por�Christopher Given-Wilson�
20 Noviembre 2018

del�Sitio Web Aeon

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles

El �ltimo emperador, Sapa Inca Atahualpa.

Cortes�a de Wikipedia

Christopher Given-Wilson�
es profesor de historia en

la universidad de San Andr�s

en Escocia.

Entre la d�cada de 1430 y la llegada de los espa�oles en 1532, los Incas conquistaron y gobernaron un imperio que se extend�a por 4,000 kil�metros a lo largo de la columna vertebral de los Andes, desde Quito en el Ecuador moderno hasta Santiago en Chile.

Conocido por sus�conquistadores�como�Tahuantinsuyu, 'la tierra de las cuatro partes', conten�a alrededor de 11 millones de personas de unos 80 grupos �tnicos diferentes, cada uno con su propio dialecto, deidades y tradiciones.�

Los propios Incas, la elite gobernante, no representaban m�s 'del 1%'... (�la Historia se 'repite'...?)

Casi todos los aspectos de la vida en Tahuantinsuyu (trabajo, matrimonio, intercambio de productos, vestimenta) estaban regulados, y alrededor del 30 por ciento de todos los habitantes del imperio fueron obligatoriamente reubicados fuerza, algunos para trabajar en proyectos econ�micos estatales, algunos para romper centros de resistencia.

A pesar de los desaf�os presentados por un paisaje tan vertical, tambi�n se mantuvo una impresionante red de carreteras y puentes, lo que asegur� la recolecci�n regular de tributos en los amplios almacenes construidos a intervalos a lo largo de las carreteras principales.

Estos recursos luego se redistribuyeron seg�n las necesidades militares, religiosas o pol�ticas dictadas.�


Todo esto sugiere que el�Sapa Inca�(emperador) gobern� el Tahuantinsuyu de manera eficiente y rentable.�Es m�s, lo hizo sin escritura alfab�tica, porque los Incas nunca inventaron esto.

Si se les hubiera dejado trabajar su propio destino, este estado de cosas bien podr�an haber continuado durante d�cadas o incluso siglos, pero su desgracia fue encontrarse confrontados tanto con armamento superior como, fundamentalmente, con una cultura que estaba impregnada de alfabetizaci�n.

Como resultado, no solo se destruy� su imperio, sino que su cultura y religi�n quedaron sumergidas.�

En lugar de escribir, la principal herramienta burocr�tica de los Incas era el�
khipu.�Un�khipu�consiste en un n�mero de cuerdas o cordones, ya sea de algod�n o lana, salpicados sistem�ticamente con nudos, colgando de un cord�n maestro o de una longitud de madera;�Los cordones colgantes tambi�n podr�an tener cordones subsidiarios.

La base de la�pr�ctica contable�de�khipu�era el sistema decimal, que se logra mediante la vinculaci�n de nudos con entre uno y nueve bucles para representar n�meros �nicos, y luego se agregan elaboraciones para designar 10, 100 o 1,000.

Al variar la longitud, el ancho, el color y el n�mero de los cables colgantes y atar nudos de diferentes tama�os y tipos para diferenciar los datos, los Incas convirtieron el khipu en un dispositivo muy vers�til para registrar, verificar y preservar la informaci�n.�

Los principales usos a los que se�destinaron los khipus�fueron, en primer lugar, registrar los nacimientos, las muertes y los movimientos de personas, proporcionando as� un censo anual sobre el cual se podr�an realizar evaluaciones locales de mano de obra, militares y redistributivas.

Tambi�n se utilizaron para contar productos b�sicos, especialmente el tributo que pagan las provincias conquistadas, como el ma�z, las llamas y la tela (no hab�a acu�aci�n).�

El ma�z, por ejemplo, podr�a estar representado por un cord�n amarillo, las llamas por un cord�n blanco, etc.

Los primeros cronistas y administradores espa�oles se asombraron de la precisi�n de los�c�lculos�de�khipu:

Seg�n Pedro de Cieza de Le�n, escribiendo a finales de la d�cada de 1540, eran "tan exactos que no faltaban ni un par de sandalias".

La capacitaci�n en lo que los antrop�logos llaman 'alfabetizaci�n khipu' fue obligatoria para un n�mero espec�fico de bur�cratas incipientes (khipukamayuqs) de cada provincia.

Para esto, fueron enviados a Cusco, donde tambi�n aprendieron el dialecto Inca, Quechua, y fueron educados en la religi�n Inca.�Como la mayor�a de los gobernantes imperiales, los Incas conquistaron en nombre de una ideolog�a, la adoraci�n de su principal deidad, el Sol y su hijo en la Tierra, el Sapa Inca.

La adoraci�n al sol era obligatoria en todo el imperio, y se asignaron vastos recursos a la realizaci�n de un ciclo anual de festivales y rituales, y al mantenimiento de los sacerdotes que atend�an los omnipresentes santuarios de Tahuantinsuyo.

Sin embargo, los Incas tambi�n toleraban las deidades locales, que, si se consideraban eficaces, podr�an incorporarse en el pante�n Inca.�

Es dif�cil ver c�mo la escritura alfab�tica hubiera ayudado a los Incas a administrar Tahuantinsuyo de manera m�s eficiente: este no era un imperio gobernado intensivamente, sino una federaci�n de provincias pol�ticamente aliadas que pagaban tributos.

En otras esferas del gobierno, como la ley, la escritura indudablemente habr�a hecho una mayor diferencia, conduciendo quiz�s al desarrollo de c�digos legales escritos, posiblemente incluso a una "constituci�n".

Pero como la escritura nunca se desarroll�, el gobierno imperial permaneci� d�bilmente institucionalizado, lo que llev� a una concentraci�n de poder y oficio, lo que signific� que cuando se elimin� el Sapa Inca, hab�a poco de lo que recurrir.�

Entonces, cuando�Francisco Pizarro�y sus m�s de 200�conquistadores�capturaron el Sapa Inca�Atahualpa�en Cajamarca el 16 de noviembre de 1532, Tahuantinsuyo se qued� sin cabeza y desorientado.�La confusi�n que sigui� fue el crisol en el que se forj� el imperio del Nuevo Mundo de Espa�a.�

La incautaci�n de Atahualpa fue precedida por un incidente de gran importancia para la creaci�n de los imperios europeos a escala global.�

El primer espa�ol que se le acerc� despu�s de ingresar a la gran plaza de Cajamarca fue el fraile dominico�Vicente de Valverde, que llevaba una cruz en una mano y un misal en la otra.

Hablando a trav�s de un int�rprete, declar� que hab�a venido a revelar a Atahualpa los requisitos de�la religi�n cat�lica, que estaban contenidos en el libro que llevaba.

Atahualpa exigi� ver el misal.

Cuando se le entreg�, inicialmente no pudo abrirlo.�Cuando finalmente logr� hacerlo, pareci� m�s impresionado por la caligraf�a del texto que por lo que dec�a.

Despu�s de examinarlo por un tiempo, lo arroj� furioso al suelo.�Este acto de�blasfemia�fue el desencadenante para que Pizarro diera la orden de atacar.�

Despu�s de ocho meses de cautiverio, Atahualpa fue juzgado por�traici�n�y condenado a muerte.�Si se convirtiera�
al cristianismo, ser�a garrotado, si no, ser�a quemado (como hereje).

Como el fuego destruir�a su cuerpo, accedi� a aceptar la conversi�n, y hacia la noche del 26 de julio de 1533 fue llevado a la plaza de Cajamarca, atado a una estaca y estrangulado.�Las �ltimas palabras que escuch� fueron las del fraile Valverde que lo instruy� en los art�culos de la�fe cat�lica.

Atahualpa quer�a preservar su cuerpo para que pudiera ser momificado y venerado por sus descendientes.�Independientemente de lo que �l cre�a que implicaba su "conversi�n", claramente no era el monote�smo central de�la doctrina cat�lica.

La religi�n Inca, que en t�rminos generales era animista, reconoci� a muchos dioses, desde cuerpos celestiales (Sol, Luna, estrellas) hasta rasgos topogr�ficos (monta�as, r�os, manantiales) hasta ancestros, cuyos restos terrenales fueron venerados hasta un grado que desconcert� a los europeos, aunque la mayor�a de ellos hizo un peque�o intento por comprender tales pr�cticas, calific�ndolas como paganas populares o simplemente infantiles.�

Al igual que otras�Religiones de Libro, el catolicismo exig�a la adhesi�n estricta a un solo�Dios�y el rechazo de todas las otras deidades.

Las religiones basadas en libros como la�Biblia, el�Cor�n o la Torah, siendo (literalmente) prescriptivas, fueron menos tolerantes que las religiones orales.�

Los sistemas de creencias rivales presentaban tanto una oportunidad como una amenaza.

Los misioneros y los evangelistas predicaron la conversi�n, pero con ellos vinieron los�inquisidores�y los cruzados, momento en el que se afinaron las definiciones y se delinearon los criterios de inclusi�n y exclusi�n.

  • 'Verdad' adquiri� un significado diferente, menos algo que buscar como algo que recibir: un�Dios, un credo, un libro ('Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, excepto a trav�s de m� ').

  • 'Reforma' para una religi�n centrada en el libro no significaba adaptaci�n, sino una reversi�n a los fundamentos: la inmutable 'palabra de dios', seg�n la interpretaci�n del sacerdocio.

Enfrentados a tales certezas, respaldadas por una fuerza coercitiva, las religiones orales m�s abiertas y absorbentes de �frica o las Am�ricas simplemente se vieron abrumadas.�

Tampoco fue solo una cuesti�n de religi�n ...

La mayor 'val�a de la ley' dada a la evidencia escrita por parte de personas alfabetizadas significaba, por ejemplo, que los derechos tradicionales de la tierra y los patrones de herencia se anulaban de manera similar.

A pesar de que tambi�n fueron colonizadas por europeos, las sociedades con culturas escritas en China, India y Oriente Medio demostraron ser mucho m�s resistentes a la hegemon�a cultural europea que las sociedades orales.

Los arduos esfuerzos realizados en los �ltimos tiempos para recuperar y promover el patrimonio ind�gena de las Am�ricas, Australasia y �frica son testimonios en s� mismos del grado en que esas culturas fueron sumergidas, reprimidas o ridiculizadas por los europeos.

Su falta de una tradici�n escrita fue al menos en parte responsable de esto ...