por Santiago Rosero Contreras

06 Noviembre 2022

del Sitio Web ElPais


Amanecer en la

�Plataforma Primero de Mayo.

Ana Maria Buitr�n

Una asociaci�n de hierbateras en Quito

trabaja para perpetuar las ense�anzas de la medicina andina.

Durante la 'pandemia', sus conocimientos significaron

una importante fuente de sanaci�n complementaria,

aunque siguen teniendo resistencia en algunos sectores...

Es una madrugada de octubre, pero podr�a ser cualquier otra.

Madrugadas as� esta familia las ha tenido desde hace m�s de cuatro d�cadas.

Evelin Lugua�a, 27 a�os, tercera generaci�n de una l�nea de hierbateras oriundas de Nay�n, un peque�o poblado al nororiente de Quito, se alista junto a su madre, Norma Jui�a, sabia de 63 a�os y 40 en el oficio, para una jornada m�s de recolecci�n de plantas medicinales silvestres.

Una jornada m�s, pero hoy hay que considerar las complicaciones que han tra�do el cambio clim�tico y la embestida inmobiliaria.

"Antes era m�s f�cil, se entraba nom�s a las quebradas y no hab�a qui�n mezquine, se recolectaba de todo", dice Jui�a.

"Hoy todo se privatiza, hasta los chaqui�anes (senderos) se est�n cerrando, y no es justo porque as� se van perdiendo las plantas medicinales".

La camioneta que alquilan para la ocasi�n llega hacia las 04.00.

En las horas previas prepararon la tonga, es decir, los alimentos que les dar�n energ�a durante las caminatas por cerros, bosques y quebradas a las afueras de la ciudad.

En una mochila llevan papas, habas, ma�z tostado, m�chica (harina de cebada con panela), de vez en cuando unas presas de pollo horneado y, en los bolsillos, unos dientes de ajo y unas ramas de ruda.

"Son por respeto a los cerros, para evitar el mal aire.

A veces puede caer la neblina y desviarnos del camino. Son como un amuleto", dice Evelin Lugua�a con franco entusiasmo por su oficio.


Mar�a Sandra Vinocunga

en su puesto de venta de plantas medicinales.

Ana Maria Buitr�n


Viajar�n una, dos horas, y a veces m�s, hasta la entrada a la Amazon�a, donde el ecosistema se vuelve h�medo y en las quebradas se consigue caballo chupa, planta que se usa para tratar inflamaciones de los ri�ones y la vejiga.

En sus excursiones m�s frecuentes por la Sierra recoger�n, oz en mano, chilca, eucalipto, �achag, hierba del �ngel.

"Todo se va cogiendo en el camino", explica Evelin.

"Hay que dejar el carro lejos y caminar hacia adentro. Luego hay que hacer r�pido paquetitos con las hierbas y salir, porque hay gente que puede pensar que vamos por ah� a robar ganado".

Y as� se ir� la ma�ana y estar�n de vuelta en casa a eso de las tres de la tarde.

Descargar�n las plantas, las limpiar�n y cortar�n de 65 cent�metros para que todas queden uniformemente vistosas. Luego las pondr�n, paradas, en tinas con agua o en el piso sobre una estera, porque si las dejaran acostadas y hechas un mont�n, se ahogar�an hasta morir.

Dar�n las 10 de la noche cuando todo esto acabe, y si al d�a siguiente hay feria, a la medianoche ya estar�n de pie para hacer las maletas, como llaman a los bultos grandes copados de plantas que se atan con pedazos de costal.

Hoy es d�a de feria, un viernes del mismo mes.

Son las cuatro de la ma�ana, pero las hierbateras han empezado a atender desde la una. La pl, como se le conoce al mercado de plantas medicinales m�s grande de la ciudad, luce agitado.

Al frente, cruzando una gran avenida que conecta los polos de la ciudad, est� otro mercado, el San Roque, emblema de esta zona del Centro Hist�rico afamada por sus comerciantes, artesanos y malechores.

El ambiente en la plataforma carga un aroma dulce a hierbaluisa y lavanda, y en un altoparlante suena, discretamente, m�sica rockolera.

Hay unos 30 locales entre puestos de venta de papas y hortalizas y unos cuantos quioscos de comidas populares, pero la mayor actividad se concentra en los 50 puestos de plantas medicinales.

Las hierbateras provienen de comunas ancestrales y parroquias rurales de Quito.

Lo que ofrecen es fruto de la recolecci�n, de cosechas en sus propias huertas, y de compras que hacen a otras productoras o que los mismos d�as de feria intercambian entre ellas para tener suficiente variedad.

Estas son las horas de la venta al por mayor.

Intermediarios llegan para comprar barato lo que luego revender�n en sus propios puestos en otros mercados de Quito.

Aqu�, un buen ramo de plantas dulces, por ejemplo, cuesta 75 centavos de d�lar.

Ellos luego los revender�n al doble...



Plantas: Amapola (roja) regula la menstruaci�n.

Flor de Pensamiento (violeta) para dolores y

co�gulos del coraz�n, para estr�s y nervios.

�agcha (amarilla) para la bilis.

Ana Maria Buitr�n



El ritmo acelerado del comercio avanzar� hasta las seis de la ma�ana, cuando muchas vendedoras har�n una pausa para desayunar.

En las horas siguientes, hasta el mediod�a, llegar�n los clientes que compran al por menor, y entre ellos quienes buscan consejos de sanaci�n.

Mala digesti�n: or�gano, malva olorosa, eneldo.

V�as urinarias: mashua, casamarucha, llant�n.

Circulaci�n de la sangre: ortiga...

Norma Jui�a sabr� recomendar lo adecuado, conf�a en su don.

"Dios da a cada uno una sabidur�a.

A nosotros nos ha dado el conocimiento de las hierbas medicinales. Saber utilizarlas, saber mezclarlas para tratar una enfermedad, ese es el don".

La plataforma Primero de Mayo es un terreno de conquista.

"Antes era todo de tierra y lodo, lleno de chilcas, de sixes, de matorrales, y las primeras dirigentes nos fueron organizando en mingas para limpiar todo.

Todo ha sido hecho de nuestro esfuerzo".

Rosa Mila, 67 a�os, una de las hierbateras m�s antiguas en el lugar, recuerda los inicios de la feria.

Su historia es la de esa generaci�n de mujeres que quiso sacar al espacio p�blico los conocimientos que sus mayores les hab�an transmitido en el �mbito privado.

Durante a�os se instalaron en las veredas alrededor del Mercado San Roque, un par de horas por all�, otras m�s all�, atando y desatando las maletas que cargaban a la espalda, hasta que la polic�a municipal llegaba a desalojarlas, usualmente con desprecio.

No se pod�a seguir as�, por lo que algunos de esos vendedores, hombres adem�s de mujeres, fueron a hablar con el director del Colegio Central T�cnico, que en ese entonces funcionaba en ese sector y a cuya espalda quedaba aquel terreno abandonado, para que les dejara ocuparlo y asentar las bases de un mercado.

El 15 de enero de 1975 se form� la Asociaci�n de Peque�os Comerciantes Central Primero de Mayo, y de ah� en adelante se impulsaron las obras - unas por autogesti�n y otras con la ayuda de autoridades locales - indispensables para poder trabajar.

La lucha de las hierbateras por un espacio digno se ha sostenido por casi cinco d�cadas.

Hace apenas un a�o, el Municipio de la ciudad les instal� las estructuras con techo que cubren algunos de los puestos.

Hasta ese momento los comerciantes deb�an levantar carpas por su cuenta.



Mar�a Petrona Conlago

armando un atado para la venta.

Ana Maria Buitr�n



El mercado se constituy� tambi�n en un espacio de expresi�n y organizaci�n colectiva.

A lo largo de los a�os, las hierbateras se han involucrado de manera comprometida en,

mingas barriales, brigadas de seguridad, talleres de desarrollo comunitario,

...y durante sus dos primeras d�cadas participaron activamente en movilizaciones para conseguir reivindicaciones sociales junto a colectivos obreros y pol�ticos como el Frente Unitario de Trabajadores y el Movimiento Popular Democr�tico.

M�s a�n, han generado una din�mica de econom�a solidaria entre mujeres, y por medio de la defensa de la sabidur�a andina sobre la salud, han sabido sostener un patrimonio colectivo.

Como ocurri� respecto a la producci�n agr�cola campesina, el remez�n de conciencia que provoc� la crisis sanitaria del Covid-19 tambi�n hizo que mucha gente se interesara por las bondades de las plantas y reconociera la labor de sus productoras.

"La enfermedad hizo que la gente volviera a la ra�z, a nuestra medicina natural", dice Evelin Lugua�a.

La potente p�cima que recomendaba:

dos hojas de matico, una flor de chuquiragua, un poco de verbena, tres hojas de eucalipto arom�tico, flores de borraja, un poco de tilo, otro de hierbaluisa, un pedazo de jengibre, c�rcuma rallada, jugo de tres limones, miel...


Retrato de Evelin Lugua�a

con la planta Alelia

para tratar el estr�s y los nervios.

Ana Maria Buitr�n



"La Covid hizo

que la gente volviera a la ra�z,

a nuestra medicina natural"
Evelin Lugua�a

hierbatera


A finales de 2021 la asociaci�n de hierbateras recibi� la Condecoraci�n Eugenio Espejo, otorgada por el municipio de Quito a personas u organizaciones que han contribuido de manera significativa al cuidado de la salud en la ciudad.

Hasta entonces, dicha distinci�n hab�a sido entregada solamente a m�dicos y cient�ficos.

Sin embargo, las restricciones que debieron imponerse al inicio de la 'pandemia', entre ellas los cierres de mercados, inevitablemente dejaron consecuencias que se perciben hasta la actualidad:

de los 300 miembros activos que ten�a la asociaci�n, hoy alrededor de la mitad atienden en el mercado de manera regular.

La p�rdida de clientes por los meses de encierro hizo que muchas hierbateras decidieran ya no salir m�s, aunque algunas contin�an sembrando plantas para proveer a sus compa�eras.

Adem�s,

  • la arremetida inmobiliaria, que en los alrededores de Quito copa incluso zonas de protecci�n ecol�gica

  • los fen�menos relacionados al 'cambio clim�tico' y la contaminaci�n ambiental

  • la incertidumbre sobre el relevo generacional en el oficio

  • la expansi�n de las cadenas de supermercados, que acaparan clientela en detrimento de los mercados populares,

...conforman las principales amenazas a las que se enfrentan.



Mar�a Sandra Vinocunga.

Junto a la Flor de Pensamiento (violeta)

para dolores y co�gulos del coraz�n,

para estr�s y nervios

y �agcha (amarilla) para la bilis.

Ana Maria Buitr�n



En agosto, el Museo de la Ciudad, en colaboraci�n con la Plataforma Primero de Mayo, mont� la exposici�n 'Territorios que Sanan - Al encuentro de las Hierbateras'.

Se trata de una extensi�n del esfuerzo iniciado por instituciones culturales en 2013, cuando las autoridades de la ciudad propusieron sacar del Centro Hist�rico al mercado San Roque, lo que en adelante gener� un importante debate acerca de los procesos de control y reivindicaci�n de las organizaciones de comercio popular.

"La exposici�n es una continuaci�n de estos procesos", explica Alejandro Cevallos, coordinador del Museo de la Ciudad, "pero con la caracter�stica de que sal�amos de la crisis sanitaria y entonces nos preguntamos sobre la importancia de reconocer los trabajos que cuidan la vida.

Las hierbateras estuvieron sosteniendo algunos de los cuidados de acceso popular".

A trav�s de una s�lida documentaci�n que deriva en importantes materiales educativos, la muestra resalta la importancia de las hierbateras de Quito como cuidadoras de la salud, los ecosistemas y los saberes andinos.

Entre las colaboraciones de artistas e investigadores que trabajan el tema destaca lo hecho por la Campa�a por la memoria de las mujeres perseguidas por brujer�a, un colectivo ecuatoriano vinculado a una red internacional que documenta y analiza las experiencias de mujeres acusadas de brujer�a a lo largo de la historia, y c�mo eso tiene repercusiones hasta hoy.


La medicina natural de ra�z andina

tambi�n est� atravesada por un prejuicio

�muy euroc�ntrico, blanqueado...


Una ordenanza municipal de control de comercio popular, vigente en la actualidad, castiga la llamada hechicer�a en puestos de mercado.

Con este estigma apuntando a las hierbateras desde la oficialidad, cabe preguntarse cu�l es la valoraci�n que tiene la sociedad acerca de su trabajo.

"Por un lado hay un sector popular que encontr� en las plantas una estrategia de salud preventiva", explica Cevallos.

"Esto no est� documentado ni legitimado, pero existen testimonios recurrentes de que las plantas ayudaron a contrarrestar la crisis sanitaria.

Sin embargo, la medicina natural de ra�z andina tambi�n est� atravesada por un prejuicio muy euroc�ntrico, blanqueado.

Una idea muy posicionada en las clases medias es que la medicina natural sirve hasta cierto punto y que el resto es superstici�n.

En los �ltimos a�os, por ejemplo, se han acentuado los mecanismos de persecuci�n y criminalizaci�n a las vendedoras que, para terminar una carga de plantas, salen a darse una vuelta por el Centro Hist�rico.

Eso deja ver lo contradictorio de su situaci�n.

Por un lado tienen prestigio y por otro son perseguidas en la calle".


Cargadores ayudan a los clientes

a transportar varios sacos

�cargados de plantas medicinales.

Ana Maria Buitr�n



Otras vendedoras corren con mejor suerte.

Cuando no se vende todo al final de la jornada, algunas llevan las plantas de vuelta a casa y, cortadas muy peque�as, las ponen a secar, idealmente al interior de un invernadero, para luego venderlas en ramos secos o en simp�ticas bolsas de popurr�, como las que Evelin Lugua�a ofrece para ba�os dulces contra el estr�s:

manzanilla, albahaca dulce, seguidora, lavanda, hierbaluisa, cedr�n, esencia de rosas,

...entre otras que suman veinte.

Acompa�ar� su venta con un:

"que tenga un excelente y bendecido d�a"...

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