por Alejandro Fournier

08 Octubre 2015

del Sitio Web ThunderBolts

traducci�n de Pedro Donaire

22 Diciembre 2015

del Sitio Web BitNavegante

Versi�n original en ingles

Alejandro Fournier gradu� la Universidad John F. Kennedy con una Maestr�a en Psicolog�a Integral - un campo que se especializa en el an�lisis psicosocial de los individuos, grupos y sistemas de creencias.

Los biorritmos de la Tierra y su descendencia

En 1982, el experimentado antrop�logo y farmac�logo Francis Ivanhoe, public� el primero de varios estudios en los que habr�a de catalogar un importante descubrimiento para la ciencia evolutiva.

Al topografiar todos los cr�neos conocidos humanos paleol�ticos, fue testigo de una correlaci�n entre el antiguo aumento de la fuerza del campo magn�tico y el repentino incremento del tama�o del cerebro en los humanos, as� como en las revoluciones culturales/evolutivas como la utilizaci�n generalizada del fuego como herramienta.

Estos per�odos de mayor fuerza del campo geomagn�tico (grabado geol�gicamente) se produjeron durante las edades de hielo que llamamos Mindel y W�rm.

�l trat� este hallazgo en sus art�culos a lo largo de 30 a�os, public�ndolos en el Journal Bioelectricity y en Human Evolution.

campo magn�tico terrestre


Ivanhoe propuso que la secci�n superior del hipocampo, llamado 'cuerno de Am�n' (click imagen abajo), un arco con tr�fico nervioso de un solo sentido impulsado por una fuerte corriente, podr�a estar actuando como un transductor que siente la fuerza del campo magn�tico de la Tierra y env�a impulsos a otras estructuras cerebrales que afectan a la producci�n de la hormona del crecimiento (en concreto, la prolactina).

Fuente

Ivanhoe tambi�n se�al� que, entre los primates, los humanos se distinguen por el tama�o de nuestro hipocampo y por el desarrollo de sus conexiones con el hipot�lamo.

El hipocampo tambi�n contiene magnetita, pero hablaremos m�s sobre esto en adelante.

La idea de que los humanos est�n biol�gicamente conectados al campo electromagn�tico de la Tierra no es nueva para la ciencia, y hay m�s pruebas que sugieren dicha conexi�n que las que sugieren lo contrario.

Tal vez, la serie m�s importante de experimentos que investig� este tema fue dirigido por Rutger Wever, del Instituto Max Plank de Munich, quien utiliz� dos b�nkeres de aislamiento sensorial hechos para albergar a los residentes humanos por per�odos prolongados de tiempo. Cada uno fue protegido de todas las se�ales ambientales convencionales del mundo exterior, como el sonido, la luz o el calor, pero adem�s, uno de ellos estaba blindado de toda influencia electromagn�tica.

Desde 1964 a 1989 se observ� la influencia de las fuerzas electromagn�ticas en cientos de participantes, algunos vivieron en los refugios durante un m�ximo de dos meses. Durante todo el experimento, fueron monitorizados los diversos indicadores de salud qu�mica y conductual, y el bunker blindado electro magn�ticamente fue dise�ado para que las personas pudieran ser re-expuestas a frecuencias seleccionadas de un amplio espectro.

Los que vivieron sin todas las se�ales ambientales, excepto las del campo electromagn�tico de la Tierra, mantuvieron su comportamiento y su biolog�a a un ritmo de 24 horas (o una que usaba la misma proporci�n).

Los que estuvieron privados de las frecuencias electromagn�ticas no s�lo perdieron cualquier perfil de un ritmo circadiano, sino que tambi�n comenzaron a deslizarse hacia una p�rdida cr�tica de sincronizaci�n saludable entre los diferentes sistemas corporales.

Una frecuencia electromagn�tica en particular, clave para la sincronizaci�n biol�gica, fue la micro-pulsaci�n de 10 hertz del campo de la Tierra.

Cuando fueron reintroducidas en la habitaci�n electro-magn�ticamente sellada, se restaur� la sincronizaci�n adecuada entre los sistemas corporales, y los participantes volvieron a tener un ritmo circadiano coherente.

Se hicieron muchos otros experimentos tan impactantes en una �poca en que las disciplinas cient�ficas no estaban tan conectadas por Internet ni estaban alojados los res�menes o art�culos completos en l�nea.

Eran tiempos de fuertes creencias sobre,

"lo que la ciencia ha descubierto" (y lo que no).

Sin embargo, las comunidades cient�ficas no eran tan omniscientes como la percepci�n p�blica imaginaba que eran, y ellos, para bien o para mal, no segu�an pol�ticas sociales o pensamiento de grupo.


Los microbios magn�ticos

Ya en 1975, Richard Blakemore, un estudiante graduado en aqu�l momento, se dio cuenta de que un cierto tipo de bacteria de una salina cerca de Cape Cod, siempre se orientaban en una direcci�n particular en su placa de microscopio, de hecho, siempre hacia el norte magn�tico.

Continu� estudiando esta bacteria junto al microbi�logo Ralph Wolfe, y una vez que ambos aislaron una cepa pura de la especie se acercaron a Richard Frankel, del laboratorio magn�tico del MIT, entonces empezaron a buscar el mecanismo que hac�a funcionar el sentido magn�tico de tan peque�o organismo.

Sorprendieron a la comunidad de bi�logos cuando hallaron y documentaron ese mecanismo:

la disposici�n en l�nea ordenada de los microcristales de magnetita dentro de la membrana.

Tres bacterias magnetot�cticas,

cada una con una sola l�nea de cristales de magnetita.


La magnetita es una sustancia met�lica con una alta sensibilidad magn�tica que, tradicionalmente, se pensaba que se formaba s�lo bajo temperaturas extremadamente altas y las presiones en roca �gnea o metam�rfica.

Fue descubierta por primera vez en la biolog�a de una criatura en 1962, donde su presencia en la lengua de los moluscos marinos sugiri� que estaba siendo utilizada por su dureza, sin embargo no para algo tan fundamental y esquivo como la bio-navegaci�n.

Cualesquiera que sean sus usos, el caso es que se ha encontrado su probable presencia incluso en los f�siles microbianos de 4 mil millones de a�os de un meteorito de Marte (el ALH84001, descubierto en la Ant�rtida).

Una bacteria que tiene dos l�neas de magnetita.


Una nueva frontera

Ha sido una hip�tesis natural que la magnetita puede estar involucrada en las m�s impresionantes haza�as de navegaci�n de diversos organismos, y se prestan a una claridad biol�gica los ciertos comportamientos observados en experimentos con el magnetismo.

La b�squeda del norte por las abejas o bacterias puede ser reprogramada para el sur golpe�ndolas con un breve pulso magn�tico (Kirschvink y Kobayashi, 1991), lo que apoya firmemente la idea de que estos comportamientos se basan en el material ferromagn�tico del cuerpo del organismo.

Mientras que muchos experimentos conductuales y anat�micas han investigado este aspecto de la biolog�a en las palomas, otros tambi�n han explorado estas caracter�sticas biol�gicas en los humanos.

En 1979, Robin Baker, de la Universidad de Manchester vend� los ojos unos estudiantes de secundaria y los equip� con diademas, que, o bien conten�an imanes o barras de lat�n, id�nticamente dise�adas, pero no magn�ticas.

Los estudiantes fueron conducidos por un curso laber�ntico alrededor de Leeds y a lo largo de una carretera recta, donde �l se detuvo para que escribirles en unas tarjetas su conjetura sobre la direcci�n de regreso a la escuela.

M�s tarde �l gir� 135 grados yendo a otro lugar que los estudiantes deb�an adivinar de nuevo.

Los estudiantes con imanes falsos en torno en su cabeza pudieron adivinar la direcci�n de la escuela de forma bastante fiable. Y entre tanto, los estudiantes con imanes reales alrededor de sus cabezas tuvieron su sentido de la direcci�n significativamente afectado.

Baker y otros investigadores continuaron con sus experimentos de comportamiento, y la comunidad cient�fica estaba m�s receptiva a este tipo de fen�menos, ahora que ya se sab�a que los organismos pod�an sintetizar magnetita e incorporarla en los sistemas de prop�sito celular.

Cuando la magnetita de 1990 tambi�n fue descubierta de manera concluyente por varios investigadores como un elemento intencional del cerebro humano, fue como la iluminaci�n de nuevos caminos de discusi�n cient�fica.

De izquierda a derecha:

la magnetita de la bacteria magnetot�cticas,

magnetita del cerebro humano.

Teor�as recientes han examinado el papel potencial de la magnetita en la memoria de las plantas (si realmente existe tal cosa, simplemente haciendo una b�squeda de la magnetita y la memoria de la planta), y en la memoria humana a corto y largo plazo (Banaclocha y B�kkob, 2010).

El hipocampo durante mucho tiempo ha sido visto como un centro de formaci�n de la memoria, as� que la investigaci�n de la enfermedad de Alzheimer han prestado atenci�n a los nuevos avances en la comprensi�n de su biolog�a, incluyendo su contenido de magnetita.

En las �ltimas d�cadas los cient�ficos han estado investigando porqu� el aumento de materiales magn�ticos en la estructura inferior del hipocampo tiene correlaci�n con la enfermedad de Alzheimer (Hautot et al, 2003. Quintana et al, 2006).

La teor�a de Francis Ivanhoe de que esta regi�n del cerebro detecta la intensidad de campo terrestre podr�a influir en la anatom�a del cerebro, en respuesta a algunos fen�menos geomagn�ticos, de hecho, tiende un puente para muchas nuevas hip�tesis, o como fuente de claridad para observaciones culturales existentes.

Es bien conocido en la literatura cient�fica p�blica que la esquizofrenia viene acompa�ada constantemente por cambios en los patrones de la anatom�a y activaci�n del hipocampo.

En 1963, el electrofisi�logo Robert O. Becker y el psic�logo Howard Friedman, unieron sus recursos cl�nicos para examinar en las tasas de admisi�n de esquizofrenia y la conducta en el pabell�n psiqui�trico en relaci�n con las perturbaciones geomagn�ticas.

Mirando los datos de admisi�n de 8 hospitales en relaci�n a 67 tormentas magn�ticas a lo largo de 4 a�os, el tama�o de la muestra de 28.000 admisiones mostr� claramente que un n�mero significativamente mayor de personas se apuntaron a servicios psiqui�tricos tras alguna turbulencia magn�tica, en comparaci�n con los per�odos en los que el campo se mantuvo estable.

La correlaci�n no es igual a una relaci�n causal, por supuesto, pero se examinaron m�s de 12 pacientes esquizofr�nicos en el hospital local de VA quienes estaban programados para permanecer all� durante los pr�ximos meses sin cambios en el tratamiento.

Para ello, pidieron a las enfermeras de la sala que llenaran un est�ndar de evaluaci�n del paciente a intervalos regulares (una vez por turno de 8 horas), mientras ellos comparaban los informes de comportamiento con la actividad de rayos c�smicos entrantes, visto como una forma m�s fiable de diferenciar entre tormentas magn�ticas y otras variaciones de rutina en el campo de la Tierra.

Casi todos los sujetos mostraron comportamientos que cambiaron de 1 a 2 d�as despu�s de los eventos de rayos c�smicos, especialmente indicativos del patr�n de turbulencia geomagn�tica que sucede despu�s que los rayos c�smicos de baja energ�a que destellan desde el sol tomen contacto con la anatom�a externa del campo de la Tierra.

�Qu� nuevos descubrimientos en la ciencia de la conciencia y qu� nuevos m�todos de medicina podr�an estar disponibles en nuestra sociedad hoy en d�a, si el trabajo en el campo electromagn�tico de cient�ficos como Rutger Wever hubiera sido aceptable para las instituciones humanas de su tiempo?

A estas ideas, por supuesto, son muchos los que siguen oponiendo resistencia, aunque la mayor�a pr�cticamente por simples motivos de incredulidad, pero que uno no puede dejar de notificar a la sociedad aunque solo sea acerca de las posibilidades interesantes o importantes que tiene.

  • �Es parte del rol del hipocampo sentir las micro-pulsaciones que sostienen la vida de la Tierra, de alguna manera relacionadas con la disminuci�n del hipocampo observada en aquellos que sufren de depresi�n severa?

  • �Las personas que sufren depresi�n cl�nica, tienen tambi�n un hipocampo salpicado de formaciones grupales de magnetita inapropiados?

  • Y en una nota especulativa aparte, consideremos que el hipocampo es muy receptivo a los estr�genos, lo que aumentar�a el tama�o y el n�mero de sus sinapsis, �radica en esta observaci�n cient�fica la "franca" auto-identificaci�n que tantas mujeres identifican como lo femenino?

En la peque�a pero significativa instant�nea de la historia evolutiva, donde toma significado la historia cultural de la humanidad, muchas de estas relaciones se han intuido, imaginado o directamente observado.

La consideraci�n creativa de tales teor�as es a menudo vital para el progreso de un conocimiento humano comprobable.

La humanidad est� colectivamente bendecida siempre que una persona inteligente tiene la iniciativa personal, la financiaci�n y los recursos sociales para examinar esas creencias con una mente entusiasta y abierta.