por�Natalie Elliot
08 Septiembre 2020
del�Sitio Web�
AEON

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles

Natalie Elliot
es profesora asistente en StJohn'sCollege en Santa Fe, Nuevo M�xico, y escritora cient�fica.�Su escritura ha aparecido en The New Atlantis y Parallax.�

Vive en Santa Fe y Nueva York.



Detalle de Sunrise III (1936-37),

por Arthur Garfield Dove.

Donaci�n de Katherine S. Dreier a la

Colecci�n Soci�t� Anonyme

Galer�a de arte de la Universidad de Yale


Encaramado en la c�spide

entre biolog�a y qu�mica,

el comienzo de la vida en la Tierra

es un horizonte de sucesos

desde el cual luchamos por ver m�s all�...

�C�mo se origin� la vida?�Los cient�ficos han estado estudiando la cuesti�n durante d�cadas y han desarrollado m�todos ingeniosos para intentar averiguarlo.

Incluso han incluido la teor�a m�s poderosa de la biolog�a, la evoluci�n darwiniana, en la b�squeda.�Pero todav�a no tienen una respuesta completa.�Lo que han encontrado es el callej�n sin salida te�ricamente m�s f�rtil del mundo.


Cuando los cient�ficos buscan los or�genes de la vida, generalmente trabajan en una de dos direcciones.

Trabajan hacia atr�s en el tiempo a trav�s del registro de organismos que han vivido en la Tierra, o avanzan desde uno de los muchos hipot�ticos mundos prebi�ticos en los que podr�a haber surgido la vida.

Cuando trabajan hacia atr�s, viajan a trav�s del registro f�sil y a trav�s de las ramas de las relaciones gen�ticas entre especies.

Tambi�n buscan rastros geoqu�micos que marcan la presencia de vida en el pasado distante.�En alg�n lugar al final de la l�nea se encuentra el antepasado m�s antiguo de la vida.

Este antepasado ha adquirido un nombre:

LUCA, el �ltimo ancestro com�n universal.

Tambi�n tiene una naturaleza hipot�tica y un lugar en el orden biol�gico de las cosas:

LUCA es un�micro-organismo�o grupo de microorganismos del que desciende toda la vida en la Tierra.

Aunque los cient�ficos, como el bi�logo molecular�William Martin�de la Universidad Heinrich Heine en D�sseldorf, y su equipo, han podido�inferir�alguna parte del perfil gen�tico de LUCA, no tienen un retrato completo.

Tampoco pueden ver m�s all� de LUCA:

LUCA no es necesariamente la primera vida, y los cient�ficos no pueden ver qu� otras formas de vida podr�an haber surgido antes.

En �ltima instancia, LUCA es�el sistema vivo�que los cient�ficos identifican para decir que, al menos una vez, en alg�n lugar, espont�neamente, la vida comenz� en la Tierra.

Para enfatizar que cualquier vida anterior a LUCA es actualmente incognoscible, los cient�ficos llaman a LUCA un�horizonte de sucesos filogen�ticos.�

La filogenia�es el estudio de las relaciones gen�ticas entre especies a lo largo del tiempo evolutivo;�permite a los cient�ficos rastrear la historia de la vida.

El t�rmino "horizonte de sucesos", en cambio, proviene de la astrof�sica y se refiere al umbral alrededor de un agujero negro.

M�s all� de este umbral, la velocidad de escape supera la velocidad de la luz.�Dado que nada puede viajar a trav�s del espacio m�s r�pido que la velocidad de la luz, no hay forma de presenciar ning�n evento que tenga lugar all�.�

Lo mismo ocurre con LUCA:

marca un l�mite biol�gico m�s all� del cual ning�n observador puede ver.

Dado que no hay ning�n registro de an�lisis filogen�tico en el que trabajar antes de LUCA, los cient�ficos no pueden seguir el registro biol�gico all�.

�Hacia d�nde ir desde aqu�?

No obstante, es en cara a los l�mites filogen�ticos que los cient�ficos est�n mirando en el pasado profundo, y que teorizan nuevamente los hipot�ticos comienzos.

En la d�cada de 1920, por ejemplo, el bioqu�mico sovi�tico�Aleksandr Oparin�y el cient�fico brit�nico-indio�J.B.S. Haldane�comenzaron de forma independiente a desarrollar modelos te�ricos de los or�genes qu�micos de la vida, y se preguntaron c�mo�pudo�haber surgido la�vida�de la materia de la Tierra primitiva.

En la d�cada de 1950, los qu�micos estadounidenses�Stanley Miller�y�Harold Urey�comenzaron a probar esas hip�tesis en el laboratorio al intentar demostrar que, con sustancias qu�micas b�sicas de la Tierra primitiva, pod�an generar biomol�culas simples.

Primero, crearon un ambiente hecho de gases que pensaban que estaban presentes en la atm�sfera primitiva de la Tierra.

Luego pasaron una corriente el�ctrica a trav�s de ellos para simular un rayo.

As� estimulados, su sopa primordial produjo un conjunto de biomol�culas simples, incluidos los amino�cidos, los componentes b�sicos de la vida.

El experimento de Miller-Urey sugiri� que los experimentales podr�an generar algunas de las condiciones de la vida temprana en el laboratorio.

Sin embargo, el esfuerzo estuvo plagado de dificultades.�

Por un lado, Miller y Urey no pudieron simular las condiciones que causaron que esos simples bloques de construcci�n formaran complejas biomol�culas tipo nucle�tidos, o incluso biomol�culas m�s complejas como prote�nas y �cidos nucleicos, que son esenciales para la vida.

Y m�s tarde, los cient�ficos teorizaron que Miller y Urey estaban equivocados acerca del mismo entorno que imaginaban.�

Desde entonces, nadie ha elaborado la vida de forma espont�nea a partir de las sustancias qu�micas elementales de la sopa primordial de la Tierra, y el n�mero de posibles mundos te�ricos en los que la vida comenz� solo ha proliferado. �

Para cualquiera que est� mirando, podr�a parecer que necesitar�amos un conjunto de universos paralelos para probar todas las alternativas.

Cualquiera sea el camino que los cient�ficos hayan tomado para buscar los or�genes de la vida, la mayor�a recurre a las ideas de�Charles Darwin, en su libro�Sobre el origen de las especies�(1859), para ayudarlos a responder preguntas cruciales en el campo.

Aunque Darwin no pens� que la ciencia de su �poca pudiera explicar los or�genes de la vida directamente, muchas de sus ideas se convirtieron en parte integral del avance del campo.

El metaf�rico �rbol de la vida de Darwin, por ejemplo, describe el descenso de especies a lo largo del tiempo evolutivo e inici� la b�squeda filogen�tica de LUCA.

La observaci�n de Darwin en�El origen de las especies de�que �probablemente todos los seres org�nicos que han vivido en esta Tierra han descendido de alguna forma primordial, en la que se inspir� la vida por primera vez�' llev� a sus contempor�neos a abrazar la idea de que la vida en la Tierra tiene un origen �nico.

Su especulaci�n, en su�carta�al bot�nico�J.D.Hooker�en 1871, de que la vida podr�a haberse formado en alg�n 'peque�o estanque c�lido con todo tipo de amon�aco y sales fosf�ricas: luz, calor [y] electricidad', gener� una gran cantidad de experimentos explorando la sopa primordial de la vida.

Los cient�ficos han llegado

profundamente en el pasado evolutivo

solo para extenderse mucho m�s all�...

M�s significativamente, la selecci�n natural darwiniana ha ayudado a los investigadores a desarrollar hip�tesis para pensar sobre el proceso por el cual los qu�micos se organizan en formas vivas.

La selecci�n natural, el proceso que da forma a la evoluci�n, nos dice que, a medida que las poblaciones se reproducen y cambian, las especies que mejor se adaptan a su entorno sobreviven.�Muchos investigadores piensan que la selecci�n natural tambi�n puede explicar el proceso por el cual la materia inanimada comienza a organizarse en formas vivientes.

Si surgen nuevas especies por selecci�n natural, entonces podr�a haber precursores qu�micos prebi�ticos que se vuelven capaces de evolucionar; tal vez la evoluci�n marca el comienzo de la vida.

Usar la teor�a de Darwin para cerrar la brecha entre la qu�mica y la biolog�a implica "pensar en la evoluci�n qu�mica de una manera nueva", dice�Chris Kempes, bi�logo f�sico te�rico del Instituto Santa Fe.

El hecho de que los investigadores contempor�neos est�n teniendo este pensamiento revela cu�n vers�til es la teor�a de la evoluci�n.

Sorprendentemente, en 1994, la NASA adopt� una definici�n darwiniana para guiar la b�squeda de vida en el Universo:

"La vida", seg�n esa definici�n, "es un sistema qu�mico autosuficiente capaz de la evoluci�n darwiniana".

A medida que los cient�ficos han ampliado el alcance te�rico de la evoluci�n darwiniana, algunos se han preguntado si debemos ir m�s all�.

Para Kempes, la evoluci�n es una ley invaluable para investigar los or�genes de la vida, pero puede que no sea todo lo que necesitamos:

"La evoluci�n es una ley", dice, "pero puede haber otras".

Para�Jeremy England, f�sico de Georgia Tech en Atlanta, la evoluci�n darwiniana explica la transformaci�n de la vida en la Tierra, pero har�amos bien en adoptar una teor�a m�s universal para comprender por qu� la materia se organiza espont�neamente en la vida.

De hecho, los cient�ficos que abordan el dif�cil problema de los or�genes de la vida se han adentrado en el pasado evolutivo solo para extenderse mucho m�s all�.�

En el proceso, han comenzado a ver la vida de formas nuevas y sorprendentes.

�Es�la vida f�cil o dif�cil?

La pregunta contiene una paradoja en el estudio de los or�genes de la vida que ha estado con nosotros desde el momento en que Darwin reaviv� inadvertidamente la b�squeda.

A finales del siglo XIX, la vida parec�a algo f�cil.

Parec�a surgir por todas partes, especialmente de materia en descomposici�n.�Los gusanos en la carne o los ratones en el grano suger�an que la generaci�n espont�nea de vida no era rara ni singular.

Ingrese al contempor�neo de Darwin, el bi�logo franc�s�Louis Pasteur, quien ten�a la intenci�n de demostrar que esta opini�n estaba equivocada.�Para hacerlo, Pasteur aisl� medios org�nicos est�riles para mostrar que nada vivo emerge de ellos.�A su vez, hizo que pareciera que la vida era algo extremadamente dif�cil, casi parec�a imposible.

El efecto fue disuadir a muchos de sus contempor�neos de investigar por completo la cuesti�n de los or�genes de la vida.

Sin embargo, si, como cre�an cada vez m�s los contempor�neos de Darwin, la vida no siempre existi� en la Tierra, entonces ten�a que surgir espont�neamente al menos una vez.

�Pero c�mo?�

A mediados de los siglo20, mientras que Miller y Urey trataban de la vida divina de la sopa qu�mica, una figura de un universo te�rico diferente se enamor� del desaf�o.

Este fue el f�sico�Erwin Schr�dinger, quien ayud� a trasladar la investigaci�n sobre los or�genes de la vida de la sopa a la gen�tica molecular.

En su�art�culo�'Qu� es la Vida?'�(1944), Schr�dinger explic� que estaba fascinado por la vida porque parec�a actuar de manera distinta a "cualquier pieza de materia" que estudian los f�sicos y qu�micos.

No es que la vida no est� sujeta a las leyes de la f�sica, su material se rige por las mismas leyes que todo lo dem�s. Es que la vida parece sorprendente a la luz de las leyes de la f�sica.�

En los sistemas f�sicos cerrados, la entrop�a aumenta con el tiempo:

estad�sticamente hablando, la materia se vuelve m�s desordenada porque hay m�s formas posibles de desordenar que de ordenar.

En los sistemas vivos, algo diferente es cierto:

con el tiempo, el orden y la complejidad aumentan.�Schr�dinger quiso explicar c�mo podr�a surgir este hecho.

La noci�n de Shannon de

informaci�n como medida de sorpresa

ha ayudado a los investigadores a teorizar el surgimiento de la vida...

Adem�s de considerar la idea de que podr�amos necesitar otra ley o un concepto como la entrop�a negativa para explicar los seres vivos, Schr�dinger pens� que se podr�a encontrar una explicaci�n al determinar c�mo la vida se perpet�a a s� misma por replicaci�n.

La forma en que las estructuras se forman, se copian a s� mismas, cambian y transmiten esos cambios para producir estructuras cada vez m�s complejas, podr�a explicarse entendiendo como lo que �l llam� la "sustancia hereditaria".

Pensaba que lo que m�s necesitaba comprensi�n era la,

"parte m�s esencial de una c�lula viva: la fibra cromos�mica", que, seg�n �l, era an�loga a un "cristal aperi�dico".

Algo parecido a esta estructura, sugiri�, podr�a ser el mecanismo de la herencia y la fuente de la capacidad de la vida para perpetuar el orden y la complejidad.

Mientras avanzaba la b�squeda de la sustancia hereditaria, otra figura ofreci� una segunda idea te�rica clave.

Este fue el matem�tico�Claude Shannon, el fundador de la teor�a de la informaci�n.�En su�art�culo�fundamental�'Una teor�a matem�tica de la comunicaci�n' (1948), Shannon busc� explicar la estructura b�sica de la comunicaci�n y demostrar c�mo la informaci�n se puede codificar y transmitir en forma binaria.�

Para Shannon, la informaci�n es una medida de incertidumbre o sorpresa.

Podr�amos pensar que la informaci�n es simplemente el material de la comunicaci�n, pero, desde la perspectiva de Shannon, la informaci�n era comunicaci�n sobre la incertidumbre: cuanta m�s incertidumbre o sorpresa, m�s informaci�n recibimos.

En la medida en que la informaci�n sea un sistema de codificaci�n y decodificaci�n, por supuesto, se encuentra en el n�cleo de la gen�tica molecular.

Pero m�s recientemente, la noci�n de Shannon de la informaci�n como una medida de incertidumbre o sorpresa ha ayudado a los investigadores a teorizar el surgimiento de la vida, la gran sorpresa que tanto desconcert� a Schr�dinger.

El principio hereditario de Schr�dinger inspir� a�James Watson�y�Francis Crick�quienes, con la ayuda de los�datos y la investigaci�n�de la qu�mica�Rosalind Franklin, descubrieron la estructura de doble h�lice del ADN.

Como se�alan en las l�neas finales de su�art�culo�hist�rico�'Estructura molecular de los �cidos nucleicos: una estructura para el �cido nucleico desoxirriboso' (1953), el ADN podr�a considerarse como un mecanismo de copia clave para toda la vida.

Mientras escriben: "No se nos ha escapado que el emparejamiento espec�fico que hemos postulado sugiere de inmediato un posible mecanismo de copia del material gen�tico".

Poco m�s de un mes despu�s, publicaron un segundo�art�culo, titulado "Implicaciones gen�ticas de la estructura del �cido desoxirribonucleico" (1953).

All� comentan que el material hereditario parece tambi�n transmitir informaci�n.�

En sus palabras:

"Por tanto, parece probable que la secuencia precisa de las bases sea el c�digo que lleva la informaci�n gen�tica".

Watson y Crick no se tomaron del todo en serio gran parte del pensamiento computacional o cibern�tico sobre la informaci�n que animaba el mundo te�rico de Shannon,�comenta�el zo�logo e historiador de la ciencia�Matthew Cobb.

Pero parec�an compartir la sensaci�n de que la informaci�n era clave para comprender cualquier sistema de codificaci�n y decodificaci�n.

El descubrimiento de�Watson y Crick fue, por supuesto, profundamente significativo para la biolog�a evolutiva en general y para la biolog�a molecular en particular.

Pero, �cu�l fue su importancia para la investigaci�n sobre los or�genes de la vida?

Con un mecanismo de replicaci�n, los cient�ficos comenzaron a explorar la idea de que la vida temprana, si no la primera vida, comenzaba con el inicio de la replicaci�n.�

Sin embargo, hab�a un problema:

el ADN no pod�a ser el primer auto-replicador; no pod�a haber surgido espont�neamente a trav�s de los qu�micos de la Tierra primitiva.

Una vez que se forma, el ADN transporta la informaci�n necesaria para producir prote�nas que realizan gran parte del trabajo funcional de la vida, desde estructurar las c�lulas hasta transmitir se�ales entre �rganos.

El ADN tambi�n se basa en tipos espec�ficos de prote�nas llamadas enzimas, para catalizar reacciones que le permiten copiarse a s� mismo.�Pero las prote�nas no estaban presentes en la Tierra primitiva y requieren ADN para su producci�n.

Si ni el ADN ni las prote�nas auto replicantes fueron lo primero, �qu� mol�culas iniciaron el proceso de replicaci�n?

En la d�cada de 1960, los cient�ficos comenzaron a considerar que un candidato para este proceso podr�a ser el �cido ribonucleico o ARN.�En los organismos vivos, el ARN ayuda al ADN a convertir su informaci�n en productos funcionales que son posibles gracias a las prote�nas.

Durante muchos a�os, el ARN se conoci� simplemente como el mensajero que transcrib�a la informaci�n en el ADN para que su c�digo pudiera traducirse en prote�nas funcionales.

Sin embargo, los primeros experimentos con ARN comenzaron a sugerir que, a diferencia del ADN, el ARN podr�a realizar no una sino dos funciones esenciales para la replicaci�n.�Los cient�ficos sab�an que, como el ADN, el ARN pod�a transportar informaci�n;�lo que empezaron a ver es que, al igual que las enzimas, tambi�n podr�a catalizar reacciones qu�micas.

En la d�cada de 1980, el bi�logo molecular�Sidney Altman�y el qu�mico�Thomas Cech con sus respectivos equipos de investigadores, hicieron un avance en este sentido: de forma independiente,�demostraron�que las mol�culas de ARN pueden actuar como enzimas que catalizan reacciones.

No mucho despu�s del descubrimiento de esta propiedad catal�tica del ARN, los cient�ficos comenzaron a abrazar m�s ampliamente la idea del 'mundo del ARN', un mundo en el que el ARN era una forma de vida temprana, capaz de catalizar la replicaci�n de su propia informaci�n.

Sin embargo, el mundo del ARN se vio acosado por una serie de problemas.�

Por un lado, aunque los experimentales pudieron demostrar que el ARN pod�a actuar como una enzima, generalmente confiaban en enzimas externas para iniciar el proceso de replicaci�n.

Adem�s, muchos cient�ficos ahora�piensan�que el ARN es tan inestable que no podr�a continuar catalizando reacciones y evolucionando en las temperaturas extremas de la Tierra prebi�tica.

En los �ltimos a�os, el mundo del ARN se ha encontrado, por tanto, con algunas teor�as rivales sobre los primeros replicadores de la Tierra.�

En 2017, por ejemplo, los cient�ficos�Elizaveta Guseva,�Ken A. Dill�y�Ronald N. Zuckermann�propusieron�una teor�a de que las mol�culas similares a prote�nas podr�an haber sido los primeros replicadores.

Los desaf�os al mundo del ARN son solo una indicaci�n de que los cient�ficos est�n lejos de un consenso sobre los or�genes qu�micos de la vida.

De hecho, la falta de consenso parece estar impulsando a los cient�ficos a regresar a comienzos hipot�ticos y desarrollar nuevas hip�tesis radicales.

Otros han comenzado a pensar

m�s sist�mica, termodin�micamente, universalmente

sobre c�mo surgi� la vida...

Un intento de teorizar de nuevo los or�genes de la vida entr� en foco hace unos 20 a�os, cuando el f�sico�Freeman Dyson�propuso en su�libro Origins of Life�(1999) que desarrollemos una hip�tesis de dos or�genes para explicar los dos procesos esenciales para la vida temprana:

metabolismo y replicaci�n.

Dyson adapt� el innovador trabajo de la microbi�loga�Lynn Margulis, quien�descubri��que la vida celular temprana combina al menos dos organismos diferentes para formar la c�lula nucleada.

Para Dyson, el mundo de la sopa primordial experimental inaugurado por Miller y Urey podr�a ayudar a los cient�ficos a comprender el metabolismo temprano.

El mundo del ARN ofreci� una posible visi�n del proceso de replicaci�n:

"el primer comienzo [metab�lico] debe haber sido con mol�culas que se asemejan a las prote�nas y el segundo comienzo [la replicaci�n] con mol�culas que se parecen a los �cidos nucleicos".

�l compar� el primero con el hardware de la computadora y el segundo con el software: el hardware, argument�, debe ser lo primero, pero ambos son esenciales para la m�quina.

Al recordar a Shannon, Dyson dijo que el origen de la vida es el origen de un sistema de procesamiento de informaci�n...

Desde Dyson, otros tambi�n han comenzado a pensar de manera diferente, m�s sist�mica, m�s termodin�micamente, m�s universalmente, sobre c�mo podr�a haber surgido la vida.

David Baum, bot�nico y bi�logo experimental de la Universidad de Wisconsin-Madison, enfatiza que para comprender los or�genes qu�micos de la vida debemos hacer justicia a la inmensa complejidad de los sistemas qu�micos prebi�ticos.

Como �l explica:

Una de las frustraciones para el campo de los or�genes de la vida es que la gente suele presentarlo como un solo problema, pero no lo es.

Es toda una serie de problemas separados.�

No fue que la vida salt� repentinamente por encima de esta transici�n de la qu�mica aleatoria a los sistemas con gen�tica y c�lulas, etc.

En los experimentos sobre los or�genes de la vida dentro del �mbito gen�tico, explica Baum, dos fen�menos son clave.

Primero, hay plantillas:

"la idea de que una mol�cula con una determinada secuencia de bloques de construcci�n puede retroalimentar para aumentar indirectamente la generaci�n de esa secuencia exacta".

Este proceso se asemeja a los sistemas de informaci�n y podr�a ser algo que los experimentadores puedan recrear.

El segundo fen�meno es la traducci�n, que implica,

"comprender c�mo una mol�cula de ARN puede hablar y controlar la secuencia de una mol�cula de prote�na".

Esto, en comparaci�n,

"es complicado, fascinante y m�s all� del alcance de los experimentos en este momento".

Si bien Baum tiene cuidado de se�alar nuestros l�mites experimentales actuales, est� lejos de tener esperanzas sobre las perspectivas de estudiar los or�genes de la vida en el laboratorio.�Al final, dice, cualquiera que haga experimentos,

"Debe creer que la vida no es algo tan raro".

Aun as�, esto no quiere decir que la vida sea algo simple:

'en la evoluci�n suceden cosas f�ciles, pero de vez en cuando, las cosas f�ciles se acumulan en una secuencia extra�a para generar algo realmente inesperado'.

A Baum le parece posible que las leyes del Universo generen necesariamente vida, pero las particularidades de c�mo los productos qu�micos se convierten en sistemas vivos siguen siendo impredecibles.

Podr�amos decir que la qu�mica temprana de la vida est� llena de informaci�n sobre Shannon, llena de sorpresas.

El�f�sico England ve las cosas de otra manera.�

Para �l, la vida no es nada sorprendente:

se deriva naturalmente de las leyes de la f�sica...

En su hip�tesis, llamada "adaptaci�n impulsada por la disipaci�n", las leyes del Universo generan la estructura ordenada que llamamos vida.

Su teor�a aborda el desaf�o de Schr�dinger de explicar por qu� la vida no sigue el camino de la materia en sistemas cerrados hacia una mayor entrop�a y por qu�, en cambio, se vuelve m�s ordenada y compleja con el tiempo.

Como�explica�England�en una�conferencia�en 2014, y en su pr�ximo�libro, en sistemas que no est�n en equilibrio con una poderosa fuente de energ�a, como el Sol, la materia necesariamente forma estructuras que ayudan a disipar la energ�a.

Para los seres vivos, una de las formas m�s eficientes de organizarse para disipar la energ�a es reproducirse.�

De acuerdo con la teor�a de Inglaterra, las formas de vida aumentan en complejidad no solo porque est�n sujetas a la evoluci�n darwiniana, sino tambi�n, m�s fundamentalmente, porque deben mejorar en la disipaci�n de energ�a.

Seg�n England:

"Pensar en la evoluci�n en el lenguaje de la f�sica nos permite identificar nuevas formas por las cuales pueden surgir adaptaciones que no necesariamente requieren un mecanismo darwiniano".

Para otros cient�ficos, como Eric Smith en el Earth-Life Science Institute en Tokio, estudiar los or�genes de la vida significa recurrir a la biosfera en su conjunto, el complejo sistema biol�gico, dice:

"lleva la verdadera naturaleza del estado de vida".

Para Smith, el marco evolutivo para la investigaci�n de los or�genes de la vida a menudo lleva a los cient�ficos a centrarse en el origen del organismo.�Esto impide un pensamiento m�s amplio sobre los sistemas vivos.

Para comprender la vida y sus or�genes, sostiene Smith, debemos mirar las estructuras organizativas y qu�micas que sustentan la vida misma.

Mientras tanto, f�sicos como�Sara Walker�de la Universidad Estatal de Arizona dicen que, para entender la vida, necesitamos volver m�s directamente a los primeros principios.

Para Walker, un principio clave que debemos comprender es la informaci�n, y debemos comprenderla de manera mucho m�s generalizada que los primeros genetistas.

Como ella dice:

"Hay una f�sica de la informaci�n que gobierna los sistemas vivos".

Por el momento, no entendemos la informaci�n lo suficientemente bien, pero si comenzamos a comprender c�mo la informaci�n interact�a con la materia, estaremos mucho m�s cerca de explicar la vida.

A medida que el marco evolutivo para la investigaci�n de los or�genes de la vida se ha expandido y deshilachado, tambi�n lo ha hecho la definici�n de vida.�Una vez que los cient�ficos comienzan a pensar en la organizaci�n espont�nea de los productos qu�micos prebi�ticos, los l�mites entre vivos y no vivos comienzan a difuminarse.

Para algunos investigadores, como el bi�logo evolutivo�David Krakauer, los desaf�os a la definici�n de vida son bienvenidos.

Seg�n Krakauer, el enfoque en la replicaci�n de formas que llamamos seres vivos nos impide pensar biol�gicamente sobre la fascinante variedad de sistemas emergentes que tenemos ante nosotros, cosas que no dir�amos que est�n vivas.

Hamlet est� vivo

y virus inform�ticos y redes culturales

podr�an, con raz�n, considerarse formas de vida...

Existe una obsesi�n por los or�genes y la idea de que no se puede divorciar la generalidad del principio del origen del principio, dice Krakauer.

Y eso es un error...

Ser�a como decir que�Johannes Gutenberg invent� la imprenta para replicar la Biblia por lo que solo se puede usar para Biblias.�Pero es �til para muchos tipos de libros.

Del mismo modo, aunque Schr�dinger estaba interesado en una replicaci�n confiable en el contexto de la qu�mica, �qui�n puede decir que el contexto de Gutenberg, la imprenta, no se basa en el mismo principio?

Krakauer cree que los cient�ficos de los or�genes de la vida har�an bien en buscar principios generales de vida y replicaci�n en lugar de centrarse �nicamente en la naturaleza hist�rica del surgimiento de la vida en la Tierra.

En el cierre de '�Qu� es la Vida?', Schr�dinger da un giro sorprendente que parece anticipar esta reconsideraci�n de la vida.

Para hacerlo, se aventura en el reino de la conciencia humana.�En esta secci�n del art�culo, Schr�dinger se remonta a los Upanishads para sugerir que la conciencia individual no es m�s que un lienzo para recolectar recuerdos.�Dice que cuando esos recuerdos se desvanecen, no experimentamos ning�n tipo de muerte.

Incluso si un hipnotizador borrara todos los recuerdos de uno, dice Schr�dinger, uno no perder�a la propia existencia personal.

El contenido de esos recuerdos, adem�s, est� vivo:

"el protagonista de una novela que est�s leyendo probablemente est� m�s cerca de tu coraz�n, ciertamente m�s intensamente vivo y mejor conocido por ti" que una versi�n de tu yo m�s joven.

Dado que el mundo genera contenido vivo continuo para el lienzo de la conciencia, nunca hay ninguna,

'p�rdida de la existencia personal para lamentar.�Tampoco jam�s la habr�.'

Krakauer comparte muchas de las opiniones de Schr�dinger.

Piensa que hay muchas formas de vida, que Hamlet, por ejemplo, est� vivo y que los virus inform�ticos y las redes culturales tambi�n podr�an considerarse formas de vida.�Tambi�n piensa que todav�a no comprendemos los principios de la vida.

Le pregunt� a Krakauer si pensaba que Schr�dinger, en estas reflexiones finales, era un m�stico o un provocador o algo m�s.�Dijo que Schr�dinger estaba interesado en comprender la conciencia y que no estaba siendo m�stico con sus sugerencias.

Como explic� Krakauer:

"Schr�dinger estaba luchando por encontrar los principios que unificaran la evoluci�n cultural con la evoluci�n org�nica".

En resumen, �l tambi�n buscaba principios de vida m�s amplios.

Cuando miramos el trabajo sobre los or�genes de la vida desde la �poca de Darwin en adelante, vemos que el campo es asombrosamente resistente, quiz�s no muy diferente de los sistemas de vida emergentes que estudia.�Cuando llega a un callej�n sin salida, se vuelve a concebir espont�neamente.

Los marcos te�ricos que animan su investigaci�n han adaptado el pensamiento de Darwin de innumerables formas, y ahora se mueven m�s all� de Darwin hacia nuevos marcos te�ricos.

Estos marcos hacen que prestemos atenci�n a la vida de diferentes formas.

Cuando reconocemos las formas universales en que la materia se organiza y se replica.

Cuando contemplamos la posibilidad de que la transmisi�n de informaci�n a trav�s de sistemas computacionales y culturales puede marcar el surgimiento de la vida.

Cuando recurrimos a la biosfera como un sistema vivo, comenzamos a buscar vida en lugares que a menudo parecen inanimados.

Buscamos signos de vida en los planetas exteriores o en los intersticios de rocas y hielo;�o vemos la vida replic�ndose en los tapices iterativos de la cultura.

Buscamos formas en las que la vida nos sorprenda...

Casi parece como si la vida emergiera precisamente cuando nuestras ideas sobre ella comienza a conformarse con el fen�meno que estamos intentando concebir.