por Alejandro Martinez Gallardo
07 Julio 2016

del Sitio Web PijamaSurf

El silencio es la clave del chamanismo

y de toda pr�ctica espiritual.

El nuevo n�mero de la revista�Artes de M�xicodedicado al chamanismo�en M�xico nos sirve de pretexto para reflexionar sobre la relaci�n entre el silencio y el chamanismo, o sobre el silencio como la simiente o espacio base para el desarrollo de la receptividad m�stica, en las tradiciones propiamente cham�nicas como tambi�n en el misticismo religioso en general.

Argumentaremos que, en el terreno de la magia y el chamanismo, primero es el silencio.

Pregunt�ndose por los rasgos que definen a un cham�n - labor primera en el albor de la cultura humana y siempre compleja: sacerdote, m�dico, l�der y sobre todo enlazador de mundos - los editores de esa revista concluyen que los dos rasgos esenciales que parecen atravesar las diferentes concepciones del chamanismo en M�xico son la oscuridad y el silencio.�

"La habilidad cham�nica consiste en percibir y mirar lo ausente y escuchar lo que el silencio revela", dice Laura Romero, coordinadora de este proyecto editorial.

Alberto Ruy Sanchez presentando este libro, cita el trabajo del antrop�logo Pedro Pitarch, estudioso de los rituales tzeltales de Chiapas, quien explica que los los cantos cham�nicos de este grupo ind�gena operan a trav�s de un silenciar�los ruidos o las "emociones contaminantes" de los muertos.

El nombre de sus cantos es silencio.

Podemos inferir que se trata de establecer el silencio que apacigua el alma, que descarga las cuitas mundanas, que releva en un mundo intermedio de la ilusiones y los espejismos, de alguna manera el silencio que es extinci�n del di�logo interno y de la obsesi�n que tal vez no termina con esta vida.

El chamanismo ha tenido tradicionalmente esta funci�n de asistir a los ancestros y de hacer una especie de diplomacia espiritual entre mundos o realidades contiguas.

Est� tambi�n el caso de los mara'akame (chamanes) huicholes, quiz� los "chamanes" con los que m�s familiarizados estamos hoy en M�xico, ya que habiendo mantenido una pr�ctica cham�nica milenaria ligada a la toma del peyote (hikuri) en el centro de peregrinaci�n de Wirikuta en el desierto de San Luis Potos�, los huicholes se han mezclado con el turismo psicod�lico que viaja al desierto a comer peyote pero que adem�s busca agregar a sus viajes la posibilidad de interactuar con o aprender de los huicholes.

Por supuesto esta combinaci�n no siempre es fruct�fera y presenta ciertamente un riesgo para la preservaci�n de la cultura cham�nica huichola.

Buscando desmitificar la noci�n que se tiene sobre el mundo huichol, el antrop�logo Johannes Neurath define a los chamanes huicholes, seg�n Ruy S�nchez, como "seres nocturnos" que habitan estas �reas liminales para amaestrar el arte de so�ar (Marakate, aprendemos ah�, es plural de mara'akame, que significa "los que saben so�ar").

So�ar para los huicholes seguramente no es s�lo el so�ar como lo experimentamos en nuestra c�moda modernidad, sino que es tambi�n un so�ar en la vigilia, un abrir las puertas a la visiones (las nierikas), un pulir el espejo de la imaginaci�n para que se refleje la luz del mundo sutil, un so�ar con las manos y con los �rganos de percepci�n sutil...

Neurath tambi�n menciona este rasgo distintivo del silencio - que est� siempre unido a la oscuridad como la ausencia de est�mulos mundanos.

Dice que los huicholes encuentran la apoteosis de su peregrinaci�n en el amanecer del desierto (algo que cualquiera que haya ido a Wirikuta entender� f�cilmente) puesto que,

"la oscuridad es ruidosa y se opone al silencio transparente del desierto".

Podemos decir que es el silencio el requisito para que la magia ocurra, un silencio que est� afuera y adentro, y que de hecho es lo que permite que se establezca un v�nculo entre la mente y el cosmos, a trav�s de la transparencia, del �xtasis que elimina la obstrucci�n del pensamiento para que la inteligencia de la naturaleza hable en el hombre.

La raz�n por la cual el silencio es tan importante para el misticismo - al cual hemos definido aqu� como la disponibilidad inmanente de lo divino - y no s�lo en el chamanismo, tiene que ver con que el silencio suprime el di�logo interno y con ello la identificaci�n con un yo estable, separado y seg�n muchas tradiciones ilusorio en tanto a separado.

Para establecer un contacto numinoso o percibir la profundidad oce�nica del ser, parece necesario relajar el estado de aprehensi�n desde el cual opera el yo eg�ico.

"Haz silencio y escuchar�s el murmullo de los dioses", escribi� Emerson.

El silencio parece ser el umbral de acceso al inconsciente y a la regi�n transpersonal del ser, donde se despliegan los arquetipos y donde se disuelven las fronteras de la identidad.

Una de las pr�cticas comunes a diferentes tradiciones cham�nicas es aquella en la que el individuo deja la comunidad y sale a la selva, al bosque o al desierto en busca de una visi�n o de una sanaci�n.

Esta pr�ctica, si bien var�a en sus aspectos particulares, tiene en com�n un enfrentarse con lo desconocido, desarraig�ndose de las improntas del colectivo para conocer realmente la naturaleza del propio ser y de la tierra misma y su ecolog�a de almas.

Para hacer esto es menester distanciarse del ruido mundano de la comunidad pero tambi�n del ruido interno.

S�lo si se logra una base de silencio se podr� escuchar la voz del esp�ritu y s�lo as� se podr� mantener la cordura, puesto que al aventurarse en soledad por la selva (interna y externa) se realizar� un proceso de purga y depuraci�n y primero surgir�n los demonios con sus ruidos demenciales, que probar�n la integridad del individuo.�

En uno de los grandes cl�sicos del esoterismo del siglo XX, las Meditaciones sobre los Arcanos del Tarot, Valentin Tomberg explica que el silencio es una de las caracter�sticas esenciales del Mago, el primer arcano, y ciertamente el equivalente en la tradici�n occidental al cham�n.

Tomberg hace una s�ntesis de distintas tradiciones, desde hinduismo hasta cristianismo, para entender el estado inicial desde el cual se puede establecer una pr�ctica esot�rica.

�Acaso no es el silencio tambi�n la esencia del yoga?

Patanjali define a esta disciplina como,

"la supresi�n de las oscilaciones de la sustancia mental [Yoga citta vritti nirodha]".

Nos dice Tomberg que,

"el silencio es la se�al del contacto real con el mundo espiritual y este contacto, a su vez, engendra siempre un influjo de fuerzas".

El silencio parece ser equivalente a lo que San Juan de la Cruz llama dejar la casa sosegada, as� el alma puede volar al encuentro de la divinidad ansiada o se puede recibir en el recinto interno, vuelto templo por el silencio, las visiones que son las vistas de los �ngeles o esp�ritus.

El silencio tambi�n es lo que limpia nuestra mente para que pueda descargar la informaci�n luminosa del cielo interior.

Existe tambi�n un raz�n funcional e incluso fisiol�gica por la cual el silencio resulta vital en el ejercicio de una pr�ctica m�gica o cham�nica.

El silencio nos brinda concentraci�n, y un cierto tipo de concentraci�n:

una concentraci�n sin esfuerzo, lo que en el tao�smo llaman wu wei, un hacer sin hacer que es un dejar que el universo haga a trav�s de nosotros - removiendo el ruido de la personalidad de la ecuaci�n.

Explica Tomberg:�

La concentraci�n sin esfuerzo - es decir, ese lugar en el que no hay nada que suprimir y en donde la contemplaci�n se vuelve tan natural como la respiraci�n y el latido del coraz�n - es el estado de conciencia (i. e., pensamiento, imaginaci�n, sensaci�n y voluntad) de calma perfecta, acompa�ada de la completa relajaci�n de los nervios y los m�sculos del cuerpo.

Es el profundo silencio de los deseos, las preocupaciones, de la imaginaci�n, de la memoria y el pensamiento discursivo.

Uno podr�a decir que todo el ser se vuelve como la superficie quieta del agua, reflejando la inmensa presencia del cielo estrellado y su armon�a inefable.

�Y las aguas son profundas, tan profundas!

Y el silencio crece, perpetuamente� �qu� silencio!

Su crecimiento se lleva a cabo a trav�s de ondas regulares que pasan, una tras otra, a trav�s de tu ser:

una onda de silencio seguida por otra onda de silencio m�s profundo y luego otra vez una onda de silencio a�n m�s profundo�

�Algunas vez has bebido silencio? Si tu respuesta es afirmativa, entonces ya sabes lo que es la concentraci�n sin esfuerzo.�

El cham�n es quien bebe silencio en las aguas de la oscuridad; es quien logra navegar en la tempestad del caos original justamente porque tiene ese silencio que le da la entereza para no precipitarse por la borda y resistir las agitaciones.

Es el silencio lo que le da la confianza de que, m�s all� de ciertos obst�culos o se�ales que podr�an ser confusas, llegar� a buen puerto.

Y es que en el silencio est� lo m�stico y en esto se hace patente su conexi�n con el mundo espiritual que lo asiste.

"Y es que 'la zona del silencio' no s�lo significa que el alma est�, fundamentalmente, en paz, sino tambi�n que hay un contacto con el mundo espiritual o celestial que trabaja en conjunto con el alma", dice Tomberg.

En verdad que hacer silencio es el requisito esencial de toda comunicaci�n significativa, sea con una persona a la cual nos abrimos a tener un intercambio profundo o sea con una energ�a sutil que yace invisible desde el ruido de nuestra mente.

De otra forma s�lo hay ruido, tautolog�a y proyecci�n de nosotros mismos...