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del Sitio Web PijamaSurf � � � � � � � El silencio es la clave del chamanismo y de toda pr�ctica espiritual. � � � El nuevo n�mero de la revista�Artes de M�xico�dedicado al chamanismo�en M�xico nos sirve de pretexto para reflexionar sobre la relaci�n entre el silencio y el chamanismo, o sobre el silencio como la simiente o espacio base para el desarrollo de la receptividad m�stica, en las tradiciones propiamente cham�nicas como tambi�n en el misticismo religioso en general. � Argumentaremos que, en el terreno de la magia y el chamanismo, primero es el silencio.� � Pregunt�ndose por los rasgos que definen a un cham�n - labor primera en el albor de la cultura humana y siempre compleja: sacerdote, m�dico, l�der y sobre todo enlazador de mundos - los editores de esa revista concluyen que los dos rasgos esenciales que parecen atravesar las diferentes concepciones del chamanismo en M�xico son la oscuridad y el silencio.�
Alberto Ruy Sanchez presentando este libro, cita el trabajo del antrop�logo Pedro Pitarch, estudioso de los rituales tzeltales de Chiapas, quien explica que los los cantos cham�nicos de este grupo ind�gena operan a trav�s de un silenciar�los ruidos o las "emociones contaminantes" de los muertos. � El nombre de sus cantos es silencio. � Podemos inferir que se trata de establecer el silencio que apacigua el alma, que descarga las cuitas mundanas, que releva en un mundo intermedio de la ilusiones y los espejismos, de alguna manera el silencio que es extinci�n del di�logo interno y de la obsesi�n que tal vez no termina con esta vida. � El chamanismo ha tenido tradicionalmente esta funci�n de asistir a los ancestros y de hacer una especie de diplomacia espiritual entre mundos o realidades contiguas. � Est� tambi�n el caso de los mara'akame (chamanes) huicholes, quiz� los "chamanes" con los que m�s familiarizados estamos hoy en M�xico, ya que habiendo mantenido una pr�ctica cham�nica milenaria ligada a la toma del peyote (hikuri) en el centro de peregrinaci�n de Wirikuta en el desierto de San Luis Potos�, los huicholes se han mezclado con el turismo psicod�lico que viaja al desierto a comer peyote pero que adem�s busca agregar a sus viajes la posibilidad de interactuar con o aprender de los huicholes. � Por supuesto esta combinaci�n no siempre es fruct�fera y presenta ciertamente un riesgo para la preservaci�n de la cultura cham�nica huichola. � Buscando desmitificar la noci�n que se tiene sobre el mundo huichol, el antrop�logo Johannes Neurath define a los chamanes huicholes, seg�n Ruy S�nchez, como "seres nocturnos" que habitan estas �reas liminales para amaestrar el arte de so�ar (Marakate, aprendemos ah�, es plural de mara'akame, que significa "los que saben so�ar"). � So�ar para los huicholes seguramente no es s�lo el so�ar como lo experimentamos en nuestra c�moda modernidad, sino que es tambi�n un so�ar en la vigilia, un abrir las puertas a la visiones (las nierikas), un pulir el espejo de la imaginaci�n para que se refleje la luz del mundo sutil, un so�ar con las manos y con los �rganos de percepci�n sutil... � Neurath tambi�n menciona este rasgo distintivo del silencio - que est� siempre unido a la oscuridad como la ausencia de est�mulos mundanos. � Dice que los huicholes encuentran la apoteosis de su peregrinaci�n en el amanecer del desierto (algo que cualquiera que haya ido a Wirikuta entender� f�cilmente) puesto que,
Podemos decir que es el silencio el requisito para que la magia ocurra, un silencio que est� afuera y adentro, y que de hecho es lo que permite que se establezca un v�nculo entre la mente y el cosmos, a trav�s de la transparencia, del �xtasis que elimina la obstrucci�n del pensamiento para que la inteligencia de la naturaleza hable en el hombre. � La raz�n por la cual el silencio es tan importante para el misticismo - al cual hemos definido aqu� como la disponibilidad inmanente de lo divino - y no s�lo en el chamanismo, tiene que ver con que el silencio suprime el di�logo interno y con ello la identificaci�n con un yo estable, separado y seg�n muchas tradiciones ilusorio en tanto a separado. � Para establecer un contacto numinoso o percibir la profundidad oce�nica del ser, parece necesario relajar el estado de aprehensi�n desde el cual opera el yo eg�ico.
El silencio parece ser el umbral de acceso al inconsciente y a la regi�n transpersonal del ser, donde se despliegan los arquetipos y donde se disuelven las fronteras de la identidad. � Una de las pr�cticas comunes a diferentes tradiciones cham�nicas es aquella en la que el individuo deja la comunidad y sale a la selva, al bosque o al desierto en busca de una visi�n o de una sanaci�n. � Esta pr�ctica, si bien var�a en sus aspectos particulares, tiene en com�n un enfrentarse con lo desconocido, desarraig�ndose de las improntas del colectivo para conocer realmente la naturaleza del propio ser y de la tierra misma y su ecolog�a de almas. � Para hacer esto es menester distanciarse del ruido mundano de la comunidad pero tambi�n del ruido interno. � S�lo si se logra una base de silencio se podr� escuchar la voz del esp�ritu y s�lo as� se podr� mantener la cordura, puesto que al aventurarse en soledad por la selva (interna y externa) se realizar� un proceso de purga y depuraci�n y primero surgir�n los demonios con sus ruidos demenciales, que probar�n la integridad del individuo.� � En uno de los grandes cl�sicos del esoterismo del siglo XX, las Meditaciones sobre los Arcanos del Tarot, Valentin Tomberg explica que el silencio es una de las caracter�sticas esenciales del Mago, el primer arcano, y ciertamente el equivalente en la tradici�n occidental al cham�n. � Tomberg hace una s�ntesis de distintas tradiciones, desde hinduismo hasta cristianismo, para entender el estado inicial desde el cual se puede establecer una pr�ctica esot�rica. � �Acaso no es el silencio tambi�n la esencia del yoga? � Patanjali define a esta disciplina como,
Nos dice Tomberg que,
El silencio parece ser equivalente a lo que San Juan de la Cruz llama dejar la casa sosegada, as� el alma puede volar al encuentro de la divinidad ansiada o se puede recibir en el recinto interno, vuelto templo por el silencio, las visiones que son las vistas de los �ngeles o esp�ritus. � El silencio tambi�n es lo que limpia nuestra mente para que pueda descargar la informaci�n luminosa del cielo interior. � Existe tambi�n un raz�n funcional e incluso fisiol�gica por la cual el silencio resulta vital en el ejercicio de una pr�ctica m�gica o cham�nica. � El silencio nos brinda concentraci�n, y un cierto tipo de concentraci�n:
Explica Tomberg:�
El cham�n es quien bebe silencio en las aguas de la oscuridad; es quien logra navegar en la tempestad del caos original justamente porque tiene ese silencio que le da la entereza para no precipitarse por la borda y resistir las agitaciones. � Es el silencio lo que le da la confianza de que, m�s all� de ciertos obst�culos o se�ales que podr�an ser confusas, llegar� a buen puerto. � Y es que en el silencio est� lo m�stico y en esto se hace patente su conexi�n con el mundo espiritual que lo asiste.
En verdad que hacer silencio es el requisito esencial de toda comunicaci�n significativa, sea con una persona a la cual nos abrimos a tener un intercambio profundo o sea con una energ�a sutil que yace invisible desde el ruido de nuestra mente. � De otra forma s�lo hay ruido, tautolog�a y proyecci�n de nosotros mismos... � � � |
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