por�Lauren Simpson-Green
Abril 2015

del Sitio Web�FractalEnlightenment

traducci�n de Adela Kaufmann
Versi�n original en ingles

Lauren Simpson-Green es una emergente guionista, novelista y madre a tiempo completo quien est� interesado en el arte del juego y la imaginaci�n;�utilizando historia a la par de estar Presente con el fin de profundizar en nuestra experiencia en la tierra y alcanzar nuestro potencial completo.

Tambi�n escribe un blog regular acerca de la espiritualidad, la paternidad y los viajes, as� como sus experiencias de estar en un matrimonio mixto y que viven en Turqu�a.

La madre devoradora

"La madre devoradora

'consume' a sus hijos psicol�gica y emocionalmente

y a menudo les inculca sentimientos de culpa

por dejarla o volverse independientes".

Caroline Myss

La�madre devoradora, uno de los muchos aspectos del�arquetipo de la madre, es uno de los arquetipos m�s fascinantes que acechan en la psique humana que pueden aplicarse a cualquiera de nosotros - las mujeres o de otra manera.

Habiendo producido a sus hijos, encontrado a su compa�ero o simplemente haberse dado la vuelta para aprovecharse de su familia o c�rculo de amigos existentes, la madre devoradora es muy similar a un co-dependiente: arriba con la droga de la asistencia ella ahoga a sus hijos con un exceso de amor,�sofocando su propio crecimiento y sofocando a los que la rodean, incluso recurriendo al abuso de ni�os para conseguir lo que quiere.

La madre devoradora viene de un lugar dentro de nosotros que tiene miedo de estar solo;�miedo de la soledad disfrazada de soledad... miedo de s� misma.

Despu�s de haber servido a otros durante tanto tiempo ella se vuelve obsesiva, controlando... incluso violenta en su necesidad de afirmar su dominio sobre el resto de nosotros.

Al igual que los aspectos m�s oscuros de la divinidad femenina, tal como la 'femme fatale', la 'tramposa femenina', ella utiliza su "dominio" como su �ltima identidad y la deja a alimentar su ego, olvid�ndose que una madre - as� como es gu�a de sus hijos - tambi�n debe saber cu�ndo hay que dejarlos encontrar su propio camino y controlar su propio destino.

La Madre Devoradora puede ser tambi�n aquella que se esconde detr�s de nuestros seguidores.�

Desprovistos de una verdadera conexi�n con nosotros mismos nos convertimos en sombras, revolc�ndonos en la verg�enza y empujando hacia adelante a aquellos que nos rodean para nuestro propio beneficio en lugar del de ellos.

La madre devoradora se vuelve estricta, cr�tica y manipuladora... y en �ltima instancia temida.

La reina de hielo

"De C�mo los hombres y los animales est�n obligados a servirle,

y cu�n bien ha logrado ir por el mundo,

descalza como ella es".

Hans Christian Andersen

'La reina de la Nieve'

La�Reina de las Nieves o la Reina del Hielo�- como se menciona en�Siete Arquetipos de la Conciencia Humana, es una Matriarca tan concentrada en protegerse de los dolores del coraz�n roto, de nuevo, ella ha creado todo un ambiente de hostilidad a su alrededor.

Mant�ngase bien lejos;�la Reina de Hielo finge ser cruel y que su coraz�n est� atravesado por un trozo de hielo con el prop�sito de mantener el mundo fuera.

Anestesiada y congelada de la emoci�n;�alta o baja, a menudo atrapa a los ni�os y vagabundos con promesas de refugio o carnes dulces - al igual que el arquetipo de la bruja poco fiable - con el fin de poder tener un compa�ero, prisionero para castigar al pueblo cercano (que proyecta la culpa a comunidades enteras para satisfacer su profundo sentimiento de injusticia que ella siente que le deben algo), incluso una comida sabrosa de inocencia para apagar moment�neamente su sed de pureza interior, desde hace mucho tiempo enterrada en su tormenta de nieve de la amargura.

La Reina de las Nieves se encuentra en el coraz�n de cualquier persona consumida por la victimizaci�n;�congel�ndose a s� mismos de las fuerzas externas imaginarias del destino y usando sus intensos poderes de la Divinidad Femenina para convertirse en una gobernante invertida.

Ella es la temible jefa octogenaria, o la (quiz�s m�s estereotipada)�Feminista enemiga del hombre.

Todas ellas comienzan con la Reina de las Nieves, siendo la que derrite el hielo y resuelve confiar de nuevo, a menudo encendida por un desconocido y compasivo extra�o que, sin saberlo, se adentra en su mundo o est� dispuesto a romper la norma y subvertir el sistema como�Kirikou�en la leyenda africana de�Karaba la Hechicera.

Kirikou descubre que la ra�z del aterrador dominio de Karaba y sus poderes m�gicos es una espina metaf�rica en la espalda por lo que la enga�a para ser capaz de sacarla.

Despu�s de haberle quitado el dolor, �l r�pidamente crece en un hombre y se casa con ella, regresando a todos los hombres que se cre�a que fueron comidos por la Hechicera - incluyendo su propio padre - al pueblo, y finaliza su gobierno tir�nico.

El Regreso de La Divina Femenina

La Verdad Revelada

La Reina del Hielo a menudo elogia bellamente al arquetipo del H�roe y hace de �l un antagonista ideal.

Dejando de lado el g�nero, la Reina de Hielo representa la importancia olvidada de lo femenino - de receptividad ben�vola - y su deseo de comportarse como un hombre con el fin de sobrevivir en este mundo que a veces es de perro come perro.

La reina es demasiado fluida en la naturaleza humana, y el h�roe ignorando de ella.

El h�roe - de nuevo hombre o mujer, ni�o o ni�a - recuerda a la Reina del Hielo de su humanidad y naturaleza original, reconect�ndola con la conciencia colectiva y recanalizando sus poderes vibrantes y ahora altamente individualizados (al igual que el Ermita�o o visionario/revolucionario) de vuelta a la integridad.

La diosa Benevolente

"Hist�ricamente, los gobernantes/conquistadores masculinos de tierras y sociedades,

usurparon el poder de la diosa en estas sociedades que ellos conquistaron

y absorbieron y distorsionaron a estas diosas

en sus propias creencias de aquellos a los que m�s se parec�an".

Nancy Creations

La�Diosa Benevolente�pudiera no haber tocado ninguno de los dos arquetipos anteriores en el camino hacia el aspecto positivo de la�divinidad femenina.

O tal vez alguna vez fue,

  • el arquetipo de la (Sagrada) Prostituta con un coraz�n de oro, vendiendo sus talentos sin l�mites

  • � el arquetipo de la Princesa, completamente dependiente de un hombre y en la necesidad de ser salvada

En ambos casos, la Diosa Benevolente ha tenido que luchar desde el cieno y asegurar sus fronteras una vez por todas.

Ni enoj�ndose sobre aquellos que quieren aprovecharse ni dej�ndolos ir por el resto de sus d�as, ella ha encontrado el verdadero equilibrio entre las energ�as masculinas y femeninas haci�ndola capaz de estar parada sin congelar su coraz�n.

La Diosa Benevolente es como un vaso desbordante de amorosa bondad.

Ella est� desprovista de ego y no quita nada personalmente, ella ha aprendido a rellenar la taza por s� misma y no necesita la aprobaci�n o cumplido de ninguna otra persona.�

Ella conoce el valor de su propia belleza y no deja que nadie la drene de la misma, ni tampoco trata de imponerla a nadie m�s.

Ella es sin miedo, sabiendo que, incluso cuando ella est� rodeada por otros, la familia eterna, ella sigue siendo un individuo en el solitario camino enteramente responsable de c�mo se expresa y comparte su feminidad divina.

Muchos estar�n celosos y encubren su energ�a, pero ella se elevar� por encima de su carnada... ella es completamente segura de s� misma.

Ella es la fuente de la vida y da a luz a cada momento, nadando enteramente en creatividad de la Fuente.�Cada persona es su hijo.

Ella no est� en necesidad de un consorte, y sin embargo disfruta y no se siente no amenazada por la compa��a masculina.�Ella es atl�tica como Atenea pero al mismo tiempo sensual como Afrodita, enteramente confortable en su forma �nica y sexualidad aunque sin ataduras a la misma.

La Diosa Benevolente, sobre todo, ha conseguido el equilibrio perfecto entre dar y recibir. Recibir - no cumplidos acerca de su apariencia o apoyo financiero y material - sino por su energ�a y amor a partir de su pozo interior y el del universo.

Esto es lo que le permite dar constantemente, sin resentimiento o agotamiento.