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por�Edward
Curtin� del Sitio Web�IntrepidReport
traducci�n de
Adela Kaufmann � �
� � � � � � El silencio es una palabra pre�ada de m�ltiples significados:
Pero el silencio, como tantas otras cosas en el mundo actual, incluyendo los seres humanos, est� en la lista de especies en peligro de extinci�n. � Otra ave rara - vamos a llamarlo el�esp�ritu santo�el�verdadero pensamiento�- est� desapareciendo lentamente de entre nosotros.�El veneno del ruido y el ajetreo est� contaminando m�s de lo que pensamos� pero sin duda nuestra capacidad de pensar.� � Estoy sentado en un escal�n de piedra de una peque�a cabina en un estero en Cape Cod.�Todo est� tranquilo. � Tres pies delante de m� un conejo beb� mordisqueaba la hierba, y ese mordisqueo que resuena. Una t�rtola se queja de forma intermitente.�Veo la ondulaci�n del viento, la hierba del pantano y siento su bajo zumbido.�Me siento como en casa.� � Estoy�morando en una silenciosa parada de tiempo.� � Me llama la atenci�n lo raro que se ha vuelto el silencio;�c�mo el no hacer nada parece tan anti-estadounidense.�El ruido y el ajetreo se han convertido en nuestros elementos.� �
Mientras veo a los juncos
balancearse, me pregunto por qu� siempre doquiera que uno va la
gente se precipita y se estresa.�Una fren�tica ansiedad prevalece en
todas partes.
Es evidente que hay fuerzas poderosas que se benefician de este ruidoso ajetreo, de esta manera conectada de consumo tecnol�gico, esta contracci�n del tiempo.�Todo el mundo parece tener sus razones por las que est�n en tal estado, pero pocos imaginan c�mo y por qu� esto podr�a ser "dise�ado".
� Cuando hablo de ruido no estoy pensando sobre todo del estruendo que asociamos con la vida de la ciudad - coches, camiones, taxis, bocinas, sirenas, congesti�n, etc. - un mundo en carrera para llegar a alguna parte por razones desconocidas.�Ese ruido, lamentablemente, es dif�cil de evitar, incluso en ciudades peque�as o en los suburbios. � Si viajo a media milla de donde me siento en silencio, voy a encontrar este tipo de ruido ya que la gente corre en sus coches buscando unas vacaciones del mismo.� � Estar en un lugar apartado en Cape Cod durante unos d�as es un lujo.�Me doy cuenta de eso.�As� tambi�n es tener estos minutos para escribir estas palabras.�Sin embargo, s� tambi�n que estoy eligiendo hacerlo, y que para m� el lujo es tambi�n una necesidad. � �C�mo podr�a vivir sin "no hacer nada", en silencio?� � Incluso la computadora en la que estoy escribiendo estas palabras me dice que estoy equivocado: quiere corregir mis palabras "no hacer nada" a "hacer cualquier cosa".�Me sorprende que no me dice que deber�a estar �divirti�ndome�, aunque tal vez hacer cualquier cosa es el equivalente.� � El ruido de la vida moderna es dif�cil de evitar por completo, y, en cualquier caso, es el menos perjudicial para el silencio que tengo en mente. � Hay otro tipo de ruido que es auto-impuesto y que tiene por objeto, de manera consciente o no, asegurarse de que uno no est� siendo "atrapado" por el silencio.�Como lo saben aquellas personas que huyen del silencio, puede ser peligroso para las reinantes suposiciones acerca de uno mismo y del mundo.�El ruido parece m�s reconfortante.� � Todos conocemos a personas que van desde la ma�ana hasta la noche, d�a tras d�a, sin hacer una pausa para introducir los sonidos del lento silencio. � Uno no tiene que buscarlos muy lejos;�la tecnolog�a les ha hecho la regla.�Corren a trav�s de sus vidas en el capullo del ruido tecnol�gico.�Est�n informados, en contacto, en sinton�a con todo, menos con sus propias almas.�Se ahogan en el ruido incesante de las televisiones y radios, o el ajetreo de las llamadas telef�nicas, mensajes de texto, o trivias "que tiene que hacerse." � Ellos siempre est�n planificando, yendo, organizando y programando actividades.�O hablando... interminables parloteos sobre el tiempo o las compras o las �ltimas noticias y titulares de los principales medios. � Ellos eligen para llenar sus vidas con,
Esto es lo que�C.�Wright Mills�llam� la�imaginaci�n sociol�gica. � Durante quince a�os, Estados Unidos ha estado viviendo bajo un estado de emergencia nacional oficial y constante, el miedo�paralizante - el miedo que mantiene a la gente en movimiento lo m�s r�pido que pueden para no tener que detenerse y mirar hacia atr�s y ver lo que les ha ocurrido y por qu� y hacia d�nde se dirigen... sobre el acantilado.� � Es otro d�a y ahora estoy sentado a la sombra de un �rbol que da a un hermoso puerto lleno de barcos de vela. � Una gaviota se abalanza y navega delante de m�.�Un fuerte viento se viene desde el oeste.�Esta agua es el patio de recreo de los ricos.�A diferencia de los pobres, ellos pueden comprar el silencio exterior. � Parece que tienen un mont�n de tiempo para pensar pensamientos profundos, tales como �de d�nde proviene todo su dinero?:
Sospecho que utilizan su tiempo "libre" para pensar en otras cosas...� � Por alguna raz�n el agua �spera me recuerda a todos aquellos refugiados que huyen de la guerra y el caos en el mar Mediterr�neo.�Gente desesperada...
Una silenciosa enso�aci�n puede hacer eso.�Puede evocar pensamientos perturbadores.
� Y me parece que a muchas personas les resulta dif�cil de tomar. � Ellos no pueden encontrar el tiempo o la concentraci�n silenciosa para leer y estudiar de cerca para ver si mis an�lisis son correcto.�Creo que optan por no tomar el tiempo para entrar en el capullo de la concentraci�n silenciosa que esto exige. � Ellos asentir�n o reparar�n, pero no ahondar�n m�s profundo.�M�s profundo significa peligro.�Esos cientos de miles de personas que huyen del barco, por ejemplo,
Eso creo� � As� que para ello, esto no est� sucediendo. � No est� sucediendo, como�Harold Pinter�dijo entre todos los innumerables cr�menes de guerra cometidos por los Estados Unidos, mientras el pueblo estadounidense ha sido hipnotizado a pensar de otro modo:
Est�bamos demasiado ocupados para darnos cuenta.�Todo lo que pod�amos o�r era ruido, alboroto propagand�stico.� � Una sociedad que sufre de trastorno por d�ficit de atenci�n social inducido es una sociedad en un estado de desintegraci�n.�Centrado en el primer plano del ruidoso pensamiento convencional, alimentado por unos medios de comunicaci�n arrojando un sinf�n de distracciones y pseudo-acontecimientos, la mayor�a de las personas se pierden en un cacof�nico caos mental.� � No estoy seguro de si hay alg�n punto en escribir estas palabras.
� Las m�quinas deben ser apagadas.
No es dif�cil girar un interruptor, tirar de un enchufe, o pulsar un bot�n;�la parte dif�cil es�querer�hacerlo. � M�s dif�cil todav�a, pero igualmente necesario, es el aquietamiento de la mente, el silencio de los incesantes parloteos internos que nos acompa�an en todas partes.
� Nos estamos ahogando en mentiras y m�s mentiras, mentiras, agravadas por la repetici�n ruidoso.
Eso es lo que hace poco o� decir al Gran Pap� en una producci�n de�La Gata sobre el Tejado de Zinc.� � El monje trapense�Thomas Merton�escribi� una vez que alg�n d�a nos van a vender la lluvia:�
Ahora que nos han vendido ruido y velocidad para eliminar el lento silencio, estamos en problemas mucho m�s profundos.�No podemos pensar con claridad, si es que podemos pensar en absoluto.�Y el pensamiento claro nunca ha sido m�s importante.� � Gandhi�, el revolucionario, lo puso de manera perfecta,
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