por David Top�

Julio-Agosto 2013
del Sitio Web DavidTopi

En un lejano monasterio un maestro le contaba una historia a su disc�pulo.

� Esc�chame con atenci�n, peque�o - dijo el anciano - pues te voy a contar una de las leyendas que corren respecto a la historia antigua de nuestro planeta. Es una leyenda que ha ido pasando de generaci�n en generaci�n y que todo el mundo en nuestra comunidad, llegado a una cierta edad, debe conocer y comprender, pues encierra una gran lecci�n que tendr�s que asimilar si deseas seguir formando parte de este bello lugar.

� Te escucho maestro, te agradezco que puedas contarme la historia...

� Empecemos pues...

Primera Parte

28 Julio 2013




Hace eones de tiempo, en el centro de nuestra galaxia, los maestros arquitectos, grandes creadores de vida que viv�an junto al Logos, se recreaban formando estrellas, soles y sistema planetarios por doquier en los cuatro confines de la V�a L�ctea.

Varios de esos arquitectos planetarios, despu�s de lanzar una estrella por aqu�, un sistema por all�, se percataron de que en uno de los sistema solares ya creados hab�a hueco para otro peque�o planeta, y como estaban con el tono creativo subido, gui��ronse el ojo unos a otros y dij�ronse:

"creemos un lugar que sirva para ser disfrutado por todas las razas y seres que existen en nuestra galaxia, creemos un peque�o para�so ah� donde las condiciones son �ptimas para ello".

Dicho y hecho, ese peque�o para�so fue formado primero a nivel energ�tico, los moldes de los diferentes cuerpos et�ricos que iban a componerlo fueron cre�ndose, primero desde el plano m�s sutil hasta los planos m�s densos, donde finalmente la materia empez� a condensarse y a formar una perfecta y compacta masa s�lida.

Las energ�as de los elementos empezaron a mezclarse, el fuego y el aire, el agua y la tierra.

Se form� el n�cleo del planeta, con vida y conciencia propia.

Se formaron los mares, cuyo esp�ritu sent� las bases para la vida en el agua.

Se formaron los primeros campos energ�ticos que dieron lugar a formas primitivas de flora.

Se integraron la energ�a y furia del fuego en los volcanes y el esp�ritu del viento en la atm�sfera.

A medida que millones de a�os iban transcurriendo, pues los arquitectos creadores ten�an que dejar enfriar y reposar su creaci�n, las energ�as combinadas de los elementos dieron lugar a las energ�as de la naturaleza y crecieron �rboles, plantas y flores por doquier.

Los elementales del fuego, del agua, del viento y de la tierra manifestaron a elfos, hadas, ondinas, salamandras, gnomos y todo un elenco de seres para velar por el buen funcionamiento y el crecimiento de este planeta que nac�a como una joya azul, vibrante, un punto resplandeciente dotado de todo aquello que podr�a considerarse necesario para que el nuevo planeta fuera uno de los para�sos y lugares de reposo de toda la galaxia.

As�, cuando el planeta estuvo listo f�sicamente, los grandes arquitectos informaron a diferentes razas de la galaxia, y muchas se asombraron al descubrir tal maravilla en el espacio, en un sistema solar tan poco conocido hasta entonces.

Muchas de ellas se convirtieron en jardineros y sembradores de vida, trajeron muchas especies de animales y plantas de sus propios sistema y las a�adieron a las especies que el planeta hab�a manifestado en su propia habilidad creativa.

La Tierra se convirti� en un compendio de conciencias que compart�an un mismo cuerpo f�sico, que se autodenomino Kumar, pues los esp�ritus de los elementos, la conciencia del n�cleo del planeta, los seres que cuidaban de la naturaleza y los propios esp�ritus grupales de los �rboles y los animales se unieron para trabajar juntos por el desarrollo de la vida en armon�a con el resto de la Creaci�n.

Desde el espacio, las m�ltiples razas que hab�an sembrado parte de la vida org�nica se regocijaban desde sus naves al ver como crec�an las plantas, como avanzaban y se desarrollaban nuevos animales, como la belleza del planeta se incrementaba en cada instante.

Sin embargo, un buen d�a, desde una de esas naves desde donde se supervisaba el desarrollo del planeta, algunos de los cuidadores del mismo vieron pasar otras naves que r�pidamente descend�an hacia la superficie del planeta azul.

Estupefactos, pues no sab�an de quien pudiera tratarse, ya que todas las razas que hab�an colaborado en la siembra del planeta estaban en permanente contacto respecto a sus trabajos de "jardiner�a", decidieron enviar emisarios voluntarios para ver que estaba sucediendo y quienes eran esos nuevos visitantes.

Pero para ello deb�an ir de inc�gnito, no sabiendo que pod�an encontrarse, as� que no les qued� otro remedio que entrar encarnando en una de las especies que pudiera albergar, aun con dificultades, una conciencia de alguno de los jardineros para que este pudiese observar que estaba pasando de forma totalmente clandestina.

As�, uno de los seres que monitorizaba el planeta decidi� bajar, entrando primero en los planos internos no f�sicos, donde diferentes gu�as y seres de luz le indicaron como construirse un "alma", que iba a ser el veh�culo energ�tico que iba a necesitar para poder usar uno de los "contenedores" disponibles, la vida org�nica m�s avanzada representada por una de las nuevas especies de saurios conocidos como trodoones que se hab�a desarrollado de forma natural en los �ltimos miles de a�os tras haber recibido, por parte de los jardineros y forma-tierras mayor capacidad inteligente y autoconciencia para convertirse en la especie dominante del planeta.

El jardinero aprendi� como introducir su ser dentro de ese traje energ�tico que los gu�as le ofrec�an y que hab�an denominado "alma", y se fusion� con ella, pudiendo entonces entrar en el plano f�sico.

Reuni�ndose primero con el gran esp�ritu de los animales, pidi� permiso a ese ser que gobernaba entonces la conciencia grupal de los trodoones para usar uno de sus cuerpos f�sicos, permiso que le fue concedido, as� que este jardinero se vio finalmente encarnado en uno de los miembros de la especie y pudo observar a los seres reci�n llegados al planeta sin ser visto ni detectado.

Pero lo que vio le horroriz�.

�Por todos los creadores de sistema! exclam�...

Miles de trodoones como el cuerpo que el mismo estaba usando hab�an sido capturados, atados, encadenados, �y estaban haciendo experimentos con ellos!

�C�mo es posible?

�Quienes son estos visitantes?

�C�mo pueden estar da�ando y haciendo esto con la vida en este planeta?

El jardinero se acerco m�s a uno de los centros donde se hab�an establecido los visitantes del espacio, para intentar ver que pasaba, pero lamentablemente tambi�n fue capturado.

Lo tumbaron en una camilla y empezaron a inyectarle cosas, a hacerle pruebas, a someterlo a terribles experimentos.

El jardinero se disoci� del cuerpo, sali� del mismo pues no era capaz de aguantar aquello, dej� que el trodoon falleciera y decidi� volver a su nave y puesto de observaci�n.

Pas� primero por el plano donde resid�a el gran esp�ritu de los animales, all� se despoj� de su alma, que reintegr� con la energ�a del campo de esa raza, y donde empez� a ver con tremendo horror como miles de almas de trodoones llegaban cargadas con ira, rabia, dolor y estupefacci�n ante lo que estaba ocurriendo.

El gran esp�ritu de los animales no daba cr�dito, estaban matando, torturando y experimentando con su contrapartida f�sica y su ser, su conciencia, que no conoc�a m�s que la pureza, tranquilidad y felicidad de la vida empez� a cargarse con emociones poco conocidas hasta entonces.

El jardinero se despidi� del gran esp�ritu y le prometi� encontrar una soluci�n a lo ocurrido.

Tras eso regreso a su nave...






Segunda Parte
30 julio, 2013




Al llegar a la nave de vigilancia el jardinero, ya con su forma y apariencia normal, inform� al resto de razas y miembros de su propia tripulaci�n de lo ocurrido.

En aquellos momentos no sab�an que hacer, ellos solo eran cuidadores de planetas, no se hab�an encontrado nunca una situaci�n de ese estilo.

Estaban desbordados por el escenario que se les planteaba en esos momentos...

El jardinero que hab�a bajado en primer lugar, siendo comandante de una de las naves principales y responsable de la monitorizaci�n del planeta hasta entonces en crecimiento, no tuvo m�s remedio que pedir a todo su equipo que empezaran a bajar por m�ltiples puntos del mismo para recoger informaci�n y entender que estaba pasando.

As� fue como cientos de seres de diferentes razas empezaron a encarnar en las primeras especies de "manus" de la Tierra, pues el trodoon hab�a sido modificado y convertido en una nueva especie autoconsciente, para traer tras cada encarnaci�n el m�ximo de informaci�n posible.

Tras decenas de misiones, el prop�sito estuvo claro.

Otros grupos hab�an modificado gen�ticamente a los trodoones, creando el "manu", para crear una nueva raza de seres que funcionaran como esclavos, mano de obra y alimento para los intrusos.

El para�so que los maestros arquitectos hab�an creado result� ser no solo un lugar de disfrute, sino uno de los planetas de la galaxia donde los recursos minerales, de flora y de fauna, que hab�an sido implantados, terminaron siendo un reclamo m�s que apetitoso para grupos que deseaban aprovecharse de ellos, en exclusiva propiedad.

En aquellos momentos, los jardineros no pod�an hacer nada m�s que esperar.

Pasaron miles de a�os, diferentes grupos de voluntarios iban bajando al planeta de forma regular, encarnando en las nuevas formas f�sicas alteradas para encontrar la manera de liberar a esos seres (que ya hab�an recibido tantas manipulaciones que ahora ya no eran ni trodoones ni manus, sino una nueva especie mezcla de todo lo anterior denominada "lhumanu"), del yugo de esas razas y restaurar el curso de la evoluci�n.

Sin embargo, ya no pod�an hacer mucho.

La manipulaci�n gen�tica rompi� la conexi�n con el gran esp�ritu de los animales, los nuevos cuerpos f�sicos creados ya no ten�an conciencia grupal sino individual y se ve�an separados los unos de los otros.

Hab�a nacido un nuevo "ser" en el planeta, un nuevo nivel "evolutivo", que no tendr�a que haber existido si las leyes evolutivas naturales hubieran seguido su curso.

Hab�a nacido un ser que ten�a cuerpo hom�nido, pero parte de sus genes y de su mente presentaba rasgos de aquella otra raza invasora, e incorporaba el car�cter, la concepci�n y la forma de entender la vida de la misma forma que sus maestros creadores la entend�an, sin las capacidades, potencial y conocimiento para comprender porque eran as�, o como pod�an ser de otra forma.

Esto �ltimo, por supuesto, no hab�a sido transferido desde los creadores a los creados.

El nuevo ser se llam� "lhumanu", y a partir de entonces la vida en la Tierra cambi� por completo.

El nuevo "ser humano" estaba desconectado de los �rboles, estaba desconectado de los animales, no pod�a ver a los elfos ni jugar con las hadas.

El esp�ritu del agua y del viento ya no pod�an susurrarle historias, y el ser humano se volvi� contra su planeta.

Empez� a excavarlo para extraer minerales, empez� a destruir bosques para construir palacios, empez� a matar animales para hacer sacrificios, y empez� a destruir a la naturaleza para arar sus campos y sembrar aquello que de forma natural no crec�a en ellos.

Aprendi� de sus creadores extraterrestres el concepto del poder y la dominaci�n de los unos sobre los otros, aprendi� el concepto de la manipulaci�n del entorno para su beneficio, y lo peor de todo, es que no se cuestionaba ni un �pice que estuviera haciendo algo incorrecto y contranatural, pues no era consciente que ese no era el camino evolutivo que los jardineros y arquitectos del planeta hab�an planificado para la vida en la Tierra.

Sin embargo, por otro lado, la creaci�n de millones de veh�culos org�nicos individualizados, sin conexi�n con una mente grupal, permiti� que cientos de miles de seres y esp�ritus de otras partes de la Creaci�n entraran y encarnaran en el reci�n creado ser humano para experimentar una nueva forma de vida.

Esos esp�ritus, matrices de luz, porciones de la chispa divina nacidas del Logos Gal�ctico, o de otros Logos, o de otras Fuentes m�s all� de nuestro entendimiento, encontraron el recipiente perfecto para experimentar la vida cada uno a su manera y ritmo.

Comprend�an las condiciones en las cuales los veh�culos que iban a ocupar hab�an sido creados, comprend�an que el planeta hab�a sufrido una manipulaci�n y sab�an que se hab�a alterado el curso evolutivo planificado, pero la ley del libre albedr�o obligaba a respetar el desarrollo de la situaci�n, y la oportunidad de crecimiento y experiencia se volv�a m�s incre�ble que nunca con estos nuevos par�metros, que de repente, hab�an aparecido en un peque�o sistema solar en los confines de la galaxia.

No as� lo ve�an los jardineros, pues, en todo momento, a lo largo de los miles de a�os que hab�an estado cuidando el planeta, consideraron este desarrollo como algo anormal, que hab�a que solucionar.

Pero, de nuevo, la ley del libre albedr�o obligaba, y solo pod�an hacer una cosa.

Entrar a restaurar el sistema desde dentro, tratar de volver a poner las cosas en su lugar, encarnando una y otra vez para que el nuevo ser humano recuperara su conexi�n con la naturaleza, la respetara, se diera cuenta de que hab�a sido creado gen�ticamente y estaba siendo manipulado constantemente, como recurso, como mano de obra, como alimento.

Pero el problema es que para poder entrar ten�an que usar los mismos cuerpos f�sicos gen�ticamente alterados, ya no pod�an encarnar en una especie hom�nida inferior y "limpia", pues era del todo imposible hacer as� el trabajo ya que en esos momentos el nuevo ser humano dominaba ya el resto del planeta.

Hab�a que usar los mismos cuerpos f�sicos que hab�an sido creados en laboratorios e implantados y cuyas caracter�sticas primordiales que lo hac�an compatible y respetuoso con el entorno hab�an sido suprimidas, y ten�an que jugar con las nuevas reglas.

As�, cada jardinero que entraba en el planeta ten�a que luchar terriblemente por romper los velos, las restricciones, y las limitaciones del veh�culo f�sico que ocupaba para tratar de hacer su trabajo y corregir el curso de los acontecimientos.

Y era muy frustrante, porque la mayor�a de las veces se iba una encarnaci�n tras otra sin conseguir romper el velo del cuerpo f�sico y de la mente humana, sin poder hacer despertar a la personalidad en la que se convert�an tras la entrada, y en las pocas ocasiones en las que un jardinero, que ya estaban entrando por millones a lo largo y ancho del planeta, consegu�a despertarse a si mismo, se encontraba con que el resto de seres humanos eran imposibles de despertar y no eran capaces de ver lo que hab�a sucedido.

La informaci�n que transmit�an en algunos casos ya quedaba relegada a la categor�a de mitos y leyendas, cuando no de pura 'imaginaci�n', pues los creadores gen�ticos se hab�an apoderado del todo de la mente arquet�pica de la nueva raza, el ser humano, e instaurado el sistema de control necesario para poder usarla.

No as� lo ve�an los �rboles, los elfos, las hadas, el esp�ritu del agua o el esp�ritu del viento, que empezaban a sufrir las consecuencias de esta situaci�n.

Y cada vez empezaron a protegerse m�s y a distanciarse m�s de unos seres con los que anta�o compartieron camino.

Adem�s, ocurri� un suceso inesperado.

Los jardineros empezaron a generar karma...

El planeta ten�a unas leyes evolutivas estrictas, y si deseabas entrar en �l deb�as adherirte a las mismas.

Por el mismo dise�o de los maestros arquitectos y del Logos Solar, todo ser que quer�a encarnar deb�a usar un alma nativa, formada a partir de los campos energ�ticos y planos internos del planeta, que manten�an unida la materia del cuerpo f�sico y serv�an de recipiente a la chispa divina que quer�a usarlos.

Y esas almas ten�an sus propias reglas evolutivas, as� que cuando se generaban situaciones y experiencias con otras almas ten�an que compensarse, balancearse y cancelarse.

Para los jardineros se gener� un doble problema.

No solo la frustraci�n era por no haber despertado y por no haber podido llevar a cabo la misi�n, sino por encima haberse liado m�s con el sistema de vida en la Tierra, y haberse echado a la espalda compromisos que a partir de entonces iban a tener que cumplir, retrasando su misi�n, dentro de una planeta ya totalmente manipulado y bajo control de las razas creadoras.

Durante miles de miles de a�os la situaci�n sigui� igual, sino peor...

Los jardineros originales, los que primero entraron, pidieron ayuda, y millones de seres de otras partes respondieron y empezaron a llegar, y a medida que el tiempo pasaba empezaron a preparar un plan de choque que solucionar�a el problema por completo, si es que sal�a bien...





Tercera Parte
01 Agosto 2013




Todos los grupos que, por alguna raz�n o por otra, se hab�an visto involucrados con el cuidado del planeta y que conoc�an bien como funcionaban los ciclos evolutivos a lo largo de la galaxia se dieron cuenta de que, en "breve", algo importante iba a suceder.

Se acercaba el final de un ciclo.

Hab�a una oportunidad de hacer pasar al planeta a otro plano frecuencial, donde la vibraci�n y las energ�as encontradas modificar�an por completo la vida org�nica, producir�a un cambio total en la estructura at�mica de la Tierra y con ello afectar�a por completo a todos lo seres que lo habitaban.

Se terminar�a as� de un plumazo la existencia actual de destrucci�n, la manipulaci�n, y el control por parte de las razas creadoras del ser humano como un ser "implantado" y fuera de lugar, que se hab�a convertido en una plaga y par�sito para el resto de conciencias y seres que habitaban la Tierra.

Largo tiempo el esp�ritu grupal de las razas animales se lamentaba de los da�os sufridos, miles de especies que fueron tra�das de otros planetas fueron sacadas de aqu� por los mismos que las trajeron, la naturaleza se hab�a vuelto desconfiada del ser humano, los elfos, ondinas, gnomos y hadas jam�s se hac�an visibles para este, el esp�ritu del mar conten�a la ira al ver como sus aguas se iban polucionando y contaminando.

Pero los jardineros, y las razas que cre�an que todav�a era posible solucionar el problema no dudaron un solo instante en redoblar sus esfuerzos para despertar al ser humano, que, en su mayor�a, segu�a todav�a sumido en su mentalidad dominadora, arrasadora y conquistadora, como si fuera el ser m�s inteligente que pisara el planeta en el que viv�a, y sin darse cuenta que el resto de conciencias y seres lo consideraban m�s bien una plaga a exterminar.

Si ya hab�a millones de esp�ritus de jardineros de todas las partes de la galaxia encarnando, millones m�s llegaron para seguir encarnando y trabajando a destajo desde dentro.

El Logos Solar, el padre energ�tico de la Tierra, viendo que se terminaba el tiempo, peg� un grito desesperado que lleg� hasta los grandes arquitectos de la Creaci�n, en el centro de la galaxia, y estos tambi�n decidieron intervenir.

La Tierra era un planeta "enfermo" y necesitaba mucha ayuda.

As�, se convoc� una reuni�n.

Representantes del Logos gal�ctico, representantes de los �rboles, el esp�ritu del viento, del agua, representantes de los elfos y de las hadas, representantes de las razas intraterrenas que habitaban el planeta en armon�a mucho antes de la creaci�n del ser humano, y representantes de las diferentes razas de jardineros que atendieron la reuni�n desde sus naves espaciales empezaron a discutir que iban a hacer.

Algunos de los asistentes pensaban que un "borr�n y cuenta nueva" ser�a una buena soluci�n, ellos podr�an encargarse de ello, limpiando el planeta de un plumazo y dejando que este se regenerara por completo desde cero...

Esto representaba no subir de nivel evolutivo, sino mantener durante otro ciclo completo a la Tierra en el nivel frecuencial actual, pero limpia, empezando desde el principio.

Otros, m�s ben�volos, y entendiendo que el ser humano era un producto inconsciente de laboratorio, que hab�a sido creado y que merec�a una oportunidad para desarrollarse por si solo sin el yugo de sus controladores abogaron por permitirles que tomaran las riendas del cambio evolutivo en sus manos.

Para ello iban a ser guiados por millones de jardineros que entrar�an de nuevo justo antes del cambio, y por los que estaban ya dentro, para instaurar las condiciones necesarias para permitir al planeta el salto de nivel.

Los jardineros empezaron a buscarse entre ellos, y empezaron a despertarse unos a otros ayudados por sus representantes que estaban fuera del planeta en las naves.

Cuando muchos de ellos empezaron a acordarse de quienes eran en realidad y para que hab�an venido, pudieron empezar a recibir instrucciones y planificar la �ltima fase del plan de choque que deb�a implementarse, algo que ven�a a ser como anclar una especie de manto energ�tico que les permitir�a mantenerse sujetos al planeta cuando este tuviera la oportunidad de cambiar de plano frecuencial dentro de la el�ptica gal�ctica en la que se encontraba.

Aun as�, para ello, los jardineros no eran suficientes en n�mero, sino que hac�an falta millones de seres humanos "despiertos", y dispuestos a ayudar, para enraizar esas nuevas energ�as al planeta, de forma que este no se viera rechazado por la fuerza del v�rtice que permit�a el paso dimensional, lo que suceder�a si la Tierra no era energ�ticamente compatible con el nuevo entorno al cual se iba a desplazar.

El problema es que no todos los asistentes a esa reuni�n confiaban en que los seres humanos lo pudieran conseguir.

Pero es que, si no lo hac�an, si no estaban listos cuando llegara el momento de la apertura del v�rtice, con el nivel evolutivo suficiente para mantener la malla frecuencial necesaria para poder moverse de una zona a otra, el planeta se ver�a abogado a otro ciclo completo dentro del mismo plano, no se habr�a producido el salto, y aquellas razas que deseaban mantener al planeta como su zona de recreo y de suministro, probablemente habr�an ganado la partida.

Y eso no pod�a ser...

Estas mismas razas invasoras, ya lo sab�an los jardineros, hab�an hecho y repetido el mismo patr�n en todos los otros sistema que hab�an conquistado, y, en algunos casos, hab�an llegado a destruirlos, volando planetas enteros en pedazos por la codicia, la negatividad y el deseo de poder sobre todo lo existente que exist�a en ellos.

Y eso ser�a una gran desgracia para los maestros arquitectos que tanto amor hab�an puesto en la creaci�n de la Tierra, y una desgracia para los esp�ritus que desde la Fuente no tendr�an entonces un lugar como este donde experimentar y crecer.

Solo la Fuente entend�a que estas razas actuaban seg�n su naturaleza, y que hab�an tomado la decisi�n hacia eones, debido a la ley del
libre albedr�o, y como grupo, de renunciar a mantener la chispa divina en su interior, por lo que, volvi�ndole la espalda a la matriz de luz, sus almas se hab�an vuelto oscuras y mortales, necesitadas de tecnolog�a para subsistir...

El ser humano, por otro lado, jam�s perdi� la matriz de luz que resid�a en los hom�nidos, y por ello su esencia era inmortal, pero pocos de ellos sab�an que la ten�an, y muchos menos sab�an usarla, dejarla salir y resplandecer y hacer que fuera ese esp�ritu que hab�a encarnado en ellos quienes ayudaran a enderezar la situaci�n del planeta,

pues todos quer�an hacerlo, mientras buscaban sus propias experiencias y adquir�an sus lecciones evolutivas particulares...

Solo por eso, o principalmente por eso, se les dio a los seres humanos la oportunidad de lidiar ellos mismos con el cambio evolutivo que ten�an delante, aunque contar�an con la ayuda de los jardineros, cada vez m�s numerosos,

tanto los encarnados dentro del sistema como los que orbitar�an y trabajar�an desde fuera, combatiendo si era necesario y literalmente hablando, a los que trataban de hacer que los humanos no despertasen, y se mantuviesen bajo el sistema de control implementado desde hacia ya miles de a�os...

El plan ya estaba en marcha, y todos empezaron a trabajar duro para ello, pues el tiempo apremiaba, y hab�a aun mucho por hacer...

***

� Y as� concluye la leyenda, mi joven disc�pulo...

� Pero Maestro, �no puede ser!, no tiene final, ni moraleja, �ni me has explicado que sucedi� al final con los humanos y el planeta Tierra!!

� Ah... - dijo el anciano maestro - es que eso aun no lo sabemos, porque, peque�o, el final aun est� por decidir, y es en estos mismos momentos que la raza humana se est� jugando su futuro...

Y entonces el disc�pulo lo entendi� todo, y se levant�, sali� fuera al jard�n.

Se arrodill� delante de un �rbol, y le pidi� perd�n.

Se levant�, fue al r�o, y le pidi� perd�n al agua.

Se acerco a un cervatillo, y le pidi� perd�n a los animales.

Levant� su cabeza al cielo, se dej� mecer los cabellos, y le pidi� perd�n al viento.

Toc� la tierra con las manos, y le pidi� perd�n al planeta entero.

Y les prometi� que no cesar�a de luchar hasta que el curso natural de la evoluci�n hubiera retomado su camino, y la Tierra volviera a ser el para�so y el planeta creado para ser disfrutado, como hab�a sido el deseo de los grandes maestros arquitectos y de todos los seres que en el resid�an.