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del sitio Web MetaHistory
traducci�n de
Adela Kaufmann � �
por Karen King
2003 Karen King, Profesora Winn de Historia Eclesi�stica en la Escuela de Teolog�a de Harvard, se encuentra actualmente activa en la ense�anza. � En los �ltimos ocho a�os ha publicado tres libros importantes de estudios gn�sticos:
...y el libro aqu� revisado Revelaci�n del Dios Incognoscible, un producto de diecisiete a�os de investigaci�n, es la traducci�n y el an�lisis en profundidad de un discurso revelaci�n de la Biblioteca de Nag Hammadi (abreviado NHL). � Este es un alijo de documentos, ampliamente considerados como de car�cter gn�stico, descubierto en una cueva en Egipto en 1945 y distribuido en Ingl�s en 1979. En Revelaci�n del Dios Incognoscible s�lidamente establece a King en la vanguardia de la nueva generaci�n de estudiosos gn�sticos. � En Re-Pensando el gnosticismo, profesor King aborda el tema abordado en el pol�mico libro de Michael A. Williams, Repensando el gnosticismo (1996), y respalda en gran medida su argumento de que el t�rmino gnosticismo debe ser eliminado del discurso acad�mico. � En el libro aqu� revisado, declara:
Estos son, por supuesto, asuntos de curso para ser debatidos por los expertos, y El Evangelio de Mar�a Magdalena es una obra escrita por un erudito para otros estudiosos, pero algunas cosas son demasiado importantes para dejarlas en manos de las autoridades reconocidas. � Para un estudioso de Magdalena de convicciones gn�sticas como yo, es a la vez doloroso y alarmante ver desde el interior del campo de lo que King y otros alineados con ella est�n haciendo a Nuestra Se�ora de la Sabidur�a. �
Las cuestiones planteadas por su
libro tienen enormes implicaciones para la percepci�n general de
Magdalena en la cultura popular y el imaginario colectivo de nuestro
tiempo. �
� La profusi�n de Mar�as en el Nuevo Testamento es un rompecabezas para los eruditos y no estudiosos por igual. King resume todas las alusiones y presuntas alusiones a MM en el Nuevo Testamento, pero no ha surgido una imagen coherente. Sigue siendo imposible determinar si Magdalena se puede colocar entre las mujeres asociadas a Lazurus, a quien Jes�s resucit� de entre los muertos, ni entre las mujeres reunidas en el G�lgota para ser testigos de la crucifixi�n. � Tampoco puede con certeza se identificada con la mujer de la que Jes�s expuls� siete demonios, o la mujer que el Jueves Santo ungi� los pies de Jes�s y los sec� con sus cabellos. Un punto de identificaci�n �nico parece ser aceptado. �
El Evangelio de Juan (20:15) indica que ella fue la primera persona
en encontrar a Jes�s el Domingo de Pascua, al parecer confundi�ndolo
(�debido a su estado resucitado?) con el jardinero. � Revisando la evidencia procedente de fuentes no gn�sticas, King perfila a Magdalena como una temprana e importante disc�pula de Jes�s y l�der en el movimiento cristiano temprano (P�g. 149), y distingue a esta respetable figura de la prostituta arrepentida de la tradici�n folcl�rica. � Ella afirma que el Evangelio de Mar�a (Berl�n Codex, BG 8502, el material principal fuente para su libro) presenta a Magdalena en un papel m�s cerca de su posici�n actual en la historia del cristianismo primitivo (P�g. 149) m�s cercana, es decir, que el arrepentimiento de la prostituta. �
El
efecto de esta interpretaci�n es elevar el estado de Magdalena
distanci�ndola de esa imagen de mal gusto y lo que subraya su
importancia como alguien real en la en la formaci�n hist�rica del
cristianismo. � Ya sea intencional o no, el efecto del estudio de King es des-marginalizar a Mar�a Magdalena para que ella se vuelva m�s aceptable para la corriente principal del cristianismo . Ella ya no es una extra�a, ya no es una figura ex�tica, amenazante, al margen de la Pasi�n. �
En su lugar, se eleva al rango de la primera mujer
ap�stol, como el subt�tulo del libro declara. Esto es preferible a
verla como una prostituta. � Depende tambi�n de c�mo uno entiende las creencias gn�sticas de Jesucristo, creencias condenadas como her�ticas por los primeros defensores de la doctrina cristiana. �
Si
Mar�a de Magdala es considerada como un fiel ap�stol de Jes�s,
venerada en la fe dominante, del salvador de la escuela dominical,
�qu� pasa con la Magdalena de la herej�a, la consorte gn�stica del
otro Jes�s? �
Los textos gn�sticos dejan claro
que su complicidad es a la vez espiritual y sexual. La vi�eta del
beso franc�s en el Evangelio de Felipe es un esc�ndalo menor en
comparaci�n con otro texto que describe a Jes�s y Mar�a reuni�ndose
para tener relaciones sexuales en la monta�a, e incluso discutiendo
t�cnicas de sexo oral (en las Preguntas de Mar�a, un texto perdido
parafraseado por Epifanio: Edgar Hennecke, Nuevo Testamento Ap�crifo, v 1, p 328-9). � Bueno, si la popularidad del libro de Dan Brown es una medida de la verdad, entonces parece que nosotros estamos en uno de esos momentos extra�os. King y estudiosos de su condici�n no est�n de acuerdo, pero esta il�cita y muy blasfema relaci�n, para muchos tiene sentido dentro de una perspectiva hist�rica m�s amplia de lo que ella considera. � Estudiosos gn�sticos y b�blicos raramente se ven fuera de sus g�neros especializados, por lo que pueden ser excusados por faltar al car�cter t�ntrico de la supuesta relaci�n entre Jes�s y la Magdalena. �
Y los estudiosos no familiarizados con las tradiciones
milenarias de la m�stica asi�tica sexual (hind�, china, tibetana)
sin duda se dan cuenta de que en esas antiguas pr�cticas, cuando se
practica correctamente, la consorte femenina del maestro es la
verdadera maestra. �
� Las escuelas paganas de misticismo experimental exist�an en todo el mundo cl�sico desde Irlanda a Egipto, y sus or�genes se extend�an a veces mucho antes de la era cristiana. El movimiento cristiano primitivo se estableci� a finales del mundo pagano, cuando los Misterios todav�a ten�an tremenda influencia. �
Como Telestes,
Jes�s es un mortal com�n dotado de extraordinario conocimiento, el
florecimiento de la gnosis, el conocimiento trascendente. Es un
Phoster, un iluminador que trae un mensaje de libertad del error y
de la ilusi�n, no de la redenci�n del pecado. �
Los gn�sticos que
protestaron el surgimiento del cristianismo advirtieron que por la
fe ciega, este tipo de gente va a volverse muy contaminada cayendo
en el error, incluso en las garras del mal y que estar�n
perversamente abrumados (Ibid). � Su brusco descarte del gnosticismo raya en una negaci�n de la Gnosis, el camino iluminista de la espiritualidad pagana, como si ese camino nunca hubiese existido, o si existi�, que es irrelevante. �
Sin embargo, una
rica y larga tradici�n duradera de la espiritualidad pre-cristiana
similar a la m�stica asi�tica culmin� en el fen�meno denominado por
el t�rmino ahora prescindible, gnosticismo. Y el legado que la
Gnosis lleva a la humanidad no puede ser tan confiada o f�cilmente
descartado. �
Distinciones como
�sta caracterizan la protesta contra las doctrinas salvacionistas
gn�sticas cristianas, y a su vez afectan la forma en que
consideramos a Magdalena como una maestra gn�stica en su propio
derecho. �
En
cambio, afirma que los padres de la iglesia, que se opon�an
vehementemente a las ense�anzas gn�sticas, la presentan [a
Magdalena] en una luz constantemente favorable. Ella es mencionada
por lo general para apoyar los puntos que est�n tratando de hacer
sobre la realidad de la resurrecci�n f�sica o la naturaleza del
alma. (P�g. 149) �
Por lo tanto, King no s�lo
rechaza el t�rmino gnosticismo, sino que tambi�n le da un giro anti-gn�stico
al modelo femenino central de la Gnosis. �
En esta h�bil haza�a sin fisuras de cooptaci�n de los eruditos, King asimila a Magdalena a toda la agenda de los valores salvacionistas y atributos casi m�gicos, incluyendo la carta de triunfo, el valor redentor del sufrimiento. � Estoy amablemente informado por un amigo cercano que la palabra pagano no tiene intercambio, excepto en arcanas discusiones entre los eruditos. Sin embargo, ofrezco mi vano intento de definir un aspecto clave de la espiritualidad pagana que se relaciona �ntimamente con el mito y la persona de Magdalena. � Por contraste con la glorificaci�n del sufrimiento a trav�s del sacrificio del Mes�as racial (jud�o) o Divino Redentor (Cristiano), el paganismo no atribuye ning�n valor redentor al sufrimiento, aunque s� permiti� que el sufrimiento tenga un efecto de uni�n profunda, similar al del amor. �
En el punto de vista pagano, el
sufriendo nos ancla como individuos en la condici�n humana
universal, y puede, si es enfrentado con honestidad y compasi�n,
ense�arnos algunas lecciones importantes acerca de ser cuerdo y
humano. � Sufrir para nacer con dignidad y no despreciado como una maldici�n divina en la necesidad de redenci�n por un poder superior. �
Imag�nese esto: Mar�a Magdalena
como un dechado de virtudes paganas. Pero no hay virtudes paganas
(como todos sabemos, porque se nos ha dicho as�), as� como no hay
ense�anzas gn�sticas dignas de ese nombre. O, aparentemente, este
estudioso lo tendr�a.
En el giro aplicado aqu�, Mar�a Magdalena es importante para contribuir al sistema dominador patriarcal, aun cuando permite a las mujeres buscar posiciones de liderazgo dentro de o en contra de ese sistema. (Son pocas las mujeres que he conocido que se identifican con Mar�a Magdalena que han encontrado aceptaci�n dentro del sistema dominador como su vocaci�n.) � En cuanto a la prostituta penitente que se inmola a s� misma y quema todas las delicias que tiene en su cuerpo, le sugiero que esta imagen se confunde perversamente con la de un sinn�mero de mujeres que fueron inmoladas por ser brujas, siendo quemadas para quemar su encanto y deleite, por adorar su propia sensualidad, por aprender de lis misterios de la naturaleza, por ense�ar la santidad de la Tierra y curar con sus poderes, y precisamente por no negar el deleite en sus cuerpos, y la sabidur�a que se juega en ese deleite, pero vivi�ndolo, comparti�ndolo y celebr�ndolo. � Para muchas mujeres hoy en d�a, esta m�stica de la sabidur�a corporal es el inspirador ejemplo de Mar�a de Magdala. Es tambi�n la interpretaci�n de su personalidad en consonancia con gran parte de la ense�anza gn�stica. �
No hay ning�n indicio de una mujer
como en el libro de King. �
� Cuatro versiones fragmentarias se conservan, pero incluso en la m�s larga, Berolinensis 8502 , conocido como el C�dice de Berl�n, faltan las primeras seis p�ginas. La traducci�n de King de varias variantes compilada no llena ni cinco p�ginas de su libro. �
Ella
h�bilmente utiliza breves pasajes y palabras, incluso individuales
de la compilaci�n de Berl�n para extrapolar la persona y misi�n de
Mar�a Magdalena como la primera y m�s fiel ap�stol. En su inventario
de referencias textuales o supuestas referencias a Magdalena, ella
ignora en gran medida los materiales gn�sticos que podr�an citarse
para perfilar su tema a lo largo de l�neas bastante diferentes. �
En la obra del King lo que podr�amos llamar
la dimensi�n m�tica de la personalidad de Magdalena (en t�rminos de
Jung, su poder arquet�pico) ha sido demolido, junto con el fondo
gn�stico y pagano contra el que mejor puede ella ser medida. � En el Di�logo del Salvador, el maestro gn�stico, quien se presume que es Jes�s, pero no es as� nombrado, declara que Magdalena es quien revela la verdad del revelador. � En el conjunto de piezas de King, el Evangelio de Mar�a, el Se�or, no identificado con Jes�s, habla como un maestro budista, dici�ndole:
Pero si el presunto Jes�s de
la tradici�n gn�stica habla de esta manera, as� puede hablar tambi�n
Magdalena, porque ella es considerada como la mujer que lo sabe
todo, cuya palabra y sabidur�a es igual a la del Se�or. � Todo esto se refiere a puntos de vista her�ticos de Jes�s y Magdalena, procedentes de escuelas de iluminismo gn�sticos tan detestadas por los primeros cristianos que demolieron todas las pruebas de los Misterios, destruyeron innumerables escritos de espiritualidad pagana, y, si no los asesinaron p�blicamente, como lo hicieron con Hipatia de Alejandr�a, acosaron a los gn�sticos al exilio y a la extinci�n. �
La
Ex�gesis del King del Evangelio de Mar�a pertenece a la herencia del
apartheid sexual y represi�n. � Ella no era una �nica encarnaci�n de Sof�a, en el sentido de una divinidad hecha carne, una vez y s�lo una vez, sino una reflexi�n lo suficientemente buena en t�rminos humanos (para usar un t�rmino de la psicolog�a del desarrollo de D.W. Winnicott). � En la moral mitificada que marca �nicamente las ense�anzas gn�stica, Jes�s es un hombre sabio que ense�a el camino del Anthropos, el esp�ritu humano aut�ntico y Magdalena es una mujer sabia que hace lo mismo. �
Sus ense�anzas son
complementarias. En la visi�n gn�stica, la verdadera y entera
ense�anza a la humanidad tiene que venir de ambos lados, de ambos
sexos. El papel de la Magdalena gn�stica no es uno de autoridad
femenina igual al hombre en exponer las Escrituras e inculcar dogmas
morales, es un modelo de espiritualidad equilibrada.
El Dr. Crossan es o incapaz de comprender el perfil gn�stico de MM, o simplemente se niega a reconocerlo. � Rechaza el actual debate sobre la sexualidad de Jes�s (comenzando con Santa Sangre, Santo Grial, en 1981, y ahora restablecida por el bestseller de Dan Brown, El C�digo Da Vinci, destinado a convertirse en una pel�cula) como un insulto a la Magdalena, e insiste en que ella no es importante como la se�ora de Jes�s. � Pero aunque Jes�s y Magdalena estaban casados - algo poco probable en la versi�n gn�stica-t�ntrica de la historia - el punto es que eran hom�logos de g�nero que co-crearon un mensaje acerca de la naturaleza de nuestra humanidad com�n. �
El ideal de la humanidad
presentado por el Jes�s humano, y elevado a un fantasma ideol�gico
como Cristo, es incompleto sin su mitad femenina. La escandalosa
conexi�n entre Jes�s y Magdalena es sexual y teol�gica, �tica y
cosmol�gica, tal y como la representan los gn�sticos.
� Alcanzando un tono humanista, ella traduce uios tou anthropou como el ni�o de la verdadera humanidad en lugar de Hijo del Hombre, el t�rmino convencional. � Ella cita a Mar�a diciendo del Se�or:
King a�ade:
Esta es terminolog�a gn�stica espec�fica de las Escuelas de Misterios, levantado de su fuente sin reconocimiento. �
Teleion anthropon se
puede traducir como la humanidad final, ultra-humana o la humanidad,
incluso iniciada. No se refiere s�lo a una condici�n especial de
ser, sino a una conciencia de s� mismo que llega a trav�s de una
visi�n excepcional (gnosis) en el Anthropos, el esp�ritu aut�ntico
de la humanidad. � Fue cooptado y se convirti� en la humanidad divina del h�brido, Jes�s/Cristo, por los ide�logos cristianos. La doctrina del Dios-hombre presenta un ideal que ning�n ser humano puede igualar. Es un potente modelo arquet�pico, aunque ciertamente patol�gico. � El giro hacia la patolog�a es inherente a la historia de calvario de Jes�s, ya que la historia dice que �l es asesinado injustamente, y por morir se convierte en la v�ctima divina cuya muerte redime al mundo. La ideolog�a paulina de la v�ctima glorificada fue espec�ficamente se�alada por los gn�sticos, que advirtieron de ideas desviadas viniendo de un hombre inteligente y su dogma. �
Esta advertencia se produce en el Evangelio de Felipe,
citado por King (P�g. 166), que est� de acuerdo, como la mayor�a de
los estudiosos, con que probablemente se refiere a san Pablo. � Sin embargo, King dice que ella era una prominente disc�pula jud�a de Jes�s de Nazaret, que nos deja suponer que el Jes�s en cuesti�n era presumiblemente hist�rico y, si as� lo deseamos, ser identificado con el Cristo de Pablo. Por lo menos King no dice nada contrario, nada para obviar tales supuestos. �
Siendo esto as�, nos quedamos con la impresi�n de que
Mar�a de Magdala, ahora elevada a la categor�a de la primera
ap�stol, debe de haber expuesto las doctrinas paulinas o, al menos,
debe haber repetido fielmente las ense�anzas de Jes�s, lo que sea
que podr�an haber sido. � Ella concluye su libro diciendo:
Al parecer, quiere decir que Mar�a Magdalena representa a alguien que se apropia del mensaje de Jes�s, pero no expone las doctrinas ideol�gicas unidas al h�brido Jes�s/Cristo. � Pero, �qu� aspectos del mensaje de Jes�s no abraza Magdalena, y c�mo se representa su mensaje en una forma �nica y femenina? �
El estudio de King
no arroja luz sobre estas cuestiones, aunque su identificaci�n de
Magdalena como el primer ap�stol es claramente planteada.
� El problema es insuperable mientras persiste la creencia de que los ideales de la humanidad deben ser dictados a nosotros por un modelo de la humanidad ideal, el sobrehumano hombre-dios. � Pero si no son ideales imposibles que necesitamos, sino valores humanos alcanzables y maneras de concretizar, y si no hay una humanidad ideal para ense�ar esto, sino que s�lo el potencial de la sabidur�a divina en nosotros, nuestra dotaci�n de Gaia a desarrollarse, entonces esta creencia es err�nea y ser� extremadamente perjudicial. � Como reflejo humano o suficientemente bueno de Sophia, la sabidur�a divina, Magdalena representa un recurso dentro de los hombres y las mujeres, la fuerza de ese precioso conocimiento (gnosis), por el cual el potencial humano puede ser nutrido. �
Esta es su unci�n de Cristo en
el interior, si se permite tal t�rmino. � Mar�a Magdalena era el reflejo de un principio de�fico, el E�n Sophia, y ella era una mujer carnal que ense�� la verdad humana sin pretensiones trascendentales.
Estas son sus palabras desde el Di�logo del
Salvador. La transparencia del mensaje, as� como el mensajero es un
criterio gn�stico. � Seg�n el art�culo de la revista Newsweek, Magdalena presenta un modelo que inspira a las mujeres de hoy en d�a a encontrar un lugar en la iglesia moderna, corregir la mala interpretaci�n masculina de textos clave, y la leg�tima la contribuci�n femenina a la historia religiosa. Pero la mala interpretaci�n masculina de los textos sagrados puede ser peor que la mala interpretaci�n femenina, sobre todo en lo referente a Magdalena. �
El problema con toda esta exhortaci�n es que las mujeres
a�n terminan en la iglesia, atadas a las Escrituras, encerradas en
el sistema dominante de creencias y se identifica con la historia de
la cultura dominadora, donde Jes�s es lo primero. Es decir, domina,
prevalece �
Ella representa para los
hombres como para las mujeres la opci�n de romper el control
religioso, tomando el camino de la visi�n espiritual que va m�s all�
de la creencia: la Gnosis � El resultado es la misma antigua versi�n de nuestra historia. King afirma que en los primeros siglos de la Era Com�n, la comunidad cristiana constitu�a una nueva humanidad, en la imagen de la verdadera Humanidad interior. (P�g. 189) � Esto vendr� como una re-aseguraci�n a muchos, y como una escandalosa pretensi�n a otros. � La noci�n de que los primeros cristianos descubrieron el desconocido significado de la humanidad para todos antes de ellos es t�pico de la arrogancia de su credo religioso, sobre todo del monote�smo. �
La mera sugerencia
de que los cristianos, ni entonces ni ahora, representan a la
especie humana de alguna manera �nica, mejor y m�s profundamente que
otras personas, no pertenece en la cuidadosa ex�gesis de un erudito.
La ense�anza de la verdad humana interior no es monopolio del
cristianismo o de sus parientes sistemas de creencias, el juda�smo y
el Islam. �
Esta ense�anza fue
suprimida, cooptada y finalmente relegada al olvido por los
autoproclamados representantes del cristianismo. �
(Ning�n erudito ha observado que un ideal transhumano unido a un credo inhumano pueda tirar de toda la especie
humana en un giro esquizofr�nico, pero radical, tal como D.H.
Lawrence y R.D. Liang lo han hecho con gran lucidez. El Apocalipsis
de Lawrence, publicado en 1931, dice m�s acerca de los or�genes
cristianos que una docena de Profesores King, y en La Pol�tica de la
Experiencia, Liang explica c�mo nuestra propia capacidad de
experimentar puede ser destruida por esquizofr�nicos dobles-impases
como se ve en la ideolog�a judeo-cristiana de la salvaci�n.) � �Y si ella est� inmersa, no en la penitencia, sino en el dolor? Sobre todo, nosotros hemos perdido todo acerca de conocernos a nosotros mismos. Porque la uni�n con Gaia se rompi�. Porque la sabidur�a se pervirti�. �
Tal vez ella no se
arrepiente de lo que hizo, sino de lo que estamos haci�ndonos a
nosotros mismos.
� La guerra de G�nero se encuentra en el coraz�n de la cristiandad, los autores de art�culo en la revista Newsweek nos lo dicen con toda la raz�n, pero la armon�a de g�nero se encuentra en el coraz�n del gnosticismo. En la medida en que las religiones paganas reflejan la �tica de las sociedades orientadas a la diosa de la que se derivan, eran tolerantes e igualitarios. �
Las
ense�anzas gn�sticas eran la flor ex�tica de la espiritualidad
pagana. La supuesta nueva imagen del hombre descubierto por los
tempranos cristianos (como la versi�n dominante de la historia nos
dice) no, y todav�a en gran parte no tolera otros puntos de vista
sobre lo que significa ser hombre o mujer, o para el caso, ser
humano. � Pero el mensaje de la Gnosis va m�s all� de la historia y el condicionamiento hist�rico de los estereotipos sexuales. � Como Dolores LaChapelle escribe, refiri�ndose a la ecolog�a profunda:
Bueno, lo mismo podr�a decirse del gnosticismo, que puede definirse como la ecolog�a profunda del alma humana. � Sus ra�ces siempre preceden al conjunto de creencias formuladas inicialmente en las agendas pol�ticas de Oriente Medio, levemente disfrazadas de religi�n, agendas que ahora soportan las maquinaciones globales del patol�gico sistema dominador (por tomar prestado el t�rmino de Ralph Metzners). � La plaga de la sociedad global de hoy en d�a, es decir, el terrorismo religioso legitimado o defensa en contra de �l, enmarcada en los mismos sermones justos - ha surgido de la fusi�n de las creencias de Abraham con el m�s alto idealismo de la �poca helen�stica, transmitida a trav�s de siglos de plat�nico racionalismo y pedagog�a ateniense. �
Pero, como dijo D.H. Lawrence
hace muchos a�os, el evangelio de la salvaci�n a trav�s de los
ideales, y el escape del cuerpo coincidi� con la tr�gica concepci�n
de la vida humana. La salvaci�n y la tragedia son la misma cosa, y
ambos est�n ahora fuera de lugar. (Citado por LaChapelle, ibid.) � Ella fue antes de Cristo y los profetas. La madre de Jes�s no es m�s que una versi�n de la Gran Madre, Gaia, que habita el planeta. Antes que Magdalena fuera la consorte del maestro gn�stico, ella era la heirodule, la sacerdotisa pagana que ungi� a reyes y te�cratas. �
Los estudios fundamentales de Merlin Stone, Barbara
Walker, M�nica Sjoo, y un gran equipo de otros hombres eruditos
involucrados en la recuperaci�n Diosa ponen en alto relieve la
antigua imagen de la misteriosa mujer
empoderada, la prostituta
sagrada. � Para producir esta conciencia en el hombre y guiarlo con ella a trav�s de estados de conocimiento m�s elevados era el trabajo sagrado de la sacerdotisa inici�tica: Aquella Quien Unge. � El consorte es el verdadero maestro. Al sumergir al candidato real en las ext�ticas revelaciones de la Diosa, ella lo calific� para la realeza. � El hieros gamos de la sacerdotisa y el rey modelaron la igualdad sexual de las teocracias paganas. Los excesivos atributos de la prostituta sagrada eran inherentes a sus poderes otorgantes de sabidur�a. Como agentes libres comandando respeto por su sexualidad, las sacerdotisas de Sof�a, la prostituta de la Sabidur�a, estaban m�s all� de la aprobaci�n y condena por igual. �
Ellos modelaron la
autonom�a de la mujer en
los gil�nicos (sexual y espiritualmente
equilibrados) sistemas sociales que ayudaron a establecer. � Pero, �qui�n era el que ung�a? �
Debi� de ser
una agencia superior porque la que unge es la que faculta al rey
sagrado, el mes�as, christos, el ungido. El que confiere el poder es
anterior a aquel que lo recibe. � La gnosis sofi�nica es un instrumento de dotaci�n de la sabidur�a de nuestra especie, de nuestra primogenitura divina. �
Cualquier estudio de la Magdalena, que no toma sus modales de
prostituta muy seriamente en los relatos, nos est� enga�ando de ese
derecho de nacimiento. � � |
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