�
�
del Sitio Web JesusGonzalezFonseca � � � � � �
a medida que nos hacemos mayores? � "Juzgamos el tiempo seg�n el n�mero de recuerdos
que tenemos y su intensidad" �
� La idea de recordar o no las cosas que nos pasan en la vida.
Cuantas veces hemos dicho: �Lo habremos so�ado? � El d�j� vu muchas veces nos desconcierta. A veces nos pasan cosas por nuestra cabeza que quiz� nunca sucedieron, pero que sin embargo estamos convencidos que han pasado.
Y es que el recuerdo es como un perro que se tumba donde le place... � La memoria tambi�n hace caso omiso de la orden de no guardar algo, de nada nos sirve pensar:
...pues todo permanece almacenado y reaparece de forma espont�nea e involuntaria de noche, cuando estamos despiertos en la cama. �
Tambi�n, entonces, la memoria es un
perro que, meneando la cola, nos trae lo que acab�bamos de tirar
porque quer�amos quit�rnoslo de encima. � Se trata de la cr�nica de nuestra vida, un largo registro que consultamos cuando alguien nos pregunta cu�l es nuestro primer recuerdo, c�mo era la casa donde pasamos nuestra infancia o cu�l es el �ltimo libro que hemos le�do. � La memoria autobiogr�fica es al mismo tiempo un libro de los recuerdos y un libro del olvido. � Es como si dej�ramos los apuntes de nuestra vida a cargo de un secretario d�scolo con intereses propios, que registra minuciosamente lo que preferir�amos olvidar.
Cuando sufrimos depresi�n o insomnio, nuestra memoria autobiogr�fica se convierte en un registro l�gubre:
De vez en cuando, nuestra memoria nos sorprende. � De pronto, un olor nos recuerda algo en lo que no hab�amos pensado durante treinta a�os. Una calle en la que estuvimos por ultima vez cuando ten�amos siete a�os parece haberse encogido hasta el punto de resultar irreconocible. �
Uno querr�a comprender c�mo es posible
que el tiempo pase mas deprisa a medida que envejecemos. �
� Algo que es muy f�cil de experimentar, ya que es habitual que en los momentos de mayor disfrute el tiempo se nos escape casi entre los dedos, mientras que en los peores instantes sea cuando �ste se estira hasta convertirse pr�cticamente en eterno. � Una experiencia que se debe a que el tiempo no se mide en nuestro cerebro por segundos, sino por los impulsos el�ctricos que rigen nuestra percepci�n. �
Por eso este fen�meno no es s�lo
cuesti�n de f�sica, sino tambi�n de biolog�a.
�
� En este punto es donde encontramos lo que muchos cient�ficos han decidido llamar como el efecto reminiscencia. � Un recurso de nuestro cerebro para concentrar los recuerdos en per�odos concretos de nuestra vida y que se empieza a manifestar a partir de los cincuenta a�os de edad. � Es en este momento cuando en nuestra memoria se acumulan y rememoran aquellos instantes vividos cuando ten�amos en torno a los veinte a�os, en la �poca inicial de nuestra vida adulta. � Exactamente el periodo caracterizado por las primeras experiencias, donde las sensaciones se vuelven m�s intensas que en sucesivas ocasiones:
Lo que el efecto reminiscencia nos viene a decir es que la base de la vida son las emociones y las nuevas experiencias y sensaciones, pues �stas son las que crean puntos de referencia en el tiempo. � El tiempo en la mente es subjetivo, y se percibe mediante la localizaci�n de esos puntos de referencia que se han creado. �
Por eso mismo nos aclara que es posible
expandir el tiempo siempre y cuando nuestra vida no se vuelva
rutinaria, pues �sta siempre debe estar llena de nuevos
sentimientos. � Los resultados fueron sorprendentes:
�
� � �
� � � Lo que se debe, seg�n palabras de Douwe Draaisma, catedr�tico de Historia de la Psicolog�a en la Universidad de Groningen, a que,
Es decir, cuanto m�s recuerdos iguales
tenemos, m�s deprisa pasa el tiempo, porque nos instalamos en esa
rutina que tan poco nos aporta.
Cuanto m�s intensos son los momentos, estos parecen llenarnos y durar m�s. � Cuando somos j�venes y tenemos 20 a�os, estamos experimentando un nuevo mundo de experiencias en el paso a la vida adulta: nuestro primer trabajo, nuestro primer amor, nuestro primer hijo, nuestra primera vivienda, etc... �
Es en esos a�os, cuando hay m�s
probabilidades de estar viviendo momentos intensos que distorsionen
nuestra memoria temporal. �
Esta sensaci�n, se acrecenta si hablamos
de alguien que ronda los 60 a�os. Es un hecho constatado que, cuando
las personas se acercan a los 60 o los 70, parece que tengan menos
recuerdos de su edad adulta y m�s recuerdos de cuando ten�an 15 � 20
a�os. � Cuando tienes 60, gran parte de tu vida ha estado llena de repetici�n y de cosas que pasan diez veces, cientos de veces quiz�; mientras que con 20 a�os, hay muchos recuerdos de cosas que suceden por primera vez. Tienes tus primeras experiencias sexuales, tus primeras vacaciones sin los padres, tu primer d�a en un trabajo, tu primera vez en un nuevo contexto educativo, etc�tera. �
La vida con 20 a�os est� llena de
primeras veces, y tenemos muy buena memoria para las cosas que pasan
por primera vez, y muy mala memoria para las cosas que se repiten
cientos de veces. � Y esto sigue aceler�ndose, cuando tienes 60 parece que la vida vaya incluso m�s r�pido que cuando ten�as 40. � Cabe recordar que la velocidad subjetiva del tiempo se genera, de hecho, en la memoria. Juzgamos el tiempo en funci�n del n�mero de recuerdos que tenemos y su intensidad... as� juzgamos el tiempo. Y esto es as� incluso para per�odos cortos de tiempo. � Mientras vamos dejando de ser j�venes el tiempo se condensa, se acelera, nos elude. �
Recordamos mejor las cosas lejanas y m�s
remotas, las de la infancia m�s temprana, por ejemplo, que las que
sucedieron ayer, en una suerte de presbicia de la memoria. Y as� va
palpitando nuestra memoria autobiogr�fica, pintando y despintando
nuestras figuras m�s queridas. � � � |
�