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del Sitio Web�TruthDig
traducci�n de
Adela Kaufmann � � � �
� � � Los��ltimos d�as del imperio�dan un amplio empleo y poder de los irresponsables, los locos y a los idiotas. � Estos pol�ticos�y propagandistas de la corte, contratados para ser el rostro p�blico en el barco que se hunde, enmascaran el verdadero trabajo de la tripulaci�n, que est� robando sistem�ticamente a los pasajeros, el barco va hacia abajo.�Los mandarines del poder est�n en la caseta ladrando rid�culas �rdenes y viendo cu�n r�pido que pueden armar los motores.� � Se pelean como ni�os por el tim�n del barco, a medida que el barco se dirige a toda velocidad hacia un gigantesco campo de hielo.�Vagan por las cubiertas dando pomposos discursos.�Gritan que el SS Estados Unidos es el mayor barco jam�s construido.�Ellos insisten en que disponen de la tecnolog�a m�s avanzada y que encarnan las m�s altas virtudes. �
Y entonces, con una
repentina e inesperada furia, nos dirigimos cuesta abajo a las fr�gidas
aguas.�
� Hombres y mujeres de impresionante mediocridad y depravaci�n guiaron las monarqu�as de Europa y Rusia, a las v�speras de la Primera Guerra Mundial y Estados Unidos, en su propia decadencia, ha ofrecido su parte de debiluchos, imb�ciles y est�pidos para guiarlos a la destrucci�n. � Una naci�n� todav�a basada en la realidad nunca glorifica a charlatanes como, �
...mientras contaminan las ondas a�reas. � Si tuvi�ramos alguna idea de lo que realmente nos est� ocurriendo a nosotros, nos hemos alzado en furia contra�Barack Obama, cuyo legado ser� la completa capitulaci�n ante las exigencias de, Nos habr�amos unido en torno a esos pocos, tales como�Ralph Nader, quien denunci� un sistema monetario basado en el juego y la impresi�n sin fin de dinero y conden� la voluntaria destrucci�n de los ecosistemas.�Nos habr�amos amotinado.�Habr�amos tra�do de vuelta el barco.� � Las�poblaciones de los moribundos imperios�son pasivas porque son comedores de lotos.� � Hay una narc�tica enso�aci�n como entre aquellos dispar�ndose hacia el olvido.�Se refugian en el sexo, el mal gusto y la locura, refugios que son moment�neamente placenteros pero que aseguran la autodestrucci�n.�Ellos conf�an ingenuamente que todo va a funcionar. � Como especie,�Margaret Atwood�observa en su dist�pica novela �Oryx y Crake�,
Y promesas absurdas de esperanza y gloria son infinitamente servidas por la industria del entretenimiento, la �lite pol�tica y econ�mica, la clase de cortesanos que se hacen pasar por periodistas, los gur�s de autoayuda como Oprah y sistemas de creencias religiosas que aseguran a sus seguidores que�'Dios'�siempre los�proteger� a�ellos.� � Es un autoenga�o colectivo, un refugio en el pensamiento m�gico.
Cultura y� alfabetizaci�n, en la etapa final de decadencia, son sustituidas por las ruidosas diversiones y vac�os clich�s. � El estadista romano�Cicer�n�arremeti� contra su equivalente antiguo - la arena.�Cicer�n, por su honestidad, fue perseguido y asesinado y sus manos y cabeza fueron cortadas. � Su cabeza cortada y su mano derecha, que hab�a escrito las Filipicas, fueron clavados en la plataforma del orador en el Foro. � La multitud rug�a, mientras que la �lite romana escup�a en su cabeza, alegremente les dijeron que nunca iba a hablar o a escribir de nuevo.�En la era moderna, esta t�xica, cacofon�a sin sentido, nuestra propia versi�n del espect�culo y las luchas de gladiadores, de pan y circo, se bombea en las ondas a�reas� en ciclos de 24 horas.� � La vida pol�tica se ha fundido en un culto a las celebridades.�La educaci�n es ante todo profesional.�Los intelectuales son expulsados y despreciados.�Los artistas no pueden ganarse la vida.�Pocas personas leen libros. � El pensamiento ha sido desterrado, especialmente en las universidades y colegios, donde los pedantes t�midos y arribistas baten tonter�as acad�micas.�
Y la nuestra ha sido destruida.�El placer sensual y la eterna juventud son nuestras obsesiones primordiales. � El emperador romano�Tiberio, al final, huy� a la isla de Capri y convirti� su palacio junto al mar en una casa de desenfrenada lujuria y violencia.
Tiberio entren� a ni�os peque�os, a los que llamaba sus pececillos, para que retozaran con �l en el agua y le realizaran sexo oral.�Y despu�s de ver su tortura prolongada, har�a arrojar a los cautivos al mar desde un acantilado cerca de su palacio. � Tiberio ser�a seguido por Cal�gula y Ner�n.
El antrop�logo�Joseph Tainter�en su libro "El Colapso de las Sociedades Complejas" vio el colapso de las civilizaciones desde los romanos a los maya. � Lleg� a la conclusi�n que se desintegr� porque finalmente no pudieron sostener las complejidades burocr�ticas que hab�an creado.�Las capas de burocracia demandan cada vez m�s la explotaci�n, no s�lo del medio ambiente sino de las clases trabajadoras. � Ellos son calcificados por los sistemas que no son capaces de responder a la realidad cambiante que les rodea.�Ellos, al igual que nuestras universidades y escuelas �lite de negocios, baten administradores de sistemas, personas a quienes se les ense�a a no pensar, sino a servir ciegamente al sistema. � Estos administradores de sistemas saben s�lo c�mo perpetuarse a s� mismos y al sistema al que sirven, a pesar de que ese sistema significa destripar a la naci�n y al planeta. � Nuestras elites�y bur�cratas agotan la tierra para sostener un sistema que funcion� en el pasado, sin ver que ya no funciona. � Las �lites, en lugar de contemplar la reforma, lo que pondr�a en peligro sus privilegios y poder, se retiran en el ocaso del imperio dentro de recintos amurallados, como la Ciudad Prohibida o Versalles.�Ellos�inventan su propia realidad.� � Aquellos de Wall Street y en las salas de juntas corporativas han replicado este comportamiento.�Insisten en que la continua dependencia de combustibles f�siles y las especulaciones sostendr� el imperio. �
Los recursos del Estado,
como se�ala Tainter, se encuentran al final de extravagantes proyectos cada
vez m�s dilapidados y sin sentido, y en aventuras imperiales.�Y entonces todo colapsa.�
� Es m�s agradable, lo confieso, estar hipnotizado frente a nuestras alucinaciones electr�nicas.�Es f�cil comprobar intelectualmente.�Es m�s gratificante empaparse de hedonismo y� enfermedad de cultos al ego y al dinero.�Es m�s reconfortante hablar sobre chismes de la far�ndula y el ignorar o descartar lo que es la realidad.�
� � Es, como siempre, al final, una gran�cleptocracia.�
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