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por�Christopher Given-Wilson� del�Sitio Web Aeon
traducci�n de
Adela Kaufmann � � � � El �ltimo emperador, Sapa Inca Atahualpa. Cortes�a de Wikipedia � � �
Christopher Given-Wilson� la universidad de San Andr�s en Escocia. � � � Entre la d�cada de 1430 y la llegada de los espa�oles en 1532, los Incas conquistaron y gobernaron un imperio que se extend�a por 4,000 kil�metros a lo largo de la columna vertebral de los Andes, desde Quito en el Ecuador moderno hasta Santiago en Chile. � Conocido por sus�conquistadores�como�Tahuantinsuyu, 'la tierra de las cuatro partes', conten�a alrededor de 11 millones de personas de unos 80 grupos �tnicos diferentes, cada uno con su propio dialecto, deidades y tradiciones.� �
Los
propios Incas, la elite gobernante, no representaban m�s 'del 1%'...
(�la
Historia se 'repite'...?) � A pesar de los desaf�os presentados por un paisaje tan vertical, tambi�n se mantuvo una impresionante red de carreteras y puentes, lo que asegur� la recolecci�n regular de tributos en los amplios almacenes construidos a intervalos a lo largo de las carreteras principales. � Estos recursos luego se redistribuyeron seg�n las necesidades militares, religiosas o pol�ticas dictadas.�
� Si se les hubiera dejado trabajar su propio destino, este estado de cosas bien podr�an haber continuado durante d�cadas o incluso siglos, pero su desgracia fue encontrarse confrontados tanto con armamento superior como, fundamentalmente, con una cultura que estaba impregnada de alfabetizaci�n. �
Como
resultado, no solo se destruy� su imperio, sino que su cultura y
religi�n quedaron sumergidas.� � La base de la�pr�ctica contable�de�khipu�era el sistema decimal, que se logra mediante la vinculaci�n de nudos con entre uno y nueve bucles para representar n�meros �nicos, y luego se agregan elaboraciones para designar 10, 100 o 1,000. �
Al
variar la longitud, el ancho, el color y el n�mero de los cables
colgantes y atar nudos de diferentes tama�os y tipos para
diferenciar los datos, los Incas convirtieron el khipu en un
dispositivo muy vers�til para registrar, verificar y preservar la
informaci�n.� � Tambi�n se utilizaron para contar productos b�sicos, especialmente el tributo que pagan las provincias conquistadas, como el ma�z, las llamas y la tela (no hab�a acu�aci�n).� � El ma�z, por ejemplo, podr�a estar representado por un cord�n amarillo, las llamas por un cord�n blanco, etc. � Los primeros cronistas y administradores espa�oles se asombraron de la precisi�n de los�c�lculos�de�khipu:
La capacitaci�n en lo que los antrop�logos llaman 'alfabetizaci�n khipu' fue obligatoria para un n�mero espec�fico de bur�cratas incipientes (khipukamayuqs) de cada provincia. � Para esto, fueron enviados a Cusco, donde tambi�n aprendieron el dialecto Inca, Quechua, y fueron educados en la religi�n Inca.�Como la mayor�a de los gobernantes imperiales, los Incas conquistaron en nombre de una ideolog�a, la adoraci�n de su principal deidad, el Sol y su hijo en la Tierra, el Sapa Inca. � La adoraci�n al sol era obligatoria en todo el imperio, y se asignaron vastos recursos a la realizaci�n de un ciclo anual de festivales y rituales, y al mantenimiento de los sacerdotes que atend�an los omnipresentes santuarios de Tahuantinsuyo. �
Sin
embargo, los Incas tambi�n toleraban las deidades locales, que, si
se consideraban eficaces, podr�an incorporarse en el pante�n Inca.� � En otras esferas del gobierno, como la ley, la escritura indudablemente habr�a hecho una mayor diferencia, conduciendo quiz�s al desarrollo de c�digos legales escritos, posiblemente incluso a una "constituci�n". �
Pero
como la escritura nunca se desarroll�, el gobierno imperial
permaneci� d�bilmente institucionalizado, lo que llev� a una
concentraci�n de poder y oficio, lo que signific� que cuando se
elimin� el Sapa Inca, hab�a poco de lo que recurrir.� � El primer espa�ol que se le acerc� despu�s de ingresar a la gran plaza de Cajamarca fue el fraile dominico�Vicente de Valverde, que llevaba una cruz en una mano y un misal en la otra. � Hablando a trav�s de un int�rprete, declar� que hab�a venido a revelar a Atahualpa los requisitos de�la religi�n cat�lica, que estaban contenidos en el libro que llevaba. � Atahualpa exigi� ver el misal. � Cuando se le entreg�, inicialmente no pudo abrirlo.�Cuando finalmente logr� hacerlo, pareci� m�s impresionado por la caligraf�a del texto que por lo que dec�a. �
Despu�s de examinarlo por un tiempo, lo arroj� furioso al
suelo.�Este acto de�blasfemia�fue el desencadenante para que
Pizarro diera la orden de atacar.� � Como el fuego destruir�a su cuerpo, accedi� a aceptar la conversi�n, y hacia la noche del 26 de julio de 1533 fue llevado a la plaza de Cajamarca, atado a una estaca y estrangulado.�Las �ltimas palabras que escuch� fueron las del fraile Valverde que lo instruy� en los art�culos de la�fe cat�lica. � Atahualpa quer�a preservar su cuerpo para que pudiera ser momificado y venerado por sus descendientes.�Independientemente de lo que �l cre�a que implicaba su "conversi�n", claramente no era el monote�smo central de�la doctrina cat�lica. �
La
religi�n Inca, que en t�rminos generales era animista, reconoci� a
muchos dioses, desde cuerpos celestiales (Sol, Luna, estrellas)
hasta rasgos topogr�ficos (monta�as, r�os, manantiales) hasta
ancestros, cuyos restos terrenales fueron venerados hasta un grado
que desconcert� a los europeos, aunque la mayor�a de ellos hizo un
peque�o intento por comprender tales pr�cticas, calific�ndolas como paganas populares o
simplemente infantiles.� � Las religiones basadas en libros como la�Biblia, el�Cor�n o la Torah, siendo (literalmente) prescriptivas, fueron menos tolerantes que las religiones orales.� � Los sistemas de creencias rivales presentaban tanto una oportunidad como una amenaza. � Los misioneros y los evangelistas predicaron la conversi�n, pero con ellos vinieron los�inquisidores�y los cruzados, momento en el que se afinaron las definiciones y se delinearon los criterios de inclusi�n y exclusi�n.
Enfrentados a tales certezas, respaldadas por una fuerza coercitiva,
las religiones orales m�s abiertas y absorbentes de �frica o las
Am�ricas simplemente se vieron abrumadas.� � La mayor 'val�a de la ley' dada a la evidencia escrita por parte de personas alfabetizadas significaba, por ejemplo, que los derechos tradicionales de la tierra y los patrones de herencia se anulaban de manera similar. � A pesar de que tambi�n fueron colonizadas por europeos, las sociedades con culturas escritas en China, India y Oriente Medio demostraron ser mucho m�s resistentes a la hegemon�a cultural europea que las sociedades orales. � Los arduos esfuerzos realizados en los �ltimos tiempos para recuperar y promover el patrimonio ind�gena de las Am�ricas, Australasia y �frica son testimonios en s� mismos del grado en que esas culturas fueron sumergidas, reprimidas o ridiculizadas por los europeos. �
Su falta de una tradici�n escrita fue al menos en parte responsable
de esto ... � |
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