por John Lash
Marzo 2004

del sitio Web MetaHistory

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles


Aquella, la que unge
De El Evangelio de Mar�a Magdalena

por Karen King

2003

Karen King, Profesora Winn de Historia Eclesi�stica en la Escuela de Teolog�a de Harvard, se encuentra actualmente activa en la ense�anza.

En los �ltimos ocho a�os ha publicado tres libros importantes de estudios gn�sticos:

  • Revelaci�n del Dios Incognoscible (1995)

  • �Qu� es el gnosticismo? (2003),

...y el libro aqu� revisado Revelaci�n del Dios Incognoscible, un producto de diecisiete a�os de investigaci�n, es la traducci�n y el an�lisis en profundidad de un discurso revelaci�n de la Biblioteca de Nag Hammadi (abreviado NHL).

Este es un alijo de documentos, ampliamente considerados como de car�cter gn�stico, descubierto en una cueva en Egipto en 1945 y distribuido en Ingl�s en 1979. En Revelaci�n del Dios Incognoscible s�lidamente establece a King en la vanguardia de la nueva generaci�n de estudiosos gn�sticos.

En Re-Pensando el gnosticismo, profesor King aborda el tema abordado en el pol�mico libro de Michael A. Williams, Repensando el gnosticismo (1996), y respalda en gran medida su argumento de que el t�rmino gnosticismo debe ser eliminado del discurso acad�mico.

En el libro aqu� revisado, declara:

"Yo nunca llamo al Evangelio de Mar�a, un texto gn�stico porque no hubo tal cosa como el gnosticismo".

(p. 156)

Estos son, por supuesto, asuntos de curso para ser debatidos por los expertos, y El Evangelio de Mar�a Magdalena es una obra escrita por un erudito para otros estudiosos, pero algunas cosas son demasiado importantes para dejarlas en manos de las autoridades reconocidas.

Para un estudioso de Magdalena de convicciones gn�sticas como yo, es a la vez doloroso y alarmante ver desde el interior del campo de lo que King y otros alineados con ella est�n haciendo a Nuestra Se�ora de la Sabidur�a.

Las cuestiones planteadas por su libro tienen enormes implicaciones para la percepci�n general de Magdalena en la cultura popular y el imaginario colectivo de nuestro tiempo.


�Disc�pula o amante?

Aunque Mar�a Magdalena perfila una figura viva en el folklore europeo (v�ase tambi�n mi Cr�tica de El C�digo Da Vinci), los Evangelios convencionales nos cuentan muy poco sobre su vida o su persona.

La profusi�n de Mar�as en el Nuevo Testamento es un rompecabezas para los eruditos y no estudiosos por igual. King resume todas las alusiones y presuntas alusiones a MM en el Nuevo Testamento, pero no ha surgido una imagen coherente. Sigue siendo imposible determinar si Magdalena se puede colocar entre las mujeres asociadas a Lazurus, a quien Jes�s resucit� de entre los muertos, ni entre las mujeres reunidas en el G�lgota para ser testigos de la crucifixi�n.

Tampoco puede con certeza se identificada con la mujer de la que Jes�s expuls� siete demonios, o la mujer que el Jueves Santo ungi� los pies de Jes�s y los sec� con sus cabellos. Un punto de identificaci�n �nico parece ser aceptado.

El Evangelio de Juan (20:15) indica que ella fue la primera persona en encontrar a Jes�s el Domingo de Pascua, al parecer confundi�ndolo (�debido a su estado resucitado?) con el jardinero.

As� que, finalmente, �qu� tipo de retrato se puede hacer de las pistas textuales?

Revisando la evidencia procedente de fuentes no gn�sticas, King perfila a Magdalena como una temprana e importante disc�pula de Jes�s y l�der en el movimiento cristiano temprano (P�g. 149), y distingue a esta respetable figura de la prostituta arrepentida de la tradici�n folcl�rica.

Ella afirma que el Evangelio de Mar�a (Berl�n Codex, BG 8502, el material principal fuente para su libro) presenta a Magdalena en un papel m�s cerca de su posici�n actual en la historia del cristianismo primitivo (P�g. 149) m�s cercana, es decir, que el arrepentimiento de la prostituta.

El efecto de esta interpretaci�n es elevar el estado de Magdalena distanci�ndola de esa imagen de mal gusto y lo que subraya su importancia como alguien real en la en la formaci�n hist�rica del cristianismo.

Todo esto parece un buen augurio para la Magdalena, pero �realmente lo es?

Ya sea intencional o no, el efecto del estudio de King es des-marginalizar a Mar�a Magdalena para que ella se vuelva m�s aceptable para la corriente principal del cristianismo . Ella ya no es una extra�a, ya no es una figura ex�tica, amenazante, al margen de la Pasi�n.

En su lugar, se eleva al rango de la primera mujer ap�stol, como el subt�tulo del libro declara. Esto es preferible a verla como una prostituta.

Pero, �c�mo es esta seductora e inquietante mujer, una misteriosa figura que ha perseguido a la imaginaci�n occidental durante siglos, afectada por ser convertida en un fiel ap�stol de Jes�s? La respuesta depende, por supuesto, de lo que se piensa de Jes�s y el mensaje que se le atribuye.

Depende tambi�n de c�mo uno entiende las creencias gn�sticas de Jesucristo, creencias condenadas como her�ticas por los primeros defensores de la doctrina cristiana.

Si Mar�a de Magdala es considerada como un fiel ap�stol de Jes�s, venerada en la fe dominante, del salvador de la escuela dominical, �qu� pasa con la Magdalena de la herej�a, la consorte gn�stica del otro Jes�s?

�Y qui�n es ese otro Jes�s?

Seg�n un texto gn�stico, el Evangelio de Felipe, Jes�s es un sabio iluminado que muestra afecto abierto para su amante, Mar�a Magdalena (tambi�n llamada Miriam), bes�ndola en la boca en p�blico, para gran consternaci�n de sus acompa�antes masculinos.

Ella es la koinonos, la consorte del maestro gn�stico, su c�mplice m�s �ntima en el amor y en la vida.

Los textos gn�sticos dejan claro que su complicidad es a la vez espiritual y sexual. La vi�eta del beso franc�s en el Evangelio de Felipe es un esc�ndalo menor en comparaci�n con otro texto que describe a Jes�s y Mar�a reuni�ndose para tener relaciones sexuales en la monta�a, e incluso discutiendo t�cnicas de sexo oral (en las Preguntas de Mar�a, un texto perdido parafraseado por Epifanio: Edgar Hennecke, Nuevo Testamento Ap�crifo, v 1, p 328-9).

King comenta lac�nicamente, la noci�n de una relaci�n sexual entre Jes�s y Mar�a Magdalena que surgi� en extra�os momentos a lo largo de la historia occidental y todav�a es capaz de provocar una gran cantidad de la ira p�blica. (P�g. 153)

Bueno, si la popularidad del libro de Dan Brown es una medida de la verdad, entonces parece que nosotros estamos en uno de esos momentos extra�os. King y estudiosos de su condici�n no est�n de acuerdo, pero esta il�cita y muy blasfema relaci�n, para muchos tiene sentido dentro de una perspectiva hist�rica m�s amplia de lo que ella considera.

Estudiosos gn�sticos y b�blicos raramente se ven fuera de sus g�neros especializados, por lo que pueden ser excusados por faltar al car�cter t�ntrico de la supuesta relaci�n entre Jes�s y la Magdalena.

Y los estudiosos no familiarizados con las tradiciones milenarias de la m�stica asi�tica sexual (hind�, china, tibetana) sin duda se dan cuenta de que en esas antiguas pr�cticas, cuando se practica correctamente, la consorte femenina del maestro es la verdadera maestra.



La negaci�n de la Gnosis

En t�rminos gn�sticos, Jes�s es un Telestes, un iniciado de los Misterios.

Las escuelas paganas de misticismo experimental exist�an en todo el mundo cl�sico desde Irlanda a Egipto, y sus or�genes se extend�an a veces mucho antes de la era cristiana. El movimiento cristiano primitivo se estableci� a finales del mundo pagano, cuando los Misterios todav�a ten�an tremenda influencia.

Como Telestes, Jes�s es un mortal com�n dotado de extraordinario conocimiento, el florecimiento de la gnosis, el conocimiento trascendente. Es un Phoster, un iluminador que trae un mensaje de libertad del error y de la ilusi�n, no de la redenci�n del pecado.

El Jes�s gn�stico es un maestro inspirado, que no pretende ser una divinidad capaz, por su muerte, de redimir el mundo, cambiando la naturaleza del sufrimiento humano y alterando el curso de la historia. La mayor�a, aunque no todos, los textos gn�sticos rechazan con firmeza la resurrecci�n y algunos pasajes de la NHL, incluso ridiculizando la creencia en la salvaci�n por el apego al nombre de un muerto (El Apocalipsis de Pedro 74:13-21).

Los gn�sticos que protestaron el surgimiento del cristianismo advirtieron que por la fe ciega, este tipo de gente va a volverse muy contaminada cayendo en el error, incluso en las garras del mal y que estar�n perversamente abrumados (Ibid).

Cuando Karen King declara que el gnosticismo no existe, habla como un erudito pronunciando el juicio sobre un t�rmino categ�rico, un -ismo inventado en el siglo 19, pero al hacerlo, tambi�n corre el riesgo de descontar el concreto e innegable fen�meno religioso y cultural al cual se refiere la etiqueta del Gnosticismo.

Su brusco descarte del gnosticismo raya en una negaci�n de la Gnosis, el camino iluminista de la espiritualidad pagana, como si ese camino nunca hubiese existido, o si existi�, que es irrelevante.

Sin embargo, una rica y larga tradici�n duradera de la espiritualidad pre-cristiana similar a la m�stica asi�tica culmin� en el fen�meno denominado por el t�rmino ahora prescindible, gnosticismo. Y el legado que la Gnosis lleva a la humanidad no puede ser tan confiada o f�cilmente descartado.

El camino iluminista no lleva a una cura m�gica para el sufrimiento humano, a pesar de que ofrece informaci�n sobre los factores de demasiado-humanos que nos hacen sufrir y que causan sufrimiento. La ignorancia es la madre de todos los males, dice un texto NHL. Los gn�sticos consideraban que el error en lugar del pecado era el principal problema enfrentando a la humanidad.

Distinciones como �sta caracterizan la protesta contra las doctrinas salvacionistas gn�sticas cristianas, y a su vez afectan la forma en que consideramos a Magdalena como una maestra gn�stica en su propio derecho.

Pero consideraciones de este tipo no son hechos por Karen King.

En cambio, afirma que los padres de la iglesia, que se opon�an vehementemente a las ense�anzas gn�sticas, la presentan [a Magdalena] en una luz constantemente favorable. Ella es mencionada por lo general para apoyar los puntos que est�n tratando de hacer sobre la realidad de la resurrecci�n f�sica o la naturaleza del alma. (P�g. 149)

En otras palabras, Magdalena es aceptable en apoyo de la creencia doctrinal de la sucesi�n apost�lica.

Por lo tanto, King no s�lo rechaza el t�rmino gnosticismo, sino que tambi�n le da un giro anti-gn�stico al modelo femenino central de la Gnosis.


Virtudes Paganas

King margina a la prostituta arrepentida, como se se�al� anteriormente, s�lo para reintroducirla como modelo de la debilidad humana:

El papel de la prostituta arrepentida es atractivo simb�licamente en su propio derecho. Ha demostrado ser una figura mucho m�s sugerente que el de Mar�a como esposa o amante de Jes�s.

La imagen de Mar�a como pecadora redimida ha alimentado una empat�a profunda que resuena con nuestra imperfecci�n humana, fragilidad y mortalidad. La figura del redentor ca�do tiene un enorme poder para redimir.

(p. 153)

En esta h�bil haza�a sin fisuras de cooptaci�n de los eruditos, King asimila a Magdalena a toda la agenda de los valores salvacionistas y atributos casi m�gicos, incluyendo la carta de triunfo, el valor redentor del sufrimiento.

Estoy amablemente informado por un amigo cercano que la palabra pagano no tiene intercambio, excepto en arcanas discusiones entre los eruditos. Sin embargo, ofrezco mi vano intento de definir un aspecto clave de la espiritualidad pagana que se relaciona �ntimamente con el mito y la persona de Magdalena.

Por contraste con la glorificaci�n del sufrimiento a trav�s del sacrificio del Mes�as racial (jud�o) o Divino Redentor (Cristiano), el paganismo no atribuye ning�n valor redentor al sufrimiento, aunque s� permiti� que el sufrimiento tenga un efecto de uni�n profunda, similar al del amor.

En el punto de vista pagano, el sufriendo nos ancla como individuos en la condici�n humana universal, y puede, si es enfrentado con honestidad y compasi�n, ense�arnos algunas lecciones importantes acerca de ser cuerdo y humano.

Mediante la evaluaci�n de Magdalena (incluso en una luz aparentemente positiva) en contra de los est�ndares de un credo no-pagano, King hace que sea dif�cil para alguien no versado en los textos gn�sticos y pens� darse cuenta de c�mo Magdalena puede representar un conjunto totalmente diferente de valores, como el honor, el amor propio, la independencia, la belleza del personaje y la persona, valor moral y f�sico, y voluntad de aceptar el sufrimiento como un hecho inevitable de la existencia humana, pero no como un dispositivo trascendente.

Sufrir para nacer con dignidad y no despreciado como una maldici�n divina en la necesidad de redenci�n por un poder superior.

Imag�nese esto: Mar�a Magdalena como un dechado de virtudes paganas. Pero no hay virtudes paganas (como todos sabemos, porque se nos ha dicho as�), as� como no hay ense�anzas gn�sticas dignas de ese nombre. O, aparentemente, este estudioso lo tendr�a.

King contin�a:

Y, de hecho Mar�a Magdalena ha sido una figura de importancia no s�lo para el patriarcado, donde muy a menudo la alabanza de Gregory a una mujer que se inmol� a s� misma con el fin de quemar todas las delicias que hab�a tenido en ella ha dado lugar a una angustia indecible, abuso f�sico y autodestrucci�n.

Sin embargo, las mujeres no son s�lo v�ctimas, sino que, al igual que todas las personas son agentes de su propia vida, por lo cual las mujeres la han interpretado a menudo en formas que eran inesperadas y sin duda no es del todo bienvenidas.

Desde el siglo II hasta el siglo XXI, las mujeres profetas y predicadoras han continuado apelando a ella para legitimar sus propios roles de liderazgo.

(P�g.153)

En el giro aplicado aqu�, Mar�a Magdalena es importante para contribuir al sistema dominador patriarcal, aun cuando permite a las mujeres buscar posiciones de liderazgo dentro de o en contra de ese sistema. (Son pocas las mujeres que he conocido que se identifican con Mar�a Magdalena que han encontrado aceptaci�n dentro del sistema dominador como su vocaci�n.)

En cuanto a la prostituta penitente que se inmola a s� misma y quema todas las delicias que tiene en su cuerpo, le sugiero que esta imagen se confunde perversamente con la de un sinn�mero de mujeres que fueron inmoladas por ser brujas, siendo quemadas para quemar su encanto y deleite, por adorar su propia sensualidad, por aprender de lis misterios de la naturaleza, por ense�ar la santidad de la Tierra y curar con sus poderes, y precisamente por no negar el deleite en sus cuerpos, y la sabidur�a que se juega en ese deleite, pero vivi�ndolo, comparti�ndolo y celebr�ndolo.

Para muchas mujeres hoy en d�a, esta m�stica de la sabidur�a corporal es el inspirador ejemplo de Mar�a de Magdala. Es tambi�n la interpretaci�n de su personalidad en consonancia con gran parte de la ense�anza gn�stica.

No hay ning�n indicio de una mujer como en el libro de King.


La M�stica de MM

King construye su impresionante caso en la delgada evidencia textual del Evangelio de Mar�a, un texto no NHL que surgi� en 1896 en Berl�n.

Cuatro versiones fragmentarias se conservan, pero incluso en la m�s larga, Berolinensis 8502 , conocido como el C�dice de Berl�n, faltan las primeras seis p�ginas. La traducci�n de King de varias variantes compilada no llena ni cinco p�ginas de su libro.

Ella h�bilmente utiliza breves pasajes y palabras, incluso individuales de la compilaci�n de Berl�n para extrapolar la persona y misi�n de Mar�a Magdalena como la primera y m�s fiel ap�stol. En su inventario de referencias textuales o supuestas referencias a Magdalena, ella ignora en gran medida los materiales gn�sticos que podr�an citarse para perfilar su tema a lo largo de l�neas bastante diferentes.

El libro de King es una pieza excepcional de ex�gesis acad�mica en su texto elegido, pero un tratamiento extremadamente estrecho y desviado de Magdalena. Si el Jes�s gn�stico es un mensajero de iluminaci�n, no un mes�as cuyo sufrimiento redime al mundo, el sufrimiento atribuido a la figura de la prostituta penitente puede sostener un sentido diferente.

Independientemente de lo que piensan los sabios, Mar�a de Magdala lleva una m�stica que sobrepasa la discusi�n textual e hist�rica. Esta mujer es m�stica.

En la obra del King lo que podr�amos llamar la dimensi�n m�tica de la personalidad de Magdalena (en t�rminos de Jung, su poder arquet�pico) ha sido demolido, junto con el fondo gn�stico y pagano contra el que mejor puede ella ser medida.

En la Sophia de Jesucristo, Magdalena (llamada Miriam) da discursos sobre asuntos de mayor importancia para la humanidad.

En el Di�logo del Salvador, el maestro gn�stico, quien se presume que es Jes�s, pero no es as� nombrado, declara que Magdalena es quien revela la verdad del revelador.

En el conjunto de piezas de King, el Evangelio de Mar�a, el Se�or, no identificado con Jes�s, habla como un maestro budista, dici�ndole:

"Donde est� la mente, est� el tesoro".

(Mar�a 07:04, discutido por King, P�g. 65)

Pero si el presunto Jes�s de la tradici�n gn�stica habla de esta manera, as� puede hablar tambi�n Magdalena, porque ella es considerada como la mujer que lo sabe todo, cuya palabra y sabidur�a es igual a la del Se�or.

Pistis Sophia retrata a MM como teniendo una secreta y superior misi�n de Jes�s - de hecho, teniendo s�lo el conocimiento que complementa y completa su trabajo en el mundo. Ella encarna la sabidur�a (en griego Sophia ) tanto como Jes�s encarna la divinidad. Ella no es un seguidor que repite el mensaje que ha recibido de una autoridad superior. Ella no es un mero disc�pulo, sino una, co-creadora equitativa.

Todo esto se refiere a puntos de vista her�ticos de Jes�s y Magdalena, procedentes de escuelas de iluminismo gn�sticos tan detestadas por los primeros cristianos que demolieron todas las pruebas de los Misterios, destruyeron innumerables escritos de espiritualidad pagana, y, si no los asesinaron p�blicamente, como lo hicieron con Hipatia de Alejandr�a, acosaron a los gn�sticos al exilio y a la extinci�n.

La Ex�gesis del King del Evangelio de Mar�a pertenece a la herencia del apartheid sexual y represi�n.

La m�stica perenne de MM reside en gran medida en su m�tica identidad cosmol�gica. Los gn�sticos la habr�an considerado como la encarnaci�n de la Ca�da Sophia, la figura central de la diosa de su mito de la creaci�n. La divina Sophia se llamaba Prostituta de la Sabidur�a. Este motivo cosmol�gico es ciertamente el origen de la imagen de la prostituta unida a Magdalena.

Ella no era una �nica encarnaci�n de Sof�a, en el sentido de una divinidad hecha carne, una vez y s�lo una vez, sino una reflexi�n lo suficientemente buena en t�rminos humanos (para usar un t�rmino de la psicolog�a del desarrollo de D.W. Winnicott).

En la moral mitificada que marca �nicamente las ense�anzas gn�stica, Jes�s es un hombre sabio que ense�a el camino del Anthropos, el esp�ritu humano aut�ntico y Magdalena es una mujer sabia que hace lo mismo.

Sus ense�anzas son complementarias. En la visi�n gn�stica, la verdadera y entera ense�anza a la humanidad tiene que venir de ambos lados, de ambos sexos. El papel de la Magdalena gn�stica no es uno de autoridad femenina igual al hombre en exponer las Escrituras e inculcar dogmas morales, es un modelo de espiritualidad equilibrada.

Un art�culo de Newsweek (8 de diciembre, 2003) que contiene una foto a toda p�gina de Karen King, John Dominic Crossan de la Universidad DePaul en Chicago cita:

"No continuemos denigrando implacablemente a Mar�a Magdalena al reducir su importancia a una relaci�n sexual con Jes�s. Ella no es importante, porque era la se�ora de Jes�s."

El Dr. Crossan es o incapaz de comprender el perfil gn�stico de MM, o simplemente se niega a reconocerlo.

Rechaza el actual debate sobre la sexualidad de Jes�s (comenzando con Santa Sangre, Santo Grial, en 1981, y ahora restablecida por el bestseller de Dan Brown, El C�digo Da Vinci, destinado a convertirse en una pel�cula) como un insulto a la Magdalena, e insiste en que ella no es importante como la se�ora de Jes�s.

Pero aunque Jes�s y Magdalena estaban casados - algo poco probable en la versi�n gn�stica-t�ntrica de la historia - el punto es que eran hom�logos de g�nero que co-crearon un mensaje acerca de la naturaleza de nuestra humanidad com�n.

El ideal de la humanidad presentado por el Jes�s humano, y elevado a un fantasma ideol�gico como Cristo, es incompleto sin su mitad femenina. La escandalosa conexi�n entre Jes�s y Magdalena es sexual y teol�gica, �tica y cosmol�gica, tal y como la representan los gn�sticos.



Una Advertencia Gn�stica

King subraya la importancia primordial de la palabra griega teol�gica, Anthropos, pero asombrosamente sin alusi�n a su origen gn�stico.

Alcanzando un tono humanista, ella traduce uios tou anthropou como el ni�o de la verdadera humanidad en lugar de Hijo del Hombre, el t�rmino convencional.

Ella cita a Mar�a diciendo del Se�or:

"Debemos alabar su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho verdaderos seres humanos".

(5:7-8)

King a�ade:

"La noci�n del perfecto Humano (c�ptico ptome ntelios; griego teleion anthropon) se refiere a la advertencia anterior del Salvador para encontrar al ni�o de la verdadera humanidad dentro".

(P�g. 60-1)

Esta es terminolog�a gn�stica espec�fica de las Escuelas de Misterios, levantado de su fuente sin reconocimiento.

Teleion anthropon se puede traducir como la humanidad final, ultra-humana o la humanidad, incluso iniciada. No se refiere s�lo a una condici�n especial de ser, sino a una conciencia de s� mismo que llega a trav�s de una visi�n excepcional (gnosis) en el Anthropos, el esp�ritu aut�ntico de la humanidad.

La doctrina del Anthropos fue central en la cosmovisi�n gn�stica, como admiten todos los estudiosos.

Fue cooptado y se convirti� en la humanidad divina del h�brido, Jes�s/Cristo, por los ide�logos cristianos. La doctrina del Dios-hombre presenta un ideal que ning�n ser humano puede igualar. Es un potente modelo arquet�pico, aunque ciertamente patol�gico.

El giro hacia la patolog�a es inherente a la historia de calvario de Jes�s, ya que la historia dice que �l es asesinado injustamente, y por morir se convierte en la v�ctima divina cuya muerte redime al mundo. La ideolog�a paulina de la v�ctima glorificada fue espec�ficamente se�alada por los gn�sticos, que advirtieron de ideas desviadas viniendo de un hombre inteligente y su dogma.

Esta advertencia se produce en el Evangelio de Felipe, citado por King (P�g. 166), que est� de acuerdo, como la mayor�a de los estudiosos, con que probablemente se refiere a san Pablo.

El Jesucristo paulino no es el Anthropos gn�stico y Magdalena no es una mujer que ense�ar�a esas doctrinas.

Sin embargo, King dice que ella era una prominente disc�pula jud�a de Jes�s de Nazaret, que nos deja suponer que el Jes�s en cuesti�n era presumiblemente hist�rico y, si as� lo deseamos, ser identificado con el Cristo de Pablo. Por lo menos King no dice nada contrario, nada para obviar tales supuestos.

Siendo esto as�, nos quedamos con la impresi�n de que Mar�a de Magdala, ahora elevada a la categor�a de la primera ap�stol, debe de haber expuesto las doctrinas paulinas o, al menos, debe haber repetido fielmente las ense�anzas de Jes�s, lo que sea que podr�an haber sido.

Hasta la �ltima p�gina de su libro, King es profundamente ambigua en la distinci�n entre la ideolog�a religiosa unida a Jes�s, el Hijo de Dios y el mensaje �tico de Jes�s, el maestro espiritual.

Ella concluye su libro diciendo:

"El Evangelio de Mar�a y otras obras argumentan en�rgicamente que la apropiaci�n de las ense�anzas de Jes�s se�ala el camino hacia el verdadero discipulado y la salvaci�n".

(P�g. 190)

Al parecer, quiere decir que Mar�a Magdalena representa a alguien que se apropia del mensaje de Jes�s, pero no expone las doctrinas ideol�gicas unidas al h�brido Jes�s/Cristo.

Pero, �qu� aspectos del mensaje de Jes�s no abraza Magdalena, y c�mo se representa su mensaje en una forma �nica y femenina?

El estudio de King no arroja luz sobre estas cuestiones, aunque su identificaci�n de Magdalena como el primer ap�stol es claramente planteada.



Yendo m�s All� de la Creencia

Siempre es el mismo problema con el cristianismo, esta divisi�n entre lo que dijo el mismo Jes�s (el verdadero mensaje) y lo que se dec�a de �l y de sus ense�anzas (el programa ideol�gico).

El problema es insuperable mientras persiste la creencia de que los ideales de la humanidad deben ser dictados a nosotros por un modelo de la humanidad ideal, el sobrehumano hombre-dios.

Pero si no son ideales imposibles que necesitamos, sino valores humanos alcanzables y maneras de concretizar, y si no hay una humanidad ideal para ense�ar esto, sino que s�lo el potencial de la sabidur�a divina en nosotros, nuestra dotaci�n de Gaia a desarrollarse, entonces esta creencia es err�nea y ser� extremadamente perjudicial.

Como reflejo humano o suficientemente bueno de Sophia, la sabidur�a divina, Magdalena representa un recurso dentro de los hombres y las mujeres, la fuerza de ese precioso conocimiento (gnosis), por el cual el potencial humano puede ser nutrido.

Esta es su unci�n de Cristo en el interior, si se permite tal t�rmino.

En el gnosticismo no hab�a divisi�n comparable entre el mensaje y su fuente. Los aspectos cosmol�gicos y morales de la espiritualidad gn�stica forman una unidad coherente.

Mar�a Magdalena era el reflejo de un principio de�fico, el E�n Sophia, y ella era una mujer carnal que ense�� la verdad humana sin pretensiones trascendentales.

"En el cosmos hemos tomado nuestro lugar, y para el mundo somos transparentes."

Estas son sus palabras desde el Di�logo del Salvador. La transparencia del mensaje, as� como el mensajero es un criterio gn�stico.

En el subt�tulo de King, �Jes�s y la Primera Mujer Ap�stol�, Jes�s viene primero.

Seg�n el art�culo de la revista Newsweek, Magdalena presenta un modelo que inspira a las mujeres de hoy en d�a a encontrar un lugar en la iglesia moderna, corregir la mala interpretaci�n masculina de textos clave, y la leg�tima la contribuci�n femenina a la historia religiosa. Pero la mala interpretaci�n masculina de los textos sagrados puede ser peor que la mala interpretaci�n femenina, sobre todo en lo referente a Magdalena.

El problema con toda esta exhortaci�n es que las mujeres a�n terminan en la iglesia, atadas a las Escrituras, encerradas en el sistema dominante de creencias y se identifica con la historia de la cultura dominadora, donde Jes�s es lo primero. Es decir, domina, prevalece

Pero si Magdalena es vista como estando del lado que perdi� frente a los dominadores, la alianza romana y cat�lica del cristianismo hist�rico, entonces ella representa hoy en d�a, no un modelo de participaci�n de la mujer en la sucesi�n apost�lica, sino una inspiraci�n a la disidencia contra la totalidad con el juego fraudulento de escritura y autoridad.

Ella representa para los hombres como para las mujeres la opci�n de romper el control religioso, tomando el camino de la visi�n espiritual que va m�s all� de la creencia: la Gnosis

La co-creaci�n de Jes�s y Magdalena, centrada en la presentaci�n de la doctrina Anthropos, fue celebrado en los escritos gn�sticos que ahora han sido dejados de lado por algunos estudiosos de la religi�n.

El resultado es la misma antigua versi�n de nuestra historia. King afirma que en los primeros siglos de la Era Com�n, la comunidad cristiana constitu�a una nueva humanidad, en la imagen de la verdadera Humanidad interior. (P�g. 189)

Esto vendr� como una re-aseguraci�n a muchos, y como una escandalosa pretensi�n a otros.

La noci�n de que los primeros cristianos descubrieron el desconocido significado de la humanidad para todos antes de ellos es t�pico de la arrogancia de su credo religioso, sobre todo del monote�smo.

La mera sugerencia de que los cristianos, ni entonces ni ahora, representan a la especie humana de alguna manera �nica, mejor y m�s profundamente que otras personas, no pertenece en la cuidadosa ex�gesis de un erudito. La ense�anza de la verdad humana interior no es monopolio del cristianismo o de sus parientes sistemas de creencias, el juda�smo y el Islam.

El Anthropos, la aut�ntica humanidad, fue presentada por los gn�sticos en los Misterios siglos antes de la era cristiana, y se refleja claramente en el Purusha del misticismo asi�tico, ante-datando los credos abrah�micos por milenios.

Esta ense�anza fue suprimida, cooptada y finalmente relegada al olvido por los autoproclamados representantes del cristianismo.

Los intelectuales paganos de la �poca de Jes�s vieron la doctrina del valor redentor del sufrimiento como una terrible superstici�n. Ahora Magdalena misma es actualizada y promocionada en un instrumento fiel de este credo anti-pagano, trans-humano y, al final, inhumano.

(Ning�n erudito ha observado que un ideal transhumano unido a un credo inhumano pueda tirar de toda la especie humana en un giro esquizofr�nico, pero radical, tal como D.H. Lawrence y R.D. Liang lo han hecho con gran lucidez. El Apocalipsis de Lawrence, publicado en 1931, dice m�s acerca de los or�genes cristianos que una docena de Profesores King, y en La Pol�tica de la Experiencia, Liang explica c�mo nuestra propia capacidad de experimentar puede ser destruida por esquizofr�nicos dobles-impases como se ve en la ideolog�a judeo-cristiana de la salvaci�n.)

Tal vez la forma en que Magdalena ha sido retratada por la imaginaci�n popular como sentimental, triste y sufrida, puede ahora ser vista en una luz diferente.

�Y si ella est� inmersa, no en la penitencia, sino en el dolor? Sobre todo, nosotros hemos perdido todo acerca de conocernos a nosotros mismos. Porque la uni�n con Gaia se rompi�. Porque la sabidur�a se pervirti�.

Tal vez ella no se arrepiente de lo que hizo, sino de lo que estamos haci�ndonos a nosotros mismos.



Diosa de Recuperaci�n

Para algunos hoy en d�a, el gnosticismo no es un t�rmino obsoleto, sino una experiencia de vida.

La guerra de G�nero se encuentra en el coraz�n de la cristiandad, los autores de art�culo en la revista Newsweek nos lo dicen con toda la raz�n, pero la armon�a de g�nero se encuentra en el coraz�n del gnosticismo. En la medida en que las religiones paganas reflejan la �tica de las sociedades orientadas a la diosa de la que se derivan, eran tolerantes e igualitarios.

Las ense�anzas gn�sticas eran la flor ex�tica de la espiritualidad pagana. La supuesta nueva imagen del hombre descubierto por los tempranos cristianos (como la versi�n dominante de la historia nos dice) no, y todav�a en gran parte no tolera otros puntos de vista sobre lo que significa ser hombre o mujer, o para el caso, ser humano.

Texto vinculado a la historia, y afirmando ser la principal fuerza de formaci�n moral de la historia, la religi�n judeo-cristiana-isl�mica no nos ha entregado de manera positiva las costumbres sexuales. Por el contrario, ha producido siglos de verg�enza, represi�n, misoginia y apartheid sexual (�ste �ltimo, en particular, en el Islam).

Pero el mensaje de la Gnosis va m�s all� de la historia y el condicionamiento hist�rico de los estereotipos sexuales.

Como Dolores LaChapelle escribe, refiri�ndose a la ecolog�a profunda:

No se limita por quedar atrapados dentro de la totalidad de la tradici�n griega, cristiana, humanista.

Es un concepto mucho m�s en base a la naturaleza esencial de los seres humanos, por lo menos durante los �ltimos 50,000 a�os, no las distorsiones que la humanidad se ha impuesto a s� misma en el �ltimo tramo corto de 2,000 a�os.

(Tierra Sagrada, Sexo Sagrado, Rapto de lo Profundo, P�g . 10)

Bueno, lo mismo podr�a decirse del gnosticismo, que puede definirse como la ecolog�a profunda del alma humana.

Sus ra�ces siempre preceden al conjunto de creencias formuladas inicialmente en las agendas pol�ticas de Oriente Medio, levemente disfrazadas de religi�n, agendas que ahora soportan las maquinaciones globales del patol�gico sistema dominador (por tomar prestado el t�rmino de Ralph Metzners).

La plaga de la sociedad global de hoy en d�a, es decir, el terrorismo religioso legitimado o defensa en contra de �l, enmarcada en los mismos sermones justos - ha surgido de la fusi�n de las creencias de Abraham con el m�s alto idealismo de la �poca helen�stica, transmitida a trav�s de siglos de plat�nico racionalismo y pedagog�a ateniense.

Pero, como dijo D.H. Lawrence hace muchos a�os, el evangelio de la salvaci�n a trav�s de los ideales, y el escape del cuerpo coincidi� con la tr�gica concepci�n de la vida humana. La salvaci�n y la tragedia son la misma cosa, y ambos est�n ahora fuera de lugar. (Citado por LaChapelle, ibid.)

Magdalena pertenece a las ra�ces m�s antiguas y profundas de nuestra historia.

Ella fue antes de Cristo y los profetas. La madre de Jes�s no es m�s que una versi�n de la Gran Madre, Gaia, que habita el planeta. Antes que Magdalena fuera la consorte del maestro gn�stico, ella era la heirodule, la sacerdotisa pagana que ungi� a reyes y te�cratas.

Los estudios fundamentales de Merlin Stone, Barbara Walker, M�nica Sjoo, y un gran equipo de otros hombres eruditos involucrados en la recuperaci�n Diosa ponen en alto relieve la antigua imagen de la misteriosa mujer empoderada, la prostituta sagrada.

Magdala es el nombre de un lugar, tal vez la ciudad natal de una versi�n de la Virgen, pero tambi�n es una variante de la am�gdala, almendra, y una alusi�n pagana a la forma y el olor de los genitales femeninos. Magdala es una regi�n del cerebelo que libera n�ctares embriagantes en estados m�sticos y acrecentados de conciencia.

Para producir esta conciencia en el hombre y guiarlo con ella a trav�s de estados de conocimiento m�s elevados era el trabajo sagrado de la sacerdotisa inici�tica: Aquella Quien Unge.

El consorte es el verdadero maestro. Al sumergir al candidato real en las ext�ticas revelaciones de la Diosa, ella lo calific� para la realeza.

El hieros gamos de la sacerdotisa y el rey modelaron la igualdad sexual de las teocracias paganas. Los excesivos atributos de la prostituta sagrada eran inherentes a sus poderes otorgantes de sabidur�a. Como agentes libres comandando respeto por su sexualidad, las sacerdotisas de Sof�a, la prostituta de la Sabidur�a, estaban m�s all� de la aprobaci�n y condena por igual.

Ellos modelaron la autonom�a de la mujer en los gil�nicos (sexual y espiritualmente equilibrados) sistemas sociales que ayudaron a establecer.

Mes�as es una palabra hebrea que significa ungido. En la antig�edad, los reyes y los te�cratas eran ungidos con aceites preciosos como s�mbolo de su autoridad.

Pero, �qui�n era el que ung�a?

Debi� de ser una agencia superior porque la que unge es la que faculta al rey sagrado, el mes�as, christos, el ungido. El que confiere el poder es anterior a aquel que lo recibe.

En lugar de suprimir la magia de Mar�a de Magdala, y negar su m�tica dimensi�n como la prostituta sagrada, los defensores actuales de la Gnosis sostienen el significado de estos antiguos ritos y revelaciones.

La gnosis sofi�nica es un instrumento de dotaci�n de la sabidur�a de nuestra especie, de nuestra primogenitura divina.

Cualquier estudio de la Magdalena, que no toma sus modales de prostituta muy seriamente en los relatos, nos est� enga�ando de ese derecho de nacimiento.