por�Kit Kennedy
17 Abril 2020

del�Sitio Web�ClassicalWisdom

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles

Versi�n en italiano


El �ngel de la muerte golpeando una puerta

durante la plaga de Roma.

Grabado de Levasseur despu�s de J. Delaunay.

Imag�nese, si quiere, que es el a�o 165 DC.

Hay dos emperadores de Roma,�Marco Aurelio�y�Lucio Vero, que han estado gobernando juntos durante cuatro a�os, y la vida cotidiana es buena.

El nuevo emperador permite la libertad de expresi�n, son populares entre los militares romanos y el imperio es estable.

Es decir, hasta que los partios invaden el Reino de Armenia.

Este acto de guerra desencadena un contraataque romano, junto con el ej�rcito romano tomando represalias en especie.�Al mismo tiempo, las tribus germ�nicas a lo largo de las fronteras del norte comienzan a asaltar, luego las invasiones de los territorios del norte.


En unos pocos meses, el poderoso Imperio Romano se vio envuelto en una guerra masiva en m�ltiples frentes.�Es durante estos tiempos ya dif�ciles que un nuevo enemigo invadir�a el imperio.

Fue un asalto mucho m�s mort�fero y silencioso, y uno cuyos efectos marcar�an las p�ginas de la historia al diezmar a la poblaci�n.


Roma estaba bajo ataque de la plaga...



De Thomas Cole,

El curso del imperio: desolaci�n, 1836

(Cortes�a de la Sociedad Hist�rica de Nueva York / Wikipedia)

Es f�cil imaginar la escena;�no es del todo desconocido para el que enfrentamos actualmente�con el Covid-19.

Hubo rumores sobre lo que estaba sucediendo en tierras lejanas, el gobierno se dirigi� a la poblaci�n, pero antes de que muchos pudieran hacer planes y prepararse, su forma de vida estaba bajo ataque.

La plaga, llamada as� por la familia Antonino que gobern� la duraci�n de la plaga, apareci� por primera vez en el invierno de 165-166 en Seleucia, de una fuente desconocida.

Los informes de la �poca sugieren que la peste se extendi� por las tropas del Imperio Romano que regresaron de sus campa�as en el Cercano Oriente.

Una vez contra�do por el ej�rcito, se extendi� por los territorios del imperio a medida que las legiones se mov�an por las aldeas y el campo.


Despu�s de cuatro a�os de la peste, en 169 DC, Lucio Vero regresaba a Roma con Marco Aurelio de Aquileia, cuando contrajo la enfermedad.�Aunque se habr�a sentido consolado un poco por estar a su lado su hermano adoptivo, la muerte de Lucio fue r�pida.

La r�pida partida del emperador fue etiquetada como 'intoxicaci�n alimentaria', aunque ahora se cree que el diagn�stico es inexacto.



Emperador romano Antonino P�o

(Caracalla) en el fuerte reconstruido

en Saalburg, Alemania.

Galen, el m�dico griego, describi� los s�ntomas como fiebre, diarrea y faringitis.

Otros s�ntomas incluyen la erupci�n de la piel en ampollas, algunas secas y otras llenas de pus, que aparecer�an alrededor del noveno d�a.�Galen no identific� completamente la enfermedad, ni su origen, pero algunos estudiosos creen que esta plaga fue la viruela.

Una excepci�n a esto es el historiador�William McNeill, quien afirma que la�Peste Antonina�y la posterior�Peste de Cipriano�(251ca - 271) posiblemente podr�an haber sido brotes de sarampi�n y viruela.

Los sobrevivientes desarrollaron cierta inmunidad a estas enfermedades, lo que sugiere que ninguna enfermedad hab�a existido antes del 165 DC en las civilizaciones romanas.


Lamentablemente, esta 'gran' plaga, como la llam� Galen, durar�a muchos a�os m�s.�Durante quince a�os devast� el Imperio, desde 165-180 DC.

Cuando la enfermedad atac� la ciudad de Roma, aproximadamente nueve a�os despu�s del primer brote, se cree que caus� hasta 2,000 muertes por d�a, o un 25% de posibilidades de muerte para la poblaci�n de Roma.


Durante esta devastaci�n, se cree que un tercio de la poblaci�n fue asesinada por la peste, esto incluye a aquellos en el campo y en el ej�rcito, y con un estimado de 5 millones de muertes atribuidas durante su reinado de terror.


Marco Aurelio y Lucio Vero,

Museo Brit�nico.


En ese tiempo, no hab�a tratamiento o cura.�M�s bien, durante una ola tras otra de la enfermedad, la sociedad romana desarroll� inmunidad a sus efectos.

Sin embargo, es interesante notar que una plaga con los mismos s�ntomas estaba afectando los reinados de dos�emperadores Han�en el Cercano Oriente,

  • Huan de Han (146-168)

  • Ling de Han (168-189)

Durante las gobiernos de estos dos emperadores, hubo brotes en los a�os 151, 161, 171, 173, 179, 182 y 185, todos los cuales tienen fechas similares a los brotes conocidos en el Imperio Romano, y se ha sugerido que est�n conectados con la plaga Antonina en Eurasia.


Se sospecha que esta plaga se origin� en alguna parte desconocida y aislada de Asia Central, y que se extendi� por los imperios chino y romano a medida que crec�a el comercio entre las dos potencias.

La mayor parte de este comercio se realiz� a trav�s del comercio mar�timo, que sufri� da�os 'irreparables' como resultado de la p�rdida de vidas.


Como tal, el comercio con el sudeste asi�tico disminuy� dr�sticamente, y aunque el comercio de la seda y las especias continu� hasta el�siglo�VI, nunca volver�a a su m�ximo esplendor.

En cambio, el legado de la Peste Antonina ser�a uno que solo se har�a evidente despu�s del a�o 500 DC, con la evoluci�n del sarampi�n y sus efectos en nuestro ADN.



El Curso del Imperio

(Serie de pinturas de Thomas Cole)

Destrucci�n (1836)

Aunque la peste Antonina tendr�a poca influencia sobre las artes o la cultura romana, sus efectos sociales y pol�ticos han dejado una marca indeleble en las p�ginas de la historia.

Con ella,�la peste trajo la�sentenciademuerte�del Imperio Romano, y anunciar�a en un momento de constante agitaci�n, traici�n y, seg�n algunos argumentar�an, locura, a manos de un dictador caprichoso.


Pero, quiz�s lo que tambi�n deber�amos recordar es el efecto que tuvo la plaga en la sociedad romana.�En medio del terror y la confusi�n, los romanos se rindieron al creer en falsedades, comportarse mal y actuar sin verdadera comprensi�n y honor.


Los pensamientos de Marco Aurelio hab�an estado plagados de otra peste, y de acuerdo con sus escritos en las�
Meditaciones, estaba profundamente preocupado por lo que observ�.

Su amada Roma estaba descendiendo al caos, actos desenfrenados, negando hechos a favor de ficci�n y eligiendo mentiras sobre la verdad y la justicia...

Quiz�s tengamos algo que aprender de la siguiente reflexi�n suya,

"La verdadera buena suerte ser�a abandonar la vida sin encontrar deshonestidad, hipocres�a, autocomplacencia u orgullo

Pero el 'pr�ximo mejor viaje' es morir cuando has tenido suficiente.��O est�s decidido a yacer con el mal?

�La experiencia ni siquiera te ha ense�ado eso, para evitarlo como la peste?�Porque es una plaga, un c�ncer mental, peor que cualquier cosa causada por el aire contaminado o un clima insalubre.

Una enfermedad como esa solo puede amenazar tu vida;�esta ataca a tu humanidad".

Meditaciones, IX.2