18 Septiembre 2020
del�Sitio Web
Shift

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles

"El mayor problema de la comunicaci�n

es la ilusi�n de que ha tenido lugar ".

George Bernard Shaw


Vivimos en un mundo polarizado.

Solo mire las secciones de comentarios en las plataformas de redes sociales y comprender� exactamente lo que quiero decir:

Los individuos que tienen puntos de vista opuestos luchan verbalmente entre s� para demostrar que tienen raz�n y que los dem�s est�n equivocados.

Aqu� est�n algunos ejemplos:

  • capitalistas contra socialistas

  • te�stas contra ateos

  • alarmistas clim�ticos contra negacionistas clim�ticos

  • frug�voros contra carn�voros

  • pro-vida contra pro-elecci�n...

Su objetivo es herir, menospreciar y ganarse a los que pertenecen al grupo contrario.

Pero el resultado es siempre el mismo:

nadie gana y todos pierden...

La gente pierde su tiempo derramando odio sobre los dem�s, solo para encontrarse a�n m�s enfurecidos e incomprendidos, lo que lleva a que se derrame m�s odio.

A�adiendo constantemente le�a al fuego, el acalorado debate nunca termina...

En este art�culo, me gustar�a arrojar algo de luz sobre las razones principales detr�s de las conversaciones polarizantes que est�n por todas partes y ofrecer algunas ideas sobre�c�mo comunicarse de manera efectiva�sin recurrir al odio y la mentalidad de guerra, a la que muchos de nosotros estamos acostumbrados.



La trampa de tener raz�n

La mayor�a de las peleas en las conversaciones comienzan cuando nos etiquetamos a nosotros mismos como�correctos�ya los dem�s como�incorrectos.

En otras palabras, comienzan desde el juicio.

Cuando juzgamos a los dem�s, no podemos verlos como realmente son.

Para ser m�s precisos, los vemos como menos de lo que son.

Eso es porque al juzgarlos los deshumanizamos, por lo que perdemos o reducimos considerablemente nuestra empat�a hacia ellos.

Como resultado, no tenemos ning�n problema en atacarlos.

Sin embargo, en realidad, solo atacamos una proyecci�n de nuestra propia mente.

La�necesidad�de demostrar que los dem�s est�n equivocados�generalmente proviene del deseo ego�sta de sentir que estamos en el lado correcto de las cosas (y por lo tanto somos "mejores" que los dem�s).

Este deseo surge de un miedo profundamente arraigado:

que podr�amos estar en el lado equivocado de las cosas (y por lo tanto ser "peores" que los otros).

En otras palabras, surge del juicio propio.

Admitir la posibilidad de estar equivocado ser�a un anatema para nuestro ego inseguro que se alimenta de la idea de tener raz�n: conducir�a a una tremenda angustia emocional debido a la discordia psicol�gica que aflorar�a en nuestra conciencia.

Para evitarlo, utilizamos todo tipo de mecanismos de defensa para encubrir nuestras inseguridades personales, como tratar de ganar a los dem�s en las conversaciones.

Pero esto crea dos problemas graves.

  • En primer lugar, cuando nuestro objetivo en las conversaciones es demostrar que tenemos raz�n, excluimos cualquier posibilidad de aprendizaje, porque aprender requiere admitir que no lo sabemos todo.

    Requiere prestar atenci�n a la nueva informaci�n, incluso la que est� en conflicto con nuestras creencias - y estar disponible para cambiar de opini�n cuando se nos presenta.

    Requiere suspender�el ego�y estar abierto a la idea de que otros puedan tener m�s conocimiento o percepci�n sobre un tema que nosotros.

  • En segundo lugar, no entendemos realmente a la persona con la que estamos conversando.

    Estamos tan concentrados en ganar que no nos importa escuchar la perspectiva de los dem�s y ponernos en su lugar.�

    O quiz�s escuchamos, pero realmente no escuchamos.�Y si escuchamos, solo escuchamos para encontrar la oportunidad de responder.

    Por lo tanto, no nos comunicamos verdaderamente con ellos.

    M�s bien, estamos intercambiando golpes verbales con un fantasma de nuestra propia creaci�n que pierde por completo el punto de comunicaci�n:

    para conectar con los dem�s.

El arte de escuchar

Para comunicarnos de manera eficaz, debemos aprender a escuchar de verdad (y no solo a escuchar).

Pero para escuchar, debemos estar dispuestos a comprender a aquellos con quienes estamos conversando.�Y para comprenderlos, es importante que�dejemos de lado nuestra actitud de juicio�hacia ellos,�ya�que el juicio�bloquea nuestra empat�a, es decir, nuestra capacidad de "sentir con" la otra persona.�

Cuando escuchamos,

podemos ver de d�nde vienen los dem�s.

Podemos ver que tienen sus razones para creer y decir lo que hacen.

Podemos ver que cuando tienen opiniones que posiblemente est�n equivocadas, eso no significa que ellos mismos est�n equivocados.

Y tambi�n podemos ver que, cuando no est�n de acuerdo con nosotros, eso no significa que sean nuestros enemigos, solo significa que tienen una forma de pensar diferente a la nuestra.

Cuando escuchamos,

no queremos da�ar a nadie.

Entendemos que aquellos que luchan verbalmente contra nosotros est�n sufriendo de su propia discordia psicol�gica, y por eso respondemos con compasi�n en lugar de luchar contra ellos.

Les proporcionamos un espacio amoroso para alimentar su profunda necesidad de auto-aceptaci�n, lo que a veces es suficiente para cambiar su actitud hacia nosotros.

Pero incluso si su actitud no cambia y contin�an su lucha, simplemente nos desconectamos, con cuidado de no echar m�s le�a al fuego del odio y la rabia.

Para escuchar, tambi�n debemos dejar de lado�la idea de que siempre tenemos la raz�n.

Necesitamos entender que nadie es perfecto ni lo sabe todo.

El aprendizaje es un viaje continuo, y parte de ese viaje son las personas con las que interactuamos.

Todos los que conocemos pueden ense�arnos lecciones importantes, si nos detenemos y les prestamos atenci�n.�Incluso aquellos con los que no estamos de acuerdo saben algunas cosas que nosotros no sabemos.

Una vez que nos demos cuenta de eso y estemos dispuestos a expandir nuestro conocimiento y comprensi�n, dejaremos de ponernos a la defensiva al conversar con otros.

Por el contrario, comenzaremos a escuchar atentamente lo que tienen que decir y estaremos abiertos a cuestionar nuestras creencias cuando se nos brinde nueva informaci�n que no encaje con ellos.


El prop�sito de la comunicaci�n

Como mencion� anteriormente, la comunicaci�n tiene un prop�sito:

para conectarnos con los dem�s...

Al intercambiar nuestros sentimientos, pensamientos y perspectivas, la comunicaci�n nos permite conocernos mejor;�por eso nos acerca unos a otros.

Y cuando la comunicaci�n nos separa m�s, es una clara se�al de que esto no ha tenido lugar.


Una vez que veamos que el objetivo de la comunicaci�n es la�conexi�n, ya no pelearemos con otros.�Por supuesto, eso no significa que nunca surgir�n desacuerdos o conflictos de nuestras conversaciones.

Hasta cierto punto, ambos son inevitables, pero no necesariamente malos.

De hecho, pueden ser muy beneficiosos:

los desacuerdos pueden ayudarnos a reconsiderar nuestra forma de pensar y enriquecer nuestro conocimiento, y los conflictos pueden ayudar a que nuestras relaciones sean m�s saludables y resilientes.�

Pero ese es el caso solo si se tratan de la manera correcta, es decir, con compasi�n, un deseo genuino de comprensi�n y la intenci�n de sanar nuestra discordia psicol�gica interna de la que brotan nuestros conflictos externos.

La comunicaci�n puede ser un puente entre nosotros y los dem�s.

Pero cuando se usa de manera incorrecta, puede crear paredes gruesas entre nuestros corazones.

Cada palabra que pronunciamos tiene el poder de conectarnos o separarnos, de crear las condiciones para el conflicto o las condiciones para la paz, para nutrir nuestra psique o privarnos de lo que m�s necesitamos: intimidad, amor, conexi�n.

As� que usemos nuestras palabras sabiamente y aprovechemos su poder en beneficio de nosotros mismos y de aquellos con quienes conversamos.