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traducci�n de
Adela Kaufmann � � � � que desarrolla m�todos de construcci�n sostenibles, incluyendo un material biol�gico hecho de hongos.
Fotograf�a: Sophia Evans para elObserver � Un complejo de contenedores, en un mercado en Shepherd's Bush, es el improbable hogar de una comunidad de proyectos de investigaci�n de vanguardia. � �
Esta es la entrada sin pretensiones a la�"bio-aldea" de�Open Cell, una colecci�n de 45 contenedores de env�o convertidos en emergentes laboratorios y espacios de trabajo de biotecnolog�a. � Uno de los contenedores verdes gigantes ya alberga un laboratorio de biolog�a molecular, sorprendentemente ligero y ventilado, amueblado con equipo profesional donado. �
Una
peque�a comunidad de nuevas empresas y emprendedores est� ocupada
convirtiendo otros contenedores en m�s laboratorios, oficinas y
talleres, y utilizar� este espacio poco convencional y poco costoso
para compartir equipos e ideas.�
Hay una puesta en marcha que "hace crecer" edificios de hongos, mientras que otra ayuda a los agricultores a polinizar cultivos, utilizando enjambres de moscas controladas con una aplicaci�n.
� Thomas Meany e Helene Steiner en el trabajo; su empresa tecnolog�a Libre de c�lulas prueba circuitos biol�gicos.
Fotograf�a: Sophia Evans para El Observador
Los contenedores de env�o fueron colocados originalmente aqu� como parte de los esfuerzos del consejo de Hammersmith y Fulham para regenerar el �rea del mercado, que ha estado aqu� desde 1914 y se salv� de ser convertido en apartamentos en 2016. � Despu�s de que una serie de otras empresas emergentes no despegaron, el consejo y los desarrolladores decidieron probar algo diferente.� �
ayuda a romper las barreras
entre personas que trabajan en diferentes campos...
� Como las t�cnicas m�s comunes en biolog�a molecular se han vuelto m�s baratas y m�s f�ciles de automatizar, una vez que los campos distantes como la biolog�a, el dise�o, el arte y la ingenier�a se difuminan en inusuales y creativas colaboraciones. � Estos grupos necesitan instalaciones de bajo costo para desarrollar ideas creativas en empresas.
La est�tica del sitio (contenedores de env�o, arte callejero, j�venes geniales que hacen cosas y rollos de papel para fumar) puede sugerir superficialmente simplemente otro�proyecto de moda de regeneraci�n. � Pero la bio-aldea Open Cell est� respaldada por cient�ficos de alto perfil del cercano Imperial College of London, quienes, a pesar del modesto letrero en el frente, est�n muy entusiasmados con lo que est� ocurriendo en los contenedores
Rowan Minkley y Rob Nicoll de la Junta de Chip [s]. Fotograf�a: Sophia Evans para El Observador �
En el mercado, famoso por sus alimentos frescos y su tejido, los vendedores no parecen estar preocupados por el centro de ciencia y tecnolog�a que se desarrolla junto a ellos. � Algunos discreparon con la idea de que las barras emergentes sirvan alcohol aqu� a la mitad de la tarde, pero ninguno parece haber notado su nueva bata de laboratorio y sus vecinos con gafas protectoras.
La seguridad es el problema obvio al ubicar un laboratorio de biotecnolog�a en un abarrotado espacio p�blico. � El sitio actualmente es una�instalaci�n de�Nivel de Bioseguridad 1, la m�s baja de cuatro categor�as de salud y seguridad (Nivel 4 son laboratorios que trabajan con enfermedades fatales que se transmiten a trav�s del aire). � Mientras el proyecto encuentra su lugar, los fundadores deliberadamente se han mantenido alejados de cualquier inquilino que desee hacer algo "controvertido", como la investigaci�n biom�dica que involucrar�a tejido humano o pat�genos.
Con m�s inquilinos mud�ndose a contenedores cada semana, hay planes para conectar varios de los contenedores para crear un "laboratorio comunitario" a�n m�s tecnol�gico y hacer que todo el sitio est� abierto, para que el p�blico aprenda sobre lo que la biolog�a moderna puede hacer. � La curiosa yuxtaposici�n de este rinc�n del oeste de Londres, donde los vendedores de telas tradicionales y los cient�ficos de bio-materiales coexisten en el mismo espacio, es quiz�s el m�s interesante de todos los experimentos que se llevan a cabo aqu�. � Pero incluso los fundadores no tienen una idea s�lida de qu� direcci�n tomar� el sitio.
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sostiene un par de zapatos de ballet adornados con cristales de sudor. Fotograf�a: Sophia Evans para el observador
� Ella espera crear bio-pl�sticos sostenibles y fibras hechas de algas y otros materiales sostenibles, incluido del desperdicio de alimentos.�En su trabajo m�s experimental, crea prendas cubiertas con cristales que han crecido a partir del sudor de un individuo y otros fluidos corporales. � Su materia prima favorita, dice,
Ahora tiene m�s de 400 muestras de diferentes materiales, como parte de sus experimentos para encontrar usos potenciales en la industria de la moda. � Recientemente se mud� de su estudio universitario despu�s de terminar su maestr�a y, antes de trasladarse a los contenedores de env�o, hab�a estado usando su cocina en casa para su trabajo.
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Convirtiendo desechos y hongos en materiales de construcci�n sostenibles� � � Ehab Sayed con una tina de c�scara de naranja seca. Su empresa Biohm desarrolla materiales de construcci�n de fuentes sostenibles. Fotograf�a: Sophia Evans para El Observador
� Uno de los biomateriales m�s interesantes de la compa��a est� hecho de�micelio, los finos filamentos�de hongos�que normalmente crecen bajo tierra.�El micelio se cosecha, se alimenta de residuos agr�colas o alimenticios y se cultiva en grandes l�minas o bloques. � Una vez que muere el elemento vivo, queda un material estructural resistente al fuego, con excelentes propiedades aislantes.
Biohm ha transformado sus contenedores de env�o en un "laboratorio de investigaci�n de materiales" completamente funcional. � Es en parte cocina, llena de licuadoras, ollas, sartenes y lotes de lo que parece ser un muesli, parte de laboratorio de microbiolog�a (HUM - h�galo usted mismo), con muestras de hongos creciendo en un misterioso y humeante armario con cremallera.
Sayed y el equipo de Biohm tambi�n est�n trabajando en un nuevo m�todo radical de construcci�n, que no tiene fijaciones permanentes y que puede desmontarse y reconstruirse en cualquier momento.
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Desarrollando un sistema que emplea moscas para resolver la crisis
de la polinizaci�n La empresa Olombria de Tashia Tucker usa feromonas para hacer que las moscas del aire actuen como polinizadores.
Fotograf�a: Sophia Evans para el observador
� La tecnolog�a implica liberar�moscas�y controlar sus movimientos utilizando�feromonas, emitidas por dispositivos colgados alrededor de los cultivos. � La liberaci�n de las feromonas es controlada por el agricultor utilizando una aplicaci�n que rastrea el comportamiento de las moscas en los cultivos utilizando c�maras de alta tecnolog�a.
Se cree que las moscas representan alrededor del 30% de toda la polinizaci�n, son m�s f�ciles de cultivar y manejar que las abejas y son "menos exigentes" con respecto a salir en condiciones h�medas o fr�as. � Tucker y sus colegas tuvieron la idea el a�o pasado, despu�s de ser alentados a ingresar en el Royal Art of Art's�Biodesign Challenge, una competencia que re�ne a artistas y cient�ficos. � El equipo gan� y ahora tiene oficinas en Battersea, al sur de Londres, y aqu� en Open Cell.
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