por�Steve Taylor
20 Julio 2018

del Sitio Web�PsychologyToday

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles



Amabilidad y cooperaci�n

Son m�s naturales a los seres humanos.

que el ego�smo...

Durante mucho tiempo, ha habido un supuesto general en nuestra cultura de que la "naturaleza humana" es esencialmente negativa.

Los seres humanos, seg�n se asumi�, est�n fuertemente dispuestos a rasgos como el ego�smo, la dominaci�n y la guerra.�Tenemos fuertes impulsos naturales para competir entre nosotros por los recursos, y para tratar de acumular poder y posesiones.

Si somos amables el uno con el otro, generalmente es porque tenemos motivos ocultos de alguna forma.�Si somos buenos, es solo porque hemos logrado controlar y trascender nuestro ego�smo y brutalidad naturales.�

Esta visi�n de la naturaleza humana ha sido justificada por teor�as biol�gicas como el "gen ego�sta" (popularizado por el escritor brit�nico Richard Dawkins) y el campo de la psicolog�a evolutiva.

La psicolog�a evolutiva describe c�mo los rasgos humanos actuales se desarrollaron en tiempos prehist�ricos, durante lo que se denomina,

"Entorno de adaptaci�n evolutiva" (EAE).

El EAE se suele considerar como un per�odo de intensa competencia, cuando la vida era una especie de�batalla de gladiadores romanos�en la que solo se seleccionaban los rasgos que daban a las personas una ventaja de supervivencia, y todos los dem�s quedaban en el camino.

La vida era una lucha tal que el ego�smo y el deseo de poder y riqueza eran "seleccionados" por la evoluci�n.

Debido a que la supervivencia de las personas depend�a del acceso a los recursos (como r�os, bosques y grupos de animales), era inevitable que hubiera competencia y conflicto entre grupos rivales, lo que llev� al desarrollo de rasgos como el racismo y la guerra.�

Esto parece l�gico.

Pero, de hecho, el supuesto en el que se basa (que la vida prehist�rica fue una lucha competitiva por la supervivencia) es completamente falso...



Abundancia prehist�rica

Es importante recordar que, en la era prehist�rica, el mundo estaba muy poco poblado.

Como resultado, es probable que haya una gran cantidad de recursos para los grupos de cazadores-recolectores.�Seg�n algunas estimaciones, hace unos 15.000 a�os, la poblaci�n de Europa era de solo 29,000, y la poblaci�n de todo el mundo no era m�s de medio mill�n.

Con tan peque�as densidades de poblaci�n, parece poco probable que los grupos de cazadores-recolectores prehist�ricos tuvieran que competir entre s� por el acceso a los recursos, o que tuvieran alguna necesidad de desarrollar la crueldad y la competitividad o de ir a la guerra.

(De hecho, esto queda ilustrado por la evidencia de un largo per�odo de "paz prehist�rica", como he analizado en un blog anterior.)�

Hay otras formas en que la vida prehist�rica tambi�n fue relativamente f�cil.�Los cazadores-recolectores ten�an una buena dieta, una que posiblemente era mejor que muchas personas modernas, sin productos l�cteos y una amplia variedad de frutas, verduras, ra�ces y nueces, todos comidos crudos, adem�s de carne.

Esto explica en parte por qu� los esqueletos de los antiguos cazadores-recolectores son sorprendentemente grandes y robustos, y muestran pocas se�ales de enfermedades degenerativas y caries.�Los cazadores-recolectores prehist�ricos tambi�n eran mucho menos vulnerables a las enfermedades que los pueblos posteriores.

De hecho, hasta que los avances de la medicina moderna y la higiene de los siglos 19�y 20, es muy posible que han sufrido menos la enfermedad que cualquier otro ser humano en la historia.�


Evidencia contempor�nea

Tambi�n hay evidencia significativa de los grupos de cazadores-recolectores contempor�neos que viven de la misma manera que los seres humanos prehist�ricos.

(Esto no significa que todos los grupos de cazadores-recolectores contempor�neos, solo los grupos que practican el forrajeo y viven una forma de vida de "retorno inmediato", lo que significa que no almacenan alimentos, sino que consumen recursos poco despu�s de reunirlos).

Una de las cosas sorprendentes de estos grupos es su igualitarismo.

Como�ha se�alado�el antrop�logo�BM Knauft, los cazadores-recolectores se caracterizan por:

"Extremo igualitarismo pol�tico y sexual".�(1)

Los individuos en tales grupos no acumulan sus propios bienes y posesiones:

  • Tienen la obligaci�n moral de compartir todo.

  • Tambi�n tienen m�todos para preservar el igualitarismo asegurando queno surjan las diferencias de estatus.

Esto se hace compartiendo cr�dito y deshonrando o ridiculizando a cualquiera que se vuelva demasiado fanfarr�n.

El�Rey de �frica�intercambia flechas antes de ir a cazar, y cuando se mata a un animal, el cr�dito no va a la persona que dispar� la flecha, sino a la persona a la que pertenece la flecha.�Si una persona se vuelve demasiado dominante o demasiado arrogante, los otros miembros de su grupo se unen contra ellos o los excluyen.

T�picamente en tales grupos, los hombres no tienen autoridad sobre las mujeres.

Las mujeres generalmente eligen a sus propias parejas matrimoniales, deciden qu� trabajo quieren hacer y trabajan cuando lo desean, y si un matrimonio se rompe, tienen derechos de custodia sobre sus hijos.

Otra investigaci�n reciente sobre grupos contempor�neos de cazadores-recolectores ha demostrado que los hombres y las mujeres tienden a tener un estatus e influencia iguales, lo que lleva a la sugerencia de que la desigualdad sexual solo comenz� a surgir con el desarrollo de la agricultura.�(2)



Altruismo e igualitarismo


Por lo tanto, no hay raz�n para pensar que el ego�smo y la crueldad son naturales para los seres humanos.

No hay ninguna raz�n por la cual los rasgos como el racismo, la guerra y la dominaci�n masculina debieran haber sido seleccionados por la evoluci�n, ya que no habr�an tenido ning�n beneficio para nosotros.�De hecho, como hemos visto, los individuos que se comportaron de manera ego�sta y despiadada tendr�an menos probabilidades de sobrevivir, ya que habr�an sido excluidos de sus grupos.

Por el contrario, tiene m�s sentido ver rasgos como la cooperaci�n, el igualitarismo, el altruismo y la paz como algo natural para los seres humanos.

Estos fueron los rasgos que prevalecieron en la vida humana durante decenas de miles de a�os, durante la llamada era de�la adaptaci�n evolutiva, por lo que probablemente estos sean los rasgos m�s fuertes en nosotros ahora.�

Por supuesto, podr�a argumentar que si este es el caso,

�Por qu� los humanos de hoy en d�a a menudo se comportan de manera tan ego�sta y despiadada, y por qu� los rasgos negativos, como la guerra y la dominaci�n masculina, son tan normales para muchas culturas?

Sin embargo, quiz�s deber�amos ver estos rasgos como el resultado de factores ambientales y psicol�gicos.

La investigaci�n ha demostrado repetidamente que cuando los h�bitats naturales de los primates (como los chimpanc�s) se alteran, tienden a volverse m�s violentos y jer�rquicos.

As� que tal vez nos haya sucedido algo similar, ya que abandonamos el estilo de vida de los cazadores y recolectamos, cambiamos a la agricultura y luego comenzamos a vivir en pueblos y ciudades.

Otra posible teor�a (que expongo en mi libro�The Fall (La Ca�da) es que la "ca�da" en la guerra y la jerarqu�a (y otros rasgos negativos) se relacion� con un cambio psicol�gico que ocurri� en algunos grupos de personas, comenzando hace unos 6,000 a�os:

El desarrollo de un mayor sentido de individualidad y separaci�n.

En cualquier caso, estos rasgos negativos se desarrollaron tan recientemente que no es posible explicarlos en t�rminos adaptativos o evolutivos.�

Por lo tanto, es inexacto representar a los seres humanos como m�quinas gen�ticas que solo se preocupan por su propia supervivencia y replicaci�n, y cuya naturaleza ego�sta y despiadada es la consecuencia inevitable de su lucha prehist�rica por sobrevivir.

El lado "bueno" de nuestra naturaleza est� mucho m�s arraigado que el lado "malo".

Referencias

  1. Dyble, M et al. (2015) - 'Sex equality can explain the unique social structure of hunter-gatherer bands' - Science, 15 May 2015, 796-798

  2. Knauft, B.M. (1991) - Violence and sociality in human evolution - Current Anthropology 32(4), 391-409.