Trismegisto:
�No sabes, Asclepio, que Egipto es una imagen del cielo o, para
hablar m�s exactamente, en Egipto todas las operaciones de los
poderes que gobiernan y trabajan en el cielo han sido transferidas a
la tierra?
No, m�s bien deber�a decirse que todo el Kosmos habita en esta
nuestra tierra como en su santuario.
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Y, sin embargo, dado que es
apropiado que los hombres sabios tengan conocimiento de todos los
eventos antes de que sucedan, no debes ignorar esto:
llegar� un
momento en que se ver� que en vano los egipcios han honrado a la
deidad con piedad sincera y servicio asiduo; y se encontrar� que
toda nuestra adoraci�n santa ser� in�til e ineficaz.
Porque los
dioses volver�n al cielo desde la tierra.
Egipto ser� abandonado, y la tierra que alguna vez fue el hogar de
la religi�n quedar� desolada, desprovista de la presencia de sus
deidades.
Esta tierra y regi�n estar� llena de extranjeros; no s�lo los
hombres descuidar�n el servicio de los dioses, sino... ; y Egipto
ser� ocupado por Escitas o Hind�es o por alguna raza de los pa�ses
b�rbaros de la zona. En ese d�a nuestra tierra m�s sagrada, esta
tierra de santuarios y templos, se llenar� de funerales y cad�veres.
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A ti, Sant�simo Nilo, lloro, a ti predigo lo que ser�; hinchado con
torrentes de sangre, subir�s al nivel de tus orillas, y tus olas
sagradas no s�lo se manchar�n, sino que se ensuciar�n por completo
con sangre.
�Lloras por esto, Asclepio? Hay algo peor por venir; Egipto mismo
tendr� a�n m�s que sufrir; caer� en una situaci�n mucho m�s penosa,
y se infectar� con a�n m�s plagas graves; y esta tierra, que una vez
fue santa, una tierra que amaba a los dioses, y en la que s�lo, en
recompensa por su devoci�n, los dioses se dignaron a residir en la
tierra, una tierra que fue la maestra de la humanidad en santidad y
piedad, esta tierra ir� m�s all� de todo en hechos crueles.
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Los
muertos superar�n con creces a los vivos; y los sobrevivientes ser�n
conocidos por los egipcios s�lo por su lengua, pero en sus acciones
parecer�n hombres de otra raza.
Oh Egipto, Egipto, de tu religi�n, nada quedar� sino un cuento
vac�o, que tus propios hijos en el futuro no creer�n; no quedar�
nada m�s que palabras esculpidas, y s�lo las piedras hablar�n de tu
piedad.
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Y en ese d�a los hombres estar�n cansados de la vida, y
dejar�n de pensar en el universo como digno de reverencia y
admiraci�n.
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Y as�, la religi�n, la mayor de todas las bendiciones,
porque no hay nada, ni ha habido, ni habr�, que pueda considerarse
una bendici�n mayor, ser� amenazada con la destrucci�n; los hombres
la considerar�n una carga y llegar�n a despreciarla.
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Ya no amar�n
este mundo que nos rodea, esta obra incomparable de Dios, esta
gloriosa estructura que �l ha construido, esta suma de bienes
compuestos de muchas formas diversas, este instrumento por el cual
la voluntad de Dios opera en lo que �l ha hecho, favoreciendo
diligentemente el bienestar del hombre, esta combinaci�n y
acumulaci�n de todas las m�ltiples cosas que pueden provocar la
veneraci�n, la alabanza y el amor del observador.
Se
preferir� la oscuridad a la luz, y la muerte se considerar� m�s
rentable que la vida; nadie alzar� los ojos al cielo; los piadosos
ser�n considerados locos y los imp�os sabios; el loco ser�
considerado un hombre valiente, y los malvados ser�n considerados
buenos.
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En cuanto al alma, y la creencia de que es inmortal por
naturaleza, o puede esperar alcanzar la inmortalidad, como te he
ense�ado, se burlar�n de todo esto, e incluso se convencer�n de que
es falso.
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Ninguna palabra de reverencia o piedad, ninguna
declaraci�n digna del cielo y de los dioses del cielo, ser�
escuchada o cre�da.
Y as�, los dioses se apartar�n de la humanidad, �una cosa grave!, y
s�lo quedar�n �ngeles malvados, que se mezclar�n con los hombres y
conducir�n a los pobres desgraciados por la fuerza principal a toda
clase de cr�menes insensatos, guerras, robos y fraudes, y todas las
cosas hostiles a la naturaleza del alma.
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Entonces la tierra ya no se
mantendr� sin temblores, y el mar no sostendr� los barcos; el cielo
no sostendr� a las estrellas en sus �rbitas, ni las estrellas
seguir�n su curso constante en el cielo; todas las voces de los
dioses ser�n necesariamente silenciadas y enmudecidas; los frutos de
la tierra se pudrir�n; la tierra se volver� est�ril, y el aire mismo
se enfermar� en un l�gubre estancamiento.
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De esta manera, la vejez
legar� sobre el mundo. La religi�n ya no existir�; todas las cosas
ser�n desordenadas y retorcidas; todo lo bueno desaparecer�.
Pero cuando todo esto haya sucedido, Asclepio, entonces el Maestro y
Padre, Dios, el primero antes de todo, el creador de ese dios que
surgi� por primera vez, ver� lo que ha sucedido y detendr� el
desorden por el trabajo contrario de su voluntad, que es lo bueno.
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Volver� a llamar al camino correcto a los que se han extraviado;
limpiar� al mundo del mal, o bien lo lavar� con inundaciones de
agua, o lo quemar� con el fuego m�s feroz, o lo expulsar� nuevamente
con guerra y pestilencia.
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Y as� devolver� su mundo a su aspecto
anterior, para que el Kosmos sea considerado una vez m�s digno de
adoraci�n y reverencia, y Dios, el creador y restaurador de la
poderosa tela, ser� adorado por los hombres de ese d�a, con himnos
incesantes de alabanza y bendici�n.
Tal es el nuevo nacimiento del Kosmos; es el rehacer de nuevo todas
las cosas buenas, una restauraci�n sagrada y asombrosa de toda la
naturaleza; y est� forjado en el proceso del tiempo por la voluntad
eterna de Dios.
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Porque la voluntad de Dios no tiene principio; es
siempre lo mismo, y como lo es ahora, incluso as� ha sido siempre,
sin principio.
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Porque es el mismo ser de Dios, el prop�sito del bien.