica del petr�leo, de la droga y del
armamento y la manera como el Estado profundo estadounidense la maneja en
Asia Central y en el Medio Oriente desde la �poca del presidente Carter.
�
Sabiendo que la �guerra contra el terrorismo� perdura y se extiende hoy en
m�s de 60 pa�ses - principalmente a trav�s de operaciones secretas�, �cu�les
son en su opini�n los verdaderos or�genes y objetivos de esta?
Peter Dale Scott: Al principio de la �guerra contra el terrorismo� estaba
muy claro que los consejeros estrat�gicos de los dos partidos, al igual que
los grupos de reflexi�n (think tanks, en espa�ol tanques pensantes, son
centros o institutos de propaganda y/o difusi�n de ideas pol�ticas ) como el
Council on Foreign Relations, estaban preocupados por la necesidad que seg�n
ellos ten�a Estados Unidos de preservar su dominio hist�rico sobre los
mercados petroleros mundiales.
�
Produjeron documentos que apoyaban la idea de
un incremento de la fuerza militar de Estados Unidos en la regi�n del Golfo
P�rsico, as� como la idea de adoptar planes militares destinados, en
particular, a ocuparse de Sadam Husein.
Hoy en d�a, la �guerra contra el terrorismo� ha seguido extendi�ndose, y nos
dicen que los militantes salafistas se han desplazado - como era de esperar
- hacia nuevas regiones del mundo, sobre todo hacia Somalia y Yemen, para
preparar sus represalias.
�
La �guerra contra el terrorismo� se ha convertido
por lo tanto en un ensayo para la actual doctrina estrat�gica de Estados
Unidos tendiente a implantar un �dominio total� [�Full-spectrum dominance�],
como fue definida en el importante informe del Pent�gono titulado
Joint Vision 2020, llamando entonces a garantizar,
�la capacidad de las fuerzas
estadounidenses, operando solas o con el apoyo de los aliados, para derrotar
a cualquier enemigo y controlar cualquier situaci�n mediante la gama de
operaciones militares [disponibles]�.
Desde la Segunda Guerra Mundial cada una de esas escaladas ha sido conducida
por un lobby de la Defensa financiado originalmente por el complejo militar-industrial
y actualmente por media docena de fundaciones de derecha que disponen de
fondos ilimitados.
�
Con el tiempo, su personal ha ido emigrando de grupo en
grupo - el American Security Council, el Comit� sobre el Peligro Presente, el
Proyecto para el Nuevo Siglo Americano y, actualmente, el Center for
Security Policy (CSP).[4]
�
Pero sus objetivos han ido ampli�ndose con el
paso de los a�os yendo as� de maximizar la presencia estadounidense hasta
restringir las libertades individuales para impedir la reaparici�n de
cualquier tipo de movimiento antiguerra en Estados Unidos. Yo abordo la
expansi�n de esta facci�n del sector de la defensa en mi m�s reciente libro,
American War Machine.
Esa agenda incluye cada vez m�s el maccarthysmo, por no decir el fascismo.
Cierto n�mero de grupos est�n alimentando una histeria islam�foba que
recuerda la histeria anticomunista de los a�os 1950, llamando a una guerra
aparentemente sin fin contra el Islam.
�
Por ejemplo, el CSP [Centro para la
Pol�tica de Seguridad, siglas en ingl�s. Ndt.] public� recientemente un
documento titulado Shariah, The Threat to America [5], en el que proclama
que la sharia es �la amenaza totalitaria de nuestra �poca�, con advertencias
alarmistas sobre una �yihad infiltrada� y una �yihad demogr�fica�.
�
Red Voltaire: Esa �guerra contra el terrorismo�, cuyos verdaderos
fundamentos y objetivos est�n lejos de ser expuestos expl�citamente por los
gobiernos de los pa�ses miembros de la OTAN, comenz� en Afganist�n, en 2001.
�
En ese Estado, poderosos se�ores de la guerra aliados a Estados Unidos en
los a�os 1980 - en la �poca en que los muyahidines combat�an a las tropas
sovi�ticas - son actualmente destacados actores del conflicto en �AfPak�, la
entidad geopol�tica que abarca Afganist�n y Pakist�n.
�
Tomemos como ejemplo
simb�lico el caso de
Gulbuddin Hekmatyar. La opini�n p�blica de los
diferentes pa�ses de la OTAN no parece darse realmente cuenta de qui�n es
este se�or Hekmatyar.
�
�Puede usted proporcionarnos informaci�n sobre �l? En
su opini�n, �c�mo simboliza [Hekmatyar] el peligro que representa una
pol�tica exterior estadounidense que, por falta de control legislativo y de
visibilidad p�blica, ha provocado la explosi�n del tr�fico de droga a nivel
global?
Peter Dale Scott: Al disponer de pocos agentes leales en Afganist�n, Estados
Unidos decidi� realizar su Operaci�n Cicl�n a trav�s de los que estaban a la
disposici�n de la Inter-Services Intelligence (ISI, los servicios secretos
pakistan�es).
�
Pakist�n, temiendo a su vez a los reclamos de los verdaderos
nacionalistas afganos que reivindican sus propios territorios fronterizos,
dirigi� el volumen de las ayudas provenientes de Estados Unidos y de Arabia
Saudita hacia dos extremistas cuya base de apoyo en Afganist�n era muy
restringida:
-
Abdul Rasul Sayyaf
-
Gulbuddin Hekmatyar
Este �ltimo, miembro de la etnia pasht�n y de la tribu Ghilzai, originario
de norte no pasht�n, fue entrenado inicialmente para la resistencia violenta
bajo la direcci�n de los pakistan�es. Fue al parecer el �nico l�der afgano
que reconoci� expl�citamente la l�nea Durand que define la frontera entre
Afganist�n y Pakist�n.
�
Para compensar el apoyo que no ten�an entre la
poblaci�n local, Sayyaf y Hekmatyar cultivaron y exportaron opi�ceos de
forma masiva en los a�os 1980, tambi�n con apoyo del ISI.
Fue por esa misma raz�n que los dos colaboraron con los muyahidines
extranjeros - o sea, con los iniciadores de lo que hoy se ha dado en llamar
al-Qaeda - que por entonces aflu�an hacia Afganist�n, y Hekmatyar en
particular parece haber desarrollado una estrecha relaci�n con Osama Ben
Laden. Aquella afluencia de fundamentalistas wahabitas y deobanditas trajo
como importante consecuencia el debilitamiento de la versi�n tradicional
sufista del Islam local.
Durante la campa�a antisovi�tica, las fuerzas de Hekmatyar mataron cierta
cantidad de personas que apoyaban a Ahmed Shah Masud, la principal amenaza
para los planes de Hekmatyar - planes que contaban adem�s con el apoyo del ISI
- que consist�an en dominar el Afganist�n postsovi�tico.
�
Despu�s de la
retirada de estos �ltimos, la CIA - actuando en contra de las recomendaciones
del Departamento de Estado - utiliz� tambi�n a Hekmatyar para impedir la
constituci�n de un gobierno de reconciliaci�n nacional, lo cual condujo a
una guerra civil que provoc� la muerte de miles de personas en los a�os
1990.
Desde la invasi�n de Estados Unidos contra Afganist�n en 2001, Hekmatyar ha
dirigido su propia facci�n de combatientes para obtener una retirada de las
tropas de la OTAN, aunque parece m�s abierto que los talibanes en cuanto a
integrarse a un gobierno de coalici�n dirigido por el actual presidente
Hamid Karzai.
�
En Washington, importantes funcionarios de la defensa - como
Michael Vickers - todav�a se refieren a la Operaci�n Cicl�n como �la acci�n
clandestina m�s exitosa� en la historia de la CIA.
No parecen preocupados por el hecho que ese
programa de la CIA haya
contribuido a generar y a desencadenar algo como al-Qaeda - la nueva
justificaci�n postsovi�tica para los aumentos sin precedentes de los
presupuestos de defensa - ni tampoco por haber conferido a Afganist�n su
actual papel de principal fuente mundial de hero�na y hach�s.
�
Red Voltaire: En conclusi�n, ante la situaci�n financiera, econ�mica,
pol�tica, social e incluso moral existente en Estados Unidos, as� como en
numerosos pa�ses a trav�s del mundo, �tiene usted confianza en el futuro?
�
�Ve
usted indicios estimulantes de una mayor influencia de lo que usted llama la
�voluntad prevaleciente de los pueblos� en la toma de decisiones pol�ticas,
un proceso que es hoy por hoy m�s olig�rquico que nunca?
Peter Dale Scott: Se dice que deber�amos ver cada crisis como una
oportunidad.
�
La crisis de Estados Unidos, que es tambi�n la del mundo,
pudiera ser ciertamente la ocasi�n de introducir reformas de gran
envergadura en los procesos del capitalismo de mercado que engendraron
diferencias tan grandes entre los muy ricos y los muy pobres.
Desgraciadamente, debido a esos procesos, las pol�ticas tradicionales y los
m�todos de movilizaci�n se han hecho m�s ineficaces a�n de lo que ya eran
anteriormente.
En mi libro �La Route vers le Nouveau D�sordre Mondial�, yo defiendo el
hecho que importantes cambios sociales son posibles cuando la opresi�n da
lugar a la formaci�n de una opini�n p�blica unida - o de lo que yo llamo �la
voluntad prevaleciente de los pueblos� - en oposici�n a esa opresi�n.
�
Hago
referencia a ejemplos como el movimiento por los derechos c�vicos en el sur
de Estados Unidos, o el movimiento polaco
Solidarnosc.
Desarrollos tecnol�gicos como Internet han facilitado m�s que nunca la uni�n
de las personas, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Pero la
tecnolog�a ha perfeccionado tambi�n los instrumentos autoritarios de
vigilancia y represi�n, haciendo la movilizaci�n activista m�s dif�cil que
antes.
�
Por consiguiente, el futuro es muy incierto. Pudiera decirse que
el
sistema global actual est� m�s inestable que nunca y que es posible que
alg�n tipo de prueba de fuerza logre cambiarlo.
En todo caso, yo estoy convencido de que estamos viviendo un periodo
particularmente estimulante. La juventud debe continuar uni�ndose como
siempre lo ha hecho a movimientos que aspiran al cambio social, y a crear
nuevos espacios propicios al intercambio global.
�
Y, por sobre todo, no hay
ninguna excusa para la desesperaci�n.
�
Red Voltaire: Le agradecemos sus esclarecedoras respuestas, profesor Scott.
Le deseamos que su primer libro traducido al franc�s encuentre entre el
p�blico franc�fono el gran �xito que merece.
�